Enamorarse es un regalo de la vida. Muchos periodos difíciles en la adultez pueden superarse con más facilidad con el apoyo de una pareja; además, es posible que te sientas más motivado para cuidar de tu cuerpo o alimentarte mejor cuando el amor entra por la ventana. Con todo y esto, cuando nos enamoramos es más probable que nos volvamos complacientes y que no pensemos con la misma claridad. Esto puede hacer que tomemos malas decisiones, y una de ellas es perder nuestra libertad en el proceso de amar.
Conoce las señales para reaccionar a tiempo
Es importante aclarar algo, y es que el apego es un mecanismo psicosocial que todos experimentamos a lo largo de la vida. Sentir apego no es el problema, sino cómo permitimos que determine nuestro comportamiento.
Como la psicóloga Darcia F. Narváez explica:
“El apego se refiere a los supuestos sobre las relaciones que los bebés construyen en su memoria neurobiológica psicosocial. Este “modelo de trabajo interno” se mide en la infancia con la tarea de “situación extraña”… Que es cuando el infante está en una habitación con la madre; luego, la madre se va un rato y después regresa.”
En el contexto de las relaciones de pareja, todo ocurre prácticamente igual. El apego se manifiesta como temor y rechazo a la idea de perder a una pareja (ya sea por un par de horas, días o para siempre). Por eso, para evitar la pérdida a veces practicamos el amor sin libertad, es decir, empeñamos nuestra libertad, no siempre de manera consciente en nombre de la relación.
Lo positivo es que podemos prepararnos para reconocer las señales de “esclavitud amorosa” y actuar a tiempo.
Señales de que estás perdiendo la libertad en pareja
1. Insistes en querer controlar todo
Una actitud controladora delata tu urgencia de sentirte parte de algo inamovible, una relación donde las circunstancias y prioridades no pueden cambiar.
El problema es que, si esperas que tu pareja se comporte siempre del mismo modo, te sentirás terrible cuando tenga un mal día o si en algún momento decide que no eres la persona con la que quiere estar.
2. Has caído en la condescendencia por miedo a perder al “amor de tu vida”
La condescendencia es un atentado contra la dignidad, ya que pierdes la autonomía para decir lo que no te gusta y para poner tus necesidades personales en primer lugar.
Si descubres que estás siendo condescendiente, haz una pausa y da media vuelta. Dirige tu atención por un tiempo hacia ti mismo y tus expectativas, y recupera tu poder personal.
¡Libérate de las creencias absurdas sobre el amor! Aquí te contamos cómo
3. Te sientes más cómodo en el “Nosotros” que en el “Yo”
Si te cuesta imaginar una vida sin tu ex, vas por mal camino. En condiciones ideales, no deberías estar con alguien por necesidad, sino porque así lo decidiste.
Tienes que ser consciente de que las cosas pueden acabar en cualquier momento y que la única persona que estará contigo para siempre eres tú mismo.
4. Te enfocas demasiado en dar, pero te cuesta recibir
Como consecuencia de perder tu dignidad, en algún momento comenzarás a darle a tu pareja todo lo que tienes de forma desmedida.
Ser entregado y atento es noble, pero ¿estás recibiendo la misma atención y compromiso? ¿Te estás permitiendo vivir el placer de sentirte valorado?
5. Pasar tiempo a solas te aterra
¿Has seguido pasando tiempo contigo mismo desde que inició tu relación de pareja, o todo empezó a girar alrededor de ella?
Pasar tiempo a solas es una experiencia de autodescubrimiento a la que no deberías renunciar por nada. Si lo haces, es porque estás practicando el amor sin libertad y debe saber que el proceso de duelo será doblemente doloroso en caso de que la relación termine y te costará un mundo volver a tener una “vida normal”.
Conoce aquí el paso a paso para vencer la dependencia emocional
¿Cómo dar la vuelta a la situación?
¿Has estado cometiendo alguno de estos errores? De ser así, ahora sabes el trasfondo y cómo todo esto podría llevarte a perder tu libertad.
Ahora, ser consciente de la dinámica que tienes en pareja ya es un paso importante. Lo que puedes hacer a partir de ahora es promover la equidad en la relación, permitirte ser agasajado y atendido. Además, es importante que tanto tú como tu pareja tengan una vida propia fuera de la relación: sitios para visitar, personas con quienes compartir y pasatiempos personales.
En lugar de ver la separación como un castigo, piensa que tener su propio espacio también hará que ambos se extrañen más, y que la relación se mantenga fresca, amor sin libertad no es amor.
Extraido de: Editorial Phronesis
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Referencias:
“Understanding Attachment and Its Consequences”. 2021. Psychology Today. Disponible: https://www.psychologytoday.com/intl/blog/moral-landscapes/202101/understanding-attachment-and-its-consequences
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Los apegos conducen al sufrimiento y te quitan la paz interna. Si te aferras a personas, cosas, etc… estás destinado a sufrir, pues algún día irremediablemente desaparecerán o cambiarán de forma.
Cuando nos despegamos del resultado es cuando las cosas se manifiestan. Pero también debes tener en cuenta que si esperas algo y no sucede debe haber una buena razón para que así sea. Sólo con el paso del tiempo te das cuenta que aquello que no ocurrió tenía su razón de ser.
¿Cómo liberarse de los apegos? Os proponemos un pequeño ejercicio para practicar el desapego:
Comienza pensando en esta pregunta:
¿Alguna vez has perdido algo en tu casa?
Lo más probable es que Sí. Seguramente al principio te desesperas, pero después pasan las horas y lo das por perdido del todo. Al cabo de un tiempo lo encuentras «por casualidad» y te das cuenta que has podido «sobrevivir» sin ese objeto.
Pues te proponemos que cojas cualquier objeto: un libro, una prenda de ropa… y lo des a la caridad. Puedes empezar con cosas que no tengan un gran valor sentimental para ti y luego puedes ir aumentando la intensidad del ejercicio con objetos que signifiquen algo para ti.
