Queremos compartir con ustedes esta linda noticia:
Ejecutivas y voluntarias de Olimpiadas Especiales participan en los grupos de desarrollo de Mundo Mujer
Read moreLa Copa Mundial de Fútbol 2018 llega con himnos musicales, publicidad, noticias y resultados deportivos, pero por primera vez en ocho años empieza sin Chile. Para algunos, esta realidad no tiene mayor significado. No obstante, para muchos otros podría llegar con síntomas de tristeza, angustia e incluso, depresión. La psicóloga de Clínica Vespucio, Mercy Iriarte, entrega recomendaciones para aquellos fanáticos que sentirán la ausencia de nuestro país en la cita mundialera y explica cómo identificar una obsesión deportiva.
Según diversos estudios, cuando un amante del fútbol observa a su equipo favorito, las reacciones que se generan a nivel cerebral son muy parecidas a aquellas que produce una adicción. De hecho, los expertos hacen una diferenciación muy importante entre el fanático y el adicto a un determinado deporte, ya que “cuando pasa a convertirse en una obsesión, las cosas se complican desde el punto de vista psicológico, pues genera conductas negativas y permite un descuido de las obligaciones reales que tiene la persona”, explica la psicóloga de Clínica Vespucio, Mercy Iriarte.
Para quienes demuestren este tipo de conductas, el próximo mes será especialmente complicado, ya que empieza la Copa Mundial de Fútbol a la cual “la Roja” no logró clasificar. Así, muchos aficionados deberán vivir la fiebre futbolera que empezará a rondar en el ambiente y en los medios de comunicación, pero sin la posibilidad de ver jugar a nuestra selección. “Especialmente en aquellos que presentan estos síntomas de obsesión con el deporte, podrían surgir sentimientos de tristeza y frustración”, aclara la especialista.
En estos casos, las recomendaciones para vivir la cita mundialera que comenzará este 14 de junio son:
- Realizar deporte en familia o con amigos, con el objetivo de despejar la mente con una actividad que la persona disfruta y, al mismo tiempo, con terceros que normalmente lo acompañan observando el deporte.
- Ver otro tipo de disciplinas deportivas, que no le recuerden constantemente la frustración de que la selección de fútbol no está en el Mundial.
“Durante los partidos, los fanáticos sienten síntomas de angustia y tensión. Si pierden, genera una crisis de angustia y rabia lo cual influye emocionalmente en la vida personal y profesional”, detalla Mercy Iriarte. Estas son las emociones que se repiten cada vez que el evento nos recuerda que no estamos participando en la cita mundialera.
Beneficios de ver fútbol
Por el contrario, si ver fútbol es sólo un pasatiempo que no influye en nuestra calidad de vida, se puede transformar en el momento perfecto para compartir sanamente con los amigos o la familia. Los beneficios son múltiples y, como detalla la especialista, “es una instancia para desarrollar habilidades sociales, fortalecer valores, adaptarse a las reglas e incluso dejar de lado algunas presiones de la vida laboral”.
Quienes tengan la intención de cambiar y dejar su “fanatismo por los deportes” a un lado para proteger su vida familiar o personal, pueden intentar hacer algunas de las siguientes acciones:
- Anotar semanalmente cuántas horas se ve, oye o revisan resultados deportivos.
- No ver más de dos horas semanales del deporte que nos apasiona.
- Confiar en nuestros familiares cuando haya que tomar decisiones como “veo el partido o comparto con mi familia”.
- Intentar hacer algo para nosotros mismos o socializar en vez de quedarse viendo un partido.
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Hace unos días atrás, un importante periódico nacional realizó un reportaje planteando que “Por salud, estética y presión social, hoy las embarazadas se preocupan más de su imagen”. Su contenido hacía alusión a la tendencia de algunas embarazadas de subir sus fotografías en las redes sociales mostrando un cuerpo muy entrenado y manifestando que, subir demasiado de peso está «pasado de moda».
