¿Eres una de esas personas que cuando se levanta de mal humor se deja llevar por el enfado durante el resto del día? Es decir, que si te levantas con mal pie, el resto del día ya no tiene arreglo.
Si crees que la respuesta a esta pregunta no es importante te daré sólo un dato, en recientes estudios los científicos ha demostrado que las emociones no controladas pueden tener consecuencias sobre nuestra salud mental (riesgo de depresión, ansiedad, etc.) y física (hipertensión, patologías cardiovasculares…).
Un estudio realizado por el University College de Londres ha demostrada que existe una relación directa entre las emociones no gestionadas y los accidentes cardiovasculares.
Este estudio también ha constatado que las personas que gestionan sus emociones disponen de una mayor probabilidad de tener buena salud en general, de vivir mas años y gozar de relaciones sociales de calidad.
En lo que respecta a tus emociones, nunca funciones en automático
La mayor parte de las veces, actuamos de manera automática ante determinadas situaciones. No pensamos, simplemente, nos dejamos llevar. Y eso puede tener unas consecuencias nefastas para nuestras vidas. En un avión, el piloto automático permite que ciertos mecanismos funcionen sin intervención humana, y en nuestra vida cotidiana suele ocurrir lo mismo.
¿Cuántas veces te has descubierto haciendo algo “en automático”? Por ejemplo, coger el coche y llegar al destino sin haber reparado conscientemente en el itinerario, como si el coche se condujera solo. O bien leyendo un libro, pasas la página y descubres que no te has enterado de mucho de las páginas anteriores. Tu mente estaba vagando y has ido “leyendo” en automático.
El comportamiento automático tiene la ventaja de la rapidez de ejecución, por ejemplo, lidiando con el tráfico, a veces necesitamos respuestas rápidas, como cuando a nuestros antepasados les aparecía un “mamut por la derecha” y debían reaccionar con la mayor rapidez, porque hay ocasiones en las que los segundos son vitales.
El modo automático también nos permite realizar varias tareas a la vez, y realizar de modo mas sencillo tareas muy complejas como ir en bicicleta.
¿Cuál es la parte negativa? El “piloto automático” nos hace repetir hábitos que no siempre son útiles. Por ejemplo, cuando reaccionamos de modo agresivo cuando alguien te plantea una crítica.
Dos de las respuestas comunes ante el estrés emocional son la agresividad o el anular la comunicación, encerrarnos en nosotros mismos y no decir nada. Al actuar así, estamos siendo victimas de nuestras emociones, perdemos la libertad de elegir la respuesta mas adecuada a cada situación.
Ejercicio práctico para evaluar tu “piloto automático”
A continuación te planteo un ejercicio práctivo para ayudarte a detectar aquellos momentos en los que actúas en “piloto automático”:
-Recuerda 6 momentos en los que a lo largo de las pasadas semanas hayas actuado en automático:
Por ejemplo:
1.- Viendo un programa de tv y, cuando hacen el corte para publicidad, descubres que no tienes ni idea del contenido del programa.
2.- …………………………………………………………………………………………………………………
3.- …………………………………………………………………………………………………………………
4.- …………………………………………………………………………………………………………………
5.-…………………………………………………………………………………………………………………
6.- …………………………………………………………………………………………………………………
Ahora, señala con un + los momentos en los que funcionar en automático te ha sido útil y con un – cuando haya sido inadecuado.
A continuación recuerda otros cuatro momentos en los que haya funcionado el “piloto automático” cuando estabas con tu familia, pareja, amigos…
1.- Estás hablando con tu madre y, mientras lo haces, envías mensajes vía móvil a una amiga.
2.- …………………………………………………………………………………………………………………
3.- …………………………………………………………………………………………………………………
4.- …………………………………………………………………………………………………………………
Ahora que has podido tomar perspectiva sobre estas situaciones, ¿cómo las valoras? ¿crees que vale la pena realizar algún cambio en tu forma de actuar?
Recuerda que eres dueña de tu vida, convierte tu libertad en valor.
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1 – Identifica lo que sientes.
Respira conscientemente, observa y elige estar Presente a las sensaciones interiores.
¿Qué es lo que estás sintiendo ahora?
¿Cuál es la emoción o sentimiento que surge?
¿Realmente estás sintiendo eso? ¿O es otra cosa?
2 – Reconoce y aprecia tus emociones, para comprender lo que significan
Recuerda que no hay sentimientos ¨malos¨. Simplemente estás experimentando una sensación, provocada por una emoción que sostiene unos pensamientos.
Así que renuncia a la resistencia: Acepta e integra lo que sientes, para sostener una comunicación honesta contigo y tu entorno.