Debes ir poco a poco pues el objetivo es que te acostumbres a desapegarte y no que sufras.
Puedes tomar cada objeto que entregas como una victoria, un paso más en el camino a tu liberación de los apegos. También puedes llevar un pequeño diario con los avances que has hecho.
Hay otras técnicas para el desapego que podrías practicar también como la meditación o el Mindfulness. Recuerda que debes avanzar cada día un poco más para ver los resultados.
Además si deseas entrenar tu mente para vivir con libertad, coherencia y libre de bloqueos físicos y emocionales te proponemos el programa de Curación Cuántica con técnicas que te ayudarán a llegar a tu objetivo: encontrar la paz y el bienestar.
Redacción Instituto Draco
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En estos días de confinamiento nos están martilleando con una misma idea en la conversación pública, una apreciación tan falaz que provoca estupor que no haya sido cuestionada o incluso caricaturizada, puesto que habla muy mal de nuestra condición de animales racionales. También confirma cómo los lugares comunes a pesar de su absurdidad cohabitan a sus anchas en nuestros imaginarios. La idea que se ha instalado cómoda y acríticamente en las ágoras mediáticas y en el folclore del hablar cotidiano es que el coronavirus nos ha hecho tomar conciencia de que somos seres vulnerables e interdependientes. Siento disentir. En mi caso, pero asimismo en el de muchas personas a las que conozco muy bien, llevamos muchos años siendo muy conscientes de que somos seres muy vulnerables e interdependientes, exactamente igual que todos los demás. En mis cursos y conferencias es una idea que zigzaguea por todos lados al margen de cuál sea el contenido específico del que vaya hablar. En mis artículos ocurre lo mismo. Mi primer ensayo lo bauticé como La capital del mundo es nosotros, y foma parte de una trilogía cuyo título patentiza cómo la vulnerabilidad y la interdependencia son dos de los yacimientos filosóficos en los que más veces irrumpo para entender algo la vida y entenderme un poco a mí: Existencias al unísono. Soy tan consciente de la vulnerabilidad que para no destrivializarla suelo repetir que no hay nada más excitante que la tranquilidad. La tranquilidad es el momento en el que la vulnerabilidad se remansa y relaja su incordio. Relajarlo no significa que desaparezca. La vulnerabilidad no desaparece jamás porque es una condición constituyente de la vida humana.
En una entrevista realizada hace unos días en La Marea le preguntaban algo parecido a la filósofa y activista Marina Garcés. «¿La alerta sanitaria no ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad humana?». «Me sorprende que haya tanta gente repitiendo esta frase, desde filósofos hasta Antonio Banderas. Me pregunto qué vidas tenían y qué realidades conocen quienes lo afirman. ¿No tienen personas mayores dependientes en sus familias? ¿No conviven con personas discapacitadas o con trastornos mentales? ¿No conocen la realidad altamente vulnerable de muchos barrios y territorios de nuestras ciudades? ¿No sufren el impacto de los cánceres y otras patologías debidos a factores ambientales y sociales? La vulnerabilidad y la interdependencia ya estaban, cada día, como realidad cotidiana para la mayoría. ¿Qué nos impedía verlas y pensarnos desde ellas?», es la contestación de la siempre lúcida Marina Garcés. Vulnerabilidad es la cualidad de vulnerable, y vulnerable significa que uno puede ser herido o lesionado tanto física como moralmente. La vulnerabilidad es muy palmaria en los primeros y en los últimos tramos de la vida, en la desprotegida infancia y en el desvalimiento de la senectud, pero en el vasto tracto de tiempo que transita de la cuna a la tumba afloran múltiples episodios en la biografía de las personas para advertir nuestra condición de sujetos que podemos ser heridos, lesionados, magullados, desamparados, afectados, traumatizados, o directamente finiquitados.
Basta con padecer una enfermedad, la avería de alguna parte del cuerpo, la propia e imparable decrepitud de la carne, o sufrir un capítulo que malogre nuestras expectativas y las convierta en desmerecidas para nuestros planes, para sentir muy vívidamente cómo la vulnerabilidad se apropia de nosotros como praxis humana y nos asedia con un despotismo que desoye nuestras súplicas, se burla de nuestra autoridad y a veces incluso nos puede causar tanto daño que nos provoque la inapetencia de vivir. La vida humana es vida compartida porque muy pronto nuestros ancestros advirtieron que los hitos en los que se presenta descarnadamente la vulnerabilidad se combaten mejor con recursos cooperativos. Precisamente la cooperación entre actores para construir tejido conjuntivo delata una de las paradojas más increíbles y más fabulosas de la agenda humana. Gracias a que somos seres interdependientes podemos aspirar a ser seres autónomos. La interdependencia nos ayuda a la satisfacción de las necesidades, y precisamente poder satisfacerlas abre paso al territorio de los fines, aquello que uno elige y articula para orientar y brindar de sentido su propia existencia. Solo podemos acceder al reino de la libertad si tenemos colmado el de la necesidad. En este tránsito siempre provisorio la interdependencia es medular como estrategia de maximización para contrarrestar nuestra vulnerabilidad. Para verlo se necesita visión de conjunto. Esa visión inalcanzable para la miopía individidualista y los credos que la profesan.
José Miguel Valle. Escritor y filósofo
Imagen portada : Obra de Carmen Pinart
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A partir de una situación en particular que ya describiré, me referiré a las decisiones verdaderamente difíciles que todos hemos tenido que enfrentar muchas veces en nuestras vidas. Pero, que una decisión te resulte en realidad difícil, probablemente no tiene que ver con miedos, inseguridades o asociado a temas valóricos o éticos, sino frecuentemente debido a pensamientos erróneos.
A continuación, describiré con bastante detalle la situación laboral de Amanda, la cual irremediablemente terminará en una toma de decisiones.
