Contar Historias

La vida está compuesta por las historias que nos contamos a nosotros mismos o por las historias que otros se encargan de contarnos. Contar historias es algo que nos ha acompañado desde nuestros orígenes ya que en nuestros comienzos esa era la forma utilizada para transmitir enseñanzas y traspasar conocimiento a las nuevas generaciones.

Creo que en la actualidad hemos perdido la capacidad de escuchar historias y de darnos el tiempo de escuchar a los sabios que las relatan.

Todas las memorias que guardamos a lo largo de nuestra vida están íntima y absolutamente ligadas a los sentimientos. Recordamos vagamente lo que se habla o lo que vemos cuando recordamos algo, pero no se nos olvida la emoción que dominó nuestro ser en ese minuto.

Algo memorable comienza en el corazón, no en el cerebro.

Los cuentos tienen la capacidad de hacernos reflexionar, imaginar, elaborar y ponernos en situaciones que no conocemos o que nos llevan a fijar actitudes y valores que son necesarios para enfrentar la vida. A continuación les dejo uno de mi favoritos, pero  existen innumerables cuentos cortos que fomentan valores y enseñanzas, la invitación es a compartirlos en familia. Puede ser un ejercicio invaluable para las futuras generaciones.

 

Las Estrellas de Mar:

 

Había una vez un escritor que vivía a orillas del mar; en una enorme playa, donde tenía una casita y pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para su libro. Era un hombre inteligente y culto y con sensibilidad acerca de las cosas importantes de la vida.

Una mañana mientras paseaba a orillas del océano vio a lo lejos una figura que se movía de manera extraña como si estuviera bailando. Al acercarse vio que era un muchacho que se dedicaba a recoger estrellas de mar de la orilla y lanzarlas otra vez al mar.

El hombre le preguntó al joven que estaba haciendo. Este le contestó:

 

– Recojo las estrellas de mar que han quedado varadas y las devuelvo al mar; la marea ha bajado demasiado y muchas morirán.

Dijo entonces el escritor:

– Pero esto que haces no tiene sentido, primero es su destino, morirán y serán alimento para otros animales y además hay miles de estrellas en esta playa, nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas.

El joven miró fijamente al escritor, cogió una estrella de mar de la arena, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó:

Para ésta… sí tiene sentido.

El escritor se marchó un tanto desconcertado, no podía explicarse una conducta así. Esa tarde no tuvo inspiración para escribir y en la noche no durmió bien, soñaba con el joven y las estrellas de mar por encima de las olas.

A la mañana siguiente corrió a la playa, buscó al joven y le ayudó a salvar estrellas.

 

 

 

florencia_vargasFlorencia Vargas Schmauk

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Psicóloga U Andes

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