El arte del buen amor en las familias. Las Constelaciones Familiares (III Parte)

Las Constelaciones Familiares

A través de una constelación, una persona, una pareja o una familia que plantea problemas de relación, de comunicación, de conducta, de personalidad, de salud, de sufrimiento en su trabajo u organización, etcétera, logra comprender en un tiempo breve las dinámicas e implicaciones desfavorables que operan en su sistema alimentando lo problemático, y cambiarlas. La metodología, que habitualmente se practica en grupo, es asombrosamente simple y escénica. Se eligen representantes para las personas involucradas en el asunto, las necesarias para su comprensión y solución, ya sean de la familia actual o de la familia de origen, parejas anteriores, personas de nuestro sistema laboral, etcétera, y luego se posicionan en el espacio, de manera que el “cliente” exterioriza la imagen interior que tiene acerca de sus vínculos y su red de relaciones. Se plasma así una geometría que expresa como se perciben las conexiones y el lugar que ocupa cada quien en el sistema. A continuación, afloran las dinámicas que mantienen los problemas, generalmente muy sutiles, casi invisibles, y se generan imágenes alternativas de solución a través, por ejemplo, de la integración de excluidos, o reparaciones entre las personas, o se completan movimientos emocionales pendientes, o se expresan frases rituales que ordenan, estructuran y alivian a todos los miembros del sistema. El cliente o clientes suelen tener la sensación de haber liberado viejos pesos, culpas o destinos difíciles, y de orientarse mejor hacia lo bueno y hacia sus propios objetivos.

Personas que repetían patrones o destinos desdichados (suicidios, adicciones, fracasos, luchas, depresiones, traiciones, etcétera) de otras personas en las familias, siguiendo amorosas lealtades invisibles, quedan liberadas. Hijos que aman ciegamente a sus padres, y navegan en la sintonía de su sistema, asumiendo dinámicas terribles como seguir a la muerte a otras personas cuyo duelo no ha sido completado, o enfermar o asumir sacrificios o culpas o venganzas por otros, o tomar a su cargo esfuerzos y lugares que no corresponden (como ser la pareja invisible de uno de los padres, por ejemplo), se muestran por fin disponibles para estar más felices en su vida o en su pareja o su trabajo, etcétera. El efecto de una constelación suele ser el de una magna liberación porque lo meramente intuido es desvelado y enfrentado, y porque lo no resuelto es encarado por fin, a menudo acompañado de una fuerte emocionalidad que es catárticamente descomprimida. De modo que las Constelaciones actúan a la profundidad de los misterios sutiles de nuestro grupo familiar y de los requerimientos de su Alma colectiva. Pues las Constelaciones trabajan con esta Alma común, un ente gregario y colectivo al que pertenecemos y de cuyo orden y salud depende nuestro bienestar personal. Es equivalente a Mente Sistémica o Red de Vínculos y se asemeja de algún modo a la idea del Inconsciente colectivo de Jung. Es decir, pertenecemos a un Alma colectiva familiar que nos envuelve y nos acoge al mismo tiempo, dándonos identidad y satisfaciendo nuestra sed de pertenencia, que es el instinto más poderoso del ser humano, al tiempo que nos ata a lealtades y exigencias sacrificadas, que pueden y deben ser superadas para que la orientación a la vida y la felicidad triunfe sobre sus contrarios de muerte y desdicha.

 

Joan Garriga
www.joangarriga.com/

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Extraido de www.joangarriga.com

 

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El arte del buen amor en las familias. Las Constelaciones Familiares.

En tiempos en los que las coordenadas sociales y religiosas no definen claramente como debemos vivir, nos sentimos más libres, y por tanto podemos escribir el guión de nuestros pasos con la pluma soberana, pero también inestable, de nuestra propia mano. Gozamos de muchas opciones pero esto también nos causa mayor inseguridad. Ante este panorama, somos muchos los que buscamos alforjas, mentores, apoyos, vislumbres y, en fin, sabiduría para encarar las angustias e incertidumbres del vivir y, con suerte, acertar en el blanco de nuestra realización personal y de una vida que nos sea digna de ser vivida. Puesto que no elegimos las cartas que nos tocan, sí podremos al menos jugarlas a nuestra creativa manera.

