Criar con respeto empieza por uno mismo

Hay muchos tipos de crianza alternativa en auge, lo cual es muy positivo: la crianza respetuosa o con apego, la crianza positiva, la crianza consciente, etc. Cada una tiene sus puntos centrales los cuales varían,  pero hay un eje en el que todas coinciden y es el énfasis en el desarrollo emocional saludable de los hijos cuyos pilares son el respeto, la empatía, la resiliencia, la atención plena y el respeto a las etapas neurobiológicas y conductuales por la que atraviesan los niños durante su crecimiento y desarrollo.

La única forma de poder abordar estos estilos de crianza es haciendo las paces con nuestra historia personal. La paternidad es una caja de pandora de la que sale una cascada de asuntos pendientes, de sentimientos reprimidos, dominados o dormidos y no queda otra que trabajarlos y superarlos lo mejor que se pueda para poder ser los guías y facilitadores que nuestros hijos se merecen.

Como se dice en la calle: no podemos amar a nadie si no nos amamos a nosotros primero, a lo que yo agrego que no podemos criar a nadie en el respeto si no nos respetamos a nosotros mismos y a nuestra pareja, no podemos criar un niño seguro de sí mismo si todavía nos cuesta tanto amarnos por quienes somos, no podemos criar hijos felices si nuestro concepto de felicidad sigue siendo errado, no podemos criar niño emocionalmente inteligentes si no somos resilientes.

No podemos proyectar nuestra mejor versión de padres si no hemos perdonado a los nuestros por los inevitables errores y les hemos pedido disculpas por juzgarlos tan duramente. Todos estos puntos nos van tocando a lo largo del camino de la crianza y nos invitan a leer mucho, a formar una tribu de pares, a aprender estrategias y herramientas nuevas, nos empujan a auto- analizarnos, nos obligan a ser mejores, a dejar ir.

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La crianza con apego, y especialmente la crianza consciente, nos hacen caer en la cuenta que el trabajo no empieza por los hijos sino por uno mismo y ese es un regalo muy especial que yo no me esperaba. Porque mientras los hijos crecen, crecemos nosotros con ellos, mientras desarrollan su inteligencia emocional quizás con muchos menos vicios que nosotros, somos nosotros los que, trabajo mediante, los vamos alcanzando a ellos a su nivel para ir a la par, para aprender y crecer en el amor, la confianza, la tolerancia, el respeto, la armonía y la creatividad.

Nuestros hijos son nuestra segunda oportunidad de ser quienes siempre quisimos ser pero no pudimos por el contexto, por la falta de herramientas emocionales de nuestros padres, por el adoctrinamiento, por perseguir un falso ideal de felicidad.

La buena noticias es que siempre estamos a tiempo de ser luz.

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Fuente: mamaminimalista.net

Ana_AcostaAna Acosta Rodriguez

Maestranda en Psicología Positiva Aplicada y experta en Mindfulness,  Inteligencia Emocional y Crianza con apego.

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Soy dependiente emocional, ahora ¿Qué hago?

Ahora que sabes que tienes una dependencia emocional, te enseñamos qué hacer y cómo puedes empezar un estilo de vida sin apegos.

¿No confías en ti mismo? ¿Sientes vulnerabilidad a las rupturas? ¿Le temes a la soledad? ¿Permites que tu pareja haga lo que quiera?, si respondes positivamente a cada una de estas preguntas, debes comenzar un proceso de desapego que te llevará a la libertad.

Para cambiar la dependencia emocional, debes comenzar por ti mismo. Lo primero que debes hacer es analizar tu infancia y cambiar el presente acerca de las heridas que dejó el pasado, encuentra el punto de quiebre y ¡Borrón y cuenta nueva!

Es importante identificar si solo estás emocionado o si amas a tu pareja, haz un análisis objetivo de tu relación y si la persona con la que estás no te brinda una estabilidad emocional ¿Para qué continuar con alguien así?

No amamos las cosas porque son valiosas, las vemos valiosas porque las amamos”, Walter Riso.

Estar solo no es una desgracia, enfréntate a la soledad, y esto te permitirá estar en contacto íntimo contigo mismo. Aprenderás a conocerte mejor y lo más importante, a amarte más. Es por esto que a continuación te dejamos unos consejos para que puedas alcanzar la independencia emocional que necesitas.

