Viajar y emprender: un sueño que puede hacerse realidad

Los motivos para emprender un viaje son tan diversos como la cantidad de personas que deciden hacerlo cada día. Lo que sí es común a todos, según un estudio de la American PsychologicalAssociation, es que viajar puede transformar la salud mental de una persona porque cambia la forma en que los caminos neuronales se conectan entre sí. ¿Qué significa eso? Que se generan nuevos pensamientos, sentimientos e ideas mientras se está viajando en un lugar lejos de donde está la rutina diaria.

 

Qué mejor que aprovechar esa revolución en la mente cuando estamos de viaje para emprender un nuevo negocio. Muchas veces decidimos viajar para aliviar nuestro stress por un trabajo que no nos da demasiada satisfacción y es en ese viaje que se nos puede ocurrir una idea para emprender un negocio nuevo que cambie la forma en la que estábamos viviendo hasta ese momento.

 

En Viajala, el metabuscador de vuelos y hoteles, queremos ayudarte a que tu viaje sea inspirador y productivo para emprender, ya sea en tu lugar, en el destino nuevo que planeás conocer o, por qué no, ¡para vivir viajando!

 

  • Identificar dónde puedes aportar valor: a la hora de pensar en un nuevo negocio lo más importante es identificar un faltante o una falencia en el entorno en el que nos movemos. Quizás estás desanimado porque hay algo de tu trabajo que no te gusta y eso puede ser el punto de partida para identificar cómo podrías hacer mejor algo que en donde estás no está sucediendo. Otras veces, al viajar y ver otras culturas se puede identificar alguna falencia que antes no veías por no conocer cómo se vive en otros lugares.
  • Sinergia con otros emprendedores: en todo el mundo los emprendedores saben lo difícil que es llevar adelante una idea y convertirla en un negocio, es por eso que existen organizaciones donde se agrupan, como co-workings especializados, programas de desarrollo, programas de financiamiento. Es importante identificar los que estén en tu destino elegido para poder tejer redes incluso desde antes de llegar.
  • Identificar oportunidades de networking: empresas y organizaciones de todas las industrias suelen tener eventos anuales o regulares donde se tratan temas de interés para quienes forman parte de esa industria y, lo más importante, donde se encuentran las personas detrás. Si estás pensando en emprender no hay que subestimar el networking. Personas que puedas conocer en este contexto pueden ayudarte a impulsar tu idea, pueden convertirse en socios estratégicos o pueden abrirte puertas a nuevos espacios que desconocías.

 

Cuando Viajala empezó, estábamos en Colombia haciendo todo a pulmón. Lo que más nos sirvió para despegar y convertirnos en una compañía regional fue sumarnos al programa de Start-Up Chile. Este tipo de programas son súper positivos para los emprendedores ya que permiten relacionarse con personas de todas partes del mundo y aprender los unos de los otros. Además, hacerlo fuera del país donde habíamos empezado el emprendimiento nos dio una perspectiva diferente a la hora de pensar en cómo crecer y evolucionar el servicio que estábamos planteando para los usuarios” comenta Thomas Allier, CEO de Viajala.

 

Sólo se trata de abrir la mente, inspirarse y ¡animarse! No hay otro secreto más que poner empeño en trabajar arduamente para conseguir la meta. Las posibilidades son infinitas.

Nicolle Knüst

Periodista, Licenciada en Comunicaciones.

Facilitadora en Innovación Social de la Universidad de Chile

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5 maneras diferentes de vivir un viaje

Como muchos, Mane Cárcamo ama viajar. Eso sí, tiene costumbres bastante originales, que cumple sin falta para aprovechar al máximo la experiencia y darle un giro diferente al clásico turismo. Pasen a ver.

«Un viaje es como el matrimonio. La manera certera de estar errados es pensar que tenemos el control». La frase es de John Steinbeck, un escritor norteamericano que ganó el Nobel de Literatura, y que no conocía hasta que me topé con esta gloriosa reflexión.

Creo que hay pocas cosas en la vida que me gustan más que viajar. Disfruto desde que gugleo un destino hasta el momento en que en el que abro la puerta de mi casa pensando “lástima que terminó” y me cae con desolación una lagrima venezolana en por mi mejilla.

¿Qué me gusta de los viajes? TODO. Amo la comida del avión, porque me gusta la comida con todas sus letras. Me encanta el modo aeropuerto, mirar las ciudades cuando vas en el taxi que te lleva al hotel, echarme 56 perfumes en el Duty Free que nunca compraré,observar la gente vivir con ojos de turista que nos hacen conectarnos con esa emoción que muchas veces hemos olvidado: el ASOMBRO.

