🙌🏻 Un aplauso “especial diciembre” para todos esos padres y madres que hacen malabarismos este mes intentando cerrar proyectos, presupuestos, facturación y evaluaciones (como si el 31 de diciembre se acabase el mundo)
entre comidas y cenas prenavideñas, amigos invisibles, planificación y logística de regalos y además, al llegar a casa, empuñan tijeras, botones, lana y plastilina como si no hubiera un mañana.
Colegios de España, en nombre del colectivo de padres y madres estresados os pido clemencia.
🎄 Suficiente tenemos con intentar llegar a tiempo a villancicos y actuaciones. No más disfraces de turrón de suchard, reyes magos de actimel o árboles de gomaeva.
✂️ No. No lo hacen ellos. Lo hacemos nosotros con cara de susto ante el agravio comparativo con esas madres perfectas que cosen y confeccionan figuras y disfraces dignos de un desfile de alta costura.
Si este post te representa, cuando estés intentando pegar con superglu o cinta americana unas alas con perchas para un disfraz de ángel, piensa que somos muchos los damnificados de diciembre y que queda poco para darle al turrón y olvidar con champán.
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#padres #conciliacion #navidad
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La tradición de hacer regalos en Navidad está relacionada con una fiesta romana que se hacía a fin de año y la historia del obispo San Nicolás de Myra. Es ya una forma de celebrar muy arraigada en la cultura occidental, y aunque a veces puede ser fuente de agobio, regalar es un acto de generosidad y preocupación por el otro, es una forma de demostrar cariño.
Lamentablemente la Navidad por estos lados coincide con el cierre del año lo que implica innumerables actividades y compromisos. Tanto los adultos como los niños estamos cansados e híper estimulados por los medios para consumir las últimas novedades, modas y tecnologías, así como también para tener la fiesta perfecta con el árbol más lindo y la cena más exquisita. Esto puede llevarnos a tener expectativas demasiado altas sobre lo que tiene que ocurrir el 24 de diciembre, y luego llegamos al día agotados y muchas veces, con ganas de que pase pronto.
Las celebraciones como la Navidad son grandes oportunidades de conectarse en la alegría, de compartir emociones y eso fortalece los vínculos. A veces por tener una fiesta perfecta, perdemos esta noción de conexión y nos quedamos en los aspectos formales de la misma. Date la oportunidad de vivir esta Navidad de la forma en que realmente quieres, esto implica tomar conciencia de algunas cosas y decisiones firmes para lograrlo.
En primer lugar, trata de visualizar lo que deseas para estos próximos días. Dónde, cuándo, cómo, con quiénes y qué va a suceder. Luego pregúntate por qué quieres esto. Si tu deseo es tener una fiesta de unión familiar, o una celebración más íntima sólo con tus más cercanos, que se viva con un sentido de gratitud especial por todo lo que tenemos o tal vez hacer algo de entrega a los más necesitados. No importa cuál sea el sentido, lo relevante es que haya un relato y que todos los miembros de la familia se sientan parte de éste.
Luego, trata de organizar tu tiempo lo mejor que puedas, sin descuidar el descanso y los momentos para estar en familia e ir preparando la navidad. buscar instancias en las que decorar el árbol sea una actividad grupal, cocinar juntos los postres, rezar una pequeña oración para preparar el espíritu, organizar el amigo secreto.
Ahora a pensar qué regalar.
Para los niños, y los no tantos, la ilusión de los regalos es normal. Sin embargo, a veces vemos mucha ansiedad respecto del tema, algo que la publicidad exacerba sin duda, pero también nosotros al comprar impulsivamente, o cuando utilizamos los regalos para compensar o como una amenaza para que se porten bien.
Recomendamos definir un presupuesto y ojalá no endeudarse por satisfacer demandas de los niños, que normalmente son más inducidas que algo que realmente necesiten.
Pensar cada regalo de acuerdo a lo que conocemos de nuestro hijo o hija, ahijados, padres, etc. ¡Que sea entonces una tarea para nosotros!: conocer más al otro, acercarnos más, interesarnos más por ellos. Hablar de sus gustos, de sus sueños, de lo que disfrutan, etc. No quedarse en la pregunta ¿Qué quieres para Navidad? Ir más allá y preguntar ¿por qué te gusta eso? Compartir tus deseos también, contarles sobre los regalos que recuerdas con especial cariño y por qué.
Algunos criterios para decidir qué regalar son:
Algo que tu hijo desee con especial interés, cuando ha habido una consistencia en el tiempo de algo que quiere.
Algo que tu hijo necesite. Quizás no lo ha pedido, pero tu sabes que lo va a usar y apreciará que te hayas dado cuanta de su necesidad.