Ver las cosas como son

Sé muy objetivo, acomódate a los hechos que te indiquen la decisión que debes tomar. Si tu pareja te deja a un lado, tiene actitudes determinantes, déjala ir. Elabora tu duelo y no te enfrasques en lo que pudo haber sido

El apego emocional nos hace ver lo anormal como normal

Haz un análisis recordando todo, desde los buenos hasta los malos momentos, esto te ayudará a saber si estás en el lugar correcto de manera objetiva. Así, no dejarás de lado tus principios por querer justificar los actos negativos de tu pareja

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Alejarte paulatinamente de algo NO funcionará

La adicción por algo o alguien no se acaba lentamente. Si decides dejar a tu pareja “poco a poco” es autoengañarte, porque en realidad lo que haces es prolongar su permanencia.

Realiza actividades que te hagan crecer personalmente

Haz travesuras que no haces desde niño, infórmate en temas intelectuales, ve al museo, lee poesía. Incursiónate en el arte, explora tu “yo” interno y ensaya comportamientos diferentes a los que son naturalmente parte de ti. También viaja y conoce, puedes ir hasta donde tu bolsillo indique.

Aprende a querer la soledad ¡SIN PENA!

Vence el miedo a estar solo o sola, disfruta la soledad y ponte a prueba con ella. Sal al cine solo, sin importar lo que te digan, ve a disfrutar de una buena cena sin compañía. Así aprenderás a conocerte y disfrutarte más.

 Disfruta los silencios

Aléjate de los bullicios artificiales y disfruta los naturales. Intenta hacer algunas actividades en tu casa con los ojos vendados para desarrollar tu sentido del olfato, tacto y gusto; medita y realiza actividades que te hagan encontrar paz interior

Recuerda que la principal causa por la que no has tomado una decisión, es porque temes a lo desconocido. Te amarras al pasado, porque sientes que es la fuente de seguridad y placer que necesitas.

¿Estás dispuesto a vivir una vida sin apegos emocionales? Sé libre y vive el amor de la manera más sana.

Te recomendamos la Guía práctica para vencer la dependencia emocional.

 

Escrito por: Editorial Phronesis

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Relación padre e hijo: Cómo influye en el desarrollo social y emocional de los niños

No existe duda alguna que cada etapa de crecimiento de un niño conlleva muchas alegrías, desaciertos y esfuerzo tanto de sus padres o cuidadores, como también del círculo que los rodea. Uno de los factores que inciden en su pleno desarrollo es la relación padre e hijo; por lo que el psicólogo de Clínica Vespucio, Daniel Holloway, se refiere a la teoría del apego y explica la importancia del vínculo temprano, la reciprocidad, el respeto y la comunicación entre el progenitor y su descendencia.

 

El nacimiento de un hijo es un hecho que despierta una serie de emociones, expectativas y proyecciones para los futuros padres, que en sus respectivos roles, cumplirán un papel fundamental en el crecimiento y desarrollo del niño. En la mayoría de los casos, se destaca la importancia de la madre, pero ¿qué lugar ocupa la figura paterna en todo este proceso? ¿Cuál es la relevancia de los padres, dentro la tarea que suele atribuírsele casi en su totalidad a las madres?

 

La figura paterna y la evolución del niño

El psicólogo de Clínica Vespucio, Daniel Holloway, explica que “el padre tiene un papel fundamental en diversos aspectos que se refieren a la construcción de la identidad en los hijos, ya que su presencia favorece que el vínculo simbiótico (pegoteado), que caracteriza la relación entre la madre y el hijo, pueda ir transitando lentamente hacia la diferenciación. Lo anterior, ocurre cuando éste también asume sus cuidados, como mudarlo, darle de comer y por sobre todo, hacer presencia frente a él, con el fin de que la madre no sea la única en todo este proceso.

 

El rol de un padre es tan importante como el de la madre, pese a que el primer vínculo fuerte de fusión y apego, tanto de la gestación, nacimiento, o adopción, es el lazo materno. Sin embargo, el progenitor que está presente y participa activamente en la crianza, genera mayor autoestima y seguridad en el hijo, además de ser una instancia para construir y establecer vínculos con otros, basados en el respeto y amor.

