Ningún libro te enseña a ser mamá

No es que las mamás busquemos a otras mamás porque queremos estar en ‘grupitos’ cerrado, armar ‘mini sectas’ o porque queramos aislar a las que no son madres. Las mamas de nenes chiquitos necesitamos estar con otras mamás porque la maternidad los primeros años es puro empirismo y por mas nutricionista, médica o psicóloga que seas ninguna Universidad te prepara para ser mamá.

Hay cosas que si no las experimentamos en carne propia ni la ciencia ni los libros nos pueden enseñar: el dolor de la lactancia cuando la técnica es incorrecta, el temor de las primeras fiebres, la ansiedad la angustia cuando los demás opinan sobre lo que debiera o no debiera hacer tu hijo. La incertidumbre cuando comienza la etapa de berrinches y rabietas, la culpa cuando se disciplina de una manera que no es la que una quisiera y toda una serie de sentimientos que son imposibles de entender si uno no los vives.

Es tan compleja la maternidad y estamos tan poco preparados para asumirla desde el respeto y aunque los libros si nos ayudan muchísimo hay una parte que no podemos experimentar desde la lectura o desde un video de youtuve, la tenemos que vivir. Por eso es que buscamos tan desesperadamente a otras personas que estén viviendo lo mismo, para encontrar ese hombro y ese oído que te escucha genuinamente sin juzgarte ni dándote consejos arcaicos o de manual que una sabe que no van a funcionar. A veces solo buscamos empatía, un abrazo, un “yo te entiendo” genuino.

A veces ni siquiera la propia pareja nos ofrece esa contención que necesitamos porque no es lo mismo, porque la relación que tienen los hijos con la madre no es la misma que tienen con el padre y esta comprobado. Me ha pasado en alguna oportunidad llegar a mi casa y ver a los niños jugando tranquilos mientras su papá trabaja en la compu sin interrupciones, una foto de portada de revista. Pero déjenme decirles que ese escenario nunca pasa cuando lo que está a cargo soy yo. Entonces luego cuando le hablo a mi pareja de mis emociones o algunos conflictos con los niños el no entiende y me mira como si estuviera loca.

Tu pareja, tus amigas que no tienen hijos o hasta las conocidas que tienen hijos pero ya grandes o hasta tu propio círculo familiar muchas veces piensan que son tus hormonas o que estás susceptibles o que estás exagerando o que te quejas demasiado o que “ a mi no me pasaba”.

Todos esos comentarios no te sirven ni te suman nada, lo único que necesitas es un “yo te entiendo”, “yo tampoco duermo bien desde hace cuatro años”, “A mi también la lactancia me tiene agotada”, “yo también quisiera tener un rato para mi sola”, “a mi también me duele el alma dejarlo en la guardería”. Eso es lo queremos escuchar, lo que necesitamos.

Por Ana Acosta Rodríguez, Mamá Minimalista

Facebook: @mamaminimalista

Fuente: mamaminimalista.net

Ana_AcostaAna Acosta Rodriguez

Maestranda en Psicología Positiva Aplicada y experta en Mindfulness,  Inteligencia Emocional y Crianza con apego.

www.nutrimama.com

mamaminimalista.net/

Instagram: Nutri_mama

Si crees que este artículo puede serle útil a alguna mamá o papá, compártelo!

 

Read more

Si ves a una mamá sola

La próxima vez que veas a una mamá con un bebé chiquito llegar solita a ese parque al que siempre llevas a tus hijos, acércate, salúdala, háblale. Para ella todo el ambiente y el mundo de la maternidad es muy nuevo y esta llena de miedos y dudas, las mismas que tu tenias cuando tuviste a tu bebé. Quizás al ver a las otras madres que parecen tener todo bajo control le da vergüenza acercarse, quizás es tímida, tal vez esta insegura y teme que le pregunten cosas que no sabe y la juzguen. La pobre ha dormido solo un par de horas y aun con muy poca energía trato de armar su pañalera y organizar el día para poder ir al parque un ratito porque quedarse toda la mañana encerrada con su bebé le da angustia.

Ella necesita conectar con otras mamás, necesita una tribu que la acompañe, le de consejos y la apoye. Recuerda por un minuto lo sola que te sentiste cuando todo empezó, más aún porque tus amigas cercanas no tenían hijos y tu familia estaba tan lejos.  Ponte en su lugar y con mucha valentía (si, esa valentía que la maternidad te regalo) acércate y preguntale algo, cualquier cosa. Conecta. ¿Que puedes perder? Nada, solo que ella no esté interesada en hablar pero puedes ganar muchísimo, y ella más.

