Aunque la familia y la cultura influyen grandemente en nuestra manera de ver el mundo, nadie nace con conocimientos o creencias implantadas, el aprendizaje se va dando a lo largo de la vida según nuestras experiencias personales y, al final del camino, nadie más que nosotros tiene el poder para decidir qué florece y no en nuestra mente.
El crecimiento físico del ser humano se desarrolla por etapas hasta que llega un momento en el que todo deja de crecer. A diferencia del cuerpo, la personalidad, la cognición y el Yo no tiene límites, es lo que llamamos crecimiento personal y se define como el conjunto de actividades y decisiones que nos conducen a hallar los elementos ideales para sentirnos bien con nosotros mismos, desarrollar nuestras habilidades y fortalezas, y convivir armónicamente con el entorno.
Aunque el crecimiento personal es parte inherente del ser humano, no ocurre por inercia ni mucho menos sin esfuerzo alguno; crecer interiormente solo es posible cuando nos permitimos afrontar los obstáculos y transformar el sufrimiento. Tampoco es un proceso que ocurra de un día para otro, sino más bien el resultado de un largo camino de aprendizaje que toma años recorrer hasta descubrir la mejor versión de nosotros mismos.
¿Por qué es importante el crecimiento personal?
Muchas veces olvidamos lo importante que es trabajar nuestro interior con el mismo ímpetu que dedicamos a construir una vida exterior sólida. Nos preocupamos por cómo nos vemos físicamente más que por el modo en que nos sentimos; nos vamos estancando en la rutina y perdemos la habilidad para disfrutar de la vida, apreciar las cosas que realmente importan y hacer oídos sordos a la crítica malsana.
Todos deberíamos establecer, como prioridad número uno, hallar la fórmula personal para una vida plena y evitar que los problemas se conviertan en una excusa para ser infeliz. El crecimiento personal facilita (y, a veces, posibilita) comprender las pautas para una experiencia humana enriquecedora, un paso por la tierra lleno de dicha y esperanza.
A través de la decisión de crecer interiormente, somos conducidos a obras de arte que cambien nuestra visión del mundo, libros e historias que nos inspiran a abrazar una causa, gente positiva que se convierte en modelo a seguir, amigos que nos tocan el corazón como si fueran hermanos y viajes increíbles que nos llevan a enamorarnos perdidamente de la vida.
La esencia del éxito personal
El éxito es una consecuencia, no un accidente; por ende, es producto de las decisiones que tomamos para mediar y contribuir a nuestro camino de crecimiento personal.
Ser exitoso no tiene nada que ver con el dinero o la acumulación de bienes materiales, sino con habernos encontrado a nosotros mismos de forma honesta y sincera, alcanzando un estado de paz, aceptación y amor propio innegociable.
A continuación, tres pistas para entender mejor de qué se trata el éxito personal y cómo el crecimiento interior es su principal jardinero.
1. Eres capaz de trabajar por ti mismo el autoconocimiento
Has llegado a una etapa maravillosa de la vida en la que no temes dirigir la mirada a tu interior para descubrir aspectos de ti mismo que quizás nunca habrías imaginado.
La vida moderna dificulta contar con espacios de introspección que permitan echar un vistazo a las ventanas del alma, pero ser capaces de desconectarnos del mundo diario para dedicar tiempo a nosotros mismos es una clara señal de crecimiento y éxito personal.
Algunas prácticas introspectivas que han demostrado ser eficaces son la meditación, el ejercicio o dar un paseo a solas. Cualquiera de ellas puede proporcionarnos las condiciones necesarias para potenciar nuestro autoconocimiento y conectarnos con nuestras emociones.
2. Te resulta más sencillo manejar y superar los bloqueos
Un bloqueo es cualquier barrera personal (física o emotiva) que nos impide hacer algo o explotar al cien por ciento nuestro potencial.
Todos atravesamos bloqueos en algún punto de la vida, nos sentimos paralizados, incapaces de lograr nuestras metas y terriblemente lejos de las soluciones que tanto deseamos encontrar. Aunque sea difícil hacer a un lado la frustración y la impotencia, debemos saber que el primer paso para superar cualquier bloqueo es darse cuenta de su existencia, aceptar su origen y reconciliarnos con él.
Solo así es posible gestar un cambio permanente y dar un paso importante hacia nuestro desarrollo personal.
3. Has logrado aceptar y respetar la diversidad, que ahora reconoces como un ingrediente maravilloso de la vida
Vivimos en un mundo diverso y cambiante. Si percibimos la diversidad como una amenaza y no como una oportunidad de crecimiento, será imposible dar cabida al desarrollo personal.
La estrategia es convivir amablemente con la realidad, aunque no coincida con nuestros valores personales. Esto no significa que debamos estar de acuerdo con todo y con todos, significa: escuchar, valorar lo positivo, estar abierto al diálogo y quedarse con lo bueno.
