Mandalas: una invitación al silencio

Cuando me enfermé hace dos años, una de las cosas que me enseñaron fue a meditar, cosa que nunca aprendí por completo y nunca fui constante para seguirlo aunque tengo que reconocer que sigo intentando todo el tiempo para poder lograrlo.

De repente en algún momento aparecen ante mí los mandalas, aquellos “ círculos sagrados” que me invitaban a un espacio distinto. Era una forma de recuperar espacios de niña, me encantan los artículos de librerías y tener lápices de muchos colores me apasionaba.

Compré un libro y empecé a pintar y junto con ello a descubrir un mundo de sensaciones que me hacían interpretar cada mandala de acuerdo al tiempo que estaba viviendo. Ha sido un año intenso, no malo pero muy movilizador y los espacios dados por los mandalas me permitían meterme dentro de mi para ver que pasaba mas alla de lo que podía o quería controlar.

Descubría la interpretación de los colores, mi forma de partir y de terminar y la comunicación que se establece con ellos una vez terminados, dan información que genera mas espacios de crecimiento de los que se puedan imaginar.

Junto con eso aparece la propuesta de la editorial, de hacer un libro de mandalas, otra vez la vida me demostraba que era sincrónica y que todo tenia sentido. Algo que yo empecé a practicar como una forma de sanación frente a mis ‘oídos sordos’, empezaba a hacer algo que podía compartir con todos.

Además se daba la propuesta de mezclar mi propia sanación con mi primera investigación que es el ‘viva la diferencia’, que es la que me cambio la vida, todo terminaba por cerrarse en otro circulo sagrado que me comprobaba que todo lo que me pasa en la vida termina siendo algo esta puesto al servicio de los otros.

No hay que elegir colores, hay que dejarse llevar; solo se requiere silencio, tiempo para vivir el proceso y un lugar cómodo y confortable que permita hacer ese viaje hacia adentro que termina reflejado en ese circulo que aparentemente nada tiene que decir pero que comunica mas allá de lo que pensamos.

Anoten lo que les pase cuando lo pinten, mírenlo días después y verán que les informa cosas nuevas. No es lo mismo mirarlo desde dentro o del centro que desde las orillas, no da igual que colores escojan y si tienen o no movimiento.

Partan con ustedes y después lo pueden regalar para navidad o cuando quieran, pero que sea algo que regalen después de experimentarlo desde su propio mundo interior.

Ya que estamos a fin de año, les propongo este espacio como un lugar de meditación, de silencio y de crecimiento para el 2017. Para mi ha sido una aventura , que empieza por el último o mas reciente libro como dicen los mexicanos, y termina volviendo a traer a mi conciencia mi primera aventura psicológica, investigadora y literaria. A veces para avanzar hay que retroceder un poco.

Felices fiestas y que disfruten el placer de pintar, placer que para muchos solo se encuentra en el recuerdo de ser niños y que hoy vuelve a ser un espacio para los adultos.

 

Extraído de www.pilarsordo.cl

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