3 – Pregúntate cuál el mensaje que la emoción te ofrece
Esto te permite interrumpir el patrón emocional para que la emoción no te domine, profundizar en tu decisión y resolver la situación positivamente, cancelando la probabilidad de que el mismo ¨problema¨ ocurra en el futuro.
4 – Ten Confianza
Es posible que anteriormente hayas manejado con éxito la misma emoción o un sentimiento similar. Simplemente recuerda que ya has pasado esta prueba, y no hay nada que temer, pues cuentas con los recursos para manejar estas emociones Ahora.
5 – Entonces actúa
Alégrate del hecho de que no sólo puedes manejar fácilmente tus emociones, sino que al aceptar aprendes del proceso y descubres tu Fortaleza. Enseguida toma acción de manera consistente, para anclar lo nuevo.
Agustín Andrade
Autor y Comunicador
www.agustinandrade.com
Extraido de www.institutodraco.com/es
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La coach publica el libro ‘10 claves para alcanzar tus sueños‘ donde cuestiona nuestra comodidad y propone vías para afrontar los cambios
Mónica Esgueva es el puente personificado entre la filosofía oriental y occidental. La autora pasa meses en Asia donde estudia el desarrollo de la mente con grandes lamas tibetanos y recibe enseñanzas del mismísimo Dalai Lama en el Himalaya. Esgueva se ha formado en neurociencias para integrar estos conocimientos con sus más de 20 años de práctica de meditación, hasta el punto que ha desarrollado un innovador programa de mindfulness que se enseña en diferentes organizaciones.
La coach presenta ahora el libro 10 claves para alcanzar tus sueños, con el que quiere aplicar al día a día todas las enseñanzas recibidas durante sus experiencias. Mónica Esgueva reclama tres valores que le han inspirado de sus maestros para nuestra sociedad: altruismo, generosidad y compasión. La autora cree que todo crecimiento requiere tolerar un grado considerable de incomodidad. La charla empieza con el caso de Roberto, un personaje inventado por nosotros para tener un ejemplo en el que sostener sus recomendaciones y que está pasando por una supuesta depresión. Roberto es un padre de familia que se ha quedado sin trabajo tras 20 años en su empresa, tiene una mala relación con su padre, al que no soporta por su carácter, y uno de sus hijos quiere dejar de estudiar para trabajar y ganar dinero. Acudimos a Esgueva para ver si nos puede dar luz acerca de su vida y, por qué no, también nos ayude con la nuestra.
-¿Si Roberto viviera en algún país con filosofía de vida oriental estaría así de mal?
-Vivir en un país oriental no hace la diferencia. Si él siguiera una filosofía oriental como puede ser el budismo, que es la que más conozco, habría unas pautas a seguir. La primera sería no aferrarte a tus emociones negativas; pero más allá de eso estaría el pensamiento. Lo que normalmente nos sucede es que pensamos de manera automática, dependiendo de nuestro pasado, experiencias o de nuestras creencias. El problema es que nos quedamos obsesivamente anclados a esos pensamientos.
-Y cuando eso sucede…
-¡Es muy difícil salir! Lo que creamos con eso es que no sentimos fatal, como seguro le pasa a Roberto. Y es en el momento en el que nos sentimos así cuando tenemos que centrarnos en qué es lo que estamos pensando. Nuestros pensamientos están creando nuestros sentimientos.
-«Con la edad que tengo ya no voy a encontrar nada», sería el pensamiento de Roberto.
-La emoción sería «me han despedido». El «a la edad que tengo no voy a encontrar nada» es un pensamiento suyo. Es normal que si te despiden te sientas mal.
-¿Dónde empieza el problema?
-Con lo que piensas o te dices sobre ese hecho. Ese ya es un problema que nos hacemos nosotros solos. Cuanto más nos adentremos en esos pensamientos obsesivos peor nos sentiremos. De ahí a la depresión puede ir un paso, claro.
-Los cambios no nos gustan. Nos asustan. Nos incomodan. ¿Tenemos que empezar a acostumbrarnos a la incomodidad?
-Somos seres muy cómodos, pero también adaptables, eso hace que nos adaptemos también a lo malo. Esa adaptación a lo malo nos juega en contra porque significa un «no estoy bien, podría estar mejor, pero si no tengo que cambiar nada mejor me quedo como estoy».
-En nuestra zona de confort.
