Gestiona tu Ira sin Morir en el Intento

La mayoría de las personas evitamos los enfrentamientos con otras y más si son amigos, familiares o compañeros de trabajo.

Pero a veces no podemos “escaparnos” de tenerlos. La manera de gestionarlos dice mucho de nosotros. Debemos intentar solucionarlos sin sentirnos agredidos o frustrados.

Cuando reaccionamos con ira hacia un comentario situación estamos comunicando algo que para nosotros es importante. Muchas veces gritamos para que nos escuchen, gesticulamos incluso de manera exagerada si vemos que no nos entienden, pero esto lo que hace la mayoría de las veces es alejarnos de nuestro interlocutor cuando en realidad lo que queremos es lo contrario. Deseamos ser escuchados, comprendidos o apoyados. En definitiva queremos conectar con nuestro oyente.

La ira es una forma de comunicación agresiva y es un impedimento para lograr nuestro objetivo real. Si deseamos una conexión con la otra persona debemos cambiar nuestra forma de comunicarnos. Desafortunadamente muchos caemos en esta trampa, casi sin darnos cuenta.

La comunicación agresiva o  pasiva-agresiva no funciona, ambas te alejarán de lo que realmente quieres.

¿Qué puedes hacer entonces para lograr mantener una buena comunicación y mantener unas relaciones sanas?

1-No dejes que tu ira tome el mando de la situación

Si estas muy enfadado es preferible contar hasta 20 o alejarse del entorno “hostil” y esperar a calmarnos antes que sacar toda esa ira pues lo que haríamos es dañar más que solucionar. La ira nos ciega la razón así que distrae tu mente con alguna actividad para que puedas relajarte y ver las cosas con más claridad y mejor perspectiva. Gestionar tu ira en momentos de conflictos es fundamental para una mejor comprensión de la situación.

2-Busca tu emoción oculta.

Cuando reaccionamos de cierta manera ante algo que no nos gusta debemos buscar qué es lo que realmente nos molesta. Quizás no es la otra persona, sino algo en nosotros mismos. Nuestras relaciones actúan como un espejo, son una proyección de nuestro interior, así que si algo nos ha molestado de la otra persona debemos buscar en nosotros. Es posible que realmente lo que quieras comunicar sea que te sientes avergonzado, rechazado o decepcionado.

3-Asume tu responsabilidad y no busques culpables

Este punto está directamente relacionado con el anterior. Tendemos a culpar a otros de todo lo que nos pasa y de como nos sentimos. Debemos asumir nuestra responsabilidad. Tú decides como sentirte en cada momento, no la otra persona. Una vez sepas qué es lo que desees comunicar dejarás de buscar culpables y todo  fluirá de manera diferente. «La culpa y la culpabilidad no van de la mano»

4-Escucha y Comprende

La escucha es muy importante en la comunicación. Cuando eres capaz de escuchar el punto de vista de la otra parte entonces serás capaz de comprender por qué ha actuado de una manera determinada y no habrá lugar para la ira. Podrás desarrollar la empatía, el respeto mutuo y una relación más sólida.

5-Perdona

El Perdón te libera de la ira y el resentimiento. Te evita la carga tóxica que destruye las relaciones, te cambia interiormente y te evita las enfermedades. Perdonar es sanar.

En resumen, si te centras en buscar la parte positiva de cada situación estarás mostrando tu madurez emocional o inteligencia emocional, lo cual hará que tengas mejores resultados en todo lo que te propongas. Y, ¿quién no quiere tener éxito en la vida y ser feliz?

 

Redacción Instituto Draco

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Extraido de Instituto Draco

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Por un Chile más amable: 4 gestos menores para promover la buena onda

Hace uno días vi en Facebook una campaña que promueve lograr que Chile sea un país más amable. Está liderado por un movimiento ciudadano que quiere incentivar a que cada persona aporte con una idea para que nuestro país sea un mejor lugar en donde vivir. Y creo que la iniciativa es excelente porque basta con darse una vuelta en las redes sociales, las calles, las juntas de vecinos y los programas de TV, para darnos cuenta que la amabilidad es una virtud que está escaseandomás que los dólares en Argentina.