Por lo mismo, cuando viajo tengo muy claras algunas experiencias que me gusta vivir y las cumplo religiosamente. Porque, hay muchas cuotas comprometidas, no estamos para despilfarrar esos buenos momentos.

1. Aprovechar con escándalo el avión

Hay gente que este ítem lo encuentra chulo. Díganme chula sin anestesia. Soy de las que ve películas, juega Tetris, hace playlist de música, se lee las revistas fomes de la aerolínea, no perdona NINGUNA comida, abre al tiro esa toallita húmeda a la que nunca le he encontrado algún sentido (si es que la dan), se come los dulces de regalo, usa los chales, las almohadas y el tapaojos. Todo me gusta, sirve y gozo. Debo ser la pasajera más feliz de cada vuelo. Incluso considero que merezco premio.

2. Meter conversa (de verdad)

Hacer amigos en un viaje es muy distinto a meter conversa. Cuando viajo no quiero generar nuevos vínculos, pero si me encanta conversar con gente a la que probablemente nunca más veré. El encargado del bar, la vendedora en la playa, el clásico taxista o el niño que chapotea a tu lado en la piscina. Hablar de la vida cotidiana, de lo que les gusta de su país, de lo que anhelan y lo que les molesta, es un ejercicio de apertura muy enriquecedor. Más para nosotros los chilenos que nos encanta repetir el famoso cliché “es que en este país bla, bla, bla”. Es ahí donde muchas veces nos damos cuenta que no estamos tan mal o que tampoco somos tan bacanes como creemos. Dejar de mirarnos el ombligo por un rato, hace bien.

3. Ver la tele local

Siempre hay un día en que le dedico un par de horas a la televisión local. Los que han viajado conmigo me han juzgado por eso. Pero, en verdad, me da lo mismo, porque el tiempo es mío y el crédito de consumo también. En Paraguay la tele era más lenta que cascada de manjar, en Argentina son unos astros de la entretención y el debate, en Brasil hay unos canales que solo hablan de la agricultura (prácticamente la Revista del Campo llevada a la TV) y en Republica Dominicana el diseñador de la gráfica nunca cachó que estamos en el 2016. El diseño de Pacman es futurista al lado de esa estética.

La tele dice mucho de los lugares que uno conoce. Y para mí, que soy una «tevita» asumida, ver teleseries tipo Morelia, matinales donde se demoran una hora en hacer una receta y discusiones más tensas que un encuentro entre Pampita y Vicuña, instalarse a mirar programas de otros país son momentos maravillosos de mis añoradas vacaciones.

4. Comer algo freak

Si vamos a viajar hay que negarse la comodidad y salir de la zona de confort. No estamos para comer carne con puré o arroz con pollo. No pues, hay que ser audaces y probar algo que no esté a la vuelta de la esquina. Un cuye entero a la parrilla, grillos fritos, ancas de rana o cualquiera de esas cosas que puede almorzar «el Bichólogo» en una de sus travesías. Además es importante que el momento gastronómico lleve foto, para que cuando contemos la historia (tenga sufrimiento incluido o no), exista la prueba fidedigna de lo que relatamos. Parte del goce del viaje es contarle a los amigos nuestras aventuras viajeras y eso de revivir los momentos alucinantes es una razón más para justificar el check in.

5. Buscar el panorama NO turístico

Estoy de acuerdo que cuando uno visita otro país hay lugares que debe conocer, casi como la obligación que tenemos de pagar nuestros impuestos y respetar las luces rojas. Pero creo firmemente que no todo puede ajustarse al manual de los lugares comunes del destino. Y aquí la pega estilo PDI es importante e implica una labor investigativa previa fascinante. Visitar a una artesana que tiene más historias que la Trutruca, comer en la casa del guardabosques, asistir a una ceremonia religiosa o buscar la playa menos ondera del lugar, es parte del desafío del viaje. Porque ahí uno ve la cultura real y no la maqueta que muchas veces nos construyen a los turistas. Nos topamos con la naturalidad y no con el guía agotador que nos quiere vender otro paquete más para cumplir su meta mensual.

Pero en ese caso también tenemos una responsabilidad. Guardar el celular, manejar la ansiedad de querer grabar cada aspecto novedoso, para poder realmente vivir esa experiencia. Acá no importa si nuestros amigos no nos creen que fuimos testigos de algo que jamás imaginamos. Sólo nos basta que nuestra memoria lo registre con respeto, asombro y agradecimiento.

Corran a mirar las ofertas, cómprense menos botas y más millas. E inviten a los suyos a viajar. Mientras yo lo hago … con la imaginación.

¿Qué cosas diferentes propones para un viaje?

Magdalena Cárcamo – Periodista

Fuente: www.eldefinido.cl

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