Desde hace un tiempo a esta parte, principalmente gatillado por situaciones laborales, las cuales también repercuten en su vida personal, Amanda pasa por diversos estados de ansiedad, angustia, estrés, confusión, decepción, frustración, impotencia y enojo. También ha vuelto a tener problemas de insomnio, o al menos de poco dormir, a pesar de la medicación que utiliza de manera no tan constante. El baile tropical que tan bien le hace, lo deja, retoma y vuelve a abandonarlo. El senderismo y otras actividades que le desocupan la mente de sus preocupaciones, tampoco las realiza de manera perseverante. Logra distraerse un rato, viendo algunas series o películas en Netflix casi a escondidas para no sentirse culpable, sumergida en su fiel acompañante de tantas batallas e intimidades: su teléfono celular. Hace rato que no dedica suficiente tiempo a unos buenos libros, y le encanta leer. También le gusta conversar, pero no mucho en aquellas reuniones sociales donde deba mostrar demasiado de su intimidad.
No sólo sus ojeras la delatan, también momentos de mal humor, el que no es parte de sus rasgos de carácter, ya que es más bien realista, seria y serena, características propias descritos para Virgo por los astrólogos. Eso sí, viene equipada con variadas altas inteligencias y una dulzura de carácter muy especial. No demasiado a menudo su autoestima anda por los cielos.
¡Es que no tiene tiempo para nada, ya que además de su trabajo, posee al menos otras cinco agendas que incluyen hijos, esposo, cosas que fallan en la casa, familia restante, amigos, entre otros, que implican otras preocupaciones y ocupaciones!
Desde que egresó de la universidad hace ya un cuarto de siglo atrás, casi toda su vida laboral Amanda la ha realizado en una importante asociación gremial, trabajando siempre en comunicaciones, inicialmente realizándolo casi sola en esa área, para luego crecer profesionalmente junto a la organización y la profesionalización. Hoy gerencia el área, posee un importante equipo de personas a su cargo y muchos desafíos y problemas con los cuales lidiar, porque la asociación seguirá creciendo y ello, trae consigo variados cambios y ajustes, no siempre sin dolor para las personas involucradas. En esta última década, la estructura de la asociación no sólo creció y profesionalizó, sino implementó procesos de gestión más propios de la empresa privada.
El anterior Gerente General de la asociación, quien lideró la mayoría de esos cambios estructurales profundos, si bien era orientado a la tarea, poseía un estilo de liderazgo con características transformacionales y “laissez-faire”. Su sucesor, si bien también manifiesta un estilo de liderazgo transformacional, lo materializa con un énfasis mucho más transaccional, a veces autocrático.
El estado de ánimo y con efectos en la salud de Amanda ya descrito anteriormente, es influenciado en buena medida por esta situación en el trabajo: el tipo de liderazgo de su jefe y con ello de paso, la enajenación del espíritu que debiera primar en una institución gremial. Si bien estas características autocráticas ella no las vive tan directamente, sí en su rol, porque afectan a otras personas en el estilo de comunicación, también interna, que trata de implantar su jefe.
Amanda no escribe listas con los “pro y contra”, pero si sopesa y trata de diferentes maneras para averiguar cuál sería la mejor decisión, es más, cuál debiera ser su comportamiento en ello. En su mente busca más opciones y soluciones, pero ninguna de ellas realmente la empuja hacia adelante.
Ruth Chang, una filósofa estadounidense de origen asiático, explica en pocas palabras cómo tomar decisiones difíciles, por qué nuestra búsqueda de la decisión correcta a menudo no funciona. Al menos no surte efecto con un cierto tipo de decisiones.
Ver video: Ruth Chang
Lo que es real, es que hay decisiones donde ninguna alternativa es definitivamente mejor que la otra. Estas son las llamadas decisiones duras o difíciles, donde para una alternativa hay elementos de similar peso a favor y en contra, pero para otra alternativa también. Esas son las decisiones en donde, a pesar de la mejor de las intenciones, no puedes descubrir cuál es mejor.
Y eso no depende de ti, sino generalmente porque simplemente no hay una opción de decisión que sea claramente mejor que la otra. Si una opción fuese mucho mejor que la otra, ya no sería una decisión difícil.
La dificultad aparente para Amanda era que las opciones que había elucubrado en su mente, las valoraba de manera similar, en lo bueno y en lo malo. Las diversas alternativas de decisión representaban valores diferentes, que eran importantes para ella a la hora de tomar una decisión compleja.
Por ejemplo, sentía que tenía una necesidad ética de no abandonar el barco, ya que con los años que llevaba trabajando ahí, había entusiasmado a muchos marineros, maquinistas y oficiales para que postularan y se subieran al buque. En contrapartida, estaba – en sus ojos – un “antivalor” que representaba el management autocrático, ya que en su forma de ver la vida, atentaba en contra de la finalidad del ser humano: la felicidad.
También la seguridad laboral y aún necesarios ingresos monetarios que requería para su familia chocaba con la libertad de expresar su opinión y postura con lo que sucedía y percibía en la asociación, tanto en el ambiente laboral como en la manera que se desdibujaban crecientemente los principios orientadores de la organización. Sin embargo, si no decía nada, quizás de igual manera podía perder su trabajo, por mostrar flaquezas en otro tipo de decisiones que ella no compartía, pero no exteriorizaba abiertamente, sino sólo en no avanzar o actuar como su jefe esperaba de ella. Así…, había algunos otros valores que estaban en contraposición en una u otra alternativa de decisión, acerca de qué hacer al respecto.
El dilema de Amanda…, sí, ahora sabía que las razones por las cuales le costaba tanto tomar una decisión:
- No poseía ninguna opción claramente mejor que la otra. Ninguna de las alternativas que había pensado eran casi igual de buenas o malas.
- En cada opción de decisión había algo distinto que para ella era muy importante en su esencia valórica. Y justamente ese valor o principio, no se lo ofrecían otras opciones, las que a su vez incluían otros valores distintos igual de importantes para ella.
¿Entonces…, qué?
Sí, claro, grandioso saber que ello era así, pero tampoco le ayudaba a resolver su dilema.
