Pataletas – parte 2 de 2

En mi libro “Apego Seguro: Cómo relacionarte con tu hijo a partir de los 2 años” propongo un diagrama de regulación que consta de 7 pasos.

  1. Regularse uno
  2. Sintonizar con el estado mental del niño
  3. Reflejo del estado mental
  4. Favorecer/permitir la expresión adaptativa
  5.  Calmar
  6. Reflexión guiada
  7. Reforzar

Martín tiene 3 años recién cumplidos. Ayer por la tarde estaban invitados a comer a la casa de los abuelos. Camino al ascensor, su hermano mayor se adelanto y apretó primero el botón. Acto seguido, Martín se puso a llorar y comenzó hacer una pataleta. Como podrán imaginar, él quería apretarlo y ahora ya no podía.

Su madre, que ya iba estresada con la hora, pensó en silencio ¡Lo único que me faltaba!. Respiró profundamente (regularse uno) y se agachó para ayudarlo a calmarse. Se dio el siguiente diálogo:

Mamá: ¿Querías apretar el botón? (sintonización)
Martín: Siiii
Mamá: Y te da rabia que tu hermano lo haya apretado primero ¿Cierto? (sintonización/reflejo).
Martín: Siiii
Mamá: Te entiendo.
Martín siguió llorando y se acercó a su hermano para pegarle. La mamá entonces lo frenó y le dijo “Sé que tienes mucha rabia, pero no por eso le vas a pegar a tu hermano” (expresión adaptativa). Lo dejó llorar un poco y le dijo “ya mi amor, trata de calmarte para que conversemos” y lo abrazó (estrategia de regulación: abrazo). En el auto, ya más tranquilo, lo ayudó aprender de la situación (reflexión guiada).
Mamá: Martín, no estuvo bien que le pegaras a tu hermano. Sé que te dio mucha rabia lo que pasó, pero no por eso le vas a pegar.
Martín: Si sé…
Mamá: ¿Me prometes que la próxima vez que algo te de rabia vas a tratar de controlarte?
Martín: si… pero yo quería apretar el botón.
Mamá: Si sé mi amor… pero él no sabia. Cuando quieres algo tienes que decirlo (reflexión guiada).
Martín: Ya mamá.
Mamá: Te felicito por haberte calmado. Sé que no es fácil y pudiste hacerlo (refuerzo).

……………………………………………………………………………

Agustina tiene 3 años y medio. Sus padres están separados hace ya un tiempo, pero este verano se fue de vacaciones por primera vez con su papá. Lo pasó muy bien y llegó muy contenta de vuelta con mamá. Pero en el transcurso de las horas, se puso un tanto irritable.

En la tarde, estaba tratando de ponerse una polera. Y como no podía la mamá la ayudo. Como quería ponerla sola, se puso a llorar y comenzó a hacer una pataleta.

Al verla llorar con tanta intensidad, la mamá se dio cuenta que podía haber una razón de fondo (sintonización), porque en general no llora por esas cosas. Que quizás era por las vacaciones. Entonces le dijo “Amor, ¿fue muy difícil para ti estar sin mamá estos días?” (reflejo). Agustina asintió con su cabeza. Su mamá entonces la abrazó y le dijo despacito al oído “si se mi amor… (pausa)… si tienes penita llora todo lo que tengas que llorar” (expresión adaptativa). Cuando Agustina había liberado gran parte de su estrés, su mamá le dijo “ahora vamos a respirar para calmarnos y poder hablar”.

Ya tranquila, se dio el siguiente diálogo:

Agustina: Es que te eché de menos mamá…
Mamá: Si sé mi amor, yo también. Sé lo difícil que puede ser tener vacaciones con mamá y con papá por separado.
Agustina nuevamente asintió con la cabeza.
Mamá: Que a pesar de que lo pases muy bien, echas de menos al que no está. Te entiendo.

La mamá la abrazó  y le dijo que cuando uno echa de menos a alguien, además de pensar en esa persona o llamarla, puede hacerle un dibujo. Y se prometieron que la próxima vez que se echaran de menos, se harían dibujos (reflexión guiada).

