He hablado varias veces con clientes de mi programa PQH sobre la necesidad que a veces tenemos de reconocimiento externo y cómo muchas veces nos afecta más de lo que queremos.
Quizá te haya pasado a ti también.
Esa necesidad de que los demás reconfirmen que lo has hecho bien, que parece que si no hay un reconocimiento externo lo que has hecho no vale tanto para ti.
Que si no te felicitan o de dan un premio o te nombran, es como si no hubieras hecho nada.
¿Te suena?
Ese estar preguntándote si de verdad lo has hecho bien, la necesidad de que alguien te de una palmadita en la espalda. Cuando lo ideal sería que no lo necesitaras.
Que sí que está bien que te reconozcan los méritos, pero no que te sientas insegura o que dudes interminablemente si no te lo han confirmado varias veces, o varias personas, o varias veces varias personas.
Y, ¿qué puedes hacer al respecto, entonces?
Hoy quiero compartir contigo algo que a mi me ayuda mucho y que, poco a poco, podrá hacer que no dependas tanto de ese reconocimiento externo.
Porque muchas veces lo que opina la gente te detiene a la hora de cambiar de profesión, por ejemplo.
Especialmente si estás pensando en un cambio radical a otro campo que quizá no sea tan reconocido o no tenga tanto prestigio.
Entonces…
Cada vez que hagas algo importante para ti, en vez de preguntarte si lo has hecho bien (y mirar alrededor para ver la cara que ponen los demás), pregúntate en su lugar:
¿Ha sido importante para mí?
¿Me ha hecho feliz?
¿Ha supuesto un desafío para mí?
Porque eso es lo verdaderamente importante. Y si vas cambiando las preguntas que te haces interiormente, podrás cambiar tu actitud y tus actos.
Si eso no fuera suficiente y te dijeras, por ejemplo: “Sí, para mí sí pero, ¿de verdad, lo habré hecho bien?”
Piensa entonces:
¿Qué pensaría si no necesitara que alguien me lo confirmara?
¿Y qué haría?
Y lo haces.
Por ejemplo:
¿Qué pensaría si no necesitara que alguien me confirmara que he dado bien esta charla? Pensaría que lo he hecho estupendamente y que me merezco celebrarlo.
¿Y qué haría? Ir a celebrarlo, sonreír de oreja a oreja y estar muy feliz.
Pues eso es lo que tienes que hacer. Así evitas que las dudas te paren y actúas como si no estuvieran ahí.
Y ahí está el quid de la cuestión, que lo haces igual, no te quedas bloqueada o te vas a casa desanimada.
A mí esa pregunta “de ¿qué haría si no… o si ya tuviera X?” me ayuda muchísimo a cambiar mi actitud y centrarme.
Si la usas, poco a poco te irás dando cuenta de que ya no necesitas ni preguntártelo porque te empezará a salir de forma natural.
Y eso es justo lo que queremos.
No que no necesites el reconocimiento externo (eso probablemente requerirá más trabajo o la ayuda de un psicólogo), sino que no te afecte, no te entristezca, no te agobie o te paralice. O al menos no demasiado.
Así que la próxima vez que te sientas así recuerda estas preguntas:
1 – ¿Ha sido importante para mi? ¿Me ha hecho feliz? ¿Ha supuesto un desafío para mí?
2 – ¿Qué sentiría si no necesitara que alguien me lo confirmara? ¿Qué pensaría? ¿Y qué haría?
Y lo mismo para el perfeccionismo.
Teniendo en cuenta que si eres perfeccionista lo que a ti te parece normal estará muy bien hecho, cuando veas que no eres capaz de lanzarte porque el perfeccionismo te para, pregúntate exactamente eso “¿Si no fuera perfeccionista que pensaría de esto? ¿Que haría?”
Y el 99,9% de las veces (por no decir el 100%) tú misma te dirás que la respuesta es “pensaría que está bastante bien/muy bien” y “lo haría ya mismo”.
Así que pruébalo y me dices si ves alguna diferencia. Recuerda que lleva un tiempo, es cuestión de usarlas y de ser constante.
Y, por supuesto, si tú ves que te afecta muchísimo no dudes en consultar con un psicólogo que es quién más te podrá ayudar en estos casos.
Yo solo comparto las preguntas que yo uso y me funcionan a mí esperando que te sean útiles a ti también : )