Negociar es el arte de ordenar la divergencia. Cuando dos o más actores negocian, no tratan de eliminar el disenso, sino de armonizarlo en una determinada ordenación para construir espacios más óptimos. Negociar es una actividad que se localiza en el instante en que se organizan los desacuerdos para dejar sitio a los acuerdos. En El triunfo de la inteligencia sobre la fuerza (ver) expliqué el dinanismo de toda negociación, que sustancialmente es el proceso que inaugura la civilización humana: utilizar una tecnología para que las partes se hagan visibles (el lenguaje), invocar una ecología de la palabra educada y respetuosa (diálogo) y urdir tácticas inteligentes para concordar la discrepancia (argumentación). Una de las primeras reglas axiomáticas en conflictología señala que los conflictos son consustanciales a la peripecia humana, y por lo tanto es una tarea estéril aspirar a su extinción. Pero otra de esas reglas afirma que no se trata de erradicar la existencia del conflicto, sino de solucionar bien su irreversible emergencia. Un conflicto solo se soluciona bien cuando las partes implicadas quedan contentas con la resolución acordada. En la jerigonza corporativa se emplea la expresión ganar-ganar para explicar en qué consiste un buen acuerdo bilateral, pero es un recurso dialéctico que a mí me desagrada porque esgrime la dualidad ganar-perder inserta en el folclore de la competición. Si utilizamos imaginarios competitivos inconscientemente inhibimos los cooperativos. Una negociación no estriba en ganar, sino en alcanzar la convicción mutua y recíproca de que las partes en liza han levantado el mejor de los escenarios posibles para ambas. Gracias a este convencimiento uno se puede sentir contento. Parece una trivialidad, pero es este impulso afectivo el que dona reciedumbre a cualquier proceso negociador. Y perennidad a lo acordado.
En una negociación no se trata solo de alcanzar un acuerdo, sino sobre todo de respetar el acuerdo alcanzado. Para lograr algo así es imperativo salvar permanentemente la cara al otro. Esta maravillosa expresión la acuñó Erving Goffman, el padre de la microsociología. Se trata de no acabar nunca un acuerdo con una de las partes dañada en su autoestima. Es difícil alcanzar una resolución cuando en el decurso de hallarla los actores se faltan al respeto, señalan aquello que degrada a la contraparte, son desconsiderados con cada propuesta, enarbolan un léxico y una adjetivación destinada a depreciar o directamente destituir la dignidad del otro. Hace unos días una buena amiga compartió en las redes un antiguo texto de este Espacio Suma NO Cero del que yo me había olvidado por completo. Para publicitarlo entresacó una frase que es la idea rectora de este artículo: «No podemos negociar con quien pone todo su empeño en deteriorar nuestra dignidad». Me corrijo a mí mismo y admito que sí se puede negociar con quien se empecina en devaluarnos, aunque convierta en inaccesible pactar algo que sea a la vez valioso y longevo. Cuando una parte libera oleadas de palabras con el fin de lacerar el buen concepto que el interlocutor tiene sobre sí mismo, se complica sobremanera que el damnificado luego coopere con él. Dirimir con agresiones verbales las divergencias suele ser el pretexto para que las partes se enconen, se enroquen en la degradación adversarial, rehúyan cualquier atisbo de acuerdo.
Es fácil colegir que nadie colabora con quien unos minutos antes ha intentado despedazar con saña su imagen, o se ha dedicado a la execración de su interlocutor en una práctica descarnada de violencia hermenéutica: la violencia que se desata cuando el otro es reducido a la interpretación malsana del punto de vista del uno mismo. El ensañamiento discursivo (yo inventé el término verbandalismo, una palabra en la que se yuxtapone lo verbal y lo vandálico, y que significa destrozar con palabras todo lo que uno se encuentra a su paso) volatiliza la posibilidad de crear lazos, de encontrar puntos comunes que se antepongan a los contrapuestos. Para evitar la inercia de los oprobios William Ury y Roger Fisher prescribieron la relevancia de separar a las personas del problema que tenemos con esas personas. Tácticas de despersonalización para disociar a los actores del problema que ahora han de resolver esos mismos actores. En este proceso es necesario poner esmero en el lenguaje desgranado porque es el armazón del propio proceso. Yo exhorto a ser cuidadosos con las palabras que decimos, nos decimos y nos dicen. La filósofa Marcia Tiburi eleva este cuidado a deber ético en sus Reflexiones sobre el autoritarismo cotidiano: «Es un deber ético prestar atención al modo en que nosotros mismos decimos lo que decimos». Esa atención se torna capital cuando se quiere alcanzar un acuerdo.