Les quise poner dos ejemplos de pataletas completamente distintas. La primera es clásica: Martín está cansado, no puede hacer lo que quiere y se pone a llorar. Yo creo que todos hemos pasado al menos alguna vez por una situación así. La segunda es menos común. Si bien Agustina se pone a llorar porque quería ponerse la polera sin ayuda, la verdadera razón de su baja tolerancia a la frustración es emocional.

Independiente de cual sea la causa, de cuán intensa sea la emoción o de las características y necesidades idiosincráticas de cada niño, el diagrama de regulación nos entrega una pauta a seguir. No siempre se siguen los pasos en el orden propuesto. A veces incluso no todos los pasos son necesarios. Pero cuando uno los conoce y entiende el sentido de lo que se está haciendo, se vuelven una gran herramientas para ayudar a nuestro hijo a recuperar la calma.

Lo último que me gustaría transmitirles, es la importancia de estar conectados y sintonizados a nuestros niños. Por su desarrollo lingüístico, la mayoría de las veces nuestros pequeños expresan lo que les pasa de manera no verbal y es importante estar atentos a sus señales. ¿Se imaginan lo triste que hubiese sido retar o mandar a Agustina a la pieza tras su pataleta, cuando lo único que necesitaba en ese momento era la contención de su mamá?

Regular no es nada de fácil. Pero vale la pena intentarlo. Espero que les haya servido.

Extraído de www.andreacardemil.cl

Mamá de 3
Psicóloga Infanto-Juvenil
Magíster en Psicoterapia Integrativa
Diploma en Terapia de Juego
Diploma en Manejo Interdisciplonario de las dificultades del Escolar
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Pataletas – parte 1 de 2

En la etapa preescolar, los niños tienen que aprender que no pueden hacer ni tener todo lo que quieren. Esto les genera mucha rabia y frustración. En plena conquista del lenguaje y movimiento, quieren y necesitan mostrarle al mundo (especialmente a sus padres) que están grandes, que son distintos a ellos y que pueden tomar decisiones por sí mismos.

Debido a que las estructuras cerebrales encargadas de la regulación emocional a esta edad están recién desarrollándose, este malestar lo sienten de manera muy intensa y les cuesta mucho tranquilizarse. Por esta razón, tienden a externalizar lo que sienten, expresándolo de manera corporal y descontrolada: lo que conocemos como pataleta o berrinche.

Por lo general, los niños comienzan a hacer pataletas alrededor del año y medio y dejan de hacerlas como a los 6 años, con un pick entre los 2 y los 3 años. El tiempo que dura el período de pataletas puede variar en función de factores biológicos (como el temperamento), situacionales (como la llegada de un hermano) y de crianza (estilo de apego y forma en que los padres manejan las pataletas).

Las pataletas se consideran parte del desarrollo vital de un niño. Esto quiere decir que son normales y necesarias. Cuando el manejo adecuado, la etapa de las pataletas permite que los niños conquisten poco a poco su independencia, iniciativa y seguridad, sin que ello signifique pasar a llevar al resto o que siempre se haga lo que ellos quieren.

¿Cuándo el manejo es adecuado?

Hoy en día el criterio más importante para determinar cuán adecuado es el manejo parental, no es la efectividad, sino la promoción de desarrollo socio emocional sano. Por ejemplo, meter a la ducha fría a un niño cada vez que hace pataletas puede ser efectivo, pero no por eso adecuado. Efectivo porque el niño va a dejar de hacerlas, pero inadecuado porque además de ser un acto violento, daña la relación que tiene con su cuidador y no le enseña a regular sus emociones.

En función de esto, se considera como adecuado, no sólo buscar que el niño deje de hacer pataletas, sino que aprenda a regular sus emociones y formas más adaptativas de expresarse y resolver conflictos.

Para cumplir con este propósito, lo mejor es manejarlas desde los principios de apego seguro. Les explico porqué.

