Comprender es aliviar

Acabo de terminar de leer el gran libro de @marianrojasestape «Cómo hacer que te pasen cosas buenas» y esta frase me quedo resonando y quise compartírselas.
La mayoría de las veces puedo ver como mis pacientes vienen angustiadas por sentir angustia, tristes por sentir tristeza o ansiosas por sentir ansiedad.
Suena paradójico pero al no entender porque nos pasa lo que nos pasa, nos deja en un lugar desconocido que causa infinitos momentos o sentimientos más dificiles de procesar. El problema es que, se nos hace tan incómodo ese lugar de incertidumbre que solo queremos que pase rápido intentando anestesiar o bloquear esas emociones. El problema de esto es que cada vez que elegimos no mirar, no entender, evitar o esconder, lo que nos pasa, terminamos haciendo que todo eso que sentimos crezca.
Para sentir alivio, necesitamos comprender que nos pasa, como nos pasa, y que lo gatilla. Para eso necesitamos darnos el permiso, el espacio y el tiempo que sea necesario para sentirlo. Es más aliviador entender una pena y vivirla, que tener pena por sentir pena sin entenderla. Es más aliviador compreder la angustia que angustiarse por tener angustia sin saber porque.
Cada emoción en nuestra vida tiene que ser bienvenida, sobretodo las que más nos cuestan. Porque si buscamos callarlas lo más rápido posible, lo más probable es que crezcan desmesuradamente. En cambio, darnos el tiempo para mirarla y entenderla nos permite entrar en un proceso de descubrimiento; de qué y cómo podemos ser o hacer las cosas de distinta manera. Nos permite sentir alivio y abrir paso al cambio.
Hace poco leí una frase que me encantó «necesitamos transitar por la oscuridad para llegar a sentir la luz». Necesitamos aprender a comprendernos y conocernos para aceptarnos y abrazarnos en todas nuestras versiones o emociones.
Busquemos siempre el comprender, porque alivia, porque te hace crecer y te orienta. Después de las primeras sesiones la mayoría de las y los pacientes se sienten aliviados. ¿Que pasó en ese proceso? Probablemente dimos cabida a todas las vivencias y emociones, intentado comprender, para luego aceptar que es parte de la vida o de lo que somos y que eso nos hace humanos.

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

Los invitamos a conocer nuevo libro de María José Lacámara

Más conectados: La conexión emocional como eje central de la crianza

 

La psicóloga infanto-juvenil María José Lacámara publica este libro que  busca ayudar a padres y madres a encontrar un método de crianza propio, que se ajuste a sus necesidades y les permita sintonizar con lo que requieren sus hijos.

Lo pueden encontrar en: Contrapunto, buscalibre, Antártica, que leo, editorial planeta y en formato digital.

 

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Comprenda su dolor y encuentre alivio

Cuando se rompe una pierna, se somete a una cirugía o se quema la mano, experimenta dolor, dolor agudo. Con tratamiento y tiempo, el dolor suele desaparecer. Pero el dolor crónico es diferente. Permanece suspendido incluso después de que la enfermedad o lesión original haya mejorado, recordándole todos los días que no tiene planes de desaparecer. Técnicamente, el dolor crónico se diagnostica si persiste durante tres a seis meses o más después de que la lesión o la enfermedad se curan.

Definición de Dolor

El dolor es “Una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con daño tisular real o potencial, o que se describe en términos de dicho daño. Es indudablemente una sensación en una parte o partes del cuerpo, pero también es siempre desagradable y, por lo tanto, también una experiencia emocional «.

Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, 1994.
Aveces hay una causa clara del dolor, como la artritis, pero otras veces no hay un desencadenante específico o una enfermedad o afección subyacente. Por ejemplo, la ciencia actual sugiere que la fibromialgia es una condición de dolor crónico sin una causa específica que probablemente esté relacionada con los cambios en la forma en que el cerebro procesa el dolor. A veces, las personas pueden sentir dolor en lugares distantes de donde ocurrió la lesión original, algo que se llama dolor «referido».

A menudo, el dolor crónico comienza con un evento de dolor agudo. El dolor puede desarrollarse e intensificarse hasta convertirse en dolor crónico. Si tienes dolor crónico, no estás solo. Se estima que más de 100 millones de adultos estadounidenses tienen dolor crónico. El dolor crónico es una de las razones más frecuentes para las visitas al médico y se encuentra entre las razones más comunes para tomar medicamentos.

El dolor es más que un dolor físico. Es un huésped no deseado que se hace cargo de su vida e interfiere con su capacidad para trabajar, sus relaciones, su salud mental y su calidad de vida en general. Afecta a todo tu ser.

Por ejemplo, las personas con dolor lumbar tienen tres veces más probabilidades de tener una capacidad funcional limitada y cuatro veces más probabilidades de sufrir angustia psicológica que las personas sin dolor lumbar. Desafortunadamente, encontrar la respuesta a tu dolor puede ser como buscar un unicornio en un establo para caballos; La respuesta ni siquiera puede vivir allí.

Navegando por el sistema de salud para encontrar alivio

Se necesita una aldea para controlar el dolor crónico o al menos un equipo multidisciplinario de profesionales de la salud.

