Hoy me llegó por esas cosas de la vida, una invitación a una charla online acerca de el desafío de poder convivir con nuestros adolescentes en este período de Pandemia. Hubieron muchos conceptos buenos, pero por lejos el que más me gustó es la idea de poder conquistar una «estructura flexible». .
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Una estructura flexible, significa que podamos sostener las normas de la casa y al mismo tiempo flexibilizarlas en esta pandemia. Por ejemplo, si la regla con mi hijo adolescente es acostarse todos los días a las 10.30pm porque al otro día hay colegio, hoy que las clases online son a las 10 a.m.. puedo flexibilizar esa regla y poner una nueva hora de acostarse. Lo importante es no olvidarse de la necesidad de una estructura: horas de comida, de sueño, de colegio y horas de no hacer nada. Lo importante es mantener una estructura pero que está sea flexible. .
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Pienso que una estructura flexible no solo nos ayuda hoy durante la pandemia, sino en la vida en general. La flexibilidad muestra nuestra capacidad de adaptación y nuestras infinitas posibilidades de solución o enfrentamiento a un mismo problema. La flexibilidad nos ayuda a cambiar en el camino si es necesario y la estructura nos entrega seguridad y certeza. Ambas tienen que convivir juntas para que funcionemos, no solo hoy sino también mañana. .
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Mucha estructura nos rigidiza y nos deja desprovisto de otras miradas para ver una misma situación. Y mucha flexibilidad nos hace ser poco claros e impredecibles a los ojos del otro, tanto como papas como personas. .
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Hoy atesoro este nuevo término y se los comparto porque lo encontré simplemente iluminador como una manera de enfrentar la pandemia, la vida y sus desafíos. .
María José Lacámara – Conoce más AQUI
Instagram: @joselacamarapsicologa
Los invitamos a conocer nuevo libro de María José Lacámara
La psicóloga infanto-juvenil María José Lacámara publica este libro que busca ayudar a padres y madres a encontrar un método de crianza propio, que se ajuste a sus necesidades y les permita sintonizar con lo que requieren sus hijos.
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Como madre de un niño de 10 años, les puedo decir que comparto con todos ustedes el gran dilema de si darle o no un celular. Por insistencia mi hijo no se cansa y la realidad es que igual muchas veces termino pasándole mi teléfono, o se mete al computador aunque yo no quiera. Y seguro que cuando va a casas de amigos pasan algún tiempo pegados a una pantalla. Pero mi intuición me dice que todavía no puede tener su pantalla personal.
Afortunadamente mi intuición está avalada por la neurociencia y estudios sobre el tipo de uso que hacen los pre adolescentes de sus pantallas.
Si a nosotros como adultos nos cuesta tener un buen control del uso que damos a las pantallas, para un niño o niña de 9, 10 u 11 años, es infinitamente más difícil.
Mi objetivo no es asustar ni decirles cual es la mejor manera de ser padres en estos tiempo, porque no hay un solo camino. Sólo quiero inspirarlos a ser los padres que sus hijos necesitan en una era digital.
Aún no hay evidencia suficiente para ver el impacto de las nuevas tecnologías en el ser humano a largo plazo, porque los que nacieron con ellas aún no llegan a la adultez, pero si se ha estado estudiando mucho el impacto inmediato de estas en el cerebro y en los comportamientos humanos en el corto plazo.
Hay preocupación porque se pueden estar perdiendo ciertas habilidades del cerebro, pero puede ser que estamos ganando otras, no sabemos. Sin embargo, a lo largo de la historia de la humanidad hay aspectos que permanecen estables. En ese sentido, hoy se sabe con bastante certeza que la plenitud y la felicidad están relacionadas con los vínculos, la motivación intrínseca y en cuánto nos queremos a nosotros mismos fundamentalmente. El desafío entonces, es poder lograr estos tres aspectos en nuestras vidas en un mundo digital y cambiante.