 

Si bien madre y padre no son intercambiables, porque son dos dimensiones diferentes de afectos y relaciones, según el psicólogo de Clínica Vespucio, la figura paterna encarnada por la persona que cumple dicha función, cumple un rol clave en el desarrollo del niño, ya que además del sostenimiento emocional, es la figura de autoridad que ayuda a establecer límites entre realidad y fantasía, lo que puede y no hacerse, etc.

 

Se estima que los niños que desarrollan una relación sana con el padre, y también con la madre, con el paso del tiempo muestran mayor autoestima y seguridad. En este contexto, el psicólogo de Clínica Vespucio, Daniel Holloway, puntualiza que “cada etapa de la vida del niño es una oportunidad para vivenciar sus sueños, miedos y alegrías, además de ayudarlo a que pueda elaborarlos y darles un asidero en la realidad”.

 

De la misma manera, el profesional explica que “desde la vereda del niño, niña y adolescente, el proceso lo vive como un aprendizaje de la sociedad, adquisición de hábitos y la construcción de su identidad, internalizando aspectos positivos y negativos de la figura paterna e imitando conductas y estilos de vida”.  Cabe destacar, según el psicólogo, que el padre será el primer modelo masculino para sus hijos o hijas.

 

Qué es la teoría del apego

El vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres o con quienes cumplen el rol de cuidadores, tiene relación con esta teoría. Según el profesional de Clínica Vespucio, esta conexión proporciona la seguridad emocional indispensable para un correcto desarrollo de la personalidad del niño.

 

Esta creencia se sustenta, de acuerdo al psicólogo, “en que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el lazo)”.

 

Por lo tanto, la función paterna será fundamental para el logro de un apego seguro, en la medida en que sea soporte emocional para la madre y los hijos, al mismo tiempo que figura de autoridad, sin caer en el autoritarismo.

 

Cómo establecer un vínculo seguro entre padre e hijo

La relación entre padre e hijos debe estar basado, en primer lugar, en el cariño y el respeto. El profesional de Clínica Vespucio, explica que “reconocer a los hijos como personas es fundamental y para ello, es fundamental atender a sus necesidades, asignarles responsabilidades y derechos en cada etapa de sus vidas”.

 

El psicólogo sintetiza que “la actitud de los padres hacia sus hijos va a ser determinante a la hora de que éstos logren un correcto desarrollo” y, por tanto, “deben ser cuidadosos a la hora tratarlos, teniendo siempre en cuenta que cada proceso se vive de manera diferente”.

 

Esto pavimentará un camino para que la niña y/o el niño, crezca en un ambiente sano y con una personalidad fuerte, para enfrentar de la mejor manera cada etapa de su crecimiento.

 

El psicólogo Daniel Holloway, de Clínica Vespucio, entrega algunas recomendaciones para los padres:

  • En primer lugar, los padres deben mostrarse alineados cuando se trata de establecer reglas, es decir, deben estar de acuerdo en el “rayado de la cancha” y no desautorizarse ante los hijos.
  • Es fundamental que los progenitores valoren y destaquen el esfuerzo, no sólo los resultados.
  • Respetar sus puntos de vista y expresar orgullo por sus logros, mostrando interés genuino y consideración por su deseos y necesidades.
  • Entender las señales de los niños y su forma de comunicarse.
  • Establecer confianza y responder a sus necesidades.
  • Es importante abrazarlo, acariciarlo y demostrarle cariño.
  • Cuidar su propio bienestar emocional y físico, ya que esto repercutirá en el comportamiento y desarrollo.
  • Exigirles lo esperado para su edad y personalidad.
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La gran mayoría de personas sufren por causa de esto

Hay algo particular en el uso del término «apego». En nuestra sociedad parece tener, en su uso, una connotación positiva, por lo cual vamos a dejar antes otra cuestión clara: hablaremos del apego como sinónimo de adicción. Para esto, comencemos estableciendo la diferencia entre las adicciones que son aceptadas o están reglamentadas por la psicología y la psiquiatría y las que no: se tiende a llamar apego a las adicciones que no están clasificadas. Así, cuando hablamos de adicciones la gente suele ponerse en alerta; esa alerta es necesaria.

¿Qué quiere decir «apego afectivo»?