Alguna experiencia (lectura, teatro, concierto, viaje, clases) Las experiencias generan memorias emocionales muy potentes y son un tesoro para cultivar las pasiones.
Algo de tí. En algunas familias se regalan cupones con vales por una salida a tomar helado, cocinar juntos, hacer un favor especial, etc.
Los niños pueden parecer muy caprichosos y demandantes en este tiempo, pero no te dejes engañar, lo que ellos buscan es conectarse más contigo. A veces tildamos a los niños de consumistas, egoístas, egocéntricos, etc. Y claro, ellos no tienen los filtros que tenemos los adultos para manejar toda la presión externa qué hay por consumir y tener el mejor juguete o regalo posible. Si hasta para uno es difícil mantenerse centrado, para ellos lo es aún más. Obvio que se entusiasman con la idea de la bicicleta nueva o el play station o la barbie no se qué, quien no. Somos nosotros los que podemos alimentar esa ansiedad y mirada más egoísta o de transformar esta celebración para que sea más que sólo recibir nuevos juguetes.
Para ello, además de elegir un regalo con empatía, pensando en el otro, acompañémoslo con gestos que lo harán especial.
Que el regalo vengan con una nota o tarjeta explicando por qué lo elegiste, o por qué esa persona, sea un hijo, hermano, amigo, es especial para ti.
Que al entregarlo le digas que le das las gracias por algo que ha hecho o por como es.
Es darse uno como parte del regalo, eso será recordado por siempre, hará el momento uno de conexión e intimidad.
Invitar a los niños a hacer también pequeños regalos. Regalar de los suyos a niños que no tienen, cocinar algo, gastar de su mesada para un dulce o chocolate, ofrecer hacer algo por el otro, preparar un show de Navidad.
La Navidad es una oportunidad para establecer ritos en la familia. Estos son importantes para dar una identidad especial a la familia, y es lo que genera sentido de pertenencia. Todo esto es fundamental para que los hijos se sientan motivados a colaborar y a participar.
Las conversaciones que vamos tendiendo con los hijos son muy relevantes para dar ese significado que queremos.
Antes de la Navidad, además de preguntarles qué quieren, podemos preguntarles qué regalo espiritual esperan, cuáles son sus sueños para el próximo año, qué se les ocurre que pueden mejorar, qué podrían hacer para regalarle algo a otros más necesitados.
Durante la celebración, ya dijimos, entregar los regalos con algún detalle, hacer un momento de oración, ir a la misa, dar las gracias por algo o a alguien, recordar a un ser querido que ya no está, salir a buscar al Viejo Pascuero, meditar frente al pesebre, etc.
Después de la celebración, jugar con ellos con sus nuevos regalos, preguntarles qué los hizo felices, qué recordarán, qué quisieran hacer diferente el próximo año, si se cumplieron o no sus expectativas, etc.
Son pequeños detalles los que hacen que la Navidad se transforme en una ocasión de unión, cariño, conexión emocional. Se necesita un poco de creatividad y voluntad para lograrlo. Si realmente creemos que los juguetes o las cosas materiales no nos hacen más o menos felices, atrevámonos a vivir una Navidad que fortalezca nuestros vínculos, algo que si es fundamental para la felicidad.
Alejandra Ibieta y Alejandra Buzeta, socias AMA Consultora Parental
Articulo extraido de www.talleresama.cl
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Como la gran mayoría de las personas he estado organizando los regalos de Navidad, viendo qué será lo que necesitan los que me rodean; qué les gustará más. Vitrineando me he topado con tanta gente estresada, apurada, mal genio, etc, que me llevó a reflexionar acerca de lo que realmente necesitamos, como sociedad, especialmente en diciembre, que es un mes lleno de actividades, cansancio propio del fin de año y gastos…y llegué a la conclusión de que urge que tengamos más PACIENCIA.
La paciencia es definida por la RAE como “la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. Capacidad para hacer cosas pesadas o minuciosas. Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho”. Definitivamente es lo que hoy hace falta en nuestro mundo.
Ayer estábamos en un lugar de comida rápida y la persona que estaba pidiendo se demoraba en decidir si quería el combo 1 o 2. Un joven atrás se impacientó y empezó a chiflar, sí a chiflar! Y a gritar “tengo hambre, apúrate, mejor no pidas nada, etc.” Debe haber tenido unos 22 años, lo miré y le dije que eran extranjeros y sus ojos llenos de ira me contestaron “me da lo mismo de donde sea, quiero comer ya!” Obviamente, decidí no hablarle más porque el miedo se apoderó de mí, con tan poca paciencia él era capaz incluso de pegarme a mí si le decía cualquier otro comentario.
