¿Cómo preparar una reunión para que sea exitosa?

Ante reuniones complejas es muy necesario anticipar las jugadas y planificar qué es lo que queremos que pase. Para eso es necesario:

1.- Definir claramente qué es lo que quiero lograr con esa reunión.

2.- Qué es lo que quiere la contraparte.

3.- Cuál es mi resultado ideal de la reunión y hasta dónde estamos dispuestos a flexibilizar mi posición.

 4.- Utilizar datos concretos que permitan sustentar lo que estás pidiendo.

5.- Armar un set de preguntas respuestas, ponte en diversos escenarios y anticipa las decisiones/definiciones en cada una de las jugadas.

Preparar bien una reunión es clave para tener éxito. La preparación te entrega mayor seguridad al hablar y exponer tus ideas, generando que las demás personas crean y confíen en ti y tu trabajo.

Otros elementos claves a considerar son mirar a los ojos, tener buena postura, hablar con buen tono, cambiar el ritmo para que no sea aburrido ni monótono, ser puntual, ser amable y respetuoso, escuchar y no interrumpir al otro, entre otros.

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Crisis de Incertidumbre ante la falta de Confianza

La desconfianza se hizo presente con fuerza en este país y con justa razón. Este llamado ha sido profundo y no creo que existan muchos desacuerdos en este sentido, se notó la unión de Chile por esta pedida transversal. Sin embargo las marchas y el caos generado nos ha llevado en corto plazo a la inestabilidad para muchos chilenos que día a día mantienen sus negocios funcionando ya sean emprendedores, microempresarios, prestadores de servicios etc. El golpe se sintió de inmediato, de forma bastante transversal.

En poco tiempo muchos chilenos cayeron en la incertidumbre total. ¿Que es la incertidumbre? Una situación de desconocimiento que se tiene acerca de lo que sucederá en el futuro. Una mezcla no fácil de abordar, una mezcla peligrosa que genera inestabilidad psicológica.

La incertidumbre es algo que siempre va a estar presente en la vida de las personas. La incertidumbre provoca emociones primarias en las personas. Cada quién en incertidumbre se conecta con sus miedos y actúa más ligado a emociones que son menos procesadas por la razón ya que apuntan a la sobrevivencia. Sálvese quien pueda y como pueda!

Ante estas situaciones aparecen las virtudes individuales, las personas más virtuosas en tiempos de incertidumbre, no dejarán de ser honestas, no prometerán cosas que no se pueden cumplir y a la vez serán capaces de manera mesurada y templada de liderar con el ejemplo y la dedicación que requiere el crear un mejor futuro para todos, en eso debiéramos estar enfocados ahora. Esa es nuestra problemática actual. ¿Quienes serán los virtuosos que nos sacan de este problema si ya dejamos de confiar en las promesas estos 30 años?

Ahora por el bien de todos nosotros como país, la invitación es a confiar en que el cambio se realizará, necesitamos hacerlo entre todos y todos debemos velar porque así sea, esa es la forma de avanzar, si la incertidumbre y la desconfianza se apoderan de nosotros, es difícil que encontremos la salida.

Nuestra mente prefiere la certeza aunque sea de noticias malas, a la incertidumbre de una posible noticia positiva.

Creo que podemos ser un ejemplo de democracia que crece, escucha y se desarrolla, creo que todos debemos aportar y sobretodo pido a los líderes empresariales, de las comunicaciones y de gobierno que hagan una reflexión profunda. También mi llamado es a todos los chilenos a revisar sus conductas y a poner de su parte para hacer un Chile justo para todos.

Nuestros jóvenes siento que no tienen el espacio para aportar como les gustaría, no los hemos escuchado ni tenemos los espacios para incorporarlos a trabajar considerando las nuevas condiciones que proponen, por eso hay muchos en sus casas sin saber como pueden aportar a este país que los necesita para construir un Chile con todos.

Cuándo uno de nosotros roba, daña. Cuándo uno evade, daña. Cuándo no me impongo porque cambiarían los beneficios del gobierno para mi, daño. Cuándo trabajo en instituciones públicas apernado 30 años sin hacer bien mi trabajo, daño. Cuando no me educo de forma permanente, leyendo, informándome, investigando, daño. Este afán del chileno de creer que es vivo y ser vivo es de choros, daña. Nos daña a todos como sociedad.

Esto ya no se trata de maquillaje y aspirinas se trata de conversaciones respecto a lo virtuosos que queremos ser como sociedad y creo que la brecha acá es enorme.

