¿De verdad es más dificil ser amable que no serlo…? Esta mañana he ido a por antibiótico para mi hijo a la farmacia al lado de casa, iba un poco agobiada porque el pobre tenía mucha fiebre y unas placas del tamaño de Alaska. Tuve una videoconsulta con una pediatra que colgó la receta en mi web personal de Sanitas.
Cuando llegué, de muy malos modos, la farmacéutica me dijo «Esto está mal, ¡así no se hace!» y sin mucha mas explicación me dijo que no me daba el antibiótico pese a mi cara de desesperación. Me fui a otra farmacia donde me atendieron con una sonrisa y me dieron todas las facilidades. Les enseñé la receta en la web y me explicaron que la necesitaban físicamente que si me era mas sencillo se la podía mandar por mail o por whatsapp.
¿La diferencia? Ganar o perder un cliente, ganar o perder reputación e, incluso, sentirse mejor o peor consigo mismo.
Esto me ha pasado hoy en una farmacia, pero sucede continuamente en las empresas. No lo dudes. Siempre te aporta más hacer la vida más fácil a los demás. La aptitud es importante pero la actitud es lo que marca la diferencia.
Sé simpático, a nadie le gusta trabajar con un cenicero.
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El empresario tiene necesidad no solo de conocer técnicas y herramientas para tomar decisiones más acertadas, sino también de otras habilidades subjetivas que matizan y dan el verdadero contraste a su quehacer directivo.
El alto directivo de empresas, ¿debería preocuparse por tener habilidades blandas? ¿O eso es algo que solo se busca en quienes van a hacer un proceso de selección para mandos medios y puestos operativos?
De un tiempo acá, se habla de las hard skills como las habilidades técnicas –genéricas, medibles– que todo profesional debe tener para realizar de manera eficaz su trabajo, y de las soft skills como las habilidades subjetivas e intangibles de relacionamiento –específicas, difíciles de medir– que debe desarrollar para hacerlo de manera eficiente.
Precisamente porque este es el concepto que casi todos tenemos, decidí investigar si hay habilidades blandas específicas para que un directivo tome decisiones más acertadas.
La toma de decisiones es un proceso intelectual humano que hacemos de manera innata y lo realizamos cada vez mejor por la experiencia que vamos adquiriendo en situaciones previas. Por ejemplo, si voy en mi auto y llego a un semáforo en rojo, decido detenerme porque un aprendizaje anterior me ha enseñado que debo hacer eso; y cuando se enciende la luz verde, reinicio la marcha. Pero si previamente he tenido la experiencia, propia o de otro, que en esa esquina un carro que venía por la calle transversal no se detuvo y chocó a quien tenía luz verde para pasar, miraré a ambos lados de la calle para asegurarme de que la situación es segura para reiniciar la marcha. Este proceso de toma de decisiones sencillas ha sido estudiado y desarrollado por filósofos, sicólogos y educadores para llevarlo a decisiones más complejas como las que se dan en la empresa. Uno de estos caminos es el Critical Thinking o Pensamiento Crítico.
Edward Glaser, estudioso de este enfoque, definió el Critical Thinking como “una actitud para disponerse a considerar, de manera reflexiva, el problema y temas que entran dentro del rango de la propia experiencia, utilizando métodos de investigación y razonamiento lógicos y alguna habilidad para aplicar estos métodos”. Glaser considera que “el pensamiento crítico exige un esfuerzo persistente para examinar cualquier conocimiento a la luz de la evidencia que lo respalda y las conclusiones a las que tiende”. Por tanto, el pensador crítico debe buscar adquirir habilidades como la interpretación de datos, análisis de hechos y juicios, evaluación de alternativas y finalmente, la comunicación y explicación del plan de acción. Y es precisamente este camino por el cual los directivos deben enrumbar la toma de decisiones empresariales: pensar en consideraciones relevantes distintas de las presentadas, mirar temas desde diferentes puntos de vista, imaginar escenarios alternativos, y finalmente, actuar con decisión.