Cuando veas a una mamá sola en el parque y ella te regale un “buenos días” o un sonrisa, contéstale, evita juzgarla, evita ignorarla porque estas con tus amigas. Esas actitudes debemos dejarlas atrás. La maternidad nos ha enseñado que importante es hacer tirbu y que difícil se hace cuando no conoces a nadie, eres nueva en el barrio o ninguna de tus amigas de toda la vida tiene niños o tal vez ya son todos mayores.

Si eres mamá primeriza o has vuelto a ser madre después de muchos años, anímate, acepta esa invitación, no importa si llegas con los pelos revueltos, no importa si aun tu ropa favorita no te queda, acepta la invitación, te aseguro que te arrepentirás de no haber ido pero no de ir. En ese momento podrás hacer catarsis con otras mujeres que están pasando por tu misma situación y podrás contarles esas cosas que cuando le cuentas a tu pareja parece no comprender.

Si tu amiga de toda la vida que fue mamá hace muy poco ha tenido cambios de humor, parece alejada o no acepta ninguna invitación no la juzgues, no la critiques con tus otras amigas. Su vida ha cambiado por completo y ya no es ni dueña de sus horarios, ni de su cuerpo,  ni siquiera es dueña de sus emociones que la sobrepasan. Se pasea del amor inexplicable al temor profundo o al agotamiento extremo. Quizás podrías pasar una tarde por su casa y llevarle un té con una magdalena, algo que sea espontáneo y sin mucha planificación.

Yo he sido todas estas madres, la nueva del parque, la antigua que sonríe, la que no le responde a sus amigas, la que está lejos de la familia, la que trata de que el mundo crea que tienen todo bajo control aunque no lo hace. Yo he sido todas estas madres y he aprendido muchísimo de mis experiencias. Hoy puedo decir que sin las otras mamás que me han apoyado aunque no fuéramos íntimas amigas el recorrido hubiera sido mucho más pesado.

La Sororidad comienza con la empatía por las congéneres.

Por Ana Acosta Rodríguez, Mamá Minimalista

Facebook: @mamaminimalista

Fuente: mamaminimalista.net

Ana_AcostaAna Acosta Rodriguez

Maestranda en Psicología Positiva Aplicada y experta en Mindfulness,  Inteligencia Emocional y Crianza con apego.

www.nutrimama.com

mamaminimalista.net/

Instagram: Nutri_mama

Si crees que este artículo puede serle útil a alguna mamá o papá, compártelo!

Read more

¿Se puede decir, estoy mal?

En este último mes me han pasado muchas cosas o tal vez no tantas pero se han acumulado varias que me han hecho estar muy sensible, cansada y a ratos muy triste.
Esto me ha llevado a observar con asombro, cómo nadie o casi nadie para no generalizar te permite poder transitar por estados de cansancio o melancolía o mejor dicho de tristeza.

Creo que lo único que nos permitimos decir y somos contenidos por otros es cuando decimos que estamos cansados, ahí nos sentimos como en un colectivo donde todos y todas pareciera que estamos en lo mismo y con permiso para decirlo.

El problema aparece cuando decimos “ estoy triste”, “ no doy más “ y tantas otras que muestran nuestra vulnerabilidad.

Es como lo qué pasa con el llanto, que ya lo hemos reflexionado en otras ocasiones, no se puede llorar y tampoco se puede decir “ estoy mal”.

Todo el mundo o la mayoría de ella te dicen, ponle onda, tu puedes, todo pasa, vas a poder y muchas frases más como tienes que ser positivo (a), darle para adelante etc.

Estoy segura que todos y todas las que escuchamos estas frases sabemos que son verdad, que tienen sentido y hay que ajustar todos los motores para salir adelante. Sin embargo el escuchar, el entender y estar de acuerdo con cada uno de esos planteamientos no es incompatible con permitirnos estar frágiles que a la larga es nuestra gran fortaleza.

Tengo la impresión que el aceptar que estamos mal, nos deja pegados ahí y nos lleva a una depresión casi seguro. Es como que todo el rato hay que negar el estar mal y ser optimista y agradecida todo el tiempo.

También estoy de acuerdo con esa frase pero ser extremadamente positivo es primo hermano de ser negador. El verdadero positivismo es el que avanza pero asumiendo la vulnerabilidad.