El apego es un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias falsas: primera, que es permanente; segunda, que te va a hacer feliz; tercera, que te va a dar seguridad total y, por último, que dará sentido a tu vida. Cuando tienes un vínculo de este tipo no estás preparado para la pérdida y, por ende, no aceptas el desprendimiento.

¿Qué es lo que pasa con una persona cuando se apega a alguien? Es concluyente, el apego corrompe, eso te lo dirá cualquier psicólogo en este campo. Para mí, el apego, es el principal motivo de sufrimiento en la historia de la humanidad. Si el apego corrompe, pierdes tu dignidad, tu respeto, tus valores más esenciales. También pierdes libertad, y no puedes decidir cómo te vas a mover. Pierdes tranquilidad porque una de las características del apego es el miedo a perder aquello que deseas. Finalmente, pierdes también la alegría. Tu mente está tan metida en invertir recursos que pierde la posibilidad de disfrutar la vida con muchas otras cosas, te absorbe.  

Tal como lo indica Walter Riso en su «Guía práctica para vencer la dependencia emocional», hay dos perspectivas desde las cuales comprenderlo:

  • El apego afectivo es una vinculación mental y emocional, generalmente obsesiva, a ciertas personas, originada en la creencia irracional de que ese vínculo proveerá de manera única y permanente, placer, seguridad o autorrealización. Léase bien: «permanente» (indestructible, eterno, inmodificable, arraigado). En consecuencia, la persona apegada estará convencida de que sin esa relación estrecha sentimental (adherente o dependiente) le será imposible ser feliz, alcanzar sus metas vitales o tener una vida normal y satisfactoria «Sin él o ella no soy nada o muy poco» o cosas por el estilo. Es imposible vivir libre y sanamente con semejante lastre.
  • Lo que define el apego no es tanto el deseo sino la incapacidad de renunciar a él cuando debe hacerse y podríamos decir que tal renuncia es conveniente, si el vínculo resulta dañino para la salud mental y/o el  bienestar de uno, el mundo y la gente que nos rodea. Concretamente, respecto al amor, renunciar a una relación debería hacerse cuando:
  • Ya no te aman.
  • Tu autorrealización vital se ve afectada.
  • Si tus principios se ven vulnerados.

Para desapegarse, hay que tener un espíritu rebelde, ser irreverente con las causas del apego. Pero rebeldía no es salir gritando contra las cosas sin sentido, sino derrumbar esos esquemas básicos de autodestrucción en los que estás metido y establecer luego un nuevo paradigma de vida. Ser desapegado es, en cierto modo, ser un subversivo del orden establecido. En ninguno de los manuales que están saliendo ahora para ser feliz te dicen que hay que rebelarse contra las normas; En las guías prácticas de Walter Riso , con ese cierto toque de descaro y sinceridad que caracteriza al autor, cómo rebelarse asertivamente para darle una buena bofetada a la dependencia emocional y afectiva. Adquiérelas haciendo clic aquí.

Escrito por: Editorial Phronesis

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Referencias: Guías prácticas de Walter Riso

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El apego es el mayor motivo de sufrimiento de la humanidad

El primer paso para resolver un problema es identificar adecuadamente su definición, eso nos evitará divagar en medio de posibilidades, probablemente incorrectas, que no permitirán atacar las causas concretas eficazmente. Es importante que tengas claro qué es y qué no es el apego o la dependencia y qué significa, realmente, desapegarse en el amor.

En cuanto al apego, hay algo particular en el uso de este término. En nuestra sociedad parece tener, en su uso, una connotación positiva, por lo cual vamos a dejar antes otra cuestión clara: les hablaré del apego como sinónimo de adicción. Yo hago la diferencia entre las adicciones que son aceptadas o están reglamentadas por la psicología y la psiquiatría y las que no; se tiende a llamar apego a las adicciones que no están clasificadas. Así, cuando hablamos de adicciones la gente suele ponerse en alerta; esa alerta es necesaria.

¿Qué significa el  término «apego afectivo»?

El apego es un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias falsas: primera, que es permanente; segunda, que te va a hacer feliz; tercera, que te va a dar seguridad total y, por último, que dará sentido a tu vida. Cuando tienes un vínculo de este tipo no estás preparado para la pérdida y, por ende, no aceptas el desprendimiento.

