No soy Angelina, pero también he estado ahí

Cuando llega nuestro primer hijo todo nuestro mundo cambia. Y cuando digo todo, me refiero absolutamente a todo, y esto, necesariamente, también nos incluye a nosotras mismas y a nuestros – hasta ese entonces- compañeros de ruta.

Entonces, ¿por qué nos llama tanto la atención que Angelina Joe Lee chutée a Brad Pitt argumentando diferencias irreconciliables? Esto nos hace recordar que los cuentos de hadas no existen y que realmente es complejo llevar a cabo un proyecto familiar (aunque seas rico, inteligente, famoso y muy guapo)

Y es que uno realmente NO SABE cómo va a ser de mamá y papá hasta que está ahí.

Los más enchapados a la antigua podrán decir que “esas cosas se conversan antes del matrimonio” pero resulta que no tenemos una visión adelantada de las cosas, ni de los hechos, ni menos de los sentimientos que afloran luego de la llegada de un hijo.

Y si bien, hace rato que las mujeres dejamos de creer en cuentos de hadas, lo que respecta a la maternidad sigue idealizado en muchos aspectos y este es uno de ellos: tu marido no es el padre que te imaginaste que sería. Y tú, te descubres cada día siendo una mamá que tampoco sabías que serías. La Ma-Paternidad nos cambia y nadie nos lo dice antes de casarnos ni cuando esperamos una guagua.

No nos preparan para ser padres. Pero peor aún, no nos preparan porque es una receta tan única, exótica y original que es imposible de escribir o diseñar con antelación. Es tan sutil como la fecha en que debes cosechar la vid para hacer un buen vino. Depende de cada sepa, cada terroir, calidad de suelo, lluvias caídas durante el año, heladas, poda, inclinación de las laderas y días de sol. Y eso cambia todos los años, así tal cual, nosotras cambiamos con la maternidad y lo hacemos luego con cada hijo que llega.

Y, por su puesto, a los hombres les pasa exactamente igual.

La verdadera meta de los primeros años de crianza no es tener niños sanos, estimulados, que coman sano y se duerman temprano. La meta de los primeros años cuando se tiene hijos es no separarse del marido. Es reconocer al nuevo ser humano que también nació de la mano de esa guagua. Esa persona que cría junto a ti, pero que también enfrenta los vacíos que trae desde su propia infancia y que entrega amor, juegos y rutinas que le parecen las únicas, más adecuadas y “obvias”.

Y es que son esas obviedades– cada uno trae consigo y que supone como paradigmas de que son la única-mejor manera de hacer las cosas- las que entran en disputa. Pues es casi imposible que en TODO tengamos los dos la misma forma.

Pueden ser cosas simples como si nos gusta tener a los niños con doble calcetín y bototo o descalzos mientras están dentro de la casa. Puede ser si consideras que es mejor bañarlos en la mañana para partir el día despejado o en la noche para que duerman más relajados. Puede ser si consideras que tomarlos en brazos en exceso hace mal o crees que “portearlos” y llevarlos la mayor parte del día en upa es lo mejor para su desarrollo neurológico. Puede ser si crees que es mejor llevarlos a su habitación apenas cumplan los dos meses o dejarlos en tu cama hasta que se vayan solos. Puede ser el preferir llevarlos a la sala cuna o dejarlos en casa con una persona de tu confianza (podríamos seguir hasta al infinito)

Básicamente, puede ser cualquier cosa que para ti o tu partner de crianza se considere como un “intransable”.

Lo más duro es ver y darte cuenta de golpe, que aunque te hayas tomado las cosas con calma, aunque hayas pololeado varios años antes de casarte, aunque hayas esperado otro par de años antes de “ponerte en campaña”… Ni todos los café, bailes, viajes y paseos… NADA te permite conocer por adelantado a ese “padre” en el que se convertirá tu pareja y con ello en esa nueva persona.

Y como dice nuestro filósofo nacional Humberto Maturana “cambiar de opinión es un derecho humano” lo que sucede es que la llegada de los hijos nos cambia a nosotras y a nuestras parejas y el desafío está en el darnos cuenta, el ver en qué nos hemos transformado nosotras y ellos y el volver a elegirnos. Volver a escoger.

No todos lo logran y son varios los que optan o terminan escogiendo tomar caminos separados, así como el matrimonio más hermoso y estable de Hollywood de los últimos 10 años.

Daniela Parra

@daniparraperiodista en Facebook

www.themommy.cl

 

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