Claramente hay que cambiar de una vez por todas el concepto de fortaleza; ser fuerte significa ser vulnerable y expresar lo que se siente cuando se siente y esto no es incompatible con la honestidad privada y pública de reconocer que uno está atravesando un momento difícil en la vida. Si no, con los duelos no se puede decir al poco tiempo de la pérdida que uno está desvastado, mucho menos lo pueden decir todos los seres humanos que se sienten frágiles, tristes y a ratos con los brazos caídos.

De verdad, pido permiso para que todos los que estamos o podemos estar en momentos difíciles lo podamos decir y en vez de llevarnos a negarlo, nos contengan, nos acepten así y desde ahí seguro que sacaremos fuerzas para salir y avanzar. Sabemos que tenemos que salir adelante, sabemos que tenemos que ser positivos y agradecidos de lo mucho o de lo poco que tenemos, pero en el camino queremos y la gente quiere poder sentirse frágil, sentir y poder decir no estoy bien.

Que podría tener de malo poder decirlo y permitírselo, incluido el llanto y la sensación tantas veces repetidas de no poder más. Siempre se puede más y estoy segura que si me permito una pausa, seguramente la fuerza con la que saldré adelante será potente y sobre todo más sana.

Me impresiona como negamos nuestros estados de fragilidad, como nos mentimos y le mentimos al resto para ser “fuertes” siendo que así somos mucho más débiles.

Ha sido tan lindo hablar en los talleres de este concepto que a nombre de esa gente y del mío propio, pido permiso para permitirme estar mal un rato.

 

pilar_sordoEscrito por Pilar Sordo – Psicóloga

Extraído de www.pilarsordo.cl

 

 

 

 

Read more

Hola Angustia, Chao Angustia

En este período del año, es muy común que nos acompañe, la Angustia, el comienzo del Colegio, la Universidad, los desafíos laborales, las rutinas del año, el fin del verano y el término de los períodos de descanso, todo comienza junto y requiere que nos adaptemos de manera rápida a estas nuevas situaciones que requieren de mayor rigor, disciplina y rutina.

¿Qué experimentamos cuando estamos Angustiados?

Experimentamos una sensación difusa de malestar físico, que provoca incomodidad, dolor de estómago, dolor de cabeza, mareos, dificultad para conciliar el sueño, opresión en el pecho, sensación de falta de aire, entre otros. Además a ésto se le suman pensamientos de duda respecto de quienes somos y de nuestras capacidades.  Nos creamos películas propias de si seremos aceptados o no por nuestros pares, de cuán inteligente seré, de cuán atractivo soy y de todo aquello que me imagino al enfrentar un nuevo escenario que no conozco bien y en el cual quiero o debo estar de la mejor forma posible.

La angustia es una emoción y como tal, algo puramente subjetivo, que se manifiesta con síntomas físicos observables en algunos casos. La Angustia la percibe quien la siente y, como sucede en el interior de uno, permanece oculta a los otros. Por eso se experimenta en soledad, en una soledad cruda y desamparada. Se trata de la soledad en la que me enfrento a asuntos que solamente me conciernen a mí mismo, a lo más privado, íntimo y propio de mí.

Grandes filósofos y pensadores han descrito la importancia de este sentimiento diferenciándolo del miedo y la desesperación. Desde mi punto de vista la angustia es un sentimiento que nos puede paralizar o, que abre posibilidades, si somos capaces de detenernos a reflexionar y encontrar un camino. Yo recomiendo que en estados de angustia uno se tome el tiempo para tomar un café con otro, para mi esta expresión del café, permite tener la oportunidad de ser ayudados a encontrar respuestas, a analizar, a entender, a hacernos preguntas, a compartir experiencias, a entender que no estoy sola, a sentirme querido, acompañado, contenido y seguro, a ser escuchado y a poder expresar lo que por lo general no comunico.

Cuándo uno conversa se siente como se libera esa energía angustiante y se va cambiando por otras que me hacen sentir mejor y mas seguro.

  • Si notas angustia en tus niños acompáñalos, abrázalos, que sientan tu apoyo, dale el espacio para que te cuente que le pasa. Que dibuje, que juegue, léele un cuento, toma un té de Melissa conversado con ellos, de esa forma los niños podrán elaborar y hacer que la angustia disminuya o desaparezca. Dales contexto y tiempo para adaptarse.
  • Si notas cierto grado de angustia en ti mismo, tómate un café con alguien.
  • Si alguien te comenta que esta angustiado, tómate tu tiempo e invítalo un café.

 

florencia_vargasFlorencia Vargas Schmauk

Conoce más de Florencia AQUI

Psicóloga U Andes

 

 

 

Read more