¿Qué es lo que pasa con una persona cuando se apega a alguien? Es concluyente, el apego corrompe, eso te lo dirá cualquier psicólogo en este campo. El apego, es el principal motivo de sufrimiento en la historia de la humanidad. Si el apego corrompe, pierdes tu dignidad, tu respeto, tus valores más esenciales. También pierdes libertad, y no puedes decidir cómo te vas a mover. Pierdes tranquilidad porque una de las características del apego es el miedo a perder aquello que deseas. Finalmente, pierdes también la alegría. Tu mente está tan metida en invertir recursos que pierde la posibilidad de disfrutar la vida con muchas otras cosas, te absorbe.

Tal como se indica en la Guía práctica para vencer la dependencia emocional   del reconocido psicólogo y escritor  Walter Riso , hay dos perspectivas desde las cuales comprenderlo:

  1.  El apego afectivo es una vinculación mental y emocional, generalmente obsesiva, a ciertas personas, originada en la creencia irracional de que ese vínculo proveerá de manera única y permanente, placer, seguridad o autorrealización. Léase bien: «permanente» (indestructible, eterno, inmodificable, arraigado). En consecuencia, la persona apegada estará convencida de que sin esa relación estrecha sentimental (adherente o dependiente) le será imposible ser feliz, alcanzar sus metas vitales o tener una vida normal y satisfactoria. El pensamiento central que agobia a los dependientes es como sigue: «Sin él o ella no soy nada o muy poco» o «Sin él o ella, no podré sobrevivir ni realizarme como persona». Es imposible vivir libre y sanamente con semejante lastre.
  2.  Lo que define el apego no es tanto el deseo sino la incapacidad de renunciar a él cuando debe hacerse y podríamos decir que tal renuncia es conveniente, si el vínculo resulta dañino para la salud mental y/o el  bienestar de uno, el mundo y la gente que nos rodea. Concretamente, respecto al amor, renunciar a una relación debería hacerse cuando: (a) ya no te aman, (b) tu autorrealización vital se ve afectada, y/o (c) si tus principios se ven vulnerados. (Para ampliar este punto, puedes leer mi libro: Los límites del amor.)

¿Qué implica desapegarse?

Analicemos cuatro puntos, descritos también en la Guía práctica:

  • Desapegarse nada tiene que ver con dureza de corazón, indiferencia o insensibilidad. El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse, cuyas premisas son: independencia (soy dueño de mis actos), no posesividad (no me perteneces ni te pertenezco) y no adicción (podría prescindir de ti).
  • Declararse afectivamente libre es promover afecto sin opresión, es distanciarse en lo perjudicial y hacer contacto en la ternura. El individuo que decide romper con la adicción a su pareja entiende que desligarse psicológicamente no es fomentar la frialdad afectiva, porque la relación interpersonal nos hace humanos (los sujetos “apegados al desapego” no son libres, sino esquizoides). No podemos vivir sin afecto, nadie puede hacerlo, pero sí podemos amar sin esclavizarnos. Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta ahorcarse con él. El desapego no es más que una elección que dice a gritos: el amor es ausencia de miedo.
  • La persona no apegada (emancipada) es capaz de controlar sus temores al abandono, no considera que deba destruir la propia identidad en nombre del amor, pero tampoco promociona el egoísmo y la deshonestidad. Desapegarse no es salir corriendo a buscar un sustituto afectivo, volverse un ser carente de toda ética o instigar la promiscuidad. La palabra libertad nos asusta y por eso la censuramos.
  • Para concluir, traigo de nuevo una historia que ya les he compartido antes, pero que nos ayuda a entender el desapego: es la historia de un adolescente que había decidido “desprenderse amando”, le envió una carta a su novia contándole la noticia, la cual ella devolvió, en una pequeña bolsa de basura, vuelta añicos. Cito a continuación un trozo de la misma:

“Si estás a mi lado, me encanta, lo disfruto, me alegra, me exalta el espíritu; pero si no estás, aunque lo resienta y me hagas falta, puedo seguir adelante. Igual puedo disfrutar de una mañana de sol, mi plato preferido sigue siendo apetecible (aunque como menos), no dejo de estudiar, mi vocación sigue en pie y mis amigos me siguen atrayendo.

Es verdad que algo me falta, que hay algo de intranquilidad en mí, que te extraño, pero sigo, sigo y sigo. Me entristece, pero no me deprimo. Puedo continuar haciéndome cargo de mí mismo, pese a tu ausencia.