Es en este contexto donde encuentran espacio y sentido las terapias y enfoques profesionales de ayuda, métodos de asesoramiento filosófico o existencial capaces de reconectarnos con un centro interior, a menudo olvidado por la espesura de nuestra cotidianidad. Es decir, técnicas que satisfacen la necesidad de sentirnos centrados, congruentes, reales, dignos, respetuosos con nosotros y con los demás y con la vida, orientados y con sentido, en lugar de perdidos en la velocidad y lo volátil de la modernidad, con su sequedad afectiva. Son técnicas también eficaces a la hora de desmadejar las enredadas tramas de nuestros afectos —el nudo gordiano de nuestras vidas— para que nos volvamos más alegres, más amorosos, más humanos y más íntegros, lo que no significa volvernos más débiles. Nietzsche, que fue un gran defensor de lo dionisiaco, habló de liberarnos del estadio del camello, con su joroba llena de obligaciones impuestas por valores ajenos, ya sean sociales o familiares, para pasar al estadio del león, en el cual podemos comenzar a hablar con nuestra verdadera voz y afirmar nuestra genuina voluntad, para desembocar luego en el bienaventurado estadio de niños, en el que recuperamos por fin la inocencia y la dulzura del corazón, y nos reencontramos con el placer de cooperar —nuestro verdadero paraíso perdido—.

Entre estas técnicas, Las Constelaciones Familiares han destacado e impactado fuertemente en la cultura y la praxis de la ayuda terapéutica, en esta última década, por su misterio, intensidad y eficacia. Como abordaje se enmarca en principios sistémicos, transgeneracionales y existenciales.

Joan Garriga
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Extraido de www.joangarriga.com

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La Función del Síntoma en la Familia

Podemos decir que “la enfermedad física, incluidos los desórdenes psicosomáticos, a menudo juegan un papel inesperado para mantener el equilibrio emocional dentro de la familia”. 

El surgimiento de esos desórdenes, igualmente, puede utilizarse por el médico o terapeuta como un barómetro de las dificultades emocionales familiares.

El síntoma comunica, es una forma de comportarse en el sistema y cumple la función de mantener en equilibrio el sistema. Resulta útil puesto que es fundamental para entender que está sucediendo en el sistema, define la situación familiar y se integra dentro de las reglas del propio sistema. En ocasiones protege y encubre, y a la vez libera de responsabilidad a quien lo porta. También distrae la atención de problemas mayores en la familia que, de afrontarlos, directamente supondrían un peligro para el sistema. Por otra parte, el síntoma puede otorgar durante su permanencia otro status a la persona que lo expresa, y sobretodo el síntoma da a entender que la situación familiar es insostenible y que requiere de una transformación, de cambios cualitativos de segundo orden.
El objetivo de la terapia familiar no es la eliminación del síntoma sino actuar sobre las secuencias comunicativas defectuosas del sistema para modificarlas, sin restarle importancia a los efectos biológicos que sufre la persona portadora del síntoma, teniendo claro que, mientras subsista la necesidad familiar que le dio origen, el síntoma se mantendrá.

Jackson observó fenómenos clínicos que le hicieron postular la presencia de mecanismos homeostáticos a nivel familiar, más allá de lo intra-psíquico:  “En la entrevista familiar conjunta, se observan presiones para mantener como incuestionable la definición de quién es el que tiene un problema y cuál es el síntoma a tratar. Muchos intentos por explorar otras cuestiones o problemas despiertan estas presiones o recelos.” 

Esta observación sugiere que el problema es una parte integrante de la vida familiar, un elemento clave para su nivel de equilibrio actual. La resistencia se pone al servicio de mantener dicho equilibrio.

“Cuando un paciente empieza a mejorar, a veces surgen problemas en otro miembro de la familia. Por ejemplo, después de que un señor con problemas de alcoholemia, deje la bebida y se rehabilite, la esposa se deprime. Naturalmente, ello puede aumentar la probabilidad de recaída del miembro que había empezado a mejorar.” 

Jackson entiende que el síntoma estaba cumpliendo una función en la dinámica del sistema, y ahora que no existe el sistema se desequilibra, y sólo se estabiliza con la aparición de un nuevo síntoma. Estos mecanismos homeostáticos son la base de la resistencia al cambio, orientada a mantener un equilibrio que no solamente afecta a las enfermedades emocionales, sino también a las físicas.

