Curiosidad: Competencia Clave para el Aprendizaje

“La curiosidad mató al gato” Este dicho tan popular parece no tener relación con las investigaciones que están mostrando cómo la curiosidad puede potenciar el aprendizaje en la escuela y a lo largo de toda la vida.

De acuerdo al primer reporte de resultados dela Encuesta de Competencias Socioemocionales de la OCDE (SSES, en inglés), la curiosidad es la competencia que más se relaciona con el buen desempeño académico de los estudiantes, un hallazgo generalizado en estudiantes de 10 y 15 años, en todas las ciudades donde se aplicó la encuesta e independiente del nivel socioeconómico. Además la curiosidad se relaciona también con las expectativas de educación terciaria. Es decir, los estudiantes con mayor curiosidad tenían expectativas más altas sobre la continuidad de estudios. Si bien estos resultados no demuestran causalidad sino correlaciones, invitan a una profunda reflexión sobre cuánto están las escuelas enfocadas en promover la curiosidad, el amor por el aprendizaje, la apertura a nuevas experiencias, el hacer preguntas y explorar, como parte importante de sus currículums o estrategias pedagógicas.

Esto no parece ser lo usual en las escuelas y en general los sistemas educativos, no sólo en Chile, se mantienen en un formato clásico que pone al profesor como centro y fuente principal del conocimiento, que entrega respuestas elaboradas y estandarizadas y deja poco espacio para las preguntas divergentes o desafiantes o no invita a nuevos desafíos de aprendizaje a sus estudiantes.

Una niña de segundo básico había estado hablando con su mamá sobre los átomos, y justo al día siguiente la profesora de ciencias hizo una pregunta “¿Qué tiene que ver la naturaleza con la electricidad?”. La pregunta era excelente, sin embargo, la niña en cuestión levantó la mano y empezó a contar todo lo que había aprendido conversando con su mamá. La profesora un poco descolocada, le dijo: “No sea tan específica.” Claramente no era la respuesta esperada y la profesora no supo canalizar la curiosidad natural de su estudiante.

En una clase de octavo básico, sobre pueblos originarios una alumna cuenta que tiene abuelos con ascendencia de un pueblo originario pero que no recuerda el nombre y que no era mapuche.. La profesora le contesta, ¿Será Selknam? La estudiante dice que no sabe. Y la profesora continúa la clase. Otra oportunidad perdida que podría haber capitalizado invitando a la estudiante a investigar más sobre sus antepasados.

La curiosidad es una cualidad relacionada directamente con la motivación autónoma por aprender. La motivación autónoma tiene dos formas, una es la motivación que surge del placer de la actividad, o que se conoce como motivación intrínseca. En este caso el estudiante aprende porque le gusta. La otra forma es la motivación integrada, en cuyo caso el estudiante no necesariamente disfruta mucho con el aprendizaje de tal o cual materia, pero entiende su valor, le hace sentido aprender, y entonces persiste y se esfuerza. En los estudios empíricos de los investigadores de la Teoría de la Autodeterminación (E. Deci y R. Ryan), se ha visto cómo este tipo de motivación logra aprendizajes más significativos que la motivación externa, que se refiere a una motivación para obtener notas o evitar castigos, por ejemplo. Desafortunadamente los sistemas escolares, en general, no promueven la motivación autónoma. Hay bastante evidencia de que los estudiantes muestran una disminución constante año a año de su motivación intrínseca desde que entran al sistema escolar (Harter, 1981; Lepper, Corpus, y Iyengar, 2005, Gillet, Vallerand, y Lafreniere 2012).

Por ejemplo, un estudio mostró que un grupo de estudiantes cuya motivación era obtener una buena nota v/s un grupo de estudiantes motivados autónomamente por la materia, obtenían resultados levemente mejores en una prueba realizada inmediatamente después de haber terminado la unidad. Sin embargo, al aplicar otra prueba sobre la misma materia dos semanas después, el segundo grupo (motivación autónoma) mantenía sus buenas calificaciones, en cambio el primer grupo bajaba sus notas considerablemente, indicando que su aprendizaje había sido completamente superficial y sólo útil para rendir una prueba inmediata. (Grolnick y Ryan, 1987)

 

Lamentablemente las notas y las pruebas estandarizadas son utilizadas como fuentes de motivación tanto para los estudiantes como para las escuelas, sin embargo poco aportan a la motivación autónoma porque promueven un foco hacia la obtención de un resultado más allá del conocimiento en sí mismo (Klapp, 2015).