 

florencia_vargasFlorencia Vargas Schmauk

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Psicóloga U Andes

 

 

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​EL ARTE DE PELEAR LIMPIO: “SOY YO; NO ERES TÚ ”

Sin duda el matrimonio es un vínculo de amor profundo que es necesario alimentar todos los días. El amor para sostener este vínculo es necesario, sin embargo no suficiente. Hoy quiero compartir el conocimiento que adquirimos como pareja al asistir a un taller organizado por una agrupación de psicólogos clínicos especializados en temas de pareja llamada “Amar no Basta”. Este taller nos entregó herramientas concretas como pareja, para poder trabajar sobre el vínculo del matrimonio. Para poder profundizarlo, para cuidarlo y no dañarlo con las distintas situaciones a las que nos vemos enfrentados como matrimonio día a día. No puedo dejar de recomendarles este increíble grupo de terapeutas que está poniendo el énfasis en prevenir las crisis matrimoniales, entregando ejercicios y herramientas concretas. Para poder estar al tanto de los talleres y charlas pueden seguirlos por Facebook, Instagram o su página web http://www.amarnobasta.com.

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Podemos partir comentando datos duros acerca del matrimonio. Hoy el 50% de los divorcios se dan en los primeros siete años de matrimonio y se ha visto que con la llegada del segundo o tercer hijo las parejas experimentan una disminución en la sensación de satisfacción en conjunto con un aumento en los conflictos. Sin duda la llegada de los hijos se transforma en uno de los grandes desafíos de adaptación para la relación e inevitablemente comenzamos a pensar en otro ser humano más allá de nuestra pareja, aparecen las diferencias en la crianza e irremediablemente aparece aquello con lo que venimos cargado de nuestras historias familiares de origen. Probablemente con la llegada de los hijos además comienzan los conflictos acerca de los roles y tareas que cada uno debe cumplir en la crianza. Sobre todo durante los primeros años de crianza se torna más difícil la comunicación, aumenta el cansancio y los niños pasan a ser parte importante de los temas de conversación. Casi sin darnos cuenta la vida con hijos va consumiendo la vida de pareja, aumentando así los conflictos.

¿Por qué prevenir? ¿Qué pasa si nos ocupamos antes de que comiencen los problemas? ¿En qué aporta que podamos aprender estrategias concretas y comunicarnos mejor? Está comprobado que mantener una mala relación de pareja, no solo afecta tu salud mental sino que incluso puede afectar en una disminución en la expectativa de vida. Es por esto que sostener vínculos saludables y trabajar por ellos, promueve una mejor calidad de vida, una vida sexual más plena, un aumento de la comunicación, una mayor estabilidad de pareja y longevidad. Además de todo esto, promueve en nuestros hijos, mayores niveles de seguridad y desarrollo emocional. El que puedan vivir en un ambiente saludable, sin duda determinará sus relaciones con un otro. Si nuestros hijos tienen la vivencia de ver que sus papás se respetan, quieren, escuchan y resuelven sus conflictos, será un modelo para sus relaciones interpersonales tanto en el hoy como en el mañana. La capacidad de influir en nuestros niños se basa en lo que les reflejamos, como personas y como pareja.

La buena noticia es que podemos aprender a sostener un vínculo que sea de calidad y duradero en el tiempo. Solo necesitamos querer, poner el esfuerzo necesario y por sobretodo cultivarse como pareja. Para esto se torna vital aprender a conocérsenos profundamente y respetarnos en nuestras diferencias, además de poder desarrollar habilidades de comunicación efectivas y estrategias de enfrentamiento para nuestros conflictos. Sin duda el poder tornar nuestro ambiente en un ambiente positivo, ayudará. Poder reírnos de nosotros mismos, del otro, de nosotros como pareja, dejando que el humor forme parte de nuestro día a día, es muy importante. Poder darle vida a un ambiente donde haya música por ejemplo, tardes de deporte, paseos o noches de película, puede sumar mucho en la calidad y profundidad de nuestro vinculo de pareja.

Pero nos hemos preguntado ¿por qué discutimos?, la gran mayoría de las parejas pelea, esa es una realidad innegable. Y la verdad es que la respuesta puede ser a ratos bastante sencilla: SOMOS DIFERENTES. Partamos de la base que uno es hombre y otro es mujer, y aunque suene hasta casi tonto, por el simple hecho de ser hombre y mujer tenemos una mirada distinta de la vida y una distinta manera de enfrentar las situaciones. Cada uno tiene su propia historia de vida, su familia de origen, su biología, sus rasgos de personalidad, sus hobbies, sus minutos del día, ideología y opiniones. Es por esto que la mayoría de las veces que peleamos y que con esta pelea buscamos cambiar al otro, este cambio generalmente no se da. Y la verdad es que no es porque el otro no te quiera, no te escuche o quiera molestarte, sino que simplemente no puede ya que no está en su manera de ser.