¿Y las habilidades duras dónde quedan? Pues son igual de importantes. No es posible tomar decisiones acertadas si no se hacen bien los cálculos numéricos, si no se sabe de cuánto dinero estamos hablando en un determinado negocio. Pero todo esto es parte de las herramientas que el directivo tiene a su disposición para el análisis del contexto en el proceso decisional. Y es aquí donde se ve claramente la necesidad de las habilidades blandas que matizan y dan el verdadero contraste a las decisiones: los criterios no numéricos, como la calidad, la estrategia empresarial, la cultura de la empresa, la responsabilidad social. Y más allá de ellos, están los valores propios que el empresario busca en su vida para sí mismo, para su familia y para la sociedad.
Pero ¿cuáles son estos valores fundamentales que el directivo debe buscar desarrollar no solo como pensador crítico sino como persona? Son la prudencia para analizar los hechos; la templanza para dar el justo peso a los criterios de decisión; la fortaleza para tomar decisiones y actuar; y finalmente, la justicia para juzgar y dar a cada uno lo que le corresponde.
En resumen, para un directivo es importante ser eficaz y eficiente: “siempre hacer los números” y recordar que si se pone un negocio no es para perder dinero sino para ganar, pero también se debe considerar otros criterios no numéricos en las decisiones y que, si no se desarrollan las habilidades de empatía, comunicación, liderazgo, innovación, entre otras, será muy difícil conseguir que otros se alineen y juntos puedan realizar buenos negocios. Pero eso no es todo: el directivo debe además ser consistente porque si no busca el bien para su familia y para la sociedad, no encontrará nunca el bien para sí mismo.
LA AUTORA
Patricia León González es máster en Dirección de Empresas MBA por el IDE Business School, Ecuador, y licenciada en Sistemas de Información por la Escuela Superior Politécnica del Litoral. Es directora de Desarrollo Institucional del IDE Business School y editora general de Revista Perspectiva.
https://perspectiva.ide.edu.ec
Read moreImagen de portada : Photo by Andre Guerra on Unsplash
Read moreEsta frase, que parece sacada de un melodrama, es dicha todos los días en los ambientes más diversos, pero sobre todo en el mundo laboral.
Kim Scott —cofundadora de Candor Inc., empresa dedicada a ayudar a las personas a tener mejores relaciones en el trabajo— quien colaboró en Google con Sheryl Sandberg —actual directora ejecutiva de Facebook y antes Vicepresidenta en Google—, recordaba la ocasión en que recibió de esta última un comentario franco sobre su estilo de presentación: “Cuando dices ‘um’ cada tres palabras, eso te hace ver como una tonta”. A Scott esto la descolocó, pero pudo manejar el comentario porque conocía a Sandberg y sabía que se preocupaba por ella a nivel personal por la buena relación que existía entre ambas. Sin embargo, con otra persona, este comentario habría tenido un efecto totalmente contraproducente.
¿Se puede ser francos con nuestros colaboradores y, al mismo tiempo, mostrar interés? Emma Seppala, directora del Centro de Investigación y Educación sobre Compasión y Altruismo de Stanford University, y Kim Cameron, profesora de la Escuela de Negocios Ross de la Universidad de Michigan, nos ofrecen tres formas en que los directivos pueden dar consejos sinceros y constructivos:
Más comentarios positivos que negativos. Para estas expertas, en las organizaciones con alto desempeño se emiten aproximadamente cinco declaraciones positivas por cada declaración negativa. Se puede corregir a los colaboradores, incluso criticarlos o enfrentarlos, pero debería hacerse en un contexto positivo. Los resultados serán mejores y mantendrán la moral y la participación.
Comunicar las fortalezas más que las debilidades. Normalmente tendemos a enfocarnos en la retroalimentación crítica, sobre todo cuando estamos enojados, y restamos importancia a las fortalezas que tienen nuestros colaboradores. Empezar una crítica diciendo las cosas buenas conseguidas para luego pasar a lo que se puede mejorar tendrá un efecto más preciso, eficaz y duradero.
Objetividad en todo momento. Ante un evento negativo, describa la situación problemática en lugar de evaluarla; identifique las consecuencias objetivas del evento en lugar de echar culpas, y sugiera alternativas aceptables en lugar de discutir sobre quién tiene la razón.