Según un estudio mundial (Nielsen) las principales razones de los padres para dar un teléfono a sus hijos pre adolescentes y adolescentes son las siguientes:
Poder comunicarme con ellos fácilmente 90%
Que me puedan contactar fácilmente 90%
Para saber donde está todo el tiempo 80%
Insistencia 65%
Quiero que aprenda a sudar la tecnología 62%
Tengo un plan que me permite tener varias líneas 60%
Por lo tanto la principal razón tiene que ver con el control sobre la vida de nuestros hijos causado por nuestros miedos e inseguridades en un mundo que parece amenazante. Lo paradójico es que este mismo teléfono es mucho más que un elemento para comunicarse y controlar, es una puerta de entrada al mundo digital (que es un mundo real) con muy pocas, o ningún tipo de barreras.
Según estudios del Think Tank Tren-Digital (www.tren-digital.cl) la edad promedio en que los niños chilenos reciben su primer smartphone es a los 10 años y a esa misma edad entran por primera vez a las redes sociales y descargan su primer juego solos. Los niños de 10 están usando su pantalla igual como lo hacen los adolescentes, pero….
tu hijo de 9, 10 y 11 NO es un adolescente.
Aunque se vista como tal, aunque hable como uno, aunque haga las cosas que hacen los adolescentes, aunque quiera pololear y tener grupos de whatsapp, biológicamente no es un adolescente.No solo porque su cuerpo aún no se ha desarrollado, sino porque su cerebro no ha llegado a ese punto.
En los últimos años la neurociencia a es la disciplina de la medicina que más avances ha tenido y ha descubierto muchas cosas sobre el cerebro que personalmente creo que vana a revolucionar la educación. Hoy se sabe que a los 12 años empieza un proceso de rediseño del cerebro y que termina alrededor de los 24 años. Es una de las mayores transformaciones que tendrá un ser humano en toda su vida, un proceso necesario para llegar a la adultez.
A partir de los 12 años el cerebro empieza a adquirir dimensiones y funciones que hasta antes eran imposibles o difíciles de ejecutar.
Esto revela otro gran descubrimiento: el cerebro de un niño no es un cerebro adulto pero más chico. No sucede como con otros órganos del cuerpo. Un corazón funciona de la misma manera desde que empieza a latir hasta que nos morimos. El cerebro no, se va desarrollando por etapas y por eso no podemos esperar que nuestro hijo pre adolescente y luego adolescente se comporte como un adulto en todas sus decisiones.
Un menor de doce años no tiene las capacidades emocionales y cognitivas para entrar al espacio digital y manejar adecuadamente aspectos como la sobreexposición, la privacidad, el uso de la información y el autocontrol en cuanto a los tiempos de uso y selección de contenidos.
La pregunta entonces para los padres es ¿qué limites o resguardos tienes para tus hijos? ¿Lo dejas salir solo a la calle a conocer gente? En facebook puede conocer a cualquiera.
¿Lo dejarías ir solo al cine y elegir la película? En su pantalla puede ver lo que quiera o lo que aparezca.
¿Podría salir a conocer gente nueva al mall? En las redes y en video juegos puede encontrarse con personas de cualquier parte y edad.
¿Lo dejas andar en transporte público solo? Cuando tu hijo entra sin control al mundo digital, tiene la capacidad de andar solo por el mundo entero.
Nada de esto es malo en sí mismo, el punto es reflexionar acerca de qué tipo de mediación entre nuestro hijo/a y su pantalla tenemos que hacer a esta edad.
¿Cómo funciona el cerebro de un pre adolescente?
«Puedo aprender por mí mismo.»
Esta es la gran conclusión a la que debiera llegar un niño entre los 10 y los 12 años. Este es un paso muy importante de desarrollo de la metacognición , es decir conozco y sé que conozco.
Por eso los preadolescentes tienen mucho interés en ser más independientes, como sabrás teniendo uno en casa.
Otro hito importante a esta edad es que ya pueden distinguir bastante bien lo que ficticio y lo que es real, esa es una habilidad muy relevante en la era digital porque no hay barreras ni indicadores de que lo que están viendo es verdad o mentira. Así que los padres podemos usar muy bien esta capacidad en estreno y fomentar su uso hablando con ellos de lo que ven y leen en las redes sociales y las pantallas.
Mejora la capacidad para entender la causa y el efecto, pero aún les cuesta entender las consecuencias en el largo plazo, esto es algo que hay que ir motivando y reflexionando con ellos pero aún están vulnerables a sus errores en el mundo digital.