Queremos un país mejor, más justo, más empático, solidario y unido. Pero siempre lo queremos exigiendo que “los otros” (el Estado, los políticos, los empresarios, la Iglesia, los periodistas o quien se les ocurra) cambien su forma de actuar. Soy una convencida que el cambio está en nosotros, en pequeños gestos, que aunque parezcan superfluos, pueden hacer una revolución en la manera que tratamos y nos conectamos con los demás.

A continuación, un pequeño listado de cosas muy menores que pueden hacer más feliz el día de los que se topan con nosotros.

Call Center del Amor

Es sábado a las 9 de la mañana. La guagua tuvo reflujo toda la noche y además tembló, o sea te desvelaste 50 minutos. Suena el teléfono, contestas y una voz colombiana te saluda: la tendencia natural es ladrar como doberman de penitenciaría y cortar el teléfono a lo mujer despechada. Pero ¿qué pasa si cuando la telefonista te pregunta cómo estás, le respondes con un cariñoso “bien y tú?”. De seguro descolocas con ese gesto de amabilidad a esa mujer acostumbrada a recibir más pesadeces que arbitro de clásico y sobre la que nadie piensa que, finalmente, solo está haciendo su trabajo. Inténtalo… te sentirás mejor aún cuando no le compres la nueva oferta de telefonía celular. Y además tus hijos verán un ejemplo concreto de cómo cambiar el modo de relacionarnos con los demás. Aunque sean las 9 de la mañana y hayas pasado una noche del terror.

El arte de parar el carro

Ser amable también significa «parar el carro» con talento. Porque quedarse callado frente a un acto de injusticia finalmente nos transforma en cómplices de malas prácticas. Los que se coluden con otros o estafan al socio no partieron por con esos grandes delitos; la deshonestidad se inicia con cosas muy menores. Saltarse la fila, no devolver el vuelto de más, colgarse del cable del vecino o cambiar la etiqueta de ese pantalón que tanto te gustó. Entonces, si vemos a alguien que está cometiendo esas pequeñas grandes faltas, es nuestro deber pararle el carro, pero con maestría. “Señora parece que se equivocó, usted tiene más de 50 años y no creo que esté embarazada. Tal vez deba buscar otro estacionamiento”. Es una parada de carro suave, sin garabatos, pero power igual. Y le permite a esa persona salvar el honor dándole la opción de hacer pasar el asunto por un error; así admitir la falta es más fácil que intentar negarla o ponerse a la defensiva. Les aseguro que la vergüenza será tanta, que dudo que lo vuelva a hacer.

Guardemos la metralleta en Facebook

“Quemaría a todos los político y curas del país”, “Pobres lusers lo del gremialismo, vayan a llorar a la UDI”, “El tata debería haber matado a más comunistas”, “La gorda tiene el país hecho bolsa” son estados de Facebook más comunes de lo que quisiéramos. La gente está muy enojada y ese sentimiento, más que fomentar el espíritu crítico y / o constructivo, lo único que hace es agotar.

Si estamos enojados con la Iglesia, mejor vamos a la Parroquia del barrio a hablar con el cura; si creemos que la política es una basura, ofrezcámonos para trabajar en ella (o al menos levantémonos a votar). Si nos molesta la gestión de la Presidenta, critiquémosla con vehemencia pero sin ofenderla por sus características físicas. Actualizar nuestro estado de Facebook no provoca un cambio real, sólo a esparcir negatividad y mala onda desde nuestra cómoda cama con scaldassono en 3.

5 cosas buenas al día

Acá me siento medio Pilar Sordo, tarjeta Village o Coelho. Pero lo asumo con hidalguía. ¿Qué cuesta decir a los menos 5 cosas buena onda al día? Mucha gente desconfía de la gente simpática como si escondieran una segunda intención detrás. A mí me cae bien la gente que busca un punto en común o resalta lo positivo en ese que no tiene NADA que ver con su manera de ver la vida. Decirle a alguien «Qué bien te ves”, “Gracias por tu comentario”, “Te quedó bacán el postre”, “Te felicito porque ganó tu equipo” son gestos que cuestan cero y que hacen una gran diferencia en la convivencia social. Sé que a muchos les dará monos esto. Pero si cada chileno aplicara la regla de decir 5 cosas buenas al día, tomaríamos menos pastillas, el Bullying no sería tanto tema, los sicólogos tendrían más horas disponibles y mucha gente lo pasaría mejor. Párrafo meloso, dulzón y ñoño, pero en el que creo firmemente.