Al final, importa lo que se dice y cómo se dice. Pero un tono positivo y conciliador siempre tendrá más probabilidades de conseguir el cambio de actitud que buscamos.
Autor: Patricia León Gonzalez
Extraido de Revista Perspectiva
Pocas veces las personas se paran a reflexionar sobre su verdadera naturaleza ni a hacerse preguntas sobre lo realmente importante en la vida. En general, esas preguntas solo aparecen ante crisis o reveses, ante los cuales seguir instalados en la rutina como si la existencia se redujera simplemente a eso, ya no resulta posible.
Quizás debiéramos aprovechar aprendizajes ajenos a través del ejemplo de otras personas, antes de vernos sumidos en una emergencia, y vernos forzados a sacar lecciones y tener que demostrar quiénes somos de verdad. A veces resulta más fácil comprender nuestras propias capacidades a través de la historia de otra persona, especialmente si la historia de esa persona es impactante. Un claro ejemplo de esto apareció hace un tiempo en un artículo del New York Times sobre cómo Alemania cambió el nombre de una base militar para honrar a un sargento de la Segunda Guerra Mundial. Este sargento en particular, Anton Schmid, era un electricista austríaco forzado a enrolarse en el ejército alemán durante la guerra, y fue enviado a Lituania. En el verano de 1941, los nazis lanzaron una campaña genocida de asesinatos en masa y deportaciones a campos de exterminio que, en tres años, asesinó sistemáticamente a unos 180.000 judíos, es decir, alrededor del 94% de los judíos que vivían en Lituania.
Schmid, siendo testigo de tan tremenda barbarie, decidió desobedecer a sus oficiales superiores y ayudó a más de 250 hombres, mujeres y niños a escapar, escondiéndolos y proporcionándoles documentos de identificación falsos. Terminaron por descubrirle, le arrestaron y fue ejecutado por los nazis debido a dichos actos.
Las acciones del sargento Schmid revelan el asombro y el dolor de lo que significa comprender la verdadera humanidad que yace en cada uno de nosotros. Mientras estaba en la cárcel esperando ser ejecutado, Schmid le escribió a su esposa el horror de ver a los niños golpeados mientras eran llevados a los guetos para ser fusilados: «Ya sabes, tengo un corazón blando. No podía pensar y tenía que ayudarlos». Estas palabras capturan el repentino florecimiento de una profunda madurez y altruismo, provocados por un reto al que ninguno de nosotros querríamos enfrentarnos jamás. En una de las muchas paradojas que tiene la vida, presenciar los actos de inhumanidad de los nazis fue la oportunidad que permitió que Schmid tuviera un comportamiento de una valentía y generosidad impresionantes.
Este impulso a la ayuda espontánea parece surgir de la esencia de la naturaleza humana. Sucede cada día entre familiares, amigos e incluso entre extraños. Pero la historia de Schmid se destaca porque muy pocos acudieron en ayuda de los judíos de Alemania en esos terribles años, y porque no solo conllevó su muerte, sino que también murió como traidor a los ojos de su gobierno y su país.
«Simplemente me comporté como un ser humano», escribió Schmid en su última carta a su esposa. Ojalá cada uno de nosotros podamos comportarnos con ese coraje, integridad y dignidad cuando nos enfrentemos a los desafíos que se encuentran en el camino de nuestra vida.
Roger Cohen, el periodista que escribió el artículo sobre Schmid, citó al ministro de defensa de Alemania en el discurso de dedicación de la base militar: «No somos libres de elegir nuestra historia, pero podemos elegir los ejemplos que tomamos de esa historia».
¿No se aplica esto igualmente a nuestra historia personal? No podemos elegir muchas cosas de nuestra historia personal: la genética, el azar, las circunstancias de nuestro entorno… Pero sí podemos elegir nuestras acciones, y esas determinarán en quiénes nos convertimos como seres humanos.