La pataleta se considera una situación de estrés intensa. Aunque no lo crean, el niño no lo pasa bien haciendo una pataleta. Todo lo contrario, su cuerpo libera mucho cortisol (hormona del estrés), le resulta tremendamente angustiante sentir emociones tan fuertes y la sensación interna de descontrol y desorganización.

Es importante entender, que los niños no hacen pataletas para manipular o para molestar, sino simplemente porque se encuentran desbordados y no saben qué hacer. Como en cualquier otra situación de estrés, en ese momento lo que el niño necesita es tenernos cerca y que lo ayudemos a recuperar la calma.

Dado que el apego es necesidad de contención ante el estrés, ayudar a nuestro hijo a calmarse es el principio más importante para promover una relación de apego seguro.

Gracias a los avances de las neurociencias, se ha visto que cada vez que ayudamos a nuestros hijos a calmarse, además de promover apego seguro, les enseñamos estrategias de regulación emocional y estimulamos el desarrollo de las estructuras cerebrales encargadas de la regulación emocional.

Esto que suena muy complejo, es más simple de lo que pensamos. Veamos un ejemplo: Cuando un niño siente rabia y lo ayudamos a calmarse respirando, estamos generando el circuito neuronal rabia-respiración-calma. Cuando estas experiencias son reiterativas, estas conexiones se van fortaleciendo y formando estructuras más complejas. Y cuando el niño sea grande y siente rabia, serán estos circuitos los que se le activarán, aunque no estamos a su lado.

Aclaro que ayudar un niño a calmarse, no significa darle en el gusto. Si el niño está llorando porque le dijimos que no le vamos a comprar un juguete, calmarlo no significa comprarle el juguete, sino ayudarlo a recuperar su equilibrio basal y ayudarlo a entender que no siempre puede tener todo lo que el quiere.

¿Cómo hacerlo?

 En mi libro “Apego Seguro: Cómo relacionarte con tu hijo a partir de los 2 años” propongo un diagrama de regulación que consta de 7 pasos.

1. Regularse uno

Este es no de los pasos más importantes para manejar de manera adecuada una pataleta. Si el niño está haciendo una pataleta, es porque se encuentra emocionalmente desbordado. Requiere que estemos muy tranquilos para que lo ayudemos a regularse y recuperar la calma. El problema de esto es que cuando el niño está haciendo una pataleta, con frecuencia nosotros también nos encontramos alterados. Por lo que antes de hacer cualquier cosa, es preciso dar un paso atrás, respirar hondo y calmarnos.

Sé que esto no es fácil de hacer, menos cuando hemos dormido poco, estamos cansadas o tenemos alguna otra preocupación. Pero es necesario hacerlo para poder seguir los otros pasos  y poder transmitirle a nuestro hijo la calma (verbal y no verbal) que necesita en ese momento.

 2. Sintonizar con el estado mental del niño

Sintonizar significa conectarnos con nuestro hijo para ver que le pasa y lo que necesita en ese momento. ¿Es rabia? ¿Es sueño? ¿Estará celoso? La mayoría de las veces el niño no expresa el motivo real de lo que le pasa. Entonces hace una pataleta porque no quiere comer, pero en verdad no es que no quiera comer, sino que está triste porque echa de menos a su papá.  Y si queremos ayudarlo a calmarse, es preciso saber lo que le pasa.

3. Reflejo del estado mental

Reflejar consiste en decirle verbalmente al niño lo que le pasa en ese momento (lo que siente, lo que necesita, lo que quiere). Por ejemplo: “Te dio rabia que se te cayera la torre” “Sientes rabia porque nos vamos de la plaza” “Te frustraste porque no te prestó el balde”. Se ha comprobado que esto tiene importantes beneficios educativos (el niño aprende que eso que está sintiendo se llama “rabia”), genera calma (la palabra contiene la sensación de descontrol) y conecta ambos hemisferios cerebrales (el desborde viene del hemisferio derecho y al hacer uso del lenguaje activamos el izquierdo).

Dado que cuando un niño está haciendo una pataleta está desbordado, la mayoría de las veces no quiere que hablemos. Si esto ocurre, debemos reflejarle lo que le pasa de manera muy escueta y quedarnos en silencio cerca suyo.