Por lo tanto, las personas con dolor crónico deben pasar de un doctor a otro, a menudo se someten a procedimientos innecesarios, costosos y duplicados, toman medicamentos ineficaces y encuentran que su estrés y ansiedad aumentan con cada oportunidad perdida para aliviar el dolor. A menudo, pueden sentir que han «fallado» y perder la esperanza. En realidad, es el sistema de salud que les ha fallado.

Una de las razones es que los proveedores de atención médica a menudo desestiman o minimizan los informes de dolor de sus pacientes, especialmente en mujeres y minorías raciales y étnicas. De hecho, existe evidencia de que las mujeres tienen más probabilidades de recibir tratamientos psicológicos para el dolor que los hombres, y es más probable que se las considere como una reacción exagerada y exagerada de su dolor.

Esto deja a las personas con dolor crónico sin diagnosticar, sin tratamiento y buscando continuamente profesionales médicos que puedan ayudar realmente. Algunas personas que sufren dolor se dan por vencidas con el cuidado de la salud y nunca encuentran el alivio adecuado.

El dolor crónico es una condición médica complicada y desafiante. Manejar su dolor mientras navega por el sistema de salud puede sentirse abrumador. Pero puede disminuir la presión trabajando con los profesionales adecuados, conociendo sus derechos y aprovechando al máximo su cobertura de atención médica.

Texto Psychology Today

Redacción Instituto Draco

www.institutodraco.com

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Extraido de www.institutodraco.com

 

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Mi vida como proceso, y un sentido para mi vida…

Cuando se dio cuenta de su rol como creadora de su mundo, ya no había vuelta atrás. Hasta no hace mucho tiempo, se veía (y sentía) la dueña de la verdad. Para todo tenía respuesta, frente a todo sentía sus fuerzas, nada ni nadie podía cuestionar su control sobre aquello que quisiera tener o hacer en la vida. Hacedora y líder, enfrentaba día a día los desafíos que se le presentaran. Hacedora, porque se enorgullecía de no hacerse un tiempo libre, no se permitía frenar y su agenda debía, día a día, estar colmada de actividades. Líder (o eso creía), pero dueña de un estilo autoritario, donde el otro sólo recibe órdenes, donde no hay espacios para interrogantes ni cuestionamientos, sólo búsqueda de resultados.

Así sus días, buscando hacer y tener. Necesitando reconocimiento en el afuera. Comparando, juzgando, dando, y de nuevo haciendo.

Así sus días, hasta que habló la vida.

Si ya el afuera y sus demandas no tenían sentido, ¿qué era necesario empezar a observar? ¿Qué significaría mirar hacia adentro suyo? ¿Cómo asumir el coraje de SER? ¿Cómo se iniciaría la búsqueda consciente del cambio?

Las preguntas se volvieron entonces sus guías, su rutina, sus criterios de decisión, su invitación a la inestabilidad, sus excusas para frenar. Una por día, muchas por día, infinitas, todos los días.

Aprender a convivir con la culpa fue otra gran tarea. Esta emoción aparece siempre que creemos que estamos o estaremos en falta con alguien o algo. Aparece nuestra conciencia para juzgar si hemos o no traspasado las “fronteras morales o sociales”, si actuamos o somos frente a lo que se espera de nosotros, y desde las etiquetas que nos auto-imponemos.

Esta convivencia (porque aún, cada cierto tiempo, vuelve a aparecer) la logró con el remedio de la autenticidad. Sincerarse con ella fue revelador. Cuestionarse y desaprender se volvió un hábito. Lo establecido, lo socialmente aceptado, las expectativas: el filtro de las preguntas invitaba a nuevas respuestas, a desconocidas posibilidades. Alivio y libertad, la consecuencia.

Cambió entonces el control por el fluir, la ansiedad por el futuro que nunca llegaba, ahora era la antesala de su presente cambiante. Eligió sentir, y experimentar, intentando no pensar. Aprendió sobre las ventajas de la paciencia, pero también de las sorpresas que te traen elegir a veces hacer desde el impulso. Se acercó más amigablemente a su cuerpo, eligiendo cuidarlo, en lugar de obligarse a hacerlo. Abrió espacios de conversación, y eso trajo nuevas amistades, grandes maestros, y mejoras en sus antiguas relaciones. Agradeció cada aprendizaje, y hoy abraza el error como posibilidad. Tiene una lista de actividades para experimentar por primera vez, y se siente libre cada vez que lo hace. Hoy juega más, pese a que hace rato que físicamente dejó de ser una niña. Respira y es consciente de ello, agradecida de poder hacerlo todos los días.

La vida es un proceso, sostiene y coincide ahora, y a ella se la diseña día a día. La vida, entonces, debería ser esa burbuja que nos aísla de los juicios de no posibilidad, ese espacio neutro, donde tu encuentro contigo te da todas las respuestas, esa tranquilidad que nos invita a soñar con lo imposible, y sabernos poderosos y capaces de todo lo que nos propongamos.

La vida, insiste, es un proceso. Y en ese proceso, ella aprendió a redefinir su liderazgo, que no es otra cosa que escucharse y conocerse, para desde allí transitar su misión de vida. Es ese, y no otro, el sentido de su SER.

En tu caso, ¿qué le da sentido a tu vida?

tatiana_Bregi2Tatiana Bregi – Coach ontológico certificada

 

 

 

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