Ruth Chang dice, que en decisiones difíciles se trata de una pregunta totalmente distinta y determinante en la forma de abordar este cuello de botella:
NO: ¿cuál es la mejor decisión?
SI: ¿qué persona quiero ser?
¿Cómo es que esta pregunta le podía ayudar a Amanda respecto de su difícil decisión?
Amanda pensaba…: “Yo tengo claro qué tipo de persona quiero ser, justamente por esa claridad acerca de mis valores es que estoy en este dilema, esta encrucijada compleja y dolorosa, aunque en mi foro interno a veces igual me encuentro a mi misma demasiado estricta y rígida!”
Si Amanda se volvía a preguntar qué tipo de persona querría ser, sería posible encontrar las razones eran más importantes para ella. Al reflexionar y poner en evidencia lo que ella quería ser como persona, también era factible definir el tipo de decisiones que calzaban de mejor manera con esa persona.
Algunas de las alternativas posibles que pasaron por la mente de Amanda:
- Exponer muy claramente sus argumentos, con lo cual sería fiel a sus principios y lealtad a los colaboradores, pero confrontando a su jefe.
- Aguantar así varios años más: a) hasta poseer mayores reservas económicas, tratando de mantener su cargo, adaptarse a los posibles cambios estructurales venideros, e intentar reparar lo mejor posible los eventuales daños, b) con la esperanza que sean muy pocos y se produzca algún cambio de actitud a motu propio de su jefatura, o un cambio de persona en el cargo.
- Buscar otro empleo y presentar su renuncia una vez que lo tuviese definido:
- ¿Manteniendo el statu quo?
- ¿Exteriorizando su malestar y diferencias?
- Iniciar una actividad de manera independiente
- ¿De tiempo completo o parcial?
- ¿Trabajando fuera de su hogar o dentro de su hogar?
Ahí fue donde Amanda tomó consciencia de que en ese momento ya no estaba supeditada a definir cual alternativa era mejor, sino los motivos que eran más importantes para ella en cada alternativa. Y no racionalmente, sopesando los pros y los contras o bien, las ventajas y desventajas, sino decidiendo que persona prefería ser en el trabajo.
En una primera aproximación, Amanda resumió sus motivos en el tipo de persona que ella quisiera ser en el trabajo, definiéndola como una asociación donde los asociados sean el verdadero foco, que el aprendizaje continuo con un enfoque colaborativo sea un desafío permanente, un lugar en que confiemos en el trabajo de los colaboradores, pero a la vez responsabilizándonos de los resultados, promoviendo a la vez un equilibrio entre trabajo y vida personal”.
¿Eso es intimidante?
Tal vez.
Porque si admitimos que no hay una mejor alternativa, si somos honestos y decimos: sólo yo puedo decir que tipo de persona quiero ser. Luego nos hacemos responsables de nuestras decisiones. No la asociación, no la empresa, no la pareja o los padres, amigos, colegas, el jefe.
Eso puede ser un poco aterrador. Porque a menudo queremos pistas claras: correcto, incorrecto, bueno, malo, significativo, sin sentido…
Pero asumir la responsabilidad de estas difíciles decisiones también significa ser libre. Ser verdaderamente libre de dar forma a la vida. Amanda ya no es tan libre, porque perdió esa libertad si persevera en el statu quo, pero, es más, también perdió libertad en su vida personal, no tiene espíritu para bailar, entre otros…
Hoy, mientras escribo este artículo, Amanda aún está procesando sus definiciones muy auto-responsablemente, sopesando sus propios motivos en esta difícil decisión, tomando nuevamente las riendas para seguir dando forma a su vida. Y eso, la llevará la vida que ella realmente quiere llevar.
Tal como Amanda, pregúntate frente a una decisión difícil:
Si elijo la Alternativa A,
… ¿cómo sería mi vida?
… ¿cuánto me gustaría ser esta persona?
… ¿cuánto cambiaría eso mi vida? … ¿Qué persona me gustaría ser?
A medida que avances por cada una de las alternativas, te harás una idea más precisa de si quieres ser esa persona.
Pruébalo. Este pequeño experimento mental quizás te dé el impulso crucial para tomar con éxito una decisión difícil, de tal manera que vivas cada vez más y mejor la vida que realmente quieres vivir.
Ricardo Gevert – Adm. Industrial
www.gevert.com
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Si tienes una pareja que en vez de darte motivos de alegrías te genera angustias y dolor emocional. Si viven discutiendo, si te critica y hace sentir inferior, si te maltrata física o psicológicamente y tú no has sido capaz de poner límites para protegerte, este articulo es para ti. Conoce los consejos que dan las personas que han logrado salir de una relación tóxica.
Puede suceder que aunque nuestra pareja nos genera más sufrimiento que placer, a pesar de que nos maltrata y descalifica nos quedamos atados a esa relación. Nos inventamos razones para no terminar, a veces hasta le justificamos o mantenemos la esperanza de que va a cambiar solo porque nosotros le amamos incondicionalmente. Con frecuencia preferimos sufrir a su lado a la soledad de terminar con esa relación tóxica.
En Phrónesis, entrevistamos a personas que lograron salir de una relación tóxica. Entérate de lo que nos contaron y los consejos que te dan.
Tere, 37 años. Debes poner límites. Hay que saber hasta dónde aguantar por amor.
Llevaba dos largos años viviendo con R. Él bebía demasiado, apostaba y me quitaba mi dinero. Traté de ayudarlo hasta que entendí que es un enfermo. Para salvarme, debía terminar con esa relación o arruinaría mi vida. Un día me agredió fisicamente y vi la gota que derramó el vaso. Ese mismo día me mudé con una amiga y he sido tajante, aunque me duela no lo volveré a ver. ¿Si no soy feliz con una pareja para qué la quiero?
Ariel, 35 años. Primero debes estar tú. No puedes querer a nadie más de lo que te quieres a ti mismo.