En el ensayo Las mejores palabras (actual Premio Anagrama de Ensayo), el profesor Daniel Gamper recuerda una evidencia que tiende a ser desdeñada por aquellos que ingresan en el dinamismo de una negociación: «Si de lo que se trata es de alcanzar acuerdos duraderos, entonces no conviene insistir en aquellos asuntos sobre los que sabemos que no podemos entendernos». Unas líneas después agrega que «los términos de la coexistencia no pueden ser alcanzados si todo el mundo insiste en imponer su cosmovisión a los otros». Justo aquí radica la dificultad de toda negociación, que a su vez destapa nuestra analfabetización en cohabitar amablemente con la disensión. Si negociamos con alguien y alguien negocia con nosotros, es porque entre ambos existe algún gradiente de interdependencia. La interdependencia sanciona que no podemos alcanzar de manera unilateral nuestros propósitos, y que pensarse en común es primordial para construir la intersección a la que obliga esa misma interdependencia. Este escenario obliga a ser lo suficientemente inteligente y bondadoso como para intentar satisfacer el interés propio, pero asimismo el de la contraparte, precisamente para que la contaparte, a la que necesitamos, haga lo propio con nosotros. Contravenir este precepto es ignorar en qué consiste la convivencia.
Extraido de espaciosumanocero.blogspot.com
José Miguel Valle. Escritor y filósofo
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¿Te tiemblan las rodillas, se te acelera el pulso y te transpiran las manos cuando piensas cómo negociar algo? Supéralo ya mismo. Descubre 5 secretos pocas veces compartidos para saber cómo negociar desde una promoción salarial hasta tu nuevo auto. Aquí te cuento cómo lo hice yo misma.
¿Quieres saber cómo negociar desde un lugar de fuerza?
Suponte que diseñas websites y te debes reunir con un cliente potencial. Para entender cómo negociar lo mejor posible, primero reconoce que tus honorarios no son lo único negociable. Hay mucha gente capaz de diseñar un website. Y siempre habrá alguien que pueda hacerlo más barato que tú. ¿Qué ofreces que sea diferente y justifique contratarte a ti en lugar de a cualquier otro? ¿Cuáles son tus términos? ¿Qué servicios ofreces una vez que terminas el sitio? ¿Podrías diseñar como obsequio un segundo sitio personal? ¿Podrías ofrecer al año una actualización del sitio?
Lo mismo ocurre si estás negociando una promoción o tu salario. Recuerda ser creativa. Piensa más allá de lo que tienes frente a los ojos. Aún las circunstancias y reglas que crees que son fijas, no lo son. Todo es negociable.
Cómo negociar cualquier cosa!
Aquí comparto mi propio ejemplo. Hace poco ordené un auto Acme (obviamente no la marca real!) Era mi cuarto Acme. El tercero en la misma concesionaria. La segunda vez que hacía un lease. Debía recoger mi auto un viernes. El miércoles anterior recibí un llamado. Era acerca de una venta de Acmes en la misma agencia. Ofrecían $1.000 en efectivo si uno compraba el auto ese sábado.
Cuando me llamó Pablo, el vendedor que me había vendido los últimos tres autos en esa agencia, para confirmar que podría recogerlo el viernes, le pregunté por los $1.000 de descuento. Aquí ves un resumen de esa conversación.
“Tú no calificas porque ordenaste el auto hace varias semanas. Tienes que comprarlo el mismo sábado para calificar. Son las reglas.”
“Pablo, las reglas son relativas. ¿Con quién tengo que hablar para que me den el descuento?”
“No funciona así. Las reglas vienen de la oficina central de Acme. No hay demasiado que yo pueda hacer”.
