Las personas mayores nos ofrecen una diversidad de experiencias junto a un gran aporte social muchas veces anónimo, que impactan positivamente en nuestra sociedad.
En la actualidad el 20 % de la población chilena es mayor de 60 años y se calcula que de aquí al año 2050, esta cifra aumentará llegando a ser un tercio de la población.
Estos datos se pueden analizar desde diferentes ángulos, sin embargo, el que más me resuena es que se presentan como un gran desafío junto a una gran oportunidad.
Desde esta perspectiva, es fundamental visibilizar estos roles y referentes, que nos invitan a proyectar nuestro propio proceso de envejecimiento de manera positiva y saludable.
En los últimos años, la sociedad chilena ha mostrado interés por incluir a las personas de mayor edad, con el objetivo de generar un cambio de paradigma respecto de la forma en que se muestra el envejecimiento en Chile.
Es así, como en el país existen más de 80 fundaciones que trabajan con y para las personas de este grupo etario; por ejemplo “Travesía 100”, una fundación que promueve “La madurez activa, feliz y empoderada de las personas mayores” resignificando esta etapa de la vida.
Otra iniciativa importante a destacar es la premiación que impulsa la fundación Conecta Mayor UC, la Pontificia Universidad Católica de Chile y El Mercurio, donde se destacan a los 100 Líderes Mayores que con su talento y experiencia, lideran cambios sociales en diferentes ámbitos de la cultura, política, economía y social entre otros.
En estos tiempos de incertidumbres y turbulencias, vale la pena detenerse y poner en relevancia a nuestra gente mayor que muchas veces en silencio, ejercen liderazgos que impactan.
Foto portada de RDNE Stock project: RDNE Stock Project
Read moreDesde que traspasé la frontera de los 40 proliferan a mi alrededor comentarios sobre “retoques milagrosos”. Personas que, al llegar a esa puerta imaginaria hacia la “madurez” se plantean parar el tiempo a golpe de botox.
Pero qué queréis que os diga….Yo me miro en el espejo y me gusta más lo que veo de lo que me gustaba a los 18, cuando me observaba a través de unos ojos sin arrugas, pero con unos filtros llenos de inseguridades, miedos e inexperiencia.
Me gusta lo que hay. Sin trampa ni cartón. Con mis arrugas (de reírme casi todas) porque me veo con la seguridad de quien ya aprendió a conocerse y a quererse tal cual. Valorando que cada línea de expresión representa una experiencia, una risa, una lágrima, una emoción. Y, esta autoconfianza ganada con cada aprendizaje y cada batacazo, esta belleza que sale de dentro, ha sido mejorada de forma progresiva con el bisturí de los años y seguirá mejorando seguro con cada cana y con cada arruga, cada vez más profunda, de reírme todavía más.
Y es que, como decía Shakespeare, “de todos los conocimientos posibles el más sabio y útil es conocerse a uno mismo” y gestionarse de forma productiva después 😄
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Enamorarse es un regalo de la vida. Muchos periodos difíciles en la adultez pueden superarse con más facilidad con el apoyo de una pareja; además, es posible que te sientas más motivado para cuidar de tu cuerpo o alimentarte mejor cuando el amor entra por la ventana. Con todo y esto, cuando nos enamoramos es más probable que nos volvamos complacientes y que no pensemos con la misma claridad. Esto puede hacer que tomemos malas decisiones, y una de ellas es perder nuestra libertad en el proceso de amar.
Conoce las señales para reaccionar a tiempo
Es importante aclarar algo, y es que el apego es un mecanismo psicosocial que todos experimentamos a lo largo de la vida. Sentir apego no es el problema, sino cómo permitimos que determine nuestro comportamiento.
Como la psicóloga Darcia F. Narváez explica:
“El apego se refiere a los supuestos sobre las relaciones que los bebés construyen en su memoria neurobiológica psicosocial. Este “modelo de trabajo interno” se mide en la infancia con la tarea de “situación extraña”… Que es cuando el infante está en una habitación con la madre; luego, la madre se va un rato y después regresa.”
