PSU: Los riesgos de la sobreexigencia y el uso de estimulantes para estudiar

  • No dormir suficientes horas, consumir bebidas energéticas o fármacos para la concentración y no dejar tiempo para relajarse, son conductas dañinas en las que caen los jóvenes en esta fecha, con la intención de obtener el mejor resultado posible en la Prueba de Selección Universitaria. La psicóloga de la Unidad de Adolescencia de Clínica Santa María, Katarina Sylvester, asegura que una adecuada gestión de tiempo es fundamental para que los estudiantes puedan pasar por esta importante etapa sin dañar su salud.

 

La PSU es uno de los grandes estresores a la que los adolescentes se ven enfrentados en esta época del año, tanto por sus expectativas personales y/o familiares como también por sus realidades sociales y modelos culturales. A eso hay que agregar la carga horaria y académica del colegio y el preuniversitario, con lo que finalmente el joven queda con poco espacio para la distención y el relajo.

 

La psicóloga de la Unidad de Adolescencia de Clínica Santa María, Katarina Sylvester, explica que muchos jóvenes toman medidas extremas para poder estudiar más tiempo, tales como disminuir excesivamente las horas de sueño, alterar sus regímenes alimenticios, dejar de hacer actividades extra programáticas y/o aislarse de sus seres queridos o grupo de amigos, olvidando que favorecen la contención y apoyo emocional.

 

“La auto exigencia es constructiva cuando ayuda a ponerse objetivos y con ello organizarse sin dejar de lado el crecimiento y desarrollo integral como persona. La sobre exigencia, en cambio, se asocia a falencias en la aceptación, pudiendo transformarse en un círculo vicioso de expectativas muy altas, poco realistas, fracasos reiterados, bloqueos y daño en la autoestima, entre otros”, advierte la psicóloga.

 

Falta de sueño y sobredosis de cafeína: los errores más comunes

Al igual que en cualquier otra etapa del desarrollo humano, abstenerse de dormir tiene un impacto sobre el desempeño óptimo de los adolescentes, generando somnolencia, dificultades para concentrarse e irritabilidad. Esto, sumado a la ingesta de estimulantes, puede producir alteraciones a nivel fisiológico que finalmente son perjudiciales para el joven que va a rendir la prueba.

“Los remedios para la concentración o para tener ‘menos sueño’, son fármacos que deben ser indicado por los especialistas correspondientes en dosis adecuadas. De lo contrario, se pone en riesgo la salud”, indica la profesional, quien agrega que estos medicamentos pueden generar o gatillar síntomas o enfermedades de distinta intensidad y gravedad, dependiendo de las propias características biológicas y predisposiciones genéticas.

Las bebidas energéticas, en tanto, si bien son legales en nuestro país, no cuentan con suficiente evidencia científica sobre sus beneficios en relación al rendimiento académico o contraindicaciones.

“El límite de cafeína diaria no debiera superar los 200 mg. Dentro de sus posibles efectos adversos están irritación gástrica, ansiedad, temblores, nerviosismo, letargia, fatiga y dolor de cabeza”, advierte Katarina Sylvester.

Finalmente, la especialista entrega algunos consejos a los adolescentes para que estén en una condición óptima al momento de rendir el examen:

  • Mantengan y/o retomen sus actividades extra programáticas, ya sea pintura, deporte, música, etc.
  • Observen su alimentación. Deben tener al menos 4 comidas diarias y de buena calidad.
  • Respeten sus ciclos habituales de sueño.
  • Rodéense de aquellas personas, familiares y/o amigos que los quieren y apoyan.
  • Confíen en que siempre hay opciones y perseveren por alcanzar sus sueños, teniendo en cuenta sus propias habilidades, capacidades y recursos.
  • El momento para dejar de estudiar es cuando ya cumplieron sus metas. Si aún no lo han logrado, reorganicen su tiempo y prioricen de manera realista.
  • Lleguen a dar la PSU habiendo dormido las horas que sus cuerpos necesitan, habiéndose alimentado bien y con la confianza y certeza que ése es su mejor esfuerzo, considerando sus contextos individuales.

 

 

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4 cosas que puedes hacer para acompañar a tu hij@ en la PSU

Este 27 y 28 de noviembre se rinde la PSU. Para muchos jóvenes significa una tremenda presión, muchos padres y educadores señalan que ven a sus hijos estresados y cansados. Para algunos la PSU es el paso para ser primera generación universitaria en su familia, para otros es jugarse la entrada a una carrera exigente en la mejor universidad posible. Para todos es un hito importante, que si bien no determina el futuro ni la felicidad, si puede condicionar las circunstancias en que se desarrollará la propia vocación.

 ¿Cómo acompañar a los hijos en este proceso de manera que se transforme en una experiencia positiva y de aprendizaje?