“O sea, ¿me estás castigado por ser una clienta fiel? Este es el tercer Acme que te compro…”
¿Qué crees que ocurrió? Continúa leyendo para enterarte…
2 Siempre negocias con una persona
Otro de los secretos para entender cómo negociar con éxito es recordar que siempre negocias con una persona. No importa si es para comprar un auto o para conseguir trabajo. Y tampoco importa el tamaño de la organización. Claro, es posible que a veces termines negociando con un par de individuos. Pero sabes a qué me refiero. Esto significa que es fundamental conectar con la persona que está allí negociando contigo. Cuanto más sepas de ella y qué la hará quedar bien delante de sus supervisores, mejor. Piensa qué beneficiaría a esta persona. Qué necesita para sentir que ha ganado la negociación. Qué puede permitirse perder.
En mi conversación con Pablo, yo sabía que él no quería perder una clienta fiel. Y también sabía que había otro problema del cual podía responsabilizar a su organización para no perder puntos conmigo. Para poder mostrarme que estaba de mi lado.
Así siguió el diálogo:
“No me interesa lo que dice la letra chiquita. Tu agencia contrató a una compañía para que organizara esta venta el sábado y le dio la lista de clientes. Ustedes deberían haber quitado de esa lista los clientes como yo que ya habían comprado auto. Así no recibíamos un llamado como este”.
“Déjame ver qué puedo hacer”.
¿Adivinas como terminó la cosa?
3 Decide por anticipado cuál es tu piso
Sí. Debes tener un valor u objetivo, por menos del cual te rehúses a negociar. ¿Por qué? Porque si no lo tienes corres el riesgo de negociar en contra de tus propios intereses. Esto va tanto para tu salario como para cualquier cosa que vendas. Y es una buena razón para cultivar tu creatividad. Piensan en una variedad de temas que puedas negociar. Tanto los que están sobre la mesa como los que no.
Mi llamado con Pablo fue una negociación activa. Mi objetivo era conseguir los $1.000 de descuento. Pero ya había dado un depósito para el auto y estaba atada al contrato que había firmado al encargarlo. Por eso decidí que me contentaría con $500. (No hay cómo negociar bien sin tener claridad).
Ese viernes, cuando entré a la concesionaria a retirar mi auto, el contrato de leasing ya estaba escrito. E incluía mis $1.000 de descuento. Sí. Fue así de simple. Sólo tuve que pedirlo e insistir en que me lo dieran. Pero aguarda. Porque la negociación no terminó allí.
4 Construye tu confianza justo antes de la negociación
Si cada vez que te preguntas cómo negociar tienes ganas de esconderte debajo de una piedra, respira profundo que aquí te doy un truco más. Crea un ritual que lleves a cabo justo antes de negociar. Puede ser asumir una pose poderosa por un par de minutos. Las manos en la cadera con las piernas abiertas en V. (La postura de la Mujer Maravilla). O con los brazos arriba de la cabeza en forma de V. (Como cuando los atletas ganan una carrera). Está comprobado que estas poses estimulan neurotransmisores que producen un golpe de confianza.
También puedes crear un mantra que te repites justo antes de entrar a la negociación. “Soy una poderosa negociadora”. “Me encanta negociar. Es divertido y estimulante”. Lo que te funcione mejor a ti. Te ayudará a sentirte más fuerte y a enfocarte unos instantes antes de entrar en acción.
Un par de semanas después de que traje mi auto nuevo a casa me llegó una carta de la Compañía de Servicios Financieros Acme. Es decir, la compañía que me había otorgado el lease. Contenía una factura por unos $1.000. ¿Perdón? Listaba una serie ítems que según ellos demostraban excesivo uso de mi auto anterior. El que había devuelto antes de sacar éste. ¿Así que adivina que hice? Exactamente. Lo llamé a Pablo.
Me prometió explorar el tema. Así lo hizo. Logró que su agencia descontara unos $300 de la factura. Ahora me tocaba a mi llamar a la Compañía de Servicios Financieros Acme para que borraran el resto de la supuesta deuda. Ommmmmmm…
5 Observa signos que te dicen que “ésto” no es una negociación.
Seamos honestas. Hay veces en que la gente te ofrece una entrevista de trabajo cuando ya tienen el candidato elegido para ese rol. Es un asunto legal. Tienen que entrevistar cierto número de candidatos potenciales. O ya tienen al proveedor que quieren usar. Trata de detectar esos signos para evitar invertir excesivo tiempo y energía. Pero no pierdas la oportunidad de dejar una excelente impresión. Ya estás ahí. Y nunca sabes qué puede pasar en el futuro. De manera que aprovecha el momento de mostrar lo mejor de ti.
