El arte del buen amor en las familias. Las Constelaciones Familiares (VI Parte y ultima)

Algunos postulados de las Constelaciones Familiares como enfoque sistémico transgeneracional.
Al menos cuatro postulados psicológicos que, en nuestra cultura actual, muchas personas darían intuitivamente por ciertos, más por sentido común y experiencia de vida, que por otras razones empíricas estrictas, constituyen los pilares de las Constelaciones Familiares.

El primero: en la vida y en el cuerpo de cada persona se encuentra presente la huella, el eco y la resonancia de muchos otros, presentes o pasados, vivos o muertos, que nos conciernen o nos concernieron afectivamente: padres, abuelos, hermanos, tíos, hijos, parejas, exparejas, etc. Estamos unidos a ellos con una profundidad, un anillamiento y una sutileza más terca de lo que a veces desearíamos. Nos conviene experimentar nuestras raíces, y ser leales a ellas a través de nuestros desarrollos y nuestra alegría de vivir.

El segundo: somos mamíferos y, en consecuencia, nuestros afectos, nuestras buenas o malas relaciones, el lugar que tenemos respecto a los demás, y las vivencias expansivas de nuestro corazón en nuestros vínculos o sus contrarias de retracción, son determinantes en la trama de nuestra vida, en los guiones que nos dirigen, en la fuerza o debilidad para nuestra camino y en como construimos nuestro destino alegre o triste, feliz o desdichado. Tercero: vivimos en familias y sistemas que nos contagian con ideas, creencias y tareas que podemos aceptar o rechazar, pero que no podemos obviar. Bailamos las danzas de comunicación que conocen aquellos con los que nos criamos, y ahí hacemos aprendizajes afectivos y conductuales relevantes, que nos acompañarán el resto de nuestras vidas, si no trabajamos con ahínco y profundidad para transformarlos. Pertenecemos a estos sistemas, especialmente el familiar, y nuestra pretendida libertad individual se revela, demasiado a menudo, como ficción. Aunque no estemos dispensados de tomar responsabilidad por nuestra vida, inconscientemente algunas de nuestras cartas están marcadas por el sello de nuestra historia.

Cuarto: la matriz familiar de la que venimos es una historia de fuerza y de dolor, surcada por hechos que hicieron prosperar la vida como uniones, nacimientos, riquezas, superación de adversidades, talentos, etcétera, y otros que la lastimaron, como muertes tempranas, violencias, desamores, traiciones, secretos, etcétera.

Conviene que todos los hechos de esta matriz hayan sido reconocidos e integrados para que las potencialidades de sus miembros se desplieguen en la dirección del futuro y de la vida, y no queden pegadas al pasado y a los sucesos y sombras que no quedaron superados, en forma de implicaciones fatales y lealtades desdichadas.

A través de estos enunciados nos adentramos en el pensamiento sistémico, en primer lugar, según el cual las personas somos seres contextuales: vivimos en sistemas y cada miembro de un sistema afecta y es afectado por los otros, y si uno cambia invita a los otros a cambiar. Traducido a las familias y a sus modelos de comunicación, diremos que no hay personas tristes, o malvadas, o timoratas, o buenas o malas, etc., sino que les toca este rol en la danza común que ejecutan entre todos, al son de la música de su dolor y de sus necesidades de amor y de dignidad. En segundo lugar, nos adentraremos también en una vertiente del pensamiento sistémico denominada transgeneracional, según la cual no sólo estamos afectados por nuestros experiencias biográficas, sino por los hechos y experiencias de vida de muchos que ni siquiera conocimos y que siguen presentes en nosotros en forma de ecos y resonancias que se manifiestan tanto en negativo (por ejemplo, en repeticiones inconscientes de destinos calamitosos, o atracciones por ciertos temas no resueltos, enfermedades físicas o psíquicas, impulsos de muerte o expiación de culpas, seguir a la muerte o enfermar en lugar de, etcétera), como en positivo (legados de talentos y dones, intentos de reconciliar y reparar viejas heridas, etc.).