10 años de noviazgo, le propuse matrimonio pero ella siempre ponía excusas, su trabajo, su realización profesional. Apenas nos veíamos, era una relación de fin de semana. Ella era fría, estaba de mal humor pero yo me negaba a verlo, era su perro rastrero hasta que me enteré que tenía otro. A las dos semanas de sufrimiento entendí que aunque la amaba no podía quererla más que a mi mismo, rompí toda comunicación con ella. Ahora me siento mejor.
Rosa, 23 años. Me di cuanta que el miedo no es amor
Era mi primer novio formal, 10 años mayor que yo, divorciado. Yo tenía 19 años. Desde el principio me decía hasta como vestirme y a quien podía tratar. Me revisaba el teléfono. No era violento fisicamente pero yo le tomé miedo con el tiempo, me volví insegura. Se lo conté a mi tía y ella me dijo que eso no era normal. Me di cuenta que el miedo no es amor, así que decidí terminar. Busqué ayuda de mis padres y de la policía porque él no me dejaba en paz.
Marian, 38 años. Recuperar la autoestima, buscar ayuda:
5 años de relación y yo sentía que era el último hombre, como si no existiera otro. Mantenía la esperanza de casarnos, claro él tenía que divorciarse primero, algo que nunca haría, pero yo me negaba a verlo. Él se perdía meses, luego regresaba y yo lo aceptaba. No tenía dignidad ni amor propio. Una amiga me recomendó una psicóloga para recuperar mi autoestima. Empecé terapia y a los tres meses lo eché de mi vida. Lamento el tiempo perdido.
Deli, 45 años. Lucha por ser feliz. Nunca es tarde:
Me casé muy jovencita por un embarazo no planificado. Mi marido era un verdadero monstruo, agresivo y amargado. Yo aguantaba, porque estaba enamorada, después por el compromiso de los hijos. Un día me vi con 40 años, mis dos hijos grandes en la universidad y yo a merced de un déspota, me miré al espejo y me sentí todavía joven, hablé con mis hijos y me apoyaron. Decidí divorciarme, buscar un trabajo, independizarme. Ahora soy feliz.
Hoy puede ser el día para recuperar tu libertad, hoy puedes romper esas cadenas emocionales que te atan a esa relación tóxica. ¿Qué más vas esperar para hacerlo?
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“Mi hijo se sentó/gateo/camino unos meses más tarde que sus amiguitos… el pediatra me dice que lo lleve a clases de estimulación temprana” 😱😱😱
Si, y quizás luego cuando esté cursando los “terribles dos” te digan que tiene THDAH…
Que estimulación necesita tu bebe? Tiempo de calidad, presencia plena, Libertad para explorar el mundo, dejarlo meterse cosas en la boca (bajo supervisión), dejarlo intentar aunque se caiga, sacarlo mucho a explorar en la naturaleza, cantos, cuentos, mimos.
Necesita un gimnasio de bebé de 100€ y mucho plástico? NO! Es suficiente dejarle a la mano objetos variados comunes y seguros de texturas y tamaños diferentes que agarrara cuando su cuerpo y su coordinación se lo permitan, impulsado por su propio deseo y curiosidad.
Necesita ir a la guardería para socializar con otros bebés? NO! necesita el contacto amoroso de mamá y/o papá que es el primer tipo de socialización y sostén emocional ante la realidad… si lo sacan seguido a pasear seguro vera a otros niños e interactuara si así lo desea.
Necesita clases programadas y armadas? NO! Necesita un ambiente cálido y adaptado a sus necesidades e intereses en su hogar.
Necesita el último juguete de Fisher Price que le enseña palabras? NO!, necesita que le hables mucho. Escuchándote aprenderá, por lo que mientras más amplio sea tu vocabulario mejor para tu bebé.
Entonces son malas las clases de estimulación temprana? No, simplemente NO SON NECESARIAS e incluso son mucho menos eficaces y orgánicas que lo que te mencione anteriormente para estimular. Además estamos forzando a la criatura a hacer cosas que quizás no quiere o no está preparado para hacer y a costa de que? De que camine a la misma edad que su primo? Para cumplir las expectativas de quien?
Cada niño tiene sus tiempos, varían mucho. Quizás nunca termine gateando como en los comerciales y se arrastre como perrito, quizás hable antes que su hermano y se largue a caminar mucho después del año. Los parámetros son eso: parámetros y tienen márgenes saludables y mientras no se alejen demasiado de la media no hay porque intervenir, más bien hay que aprender a ESPERAR.
Procura contar con una pediatra que tenga en cuenta la particularidad de cada niño.
Por Ana Acosta Rodríguez, Mamá Minimalista
Facebook: @mamaminimalista
Fuente: mamaminimalista.net
Instagram: Nutri_mama
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Una señora de 86 años que participó en mi última aventura que lleva el nombre de esta columna, me dijo al terminar un taller : “ ojalá Pili, que la muerte me encuentre siendo lo más YO posible”. Esa frase que es como un ícono de mi nuevo libro es un deseo que debiéramos tener todos en lo más profundo de nuestro corazón y que no solo se quede ahí sino que se ejecute en un trabajo personal diario que nos acerque a nuestra mejor versión en todo el sentido de la palabra.
Trabajar en este camino implica tener momentos de silencio para mirarnos, romper y preguntarnos por los mandatos que gobiernan nuestra vida y que nos limitan, evaluar cómo está nuestra expresión de emociones y analizar todas aquellas situaciones que nos quitan paz.
Quizás todo se resume en la palabra conciencia, y sobre todo conciencia de presente, de estar donde estamos y no con el cuerpo en un lado y la cabeza y el corazón en otro.
Este es un camino hermoso que yo he empezado a caminar después de mucho dolor y aprendizajes que espero hayan dejado huella en mi alma para ir todos los días acercándome a mi mejor versión.
Además de invitarlos a leer mi más reciente caminata, quiero desearles que seamos capaces de ganarle a los miedos, las culpas y todas aquellas cosas que igual que una cebolla van generando capas que cubren nuestra esencia y que nos impiden ser lo que somos. Algunos podrán hacer este camino solos , otros como yo hemos necesitado ayuda pero la aventura de sacarnos todo aquello que nos quita La Paz es algo que le da sentido a este hermoso proceso de vivir.
