Los resultados de las pruebas de diagnóstico realizadas por la Agencia de la Calidad de la Educación han sido un balde de agua fría para el sistema educacional. Si bien es probable que nadie esperara buenos resultados, parece ser que lo obtenido es mucho peor de lo que todos imaginábamos. La conclusión inmediata y generalizada ha sido que la educación presencial es irreemplazable y que la educación a distancia no funciona. Sin embargo, sería importante mirar con más pausa y calma estos resultados para comprender bien por qué se han producido.
¿Será todo causa de la falta de presencialidad? ¿Acaso no existen modelos exitosos de educación a distancia?
Un tema que se ha hablado profusamente desde el año pasado son los altos niveles de estrés en docentes y funcionarios escolares en general. ¿Tendrá algo que ver con estos resultados la mala salud mental de nuestros docentes? ¿Es esperable que personas agotadas y con mucha ansiedad puedan tener un desempeño adecuado en su profesión? ¿Volver a clases presenciales, es la única solución a la calidad de nuestra educación? Este es un sistema que sufre de agotamiento mucho antes de la pandemia. Este evento traumático sólo ha asestado un golpe mortal a la enseñanza tradicional y academicista, los extensos currículos que impiden la autonomía y creatividad de las escuelas y sus docentes y la alta demanda de trabajo administrativo para los equipos escolares.
Hace unas semanas publicamos un artículo sobre el impacto del estrés en el proceso de enseñanza aprendizaje. La ansiedad que podría generar “pasar” contenidos atrasados en poco tiempo sería una pésima consejera para las soluciones que necesitamos para dar educación de calidad a las y los estudiantes.
En nuestra experiencia trabajando realizando encuentros de bienestar en las comunidades escolares, hemos recogido testimonios de docentes y asistentes de la educación, que dan cuenta del estrés crónico que abunda en el sistema.
“No me alcanza el tiempo para preparar el material que tengo que mandar a las casas y además llamar a los estudiantes que están más perdidos. Tengo que dedicarles tiempo para lograr una conversación que no sea sólo de notas, porque ahora necesitan mucho más que los escuchemos sobre sus problemas.”
“A veces nos quedamos hasta tarde repartiendo cajas de alimentación en la escuela, y cuando llego a mi casa tengo que seguir corrigiendo trabajos.
“Tengo apoderados que me han llamado a las 12 de la noche, porque es la hora en que ellos pueden revisar las tareas de sus hijos.”
“Es muy triste que a pesar de todo lo que estamos tratando de hacer se nos diga que trabajamos poco porque no hay clases presenciales. Yo ahora diría que trabajo el doble o el triple. Todo es diferente y nadie nos preparó para esto, pero parece que los profesores teníamos que ser expertos en clases online de un día para otro.”
“Lamentablemente algunas veces tengo que hacer clases con mis hijos al lado mío haciendo sus tareas o estando en clases, sé que es horrible y por una parte me da vergüenza porque es como poco profesional, pero he preferido eso a no aparecer para mis estudiantes.”
“Antes en la escuela conversábamos con los colegas en un café, a veces tomábamos desayuno juntos, celebrábamos los cumpleaños, etc. Ahora eso ha cambiado, todos andamos más metidos en lo nuestro y apenas nos saludamos, por lo estresados que estamos.”
Es urgente que las comunidades escolares aprendan a manejar el estrés, como primera prioridad antes de empezar a pensar soluciones creativas y de largo plazo para dar a nuestros niños, niñas y adolescentes la educación que se merecen.
Nuestra sugerencia es empezar instalando el concepto de recuperación como un hábito de la escuela. El estrés, es algo normal y recurrente, y no es malo en sí mismo. El problema es que cuando es crónico nos quita energía para funcionar y limita nuestras capacidades cognitivas y de regulación emocional. Entonces la clave está en no permitir que sea constante, y eso se logra con espacios de recuperación que nos permiten volver a calmarnos, tomar aire, conectarnos con fuentes de energía para enfrentar las demandas del ambiente.