En general las parejas tienden a pelear una y otra vez por los mismos temas. En ciertas ocasiones estas peleas pasan a temas más profundos y en otros momentos es tanto lo que hemos peleado por ellas, que ya simplemente las evitamos y nos vamos alejando silenciosamente como pareja. Entonces más importante que entender los problemas, que es lo que tendemos a hacer como respuesta natural, será poder ver como los manejamos.

Finalmente se ha visto que más que resolver los problemas, el poder regularlos hace que las parejas puedan mantenerse cercanas, con menos peleas y en un ambiente más positivo. Si logramos regular estos problemas y enfrentarlos juntos de manera constructiva, nos hará una pareja más feliz.

Una de las cosas que más me quedó marcada de este taller fue el saber, que existen problemas resolubles y no resolubles. Y que los no resolubles son el 70% de los problemas que tenemos como pareja, y por lo que tendemos a pelear una y otra vez. La realidad de esta cifra entonces, es que ese 70% de las peleas que tenemos, por más que las sigamos discutiendo, no van a cambiar. ¿Malas noticias?, la verdad es que uno podría dar vuelta la mirada y redefinir este número en nuestra cabeza, como algo bastante más aliviador. Finalmente este número nos da pie para entender y reflexionar, que más que nada debemos aprender a acomodarnos el uno al otro. Más que intentar cambiarlo, (porque simplemente eso no va a pasar) no quedan más opciones que bajar la bandera de lucha y poder ser aliados en esta batalla.

El querer cambiar a mi pareja, para que sea alguien distinto al que yo conocí, y del cual me enamore, lo hará sentirse poco querido y valorado dentro de la pareja. Uno elige al otro para ser él mismo, uno lo aprende a amar con sus defectos y virtudes, no sé qué va pasando en ese camino de ser pareja que comienzas a necesitar que el otro cambie, se acomode a lo que uno necesita o quiere de él. Comienzan las críticas y las decepciones porque lo que espero del otro, él o ella no ha sido capaz de cumplirlo. Y lo más importante aún es que por mucho que el otro esté dispuesto o quiera cambiar, el 70% de las veces le será imposible. Simplemente no es él, no está en su ADN, y no puede cambiarlo.

Finalmente cualquier cosa que te moleste demasiado del otro pasa a ser más un problema tuyo, y no del otro. Ver cómo podemos solucionar y lidiar con esos sentimientos es parte importante de lo que debo hacer para mejorar mi relación de pareja “soy yo, no eres tu”.

¿Y entonces que hacemos como pareja con ese 70%? Bueno no queda más que aprender a negociar, ceder y adaptarse. Buscar cómo ajustarse a eso que no cambia, aceptarlo, y acomodarte será la clave. Finalmente si logramos entender y sentir que no vale la pena pelear, quedas desprovisto de ese “para que” y de esa razón que te hace pelear, y encuentras una alternativa de solución mucho más positiva frente a las dificultades. Dejas de pelear por aquello que es incambiable.

Un ejercicio que podríamos hacer es pensar en qué peleas son frecuentes con mi pareja, qué es aquello por lo cual siempre discutimos sin llegar a ninguna parte. Si ya tienes una en mente, ahora puedes pensar si eso está en este 70%, si es así habrá que buscar otra manera: adaptarse, negociar, ceder o acomodarse. Finalmente las parejas que mejor se llevan, que son más felices y estables NO resuelven el 69% de sus problemas.

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

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Escuchar es vivir dos veces

Cuando nos topamos con alguien excesivamente locuaz y verborreico nos solemos quejar de que «es una persona que habla mucho». Si además milita en el agotador egotismo, esa religión que convierte el ego en el único lugar de peregrinación al que siempre se acaba dirigiendo su discurso, solemos agregar que «es una persona que no para de hablar… de sí misma». Sin embargo, cuando nos cruzamos con otra que nos presta atención jamás la acusamos fiscalizadoramente como  «es una persona que escucha mucho». Yo no he oído a nadie la cantinela quejumbrosa de que «es insoportable, no me interrumpe nunca», jamás he visto enfadarse a alguien porque «esta persona no para de escuchar». El motivo es sencillo. A todos nos gusta hablar y nos halaga que nos escuchen porque en ambos casos se satisfacen enraizadas motivaciones del ser humano como el reconocimiento y el cariño. Escuchar es evidenciar interés por el otro, y a todos nos encanta esa muestra de consideración hacia nuestra persona.