En el contexto de las relaciones de pareja, todo ocurre prácticamente igual. El apego se manifiesta como temor y rechazo a la idea de perder a una pareja (ya sea por un par de horas, días o para siempre). Por eso, para evitar la pérdida a veces practicamos el amor sin libertad, es decir, empeñamos nuestra libertad, no siempre de manera consciente en nombre de la relación.
Lo positivo es que podemos prepararnos para reconocer las señales de “esclavitud amorosa” y actuar a tiempo.
Señales de que estás perdiendo la libertad en pareja
1. Insistes en querer controlar todo
Una actitud controladora delata tu urgencia de sentirte parte de algo inamovible, una relación donde las circunstancias y prioridades no pueden cambiar.
El problema es que, si esperas que tu pareja se comporte siempre del mismo modo, te sentirás terrible cuando tenga un mal día o si en algún momento decide que no eres la persona con la que quiere estar.
2. Has caído en la condescendencia por miedo a perder al “amor de tu vida”
La condescendencia es un atentado contra la dignidad, ya que pierdes la autonomía para decir lo que no te gusta y para poner tus necesidades personales en primer lugar.
Si descubres que estás siendo condescendiente, haz una pausa y da media vuelta. Dirige tu atención por un tiempo hacia ti mismo y tus expectativas, y recupera tu poder personal.
¡Libérate de las creencias absurdas sobre el amor! Aquí te contamos cómo
3. Te sientes más cómodo en el “Nosotros” que en el “Yo”
Si te cuesta imaginar una vida sin tu ex, vas por mal camino. En condiciones ideales, no deberías estar con alguien por necesidad, sino porque así lo decidiste.
Tienes que ser consciente de que las cosas pueden acabar en cualquier momento y que la única persona que estará contigo para siempre eres tú mismo.
4. Te enfocas demasiado en dar, pero te cuesta recibir
Como consecuencia de perder tu dignidad, en algún momento comenzarás a darle a tu pareja todo lo que tienes de forma desmedida.
Ser entregado y atento es noble, pero ¿estás recibiendo la misma atención y compromiso? ¿Te estás permitiendo vivir el placer de sentirte valorado?
5. Pasar tiempo a solas te aterra
¿Has seguido pasando tiempo contigo mismo desde que inició tu relación de pareja, o todo empezó a girar alrededor de ella?
Pasar tiempo a solas es una experiencia de autodescubrimiento a la que no deberías renunciar por nada. Si lo haces, es porque estás practicando el amor sin libertad y debe saber que el proceso de duelo será doblemente doloroso en caso de que la relación termine y te costará un mundo volver a tener una “vida normal”.
Conoce aquí el paso a paso para vencer la dependencia emocional
¿Cómo dar la vuelta a la situación?
¿Has estado cometiendo alguno de estos errores? De ser así, ahora sabes el trasfondo y cómo todo esto podría llevarte a perder tu libertad.
Ahora, ser consciente de la dinámica que tienes en pareja ya es un paso importante. Lo que puedes hacer a partir de ahora es promover la equidad en la relación, permitirte ser agasajado y atendido. Además, es importante que tanto tú como tu pareja tengan una vida propia fuera de la relación: sitios para visitar, personas con quienes compartir y pasatiempos personales.
En lugar de ver la separación como un castigo, piensa que tener su propio espacio también hará que ambos se extrañen más, y que la relación se mantenga fresca, amor sin libertad no es amor.
Extraido de: Editorial Phronesis
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Referencias:
“Understanding Attachment and Its Consequences”. 2021. Psychology Today. Disponible: https://www.psychologytoday.com/intl/blog/moral-landscapes/202101/understanding-attachment-and-its-consequences
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Aunque la familia y la cultura influyen grandemente en nuestra manera de ver el mundo, nadie nace con conocimientos o creencias implantadas, el aprendizaje se va dando a lo largo de la vida según nuestras experiencias personales y, al final del camino, nadie más que nosotros tiene el poder para decidir qué florece y no en nuestra mente.