4. Favorecer/permitir la expresión adaptativa

Expresar es mejor que no expresar. Por lo que se le debe permitir al niño expresar su malestar. Pero si al hacerlo hace algo inadecuado (como pegarse, patear sus juguetes, decirnos palabras feas, etc.) es necesario establecer límites.

El límite siempre se establece después del reflejo. Es muy importante que al niño le quede claro que el problema no es lo que siente, sino la forma en que lo está expresando. “Sé que tienes rabia (reflejo), pero no por eso vas a tirar tus juguetes (límite)”, “no porque tengas rabia (reflejo), me vas a pegar (límite)”.

5. Calmar

Este paso consiste en ayudar al niño a calmarse a través del uso de alguna estrategia de regulación. Esto no es nada de fácil, porque cuando un niño está haciendo una pataleta, está emocionalmente desbordado. Calmar a un niño intenso podría demorar incluso 30 minutos. Pero es muy importante que lo hagamos.

Cada vez que ayudamos a un niño a calmarse, le transmitimos que no importa cuán intensa sea la emoción, porque después viene la calma. Que no importa cuán desagradable sea su emoción, estaremos a su lado.

En mi libro propongo las siguientes estrategias: cambiar foco de atención; cariños; respiración; ejercicio o movimientos repetitivos; nivelación de estimulación ambiental; cambio de ambiente; pensamiento mágico y contención física.

Es probable que muchos padres en este momento estén pensando: “No ha visto las pataletas que hace mi hijo, si le hablo o lo llego a abrazar es peor, ¡más rabia le da!”. Y tienen toda la razón. A veces los niños necesitan un espacio para calmarse antes de que no acerquemos mucho a ellos.

Cuando esto ocurre, debemos quedarnos cerca, en silencio y esperar que la intensidad de la emoción baje un poco. La idea es que sepa que estamos ahí, que no han perdido la sintonía con nosotros por estar frustrados, todo lo contrario, que estamos tan conectados con ellos, que sabemos que necesitan un espacio.

6. Reflexión guiada

Una vez que el niño está lo suficientemente tranquilo como para hablar, se le debe ayudar (a través de preguntas, explicaciones o reflejos) a reflexionar sobre lo que pasó y enseñarle formas más adaptativas de expresarse y resolver conflictos.

La reflexión guiada sirve para que el niño se conozca a sí mismo (“Sé que te frustras mucho cuando alguien cambia los planes”), aprenda a resolver conflictos (“¿Qué podrías hacer la próxima vez que tu hermano no te quiera prestar un juguete?”), aprenda a satisfacer una necesidad (“La próxima vez que necesites que te ayude, dímelo”), aprenda de lo sucedido (“no es bueno romper juguetes cuando tenemos rabia”) y/o aprenda una estrategia de regulación (“¿Cómo podrías descargar tu rabia la próxima vez sin dañar a nadie?”).

7. Reforzar

Este es uno de los pasos más simples. Consiste en reforzar cualquier conducta positiva que hayamos detectado durante el proceso de regulación. Por ejemplo: “Qué bueno que pudiste tranquilizarte para que podamos hablar y resolver lo que pasó”; “Qué bueno que me contaste cómo te sentías, porque, si no, no habríamos podido resolverlo”.

El objetivo de este paso no es solo reforzar que el niño logró calmarse, sino que tome consciencia de que es capaz de hacerlo. La idea es empoderarlo en sus capacidades.
Ejemplo del diagrama de regulación emocional en acción

En el siguiente artículo, 2 ejemplos de aplicación del diagrama de regulación emocional en acción

Extraído de www.andreacardemil.cl

Andrea Cardemil Ricke
Mamá de 3
Psicóloga Infanto-Juvenil
Magíster en Psicoterapia Integrativa
Diploma en Terapia de Juego
Diploma en Manejo Interdisciplonario de las dificultades del Escolar
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CHILE DESPERTÓ: LA OPORTUNIDAD DE UNA LUZ EN LA SOMBRA