Hace ya tiempo le pregunté a mi sobrina, que entonces sumaba siete años, qué diferencia existe entre escuchar y oír. Quería demostrarle que son dos verbos con significados muy distintos que sin embargo a veces empleamos erróneamente. Me contestó que escuchar es prestar atención a lo que se oye. Me dejó tan atónito que no agregué nada. Escuchar es un acto intencionado, oír, no, y en esa intención descansan todas las virtudes empáticas de la escucha. El refranero nos recuerda con conmovedor optimismo que «hablando se entiende la gente», pero yo creo que debería modificarse por «escuchando se entiende la gente». Realmente deberíamos aproximarnos a realidades más veraces matizando que «escuchando se puede entender la gente, y a veces así tampoco». En la novela El mundo que deslumbra de la gran escrutadora del alma humana Siri Husvedt se afirma taxativamente a través de uno de sus protagonistas que la mejor estratagema para seducir consiste en escuchar.  «No pretendo ser un cínico cuando digo que escuchar es la primera regla de la seducción», comenta un personaje al recordar cómo se ligó a su pareja. Nada nos magnetiza más que una persona nos conceda su tiempo, nos preste sus oídos y nos empuje ligeramente para facilitar que de nuestros labios salgan palabras abrazadas a otras palabras. Quizá sí hay algo que nos atrae más, y es que el que nos escuche nos regale un halago, esa caricia que sobreexcita al ego, siempre que esté bien fundado y sea merecido. Escuchar es seductor, escuchar permite conocer información novedosa frente a la que uno pueda aportar que ya se la sabe de memoria, escuchar está muy bien retribuido sentimentalmente, escuchar es la única forma de documentar el alma de nuestro interlocutor. Escuchar de verdad es vivir dos veces a la vez.

José Miguel Valle.  Escritor y filósofo
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Ningún libro te enseña a ser mamá

No es que las mamás busquemos a otras mamás porque queremos estar en ‘grupitos’ cerrado, armar ‘mini sectas’ o porque queramos aislar a las que no son madres. Las mamas de nenes chiquitos necesitamos estar con otras mamás porque la maternidad los primeros años es puro empirismo y por mas nutricionista, médica o psicóloga que seas ninguna Universidad te prepara para ser mamá.

Hay cosas que si no las experimentamos en carne propia ni la ciencia ni los libros nos pueden enseñar: el dolor de la lactancia cuando la técnica es incorrecta, el temor de las primeras fiebres, la ansiedad la angustia cuando los demás opinan sobre lo que debiera o no debiera hacer tu hijo. La incertidumbre cuando comienza la etapa de berrinches y rabietas, la culpa cuando se disciplina de una manera que no es la que una quisiera y toda una serie de sentimientos que son imposibles de entender si uno no los vives.

Es tan compleja la maternidad y estamos tan poco preparados para asumirla desde el respeto y aunque los libros si nos ayudan muchísimo hay una parte que no podemos experimentar desde la lectura o desde un video de youtuve, la tenemos que vivir. Por eso es que buscamos tan desesperadamente a otras personas que estén viviendo lo mismo, para encontrar ese hombro y ese oído que te escucha genuinamente sin juzgarte ni dándote consejos arcaicos o de manual que una sabe que no van a funcionar. A veces solo buscamos empatía, un abrazo, un “yo te entiendo” genuino.

A veces ni siquiera la propia pareja nos ofrece esa contención que necesitamos porque no es lo mismo, porque la relación que tienen los hijos con la madre no es la misma que tienen con el padre y esta comprobado. Me ha pasado en alguna oportunidad llegar a mi casa y ver a los niños jugando tranquilos mientras su papá trabaja en la compu sin interrupciones, una foto de portada de revista. Pero déjenme decirles que ese escenario nunca pasa cuando lo que está a cargo soy yo. Entonces luego cuando le hablo a mi pareja de mis emociones o algunos conflictos con los niños el no entiende y me mira como si estuviera loca.

Tu pareja, tus amigas que no tienen hijos o hasta las conocidas que tienen hijos pero ya grandes o hasta tu propio círculo familiar muchas veces piensan que son tus hormonas o que estás susceptibles o que estás exagerando o que te quejas demasiado o que “ a mi no me pasaba”.

