Si hay algo positivo de lo que ha ocurrido durante la pandemia, son algunos cambios en la relación entre las familias y la escuela. Los padres y madres han podido ser testigos directos del compromiso y esfuerzo de las y los docentes por sus estudiantes, al poder observar las clases online o los videos que se envían a las casas. Al mismo tiempo, con el fin de conectarse con los estudiantes y comprender su entorno, docentes, asistentes de la educación y directivos, han establecido un contacto mucho más frecuente con las familias.
Así, ha sido más fácil ponerse en el lugar del otro.
Una realidad con la que tanto padres, madres y docentes pueden sentirse identificados y que sufren por igual es el estrés que ha significado la pandemia y la educación a distancia. Esto puede ser una oportunidad para fortalecer la alianza familia-escuela, a través de la mutua comprensión y la colaboración. La conexión a través de una experiencia compartida puede ayudar a derribar muchas barreras que normalmente inhiben el involucramiento parental en el aprendizaje y con la escuela. En este momento, más que nunca, la alianza escuela – familia, puede determinar la recuperación y calidad del aprendizaje.
Como fundación hemos estado durante varias semanas promoviendo estrategias para el bienestar de los docentes y las comunidades escolares, convencidos de que el bienestar de los adultos impacta directamente el bienestar de los niños, niñas y adolescentes. Esto también es aplicable a madres, padres y apoderados. ¿Cómo ayudar a las familias de la comunidad escolar a manejar el estrés en sus vidas?
Lo primero es tomar su perspectiva a la hora de diseñar planes de aprendizaje, retorno a clases, protocolos de seguridad, etc. Sabemos que esto puede implicar un gran trabajo, pero vale la pena. Cuando las personas sienten que su perspectiva ha sido escuchada en la toma de decisiones, se sienten más comprometidas a cooperar. No se trata de darle el gusto a todo el mundo, sino de comprender la diversidad de situaciones. Esto ayuda a tomar mejores decisiones y a comprender cuáles son las trabas a la participación más activa de los apoderados.
Tomar su perspectiva o levantar su voz permite saber ¿Qué se puede esperar de las familias? ¿hasta dónde se les puede exigir? ¿entender qué necesitan en este momento para ser un buen apoyo para sus hijos?
Las barreras al involucramiento parental han sido estudiadas, y la evidencia indica que las creencias (tanto de los educadores, como de los apoderados) son la principal causa. Ideas tales como que los padres con menos educación no pueden ayudar a sus hijos, o que ciertos comportamientos de un niños o niña son indicativos de una negligencia parental (desde que vienen con las uñas largas hasta que nunca vienen preparados para sus clases), o que los padres son poco respetuosos de los profesores y no valoran su trabajo, son algunas de las creencias que alejan a las familias de la escuela. ¿Quién quiere colaborar en un lugar donde no se es valorado? A los padres, por su parte, les afecta el temor a ser criticados por la escuela, la idea de que no hay instancias para expresarse honestamente y plantear sus críticas, o que sólo los padres que defienden la escuela tienen instancias de participación, o la percepción de que los profesores tardan demasiado tiempo en informarles de situaciones de sus hijos.
Al comprender mejor la perspectiva de los padres, madres y apoderados la escuela, y en especial los docentes, pueden ajustar sus expectativas sobre las familias y comunicarlas más claramente. ¿En este momento qué es lo prioritario? ¿Cómo podemos establecer acuerdos realistas?
Una forma de ir despejando estas barreras a la colaboración es el encuentro entre padres y educadores en espacios diferentes a los que usualmente se generan, que son de mucha formalidad y verticalidad o distancia al menos. El que las cámaras o la distancia física hayan acercado los espacios familiares y los espacios escolares, y que haya una mayor empatía entre padres y profesores por los desafíos comunes que están viviendo, es una oportunidad para no dejar escapar esta mayor cercanía.
Por eso invitamos a las comunidades a generar instancias de conexión entre apoderados y con los docentes, a través de encuentros de bienestar o de contención, donde no se hable de notas, tareas, o aspectos prácticos que pueden informarse en otra instancia, sino que se faciliten espacios para el diálogo, para compartir emociones y deseos y la reflexión en torno cómo se pueden mejorar los ambientes para el óptimo desarrollo de niños, niñas y adolescentes. Esto sin duda incidirá en un mayor sentido de pertenencia a la escuela y en mejorar el bienestar en la comunidad a través del fortalecimiento de los vínculos y la colaboración.
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