Amo tu locura

Tremendo desafío para quien escribe, intentar unas líneas sobre la “locura”, cuando durante tanto tiempo de su vida vivió respetando a rajatabla mandatos, estructuras, formas y más…

Todo comenzó a cambiar cuando me detuve a observarme. Tal vez te pasa que te cargas con actividades de manera que tu agenda quede bien completita. Incluso si revisas la lista, la mayoría son o pedidos que te hace otra persona, o directamente tú, que te sobra el tiempo y el entusiasmo, te ofreces para intentar solucionarle parte de la vida a otro. Tal vez incluso reniegues de ello, pero día tras día lo sigues haciendo. Quizá no sepas disfrutar del ocio, y nunca tengas tiempo para tus amigas, o simplemente para vitrinear, no para comprar, sino porque ese sería el símbolo absoluto de pérdida de tiempo en una actividad sin ningún sentido.

Detenerse y observarse genera incomodidad. Trae también distancia de algunas actividades, e incluso de algunas personas. Te invita a transitar por emociones que quizá desconocías, no porque no las sintieras, sino porque nunca las habías observado. Detenerse y observarse muchas veces duele. Implica reconocerte poderosa y priorizarte, y muchas veces aceptarte en crisis o vulnerable. Sin embargo, comprendernos en constante evolución y aprendizaje implica necesariamente cambiar la manera de mirarnos. Transformarnos tiene que ver con eso: no se trata de cambiar de camino, sino la manera de recorrerlo. Y así como la larva pasa por un período desafiante para convertirse en mariposa, así te desafío a que te pienses. Y es para ello que te invito a la locura.

“Lo peor que le puede ocurrir a cualquiera es que se lo comprenda por completo” dijo Carl Jung.

Y entonces, yo para detenerme y observarme tuve que cuestionar. Tuve que hacer algo distinto, por pequeño que sea, cada día. Aprendí a reconocerme como ser emocional, y entonces le pongo palabras a lo que siento. Elijo hablar de sentirme triste, feliz, entusiasmada, angustiada, en paz, aceptando, enojada, y la lista sigue… Constantemente reviso mis creencias, e incluso mis opiniones, para reflexionar si ellas me abren o cierran posibilidades de acción. Por ejemplo, si siguiera mirando el trabajo sólo como medio de vida, hoy no estará disfrutando de lo que hago. Cambiar esa creencia me hizo renunciar a la estabilidad y elegir (con absoluta locura, confieso), la adrenalina de no saber qué me espera día a día.

Lo que hoy lees resumido, a mí me llevó (y me lleva) tiempo y es una instancia de aprendizaje continua. Por eso te invito a  que como dije en algún otro artículo, te tomes la vida como lo que creo que es: un proceso. ¿Y cuándo dejo de aprender?, me preguntaron no hace mucho. “Con tu última respiración”, le dije.

Si estoy segura, que una pizca de locura, hace cualquier desafío un poco más divertido…

¡Buen viaje a tu encuentro contigo!

 

 

tatiana_Bregi2Tatiana Bregi – Coach ontológico certificada

 

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