Todos esos comentarios no te sirven ni te suman nada, lo único que necesitas es un “yo te entiendo”, “yo tampoco duermo bien desde hace cuatro años”, “A mi también la lactancia me tiene agotada”, “yo también quisiera tener un rato para mi sola”, “a mi también me duele el alma dejarlo en la guardería”. Eso es lo queremos escuchar, lo que necesitamos.

Por Ana Acosta Rodríguez, Mamá Minimalista

Facebook: @mamaminimalista

Fuente: mamaminimalista.net

Ana_AcostaAna Acosta Rodriguez

Maestranda en Psicología Positiva Aplicada y experta en Mindfulness,  Inteligencia Emocional y Crianza con apego.

www.nutrimama.com

mamaminimalista.net/

Instagram: Nutri_mama

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SER PADRES: UN MUNDO DE DUDAS

¿A quién no le ha pasado tener un día difícil, un despertar duro, un nudo en la garganta? ¿dudas y preguntas sin respuesta?. Sin duda los malos momentos nos hacen cuestionarnos ¿Lo estoy haciendo bien?. Y cuando estas situaciones o peleas ocurren a nivel familiar nuestras dudas crecen: ¿soy realmente la mamá que quiero ser? ¿Soy un buen padre? ¿Qué pasa que a ratos sentimos que no merecemos que nuestros hijos nos traten mal?, ¿cuánto de lo que hacemos para ellos como papás está bien?, ¿no será mucho? ¿en qué cedemos y en qué no? ¿soy realmente la “peor mamá o papá del mundo”? o ¿es realmente una injusticia lo que a veces entre peleas y discusiones escuchamos como padres?.

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Probablemente muchos de estos cuestionamientos son sólo preguntas sin respuesta. Solo tengo la convicción de que cada uno en su rol de padre o madre, intenta hacerlo lo mejor posible. Intentamos escuchar a nuestros hijos, conectar con sus necesidades, equilibrar nuestros tiempos con los suyos, cuidarnos para poder cuidarlos mejor, intentamos, a ratos, gozar la parentalidad y su niñez, porque sabemos que se pasa rápido. Sé que la mayoría de las veces, nos proponemos ser la mejor versión de nosotros mismos para entregárselas como un valioso regalo a nuestros hijos, al mundo y a los que nos rodean. Pero, a veces, la vida en ciertas situaciones difíciles y peleas se torna injusta, unilateral o triste. Escuchar que “eres la peor mamá (o papá) del mundo” rompe el alma, sobretodo porque uno intenta ser “la o el mejor” dentro de las propias posibilidades.

A veces pensamos que somos muy duros, que los niños tienen que hacer lo que uno piensa, porque estamos convencidos que es lo mejor para ellos. ¿Cuánto realmente es lo que necesitamos escucharlos?. A ratos, al menos a mi, me baja esta duda, casi existencial, de si realmente lo que yo creo es definitivamente lo que ellos tienen que hacer ¿Por qué ellos no pueden tener razón? ¿Por qué yo creo tener la mirada correcta o la experiencia para no escucharlos?.

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Siempre suena más fácil decir: “las reglas se siguen y si no quieren tienes que contenerlos en su enojo”, es la receta de psicología que nos enseñan, que leemos, que sabemos…. pero es tan difícil ponerlo en marcha y lograrlo en situaciones de discusión, enojo y cansancio. Cuando el enfado de nuestros hijos nos traspasa a nosotros como padres, quedamos absolutamente desprovistos de herramientas para poder leerlos, saber qué es lo mejor para ellos, escucharlos, contenerlos y decidir en conjunto de una manera constructiva. Es tan difícil escuchar sus voces cuando uno como papá piensa que el camino correcto es el contrario a lo que ellos necesitan. Más difícil es aún, cuando la situación se torna tensa, comienzan los gritos y las descalificaciones. Ahí solo nos destruimos siendo incapaces de mirarnos en lo que todos necesitamos.

Este verano, por ejemplo, mis hijos se inscribieron a unas clases de fútbol, estábamos fuera de chile, por lo que optamos por inscribirlos solo a dos días para probar, porque como papás sabíamos que sería difícil y nuevo para ellos. Después de la primera clase llegaron felices, lo pasaron bien, les gustó el profe y en definitiva fue una experiencia de crecimiento para ellos. Sin embargo, al día siguiente ya no querían ir. La clase estaba pagada, y creíamos como papás, que debían terminar aquello en lo se habían comprometido y sabíamos que si iban sin duda llegarían contentos con la experiencia.