-Sí. En nuestros hábitos, que también te pueden ahogar. Cuando eso sucede es cuando debes pensar en un posible cambio. Muchas veces solo nos decidimos a cambiar cuando sucede la crisis. No existe la conciencia voluntaria de querer seguir desarrollándose y creciendo; si fuera así, no nos harían falta las crisis. Pero la vida es sabia y te dice: «¿No vas a cambiar por las buenas? Lo harás por las malas». Y eso es lo que hace que al final nos enfrentemos a nuestras emociones fuertes y a todo ese mundo interior que nos asusta. Esto conlleva tener que hacer ajustes importantes, más que ajustes pequeños.
-¿El reto reside, entonces, en cambiar antes de que llegue el batacazo?
-Exacto. Son pocas personas, diría que el 10%, que acuden a mí con la intención de mejorar en alguno de sus aspectos sin estar mal. El otro 90% que viene es porque ha caído en el pozo. Del pozo siempre es más difícil salir, no es imposible, pero ya conlleva más esfuerzo.
-Cada vez asociamos más las crisis con las oportunidades. Usted va más allá y asegura que nos humanizan…
-Totalmente. Una crisis es una cura de humildad. Los seres humanos tenemos una tendencia a la soberbia que es peligrosa; muchas veces nos creemos que somos los reyes del mambo. No. Cuando tú has sufrido o lo pasas mal eres mucho más empático y compasivo con los demás porque ya sabes lo que es sufrir. Si tu no has sufrido es muy difícil ponerte en los zapatos de los demás. La vida muchas veces nos tiene que empujar a cambiar y a desarrollarnos. Las crisis, bien aprovechadas, son las que nos ayudan a crecer y a ser mejores personas.
-Nuestro protagonista inventado, Roberto, está sufriendo. De hecho, todos lo hacemos en mayor o menor medida. ¿Nos abocamos excesivamente al sufrimiento?
-El problema es que no sabemos manejar nuestra mente. Siempre digo que tenemos que ser capaces de diferenciar entre el dolor y el sufrimiento: el dolor es innato al ser humano, tenemos un cuerpo y si nos damos un golpe nos duele. También la mente puede experimentar dolor cuando algo se rompe. Vivimos en una sociedad en la que parece que nos tenemos que anastesiar del dolor, y eso no es así. Ahora, el sufrimiento es una elección: piensa si te ocurre algo negativo cuántas veces te repites eso en la cabeza. Esto es lo que causa el sufrimiento.
-¿Es la única causa?.
-Hay más. Por ejemplo, tomamos como duradero e infinito algo que es temporal. Todo en la vida es temporal, no podemos pretender que las cosas no cambien o se modifiquen. ¡Cómo no nos va a tocar la lotería del sufrimiento si hemos apostado todas las papeletas!
-Desde que somos pequeños nos dicen que si algo nos molesta o nos crea incomodidad nos tenemos que alejar…
-Poca tolerancia. Una de las cosas que te enseñan cuando haces meditación con los orientales es que si algo te duele no te tienes que mover. ¿Por qué? Tenemos que aprender a tolerar la incomodidad, incluso el dolor. Esto te fortalece porque ya no tienes porqué huir del dolor, sino que lo acoges. Cuando te resistes al dolor, cuando luchas contra él, es cuando más numeroso tienes de sufrir. Hay cosas que tenemos que aceptar porque están fuera de nuestro control y si nos obsesionamos con ello sufriremos mucho.
-No parece fácil hacerlo en una sociedad que premia el tenerlo todo bajo control, incluso el perfeccionismo.
-No creo que el perfeccionismo sea una virtud. Creo en la virtud del esfuerzo, en sacar lo mejor de ti; pero el perfeccionismo no es bueno. Nos lleva a exigirnos mucho más de lo que tocaría y a flagelarnos cuando no conseguimos algo. También a exigir a la gente cosas que no son exigibles. Es importante que nos relajemos un poco más con la vida, que fluyamos más, sino, ¿dónde está la parte de disfrute?
-Y si no son los demás los que nos exigen, ya estamos nosotros para sabotearnos. ¿Somos nuestro peor enemigo?
-Nuestra mente puede ser nuestra mejor amiga o nuestra peor enemiga, por eso es tan importante trabajarla. ¡Ojalá en los colegios se enseñara a manejar nuestra mente! Al final, somos fruto de demasiados patrones inconscientes y hábitos que hemos ido repitiendo sin saber por qué lo hacemos.
-En PNL se suele decir que el pensamiento inconsciente representa un 90% de nuestra mente. ¿Qué metemos ahí dentro?
-Son todas las heridas de guerra que todos tenemos tras interactuar con las experiencias de la vida. ¿Qué hay? Todo aquello que no se adapta a nuestro ideal de nosotros mismos, a nuestras expectativas y deseos, aquello que nos ha hecho daño, lo que no nos ha gustado. No somos conscientes de ello pero lo vamos guardando todo ahí.