Parece ser que las universidades han entendido esto mucho mejor que el sistema escolar. Varias han implementado un sistema de pausas periódicas para crear mejores condiciones de bienestar para sus estudiantes y docentes.
Proponemos instalar intencionadamente pausas para la recuperación de energía. No pensemos que esto es dar vacaciones más seguidas, porque aunque podría ser una medida, no necesariamente las vacaciones son sinónimo de recuperación.
Quizás algo más novedoso sería incorporar pausas guiadas para recuperar energía, pausas de calidad. Incorporar pausas de juego, de conexión emocional, de respiración y mindfullness, de arte, de actividad física; diseñadas para conectar a las personas con fuentes de energías sostenibles.
Aunque puede dar cierto temor a invertir tiempo en actividades para recuperar energía, la evidencia señala que los resultados académicos y el desempeño docente van a mejorar si las pausas son adecuadas y suficientes.
¿Cuántas pausas hacer? Las que sean suficientes para manejar el estrés. ¿Cómo saberlo? Midiendo. Midiendo indicadores de bienestar, evaluando cualitativamente en las conversaciones con las y los docentes, observando indicadores como cantidad de ausencias o licencias. Normalmente a mayor estrés serán necesarias más pausas, no existen los atajos.
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Aforo 9 alumnos por clase
CENTRO CULTURAL DE LAS CONDES
Profesora: Isabel Véliz
Miércoles y viernes, 11:00 a 12:00 horas
$ 20.000 curso
$ 17.500 Tarjeta Vecino Las Condes
Profesora: Carolina Campos
Martes y jueves, 11:30 a 12:30 horas
$ 20.000 curso
$ 17.500 Tarjeta Vecino Las Condes
Profesor: Natalia Schonffeldt
Miércoles y viernes, 12:30 a 13:30 horas
$ 20.000 curso
$ 17.500 Tarjeta Vecino Las Condes
CENTRO CULTURAL SANTA ROSA DE APOQUINDO
Profesora: Carolina Campos
Lunes, miércoles y viernes, 11:30 a 12:30 horas
$ 4.000 cada sesión / $ 3.500 Tarjeta Vecino Las Condes
Profesora: Priscilla Farías
Martes y jueves, 17:00 a 18:00 horas
$ 4.000 cada sesión / $ 3.500 Tarjeta Vecino Las Condes
Profesor: Lenin Delgado
Martes y jueves, 11.45 a 12:45 horas
$ 4.000 cada sesión / $ 3.500 Tarjeta Vecino Las Condes
Profesora: Mariana Mihaljevic
Lunes, miércoles y viernes, 10:15 a 11:15 horas
$ 4.000 cada sesión / $ 3.500 Tarjeta Vecino Las Condes
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Igual que uno necesita tranquilidad para dormir, o moverse para entrar en calor, bueno, también necesitamos atención para aprender, interés para atender y memoria para recordar, sin esas funciones cognitivas no será posible lograr un correcto proceso de aprendizaje. Es por eso que activar las áreas cerebrales encargadas de esas funciones es imprescindible. Producto del encierro en casa a raíz de la pandemia del covid 19, es que uno de mis principales preocupaciones tanto para conmigo como para con mis hijos ha sido mantenernos física y mentalmente activos día a día, el tema de la psicomotricidad, de que se muevan a diario es intransable, y con la ayuda de una planificación ha sido posible lograrlo, realizamos actividades ya sea de motricidad gruesa como de motricidad fina constantemente, ellos no se dan cuenta, pero yo lo intenciono, con el único objetivo que estén mas activadas las zonas del cerebro encargadas de aprender, y cuando hablo de aprender, me estoy refiriendo especialmente a todo lo que sucede alrededor de la vida de un niño, de todo se puede aprender! de lo que veo, de lo que oigo, lo que juego, de lo que hago con alguien cuando colaboro, de lo que descubro en los momentos de soledad, de lo que invento, lo que toco, etc…
Pero, ¿por qué el movimiento es clave para aprender? Gracias a las neurociencias se ha podido confirmar que el movimiento promueve la liberación de ciertos neurotransmisores que actúan en los procesos de aprendizaje tales como la memoria y la atención, entre otros. Ahora, por movimiento tenemos que recordar que los hay lentos y delicados, controlados y pequeños, como también hay otros acelerados, grandes y libres, entonces saber realizarlos y cuál es el momento adecuado es lo mas complicado para poder planificar, mas aun en un contexto de encierro y estrés en que se hace lo que se puede y cuando se pueda en EL ESPACIO que se tenga, y más difícil todavía en el caso de menores con TDAH, que lo único que buscan es moverse y moverse sin fin, sin razón..