Lo que sabemos es que la autonomía es un gran potenciador de la motivación autónoma ( ¿suena evidente no?). La autonomía implica dejar tomar decisiones, conectar a los estudiantes con sus intereses, elevar su voz, considerar su perspectiva cuando se toman decisiones que les afectan y un currículum que esté relacionado con la vida de los estudiantes. Pero es muy difícil que docentes que tienen poca autonomía ellos mismos para realizar su trabajo puedan lograr ambientes de autonomía para sus estudiantes. En nuestra capacitación Ambientes AVC para la Motivación Escolar, desarrollamos estrategias y habilidades específicas para favorecer la autonomía.

Existe un consenso bastante generalizado de que la educación debe cambiar. Quizás los cambios aún no se producen porque no nos hemos puesto de acuerdo como país en una visión clara sobre el tipo de educación que necesitamos ni menos reflexionado en profundidad sobre los cambios que llevarían a alcanzar esa visión. De este tema queremos conversar con las comunidades en nuestro próximo encuentro gratuito, este jueves 7 de octubre a las 9 am, donde entregaremos los principales resultados del estudio sobre competencias socioemocionales de la OCDE y reflexionaremos a partir de ellos cómo mejorar nuestra educación. Inscríbete.

 
 Mas información en www.aprendizajesocioemocional.cl/
 
 
 
 
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UNA NUEVA MIRADA SOBRE LA AUTONOMÍA

La educación a distancia es una prueba mayor para la capacidad de autogestión del aprendizaje en los estudiantes. Con menos controles externos de la escuela física, los estudiantes menos autónomos probablemente están experimentando grandes dificultades para adaptarse a las nuevas estructuras y regulaciones de la escuela a distancia.

¿Entonces, cómo podemos ayudar a los estudiantes a desarrollar una mayor autonomía? Tal vez lo que está pasando puede ser una tremenda oportunidad para lograrlo.

La palabra autonomía viene del griego, y se compone con tres conceptos:
autos, que significa uno mismo, nomos, que significa norma o regla e ia, que indica acción o cualidad. Al unir estos conceptos entendemos que la autonomía se refiere a la capacidad de uno mismo de regular el propio comportamiento. Hay que distinguir este concepto de independencia, que es hacer las cosas sin depender de otro. Muchas veces se entiende que autonomía es hacer las cosas solo o sola, pero en realidad uno podría ser autónomamente dependiente, por ejemplo, cuando somos capaces de pedir ayuda o en el trabajo en equipo.

La autonomía tiene que ver con una experiencia interna, de sentir que yo soy el autor de mis comportamientos, que decido libremente lo que quiero hacer. Por eso la autonomía está íntimamente ligada a la motivación. Dos personas pueden mostrar un mismo comportamiento, por ejemplo, dos estudiantes que se terminan el libro que les dieron de tarea; y sin embargo, experimentar esta tarea de manera muy diferente. Uno puede leer motivado por la nota que le van a poner y otro motivado por el placer de la lectura. Esta experiencia interna, como demuestran las investigaciones de la Teoría de la Autodeterminación, está íntimamente ligada al bienestar y al desempeño, en concreto en las escuelas, al desempeño académico y la motivación con el aprendizaje.

Al ver la autonomía como un elemento central para el bienestar y el desempeño, se la entiende más como una necesidad básica que como una habilidad a desarrollar. Desde esta perspectiva, los educadores debemos considerar cómo generamos un ambiente que favorezca la autonomía de lo estudiantes, qué podemos hacer para satisfacer la necesidad de autonomía, y así aumentar la motivación por el aprendizaje.

En lo concreto esto se logra tomando la perspectiva de los estudiantes, ofreciendo opciones o alternativas para decidir por sí mismos y dando sentido a las normas y expectativas.

El tomar la perspectiva de los estudiantes se refiere a la capacidad de considerar las motivaciones, emociones y objetivos de los estudiantes para la toma de decisiones. Las personas que perciben que han sido consideradas en la toma de decisiones que les afectan están más abiertas a adoptar o asumir esas decisiones de manera libre. Esta capacidad se desarrolla a través de la escucha activa, es decir la habilidad de ponerse en el lugar del otro y entender cómo le impactarán las decisiones que se toman respecto de ella. Entonces, un profesor que, en este tiempo, se ha dado el tiempo para entender en qué realidad están operando los estudiantes, tomará decisiones más ajustadas a esa realidad y puede

flexibilizar sus decisiones. Así, si sabe que un determinado porcentaje de estudiantes no tiene acceso a internet, buscará la manera de llegar a ellos de otra forma. En esta toma de perspectiva, además, se va construyendo un vínculo más profundo con los otros, porque perciben que hay un interés y preocupación genuinos, logrando lo que los estudiantes se sientan mirados y considerados.