-Vaya…
-Pero en el inconsciente también están todos nuestros grandes potenciales y riquezas. Muchas veces tenemos miedo de sacar la luz que tenemos dentro.
-Da la sensación de que en un estado consciente es muy difícil acceder a nuestra mente inconsciente para reconocer todo lo que es dañino y poderlo cambiar…
-Por eso es tan importante tener conciencia en el presente. Desde el presente puedes elegir y ya no eres fruto de tus reacciones automáticas. Saber parar y elegir es una manera de poner freno y acostumbrarse a llevar las riendas de tu vida. También es importante intentar recordar los sueños, ya que muchas de las cosas que no queremos ver de nuestro día a día nos aparecen en forma de sueño y es lo que realmente está dentro de nosotros mismos.
-El cuerpo también nos habla…
-La mente y el cuerpo están unidos, se relacionan, y es cierto que mucha información viene por el cuerpo en forma de dolencias. Tenemos que saber escucharle y, sobre todo, no ver al cuerpo como un enemigo sino como un aliado que nos está dando un mensaje que está claro que no nos gusta. Pero lo que te está diciendo es que te enfrentes a un conflicto que tienes abierto. Aquí te diría: sé capaz de abrirte, investiga, explora y vete a las causas, porque al final las cosas no se arreglan solo con pastillas.
-Para investigar hace falta parar el tiempo en un momento en el que todo va muy rápido. ¡Menudo reto!
-Para que se den los cambios en el cerebro tienen que pasar dos cosas: saber focalizar bien lo que queremos y practicar mucho. ¿Cómo vas a cambiar un hábito o una perspectiva si no la repites? ¡Somos seres repetitivos!
-La mayoría de los casos que expone de pacientes que acuden a su consulta arrastran heridas de guerra de su pasado. ¿Cómo las podemos sanar antes de que nos consuman?
-Cuando somos niños las cosas pequeñas que nos suceden tienen una importancia enorme. A esa edad no lo entendemos porque no tenemos la capacidad de reflexión, somos esponjas y lo absorbemos todo. Esas cosas, que aparentemente no tienen importancia, nos generan un impacto en nosotros. Muchas cosas de hoy vienen de entonces y tienen fácil solución, eso sí, siempre que seamos capaces de mirar el pasado con mucha transparencia y lucidez, y no con la historia que nos hemos contado. Esa historia muchas veces es fruto de un razonamiento que hemos hecho para quedarnos tranquilos con nosotros mismos.
-¿Qué suele haber detrás de un «yo soy así»?
-Generalmente, según mi experiencia, es miedo. Para no confirmarnos que tenemos miedo nos inventamos cualquier tipo de excusa, hasta el punto que muchas personas se identifican con un rasgo neurótico. Cuando nos decimos eso, nos estamos quitando responsabilidad, es como si no tuviéramos que hacer nada. Detrás del miedo hay la resistencia a cambiar y conocer aspectos de nuestra personalidad que no nos gustan demasiado. No somos personas a las que nos gusten los riesgos.
-Asegura en su libro que no hay pasaporte a la felicidad. ¿Buscar constantemente la felicidad nos hace infelices, o es que la estamos buscando en el lugar inadecuado?
-La felicidad no es algo a alcanzar, es una actitud y un proceso. ¿Qué hago yo en mi día a día para ser feliz o infeliz? Al final, te das cuenta de que son pequeñas cosas como estar en el presente y dejar de preocuparse por aquello que no está en tus manos. Es clave soltar todas esas preocupaciones y saber agradecer. La gratitud lo cambia todo: si agradeces todo lo que tienes tu actitud cambiará completamente. No te quejes por lo que te falta, agradece lo que tienes.
-¿Qué hay que entender por saber soltar las preocupaciones?
-Significa no aferrarnos a nada ni a nadie. Entender que no dependemos ni de las personas, ni de las cosas, ni de mi pasado ni de lo que creo que me tiene que acompañar. Yo soy quien soy hoy, quien voy a ser mañana, que es algo que tanto nos preocupa, solo depende de lo que haga hoy. Lo único que importa es cómo vivimos nosotros las cosas, podemos estar en el paraíso que si nuestra mente no está en paz, no veremos ese paraíso. Kant decía: «No vemos las cosas como son, las vemos como somos nosotros». Es así.
-Queda claro que cultivamos mucho nuestro cuerpo. ¿Estamos avanzando también en el fitness mental?