Te amo, sabes que no te miento, pero esto no implica que no sea capaz de sobrevivir sin ti. He aprendido que el desapego es independencia y esa es mi propuesta… No más actitudes posesivas y dominantes… Sin faltar a nuestros principios, amémonos en libertad y sin miedo a ser lo que somos.”

Para desapegarse, hay que tener un espíritu rebelde, debes ser irreverente con las causas del apego. Pero rebeldía no es salir gritando contra las cosas, sino romper esos esquemas básicos de autodestrucción en los que estás metido y establecer luego un nuevo paradigma de vida. Ser desapegado es, en cierto modo, ser un subversivo del orden establecido. En ninguno de los manuales que están saliendo ahora para ser feliz te dicen que hay que rebelarse contra las normas; Puedes encontrarlo en las guías de Walter Riso

Escrito por: Editorial Phronesis

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Referencias: Guías prácticas de Walter Riso 

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Acompañada pero sola

Es bien sabido que las mujeres estamos más preparadas y de mejor forma para estar solas que los hombres.

Toda la vida hemos retenido afectos y nuestras redes y el amor por los detalles generan que nuestro paso por la soledad no sea tan difícil como lo es para los hombres. Es por esto que cuesta encontrar hombres realmente solos que no tengan por ahí alguna compañía aunque sea esporádica.

Sin embargo hay una soledad que es muy difícil de procesar y que tiene que ver con la soledad de estar acompañada o acompañado. Esa soledad que siente al tener al otro al lado y no tener tema ni miradas en común y donde la comunicación y los proyectos funcionan como en paralelo y no en conjunto.

En la calle el otro día me paro una señora para preguntarme porque aún cuando estaba acompañada, me refiero a pareja, ella se sentía tan sola.

Esto me hizo pensar primero en muchas veces en las que yo me he sentido así y claramente es una sensación muy desagradable y hasta cierto punto difícil de codificar.

Primero creo, y ese ha sido por lo menos mi trabajo con el tema, que nos cuesta mucho asumir que somos seres solos y que los otros no tienen la responsabilidad de hacernos felices y de completarnos lo que nosotros, hemos sido incapaces de hacerlo por nosotros mismos. El apego tan característico del occidente nos genera más sufrimiento del necesario.

Por otro lado, parece ser que en más frecuencia las mujeres que los hombres necesitamos estar “conectados” emocionalmente con el otro, para no sentir esa dolorosa sensación de estar con otro y ser transparente o aunque hablemos, no se hace desde lo importante sino sólo desde lo cotidiano.

Creo que esta sensación primero hay que revisarla dentro de nosotros mismos, es un tema de expectativas, de cómo yo , dentro de mí, me invento la sensación de cómo debiera ser mi pareja. La otra pregunta, es si tengo asumido que la responsabilidad de ser feliz es mía y es una decisión, el otro viene a compartirla, pero yo tampoco me puedo hacer responsable de la de él.

Si ambas respuestas están resueltas afirmativamente, entonces lo que queda es una conversación con el otro o con la otra, ojalá fuera de la casa donde se manifieste esa sensación desde mi y no criticando al otro y responsabilizándolo de mi conflicto. Es más como invitar a la reflexión sobre un tema naturalmente humano y no enfrentarlo como una discusión de pareja.

La señora que me lo preguntó, lo hizo y le resultó, yo a veces no he tenido el mismo resultado pero creo que asertivamente es la forma más honesta de resolverlo. En todo caso, esto es un camino de vida y no algo que se cierra en algún minuto. Dependiendo de la etapa de vida se vuelve a presentar porque las necesidades cambian con los años.

Es muy importante que aprendamos a pedir lo que necesitamos, y sobre todo, aprendamos a escucharnos, para detectar aquellas necesidades que con la rapidez de la vida a veces no somos capaces de ver.

Estar solos o solas estando acompañados nos puede llevar a rupturas y a desencantos que se evitarían si habláramos cuando fuese necesario, es un factor a tomar en cuenta.

Tenemos la obligación de hacernos amigos de la soledad y de compartirla con los demás, si lo logramos estaremos ganando una batalla de la vida, de esas que tienen que ver con nosotros mismos.

 

Extraído de www.pilarsordo.cl

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