Qué hacer cuando tengo problemas con mi pareja

Los problemas en pareja pueden venir desde varias vías: puede ser por falta de comunicación, tomar decisiones, tener objetivos incompatibles entre sí, etc.

En esta ocasión vamos analizar con calma que se puede hacer cuando surgen problemas de pareja.

Una de las primeras observaciones que les dejo a mis pacientes a diario es que las diferencias con tú pareja no van acabarse con el fin de este problema. Siempre que nos enfrentamos a otra persona pueden aparecer roces, ideas que se oponen a las tuyas pero lejos de alarmarte hay que ser más creativos y respetar al otro antes de seguir criticándolo.

Entonces, debemos inicialmente preparar nuestra mente y buscar un espacio sano para conversar acerca de esa diferencia que tenemos. La mente así como cualquier otro musculo necesita que lo preparemos antes de una conversación.

Es importante destacar que las palabras en medio de una discusión para solucionar el problema son muy valiosas. Es necesario que tengamos mucho cuidado a la hora de expresarnos, no se trata de rebajar o menospreciar lo que opina tú pareja sino al contrario, tomar en cuenta lo que dice para poder negociar con asertividad.

Hay que ser valientes para mirar este problema que tenemos en pareja directo a la cara. No se puede seguir evadiendo porque cada vez que lo hacemos nos alejamos de la solución y posiblemente estamos sembrando la semilla del rencor.

Finalmente conversar, negociar y valorar al otro debe desencadenar en TOMAR DECISIONES. Estas serán la guía con las que podemos finalmente resolver el problema, por eso hay que ser valientes a la hora decidir y hacerlo siempre por el bien de AMBOS para que todo vuelva a la armonía.

Fray Martínez

Psicólogo, Autor y Conferencista

http://psiqueactiva.blogspot.com.es/

 Extraido de www.institutodraco.com

 

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El Mundo esta Cambiando y Nosotros También!!!

Estamos viviendo un cambio evolutivo desde lo racional impositivo a algo más emocional y con la búsqueda de más posibilidades.

¿En qué situaciones concretas podemos ver ésto?

1) Pasamos de relaciones de subordinación y dependencia a relaciones colaborativas dónde la jerarquía es cada vez menos relevante.

2) La clásica frase del papá que aspira a que su hijo sea más y logre más cosas que él, ya no resulta porque los jóvenes para ser más, necesitan sentirse más y mejor y esto tiene relación con elegir cosas diferentes, ser libres y experimentar nuevas situaciones, no cómo antes que se apuntaba a tener más cosas materiales o concretas y a seguir patrones de conducta más clásicos y tradicionales.

Los desafíos del futuro tienen que ver con la capacidad de comunicarnos, relacionarnos y de preveer situaciones de conflicto, ya que en la actualidad no se trata de resolver problemas, se trata de colaborar para aportar a relaciones armónicas donde todos podamos sentir que contribuimos y que somos parte de algo, siendo nosotros mismos.
Si quiere desarrollar un proyecto exitoso de lo que sea, enfóquese en mejorar su capacidad para relacionarse, ser flexible y llegar a acuerdos con los demás. Así se avanza en el mundo actual, con todos!!!

 

florencia_vargasFlorencia Vargas Schmauk

Conoce más de Florencia AQUI

Psicóloga U Andes

 

 

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Para mejorar la convivencia: Agrandar el Mapa

Vivimos en una sociedad compleja qué duda cabe. Al parecer la excesiva especialización disciplinaria, el conocimiento acumulado  y la proliferación de diversos estilos de vida  con valores,  conductas  y comportamientos diferentes,   hacen que en ocasiones sea difícil entendernos entre nosotros mismos. Personas de una misma nacionalidad, una misma cultura un mismo origen social  y un mismo rango etáreo pueden tener visiones muy diferentes en múltiples aspectos de la vida. Para que decir si nos topamos con inmigrantes,  de distinta educación y con religiones variadas por dar un ejemplo. Acá las posibilidades de no entenderse o no estar de acuerdo van a ser mayores.  Esto hace que la convivencia  sea cada vez más difícil.