El crecimiento físico del ser humano se desarrolla por etapas hasta que llega un momento en el que todo deja de crecer. A diferencia del cuerpo, la personalidad, la cognición y el Yo no tiene límites, es lo que llamamos crecimiento personal y se define como el conjunto de actividades y decisiones que nos conducen a hallar los elementos ideales para sentirnos bien con nosotros mismos, desarrollar nuestras habilidades y fortalezas, y convivir armónicamente con el entorno.
Aunque el crecimiento personal es parte inherente del ser humano, no ocurre por inercia ni mucho menos sin esfuerzo alguno; crecer interiormente solo es posible cuando nos permitimos afrontar los obstáculos y transformar el sufrimiento. Tampoco es un proceso que ocurra de un día para otro, sino más bien el resultado de un largo camino de aprendizaje que toma años recorrer hasta descubrir la mejor versión de nosotros mismos.
¿Por qué es importante el crecimiento personal?
Muchas veces olvidamos lo importante que es trabajar nuestro interior con el mismo ímpetu que dedicamos a construir una vida exterior sólida. Nos preocupamos por cómo nos vemos físicamente más que por el modo en que nos sentimos; nos vamos estancando en la rutina y perdemos la habilidad para disfrutar de la vida, apreciar las cosas que realmente importan y hacer oídos sordos a la crítica malsana.
Todos deberíamos establecer, como prioridad número uno, hallar la fórmula personal para una vida plena y evitar que los problemas se conviertan en una excusa para ser infeliz. El crecimiento personal facilita (y, a veces, posibilita) comprender las pautas para una experiencia humana enriquecedora, un paso por la tierra lleno de dicha y esperanza.
A través de la decisión de crecer interiormente, somos conducidos a obras de arte que cambien nuestra visión del mundo, libros e historias que nos inspiran a abrazar una causa, gente positiva que se convierte en modelo a seguir, amigos que nos tocan el corazón como si fueran hermanos y viajes increíbles que nos llevan a enamorarnos perdidamente de la vida.
La esencia del éxito personal
El éxito es una consecuencia, no un accidente; por ende, es producto de las decisiones que tomamos para mediar y contribuir a nuestro camino de crecimiento personal.
Ser exitoso no tiene nada que ver con el dinero o la acumulación de bienes materiales, sino con habernos encontrado a nosotros mismos de forma honesta y sincera, alcanzando un estado de paz, aceptación y amor propio innegociable.
A continuación, tres pistas para entender mejor de qué se trata el éxito personal y cómo el crecimiento interior es su principal jardinero.
1. Eres capaz de trabajar por ti mismo el autoconocimiento
Has llegado a una etapa maravillosa de la vida en la que no temes dirigir la mirada a tu interior para descubrir aspectos de ti mismo que quizás nunca habrías imaginado.
La vida moderna dificulta contar con espacios de introspección que permitan echar un vistazo a las ventanas del alma, pero ser capaces de desconectarnos del mundo diario para dedicar tiempo a nosotros mismos es una clara señal de crecimiento y éxito personal.
Algunas prácticas introspectivas que han demostrado ser eficaces son la meditación, el ejercicio o dar un paseo a solas. Cualquiera de ellas puede proporcionarnos las condiciones necesarias para potenciar nuestro autoconocimiento y conectarnos con nuestras emociones.
2. Te resulta más sencillo manejar y superar los bloqueos
Un bloqueo es cualquier barrera personal (física o emotiva) que nos impide hacer algo o explotar al cien por ciento nuestro potencial.
Todos atravesamos bloqueos en algún punto de la vida, nos sentimos paralizados, incapaces de lograr nuestras metas y terriblemente lejos de las soluciones que tanto deseamos encontrar. Aunque sea difícil hacer a un lado la frustración y la impotencia, debemos saber que el primer paso para superar cualquier bloqueo es darse cuenta de su existencia, aceptar su origen y reconciliarnos con él.
Solo así es posible gestar un cambio permanente y dar un paso importante hacia nuestro desarrollo personal.