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Pocas veces las personas se paran a reflexionar sobre su verdadera naturaleza ni a hacerse preguntas sobre lo realmente importante en la vida. En general, esas preguntas solo aparecen ante crisis o reveses, ante los cuales seguir instalados en la rutina como si la existencia se redujera simplemente a eso, ya no resulta posible.
Quizás debiéramos aprovechar aprendizajes ajenos a través del ejemplo de otras personas, antes de vernos sumidos en una emergencia, y vernos forzados a sacar lecciones y tener que demostrar quiénes somos de verdad. A veces resulta más fácil comprender nuestras propias capacidades a través de la historia de otra persona, especialmente si la historia de esa persona es impactante. Un claro ejemplo de esto apareció hace un tiempo en un artículo del New York Times sobre cómo Alemania cambió el nombre de una base militar para honrar a un sargento de la Segunda Guerra Mundial. Este sargento en particular, Anton Schmid, era un electricista austríaco forzado a enrolarse en el ejército alemán durante la guerra, y fue enviado a Lituania. En el verano de 1941, los nazis lanzaron una campaña genocida de asesinatos en masa y deportaciones a campos de exterminio que, en tres años, asesinó sistemáticamente a unos 180.000 judíos, es decir, alrededor del 94% de los judíos que vivían en Lituania.
Schmid, siendo testigo de tan tremenda barbarie, decidió desobedecer a sus oficiales superiores y ayudó a más de 250 hombres, mujeres y niños a escapar, escondiéndolos y proporcionándoles documentos de identificación falsos. Terminaron por descubrirle, le arrestaron y fue ejecutado por los nazis debido a dichos actos.
Las acciones del sargento Schmid revelan el asombro y el dolor de lo que significa comprender la verdadera humanidad que yace en cada uno de nosotros. Mientras estaba en la cárcel esperando ser ejecutado, Schmid le escribió a su esposa el horror de ver a los niños golpeados mientras eran llevados a los guetos para ser fusilados: «Ya sabes, tengo un corazón blando. No podía pensar y tenía que ayudarlos». Estas palabras capturan el repentino florecimiento de una profunda madurez y altruismo, provocados por un reto al que ninguno de nosotros querríamos enfrentarnos jamás. En una de las muchas paradojas que tiene la vida, presenciar los actos de inhumanidad de los nazis fue la oportunidad que permitió que Schmid tuviera un comportamiento de una valentía y generosidad impresionantes.
Este impulso a la ayuda espontánea parece surgir de la esencia de la naturaleza humana. Sucede cada día entre familiares, amigos e incluso entre extraños. Pero la historia de Schmid se destaca porque muy pocos acudieron en ayuda de los judíos de Alemania en esos terribles años, y porque no solo conllevó su muerte, sino que también murió como traidor a los ojos de su gobierno y su país.
«Simplemente me comporté como un ser humano», escribió Schmid en su última carta a su esposa. Ojalá cada uno de nosotros podamos comportarnos con ese coraje, integridad y dignidad cuando nos enfrentemos a los desafíos que se encuentran en el camino de nuestra vida.
Roger Cohen, el periodista que escribió el artículo sobre Schmid, citó al ministro de defensa de Alemania en el discurso de dedicación de la base militar: «No somos libres de elegir nuestra historia, pero podemos elegir los ejemplos que tomamos de esa historia».
¿No se aplica esto igualmente a nuestra historia personal? No podemos elegir muchas cosas de nuestra historia personal: la genética, el azar, las circunstancias de nuestro entorno… Pero sí podemos elegir nuestras acciones, y esas determinarán en quiénes nos convertimos como seres humanos.
Para usar otro ejemplo de la Segunda Guerra Mundial, el psiquiatra Viktor Frankl en su libro El hombre en busca de sentido escribió: «Nosotros, los que vivimos en campos de concentración, podemos recordar a los hombres que caminaron a través de las chozas para consolar a los demás, regalando su último pedazo de pan. Pueden haber sido pocos en número, pero ofrecen pruebas suficientes de que todo puede ser quitado a un hombre, salvo solo una cosa: la última de las libertades humanas, la de elegir tu actitud y tu comportamiento ante cualquier circunstancia». En estos tiempos revueltos donde las personas se dejan arrastrar como si no tuvieran voluntad, estas palabras pueden ser de un valor incalculable.
Autora: Mónica Esgueva
Fuente: El Huffington Post
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No me referiré a los cambios legislativos que en uno u otro país estén en curso, los cuales evidentemente darán mayor protección y un marco jurídico para un trato más justo con las mujeres, contrarrestando en parte aquellos comportamientos machistas y micro-machistas muy evidentes y visibles. Estos ponen a la mujer en una posición inferior a la del hombre en lo jurídico, social, económico, familiar y entre amigos, incluso en peligro de muerte debido los malos tratos.
No soy tan amigo que hablar acerca de trato igualitario, ya que eso es utópico, incluso entre hombres. Por ello prefiero hablar de trato justo para la persona, libertad de elección, sea mujer u hombre, neutralizando crecientemente una discriminación peyorativa. Tampoco me referiré a ciertos iconos sexistas burdos recientemente vistos en Chile, los que debieran ser efímeros y al igual que en sociedades culturalmente más evolucionadas, prevalecerá el cambio gradual, sobre todo gracias a la inteligencia y fortalezas de la mayoría de las mujeres.
La vida me ha permitido cultivar siempre una buena, fluida y empática relación con las mujeres y dentro de ello no habré descubierto ni dicho nada nuevo, cuando afirmo que sin lugar a dudas lo más complejo de modificar es cultural, tanto en la mujer como en el hombre. Lo que sí he descubierto es un montón de talentos, virtudes y capacidades en muchas mujeres, sin embargo, a la mayoría de ellas les cuesta desarrollar la confianza y la superación de temores, para lograr empoderarse con gran seguridad en ellas mismas en las más diversas actividades.