-La noticia positiva es que cada vez hay más personas que se dan cuenta de que se tiene que trabajar. Hemos llegado a un punto en el que antes echábamos rápidamente balones fuera y ahora ya nos estamos acostumbrando a preguntarnos qué podemos hacer nosotros para cambiar una situación que no nos conviene. Es algo que hay que celebrar, sin duda.
-Lo que nos cuesta más es mostrarnos vulnerables…
-La vulnerabilidad es atractiva porque permite hacernos ver que todos somos iguales. Sólo las personas que son capaces de conectar con su vulnerabilidad tienen fortalezas, las demás es todo un pretender.
Con motivo de la salida de su último libro “10 Claves para Alcanzar tus Sueños (aplica el Coaching en tu vida)” ed Zenith (Planeta), Mónica fue entrevistada (por tercera vez en su carrera) en el periódico La Vanguardia.
Extraido de http://www.monicaesgueva.com/
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A lo largo de la vida vamos acumulando sentimientos negativos referente a acontecimientos pasados. Debido a esto, quedan resentimientos, tristezas, miedos y enojos, producto de experiencias desagradables. Pero ¿Qué se puede hacer para eliminar toda esa basura emocional? A continuación te dejamos 10 pasos para eliminar la basura emocional, entrevista a la psicóloga Ciara Molina.
1-Pensamientos positivos o negativos, tú eliges
Los pensamientos negativos generan una enorme cantidad de malestar, y su manifestación común es la ansiedad. Los pensamientos positivos, en cambio, provocan todo lo contrario a nivel emocional. Así, con afirmaciones positivas, lograremos modificar el pensamiento a través del uso del lenguaje. Se trata de que te creas lo que te dices, no solo que te quedes con las palabras: “me quiero”, “me valoro”, “soy capaz”… Hay que animarse a potenciar aquello que quieres atraer y tu pensamiento abrirá el caminoemocional que te ayudará a alcanzarlo.
2. Creando expectativas, acumulando frustraciones
Tendemos a fijarnos demasiado en lo que consideramos que nos hace falta, y esto nos dificulta poner atención en lo que somos, sentimos y pensamos en nuestro día a día. No podemos saber lo que va pasar de aquí a cinco años, pero sí podemos gestionar adónde queremos llegar dando pequeños pasos desde el hoy. La mejor manera de noexcedernos en nuestras expectativas será establecer pocas y a corto plazo, al hacerlas alcanzables ganaremos confianza.
3. La actitud determina el estado de ánimo
¿Alguna vez has tenido la sensación de vivir un día pésimo desde que te levantas hasta que te acuestas? o, por el contrario, ¿no te ha pasado que de repente sientes que te comes el mundo y que todo lo que acontece a tu alrededor parece estar en sincroníacontigo?. Lo que determina uno u otro es la actitud con la que nos enfrentamos a él. Cuanto más optimistas seamos a la hora de interpretar lo que nos pasa, mejor valoración haremos de nosotros mismos (autoestima) y mejor adaptación al medio tendremos. Por tanto, toda actitud positiva comienza por tener una autoestima saludable.
4. Voluntad sin acción es papel mojado
Cuando nos sentimos decaídos, lo primero que perdemos es la voluntad. “Sabiendo que la voluntad es nuestra capacidad para decidir si realizar un determinado acto o no, ¿por qué escoger quedarse en la oscuridad pudiendo ver la luz?. Para tener una buenapredisposición a la acción voluntaria la experta aconseja ser receptivo, priorizar los pasos, visualizar positivamente aquello que queremos que suceda.
5. Salir de la zona de confort
Definiendo zona de confort como todo aquello que nos rodea y con lo que nos sentimos cómodos. ¿Cómo salir de la zona de confort? Molina aconseja al respecto explorar nuevos horizontes y dejar que la vida nos sorprenda. Perder el miedo a avanzar, a descubrir nuevos mundos y buscar oportunidades que nos aporten nueva sabiduría. Cuando decidimos explorar más allá de los límites que nos autoimpusimos empezamos a entrar en lo que se conoce como la “zona de aprendizaje”.
6. Quiero, puedo, me lo merezco
Tenemos que tener claro que lo que nos define no son las opiniones positivas que los demás puedan tener o las críticas a las que nos veamos expuestos, sino la valoración que hacemos de nosotros mismos. Es decir, de la autoestima.
7. Autoestima: camino al bienestar
Para hacer que mejore, la psicóloga recomienda que “nos aceptemos, tengamos confianza plena en lo que hacemos, nos cuidemos a nosotros mismos, seamos autosuficientes emocionales, aprendamos a poner límites, realicemos autocrítica constructiva, sepamos que somos los únicos responsables de lo que nos pasa, nos dediquemos un momento al día solo para nosotros, y apostemos por el sentido del humor, entre otras muchas cosas que podemos hacer”.