En primer lugar hay que decir que es difícil eliminar el estrés asociado a la PSU. El estrés no es malo en sí mismo, es una respuesta fisiológica a ciertos estímulos que nos pone en lo que se llama modo “huir o atacar”. Lo relevante es que el tipo de adaptación frente al estrés es lo que hace que este se transforme en un elemento de motivación y energía o en uno de ansiedad y paralización. Por lo tanto, nuestro rol como padres y educadores no es decirles que no se estresen ni que da lo mismo cómo les vaya, esa actitud es de cero empatía con lo que efectivamente está viviendo el o la adolescente. Tampoco sería bueno aumentar ese estrés, ya sea criticándolos por lo poco que se esforzaron o acosándolos todos los días para que estudien sin parar motivados por el miedo a no alcanzar el puntaje. Lo que necesita un joven estresado es ante todo comprensión y tener un espacio de desahogo. Hablar de lo que le está pasando y sentir que es comprendido le ayudará a regular los niveles de estrés y a tener la pausa para ponderar con mayor reflexión las cosas. Existe numerosa evidencia de que lo más sano para canalizar de manera adecuada las emociones es hablar de ellas.

En segundo lugar, podemos propiciar y fomentar algunas prácticas de autocuidado que les ayudarán a llegar menos tensos, con más energía y más concentrados al día D.

Es prioritario que cuiden el sueño. Hoy día sabemos que para que haya un real descanso necesitamos 7 a 9 horas de sueño. Durante estas horas el cerebro no sólo descansa sino que se activan las células gliales que son auxiliares de nuestras neuronas. Su función es limpiar y eliminar las toxinas que producen las conexiones neuronales durante el día. Si no hay una limpieza adecuada nuestra capacidad de concentración, la memoria e incluso el metabolismo se ven afectados. Así es que ojo con los carretes, porque como ya no van a clases, puede que sea tentador juntarse con los amigos hasta tarde durante la semana. Y al respecto sólo comentar que el alcohol en exceso y la marihuana disminuyen las capacidades cognitivas, no sólo en el largo plazo.

Enseñarles ejercicios de respiración profunda, que duran máximo dos minutos y que cuando se practican unas tres a cuatro veces durante el día ayudan a disminuir el estrés y favorecen la concentración.

Contarles que tomar mucha agua les ayuda a mejorar las capacidades del cerebro, porque el agua facilita las conexiones neuronales. Idealmente que vayan con su botella el día de la prueba, pero que también tomen agua durante los tiempos de estudio.

Ayudarlos a elaborar un plan de trabajo para los últimos días, haciéndoles ver que los períodos de descanso son tan importantes como los de estudio. Y si pueden tener algún tipo de ejercicio entre horas de estudio mucho mejor. Hoy día sabemos que se aprende mejor después de hacer algún tipo de actividad física, el cerebro está más alerta y mejor oxigenado, entre otras muchas evidencias sobre la relación entre aprendizaje y movimiento.

Una tercera orientación para los padres y educadores es que nunca podremos evitar o aminorar el dolor que produce un fracaso o una decepción a través de la anticipación. Esto significa que no es necesario decirles que piensen en el peor escenario para que después, si les va mejor que eso, se sientan bien. Creemos que si imaginamos el fracaso antes, cuando éste ocurra será menos doloroso, pero eso es sólo una ilusión. Esto no significa que tengamos que irnos al otro extremo de la fantasía y jurarles que van a sacar 800 puntos. Hay que permanecer optimistas dentro de las circunstancias reales. El anticipar resultados positivos predispone al éxito. También existe evidencia de que la esperanza y los pensamientos positivos nos dan motivación y un mejor funcionamiento de nuestras capacidades cognitivas.

Si después de la PSU no se dan los resultados esperados viene la cuarta cosa que podemos hacer como adultos, y que es fundamental para el crecimiento, el aprendizaje y la resiliencia: consolar.

La compasión y la conexión emocional en el dolor es lo que más alivio produce y ayuda a salir del sentimiento de vergüenza y la autocrítica destructiva, que no ayudan en nada a reflexionar sobre las opciones disponibles y a reinventarse. Lo que todos necesitamos en el fracaso es contención con una clara señal de que nuestro valor como persona no está en discusión. “Has sufrido un fracaso” es muy distinto a “Eres un fracaso”. Hay muchas formas implícitas de dar este último mensaje. Si como padres vivimos este proceso como propio y no como algo sólo del adolescente, será difícil tener la distancia suficiente para consolar adecuadamente, porque estaremos sufriendo el fracaso como algo personal y probablemente culparemos al hijo o hija de nuestro dolor.

Es el momento de reflexionar sobre los propios sentimientos frente a la PSU que rinde nuestro hijo o hija. ¿Cuáles son mis temores? ¿Siento ansiedad? ¿Trato de imponer mis expectativas sobre las suyas? ¿Me estresa o enoja que no haga las cosas como yo quiero? ¿Sentiría vergüenza si no alcanza el puntaje?

Queda poco tiempo, pero hay bastante por hacer.

Acompaña a tu hijo o hija y pase lo que pase, que nunca sienta que su valor depende de un puntaje.

Alejandra Ibieta I, 

de AMA Consultora Parental

Articulo extraido de www.talleresama.cl

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