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¿El costo de que fueran? Una pelea enorme, escuchando frases como “son los peores papás del mundo“, “No entienden nada“, “Siempre nos obligan“, “No nos están escuchando” … rabia, rabia, rabia. En ese momento, es cuando empezamos a buscar como padres, la teoría o la guata o al menos tus valores familiares. Nosotros tenemos claro que no queremos crear una niñocracia, pero tampoco nos gusta la dictadura como papás. En algún minuto de la pelea, y después de un momento de calma, recuerdo haber logrado entrar en mi modo zen -que a ratos aparece- me senté al lado de ellos y les pregunté: Ya explíquenme, ¿qué pasa, por qué no quieren ir si ayer fueron felices?, ¿me cuesta entender?, y entonces solo escuché vaguedades, excusas, palabras como “lata”, “es que son malos” o “es que no conozco a nadie”. Con mi marido, seguíamos pensando que tenían que ir y entonces la respuesta en modo Zen fue “no nos parece, creemos que lo van a pasar bien, es sólo una clase más, ya se comprometieron, hay que terminar lo que uno empieza, etc., etc., etc….”. Y ellos con su misma rabia siguieron tirando frases para el bronce y ahí definitivamente nos ganó la rabia:”van y se acabó”. ¿Dictadura? ¿lo estaremos haciendo bien? ¿los escuchamos más? ¿pasamos por sobre lo que pensamos? ¿dónde está el límite de lograr leer y satisfacer sus necesidades, pero al mismo tiempo llevarlos a que hagan eso que nosotros como papás sabemos los hará crecer? El costo: una gran pelea, todos llorando, frustración por todas partes y finalmente quedándonos con la duda, ¿realmente está bien lo que estamos haciendo como papás?.

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¿Qué pasó finalmente? FUERON ¿cómo llegaron a la vuelta de sus clases? ¡¡Felices!!, contentos, llenos de experiencias nuevas. ¿Fuimos papas que leímos sus necesidades? Quizás no. ¿Valió la pena? Quizás sí. La parentalidad es un mundo de dudas, no hay recetas, no hay teorías, sólo está tu manera y esa tendrá que ser la mejor posible. Claramente la pelea no fue algo que buscamos, pero la realidad es que pasa y tuvimos que estar en ella para aprender algo nuevo.

Los aprendizajes fueron varios: hay valores familiares que no se transan, no siempre podemos satisfacer sus necesidades porque a veces la necesidad es solo evitar eso que les cuesta y eso los daña y, por supuesto, que nuestro mejor intento es también el de ellos. Todos necesitamos poner de nuestra parte para construir un acuerdo y NO destruir nuestros vínculos.

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Finalmente, todos nos pedimos perdón, nos abrazamos, y lloramos. ¿Será que de eso se trata ser y hacer familia? ¿por qué a ratos duele tanto? Me imagino que es porque en el dolor crecemos, nos acompañamos y aprendemos a ser empáticos. Porque en los momentos difíciles y reales se profundizan los lazos, porque después de las peleas aprendemos a reparar, querer y respetar. Hoy todos reparamos, y eso es algo que mis niños al menos aprenderán para la vida. Todos nos equivocamos y de eso aprendemos también.

¿Cuánto empujo a mis hijos a eso que creo que les hará bien? Sólo sé que tiene que ser negociable, acompañado, mirado y contenido desde lo que ellos necesitan también. Ese día todos podríamos haberlo hecho distinto, no les pregunté por ejemplo qué necesitaban de mi para ir a sus clases, quizás querían que los acompañara las dos horas de fútbol. Nos ganó la rabia y la frustración, sin embargo al menos nos sirvió como papás para cuestionarnos cómo todos lo haríamos distinto la siguiente vez, quizás nos equivoquemos de nuevo. ¡Y bueno de eso se trata la vida, la familia y el amor!

María José Lacámara – Conoce más AQUI

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Como ser buena jefa de hombres

El mayor secreto para ser buena jefa de hombres y usar tu empatía para entender las normas a las cuales ellos responden.

Es probable que en algún momento de tu carrera te toque supervisar un equipo de hombres. Esto es aún más probable en industrias y profesiones tradicionalmente masculinas como son la construcción, la ingeniería, la energía, etc. En países machistas puede resultarte difícil ejercer la autoridad si eres mujer ya que puedes encontrarte con resistencia por parte de tus subordinados. No te desanimes. Si te enfrentas a esta situación aquí revisamos algunos aspectos para tener en consideración y te doy recomendaciones que te ayudarán a ser buena jefa de hombres.