Esta noción de inercia o resistencia al cambio no es nueva en la psicoterapia, pero la novedad radica en basarla en la homeostasis de la familia como sistema, en lugar de explicarla en función de la dinámica intra-psíquica. Así, las resistencias no son sólo conductas o actitudes del paciente sino que pueden ser interacciones entre cualquiera de los miembros de la familia (o entre ellos y el terapeuta).”

Una mejora o curación del paciente, como vemos en el ejemplo anterior, puede conducir a una fuerte reacción contraria de otros miembros familiares, hasta incluso a la disolución de la familia. Así, el resto de la familia puede que insista en que el paciente identificado sigue realmente enfermo, llegando a graves extremos para probar esto o para hacerlo posible. Ejemplos:

Un marido insistía en que su mujer acudiera a psicoterapia para tratar su frigidez. Tras varios meses de terapia ella se sintió menos inhibida, ante lo cual el marido desarrolló impotencia.

Una joven con anorexia nerviosa fue alentada por su esposo para que acudiera a psicoterapia. Tras un período de tratamientos de expresión personal más bien intensos y peligrosos, ella comienza a tener una mayor intimidad con su marido. El inicial placer del marido ante la respuesta de ella se complica con el desarrollo en éste de una úlcera duodenal.

(Extracto Constelaciones Familiares)

Fernando García 

Facilitador Constelaciones Familiares.

www.ferransalud.com

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Relación de pareja, «Dar y tomar»

 

“Equilibrio entre Dar y Tomar” es una de las reglas de Bert Hellinger, creador de las Constelaciones Familiares y Sistémicas…

además señala una diferencia entre la palabra “recibir” y “tomar”, que para muchos de nosotros parecen sinónimos, pero no lo son, “recibir” es un acto pasivo, en cambio “tomar” es activo, es voluntario.

En una pareja el “dador” da lo que tiene y puede,  el “receptor” toma lo que necesita, desea y puede. En esta transacción ambos deben sentirse dignos y libres, además debe existir una compensación que lleva a un cambio de roles que  equilibra  este intercambio.

En las parejas en que no existe este equilibrio uno de sus miembros puede sentirse “deudor” y esto puede empequeñecerlo y el “dador” puede engrandecerse, esto podría generar un conflicto en el que la “pareja” estaría siendo “dispareja”, esto  podría derivar en el triángulo dramático.

El “deudor” al sentirse invadido, empequeñecido, puede molestarse y responder en forma agresiva transformándose en Perseguidor. El “dador” se siente atacado transformándose de Salvador en Víctima. Este es un circuito negativo en la relación de pareja.  Hellinger señala que en este desequilibrio el “deudor”, a veces, no puede soportar el peso de la deuda y se siente incapaz de compensarla por lo que prefiere enojarse, retirarse y en muchos casos romper la relación.

También puede ocurrir que en este desequilibrio entre el “dar y tomar”  la relación de pareja se transforme en una relación paterno o materna/filial. En los dos casos señalados es posible que uno de ellos, generalmente el “deudor” rompa la relación para ir en busca de una “pareja”.

No siempre es fácil mantener el equilibrio en este intercambio en la pareja, para lograrlo pienso que lo primero es hacerse un autoanálisis muy honesto, por ej. preguntándose qué es lo que me motiva a “dar” ¿es un cierto tipo de arrogancia y de sentir que el otro no es capaz de obtenerlo por sí mismo? o estoy dando algo que la otra persona me pidió y que necesita. El “receptor” puede cuestionarse su comodidad justificándola con un “a el o ella le encanta hacer esto”. Pueden haber muchas otras preguntas que ayuden a este análisis y el desenmascarar mi propia conducta puede originar el cambio y favorecer el equilibrio en este “dar y tomar”.

Este equilibrio no se refiere a un retorno inmediato, lo que sí es favorable es la actitud de reconocimiento del que “toma” frente al que “da”, muchas veces una sonrisa, un gracias, la alegría espontánea y sincera son recibidas como un bello mecanismo de compensación.

 

Hellinger señala que hay 3 palabras que tienen una cierta “magia”:  “SI”, “POR FAVOR” y “GRACIAS”.

 

Eliana Zlatar Z.

Consteladora Familiar Sistémica – Practitioner en PNL

www.comprendiendo.cl

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