Probablemente sea una realidad que viven muy contadas mujeres durante su gestación y de muy determinado segmento socioeconómico, por lo tanto, no puede ser planteado como una nueva “tendencia” de nuestra sociedad. Lamentablemente, la mayoría de las mujeres de nuestro país está muy lejos de sentirse representada con estas afirmaciones. Chile, de base, tiene una alta prevalencia de exceso de peso entre las mujeres (sobre el 64.3% según Encuesta Nacional de Salud 2010), por lo tanto, es muy frecuente que las mujeres se embaracen ya con varios kilos extra, luego tienden a subir de peso más de lo recomendado (aún permanece la cultura de “comer por dos”), y después del parto, mantienen los kilos ganados; lo que sumado a la falta de ejercicio y de cuidado en la alimentación hace que las mujeres en Chile vayamos subiendo de peso a lo largo de los años.
Me pregunto, ¿cuál es la real presión social que viven la mayoría de las mujeres?: “M´hija, estás embarazada, tienes que alimentarte”, “No vayas a hacer un sobre-esfuerzo en tu condición”, “Está bien que te permitas los antojos”… etc.
Me pregunto entonces, ¿de qué Chile estamos hablando?, porque si nos referimos a casi 85% de la población que se atiende en el sistema público de salud, la realidad es distinta a la planteada en el artículo.
Lo ideal es que toda mujer tenga acceso a conocer que debe puede subir entre 7 y 16 kilos, dependiendo de cuál es el peso con el que inicia su embarazo. En promedio se habla de 10 a 12 kilos, idealmente distribuidos hacia el final del embarazo.
En cuanto al ejercicio, la evidencia plantea que es ideal que la mujer realice algún tipo de ejercicio aeróbico manteniendo una frecuencia cardíaca de 140 latidos por minuto en promedio. La dosis recomendada siempre va a depender de la condición física inicial, pero a modo general, la idea es acumular 150 minutos a la semana (media hora, 5 veces a la semana por ejemplo). Lo mejor es combinar el ejercicio aeróbico con ejercicio localizado, dando especial énfasis a la musculatura que se verá sobrecargada hacia el final del embarazo.
Y esto me lleva a otro importante punto: hay una gran inequidad respecto de la oportunidad de recibir este tipo información entre sistema público y privado: sobre consejos nutricionales individualizados, sobre acceso a una adecuada alimentación (por costo de los alimentos sanos), sobre acceso a realizar ejercicio personalizado, etc., que no es tarea fácil para la mayoría de las mujeres del país mantenerse “en forma”. Si no se tienen las facilidades, las oportunidades, el acceso… todo se hace cuesta arriba.
Tenemos aquí una importante tarea pendiente. Ahora contamos con un Ministerio de la Mujer. Espero que estos temas entren en su agenda en coordinación con el Ministerio de Salud, sin embargo, creo firmemente que la tarea también parte, literalmente por casa. Por casa de cada una de nosotras de ir aportando en cambiar las creencias instaladas sobre cómo vivir el embarazo, conversando con nuestros familiares, nuestras hijas (futuro del país), y, por supuesto, dando el ejemplo, no olvidemos que cada uno de nosotras es parte del todo, que es nuestro Chile.
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Las mujeres debemos liderar, pero hay un liderazgo que no es motivo de orgullo: somos las reinas de la inactividad física.
Las cifras de la Encuesta Nacional de Salud 2010 nos indican que un 92,9 % de las mujeres chilenas no realiza actividad física en su tiempo libre.
Más allá de recordar que la actividad física tiene beneficios para la salud tanto física como mental y que ayuda a resguardarnos, por ejemplo, del infarto cardíaco (cifra que también lideramos),
Mi pregunta es ¿por qué no nos permitimos un espacio de recreo y bienestar a nosotras mismas?.
En nuestra cultura, es la mujer quien marca la pauta de la familia respecto de lo que se come y de cuánto ejercicio se realiza, por ello, es tan importante tomar conciencia que cuando una mujer se da a sí misma el espacio de mejorar sus hábitos, también lo está haciendo para su familia y aportando, por qué no decirlo, al país.
Actualmente la dosis de ejercicio que recomienda la Organización Mundial de la Salud para obtener beneficios de salud es acumular 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada a la semana, o bien, 75 minutos de intensidad vigorosa a la semana (o la combinación de ambas) y, aquí está la buena noticia, pudiendo organizarse en sesiones de al menos 10 minutos. Esto permite por ejemplo, planificarnos para realizar, 10 minutos de ejercicio al levantarse, realizar una caminata vigorosa de 10 minutos a la hora de almuerzo más una sesión 10 minutos antes de ir a dormir, y ya se cumplen 30 minutos diarios, los cuales repetidos en 5 de los 7 días de la semana, acumulan 150 minutos… no parece tan difícil.