Sujetarse a la vida (ejemplo)
“Te sigo a la muerte querido hijo”, expresa el quebrado corazón de una madre que perdió a su hijo al nacer. O, “ya voy/muero/enfermo yo en tu lugar, porque te quiero tanto, querida mama”, resuena en el corazón del hijo que percibe, de algún modo osmótico, que la madre no está completamente sujeta a la vida. Y de ahí devienen comportamientos destructivos, adictivos, problemáticos, desesperados, de fracaso o escaso cuidado de uno mismo o de los demás. También, “ya me sacrifico, o expío, o cargo con culpas, rabias, penas, dolores, en lugar de vosotros, mis queridos padres, abuelos, tíos, hermanos, parejas, hijos, etcétera”. Son dinámicas de amor ciego o mal amor, que no llevan a la vida ni a la felicidad, pero que afectan a muchas personas en la tramoya compleja e inescrutable de los vínculos de su vida y de su familia. Y tienen consecuencias, tanto en el ámbito de la salud, como de la pareja, como de la profesión, como de un general poco respeto a la vida. Podría poner infinitos ejemplos. Pero pondré uno al que titularemos: “Esta es mi última oportunidad”.

De este modo, desesperado e imposible, comienza su presentación una mujer que padece una profunda depresión. Al investigar sobre los hechos cruciales de su vida y de su familia, aparece un suceso determinante: sobrevivió a un atentado en el que murieron muchas personas. A partir de ahí, extrañamente, sintió que ella también estaba muerta y que no le correspondía subirse de nuevo al tren de la vida. En la Constelación la representante de esta mujer se mueve hacia tres personas que, tumbadas en el suelo, representan a los que murieron, como queriendo también caer y morir con ellos. De ahí su depresión. Se siente atada a ellos, en una suerte de inquebrantable destino común, y en su corazón dice “yo también muero con vosotros”. En lugar de tomar el regalo de la vida, que se le concede como un segundo nacimiento, más bien se pregunta: ¿Por qué a ellos les tocó morir y a mi me toca vivir? Y con el peso de la muerte de los otros, no encuentra en lo más íntimo de su alma, la fuerza para abrazar de nuevo la vida. Además, en la Constelación, los representantes de los hijos de esta mujer se muestran muy violentos con ella, apretando los puños ostensiblemente. Luego, ella agregará lastimeramente que sus hijos la golpean en la vida real. Sin embargo, esta dinámica de violencia de los hijos refleja su amor desesperado: se enojan e incluso la golpean porque no logran soportar su movimiento de caer, de hundirse, de no vivir. Con sus golpes pretenden, equivocada y desesperadamente, retenerla en la vida, que parece que se le escurre de las manos.

En este caso, además de la comprensión clara de la dinámica de la depresión, lo que ayudo fue ver y notar, a través de la Constelación, que las víctimas fallecidas no desean ser perturbadas ni necesitan que los sobrevivientes vayan con ellas; más bien al contrario, les sonríen y les bendicen. Ayudo cuando la mujer pudo mirarles y decirles: “A vosotros os toco morir y a mi vivir, y trato de respetar vuestro destino de morir y el mío de vivir, y por favor mirarme con buenos ojos para que viva”. Ayudo también que, con más integridad sentida, les dijera a sus hijos: “Me quedo con fuerza en la vida y recupero mi lugar de madre y de grande, y vosotros estáis libres de tener que preocuparos por mi”.