Si bien  nunca la convivencia social ha sido fácil,  no es menos cierto que hoy el problema se ha agudizado.  Las razones son muchas y variadas;  hoy tenemos acceso a toda la información,  el nivel de la educación ha aumentado,  los medios se han hecho cada vez más masivos y accesibles   y la posibilidad de las personas de movilizarse  tanto física como socialmente  ha crecido.  Estas experiencias individuales y sociales van generando una especie de mapa que cada uno construye para interpretar la realidad de acuerdo a lo aprendido y lo experimentado. Este mapa sin embargo,  no siempre admite la existencia y validez de  otros mapas, lo que naturalmente dificulta la buena convivencia

El problema es que la construcción de una sociedad se basa precisamente en la buena convivencia.  Nosotros los ciudadanos tenemos que aprender a vivir en un espacio social y para ello debemos ejercer la tolerancia,  aprender a ceder y encontrarnos en el terreno de los acuerdos el que, idealmente debe ser más grande que el de los conflictos.  De eso se trata ser ciudadano y construir una cultura común.

Si no logramos esto,  será fácil caer en el terreno de la descalificación  a través del juicio fácil basado generalmente en un cliché, es decir un lugar común generalmente asociado a estereotipos. El cliché si bien nos da una explicación rápida y sencilla del porqué de los desacuerdos, no nos otorga un espacio de convivencia y aceptación. Al contrario agranda el conflicto y dificulta el diálogo ya que cada uno  defiende lo que cree es su  verdad a través de su modelo o mapa de la realidad el que muchas veces no se encuentra con el otro mapa.

¿Cuál podría ser el camino? No tengo la receta pero propongo agrandar el mapa. Leer más,  escuchar más,  viajar más, (de modo real o virtual), disfrutar de todos los espacios culturales que se nos ofrecen,  creo yo es una buena forma de agrandar nuestro mapa.

Foto portada: Designed by Freepik

 

macarena_urendaMacarena Urenda Salamanca – Comunicadora Social

 

 

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Temas de Vacaciones: Tres Estrategias para Sobrevivir al Carrete Adolescente

Para quienes tenemos hijos adolescentes el tema de los carretes de verano no es menor. Es natural que en este período ellos quieran estar “donde las papas queman”, todo el tiempo posible, y es también muy legítimo querer una cierta regulación por la pura necesidad de cuidar nuestro descanso como adultos, algo que necesitamos, especialmente si seguimos trabajando.

Por otra parte, el abuso de alcohol y el consumo de marihuana, así como otras conductas riesgosas asociadas a la presión social en esta etapa, son un llamado de atención urgente a los padres para hacernos cargo y actuar para cuidar la salud y el bienestar de nuestros adolescentes. No podemos confiar en las políticas públicas que han demostrado ser absolutamente inoperantes. Ni en lo que otros padres hacen con sus hijos, porque no hay criterios comunes y uno sólo puede decidir por uno mismo.

Existe la percepción de que muchos padres no se preocupan suficientemente de sus hijos adolescentes, porque efectivamente hay poco control y conocimiento de lo que hacen, tal como muestran estudios del SENDA. Sin embargo, tengo un diagnóstico diferente. Por mi experiencia como educadora y coach parental creo que la gran mayoría de los padres aman profundamente a sus hijos y quieren lo mejor para ellos, pero en la adolescencia les cuesta cambiar hacia un rol más adecuado para guiar a los adolescentes. La adolescencia nos pilla muchas veces desprevenidos. Pienso que los padres de adolescentes no son flojos ni despreocupados, sino que se paralizan o actúan de forma errática más por falta de habilidades que por falta de amor y cariño.

Sería largo abarcar todas las habilidades, actitudes y cualidades que debe tener un papá o una mamá para ser un guía apropiado en la adolescencia (https://www.talleresama.cl/copia-de-talleres-ama-3), pero ya que estamos en una época de mucha presión de parte de nuestros hijos por carretear, quiero compartirles tres claves muy concretas que, como buenos guías, nos ayudarán a tener unas vacaciones con menos conflicto y más cercanía con  los hijos.

1. Presencia. Esto significa dos cosas. Por una parte establecer ciertos mecanismos de control y observación de las conductas de nuestros hijos, adecuadas a la edad. Por ejemplo, definir hasta qué edad será necesario irlos a dejar y a buscar a las fiestas, pedirles que pasen a despedirse cuando llegan o abrirles la puerta personalmente, ponerse de acuerdo con otros padres etc. También notar el olor con que llegan, si están consumiendo solos, conocer a los amigos, ofrecer la casa de vez en cuando, etc. No recomiendo hurgar en sus cosas o tomar una actitud de detective, sólo de alguien que se preocupan por el bienestar. En ese sentido, se sabe que este tipo de medidas son protectoras para retrasar el consumo de alcohol. Estar presentes además, y esta es la parte más importante, es dedicar tiempo al hijo o hija en conversaciones individuales. Cuando tenemos estas instancias tratar de que sean conversaciones agradables, sin sermones ni críticas. Preguntarles sobre cómo lo están pasando, sobre sus amistades, lo que esperan de las vacaciones, los propósitos y sueños. También contarles sobre tus vacaciones adolescentes, lo mucho que aprecias el descanso, o qué esperas tu de estas vacaciones. Nos podemos reír juntos, hacer algo como un deporte u otra actividad, lo importante es conectarse uno a uno y demostrar nuestro interés por él o ella. Hoy día sabemos que este tipo de interacciones producen una conexión emocional muy profunda que fortalece los vínculos; y al mismo tiempo, genera conexiones neuronales muy precisas que permiten el autocontrol y la capacidad de pensar antes de actuar. Es justo lo que necesitan en situaciones de riesgo.