Moverse despierta nuestro cerebro, mas bien lo prepara para la acción. Así, si realizamos un determinado tipo de movimientos antes del momento de aprender será propicio pues estaríamos activando el área de la atención –zona prefrontal– debido a la liberación de dopamina y noradrenalina, además del incremento en los niveles de oxígeno lo cual será óptimo para dejar al alumno preparado, atento..; por el contrario, si realizo determinados ejercicios después de una experiencia de aprendizaje podríamos activar la zona del hipocampo –ampliando su volumen– (otro acierto de las neurociencias), favoreciendo así la consolidación de los contenidos debido básicamente a la baja en los niveles de cortisol, promoviendo un estado de relajo y bajo estrés.
Ya sabemos entonces que el momento de la práctica de ejercicio y actividad física gruesa o fina es determinante para definir la calidad de un aprendizaje, activar a un niño a entrar a una sesión de telecolegio, o relajar y felicitar a un estudiante al finalizar la sesión remota estaría cooperando con el proceso.
A mas espacio podremos realizar ejercicios de motricidad gruesa tales como saltar la cuerda, jugar al luche, tirar la cuerda, hacer volteretas, jugar a «chutear» la pelota, hacer rebotes, carreras de velocidad o con implementos, baile, hacer la cama, vestirse solo, trasplantar, barrer, enrollar la manguera, mover bolsas, hacer la cama, etc.. ayudará a despertarlos.
A menor espacio podemos realizar motricidad fina o movimientos mas pequeños, tales como colorear, troquelar, delinear, pegar piezas pequeñas, hacer figuras con plasticina, trasvasijar, agrupar calcetines, cocinar, poner la mesa, sacudir, regar plantitas, bordar, yoga, pilates, entre otras, también estarán cooperando con la relajación. Según la tarea de aprendizaje que se deba realizar será la actividad psicomotora que se elija y cuándo. A nuestros alumnos a veces necesitamos relajarlos (motricidad fina) para poder hacer ejercicios de matemáticas, como otras veces necesitaremos llevarlos al patio a correr para despertarlos y luego poder hacer ejercicios de creación, de diálogo y argumentación, de trabajo grupal, de intercambio, etc..
Recientes estudios revelan que movimientos mas precisos y lentos (precisamente ahora que estamos en espacios reducidos, confinados) colaborarían a mejorar la actividad simbólica! tales como son la lectura, la escritura y el cálculo; movimiento mas gruesos y libres colaborarían con creatividad, invención, diseño, pensamiento, ideas.. gracias a los neurotransmisores que se estarían liberando.
Por lo tanto tenemos una buena noticia! Si deseamos que nuestros niños se calmen, basta con ofrecerles un ambiente, materiales e ideas de juegos de movimientos que requieran motricidad mas fina para que liberen un tipo de neurotransmisores que relajan y calman; por el contrario si necesitamos despertar a nuestros niños les ofreceremos juegos mas libres y que impliquen movimientos gruesos involucrando todo el cuerpo, lo que ayudará a dejarlos mas atentos (NA/DA). Ahora, está en nosotros reconocer al observarlos, el ver cómo están si acelerados y muy relajados y si ese estado favorecerá o no a la actividad a realizar, en el tipo de movimiento que les ofrezcamos está la solución.