 

Joan Garriga
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El arte del buen amor en las familias. Las Constelaciones Familiares (V Parte)

Los Órdenes del Amor
El primer orden del amor nos dice que, en esta red de vínculos, todos sin excepción, con independencia de si se les juzga positiva o negativamente, tienen el mismo derecho a pertenecer y a ser incluidos y dignificados, permitiendo y exigiendo que asuman su destino y sus culpas y las consecuencias de las mismas, cuando así fuera el caso. En la práctica ocurre que los sistemas familiares excluyen o apartan a algunos de sus miembros porque condenan su comportamiento, o porque su recuerdo es demasiado hiriente, vergonzoso o doloroso. A veces, hay personas que murieron pronto, o personas que se suicidaron, y esto ocasiona dolor o vergüenza en los descendientes, o bien incluso padres a los que se juzga por no haber hecho lo adecuado o por irresponsables, malos, maltratadores, abandonadores, alcohólicos, etc. En realidad, excluir es un movimiento de la mente personal que trata de protegerse de lo que le genera dolor. Pero la Mente Colectiva, el Alma común, no entiende el lenguaje de la exclusión y sigue un principio existencial que reza que “todo lo que es tiene derecho a ser tal como ha sido, y a ser reconocido de esta manera”. Cuando este principio es respetado, como fruto de cavar en el propio proceso emocional y asentir a los asuntos familiares, el pasado queda liberado y el futuro puede ser fuerte y real. Cuando hay exclusiones, la Mente Colectiva impone la consecuencia inevitable de que lo excluido será encarnado de nuevo por personas posteriores, que no tienen nada que ver con el asunto, y que muchas veces inconscientemente, sin saberlo, siguen el destino del excluido. Es el efecto de las habitaciones prohibidas que atraen inevitablemente a algunos en un intento fallido de elaborar y cerrar capítulos dolorosos de los sistemas. ¿Cuántos se hacen alcohólicos siguiendo a un padre despreciado por su alcoholismo? ¿Cuántos padecen un apego frágil a la vida cuando en el corazón de la familia se les vive como miembros que reemplazaron a alguien perdido por muerte temprana, por ejemplo, o se sienten atados a la persona que falleció, y con dificultades para tomar la vida en plenitud? ¿Cuántos sienten impulsos suicidas cuando otros, anteriores, también se quitaron la vida o bien se hicieron culpables de la muerte o la desgracia de otras personas?

El segundo orden del amor es de una simplicidad extraordinaria: las personas están mejor cuando ocupan el lugar que les corresponde y no otro, lo que, traducido a los sistemas familiares, significa que los hijos sean hijos y los padres sean padres, y que en la pareja ambos sean adultos, iguales en rango, y caminen lado a lado. Si enunciarlo es fácil, que se cumpla no lo es tanto. ¿Cuántos hijos no se ven llevados a tomar la posición invisible de padres de sus padres, especialmente cuando éstos los perdieron pronto o los rechazaron (y entonces, sin darse cuenta, buscan en los hijos lo que les falto de sus padres), y los hijos lo asumen por amor, al precio a veces de llevar mochilas y fardos que dificultan su propia vida y expansión? ¿Cuántos hijos se encuentran implicados con uno de sus padres en contra del otro, o se sienten la pareja invisible de uno de ellos, o están demasiado cerca de uno de sus progenitores y en contra del otro, o hacen malabarismos emocionales y enferman en un intento heroico de preservar un buen lugar a sus padres en su corazón? No debemos olvidar que el anhelo genuino de los hijos es aunar a ambos padres en su interior, con independencia de lo que pase o haya pasado entre ellos. Demasiados padres se comportan como pequeños y demasiados hijos se comportan como grandes y especiales, transgrediendo la regla del bienestar en las familias: cada quien en el lugar que le corresponde. Y esto significa también que los posteriores se apoyan en los anteriores y orientan su mirada hacia el futuro. Es lo que en sociedades más tribales se vive como apoyo en los ancestros, a los cuales se honra y venera.