3. Has logrado aceptar y respetar la diversidad, que ahora reconoces como un ingrediente maravilloso de la vida
Vivimos en un mundo diverso y cambiante. Si percibimos la diversidad como una amenaza y no como una oportunidad de crecimiento, será imposible dar cabida al desarrollo personal.
La estrategia es convivir amablemente con la realidad, aunque no coincida con nuestros valores personales. Esto no significa que debamos estar de acuerdo con todo y con todos, significa: escuchar, valorar lo positivo, estar abierto al diálogo y quedarse con lo bueno.
El desarrollo personal se relaciona estrechamente con la capacidad de aprender cosas nuevas, modificar nuestras perspectivas y cambiar de opinión, siempre que ello contribuya a nuestro bienestar. Estas son posibilidades que permitirán expandir nuestra mente a un mundo nuevo, menos hostil y más próspero.
Extraido de: Editorial Phronesis
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Read moreQué es la presencia ejecutiva
La reconoces en cuanto la ves en otros. Es ese “wow” que despiertan ciertas personas al entrar en una sala, o al subirse al escenario. Esa habilidad de inspirarte. Es lo que todo líder debe tener para influir a terceros y llamarlos a la acción.
La presencia ejecutiva es el resultado de una combinación de elementos que contribuyen a que a una persona se la perciba como líder o potencial líder. Entre esos elementos figura la capacidad de mantener la calma en situaciones de alta presión, y de tomar decisiones rápido; asertividad, autoconfianza, confiabilidad y sentirte cómoda en conversaciones con altos ejecutivos.
Es obvio que si quieres seguir creciendo en tu carrera profesional necesitas proyectar presencia ejecutiva. Pero ¿y si estás en el campo creativo y sólo quieres diseñar avisos publicitarios encerrada en tu cubículo? (O si eres ingeniera o si no te interesa estar en una posición de liderazgo.) Si quieres persuadir a otros de cuán valiosa es tu idea o tu proyecto también te vendrá bien fortalecer aspectos que hacen a la presencia ejecutiva.
Aquí tienes un breve video que hice para Yahoo Mujer sobre Presencia Ejecutiva.
Cuáles son los elementos que conforman la presencia ejecutiva
Según la experta en desarrollo de liderazgo Susan Bates existen tres dimensiones a tener en cuenta: El estilo, la sustancia y el temperamento de la persona.
Estilo: Suele ser lo primero que alguien ve de ti y es una combinación de tu apariencia, tus modales y tu interacción con los demás. Cuando hay disonancia entre tu estilo y tu rol (por ejemplo te vistes demasiado informal para tu posición de gerente) la gente tiende a dudar de tu efectividad.
Sustancia: Tiene que ver con tu presencia social, tu autoconfianza, compostura, capacidad de reacción y de mantener la calma en situaciones críticas, habilidad de tomar decisiones bajo presión, etc. Demuestra tu madurez y tu habilidad de integrar tus virtudes a tu liderazgo manteniendo bien presentes las necesidades de todas las partes interesadas.
Temperamento: Los rasgos personales y valores que te definen. Son tus creencias esenciales acerca de ti misma y de quienes te rodean. Es quién eres. Incluye tu optimismo, integridad, valentía, discreción y cuáles son tus prioridades.
¿Se puede desarrollar la presencia ejecutiva?
Siempre y cuando tengas una base de autoconfianza y la voluntad de lidiar con las situaciones impredecibles que se presentan a nivel ejecutivo, puedes desarrollar tu presencia ejecutiva.
Claro que hay aspectos que serán más fáciles de desarrollar que otros. Veamos algunos.
La capacidad de tomar decisiones acertadas bajo presión. Es una habilidad difícil de practicar por fuera de circunstancias reales pero cuanto más práctica en el mundo real tienes, mejor te vuelves.
“Dress the part” es decir lucir según tu rol. Mucho se ha dicho del rol de la apariencia en la presencia ejecutiva. La realidad es que cómo luces impacta la percepción que generas en otros y eso influye en las oportunidades que te darán. Si eres Gerente de Finanzas de un banco, debes proyectar una imagen de seriedad, seguridad, y solidez no sólo con tu actitud sino también con tu vestimenta y accesorios. Cuando alguien te ve desarreglada hace una asociación inconsciente de que ese descuido personal puede traducirse a un descuido en tu negocio. Eso es lo que debe interesarte a la hora de revisar tu vestuario.