Para usar otro ejemplo de la Segunda Guerra Mundial, el psiquiatra Viktor Frankl en su libro El hombre en busca de sentido escribió: «Nosotros, los que vivimos en campos de concentración, podemos recordar a los hombres que caminaron a través de las chozas para consolar a los demás, regalando su último pedazo de pan. Pueden haber sido pocos en número, pero ofrecen pruebas suficientes de que todo puede ser quitado a un hombre, salvo solo una cosa: la última de las libertades humanas, la de elegir tu actitud y tu comportamiento ante cualquier circunstancia». En estos tiempos revueltos donde las personas se dejan arrastrar como si no tuvieran voluntad, estas palabras pueden ser de un valor incalculable.
Autora: Mónica Esgueva
Fuente: El Huffington Post
Read moreLas relaciones humanas son complicadas. Más aún, si se trata de relaciones de pareja. Nunca terminamos de conocer a esa persona que convive con nosotros. Aunque, vivamos con ella todos los días. Cada día, descubrimos algo nuevo. Bueno o malo. Por lo tanto, no siempre resulta color de rosa la convivencia. Puesto que existen cosas que nos molestan y que muchas veces no soportamos. Nuestra actitud, ante esta situación es de rechazo.
Justamente, este fue el caso de Becky Zerbe una mujer con 29 años de casada. La cual, un día se dio cuenta que no soportaba la convivencia con su marido y tomó la decisión de dejarlo y divorciarse. En las siguientes líneas te contamos todo sobre esta historia de vida…
Antes de ver los errores del otro, debemos ver los propios
Exactamente esto fue lo que hizo Becky. Cuando esta mujer decide abandonar a su marido, simplemente tomó a su bebé y empacó sus cosas. Su determinación de divorciarse era total. Al dejar su hogar decide ir a pasar un tiempo en casa de sus padres. Su madre, una mujer con muchos años de experiencia en lo que respecta a la vida en pareja le propuso realizar un ejercicio, antes de dar por terminado su matrimonio.
El ejercicio consistía en realizar una lista con todos los errores y actitudes negativas que tenía su esposo y que ella ya no soportaba. Al terminar con la lista, la cual fue realizada muy rápidamente y de forma sencilla. La madre le dijo a Becky: Ahora, realiza una lista de tus reacciones y actitudes ante todas esas cosas que te molestan de tu marido.
Una respuesta inimaginable…
Becky, ante cada error del marido tenía una respuesta para nada adecuada. Por ejemplo: Cuando se sonaba la nariz, ella sentía vergüenza de estar a su lado. Cuando no le daba buenos regalos, la reacción de la mujer era hacerse la mártir. Y así con cada una de las cosas que a ella le molestaban.
Entonces, resultaba que Becky también cometía errores al igual que su esposo. Y, seguramente a este le molestaban sus reacciones tanto como a ella las actitudes del otro. Su madre, en ese momento, le dijo a Becky que rompiera la lista que ella había hecho de su compañero y se quedará solo con la lista de sus reacciones ante su marido.
En una relación no existe una única verdad. Esta es relativa y siempre tiene dos caras o puntos de vista. No podemos creer que tenemos en nuestras manos la verdad absoluta, porque estaríamos equivocándonos tanto o más que la otra persona a la que estamos juzgando.
La solución a todos los problemas…
Antes de juzgar o condenar a las personas debemos ponernos en los zapatos de otro. Además, de ver con objetividad los errores que nosotros también cometemos dentro de la relación. Resulta que en un matrimonio o relación de pareja la responsabilidad es compartida y las situaciones se presentan y empeoran gracias al comportamiento de ambos y no de uno solo.
Nada se gana con abordar negativamente y criticar a nuestra pareja. La verdadera solución es la comunicación. Intentar dialogar y entender el porqué de ciertas actitudes es fundamental. Sobre todo, para conocer el grado de responsabilidad que tenemos propiamente en ello. Esto, no significa que debamos echarnos la culpa de todo cuando las cosas andan mal. No. Se trata de saber en qué estamos fallando personalmente y cómo nuestras actitudes erradas están generando reacciones nocivas en la otra persona y viceversa.
Hoy en día, cuando las relaciones parecieran ser efímeras debemos apostar por el amor. Tomarnos en serio nuestro rol dentro del matrimonio y no intentar conseguir la salida fácil. Sino, la verdadera solución del problema. De esta manera, podrás dar siempre lo mejor de ti e intentar que tu pareja también lo haga. Con una buena actitud se puede superar cualquier crisis y lograr salvar la relación. Tal cual como sucedió con el matrimonio de Becky Zerbe que, a través de esta lista logró superar las adversidades y aprendió una lección de vida que nunca olvidará.