Mi hijo no tiene celular, pero me pidió el mío para estar en un grupo de whatsapp con unos amigos. Mandó una foto de él sin la parte de arriba mostrando los músculos y recibió muchos mensajes de burla y groseros. Después hablamos de lo que significa una imagen y cómo puede ser muy mal interpretada, y aunque le costó, logró entender que las imágenes que uno envía otros la pueden entender en una forma diferente a tu intención. Un niño de 6 o 7 años, por ejemplo, no puede todavía entender esto con claridad.
Veamos cómo puede el mal uso de las pantallas afectar a estos tres propósitos del cerebro pre adolescente.
Primero, la velocidad de las imágenes en las pantallas es muy superior a la capacidad del cerebro de un niño para procesarlas adecuadamente en la corteza cerebral. Esto significa que la corteza, que es donde se realizan las funciones superiores del cerebro como la reflexión, la empatía, los filtros, al no poder «seguir el ritmo»de las imágenes que se suceden, entra en modo off. Así, su capacidad de pensar sobre lo que está viendo o sobre lo que siente cuando ve una imagen se ve muy disminuida.
Segundo, esta sucesión de estímulos por largo rato puede generar una adicción al estímulo. Esto es especialmente riesgoso con los contenidos de violencia y de pornografía. Los estímulos de las pantallas generan una sensación de placer, cuando se quita el estímulo la sensación de malestar será proporcional.
Tercero, aunque las pantallas son anestesiantes, eso no significa que sirvan para descansar. Al contrario, los estímulos de las pantallas generan estrés en el cerebro, porque llegan directo a la parte más reactiva del mismo y como la corteza no está funcionando adecuadamente, pone a los niños en un estado de alerta.
Trata de quitarle una pantalla a un niño que lleva jugando video juegos o viendo programas más de una hora, probablemente su cerebro reactivo responderá irritado.
Cuarto, disminuye la capacidad de focalizar y dirigir la atención. La atención frente a las pantallas es normalmente involuntaria, esto significa que son los programadores de juegos, directores de tv, o los genios del marketing los que determinan hacia dónde dirigir nuestra atención. Como adultos podemos ver una película e ir pensando acerca de lo que estamos viendo, o incluso pensar en otra cosa, pero un niño pre adolescente requiere que alguien haga una mediación para poder pensar sobre lo que está viendo y sobre a dónde quiere dirigir su atención en el mundo digital. Esta, creen los expertos, puede ser una de las causas del aumento del déficit atencional. Para llegar a un óptimo desarrollo de la metacognición, es fundamental tener la conciencia de que yo dirijo me atención.
Por último, las capacidades de crear imágenes, la auto conciencia y el diálogo consigo mismo, se ven disminuidas. Frente a las pantallas nuestros niños no toman la iniciativa (salvo prender y, con suerte, apagar) Esto significa nuevamente que la corteza cerebral no está funcionando y es ahí donde se están produciendo los tres hitos que deben lograr nuestros hijos en esta etapa. Estas capacidades son fundamentales para una vida plena, puesto que nos permiten dar sentido a las experiencias y a los conocimientos, además de ser el paso previo para el desarrollo de una sana identidad.
Ahora bien, no todo es negativo y hay elementos positivos del uso activo de las pantallas:
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Cuando se usan interactivamente hay oportunidades de desafíos mentales que mantendrán activa la corteza cerebral. Hay juegos y plataformas que son más exigentes que otras, especialmente aquellas en las que el niño debe crear algo propio. Hay actividades digitales que son a un ritmo más lento también.
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Hay oportunidades de aprender muy interesantes. Idiomas, recetas, experimentos, sobre diversos temas. Pero claro, también pueden aprender basura.
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Pueden estar más conectados con los amigos y la familia y eso genera la sensación de que soy parte de algo más grande que yo. Para ellos todavía no es tan relevante el grupo de pares. Es decir, están felices con sus amigos y es bueno que aprendan a relacionarse, pero aún tu sigues siendo la mayor influencia en su vida. Que un pre adolescente esté fuera de una red social no le impacta negativamente, como si podría a un adolescente, cuyo propósito es ver quién es para los otros. Personalmente, creo que fomentar la conexión con los familiares cercanos puede ser un excelente primer paso para prepararlos a la entrada a las redes sociales cuando lleguen a la adolescencia.