Ser asertiva. La asertividad es el estilo de comunicación más efectivo ya que te permite demostrar tu respeto por la opinión ajena al tiempo que expones la tuya con seguridad. La mejor manera de ser asertiva es mantener un tono calmo, escuchar en forma activa, expresar con tranquilidad tus pensamientos y emociones para que los demás tengan claro tu punto de vista y tus expectativas. Es una destreza que puedes aprender. Justamente es una de las áreas en las que más trabajamos en el Programa Step Up del RSM.
Proyectar autoconfianza. ¿Cómo lograrlo? La realidad es que hay ciertas personas que proyectan gran seguridad en si mismas y otras no tanto. Pero siendo consciente de las situaciones en las que te sientes confiada (haciendo qué, con quién) puedes replicar esa sensación haciendo otras cosas. Pero requiere trabajo contigo misma y gran determinación para edificar tu autoconfianza. (Otro de los temas que tratamos en los Podcasts y sesiones de coaching online del Programa Step Up).
Proyectar confiabilidad. Una de las características típicas que ostentan las personas con presencia ejecutiva es que proyectan un aura de confiabilidad. Sientes que tienen bien presentes tus intereses y que harán lo mejor para aquellos que los siguen o trabajan para ellos. Puedes ir desarrollando credibilidad a lo largo del tiempo. ¿Cómo? Cumpliendo con lo que prometes. Convirtiendo a tu palabra en la piedra angular de tu marca personal. Demostrando que haces lo que dices. Que no te echas atrás. Que no abandonas un proyecto o a tu equipo a medio camino.
Manejo de presión. Busca oportunidades de mejorar tus dotes de presentadora. No sólo porque presentar en público es un requisito fundamental para los ejecutivos sino porque cuando logras dar una buena presentación demuestras tu capacidad de manejar bien situaciones de presión. El secreto aquí es practicar lo suficiente para aparecer relajada.
Capacidad de inspirar. Una de las características que mejor definen a una persona con presencia ejecutiva es su capacidad para inspirar a otros a ser las mejores versiones de sí mismos. A seguir una misión, cumplir sus metas, contribuir de manera relevante con el grupo y con la sociedad. Piensa en cuántas áreas de tu vida tu inspiras a otros. ¿Cómo se traducen en tu mundo profesional?
En el proceso de reforzar o desarrollar tu presencia ejecutiva lo más importante es que encuentres tu propia voz. La autenticidad es lo que te permitirá siempre pisar sólido. Identificar tus ventajas y afilarlas al máximo es lo que te hará más efectiva y se traducirá en un mayor éxito personal y profesional.
Mariela Dabbah es escritora, conferencista y coach. Como Coach por más de 20 años ha apoyado el desarrollo de carrera de hombres y mujeres latinos en USA , Mariela como integrante de la Red de Profesionales de Mundo Mujer comparte en esta web un material muy interesante para ti, todo basado en su experiencia.
Autora del libro “Poder de Mujer”
Extraido de http://redshoemovement.es/como-se-desarrolla-la-presencia-ejecutiva/
El amor de pareja en la madurez encaja con el descenso de la montaña y cuando se ha ascendido con sentido, el descenso supone mayor libertad, tranquilidad, ligereza, desapego y entrega al presente… Los grandes planes ya fueron trazados, los grandes logros ya fueron realizados, los hijos ya fueron criados, y ahora podemos ser de nuevo un poco niños y vivir de nuevo lo que hay y lo que cada día nos trae “con un nuevo corazón tembloroso” como diría Neruda. Por otro lado las adversidades naturales de la vida han limado las aristas de nuestras pasiones y nuestro carácter, las desdichas nos han sensibilizado a una luz que la prosperidad estricta nos mantenía velada, y empezamos a entender el lenguaje del ser y no sólo de tener, el sabor del misterio y no sólo el de la propia voluntad, el gozo de lo incierto y no sólo su temor.