Extraido de: Editorial Phronesis
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Read more“Nuestro mundo interior se refleja en el exterior”
Cuando nos sentimos ofendidos o agredidos por la actitud de alguna persona cercana realmente debemos darnos cuenta que tiene más que ver con nosotros mismos que con la otra persona. Lo que vemos que nos molesta en los otros es algo que está en nosotros mismos. Esto se explica muy bien en la ley del espejo, lo que veo en los otros es algo que me molesta, me falta o me sobra a mi.
En las relaciones tanto familiares como laborales nos encontramos con situaciones desagradables. Si en el trabajo sentimos que un compañero nos ha dado una mala respuesta, o sentimos que nos intenta dejar mal delante del jefe, entonces debemos ver de qué manera intentamos tratar mal a otras personas o si nos tratamos mal a nosotros. Si algún familiar (normalmente sucede con las suegras) intenta inmiscuirse en nuestra vida de pareja y/o planificar nuestras actividades debemos parar y pensar cómo intentamos inmiscuirnos en la vida de otras personas o si debemos aprender a ser más flexibles, o a respetarnos a nosotros mismos, etc.
Nuestros hermanos, hijos, padres, etc.., son nuestros maestros pues llegan a nuestra vida para mostrarnos o enseñarnos aquello que debemos sanar, liberar o aquello que nos negamos a ver o no nos permitimos hacer. Si somos personas demasiado permisivas, nos llegarán situaciones o personas intransigentes, intolerantes, o si por el contrario somos nosotros los intolerantes nos llegarán situaciones en las que debamos aprender a ser comprensivos o condescendientes. No se trata de aguantar todo lo que te venga, se trata de aprender de cada situación porque si no lo haces, la vida te estará trayendo lo mismo una y otra vez hasta que hayas “aprendido la lección”.
Piensa que cuando sientes que los otros te han hecho algo que no deberían es porque han actuado según sus valores, creencias o para cubrir una necesidad suya, que no es la misma que la tuya. Por eso también deberás aprender a aceptar a los demás tal y como son y no pretender que sean como tú eres.
Cuando nos encontremos ante una situación en la que nos sentimos incómodos debemos observar y pensar: ¿Qué es lo que esta persona o situación me está mostrando? ¿Qué significa lo que estoy viendo o viviendo?
Sólo así podremos hacer visible lo que está en nuestro interior y que esa persona nos está reflejando con su actitud. Tomando conciencia de lo que debemos solucionar en nosotros, todo cambia. Cambia nuestra percepción de las situaciones. Donde antes veías ofensas, intolerancias, ahora verás oportunidades de cambio, liberación y aprendizaje. Entonces es cuando te das cuenta que no debes tomarte nada personal y que debes agradecer cada situación conflictiva que llegue a ti, porque son las que te estarán mostrando el camino que debes seguir para cambiar y ser mejor persona cada día.
Redacción Instituto Draco
Extraido de www.institutodraco.com
www.facebook.com/InstitutoDraco
Read moreA veces vemos el mundo que nos rodea con las gafas de una creencia inadecuada. Bajo una creencia inadecuada es habitual que aparezcan actitudes que facilita oscilaciones dolorosas del estado de ánimo y conflictos en nuestras relaciones personales.
Hay que diferenciar las creencias inadecuadas de los pensamientos negativos. Los pensamientos negativos sólo ocurren cuando te sientes triste, mientras que la creencia inadecuada te acompaña siempre. La creencia forma parte de tu filosofía personal, de tu sistema de valores.
Vamos a verlo con un ejemplo: supongamos que tienes la siguiente creencia: “Debo tener éxito en la vida para ser una persona valiosa”. En nuestra sociedad son muchas las personas que piensan y creen de esta forma, no sé si es tu caso también. Es decir, si trabajas duro y eres productivo, se te considerará una persona buena y valiosa. ¿Adoptas normalmente esta actitud? ¿Basas tu autoestima en tu trabajo, en tu inteligencia o en tus logros?