2. Acuerdos. Con los adolescentes no podemos seguir imponiendo reglas sin escuchar su opinión. Y esto no se trata de hacernos amigos de los hijos ni de perder autoridad. Es simplemente respetar la etapa de desarrollo en que están. Entre los doce y los veinticuatro años se produce una “tormenta cerebral”, como ha descrito Daniel Siegel, (uno de los investigadores más relevantes del desarrollo de la neurociencia), los importantes cambios que se producen en el cerebro de los adolescentes. Hay una maduración acelerada y progresiva de su capacidad de pensamiento abstracto, razonar, fundamentar, empatía, entender las consecuencias de sus acciones, planificar el futuro, etc. Con alguien que puede tener juicios propios y con una mayor autorregulación emocional, es necesario dialogar. A su vez, dándoles la oportunidad de expresar sus sentimientos e ideas, cooperamos para que esta maduración del cerebro sea la mejor posible. A los más chicos, desde los doce hasta los catorce, podemos plantearles alternativas más acotadas: ¿qué prefieres, salir un día de semana y otro de fin de semana? ¿O viernes y sábado?, puedes elegir dos horas de play en la mañana o divididas en una hora en la mañana y otra en la tarde. Después de los catorce habrá un sistema mixto pero tendiente a darles a ellos la posibilidad de presentar sus propias alternativas, con las cuales podemos estar de acuerdo o no y luego negociar. Otra recomendación es establecer acuerdos sobre los permisos y límites, pero también sobre las consecuencias que conllevará el no cumplir acuerdos. ¿Qué pasará si no llega a la hora establecida, si toma o abusa del alcohol, si no cumple con las responsabilidades en la casa, etc.?

Hacer acuerdos requiere necesariamente que nosotros pensemos en lo que queremos de ellos y fundamentar nuestras expectativas. Ya no vale el porque yo lo digo. En consecuencia, seremos padres más seguros y eso para un adolescente significa autoridad. Ellos, a su vez, estarán obligados a fundamentar también sus ideas, excelente ejercicio para su capacidad de razonar.

3. Consecuencia. Si hay algo que nos valida como autoridad frente a los hijos, es la integridad. Los adolescentes están en una etapa en que quieren diferenciarse de los adultos y por eso están muy atentos a nuestros comportamientos. En primer lugar, ver qué tipo de modelaje hacemos con nuestra conducta frente al consumo de alcohol o cigarrillo, o incluso marihuana. Obviamente como adultos legalmente podemos tomar, pero no abusar, ni manejar, por ejemplo. Hay padres que piensan que los adolescentes debieran empezar a consumir antes de los dieciocho para que aprendan a tomar. Dados los conocimientos que hoy tenemos sobre las consecuencias del alcohol en el desarrollo es recomendable retrasar el consumo lo más posible, siendo realistas de que probablemente tomarán en algunas ocasiones antes de la edad legal. A los dieciocho podrán aprender a regularse mucho mejor que a los quince o dieciséis. También el ser consecuentes implica hacer lo que predicamos. Si digo que voy a estar presente y acordamos que nos vamos a juntar a conversar una vez a la semana, cumplir ese compromiso. Si ando diciendo a los cuatro vientos que siempre voy a buscar a mi hijo, no usar Uber o delegar esa responsabilidad cada vez que puedo, etc.

No es fácil hacer estas tres cosas, estar presentes, hacer acuerdos y ser consecuentes, pero vale la pena. Te sorprenderás de lo reflexivos que pueden ser los adolescentes y de lo agradecidos que se muestran cuando les mostramos aprecio y una real preocupación por su bienestar y felicidad.

Alejandra Ibieta I, 

de AMA Consultora Parental

Articulo extraido de www.talleresama.cl

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