Surge una perspectiva madura, sabia, ondulada del amor. La mayoría de estudios coinciden en reconocer que el índice de felicidad es mayor en persona de entre cincuenta y setenta años. ¿A qué se debe? A un cambio de actitud más que a un cambio de las circunstancias. Y esto impacta en el ámbito de la pareja de manera que la rellena con frutos nuevos. Veámoslos:
Mayor pertenencia y fusión. A las parejas que acumulan muchas millas de amor logrado se les premia con una gracia especial, la de “ser un solo cuerpo”. Así lo expresaba un matrimonio mayor, tocados ambos por un evidente gozo de estar juntos: “a veces no sé si su pierna es mi pierna o la suya”, decía él. Una antigua fábula asiática explica que, cuando Dios hizo al hombre y a la mujer, al principio les dio un único cuerpo, lo cual satisfacía su deseo de fusión pero no el de autonomía, y reclamaron pidiendo dos cuerpos, y Dios se los concedió. A él un cuerpo de hombre, a ella uno de mujer. Se cuenta que, desde entonces, experimentan un profundo anhelo de volver a ser uno, dando incansables bandazos entre libertad y simbiosis. Sea como sea, el anhelo de pertenecer, formar parte y estar vinculado profundamente, es el mayor instinto de los seres humanos. Al principio a nuestros padres, después a nuestras parejas y a las familias que creamos, y por supuesto a nuestra pareja en la madurez.
Mayor entendimiento, comprensión y respeto. Si el viaje propio y también el común, ha sido verdadero y se han aprestado a desarrollarse como personas auténticas, ambos han aprendido el código de la tolerancia y el aprecio de lo ajeno, a sentir tan importante al otro como a uno mismo. Han flexibilizado sus creencias y sus mapas de la realidad y abierto el corazón a lo distinto. Si además acumulan muchas millas de amor logrado disfrutan de un gran almacén de actos comunicativos fértiles y esquemas de relación previsibles, que les dan reconocimiento y la seguridad de sentirse nuevamente en casa una y otra vez.
Mayor alegría, gozo y sentido del presente. Una progresiva relajación de nuestras pasiones, responsabilidades y objetivos, franquea la entrada a un progresivo e inesperado regreso a la tierra prometida del “presente”, que nos hace resonar con el viejo paraíso perdido del “presente” de nuestra niñez, cuando vivíamos más en el vivir y menos en nuestros pensamientos sobre el vivir. Con suerte, en la madurez, la mente se vuelve más silenciosa y más abierta a la alegría por nada de cada momento, que la vida tal como decide ser, nos sigue regalando. En la pareja empieza a edificarse una dimensión del amor, en la que amamos al otro no tanto por lo que nos produce, nos mueve o nos satisface, sino por ser como es y por estar ahí. Y los días se llenan de una actitud más gozosa.
“Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes a tus ojos oceánicos”, reza un poema de amor de Neruda. Quizá el amor maduro sea también un amor trascendente. En este amor, a través de los ojos oceánicos del otro, vamos más allá de él y abrimos esperanza, alma y corazón a un amor más amplio que abarca a todo y a todos. Y nos volvemos más y más altruistas y generosos. Y cerca del final sonreímos y seguimos plantando árboles de cuyos frutos otros comerán en nuestro lugar.
Esto es lo que hoy he imaginado, que no vivido, pues aún no siento que haya reunido méritos y años suficientes como para ingresar en plenitud en las filas de la madurez. Por lo que hace al ámbito de la pareja, sí que acumulo cicatrices propias suficientes, y miles de horas con las luces y sombras de otras parejas, como para entender un poco las bravuras de estos oleajes y desear, eso sí, las aguas tranquilas.