8. Aceptación, pero no olvido
No se olvida, se supera. Superamos relaciones, miedos, malestares, frustraciones, pérdidas y heridas emocionales. Eso sí, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional y pensar constantemente en borrar nuestros recuerdos negativos no hará más que hacerlos más conscientes. Por eso para que un malestar se supere no podemos negar que exista.
9. Críticas, ¿constructivas o destructivas?
Lo que diferenciará que una crítica sea catalogada de constructiva o destructiva será laintención con la que se dice, las palabras que se escogen y la manera de decirla. Pero por muy destructiva que sea la crítica, si no se le da importancia, no se vivirá como una ofensa. Asimismo, cuando seamos nosotros los que formulemos la crítica, no debemos ser apresurados a la hora de opinar, debemos dejar claro el aprecio, basarla en el respeto, y expresarla en el momento adecuado, además de ser conscientes de que el otro tiene derecho a réplica.
10. La comunicación, por último, como base del equilibrio emocional
Resulta imprescindible saber comunicarnos, entendernos y comprendernos los unos a los otros. Una buena o mala comunicación puede marcar la diferencia entre tener una vida feliz o tenerla llena de problemas. Para que la comunicación sea efectiva y emocionalmente sana partiremos de las siguientes premisas: Tendremos la actitud adecuada, nos centraremos en un tema en concreto, escucharemos con atención, nos expresaremos de forma clara y directa, diremos lo que pensamos y sentimos, aceptaremos la opinión del otro, no daremos nada por supuesto, preguntaremos, y seremos coherentes con lo que decimos y lo que expresamos de una manera no verbal.
www.conscienciayaccion.com
Antoni Puig
Extraido de Instituto Draco
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Existe abundante literatura sobre la centralidad de las emociones y la inteligencia emocional para la vida personal y social. No obstante, es frecuente que no sepamos qué es gestionar las emociones, pues nuestra tradición racionalista hace que la mayoría estemos en un analfabetismo emocional, donde intelectualmente entendemos la importancia del balance emocional-corporal-racional, aunque no sabemos qué es ni cómo hacerlo.
Lo primero es distinguir que no estamos hablando de control emocional, sino que de gestión del mundo de los afectos. El control implica un dique de contención o la aplicación de mecanismos de defensa que neutralizan y amordazan la emoción. El control nos tiende a dejar paralizados, gastando la energía en detener “eso” que nos pasa.
Gestionar las emociones tiene 5 momentos:
1. Detenerse para sentir la emoción. Es esencial poder conectar con la sensación sentida, abriendo la puerta a que esa señal que está en nuestro cuerpo y nuestra biología sea “escuchada” por nuestra mente. Si estamos funcionando en piloto automático, enajenados por algo, en un ritmo frenético que no se detiene en ningún estímulo y consume información y datos a destajo, será imposible sentir. Es esencial hacer lo que dice el psicólogo Claudio Araya: no hay mayor avance que detenerse. Es decir, las señales del camino de crecimiento personal están dentro de uno. Es necesario frenar, detenerse y escuchar para luego avanzar.
2. Ponerle nombre a la emoción. Es sorprendente que muchos de nosotros no tenemos palabras para las emociones que sentimos. Para referirnos a nuestro estado emocional usamos palabras como lata, afectado, chato, cargado, entre otras. No tener el lenguaje de las emociones dificulta enormemente sentir en el cuerpo y en la mente la alegría, tristeza, amor, rabia o lo que sea que sintamos. Sin nombre no hay emoción que gestionar. Sólo hay una intuición que se nos escapará como agua entre los dedos. Nombrar una emoción es el primer paso para que la mente pueda “tratar” con ella y direccionarla hacia un fin útil para mí.
3. Identificar el mensaje positivo de la emoción. Como dicen los investigadores en Psicología Positiva, no hay emociones positivas o negativas en sí mismas, buenas o malas. Todas las emociones tienen un mensaje positivo de autoprotección y autocuidado. Nuestra tarea es escuchar y entender ese mensaje, reflexionarlo y no actuar impulsivamente y sin filtro ante el primer destello emocional. Nuevamente se requiere pausa y escucha interior.
4. Dejar ir la carga de intensidad de la emoción. Ya sea que las emociones las llamemos positivas o negativas, portan una intensidad emotiva que tiende a sacarnos de nuestro centro reflexivo. No hay que tomar decisiones en el éxtasis del entusiasmo ni en las sombras de la pena. La intensidad emocional está ahí para decirnos que hay un tema o situación relevante para nosotros que requiere nuestra atención y reflexión. La intensidad no tiene el sentido de encender un polvorín y dejar un descalabro con una conducta impulsiva. Es la llamada de alerta para poner la atención en el mensaje positivo de la emoción.