El gran desafío de los padres en una era digital es la Alfabetización Digital. Esto es la capacidad de desarrollar las habilidades necesarias para usar las pantallas en beneficio del óptimo desarrollo del ser humano.
Algunas claves:
1. Es mucho más que un manual de reglas de uso. Es importante estar respondiendo constantemente a medida que nuestros hijos crecen, las siguientes preguntas:
¿Qué está viendo mi hijo/a?
¿Cuánto tiempo dedica a las pantallas? ¿Qué está dejando de hacer?
¿Dónde usa las pantallas?
¿Cómo lo hace?
¿Para qué está usando tal o cual pantalla? Quizás esta es la más importante, tener claro el propósito de estas nuevas tecnologías en nuestras vidas.
2. Las pantallas no pueden ser un premio ni un castigo. Las pantallas son la puerta de entrada al mundo digital, es decir, es una herramienta muy poderosa. Es la llave para entrar a lugares públicos, un ticket de entretención infinito, una puerta para aprender, socializar, crear, explorar etc. Tener una pantalla es una responsabilidad, debiera ser casi un hito es decirle al hijo: «Te doy esto porque ya creo que tienes la capacidad de hacerte responsable de ciertas cosas. No es algo totalmente tuyo porque yo seguiré controlando lo que ves, los tiempos, etc. Con el tiempo tendrás mayor privacidad, pero las pantallas son una herramienta que se aprende a usar poco a poco y con mi ayuda» Castigar con las pantallas es generar sobre ellas un poder más fuerte aún. Distinto es permitirles que asuman las consecuencias de mal utilizar una pantalla. Si le presté el celular para que jugara un juego y luego lo veo viendo una película sin mi permiso, le puedo quitar el celular hasta que pueda tener la confianza nuevamente.
3. Desarrollar el pensamiento crítico es algo que siempre se nos hace difícil a los padres porque de alguna manera estamos corriendo el riesgo de ser cuestionados por nuestros hijos. Por eso la tentación de decir «porque yo lo digo y punto» es muy grande. ¿Por qué le tengo que estar dando explicaciones de todo?
Sin embargo, en este mundo abierto y digital es crucial que tus hijos puedan obtener razones de ti, lo más posible. Razones que le den sentido, o que le den la posibilidad de dar sentido por sí mismos a sus decisiones. Y además estarás modelando la actividad de pensar las motivaciones de las propias decisiones.
Otra forma de incentivar el pensamiento crítico es presentar otro punto de vista.
“ No me gusta ese youtuber, porque se burla de las personas. Para mí eso está mal.¿Qué piensas tu?»
Preguntar su opinión sobre las cosas, una noticia, un caso, el video, la canción, etc. Este cerebro en desarrollo está haciendo su pega cuando emite un juicio u opinión. Hay que valorar esos pasos de mayor autoconciencia. Aunque suene ridículo o te parezca absurdo. Siempre puedes afirmar ese intento de pensar las cosas por sí mismo.
«no sabía que pensabas eso. Explícame más.»»Me has dejado pensando.»»Se nota que has reflexionado al respecto.»
4. Desarrollar la empatía. Especialmente para el uso de las redes sociales. Para ayudar a tu hijo a pensar en las consecuencias que pueden tener sus palabras y a ponerse en el lugar del otro, no basta con decirle ‘ponte en el lugar de tu hermano’ para que lo haga necesariamente.
La mejor manera de desarrollar la empatía es hablando de las emociones, principalmente las propias.
No sólo preguntarle ¿qué hiciste?, o ¿cómo te fue? Extender la conversación hacia ¿cómo te sentiste? O en situaciones que se den para comentar, ¿cómo crees que se sintió tal personaje?
Si nunca me encuentro con mis emociones, me será muy difícil conectarme con la de otros.
Háblale también de tus sentimientos, los buenos y los malos.
A veces pensamos que hablar de las emociones negativas puede ser dañino, pero al contrario, hablar de las emociones se ha probado como el mejor mecanismo para desarrollar la autorregulación.
5. Modela. Esto es quizás lo más difícil. Yo como adulto ¿Cómo uso y me relaciono a través de las pantallas?
Nunca puedes pedirles a tus hijos más de lo que te pides a tí mismo.
Alejandra Ibieta I,
de AMA Consultora Parental
Articulo extraido de www.talleresama.cl
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