Por eso lo he imaginado con optimismo, y tal y como lo he visto en algunas parejas afortunadas, con muchas o pocas millas de recorrido, con muchos hijos e historia detrás de sí, o con poca. He preferido obviar, en este relato, a los que se compactan con los años en lugar de algodonarse, a los que siguen conquistando en lugar de saber declinar con dignidad, a los que se imponen en la madurez y la vejez en lugar de saber morir un poco antes de morir del todo, y ganar en vida un poco de vida eterna –el presente maravilloso-, antes de que la eternidad nos engulla y acoja a todos por igual, con sus enormes brazos, como una gran madre.
Foto Portada: Diseñado por Freepik
Read moreDéjenme imaginar la vida como una danza continua, en la que todos sus movimientos sean creaciones y refinamientos de dos notas básicas: expansión y contracción, avance y retroceso, conquista y rendición, ganancia y pérdida, ascenso y descenso, vida y muerte.
Permítanme además imaginar una vida como la mía o como la suya, como un viaje completo en el que, evolutivamente, en cada momento, nos toca encarar y vivir distintos deseos, temores, voluntades y tareas.
Aunque sea obvio, recordemos que no es el mismo corolario de vida el que tenemos con veinte años que con sesenta, por ejemplo. Nos impulsan fuerzas y necesidades diferentes. Si a los 20 años nos estimula el futuro y el deseo de construir, a los sesenta la necesidad de dar sentido al pasado vivido y vivir gozosamente el discurrir de los días.
A veces, he imaginado a la vida, como un viaje de ascenso a lo alto de una montaña que culmina en la fase media de la vida, y luego nos queda el descenso. La primera es el tiempo joven de la conquista, en la que fecundamos la vida para que encaje con nuestros planes y deseos: fortalecemos nuestra identidad, edificamos un recorrido profesional, nos las vemos con los asuntos de pareja y criamos hijos o no, aportamos lo que tenemos a la vida, nos arrastra nuestra pasión por conocer y realizar, y seguimos con todas nuestras fuerzas los caminos por los que somos movidos. Con suerte, llegamos a lo alto de la montaña y gritamos a los cuatro vientos nuestros logros y éxitos, e invariablemente se nos devuelve un eco que nos dice que en verdad no tiene tanta importancia, que éste que llamamos Yo y al que consideramos el centro de todo, ahora se las va a ver con el descenso y con las perdidas, con la comprensión de que la vida es efímera y tiene un final, con la imagen dibujada en el horizonte de la propia muerte como estación de destino. Empieza el descenso y, con fortuna, si hemos cultivado un cierta sabiduría, entramos en una extraña paradoja: la de que perder y descender es suave y produce una sorprendente suerte de alegría y felicidad; la que viene de que ya no tenemos que preocuparnos tanto, y podemos exponernos al flujo espontáneo y confiado de la vida. Ya no tenemos que luchar y defender, y experimentamos la dulzura del desapego y una entrega mayor a la soberanía de la vida como es, por encima de nuestra voluntad personal.
Leonard Cohen dice que “Los pesimistas están muy preocupados porque quizá vaya a llover. Yo, en cambio ya estoy mojado”. A continuación añade: “Lo único que se acerca a un consuelo es el ‘Hágase tu voluntad’. Uno debe preguntarse hasta qué punto quiero convertir esto en el principio regidor de su vida: la idea de que todo se despliega en un mecanismo que te resulta imposible de entender. Y que lo tomas o lo dejas”.
Se suele decir que el amor joven es impulsado por la tiranía de la sexualidad con su imperativo certero de que disparemos nuestras flechas de vida hacia el futuro, que el encuentro de los amantes arde; que el amor de los adultos se convierte en un amor cuidado, que los amantes se han hecho padres y cuidan de su prole y del sostén; que el amor maduro es un amor que busca la compañía, el compartir y el cuidado, y goza de tranquilidad. Sin duda, la pasión, el cuidado y la compañía pueden estar siempre presentes en distinto grados en cualquier fase de la vida. También en el amor maduro importa, y mucho, el roce de los cuerpos, los cariños y la vivencia del placer. Y ya sería hora, además, de que pensáramos abiertamente que la sexualidad termina con la vida y que, incluso en la ancianidad, tiene su presencia en su forma particular y distinta del disloque hormonal juvenil.
Continuará…
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