Ha sido una semana extremadamente dura de digerir, de mirar y de vivir. Cargada de emociones difíciles como la angustia, la tristeza, la rabia, la incertidumbre y el miedo. Una semana con un tinte oscuro que no conocíamos. Porque si bien conocimos y vivimos un terremoto el 27/F que nos hizo reconstruir un país en el suelo, no conocíamos como se sentía un terremoto social. Una crisis en donde lo que se destruyó, fue destruido por nosotros mismos y donde lo que hay que reconstruir hoy es mucho más profundo que casas caídas, porque hoy la reconstrucción nos incluye a nosotros como personas formando un país distinto.

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Hoy necesitamos reconstruir lazos, detenernos a reflexionar y mirar al otro. Necesitamos lograr mirarnos como los seres humanos imperfectos que somos para actuar desde el respeto y amor al otro aún en su imperfección. Necesitamos aprender y buscar mayor equidad, justicia, cariño, amor, respeto, humildad y empatía…..pero sin destruirnos entre nosotros.  Respetar la mirada distinta del otro y poder compartir lo que nos hace crecer, no lo que nos violenta. El odio genera más odio, la violencia más violencia, la intolerancia más intolerancia….y esta semana ha sido una semana cargada y desbordada de imágenes y mensajes que muestran nuestra peor cara.

Los últimos días han sido una invasión de imágenes violentas, de mensajes deshumanizados, de peleas políticas, de escuchar con ira lo que el otro piensa, de ver mensajes y audios que generan pánico, de miradas polarizadas cargadas de odio. Como en toda crisis hemos podido ver la luz y la sombra. La luz de un pueblo que se une por ser mejor, más justo, más unido y equitativo, y al mismo tiempo la sombra de ver como en la necesidad de gritarlo tan fuerte para ser escuchados, nos encontramos con una violencia extrema que sin darnos cuenta nos daña profundamente.

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¿Como podemos digerir todo esto? ¿Como podemos seguir adelante? ¿Como seguimos conviviendo con la angustia, el miedo a la incertidumbre y la frustración al no ver cambios concretos?.  ¿Por dónde empezamos?.

  1. Reconocer y aceptar nuestras emociones: No podemos negar nuestras emociones, parte de vivir la crisis como una oportunidad, viene de poder abrazar esas emociones que nos nos gusta sentir, para reconocerlas y que ellas mismas nos impulsen a hacer un cambio. No escondamos nuestros sentimientos debajo de la alfombra, mirémoslos y dejemos que nos remueva esta crisis, que solo así podremos hacernos cargo. No podemos olvidarnos que estar expuestos a un estado de alerta provoca en nosotros cambios: síntomas, cansancio extremo irritabilidad, hostilidad, rabia, pena. Tenemos que hacernos cargo de ellos si queremos realmente sanarnos, para poder sanar al otro y finalmente sanarnos como sociedad.
  2. Reflexión: démosle un sentido a esta crisis, para que realmente aprendamos de ella y sea una oportunidad de crecimiento tanto personal como grupal. No puede ser que de la sombra no nazca la luz y la union. Nuestros hijos, amigos, padres, compañeros de trabajo y nosotros mismos tenemos que comenzar a vivir con más empatía y más consciencia social. Si esto no te remueve ¿entonces que?. No sigamos esperando catástrofes para reflexionar y movernos al cambio.protesta1
  3. Empatía: logremos mirar más allá de nuestro metro cuadrado. Miremos el sufrimiento o dificultades por las que pasa todo aquél que me rodea en la vida. Solo así lograremos reflexionar y digerir todo lo que ha ocurrido. Necesitamos urgentemente que aparezca la empatía y la mirada genuina y generosa hacia el otro. La empatía sana.
  4. Actos de bondad: sueño con que no necesitáramos ser removidos para ser solidarios. Podemos ser solidarios todos los días, y sostenerlo en el tiempo, no solo porque esto hace feliz, ayuda al otro y ayuda a construir una sociedad  más altruista, sino porque también nos permite mejorar aunque sea con un granito de arena la vida de otro ser humano, esa debería ser razón suficiente. Esta comprobado que una de las cosas que más alimentan nuestro bienestar emocional es darse a otro de manera gratuita. La bondad indudablemente sana al otro, a nuestra comunidad y a nosotros mismos. No perdamos esta oportunidad en esta pasada.
  5. Mirar nuestras necesidades y pedir ayuda si lo necesito: para poder ayudar al otro necesito estar bien emocionalmente, es hoy donde necesitamos también velar por nuestro autocuidado. Si no logro cuidarme y mirar que es lo que necesito para estarlo….cuidar al otro, empatizar, reflexionar y hacer actos de bondad será imposible. Mirarnos en nuestras necesidades significa saber que es lo que me hace bien y mantenerlo: ir a la plaza con mi hija, escuchar música, no ver tanto las noticias, estar menos conectada en redes sociales para estar más conectada con el que me rodea, hacer deporte, dormir las horas que necesito, etc. Si somos capaces de mantener lo que nos hace sentir bien, seremos capaces de tener la generosidad de ver al otro y salir a su encuentro.