Para ser buena jefa de hombres debes conocer las normas que los rigen

 

Tanto hombres como mujeres estamos sujetos a una serie de mandatos y normas sociales de los cuales suele ser difícil escapar. Para ser buena jefa de hombres debes saber que estas normas incluyen:

–       Evitar todo lo que sea considerado femenino. Cuando los hombres tienen actitudes comúnmente asociadas con las mujeres (demuestran temor, emoción, etc.) son tildados de “maricas”, “flojos”, etc.

–       Ser ganadores. El foco está en cualquier cosa que pueda darle poder, prestigio, o estatus social; todo lo que lo convierta en un ganador. De ahí que el éxito profesional sea tan importante. (Algo que debes tener en consideración si quieres ser buena jefa de hombres).

–       No demostrar grietas en la armadura. Es decir, no expresar emociones ni tener actitudes que puedan ser interpretadas como debilidad.

–       Ser un hombre entre los hombres. Esto implica participar en actividades típicamente masculinas (como jugar deportes, salir a tomar con los amigos, ir a clubes donde hay mujeres semidesnudas, etc.) que al fin y al cabo sirven para solidificar redes de contacto profesionales.

Una buena jefa de hombres usa sus ventajas para lidiar con sus subordinados

Dejando de lado si estás de acuerdo con las normas que la sociedad occidental impone sobre sus hombres o no, es fundamental entender que éstas existen y descubrir la manera más efectiva de tratar a tus colegas para lograr tus objetivos como líder.

Si estás en un campo tradicionalmente masculino puede ser un desafío conseguir que te respeten tus subalternos Photo Credit: blogs.reuters.com

Como mujer tienes una característica principal que debes aprovechar si quieres ser buena jefa de hombres: la empatía, una de las herramientas más poderosas de tu arsenal. Está científicamente comprobado que usando empatía puedes cambiar la respuesta adaptiva del hombre que tienes enfrente y conseguir que éste modifique sus percepciones de sí mismo. Como consecuencia de este cambio de percepción podrá alejarse de las normas que rigen su género y funcionar de manera más colaborativa, expresar sus sentimientos, etc.

Tu alto nivel de empatía (resultado de la composición química del cerebro de la mujer) te permite:

– Ponerte en el lugar de tus subordinados hombres y entender por qué ciertas situaciones o actitudes amenazan algunas de las normas que los rigen. Por ejemplo, puedes entender que si humillas a un hombre frente a sus compañeros no te lo ganarás como aliado ni a él ni a sus colegas. Por el contrario, si lo haces sentir exitoso, si halabas su desempeño en forma pública, muy probablemente puedas ponerlo de tu lado.

– Saber escuchar. Este talento tan natural en las mujeres es de particular relevancia para ser buena jefa de hombres pues te permite escuchar más allá de las palabras e identificar lo no dicho. De esta forma puedes ocuparte del problema real y no distraerte con lo que aparece en la superficie.

– Negociar mejor porque siempre tienes la habilidad de tener en consideración las necesidades de todas las partes y tienes facilidad para proponer salidas win-win.

– Obtener consenso de múltiples stakeholders para llevar adelante un proyecto.

Tácticas para ser buena jefa de hombres

Siempre que tengas dificultades para hacerte respetar por los hombres de tu equipo, cuando sientas que sabotean tus directivas ya sea de forma directa o indirecta, recuerda que tú eres la jefa y que nadie puede hacerte sentir insegura sin tu consentimiento. Estás en ese lugar porque te lo mereces, tienes las dotes, experiencia y preparación necesarias para el puesto y no tienes que rendirle cuentas a nadie. Además:

Usar la empatía para lograr que los hombres de tu equipo vean tu punto de vista es una buena estrategia Photo Credit: www.frankclavijo.com

–       Usa la empatía para afectar la química cerebral de los hombres de tu equipo, ver el mundo a través de sus ojos, y hacerlos sentir comprendidos. Luego encuentra la manera de presentar tus directivas, dar feedback, etc. teniendo en cuenta las normas que rigen a los hombres en nuestra sociedad.

–       Identifica uno o dos hombres en la organización que sean tus patrocinadores. Es decir, que crean en ti y te apoyen en lo que haces. Que colaboren con la construcción de tu reputación.

–       Mentorea a varios hombres y asígnales mentoras mujeres a aquellos con los que tienes mayores dificultades. Los estudios muestran que los hombres que han tenido mentoras mujeres están más abiertos a la equidad de género.

–       Identifica el sentido de juego limpio (o el sentido de justicia) en los hombres de tu equipo y básate en ese rasgo para transmitir la idea de que el género no debe nunca limitar cuán lejos puede llegar una persona.

