La comunicación juega un papel fundamental en cualquier relación de pareja, ya que de ella depende la satisfacción de los amantes. Muchos de los problemas que perjudican y sabotean la permanencia de un vínculo sentimental se deben a la incapacidad para expresar nuestros sentimientos de manera asertiva, por ello, es importante que nos esmeremos en hallar la mejor vía disponible para sentirnos cómodos hablando de lo que ocurre en nuestro interior.
Al iniciar una relación, el principal objetivo suele ser compartir gustos, recuerdos, aspectos íntimos y expectativas a largo plazo, sin embargo, y aunque las intenciones sean positivas desde el inicio, la condición humana implica estar preparados para atravesar también momentos menos gratos y saber cómo afrontarlos. Es entonces cuando el arte de comunicarnos asertivamente cobra una importancia invaluable.
Es común ver a personas que no saben expresar sus sentimientos, emociones, preocupaciones o deseos sin ser ofensivos o hirientes. La frustración y la impotencia a menudo interfieren en nuestra habilidad para manifestar pensamientos sin ser imperativos, lo que conduce a situaciones violentas y desagradables a través de mensajes como “eres muy torpe”, “nunca me escuchas” o “por tu culpa”. A este tipo de enunciados se le llama “mensajes Tú”.
Un mundo de diferencia entre Tú y Yo
Los mensajes Tú se caracterizan por responsabilizar al otro de nuestros males y aniquilar su oportunidad de defenderse. Solemos utilizarlos cuando nos sentimos tremendamente enfadados, decepcionados o dolidos; es una forma de “hacer estallar” nuestra queja, no obstante, el remedio es peor que la enfermedad porque la respuesta del otro suele ser agresiva o negativa en otro aspecto, desatando sentimientos de culpa y discusiones.
A todos nos ha sucedido que nos encontramos en una situación irritante y acabamos diciendo cosas sin pensar de las que más adelante nos arrepentimos. Los mensajes Tú destruyen la dignidad del otro porque brotan de momentos de ira incontrolable. Si, además, usamos este tipo de lenguaje con recurrencia, no sería raro que terminemos ahuyentando a nuestra media naranja.
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Para ello, existe una técnica de comunicación asertiva denominada mensajes Yo. Consiste en cambiar la manera en que formulamos palabras y frases dando prioridad al respeto y la claridad.
Los mensajes Yo nos responsabilizan de lo que decimos sin juzgar ni acorralar a nuestra pareja, ya que, como su nombre lo indica, se remiten en primera persona. Con este tipo de lenguaje estamos informando que lo que expresamos al otro es completamente nuestro: son nuestros deseos, nuestras ideas, nuestras preferencias. Así, le hacemos saber a la otra persona que no la estamos culpando por lo que sentimos, pero al mismo, también expresamos nuestro desacuerdo de manera eficaz.
Pasos a seguir para sacar provecho a los ‘mensajes Yo’
- Describir la situación, eliminando cualquier tipo de juicio que pueda ser interpretado negativamente por nuestra pareja.
- Describir cómo nos sentimos, explicando las emociones que nos genera un evento particular.
- Proponer una alternativa con el objetivo de negociar un cambio y no dar una orden.
Estos son ejemplos de mensajes Tú que a veces utilizamos en una relación y cómo podemos transformarlos en mensajes Yo para mejorar la comunicación:
1) Mensaje Tú: “Siempre llegas tarde, estoy cansado de esperarte. ¿Qué excusa vas a usar hoy?”.
Mensaje Yo: “Me incomoda que llegues tarde, esta situación me genera malestar. Me gustaría que pudieras informarme que no podrás estar a tiempo”.
2) Mensaje Tú: “¿Cuántas veces tengo que decirte que no me gusta que dejes tu ropa en el sillón? ¿Yo arreglo la casa para que tú llegues a desordenarla?”.
Mensaje Yo: “Cuando veo que pones la ropa en el sillón, siento que no valoras mi esfuerzo. Me gustaría que la colocaras en el cesto de la ropa sucia”.