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De esta crisis NO podemos NO salir fortalecidos…al menos ese es mi sueño. Lo que si necesitamos tener claro, es que esto solo ocurrirá en la medida que seamos capaces de decantar y reflexionar esta avalancha de información, para que podamos abrazar el sufrimiento que esto nos ha provocado a TODOS. Solo desde ahí podremos prepararnos para una cambio más profundo y constante en el tiempo. No aprendamos a ser empáticos para luego olvidarnos, no aprendamos a valorar lo que somos para luego mirarnos en menos, no aprendamos a escucharnos para luego hacer oídos sordos a las necesidades del otro, no aprendamos a amar para después odiar de nuevo. Porque si solo aprendemos por un momento, nada de esto habrá valido la pena. Que esto cuente  y sea significativo en nuestras vidas y en la de nuestros hijos o de aquellos que nos rodean. Que todo lo que estamos viendo y viviendo logre  generar una cambio profundo y sostenido en el tiempo. Si nosotros cambiamos, entonces los que me rodean cambian y podemos soñar por un Chile mejor y más justo.  Porque finalmente eso es construir comunidad, sociedad y país. ¡Chile con más luz y paz lo hacemos todos!.

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

 

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Si me enojo… me ves

Nadie podría decir que no estamos viviendo cada vez más complicados. Ahora nuestra red social, de la cual todos somos responsables, se ha ido transformando en algo que, emocionalmente, desde el área que me compete adquiere ribetes dignos de reflexión.

Cuando uno analiza lo que está pasando en los diferentes países con relación a las movilizaciones sociales, nos podemos dar cuenta   que la rabia es la única emoción por la cual somos vistos y escuchados. Es más, me atrevería a decir reconocidos y respetados.

La rabia es una de las emociones más importantes de expresión de los chilenos. De hecho, no nos podemos reír mucho porque es un signo de superficialidad. Otra emoción contenida es la pena, no la podemos expresar porque uno se muestra débil y fácilmente vulnerable.

El miedo lo aceptamos más pero por pocos períodos. Entonces, es la rabia el único mecanismo emocional que nos queda como medio de manifestación. Esto es el resultado de lo poco asertivos que somos, sin embargo es importante comentar que cuando nos decidimos a revelarnos y comunicarnos nos liberamos y nos hace ser más legítimos, más fuertes y ahí, creo, que hay un punto para analizar.

Pero esta es una realidad que trasciende en mi país. Y cada vez se hace más global como modo de relacionarnos y sobre todo, como una forma de solucionar conflictos.

Y es que hemos observado que si estoy enojado, me escuchan, me respetan y me validan. Por eso funcionan las protestas porque es la emoción de la rabia la que es escuchada y valorada.

Esto tiene muchas causas y muy complejas. Por aportar algunas, podría decir que como nos cuesta mucho decir lo que sentimos, vamos acumulando molestias y cuando se nos abre una válvula social que permita una salida oportuna ésta sale sin filtro en la mayoría de los casos y tiende a desvirtuarse en el desarrollo del proceso.