Bueno. Llamé a la Compañía de Servicios Financieros Acme y hablé con total calma con el representante que me atendió.
“No entiendo. Ustedes habían inspeccionado mi auto y me dijeron que estaba todo bien. 300 kilómetros más tarde, después de entregarlo y firmar un nuevo lease, de pronto, el auto necesita nuevas llantas? ¿Con sólo 25,000 kilómetros? ¿Podrías averiguar de qué se trata esto?” Le pregunté:
El hombre no supo que responderme. Sabía que esto no era una negociación. Sabía que tenía que hacer desaparecer esa factura.
Y así lo hizo.
Si quieres aprender cómo negociar cualquier cosa, explora nuestro programa Step Up donde te enseñamos esta y muchas otras habilidades blandas necesarias para pasar al próximo nivel de tu carrera.
Mariela Dabbah – Coach
Extraido de http://redshoemovement.es/blog/
Mariela Dabbah es escritora, conferencista y coach. Como Coach por más de 20 años ha apoyado el desarrollo de carrera de hombres y mujeres latinos en USA , Mariela como integrante de la Red de Profesionales de Mundo Mujer comparte en esta web un material muy interesante para ti, todo basado en su experiencia.
Autora del libro “Poder de Mujer”
Si la palabra “negociación” te pone los pelos de punta, ¡bienvenida al club! No te pierdas estos 6 tips para negociar con éxito y ese temor pasará a la historia.
Ese nudo en el estómago que muchas sentimos al escuchar hablar de negociación, probablemente tenga su raíz en la manera en que nos educaron. Si desde chicas te enseñaron que no debes pedir nada y que recibirás lo que mereces, es difícil negociar eso que te mereces, ¿no? Das por sobreentendido que recibirás lo justo. (Y en el peor de los casos, cuando lo que recibes no es lo justo, quedas resentida y ¡aún no abres la boca!)
Has negociado desde que eras muy pequeña. Solo debes reconocer que “eso” era negociar.
Pero si realmente quieres crecer y recibir lo que mereces no te queda otra que reemplazar esa banda sonora de fondo que te repite “trabaja duro, agacha la cabeza y ya verás que tu trabajo es reconocido” por otra más efectiva. Una que diga: “todo lo que no negocie, lo doy por perdido”. O: “sólo yo soy responsable por mi carrera. Si no negocio por lo que merezco, nadie lo hará por mi”. Con este compromiso en mano, podrás aprovechar mejor los 5 tips para negociar con éxito que te ofrezco a continuación.
Empieza por reconocer que como mujer negocias todos los días. Ya sea sobre quién llevará a los chicos a la escuela esa mañana, cuántas horas le permites usar la computadora a tu adolescente, o si dejarás el auto en el mecánico un día de semana o el fin de semana. En tu vida personal, negocias con éxito todo el tiempo. Sólo que no lo llamas negociación. Ahora es sólo cuestión de transferir tus destrezas al área laboral.
Tips para Negociar con éxito #1: Averigua qué desea obtener la otra parte. Una de las razones por las que en tu vida privada te va tan bien negociando es porque conoces a las personas involucradas. Sabes cuáles son sus motivaciones y puedes proponer soluciones tomándolas en consideración. Prueba de hacer lo mismo a nivel profesional. Estudia a cada una de las personas con las que tengas que negociar, entiende bien qué las motiva y qué quieren obtener de la negociación y ofréceles exactamente eso antes siquiera que lo pidan. Esa actitud te mostrará como alguien justo y generará confianza.
Lo más importante en una negociación es escuchar lo que no se dice. Frase de Peter Drucker
Un excelente tip para negociar con éxito, del reconocido Peter Drucker.
Por ejemplo, suponte que estás negociando trabajar en forma remota y sabes que para tu jefa es importante contar contigo en reuniones de equipo. Ofrécele asistir a las mismas en persona. Y ofrece estar presente los jueves que es el día en que la mayoría de tus colegas trabajan desde la oficina para mantener tus relaciones con el grupo.
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