¿Lo ves? Son dos formas muy distintas de expresar lo mismo, pero cultivando resultados distintos.
No es nada fácil utilizar siempre mensajes Yo, pero cuando comiences a aplicar esta técnica verás que la comunicación en pareja poco a poco irá mejorando, y te acostumbrarás a adoptar los mensajes Yo como la mejor vía posible para transmitir tus ideas y sentimientos.
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Los humanos no evolucionamos para tomar decisiones lógicas, evolucionamos para sobrevivir. Y los sesgos cognitivos nos han ayudado a cumplir ese propósito. Pero el mundo moderno presenta muchos escenarios que exigen cálculos más racionales, y a menudo nos sentimos frustrados, preguntándonos por qué no obtenemos los resultados deseados. Además, creemos que somos muy objetivos y lo hacemos todo estupendamente.
Un sesgo cognitivo es un patrón sistemático que tercia la racionalidad en el juicio. Los sesgos cognitivos a veces pueden conducir a una distorsión perceptiva, a un juicio inexacto, a una interpretación ilógica o lo que en general podríamos llamar irracionalidad.
Algunos sesgos cognitivos son presumiblemente adaptativos, para lograr acciones más rápidas, y otros sesgos cognitivos son una consecuencia de las limitaciones del procesamiento humano.
¿En cuántos sesgos incurrimos los seres humanos? Parece que los principales son 17 aunque la lista definitiva de sesgos cognitivos probablemente proviene de Wikipedia, que identifica 104 sesgos, algunos tomados un poco por los pelos, eso sí.
Cualquiera sea el número exacto, hay suficientes sesgos cognitivos para que consultoras líderes como McKinsey ahora tengan prácticas de “de-sesgado” para ayudar a sus clientes a tomar mejores decisiones.
Lo que sí podemos hacer es organizar los diversos sesgos en cuatro categorías principales, para que nos ayude a pensar en cómo surgen los prejuicios en nosotros y cómo podríamos superarlos. Las cuatro categorías serían:
- Sesgos que surgen de tener demasiada información: Por ejemplo, cuando nuestra mente nos presenta elementos ya preparados procedentes de la memoria. Nos fijamos pues en detalles que confirman nuestras creencias, sin ningún tipo de cuestionamiento.
- No hay suficientes datos: Completamos espacios en blanco con estereotipos y experiencia previa. Concluimos que aquello con lo que estamos familiarizados es mejor que lo que nos resulta extraño o ajeno.
- Cómo recordamos: Sucede cuando reducimos acontecimientos (y recuerdos de los mismos) a elementos clave de entonces. Editamos recuerdos después del hecho. Combinamos recuerdos que ocurrieron en momentos similares aunque en diferentes lugares o que sucedieron en el mismo lugar aunque en diferentes momentos o con las mismas personas, etc.
- Necesidad de actuar rápido: Esto ocurre cuando favorecemos opciones simples con información más completa por encima de opciones más complejas con información menos completa. Y tenemos tendencia a la inercia: si hemos comenzado algo, continuamos haciéndolo en lugar de cambiar a una opción diferente, aunque no sea ya una buena opción.
Estas cuatro categorías son útiles porque, a medida que tomamos decisiones, podemos hacernos preguntas simples, como: “¿Estoy sesgando mi percepción por exceso de información o no tengo suficientes datos para tener una visión neutral?”. Es muy importante que seamos capaces de cuestionar nuestros propios pensamientos, en lugar de creer que porque aparecen en nuestra mente han de ser tomado como una verdad absoluta y me he de fiar de mis creencias. Tenemos muchas tendencias perjudiciales que, de no ser conscientes de ellas y poder contemplarlas como tales, nos llevan a numerosos prejuicios, malas decisiones, a cometer injusticias y, como decía Kant, “a no ver las cosas como son, sino como somos nosotros”.
Autor: Mónica Esgueva
Fuente: El Huffington Post