Si bien hoy se nos presenta con mayor frecuencia la oportunidad de participar en eventos deportivos masivos, como las corridas, aún tenemos mucho que avanzar. Estudios internacionales y nacionales reportan que las barreras más importantes que las mujeres mencionan a la hora de preguntar por qué no realizan actividad física son la “falta de tiempo” y “falta de motivación”.
Mi pregunta es: cuando algo que quiero hacer, realmente me motiva, ¿no me hago acaso el tiempo de hacerlo?. Entonces, ¿Por qué no nos motivamos?, ¿no somos suficientemente importante para nosotras mismas como para no darnos ese espacio de salud?.
Cuando he tenido la oportunidad de conversar con mujeres sobre estas preguntas, sus respuestas efectivamente se orientan a la falta de tiempo, principalmente por el cuidado de los hijos; y al cansancio, pero finalmente creo que todo se traduce en anteponer las necesidades de los demás antes que las propias.
Mi invitación es a darte a ti misma la oportunidad de experimentar qué ocurre si negocias con los tuyos, poner en la agenda familiar (incluso como grupo) este tiempo de ejercicio… 10 minutos por vez: para caminar rápido dando vueltas a la manzana o bien bailar con un video de algún canal de Youtube… Sin duda requerirá un esfuerzo del entorno, pero el mayor esfuerzo es el tuyo: el de permitirte pensar en ti misma por ese instante. Estoy segura que sólo pasarán cosas buenas: comunicarás en tu entorno que mereces cuidarte, te sentirás bien contigo misma, con el tiempo te sentirás más relajada, con más energía, naturalmente querrás alimentarte más sanamente, serás más feliz y serás un ejemplo viviente de que cuando la mujer está bien, la familia también es más feliz.
Sonia Roa Alcaino. Kinesióloga
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La psicología positiva surgió hace más de 10 años por iniciativa de Martin Seligman y su creación respondió al interés por fomentar el estudio de los aspectos psicológicos positivos del ser humano, lo que hasta ese momento dentro de la historia y desarrollo de la psicología había sido muy desatendido.
Uno de los temas esenciales de la psicología positiva es el estudio de las emociones positivas área que ha estado muy abandonada, ya que mientras que se han estudiado durante años emociones como el miedo o la ira, tenemos poca información sobre el funcionamiento de emociones positivas como el agradecimiento o el amor.
Las emociones positivas son etiquetadas como positivas porque generan una sensación placentera –frente a las negativas que generan malestar– y presentan una gran cantidad de efectos positivos en diversas áreas del funcionamiento psicológico tales como mejoras en la capacidad para resolver problemas, aumento de la creatividad, mejora en la capacidad para resistir el dolor, es decir que tienen como efecto la potenciación de habilidades diversas.
Más allá de todo el desarrollo que hay de este tema, las invito a explorar entonces, lo que quiero poner el centro es la importancia de cultivar las emociones positivas, de ponerlas al centro y abordar con ellas las dificultades o problemas que podamos estar viviendo. No se trata como dice el eterno ejemplo de mirar la mitad del vaso lleno y no el vacío, sino que mirar el vaso con lo lleno y lo vacío, pero haciéndolo desde la emoción de la aceptación por ejemplo (que no es lo mismo que la resignación) porque la valoración de lo que vivo y la emoción que la acompaña es lo central de nuestros actos y en suma de nuestra vida.
Y para ello el mejor centro desde donde puedo hacerlo es el corazón y no la mente ni las ideas, porque seguro que desde aquí todo se confunde. Cuando digo el centro del corazón me refiero literalmente al chakra del corazón, el más importante y más poderoso de nuestro cuerpo. Por algo está al centro y es el motor. Este centro es donde sentimos y expresamos amor y esta es la emoción que tiene una de las más altas frecuencias vibratorias.
Cultiva emociones positivas, agradece, sonríe, ama, comprende, acepta y verás cómo todo se potencia, especialmente tu vida, tu salud y bienestar. Abrazo a todas!
Psicóloga de la Universidad Diego Portales
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