Esta forma de pensar puede aportar determinadas ventajas, elementos que ayudan a mantener la creencia. Si trabajas con ahínco y rindes al máximo de tus posibilidades, disfrutarás de los beneficios que conlleva tu esfuerzo. Cuanto más exitoso y productivo seas, más valioso te sentirás. Del mismo modo, puede haber ciertos peligros, que son contraproducente para nosotros mismos: si fracasas, te sentirás deprimido y despreciable. Si no eres tan exitoso como crees que deberías ser, te puedes sentir inferior y celoso de aquellas personas que han logrado metas más altas. La mayoría de estas actitudes son, de hecho, armas de doble filo, que presentan una cara sana y productiva, y otra cara insana y destructiva.
Te facilito a continuación algunas preguntas para autoevaluarte:
- ¿Eres capaz de identificar tus creencias inadecuadas?
- ¿Qué actitudes son el resultado de tus creencias limitantes?
- ¿Qué actitudes fomentan seguir manteniendo esas creencias?
- ¿Qué ventajas y desventajas te aporta mantener estas creencias?
- ¿Conoces los efectos que tienen sobre ti?
- ¿Sabes qué puedes hacer al respecto?
- ¿Cuándo vas a pasar a la acción?
Ponte día y hora para hacerlo y deshazte por fin de esas creencias y actitudes limitantes y contraproducentes.
Irene Morales
Coach Espiritual
Extraido de www.institutodraco.com
Read moreA mi consulta me llegan muchos pacientes que son papás y están angustiados con actitudes de sus niños. La típica frase es “Juanito es muy enojón, salió a su papá”, “Matilda es ansiosa igual que su abuela”, “desde guagua que mi hijo era malo para comer y mañoso igual que sus hermanos”, etc.
Ahí de inmediato detecto el primer y gran error, buscar siempre al “culpable” de la conducta. Esto es lo peor que podemos hacer, pues cada persona es un ser único y con circunstancias individuales, por lo que dejemos un rato de investigar “de dónde sacó la actitud” y aboquémonos a trabajar en aquello que crees le hará la vida más difícil a tu hijo.
Lo segundo es la generalización, como un niño va a ser siempre mal genio, ansioso, enojón o mañoso. Empecemos a definir en qué situaciones es así y en cuales, es más bien amoroso, simpático y bueno para comer. Ahí junto con sacarle el cartel de que siempre es así, podemos ayudarle a mostrarle, verbalmente, las veces que se comporta de la otra manera, de la deseada, que es entretenido pasarlo bien, disfrutar, etc. ¿Vistes Juanito que feliz estabas compartiendo con tus amigos?
Una herramienta mágica para ayudarlos también es la técnica hipnopedia. Esta consiste en hablarle al niño durante 21 días seguidos, mientras duerme (ojalá cuando ya esté en el sueño MOR, que se logra aproximadamente 2 horas después de que se ha dormido) con un tono suave, el propósito que deseas que tu hijo logre y siempre terminar la frase, con una palabra cariñosa, con un te quiero o un te amo.
Por ejemplo, si quieres que tu hijo no sea agresivo ni peleador con sus amiguitos, cada noche te acercas a él y mientras duerme le susurras, “mi amor, mañana jugarás feliz, te divertirás compartiendo con tus compañeros, te quiero mucho”
Sin querer muchas veces hacemos justo lo contrario. El pequeño se duerme y los padres comenzamos a “pelarlo” jejeje, esto es típico. Empezamos a decir “hoy estuvo insoportable, lo hubiese matado cuando lloraba sin parar, etc.” Por favor, eso nunca más lo hagamos!
Cuando el niño está durmiendo, las palabras van directo al inconsciente, el cual escucha 1.000 veces más que el consciente. El beneficio terapéutico es espectacular. Ayuda a equilibrar la energía emocional, espiritual y física. Con esta herramienta podemos ayudarlos a que sean niños más seguros, felices y que se sientan tremendamente amados por sus padres o cuidadores. Les dejo esta tarea para las vacaciones y verán los cambios maravillosos que se generan.
Paula Eugenia Fischer Levancini
Coach en Programación Neurolingúística
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