El tercer orden del amor refiere reglas de intercambio entre el dar y el recibir, lo cual riega y sostiene la vida de todos. En lo que respecta al vínculo con los padres, por ejemplo, no podemos devolver lo mucho recibido y lo compensamos y equilibramos dando a nuestros hijos o sirviendo y cuidando a la vida con nuestros dones. El mandamiento bíblico reza: “honrarás a tu padre y a tu madre y de este modo tendrás una larga y buena vida sobre la tierra”, lo cual significa que hacemos justicia a lo recibido logrando una vida buena y, a ser posible, larga. También compensamos cuidándolos dentro de nuestras posibilidades cuando lo necesitan en el declive de su vida.

Al trabajar con los problemas de las personas, encontramos que muchas no están asentadas en lo que viene de los padres (que simbolizan la vida) y más bien se niegan a tomar lo que recibieron, para preservarse de lo negativo. Sin embargo, de este modo raramente se ponen en paz con ellos mismos y con la vida, entregándole lo que tienen para darle. Más bien se empobrecen y se escatiman, posicionándose en el victimismo o el resentimiento u otros lugares de sufrimiento. Tomar lo que viene de los padres, aunque incluya heridas dolorosas, y trabajar emocionalmente en ello parece ser una suerte de salvoconducto para el buen amor y un antídoto contra muchos males, que nos induce a tomar responsabilidad por la propia vida y la renuncia a jugar juegos psicológicos invalidantes, llenos de sufrimiento, por ejemplo con la pareja o con los hijos o en entornos profesionales.

Respecto a los iguales, la regla del intercambio es mantenerlo equilibrado, para asegurar la paridad y la igualdad de rango. Damos, tomamos, compensamos, equilibramos, y estamos libres, y si seguimos juntos es usando nuestra libertad, no por sentido de deuda o de ser acreedores. Es un clásico en conflictos de pareja que suela haber desequilibrios en este intercambio de manera tal que uno se siente deudor y acreedor y ya no son capaces de mirarse a los ojos con confianza y apertura de corazón.

En resumen, ayuda en mucho a las personas y las familias que haya un orden, ordenar el amor, plasmarlo en una buena geometría de las relaciones humanas, en la que estén todos sin excepciones e igualmente dignos de respeto y de consideración, cada uno en el lugar exacto que le corresponde y nutriéndose los unos a los otros de manera tal que logren crecer en lugar de padecer. He aquí, pues, el buen amor.

Quién mejor que un poeta podría explicar ideas tan evasivas para la mente y tan certeras para el corazón. Miguel Hernández, en un fragmento del poema “Hijo de la luz y de la sombra”, escribió:
No te quiero en ti sola, te quiero en tu ascendencia
Y en cuanto de tu vientre descenderá mañana.
Porque la especie humana me han dado por herencia,
La familia del hijo será la especie humana.
Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos,
Seguiremos besándonos en el hijo profundo.
Besándonos tú y yo, se besan nuestros muertos,
Se besan los primeros pobladores del mundo.

Joan Garriga
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El arte del buen amor en las familias. Las Constelaciones Familiares (IV Parte)