Además, con el paso del tiempo, hemos generado una sociedad solamente basada en los derechos. En dicha forma de vivir hay cero conciencia de deberes y sería bueno preguntarnos: ¿Qué entrego yo para que esto mejore? Sin embargo, este cuestionamiento no se escucha en ninguna parte.

Para hacer realmente un cambio, debemos sentarnos a conversar. Es muy bueno mirarnos a los ojos   y descubrir que todos queremos lo mismo, y que los caminos que usamos pueden ser diferentes para poder llegar a un acuerdo. Al final del día, todos lloramos por los mismos temas, amamos lo mismo y buscamos el mismo ideal, por lo tanto, debemos potenciar otras emociones, otros sentimientos y no sólo la rabia.

Es peligroso que los habitantes de un país sólo busquen la rabia para poder ser respetados y escuchados. No discuto que por lo que se muestre enojo y descontento pueda llegar a ser una propuesta necesaria y transformadora. Es la forma la que no funciona dentro de la expresión emocional que estamos utilizando; por lo mismo, lo que nos refleja esta actitud, es que tenemos que aprender a ser mejores personas.

Creo que cuando uno observa el comportamiento de los habitantes de España, Inglaterra y otros países, no podemos dejar de pensar en los mecanismos emocionales que estamos utilizando. Nosotros, resolvemos nuestros problemas sociales expresando nuestros sentimientos, porque para bien o para mal este factor repercute en nuestra esencia. Es la naturaleza del cómo vivimos y como morimos.

Las emociones que debieran primar en una sociedad sana serían: la alegría, la confianza y la capacidad de mirarse a los ojos. Si no vivimos este estilo de vida, y estas características no forman parte de nuestro ser, no nos podemos sentar en una mesa a negociar. Si ya de por sí es difícil resolver los problemas que tenemos, mucho menos podemos interesarnos en las dificultades de los demás; por lo mismo, esta falta de tacto nos obliga a enrabiarnos y mostrar desde ahí lo que nos hace falta. Es por eso que, la rabia es una pésima fórmula que claramente no llega al alma.

Extraído de www.pilarsordo.cl

 

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Nuestra materia pendiente: Manejar la rabia

Desde nuestra tierna infancia hemos sido víctimas de represiones de nuestros padres y círculo social cuando esta emoción sale a flote. Es importante resaltar que mientras vamos adquiriendo más responsabilidades es aún mayor la represión emocional a la que estamos sometidos y más nuestra necesidad de expresarla. En esta ocasión vamos a trabajarla con franqueza: ¿Manejar la rabia es posible?.

Antes que nada debemos definirla con precisión, la rabia es una emoción incontrolable que proviene de una sensación que se denomina angustia, dicha angustia es debido a que los eventos que ocurren fuera de nosotros (realidad) afectan nuestro equilibro (emocional, social, psicológico, religioso, etc.) al sentir que todo se mueve dentro, Vamos a buscar volver el equilibrio, algunas personas utilizan otros camino pero en esta ocasión vamos a describir a quienes usan la rabia.

Entonces la rabia viene a nosotros a poner “orden” a lo ocurrido, el problema radica cuando esa expresión al no ser trabajada con asertividad en ningún momento de nuestra vida somos presos de expresarla de una forma que en nada equilibra nuestras emociones y la situación lejos de encontrar un norte se pierde en el mar de las excusas, búsqueda de culpables o creando rencores y odios que no contribuyen a solucionar el problema sino que lo complican.

Se hace necesario entonces reflexionar con franqueza sobre el papel que tiene la rabia como motor dinámico de nuestra vida, ubicar una forma más asertiva de expresión y cambiar de actitud con respecto a ella. Cada una de las emociones vienen a nosotros de manera incontrolable a decirnos algo, somos poco generosos en escucharlas y es hora de poner oído atento a percibir lo que realmente queremos tener y experimentar en la vida.

 

Fray Martínez

Psicólogo

Extraido de https://www.institutodraco.com/

Más información de Manejar la Rabia

 

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