El dar opciones o alternativas para la acción satisface esa experiencia de poder tomar decisiones sobre la propia vida. Siempre podemos dar este espacio de decisión a los estudiantes. Los estudios hechos en contextos escolares indican que aún en cosas muy pequeñas o accesorias, el tener alternativas para decidir satisface la necesidad de autonomía y promueve la toma de decisiones responsables. Pueden ser alternativas tan sencillas como elegir en qué formato puedo hacer un trabajo, qué libro quiero leer, elegir con quién se quiere hacer un trabajo grupal, cómo ser evaluado, etc.

Por último, el dar sentido a las normas o expectativas, permite una mejor internalización de las regulaciones de los contextos sociales. Esto se traduce en una mayor adherencia a las normas, porque en realidad la persona con autonomía ha incorporado la norma como propia y la asume, independiente si hay castigo o no. El dar sentido a las normas implica un ejercicio reflexivo de parte de las autoridades, sean estas profesores, apoderados, jefes, etc. Es decir, preguntarse qué sentido tiene para uno mismo la norma antes de exigirle a otros que la cumplan. Muchas veces los adultos no son capaces de dar cuenta de esta reflexión y por eso ensalzan la obediencia ciega como una virtud. En términos de bienestar y desarrollo óptimo el obedecer por obedecer es un mal predictor. En cambio, la integración y adherencia voluntaria a las normas se correlaciona positivamente con indicadores de bienestar y desarrollo. Las discusiones que se han producido en este tiempo sobre por qué los estudiantes copian sirve para entender este tema. ¿Por qué hay estudiantes que actúan éticamente y con honestidad y otros no? Aquellos que copian, claramente no han incorporado o integrado el valor de la honestidad en el contexto escolar y probablemente están enfocados en la contingencia externa, la nota, más que en aprender realmente. Para dar sentido a una norma a otro, hay que usar nuevamente la toma de perspectiva del otro, para entender qué información necesita para cumplirla e incorporarla como propia.

Con la educación a distancia se presenta una buena oportunidad para que las escuelas puedan satisfacer de mejor manera esta necesidad de autonomía y así favorecer la motivación por el aprendizaje.

Hay muchas posibilidades de dar alternativas a los estudiantes en su gestión del aprendizaje, impulsando su creatividad y abriendo espacios para que puedan ir tomando decisiones sobre cómo quieren hacer las cosas.

La necesidad de redefinir normas o expectativas de comportamiento en el espacio virtual da la posibilidad de reflexionarlas junto con los estudiantes.

Y en relación a la toma de perspectiva, que sin duda ocurre mejor en el vínculo uno a uno, aunque la distancia física parece ser un obstáculo, estamos descubriendo que podemos llamar por teléfono, usar wapp, el correo o videoconferencias para comunicarnos con los

estudiantes, algo que antes no se consideraba como posible. Además, la pandemia ha hecho que la contención emocional sea una prioridad para casi todas las escuelas, que más que nunca, se dan cuenta que deben hacer todo el esfuerzo posible para que ningún estudiante se quede atrás. Esto ha provocado que se esté dando más espacio que nunca a ese contacto personal desde la escucha y la empatía con los estudiantes.

La motivación escolar siempre ha sido importante, hoy es una urgencia. Lamentablemente fue un tema descuidado por mucho tiempo, ya que la escuela física permitía supervigilar y controlar de manera externa a los niños y niñas, algo que es mucho fácil de hacer que dar espacios de autonomía. Hay que reconocer, eso sí, que la estructura del sistema educacional completo no está diseñada para favorecer la autogestión de los estudiantes, ni de los docentes, y tampoco de las escuelas. Pero hoy se han flexibilizado muchas cosas de esa estructura, con un currículo menos extenso, con flexibilidad para las evaluaciones, etc.

La puerta está abierta.

Alejandra Ibieta I, 

de AMA Consultora Parental

Articulo extraido de www.aprendizajesocioemocional.cl

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