Al abrir mi corazón para dejar ir la intensidad de la emoción me vacío, permito que esa carga emocional no me habite, controle ni contamine la reflexión lúcida y centrada. Las emociones en sí mismas tienen el poder de descentrarnos, en su energía efímera y de alta intensidad. Una vez que dejamos ir la emoción quedan los sentimientos estables, esos que impulsan nuestra conducta sustentable en el tiempo.
5. Reflexionar y decidir qué hacer con el mensaje que me regala la emoción en el contexto específico en el que estoy. Prudentemente, luego de esta reflexión, me muevo a la acción. La secuencia es siento – pienso – actúo. El pensamiento es el mediador entre mi mundo emocional y mis comportamientos. Mientras más entrenado tenga el músculo de la gestión emocional, más efectivo y acertado será mi comportamiento, pues dará buena cuenta de mi sabiduría interior y su ajuste a las personas, grupos y situaciones que vivo.
Esto es usar las emociones para mi propio crecimiento y para la construcción de vínculos. Entender que la impulsividad es el peor de los consejeros. Que la intensidad de la sensación sentida debe dejarse ir para que la mente escuche qué es necesario hacer. Ponerle atención y pensamiento a la emoción, administrarla y saber que dentro de mi tengo un impulsor de acción. Si es de comportamiento centrado o extraviado depende de mi capacidad de gestionar mis emociones.
Extraido del Blog de Ignacio Fernandez
Psicólogo, Pontificia Universidad Católica de Chile.
Coach Ontológico Empresarial, Newfield Consulting.
Director Departamento de Psicología Organizacional, Escuela de Psicología Universidad Adolfo Ibáñez.
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Pertenece en descodificación a la tercera etapa (Movimiento/valoración).
La fibromialgia es una enfermedad que aparece cuando yo siento, creo, o pienso que todas las personas a mi alrededor deberían estar al pendiente de mí, de mis necesidades, de mis sufrimientos y de todo aquello que me pasa.
Quiero que adivinen qué me duele y cuánto me duele. Pero además, existe una contrariedad, porque por otro lado, tanta intromisión familiar, me irrita. La fibromialgia es un síntoma que yo presentaré si vivo un gran sufrimiento interior a causa de mis relaciones familiares.
Fibro: Fibras familiares, lazos familiares, relaciones familiares. Hace referencia al tendón y por consiguiente nos habla de una problemática de rendimiento en el presente, es decir, el individuo está preocupado por algo que le está ocurriendo en éste momento.
Mio: Hace referencia al músculo. La forma que yo tengo de someterme a todas esas malas relaciones. Éste está estrechamente relacionado a la noción de fuerza, de potencia por el lado positivo y a la falta de fuerza, de impotencia por el lado negativo.
Algia: El dolor emocional que me causan dichas situaciones, que se refleja en dolor físico.
La fibromialgia está considerada un diagnóstico controvertido y algunos autores afirman que no debe considerarse como una enfermedad debido entre otras razones, a la falta de anormalidades en el examen físico, en los exámenes de laboratorio objetivos o estudios de imágenes médicas para confirmar el diagnóstico. Se denomina fibromialgia a un grupo de síntomas y trastornos musculoesqueléticos poco entendidos, que se caracteriza fundamentalmente por fatiga extrema, dolor persistente, rigidez de intensidad variable de los músculos, tendones y un amplio rango de otros síntomas psicológicos, como dificultades para dormir, rigidez matutina, dolores de cabeza y problemas con el pensamiento y la memoria, algunas veces llamado “lagunas mentales” que suelen impedir el funcionamiento rutinario de las personas. Es un trastorno “no contagioso” presente en aproximadamente entre el 3 y el 6 por ciento de las mujeres jóvenes, comúnmente entre los 20 y los 50 años de edad
Una cosa a destacar, debido a que es un síntoma poco entendido, los enfermos de fibromialgia sienten que los demás no les creen porque el dolor no se ve. Es un sufrimiento interior, es la enfermedad de las fibras familiares.
Los afectados son personas excesivamente serviciales y necesitan el dinamismo de la familia, a la que por otra parte suele culpar de su falta de actitud.
¿Qué conflicto emocional estoy viviendo?
