MI PAPÁ ME ENSEÑÓ…

Hay días que me pregunto ¿por qué el rol de los padres siempre queda relegado a segundo plano?. Es como si las mujeres nos adueñáramos de la crianza y educación de nuestros hijos e inconscientemente, los fuéramos dejando cada día más de lado y a ratos nos jactáramos de todo lo que sí hacemos. Encontramos a veces las “razones” para alejarlos: o porque vemos que están menos en el día a día o porque creemos que no se involucran “lo suficiente”. ¿Cuánto necesitamos que estén ahí? Y más importante aún ¿en qué necesitamos que verdaderamente estén? ¿Queremos que sean iguales a nosotros? ¿Cómo abrimos la puerta para que ellos sean parte de manera distinta a la nuestra?. Quizás podríamos empezar por mirar y valorar lo que sí hacen, lo que aportan en la crianza y lo mucho que enseñan con su mirada de la vida… diferente a la nuestra.

Si pienso en mi papá no puedo dejar de mirar todo eso que me aportó en la vida. Me entregó la contención y tranquilidad en momentos de duda. Me enseñó la importancia de mantener el equilibrio, y dentro de su simpleza, siempre me ayudó a no angustiarme antes de que los problemas pudieran ocurrir. Siempre lo escuché decir “no intentes solucionar problemas que no existen” (frase que uso con casi todos mis pacientes). Con esas quizás, simples palabras, me entregó la certeza de que siempre tuve y tendré las herramientas de enfrentar lo que venga. Si la vida se pone cuesta arriba, no necesito tener todo bajo control antes de que eso ocurra, porque eso es enredado y básicamente imposible. Me enseñó a ser simple, y confiar en mí y en mis recursos por sobre todas las cosas. Nunca dejó ni una mínima ventanita de duda, de que yo era capaz de hacer y enfrentar lo que me trajera y propusiera en la vida.

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Mi papá me enseñó el valor de la austeridad y la humildad, que no necesitamos adornarnos de cosas materiales para hacernos valer, ni para valorarnos a nosotros mismos. Tengo grabado a fuego que podemos ser felices con tan poco y que no necesitamos “tener” para buscar la alegría. Porque la felicidad se encuentra en los lazos de amor, en los vínculos y en cómo ponemos al otro como una pieza fundamental en nuestras vidas.

Con su pragmatismo me ayudó a ser realista cuando yo quizás solo quería soñar, me ayudó a buscar objetivos claros y alcanzables, siempre confiando en que yo lograría todo aquello que me propusiera con trabajo y empeño. Me enseñó de la perseverancia y de como con responsabilidad, compromiso y trabajo duro se logra todo aquello que te propongas… aunque en el proceso cueste y te caigas mil veces. Mi papá me enseñó que existe espacio para el error y que de ellos aprendemos, que de las crisis salimos fortalecidos y que es ahí cuando podemos encontrarnos con nuestras sombras, abrazarlas y quererlas.

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Mi papá me enseñó la cautela, pensar bien las cosas antes de actuar, tener un plan y alternativas. Su racionalidad me permitió mirar que en el universo existen miles y miles de alternativas y es uno la que elige cual tomar. Siempre dejaremos una por otra y entonces tenemos que asumir lo que eso conlleva. Me enseñó a crecer y a volar, siempre con la cautela de no estrellarme. Me enseñó a cuidarme, quererme y respetarme, y en mi adolescencia pude cuidarme desde el cuidado incanzable de él, que nunca bajó los brazos. Mi papá me enseñó el respeto, el respeto profundo por el ser humano, el nunca pasar a llevar al otro y siempre poder mostrar tu punto de vista pero sin críticas o juicios. Logré aprender de la tolerancia y mucho me enseñó en aceptar y valorar la individualidad y diversidad.

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Hoy veo al papá de mis hijos y se también cuánto les está enseñando: simpleza, autonomía, respeto, perseverancia, compromiso, el valor del deporte y el juego, la empatía, el regalo del tiempo y el respeto por el ser humano. Mi papá y mi marido no se diferencian en casi nada. Quizás solo que mi papá es más “machista” y nunca se metió en las labores del día a día de la crianza, por otro lado mi marido cumple el mismo rol que yo. Existe un equilibrio pleno entre lo que yo hago y lo que el va asumiendo en la crianza. Y entonces creo que al final, si bien ha sumado infinitas enseñanzas para mis hijos tener un papá más inmerso en las labores domésticas, creo que lo más importante, verdadero y profundo es todos aquellos valores que nos entrega la figura de nuestros padres. Finalmente su amor incondicional, su alegría, su respeto, su cariño y su conexión emocional es lo que vienen a regalarnos en nuestra vida. Todos necesitamos mamá y papá, ambos nos entregan distintas enseñanzas, valores y maneras de ver la realidad.