Entrando al supermercado a las 8:30 am la semana pasada por la puerta de salida ingresó una señora de unos 85 años y un señor que iba saliendo le grita “vieja pava no ves que es la salida” y un par de garabatos más. La señora se puso a tiritar, puso cara de confundida, incluso dijo perdón. De nuevo, ¿qué le faltó al caballero? Paciencia, empatía, pensar en que cualquiera se puede equivocar.
Así nos topamos todo el día con gente que anda con mala actitud, que tocan las bocinas si te demoras un segundo en avanzar con verde, que retan a los niños porque se han demorado en abrocharse los zapatos y las relaciones interpersonales cada día están más deterioradas…Es por esto que en esta navidad pido Paciencia para todos!
M e acuerdo una vez que mi hija de 2 años estaba enferma con un virus que se llama “Manos, pies y boca”, los padres que hayan tenido a algún hijo con esto me entenderán. Es muy molesto para los chiquititos y poco remedio se les puede dar, por lo que le empecé a escribir a mi pediatra para ver qué más le podía recetar para calmar el llanto y me escribió: “gotas de paciencia para la mamá” Justo era eso que se necesitaba, calma, respirar profundo, amor para la chiquitita y nuevamente, PACIENCIA! Por algo se dice que “la paciencia es la madre de todas las ciencias”
Si nosotros somos impacientes prefiero ni imaginar cómo van a ser las futuras generaciones que se están criando en el mundo de la inmediatez, de lo desechable, del “ahora ya”.
Uno ve muchas veces que los niños se ponen mal genio cuando ven televisión porque salen los comerciales y no son continuos los monitos. Entonces aparece netflix que es maravilloso, ya no tienen que esperar! 20 capítulos al hilo sin pausa…qué miedo cómo muchas veces criamos sin darnos cuenta del resultado que obtendremos a futuro.
La invitación entonces es a pedir diariamente “paciencia”. A desarrollar la tolerancia, la empatía, la tranquilidad. Cocinemos un queque para navidad en el horno con nuestros niños, (no en el microondas que ya se puede o con la caja de queque listo). Expliquémosles que se demora en “subir”, en que hay que esperar que se enfríe para poder comer, etc. Busquemos maneras de poder cada uno vivir con más armonía, siempre desde el amor y el respeto al prójimo.
Llegó diciembre y con ello muchas mujeres anticipamos días de agobio y stress producto de la preparación de la navidad y de todo lo que ella implica: regalos, carreras de última hora para compras, muchos eventos de fin de año…
… en fin, una gran cantidad de actividades que de sólo pensarlas ya nos producen cansancio anticipadamente
Sin embargo esto no tiene que ser necesariamente así. Cada día son más las personas que encuentran en la navidad, un momento para detenerse y mirar más allá de su realidad. Y si bien el consumo es lo que sigue imperando, muchos han optado por vivir una experiencia diferente y vivir una navidad con verdadero sentido. No se trata de no hacer regalos pero genial sería por ejemplo si pudiéramos fabricar con nuestras manos, lindos paquetes de regalos, que expresaran en su interior, deseos amor, paz, para nuestros seres queridos.
También sería importante que nos moviéramos un poco más lento. Disfrutando cada momento compartido con los amigos familiares y compañeros de trabajo con los que nos encontrarnos en cada evento de diciembre. Teniendo presente que estos son momentos únicos en los que junto con celebrar es preciso reflexionar acerca del profundo significado que tiene para la humanidad cristiana, el nacimiento de Jesús. Todos podemos hacerlo y con ello generamos un momento diferente pero también un clima navideño muy especial.
Otro aspecto importante a desarrollar en diciembre es la creatividad. Debiéramos ser creativos en Navidad, dado que ella representa vida, nacimiento y renovación. Cosas simples, pero con sentido y relacionadas con lo que nos gusta hacer. El poner nuestra energía allí nos hará sentir las tareas menos pesadas las que además tendrán mejor resultado. Una mesa bonita o armar el pesebre y el árbol con los niños con un detalle nuevo, nos harán sentirnos más involucrados y presentes en lo que estamos viviendo. Verdaderas acciones de entrega, amor y creatividad. Sin duda con ello activaremos una energía deliciosa, lúdica, llena de humanidad, que, aunque dure 1 día, a todos nos hará renacer.
Atrevámonos a disfrutar más la navidad, a darle un sentido más personal y diferente. El gozar con lo que uno da y con cómo uno se entrega a los demás, nos ayudará a recuperar el verdadero sentido de la navidad.
Macarena Urenda Salamanca
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