El desarrollo personal se relaciona estrechamente con la capacidad de aprender cosas nuevas, modificar nuestras perspectivas y cambiar de opinión, siempre que ello contribuya a nuestro bienestar. Estas son posibilidades que permitirán expandir nuestra mente a un mundo nuevo, menos hostil y más próspero.
Extraido de: Editorial Phronesis
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Read moreEn estos días de confinamiento nos están martilleando con una misma idea en la conversación pública, una apreciación tan falaz que provoca estupor que no haya sido cuestionada o incluso caricaturizada, puesto que habla muy mal de nuestra condición de animales racionales. También confirma cómo los lugares comunes a pesar de su absurdidad cohabitan a sus anchas en nuestros imaginarios. La idea que se ha instalado cómoda y acríticamente en las ágoras mediáticas y en el folclore del hablar cotidiano es que el coronavirus nos ha hecho tomar conciencia de que somos seres vulnerables e interdependientes. Siento disentir. En mi caso, pero asimismo en el de muchas personas a las que conozco muy bien, llevamos muchos años siendo muy conscientes de que somos seres muy vulnerables e interdependientes, exactamente igual que todos los demás. En mis cursos y conferencias es una idea que zigzaguea por todos lados al margen de cuál sea el contenido específico del que vaya hablar. En mis artículos ocurre lo mismo. Mi primer ensayo lo bauticé como La capital del mundo es nosotros, y foma parte de una trilogía cuyo título patentiza cómo la vulnerabilidad y la interdependencia son dos de los yacimientos filosóficos en los que más veces irrumpo para entender algo la vida y entenderme un poco a mí: Existencias al unísono. Soy tan consciente de la vulnerabilidad que para no destrivializarla suelo repetir que no hay nada más excitante que la tranquilidad. La tranquilidad es el momento en el que la vulnerabilidad se remansa y relaja su incordio. Relajarlo no significa que desaparezca. La vulnerabilidad no desaparece jamás porque es una condición constituyente de la vida humana.
En una entrevista realizada hace unos días en La Marea le preguntaban algo parecido a la filósofa y activista Marina Garcés. «¿La alerta sanitaria no ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad humana?». «Me sorprende que haya tanta gente repitiendo esta frase, desde filósofos hasta Antonio Banderas. Me pregunto qué vidas tenían y qué realidades conocen quienes lo afirman. ¿No tienen personas mayores dependientes en sus familias? ¿No conviven con personas discapacitadas o con trastornos mentales? ¿No conocen la realidad altamente vulnerable de muchos barrios y territorios de nuestras ciudades? ¿No sufren el impacto de los cánceres y otras patologías debidos a factores ambientales y sociales? La vulnerabilidad y la interdependencia ya estaban, cada día, como realidad cotidiana para la mayoría. ¿Qué nos impedía verlas y pensarnos desde ellas?», es la contestación de la siempre lúcida Marina Garcés. Vulnerabilidad es la cualidad de vulnerable, y vulnerable significa que uno puede ser herido o lesionado tanto física como moralmente. La vulnerabilidad es muy palmaria en los primeros y en los últimos tramos de la vida, en la desprotegida infancia y en el desvalimiento de la senectud, pero en el vasto tracto de tiempo que transita de la cuna a la tumba afloran múltiples episodios en la biografía de las personas para advertir nuestra condición de sujetos que podemos ser heridos, lesionados, magullados, desamparados, afectados, traumatizados, o directamente finiquitados.
Basta con padecer una enfermedad, la avería de alguna parte del cuerpo, la propia e imparable decrepitud de la carne, o sufrir un capítulo que malogre nuestras expectativas y las convierta en desmerecidas para nuestros planes, para sentir muy vívidamente cómo la vulnerabilidad se apropia de nosotros como praxis humana y nos asedia con un despotismo que desoye nuestras súplicas, se burla de nuestra autoridad y a veces incluso nos puede causar tanto daño que nos provoque la inapetencia de vivir. La vida humana es vida compartida porque muy pronto nuestros ancestros advirtieron que los hitos en los que se presenta descarnadamente la vulnerabilidad se combaten mejor con recursos cooperativos. Precisamente la cooperación entre actores para construir tejido conjuntivo delata una de las paradojas más increíbles y más fabulosas de la agenda humana. Gracias a que somos seres interdependientes podemos aspirar a ser seres autónomos. La interdependencia nos ayuda a la satisfacción de las necesidades, y precisamente poder satisfacerlas abre paso al territorio de los fines, aquello que uno elige y articula para orientar y brindar de sentido su propia existencia. Solo podemos acceder al reino de la libertad si tenemos colmado el de la necesidad. En este tránsito siempre provisorio la interdependencia es medular como estrategia de maximización para contrarrestar nuestra vulnerabilidad. Para verlo se necesita visión de conjunto. Esa visión inalcanzable para la miopía individidualista y los credos que la profesan.
Extraido de espaciosumanocero.blogspot.com
José Miguel Valle. Escritor y filósofo
Imagen portada : Obra de Carmen Pinart
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