Tras un estallido fruto de la autoexigencia me doy cuenta de que admiraba a a esas madres capaces de coordinar 300 extraescolares, preparar merendolas dignas de Maxim’s y con los dobladillos del uniforme siempre perfectos. Esas madres que salen de casa con pantalón blanco y vuelven a casa con el pantalón igual de blanco.
No me representan. Mis hijos salen de casa a veces con bigotes de cola cao que les limpio disimuladamente con la manga, entro en pánico cuando llega la hora de recogerles y no he terminado una reunión y no les apuntamos a nada que no nos resulte fácilmente gestionable como “jardín de casa”.
Termino los días con manchas hasta en el globo ocular y un suspiro inconmensurable cuando se duermen tras contarles mil cuentos. Incluso miro de reojo el móvil mientras cenan, atraída por el potente imán que llevan dentro las rrss y, en ese momento, en cuanto me relajo ¡Zascaaa! Charco de cola cao (sobre mi pantalón blanco).
Borremos esa imagen de las mujeres perfectas porque, estoy segura de que solo existen en nuestra cabeza y están ahí para boicotearnos.
Nuestra forma de ser madres, sea la que sea, está genial así: Felices, imperfectas e incluso un poco majaras.
¡Feliz día de la madre imperfecta!!.
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¿Alguna vez has pensado “si cambio de carrera significa que soy una fracasada en esto” o “si ahora cambio de carrera habré tomado por la borda todos los años de formación y experiencia que tengo” o “todo el mundo va a pensar que a ver si siento la cabeza ya/que esta mal de la cabeza...”?
Es totalmente normal, y es que seguro que has oído alguna vez que uno de los mayores obstáculos a los que te puedes enfrentar es tu propia mente, lo que tú misma te dices.
Y es que el cerebro tiene sus trucos…
Por un lado puede ser tu amigo y principal aliado, por así decirlo, y por otro puede ser el primero que te diga que qué estás pensando, que te dejes de “tonterías”.
¿Te suena? Es autosabotaje puro y duro.
Y puede hacer que estés bloqueada profesionalmente mucho tiempo…
Y lo mejor que puedes hacer es saber cuáles son esos trucos o distorsiones cognitivas (que es el nombre científico) para poder identificarlos y que no te afecten la próxima vez que te pase.
Una distorsión cognitiva no es más que esto: ciertos pensamientos que se te pasan por la cabeza en algunas situaciones y que tú crees que son verdad cuando no lo son.
Digamos que tu cerebro te convence de que son verdad pero no es así.
Ni eres un fracaso por cambiar de carrera, ni habrás tirado por la borda nada, ni todo el mundo va a pensar X o Y (puede que algunos sí pero desde luego no todo el mundo).
Y ya sabemos que lo que piensas determina lo que sientes y como actúas y, por tanto, los resultados que obtienes.
¿Con cuál de estas te identificas?
TODO o NADA, blanco o negro.
Para ti sólo hay dos opciones: o está bien o está mal. No hay punto medio.
Por ejemplo: o hago esto perfecto o soy una inútil.
Telepatía absoluta.
Cuando predices lo que los demás van a pensar. Por ejemplo: “Todo el mundo va a pensar que soy una inmadura y tengo mil pájaros en la cabeza si decido cambiar de carrera otra vez“.
Y no, no solo todo el mundo NO lo va a pensar. Sino que muchas personas se sentirán exactamente igual que tú, otras te admirarán, otras te apoyarán y las que sí que piensan así no te interesan, la verdad.
Reglas internas absurdas.
De estas tenemos todos y son especialmente frecuentes si tienes el Síndrome del Impostor. Son una reglas internas muy estrictas que nos hemos autoimpuesto o nos han impuesto en la infancia.
Reglas del tipo: si haces preguntas demostrarás que en realidad eres tonta, así que no hagas preguntas nunca.
O del tipo: tienes que encontrar tu vocación y dedicarte a ella toda tu vida o si no nunca podrás ser feliz y serás una fracasada.
Justificaciones.
Relacionas dos ideas que en realidad no tienen nada que ver para justificar tu decisión. Por ejemplo: “No puedo cambiar de carrera porque gano un buen sueldo.”
Son cosas independientes y que en realidad no están relacionadas, aunque te creas que sí o tu cerebro te convenza de que sí.
Autoengaño.
Te convences de algo que realmente no crees para justificar tu decisión. “No pasa nada si...”
Aunque en realidad sí pase.
Exageración pura y simple.
Cuando haces una montaña de un granito de arena. O a lo mejor no es un granito de arena, pero lo magnificas. Como cuando dices: “Si me echan de mi trabajo mi vida está acabada“.
Estos son unos ejemplos de las triquiñuelas que hace tu cerebro. ¿Identificas alguna o más de una en tu vida?
Es importante que seas consciente de estas cosas para que la próxima vez que pienses algo de esto digas “ahí está una de esas distorsiones que decía Aida” y reflexiones sobre cómo te está parando.
De hecho, determina ahora alguna que hayas pensado ayer mismo y si quieres me lo dices en los comentarios.
Espero que te ayude mucho : )