Claudia Pastene – Psicopedagoga – Conoce más de Claudia
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Foto portada : Foto de Lukas en Pexels
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La llegada de las vacaciones de invierno es la época más esperada por los niños, ya que es una fecha ideal para dar un quiebre a la rutina en la mitad del año y dar paso al ocio y el entretenimiento. La neuróloga infantil de Clínica Vespucio, Dra. Paola León, se refiere a las formas de maximizar el tiempo en vacaciones, entrega recomendaciones sobre las actividades más adecuadas para los niños y enfatiza en la importancia de una buena rutina de sueño, con el fin de evitar problemas en la salud.
Poder disfrutar del tiempo libre es un anhelo de chicos y grandes, más aún cuando se acerca el periodo de vacaciones; sin embargo, hay que tener ciertos resguardos para que ello no afecte al retomar la rutina de actividades diarias. La neuróloga infantil de Clínica Vespucio, Dra. Paola explica que en este periodo, “puede ser menos complicado para el niño iniciar nuevamente las clases dado que el descanso es más corto; no obstante, puede existir más ansiedad según haya sido su desempeño en el primer semestre, por lo que el apoyo emocional es fundamental para enfrentar con éxito la segunda mitad del año”.
La especialista explica además que, por lo general, los niños requieren de una a dos semanas en volver a retomar la rutina escolar. Este es un periodo de adaptación normal donde los padres deben apoyar a sus hijos para que logren nuevamente buenos horarios de dormir, junto con retomar los hábitos de estudio que se tenían antes de iniciar las vacaciones.
Cómo maximizar el tiempo en vacaciones
Dada las condiciones climáticas, en este periodo es muy frecuente que los padres opten porque los niños permanezcan al interior de la casa, lo que, hasta cierto punto, puede ser riesgoso ya que sólo se limitan a ver televisión y permanecer mucho tiempo frente a aparatos electrónicos, lo que a largo plazo podría generar problemas en la salud del menor.
Por lo anterior, la especialista de Clínica Vespucio, enfatiza en el rol de los padres frente a las actividades que realizan sus hijos. “Es responsabilidad de los progenitores mostrar las actividades más recomendables para sus hijos. En este caso, es importante que éstos propicien la interacción con otros niños o con la propia familia, incentivarlos a realizar alguna manualidad, cocinar o, por ejemplo, si el clima lo amerita, programar alguna salida a un parque, museo, un paseo en los alrededores de la ciudad o un viaje”, enfatiza la Dra. León.
Estableciendo límites
La profesional de Clínica Vespucio, sostiene que son los padres los encargados de dar las pautas y establecer las actividades que sus hijos realicen, sin llegar a ser autoritarios. Por ello y dado que es difícil eliminar por completo el uso de aparatos electrónicos, “es recomendable fijar como máximo una hora al día para ver televisión o usar el celular, pero siempre vigilando que contenido revisan y a qué páginas ingresan”, recalca la especialista.
Consecuencias en la salud de los niños
Si bien el avance de la tecnología presenta evidentes beneficios, pasar muchas horas frente a los diferentes dispositivos electrónicos puede representar grandes riesgos en la salud de niños y adolescentes. La especialista de Clínica Vespucio, explica que, a causa de lo anterior, los menores podrían presentar alteraciones en el sueño, baja en el rendimiento escolar, conductas agresivas, exposición a contenidos no apropiados para su edad, aislamiento social – familiar, trastornos alimentarios, entre otros.
Recomendaciones
- No ocupar pantallas al menos una hora antes de iniciar el sueño.
- Generar espacios para el conocimiento y práctica de actividades (deportivas, artísticas, en familia) que ayuden a desarrollar habilidades cognitivas y sociales en niños y jóvenes.
- Propiciar la interacción con la familia y amigos, dejando de lado la conexión con aparatos electrónicos.
- Adjudicar responsabilidades dentro del hogar, para que desde pequeños asuman que deben colaborar en las tareas del día a día; lo anterior, ayuda a olvidar o dejar de lado el uso de pantallas electrónicas.
- Informarse sobre actividades a realizar en vacaciones para hacer nuevos y atractivos panoramas para los niños.
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