Si bien en todo el mundo las mujeres superan a los hombres en los resultados académicos, tanto escolares como de educación superior, todavía existe una gran desigualdad en las oportunidades profesionales y de trabajo. La emancipación de las mujeres, es decir, el aumento de oportunidades de elección y decisión, progresa en todos los países del mundo, pero se manifiesta de diferentes maneras en diferentes sociedades. La transformación económica, acompañada de la creciente necesidad que todos – mujeres y hombres – encuentren un buen medio de ingreso, ayudará a impulsar decisivamente la megatendencia del cambio femenino en los próximos años…, no así las imposiciones gubernamentales o estatales, como piensan ilusoriamente algunas personas. A pesar de los problemas, nunca antes habíamos tenido una generación de mujeres tan ambiciosas como hoy: no sólo ambición de hacer carrera o dinero, sino de salud, de armonía, de libertad de elección y decisión, de bienestar general, de equilibrio emocional, entre muchos otros. La mayoría de ellas también están convencidas que tendrán una mayor independencia, libertad y oportunidades que sus madres. El aumento de opciones en la sociedad, las cuales irán “in crescendo”, también son y serán cada vez mejor abordadas con éxito por mujeres.
La creciente autoestima de la mujer, por supuesto, también afecta e influenciará en el futuro la elección de pareja, así como la forma en que se llevan a cabo las relaciones. El cambio en la familia y el ajuste de roles de género conducirán a intensificar movimientos en el campo de tensión de amor, sexo y pareja. No sólo los modelos a seguir, sino también las identidades de género se están difuminando en los bordes. La codificación de la intimidad y el romance cambia. La creciente aceptación de nuevas estructuras para la sexualidad y vida en pareja son empujados desde los nichos hacia la corriente principal. “Vivir separados estando juntos”: según varios estudios recientes en diversos países en Europa, cada octava a novena pareja joven vive separada (sobre un 40% de entre 16 a 29 años de edad). En América Latina ello aún no debiera sonar tan excepcional, ya que muchos hijos siguen viviendo hasta al menos los 24-25 años de edad con alguno de sus padres. Eso también cambiará. Casarse es cada vez menos frecuente, al menos por alguna iglesia. Separarse y/o divorciarse, es cada vez más frecuente, mientas el matrimonio expansivamente deja de ser una condición para tener hijos, propios o adoptados. También crece la normalidad y visibilidad de mujeres que educan solas a sus hijos.
No debieran estar lejanos los tiempos en que del mismo modo que en Europa,un alto porcentaje de las mujeres latinas – también – encuentren su autorrealización en el trabajo. Para los hombres, esto no sólo significa aceptar que el trabajo de su pareja es más importante de lo esperado, sino también darse cuenta de que ellas necesitan hacer y lograr más en el trabajo para mejorar el bienestar para la familia (bienestar es un tema tan complejo de definir como éxito, es muy personal). En algunos países, ya es clara la tendencia que los hombres comienzan a trabajar tiempo parcial y dedicar más tiempo a temas de familia. Aquí en Chile, también existen aún débiles señales que ello pudiese evolucionar. De este modo, es muy factible que se produzca una enorme brecha entre el deseo y la realidad, ya que en la práctica sigue existiendo la discrepancia, de que en aquellos casos donde la mujer trabaja a tiempo completo y el hombre a tiempo parcial, mucho más de la mitad de las tareas familiares siguen siendo resueltas por la mujer. Esas son las cuatro, cinco o seis agendas de esas mujeres, que a la larga no podrán sustentar de esa forma, al menos sin enfermar de algo severo. ¡El hombre deberá cambiar!
El rol de madre sigue siendo la primera prioridad en la mayoría de las mujeres, no sólo la latina, también la europea o la asiática, pero la minoría de ellas quieren realizar el antiguo rol de “dueña de casa”. Sociedades como las escandinavas, han reflejado un aumento del número de hijos desde que ambos trabajan generando ingresos. Ello en parte se explica por el mejoramiento económico de esas familias, pero también por las facilidades que otorgan los empleadores a madres con niños pequeños.
Cada vez más mujeres llegan a ocupar lugares de liderazgo en las empresas, en la política u otras organizaciones. Me atrevo a vaticinar que ello seguirá en rápido ascenso. Países como Australia, Alemania, Holanda, Suecia y Noruega lideran ese proceso. Sin embargo, incluso en dichos países el nivel salarial aún no es equivalente, al menos para responsabilidades, tareas, objetivos a cumplir, incluso ante rendimientos similares. Es un proceso que pienso que puede acelerarse y la sociedad requerirá de ambos estilos de liderazgo, el más masculino y el más femenino (no entraré en el análisis de diferencias, sería muy extenso…).
¿Por qué este cambio ha sido lento? Probablemente porque muchas mujeres han imitado demasiado los estilos de liderazgo de los hombres, es más, han estudiado modelos de liderazgo ideados por hombres para hombres. En la medida que las virtudes inherentes al género femenino se potencien con las competencias de la persona mujer, estaremos frente a la evolución acelerada del cambio, donde el futuro de nuestras sociedades sea dirigido por mujeres. El cambio de estrategias personales de las mujeres en sus trabajos actuales y futuros, serán determinantes para avivar este proceso, no sólo para mujeres que quieran acceder a puestos directivos altos, sino también las que busquen armar su propio negocio y aquellas, cuya ambición está más en su autorrealización personal a través de las tareas o la vocación que despliegan en su trabajo. ¡Está en manos de las mujeres, si se deciden realmente, estratégicamente, aunque les suene masculino!
Este tren ya partió hace unas pocas décadas en algunas sociedades, por lo cual estoy convencido que antes de mediados de este siglo, llegará el turno claro y persistente a las mujeres y ello, también nos cambiará el mundo a los hombres. Ello generará nuevos mercados curativos y de apoyo para lograr cambiar al macho proveedor estresado e irascible, en un «nuevo» hombre, gracias a las mujeres, por el bien de la sociedad y las familias.