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Dejemos de relegar el rol del hombre al trabajo y sostén económico, ellos son muchísimo más importantes. Son fundamentales en los lazos de amor que van construyendo con nuestros hijos. Hoy solo puedo agradecer: agradecer al papá que tengo y me enseñó tanto, agradecer al papá de mis niños que me sigue enseñando día a día, agradecer que somos dos en esta tarea de hacer familia y que nos equilibramos en nuestras miradas, formas, valores y maneras de hacer familia.

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El desafío está en dejar espacio para que cada uno, en su rol e individualidad, aporte desde ahí a nuestros hijos. Ninguno es más importante que otro, ninguno hace más que el otro. Somos distintos y en esa diversidad crecemos como personas y hacemos crecer a nuestros hijos en su mirada al mundo. Y a ti, ¿qué te enseño tu papá? ¿qué quieres que tus hijos aprendan de su papá?. Y tu papá, ¿Qué quieres dejar marcado a fuego en tus hijos?…..solo les digo: ¡que nada los detenga!.

¡Feliz día a todos los padres! (SOBRETODO AL MÍO)

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

 

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La mujeres de los presidentes como modelos a seguir

 

Hace apenas unos días  durante  un lluvioso día en la ciudad de Washington,  asumió el presidente n°45 de Los Estados Unidos. El empresario Donald Trump. En  la ceremonia,  rodeada de una fuerte seguridad debido a las protestas de los opositores al recién electo presidente,  en un clima electoral tenso y con  presencia de público menor a la de otras ceremonias similares, destacaba su  bella y joven esposa Melania Trump. Melania, de 46 años y nacida en Eslovenia,  durante la ceremonia sostuvo las biblias sobre las que juró el presidente. Vestida en un estilo que rememoraba a la glamorosa y elegante primera dama Jackie Kennedy.  Respecto de su nueva posición,  la nueva primera dama ha declarado desde el principio que su rol sólo será  acompañar a su marido y cuidar del único hijo de ambos Barron.

 

Este estilo contrasta poderosamente con la saliente primera dama Michelle Obama una joven abogada la que no sólo brilló por su elegancia en un estilo propio y que no se inspiraba en   ninguna de sus predecesoras, sino que también desempeñó un rol activo creando distintos programas de salud, bienestar y apoyo  para jóvenes,  niños y adultos de su país. Michelle quien es madre de dos hijas junto al ex presidente,  ha destacado además por su capacidad de mostrarse frente a sus compatriotas  como una norteamericana negra de clase media que asistió  a una escuela pública y fue capaz con mucho esfuerzo de progresar y sacar adelante una carrera profesional de primer nivel. Lo anterior  parece probar   entre otras cosas que una mujer puede ser  glamorosa y de apariencia cuidada,  una buena madre y esposa,  siendo al mismo tiempo alguien con ideas propias , con un desarrollo profesional exitoso sin necesariamente depender de su marido por mucho que éste sea el presidente del país más poderoso del mundo.

 

Porque  lamentablemente esto no sólo parece ser una cosa de estilos.  Roles tan importantes y de figuración publica como los mencionados,  se convierten,  quiérase o no, en modelos a seguir como pautas prefiguradas  de los comportamientos deseables para los ciudadanos corrientes.  En tiempos difíciles para el desarrollo de la mujer donde todavía existen   muchos problemas como  la falta de acceso a sueldos equivalentes a su formación,  el trato todavía desigual en muchos aspectos, políticas que todavía no logran conciliar el desarrollo laboral con el rol de la familia y peor aún cuando subsisten  graves problemas en el plano de la violencia hacia la mujer,  no es bueno el resurgimiento de modelos de vida donde el papel  de la mujer se muestra   reducido a un segundo plano en un rol tan tradicional como anticuado.

 

Macarena Urenda Salamanca

 

 

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