El futuro necesita errores del sistema que creen la disonancia necesaria, que descomponga las rutinas y los patrones de pensamiento. El futuro de las empresas y de industrias completas ya no se configura mediante el aumento de la eficiencia, sino mediante la capacidad de innovación, el pensamiento transversal y el auto-cuestionamiento.
Fue sólo un comentario subordinado y con toda naturalidad, que escuché en una reunión informativa con el gerente de una interesante empresa, pero que me electrificó un poco: “….y es por ello que buscamos profesionales que también sean retadores, que cuestionen constantemente el status quo”.
Distorsiones, pero sabidas.
La competencia provocativa es la capacidad de “crear la discrepancia y la disonancia, lo cual logra que las personas se alejen de las posiciones habituales y los patrones repetitivos”. Significa “destruir estructuras para crear un nuevo orden”, alejándote de “tus propios hábitos profundamente arraigados y las formas y fórmulas que se te han impuesto”.
¿Disonancia? ¿Discordia? ¿Destruir estructuras? ¿Y eso debería ayudar a la empresa?
¡Precaución! No es tan simple. No me refiero a estar en contra, así no más, por principio.
1) No es suficiente ser SÓLO COMPETENTE.
Ser competente, permite realizar bien un trabajo normal, de manera sólida y profesional y sin errores, lo que está perfectamente bien, pero no logra que un corazón lata más rápido. No en el equipo y ciertamente no entre los clientes.
2) No es suficiente ser PROVOCATIVO SOLAMENTE.
Cuando todo el tiempo se anda provocando, el cuestionamiento olvida su propósito, se convierte en un fin en sí mismo y ya no sirve al propósito en sí mismo.
Entonces se trata de aceptar la dualidad:
Ser COMPETENTE: por ejemplo, minucioso, orientado a los negocios, responsable. Y al mismo tiempo PROVOCATIVO: desafiante, cuestionador, sorprendente, creativo.
Es por eso que me gustó el término “competencia provocativa” de Frank Barrett. Incidentalmente, el jazz es un ejemplo de esto: grandes como Duke Ellington o Miles Davis lograron repetidamente “burlar sus hábitos aprendidos, migrando a situaciones musicales desconocidas que exigían nuevas respuestas”. Eso, por lo demás no sólo ha pasado en el jazz, en el rock también, pero en muchas otras áreas del deporte, la ciencia, entre otros.
Tres pasos que lo tienen todo.
La competencia provocativa es mucho más que una metáfora. Es una metodología aplicable tanto en el jazz como en el liderazgo.
De todo lo que sugiere Barrett, hay tres puntos para la implementación, que quisiera resaltar particularmente:
EL PRIMERO ES DAR UN PASO POSITIVO
Es una tarea de liderazgo animar a las personas a ponerse a descubierto y hacer algo que de otra manera no harían. Dar este paso es necesario, porque en muchas empresas se aplica el conocimiento aprendido: siempre mantener la pelota a ras de piso. Cualquiera que salga del círculo “normal” está en peligro de chocar con el entorno castigador. Pero no es así como funciona el liderazgo en la era digital. Liderazgo significa repensar. Significa expandir el pensamiento y la zona de estrés positivo del equipo más allá de lo conocido e imaginable. Si sale bien, surge un nuevo marco de movimiento y desarrollo. Si no, volarás fuera de tu propia zona de confort y colisionarás fuertemente.
EL SIGUIENTE PASO, ES LAS INTERRUPCIONES CONVENIENTES DE LAS RUTINAS
La creación de valor no se produce porque seguimos desentrañando patrones antiguos, pero sí cuando reconocemos nuevos patrones y encontramos respuestas a preguntas desafiantes. Importante: se trata de alterar las rutinas lo suficiente como para estimularlo y no molestarlo. Los jefes que intentan ser provocativos todo el tiempo, generan molestias y finalmente serán ignorados. Por lo tanto, el ritmo y el momento de la oportunidad son cruciales. A veces pequeños estímulos, por ejemplo cambios de puestos de trabajo. modificar la asignación de tareas, rotación de puestos, cambiar la asignación de clientes, nueva dinámica de las reuniones, modificar los equipos de trabajo…
Y FINALMENTE: CREANDO SITUACIONES QUE REQUIEREN ACTIVIDAD
Ese es el siguiente paso. Los colaboradores deben involucrarse activamente, probar algo y descubrir que el “caminante empuja y escribe el camino bajo sus pies”.
La competencia provocativa es una exigencia para todos.
En el centro de la creación de valor están los individuos que actúan de forma independiente, cuestionan las rutinas, atacan los patrones convencionales de éxito, rompen las líneas de pensamiento, rastrean nuevas ideas, se atreven a experimentar, analizan fallas y comienzan de nuevo. La competencia provocativa en este contexto no es una utopía idealista para los chiflados, sino sólo lógica en función a nuestros tiempos.
Y nuevamente: ¡la competencia provocativa no es un requisito exclusivo para personas que de por si ya son creativos en alguna organización, como por ejemplo de marketing y publicidad, sino también para financieros y contables, administrativos, y por supuesto, para ti también!
Ricardo Gevert – Adm. Industrial