–       Admite que no siempre conseguirás que todos acepten trabajar para una jefa mujer y que llegado el caso los deberás reemplazar.

Vivimos en una sociedad donde muchas cosas están cambiando con rapidez y los mandatos que llevan cientos de generaciones aún no se han actualizado. Tal vez tú hayas llegado a un cargo al cual tu mamá o tu abuela nunca hubieran aspirado pero a tu esposo o a tu subordinado les cuesta aceptar que una mujer pueda ocupar ese lugar. Siendo un poco más empática con lo que están viviendo los hombres en esta época podremos sumarlos de aliados y llegar mucho más lejos, mucho más rápido.

Déjanos un comentario aquí mismo acerca de cuál es tu experiencia con hombres como subordinados. ¡Nos encanta escucharte!

 

mariela_dabbahMariela Dabbah es escritora, conferencista y coach. Como Coach por más de 20 años ha apoyado el desarrollo de carrera de hombres y mujeres latinos en USA , Mariela como integrante de la Red de Profesionales de Mundo Mujer comparte en esta web un material muy interesante para ti, todo basado en su experiencia.

Autora del libro “Poder de Mujer”

Extraido de http://redshoemovement.es/como-se-desarrolla-la-presencia-ejecutiva/

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Escuchar activamente

Confieso de antemano, que yo tampoco lo hago con la frecuencia que debiera y quisiera.

¿A quien no le ha sucedido, que entra a la consulta de un médico, se produce el saludo mutuo, se intercambian algunas frases acerca del clima o el tráfico, explicas tus males y en menos de cinco minutos, ya te interrumpio tres veces y ya está el diagnóstico y el remedio. Estadísticamente la mayoría de los médicos no se toman más de cinco minutos para escuchar realmente a sus pacientes.

Frustrado llegas a tu casa y justo viene llegando tu pareja del trabajo, con ganas de contarte una buena experiencia y logro en la empresa donde labora, la dejas hablar 20 segundos sin escucharla realmente y la interrumpes para soltar toda tu frustración con el médico.

Escuchar activamente es escuchar en conexión con el pensamiento y concentración.

¡Así es! No sólo con médicos y pacientes, no sólo en parejas, sino entre padres e hijos, profesores y alumnos, vendedores y clientes, jefes y colaboradores…..y así, en todas partes. El escuchar activa y detenidamente al otro lo hacen muy pocos. Significa no sólo escuchar palabras, no sólo no interrumpir, no sólo poner cara de atención y asentir. Significa concentrarse en el otro, sin interrupción, sin distracción. Por supuesto que requiere un mayor esfuerzo. Quien escucha realmente al otro, se involucra. Eso también significa estar dispuesto a abrirse a la perspectiva del otro. Escuchar activamente genera respeto y ayuda a crear una relación interpersonal, ya que cada persona quiere ser escuchada y comprendida.

En realidad, escuchar activamente es primeramente un tema de disposición y después de práctica.  ¡Vale la pena!

En un marco más amplio, el escuchar activamente es la base del compromiso, del amor, de una buena relación. Pero en otra vereda, es la base de un mejor servicio al cliente, procesos creativos o innovativos, en las ventas, en comités estratégicos, en diagnóstico médicos, entre muchos otros.

Recién hoy mientras escribo estas líneas, tomo conciencia que nunca he visto que el “escuchar activamente” sea parte de las evaluaciones a colaboradores, parte de los lemas o principios de cultura organizacional, de las descripciones de cargo, de los avisos de búsqueda de colaboradores.

Te propongo: ¿por qué no lo pones en la agenda de tu próxima reunión? No sólo entender lo que te están diciendo en esa reunión, sino por qué esa persona dice las palabras y frases que está hablando. Si lo vas a intentar, ve más allá de esa reunión: el día de mañana, tanto en el trabajo como con familia y amigos, escucha bien lo que te dicen con quienes debas relacionarte, no sólo tomar conciencia de las vibraciones en el aire, no sólo palabras y frases, sino entender por qué está diciendo lo que está hablando, que busca, que necesita, que me quiere transmitir realmente.

¿Qué ganas con ello? – Ganan los dos. Vas a ver el mundo de manera distinta, de otra perspectiva, vas a bajar la revolución mental y serenarte. Por otra parte, el otro notará de que realmente le prestas atención. ¡Pienso que ambas cosas hacen un mundo de diferencia!

Ricardo Gevert – Adm. Industrial

texto extraído de www.gevert.com

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