¿Qué propones tú?

Fuente: www.eldefinido.cl

 

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Si me enojo… me ves

Nadie podría decir que no estamos viviendo cada vez más complicados. Ahora nuestra red social, de la cual todos somos responsables, se ha ido transformando en algo que, emocionalmente, desde el área que me compete adquiere ribetes dignos de reflexión.

Cuando uno analiza lo que está pasando en los diferentes países con relación a las movilizaciones sociales, nos podemos dar cuenta   que la rabia es la única emoción por la cual somos vistos y escuchados. Es más, me atrevería a decir reconocidos y respetados.

La rabia es una de las emociones más importantes de expresión de los chilenos. De hecho, no nos podemos reír mucho porque es un signo de superficialidad. Otra emoción contenida es la pena, no la podemos expresar porque uno se muestra débil y fácilmente vulnerable.

El miedo lo aceptamos más pero por pocos períodos. Entonces, es la rabia el único mecanismo emocional que nos queda como medio de manifestación. Esto es el resultado de lo poco asertivos que somos, sin embargo es importante comentar que cuando nos decidimos a revelarnos y comunicarnos nos liberamos y nos hace ser más legítimos, más fuertes y ahí, creo, que hay un punto para analizar.

Pero esta es una realidad que trasciende en mi país. Y cada vez se hace más global como modo de relacionarnos y sobre todo, como una forma de solucionar conflictos.

Y es que hemos observado que si estoy enojado, me escuchan, me respetan y me validan. Por eso funcionan las protestas porque es la emoción de la rabia la que es escuchada y valorada.

Esto tiene muchas causas y muy complejas. Por aportar algunas, podría decir que como nos cuesta mucho decir lo que sentimos, vamos acumulando molestias y cuando se nos abre una válvula social que permita una salida oportuna ésta sale sin filtro en la mayoría de los casos y tiende a desvirtuarse en el desarrollo del proceso.

Además, con el paso del tiempo, hemos generado una sociedad solamente basada en los derechos. En dicha forma de vivir hay cero conciencia de deberes y sería bueno preguntarnos: ¿Qué entrego yo para que esto mejore? Sin embargo, este cuestionamiento no se escucha en ninguna parte.

Para hacer realmente un cambio, debemos sentarnos a conversar. Es muy bueno mirarnos a los ojos   y descubrir que todos queremos lo mismo, y que los caminos que usamos pueden ser diferentes para poder llegar a un acuerdo. Al final del día, todos lloramos por los mismos temas, amamos lo mismo y buscamos el mismo ideal, por lo tanto, debemos potenciar otras emociones, otros sentimientos y no sólo la rabia.

Es peligroso que los habitantes de un país sólo busquen la rabia para poder ser respetados y escuchados. No discuto que por lo que se muestre enojo y descontento pueda llegar a ser una propuesta necesaria y transformadora. Es la forma la que no funciona dentro de la expresión emocional que estamos utilizando; por lo mismo, lo que nos refleja esta actitud, es que tenemos que aprender a ser mejores personas.

Creo que cuando uno observa el comportamiento de los habitantes de España, Inglaterra y otros países, no podemos dejar de pensar en los mecanismos emocionales que estamos utilizando. Nosotros, resolvemos nuestros problemas sociales expresando nuestros sentimientos, porque para bien o para mal este factor repercute en nuestra esencia. Es la naturaleza del cómo vivimos y como morimos.

Las emociones que debieran primar en una sociedad sana serían: la alegría, la confianza y la capacidad de mirarse a los ojos. Si no vivimos este estilo de vida, y estas características no forman parte de nuestro ser, no nos podemos sentar en una mesa a negociar. Si ya de por sí es difícil resolver los problemas que tenemos, mucho menos podemos interesarnos en las dificultades de los demás; por lo mismo, esta falta de tacto nos obliga a enrabiarnos y mostrar desde ahí lo que nos hace falta. Es por eso que, la rabia es una pésima fórmula que claramente no llega al alma.

Extraído de www.pilarsordo.cl

 

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