Si yo presento fibromialgia, necesariamente soy una persona bloqueada en la comprensión de las relaciones familiares. ¿Cómo superar el conflicto emocional? Por una parte me gusta convivir con la familia y ser parte, sentirme amada y comprendida y por otra parte, siento que ellos me obligan a no hacer mi vida, siento que me debo a ellos, que debo darle explicaciones, pedirles permiso, compartir todo con ellos, etc. Incluso, puede tratarse de “obligaciones” con alguien de la familia que me hace daño o me ha hecho daño.
Resentir: “Me encuentro en un doble compromiso familiar” “Debo fidelidad a mi familia, pero esto me molesta” “Voy hacia la persona que quiero pero al mismo tiempo es mi verdugo” “Quiero ver por mí mismo pero no me doy el derecho, la familia opina distinto”.
La fibromialgia se produce cuando tengo bloqueos para convertir los impulsos interiores en actividades exteriores: Esta es la “Doble obligación”. El doble apremio o La Doble Obligación es un conflicto que se refiere a aquello que es fundamental, esencial y sagrado para el individuo. La noción de “doble apremio” expresa dos mensajes contradictorios que se oponen y aparentemente incompatibles, volviendo la situación problemática y a menudo sin solución.
Ejemplo: una persona que para ella es fundamental la fidelidad familiar y por otro lado siente que su familia le está causando mucho sufrimiento. “Voy hacia la persona que quiero pero al mismo tiempo es mi verdugo”. ¿Qué hace? La persona se siente arrinconada, sola, en una situación difícil de solucionar al mismo tiempo. “Si me muevo a un lado no estoy bien, si me muevo hacia el otro tampoco estoy bien, por lo tanto no me muevo”. Como no podemos ir en dos direcciones opuestas, como no podemos navegar con un pie en cada barca, el inconsciente nos proporciona síntomas incapacitantes para que no tengamos que elegir entre dos caminos enfrentados.
Otros ejemplos de “doble apremio”: Hacer lo que me piden/Libertad de acción, Amor/Odio, Atracción/Repulsión, Decir/No decir lo que pienso a mí familia o a las personas que quiero, Deber/Placer de vivir, etc.
Amo a este familiar + este familiar me hace daño + me siento impotente.
¿Cuál es la clave para solución de la fibromialgia consecuencia de doble obligación?
• Tomar plena conciencia del hecho que propició el síntoma.
• Darme felicidad y placer yo mismo, hacer lo que me gusta.
• Disminuir o romper completamente esa o esas relaciones familiares.
Otra situación que puede provocar la fibromialgia, es vivir 4 conflictos simultáneos y todos a nivel familiar:
1. Conflicto de Dirección: No sé qué hacer, no sé a dónde ir. Pánico a equivocarme de dirección. Conflicto por haber elegido la dirección incorrecta, por estar sobre una pista mala, sea real, imaginaria o simbólica. La dirección que estoy tomando en mi vida no me satisface. “¿Qué estoy haciendo aquí?” “Estoy perdido, fuera del rebaño, entonces…cuando alguien se pierde lo mejor es quedarse quieto”. Afecta a la corteza suprarrenal, que deja de producir el cortisol para ayudarme a superar el estrés que me provoca el extravío.
2. Conflicto de Desvalorización: No puedo con esto, es demasiado para mí. Si me muevo a un lado, no estoy bien; si me muevo hacia el otro, tampoco estoy bien, por lo tanto, no me muevo”.
3. Conflicto de contacto familiar impuesto: Debo cuidarme de…. estar con….vivir con…. tener que asumir, hacer o estar con una persona o situación determinada.
4. Miedo a la muerte: Pero no a la muerte física, sino a la muerte de su propia “identidad” (sentimiento de no pertenecer a mi familia real o a la que me imagino que es, o sentir que la familia no hace lo que yo quiero).
Por lo general, las personas con fibromialgia, son personas sumamente serviciales y responsables. El problema, es que en su afán de servir a los demás (familiares), se lastiman. Son personas que hacen favores aunque nadie se los agradezca, que dejan de vivir su vida por atender a la madre, al padre a los hermanos, abuelos, etc. Son personas que aunque limpien, laven, compren, arreglen, cualquier cosa en la casa, son menospreciados, criticados, etc.
Resentir: “La dirección que toma mi vida no me satisface” “Mi familia me ata” “Es mi responsabilidad, debo ocuparme yo, si no lo hago yo nadie lo hará”.
La solución a éste conflicto pasa por lograr un posible acuerdo entre estos dos polos contradictorios y así poder encontrar la paz consigo mismo. La fibromialgia puede ser sencilla de solucionar cuando uno está decidido a romper con todo lazo familiar tóxico. Mientras no sea así, perdurará.
Fuente: Diccionario de Biodescodificación – Joan Marc Vilanova
Extraido de Instituto Draco
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