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Los estudios revelan que cuanto mayor es la autonomía laboral de los empleados mayor satisfacción obtienen estos de su trabajo y mejores resultados obtienen los empleadores.
Para muchas personas que han crecido en Latinoamérica es difícil dejar de seguir a ciegas lo que le piden sus supervisores y dar rienda suelta a su liderazgo personal. Cuando por generaciones hemos respetado a las personas en posición de autoridad y dado por sentado que eran quienes sabían cómo hacer las cosas, no es simple asumir autonomía laboral. Pero en la actualidad, las mayoría de las empresas busca justamente eso. Empleados que puedan pensar por sí mismos y que sean parte vital de los procesos de innovación. Empleados que cuando les delegan un proyecto lo puedan llevar a buen puerto asumiendo la responsabilidad de cabo a rabo.
¿Qué es la autonomía laboral?
Autonomía laboral es sinónimo de autogestión es decir, es el uso de cualquier método, estrategia o habilidad con los cuales puedas guiar el logro de objetivos de manera independiente. Su importancia radica en que cuando tú misma estableces parámetros tales como el método, criterio y horarios de trabajo logras ejercer mayor control en tu trabajo y por lo tanto lo sientes más satisfactorio. Es por eso que la autonomía laboral está directamente relacionada con mayor compromiso, motivación y resultados en el trabajo.
¿Qué pasa cuando no entiendes como aprovechar la autonomía laboral que te ofrecen?
A diario veo ejemplos de mujeres que no aprovechan la libertad que les ofrecen sus supervisores para demostrar su liderazgo personal y practicar autonomía laboral. A veces esto ocurre como consecuencia de tradiciones ancestrales (como el paternalismo típico de muchos de nuestros países) pero otras, es el resultado de haber contado durante tu infancia y adolescencia con padres que participaban activamente en todos tus proyectos. El estar acostumbrada a consultar con ellos a cada paso te hace propensa a esperar lo mismo de tus supervisores. Entonces, mantente atenta a esta inclinación porque va en contra de la tendencia actual a la autonomía laboral y puede perjudicar tus chances de crecimiento.
Cómo Marisa desperdició una oportunidad de demostrar liderazgo personal
Marisa es asistente ejecutiva en una pequeña empresa que vende productos novedosos. Quiere expandirse al área de comunicaciones así que se alegra cuando su jefe le propone que se haga cargo de las gacetillas de prensa que emite la empresa. En una conversación con su jefe queda claro que Marisa no tiene la experiencia necesaria para el proyecto pero que parte de todo crecimiento profesional implica acepar un desafío y aprender las habilidades que le hacen falta. Deberá tomar cursos de diseño gráfico, de escritura promocional y de edición para producir gacetillas de prensa que llamen la atención y generen historias en los medios sobre los productos de la empresa. Sin embargo al pasar los meses, Marisa no toma los cursos pactados y continúa consultando a su jefe paso a paso intentando descubrir por su cuenta cómo escribir gacetillas efectivas. Nunca asume la autonomía laboral que su jefe esperaba. Como resultado, el proyecto insume mucho más tiempo y energía de su jefe del que él había anticipado. El jefe cita a Marisa a su oficina y le anuncia que traspasará el proyecto a otra persona más calificada.
Marisa, que podría haber demostrado su liderazgo personal si hubiera asumido la autonomía laboral que se esperaba de ella, quedó relegada a su cargo de asistente ejecutiva. Pero además de la pérdida de una oportunidad puntual su jefe perdió la confianza en ella como alguien con alto potencial y como consecuencia es probable que no vuelva a ofrecerle futuras oportunidades de expandir su rol.
6 consejos para hacerte dueña de tus proyectos: demuestra tu autonomía laboral
Es posible que en un principio la idea de tener independencia y libertad de tomar decisiones te asuste porque la responsabilidad final de cada proyecto recae en ti. Pero a medida que practiques tu autonomía laboral te irás sintiendo cada vez más cómoda, más orgullosa de tus logros y feliz en tu trabajo. Usa estas sugerencias para demostrar tu liderazgo personal:
- Ofrécete para llevar a cabo proyectos para los cuales estés un 60 o 70 % preparada. Ten confianza que aprenderás el resto durante la planificación y ejecución del proyecto.
- Asume una actitud de dueña del proyecto. Eres tú quien debe establecer la visión del mismo (la cual debe estar alineada con la visión global de tu empresa), y también quien debe tomar todas las decisiones para concretarlo con éxito.
- Identifica temprano las brechas en tu conocimiento o experiencia y encuentra los mecanismos para superarlos. (Tomar cursos, conseguir mentores, etc.)
- Planifica tu proyecto y establece fechas límites para cada etapa. Pon en calendario momentos claves en los que consultarás con tus supervisores.
- Evita recurrir innecesariamente a tus supervisores. Si surgen dudas antes de las fechas que estableciste en el calendario para reportar a tus jefes, evacúalas con colegas o por otros medios. Usa tu creatividad para obtener asistencia de diversas fuentes.
- Incluye a otros colegas en tus proyectos. Trabajar bien en equipo eleva tu perfil de líder y te da mayor visibilidad.
La mejor manera de crecer en tu carrera es demostrar que contribuyes al crecimiento de tu empresa por medio de tu liderazgo personal y la habilidad de proponer e implementar ideas innovadoras. Si piensas y actúas como dueña de cada proyecto que cae en tus manos y haces uso apropiado de tu autonomía laboral llegarás muy lejos.
Mariela Dabbah es escritora, conferencista y coach. Como Coach por más de 20 años ha apoyado el desarrollo de carrera de hombres y mujeres latinos en USA , Mariela como integrante de la Red de Profesionales de Mundo Mujer comparte en esta web un material muy interesante para ti, todo basado en su experiencia.
Autora del libro “Poder de Mujer”
Extraido de http://redshoemovement.es/
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