EMOCIONES POSITIVAS: UNA CLAVE PARA LA RECUPERACIÓN ESCOLAR

Las lamentables noticias que se están difundiendo sobre trágicos eventos en distintas comunidades escolares del país nos pueden provocar sentimientos de horror, desesperanza y ansiedad. ¿Cómo no lamentar el suicidio de dos adolescentes? ¿O la violencia que sufren niños, niñas, adolescentes y docentes? ¿Cómo no preocuparnos por el retroceso en habilidades cognitivas y socioemocionales fundamentales para el desarrollo.

Hay mucho por hacer para la tan ansiada recuperación escolar, y una clave podría estar en la activación de emociones positivas en la escuela.
Barbara Fredrickson, una investigadora de la Universidad de Carolina del Norte, se ha dedicado a estudiar el impacto de las emociones positivas en la capacidad de resiliencia y el bienestar, con interesantes hallazgos que pueden iluminar sobre el tipo de acciones que necesitamos para recuperarnos de dos años traumáticos en el sistema escolar. A través de sus estudios, Fredrickson ha podido observar que las personas resilientes no sufren menos estrés que aquellas menos resilientes, es decir, frente a un evento negativo, el dolor, la rabia, la incertidumbre, nos golpean a todas las personas por igual. Sin embargo, algunas logran recomponerse emocionalmente y volver a funcionar óptimamente más rápido. La clave estaría en la capacidad de poder activar emociones positivas, a pesar de las emociones negativas que están sintiendo. Al hacerlo, las emociones positivas cumplen una doble función para la recuperación. Por una parte, parecen revertir los efectos de las emociones negativas, que activan nuestro sistema nervioso simpático elevando el cortisol, acelerando el corazón, disminuyendo nuestro sistema inmune entre otras reacciones, que en la medida en que se van acumulando nos pueden producir un enorme daño a nuestra salud física. Al mismo tiempo, las emociones positivas, permiten al cerebro aumentar su capacidad de concentración y aprendizaje, la flexibilidad, mejora la memoria y la creatividad, todo lo cual nos ayuda a ir construyendo recursos cognitivos y sociales que sirven para afrontar los desafíos de la vida.
Cuando hablamos de activar emociones positivas nos estamos refiriendo a un amplio repertorio de eventos psicológicos que van mucho más allá de la realización de actividades placenteras o lúdicas. Pensamos no sólo en la alegría, sino también en la calma, la compasión, el altruismo, la esperanza, la gratitud, la curiosidad, la satisfacción, etc.
Hay muchas formas de activar o propiciar emociones positivas en una escuela. Acá te dejamos algunas ideas:
Establece prácticas de celebración creativas, donde se reflexione sobre todo los positivo que ha ocurrido en una clase, en una semana, en un semestre. Ya el hecho de volver a la presencialidad es un gran evento para celebrar.

Establece prácticas de gratitud, que lleven a estudiantes, docentes y funcionarios, a conectarse con lo bueno que han recibido de parte de otros, y que tengan el espacio para expresarlo.

Establece prácticas de recuperación de la calma, cuando haya estrés. Se puede hacer a través de sencillas rutinas de respiración, o asegurando un lugar físico en que habrá alguien que te puede contener. No esperar hasta que la situación se hace incontrolable, la práctica constante de la recuperación, facilita que nuestro sistema nervioso autónomo se regule con mayor flexibilidad.

Establece prácticas de bondad. Hablamos mucho de ser generosos, del buen trato y de la empatía, pero a veces faltan oportunidades de practicar. Piensa en formas de incentivar actos de bondad pequeños pero constantes al interior de la comunidad. Ayuda mutua entre compañeros para aprender, colaboración en la mantención del cuidado de la escuela, sentido de comunidad cuando alguien lo está pasando mal, y sobre todo, conversar sobre cómo nos sentimos cuando ayudamos a otros.

Establece prácticas de escucha. Cuando estudiantes y docentes se sienten vistos e importantes, se activa la motivación. Si tienes un rol directivo pregunta ¿qué piensas de esta decisión? ¿cómo te sientes al respecto?. Si eres docente, guarda momentos en tus clases donde los estudiantes puedan expresar si el contenido les parece entretenido o aburrido, fácil o difícil.

Establece prácticas de movimiento y juego. Atrévete a planificar actividades de aprendizaje activo, en que las y los estudiantes tengan que moverse y/o jugar. Lo mismo con los adultos, a quienes a veces nos cuesta más conectarnos con lo lúdico.

Es importante acoger y darle un espacio justo a las emociones negativas, pero no olvidemos que para favorecer la resiliencia es igualmente importante aprender a activar nuestras emociones positivas.
  Mas información en www.aprendizajesocioemocional.cl/

 

Foto de Nathan Dumlao en Unsplash

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