El Alma Familiar. Sexualidad y Muerte.
Esta Alma o Mente común es, según Hellinger, una fuerza que une y dirige a quienes le pertenecen, y lo hace siguiendo ciertas leyes a las que llamó Órdenes del Amor (una expresión original de San Agustín), que explicaremos a continuación, cuyo respeto y cumplimiento favorece que el nexo y el amor, generalmente presente entre los miembros del grupo o familia, fermente en su bienestar y dicha, y cuya transgresión suele acarrear sufrimientos y sacrificios que muchas veces parecen ilógicos, a juzgar por el amor que sienten los unos por los otros. Esta Alma colectiva a la que pertenecemos ha sido impactada por dones y por heridas, por vida y por muerte, por risas y por lágrimas, por avances y retrocesos. El colectivo como tal es retado a asumir e integrar todos los hechos que la existencia, regida por los dos grandes poderes del vivir que son la sexualidad y la muerte, les regala. La Sexualidad abre las puertas de la vida y la hace avanzar y prosperar, teniendo como aliados al amor, la alegría de vivir, la fortaleza, y la esperanza. Por el contrario, la Muerte cierra las puertas de la vida y nos obliga a crecer a través del dolor, que nos traen sus poderosos aliados como la enfermedad, los abortos, la autodestrucción, la violencia, las adversidades accidentales, etc. En los sistemas familiares hay hechos que duelen, debilitan, avergüenzan o lastiman, y el sistema trata de protegerse de ellos a veces con el silencio, encerrándolos en el olvido, sin advertir que los silencios son sonoros y tienen consecuencias, e impiden la fortaleza y la salud del grupo, y a menudo conllevan implicaciones y sacrificios. Se requiere integrar lo que dolió o devasto para que pierda su poder y quede como pasado. Como reza un pequeño fragmento de Yerma, de García Lorca: “Algunas cosas no cambian. Hay cosas encerradas detrás de los muros que no pueden cambiar porque nadie las oye”.

Por tanto, vivimos no sólo en nuestra mente individual sino perteneciendo a redes de vínculos, almas colectivas, cada una con su propia mente arcaica e imperiosa, que nos influyen e incluso gobiernan, aunque no las comprendamos (especialmente la familiar). En estas redes, el amor no es suficiente para asegurar el bienestar; requiere de un orden. A algunas personas les parece ilógico el sufrimiento si el amor está presente. Sin embargo, la evidencia muestra que muchas personas sufren a pesar de la presencia del amor. El amor no basta, pues se requiere Buen amor o Amor ordenado. El buen amor se reconoce porque nos conduce hacia el bienestar, la vida, el provecho y la realización. El buen amor supone que hemos avanzado emocionalmente para respetar y asentir al pasado y a los dones y las heridas de nuestros anteriores, en lugar de involucrarnos en éstas, repitiéndolas, o mostrándoles una fidelidad mal entendida a nuestros anteriores con nuestra infelicidad. Así, el buen amor logra que vayamos un poco más allá en más vida, tanto en bienestar como en felicidad.

Guiándonos por la intensidad de los vínculos como destino común y por su capacidad para plasmar grandes dones o graves implicaciones, pertenecen a esta red, en la que muchos estamos en resonancia con muchos, los siguientes: El hijo, con sus hermanos, incluyendo los que no llegaron a nacer o murieron pronto; los padres y sus hermanos, incluyendo también los que no llegaron a nacer o murieron pronto; los abuelos y sus hermanos, también los bisabuelos y aun otros anteriores si tuvieron destinos muy marcados; también pertenecen aquellos que hicieron espacio para otros, por ejemplo, parejas anteriores por cuya desaparición las posteriores obtuvieron el lugar, y también aquellos que tuvieron pérdidas a costa de que otros tuvieron ganancias (como víctimas de guerra o de asesinatos), o al revés, algunos que tuvieron ganancias o hicieron daño a costa de la pérdida de otros (asesinos, dañadores, estafadores), etc.

Joan Garriga
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«Hay que asumir que la vida duele a veces, que no hay nada perfecto»

El concepto «constelaciones familiares» suena un poco extraño. «A estrellas, a universo, a ese tipo de cosas», dice Joan Garriga. Él, que es un experto en la materia, explica que todo viene de una mala traducción. «Yo habría elegido otra palabra. En vez de constelaciones, hablaría de confguraciones familiares», dice. Sea como fuere, Garriga está en Vilagarcía para impartir un seminario al que acuden tanto profesionales que quieren conocer más sobre una terapia «que forma parte de una tradición muy seria», como personas que buscan «revisar sus asuntos».

– ¿Qué son las constelaciones familiares? ¿Las tensiones más o menos invisibles que hay alrededor de una mesa durante la comida familiar del domingo?

-Esa escena de comida de domingo sería la superfcie de las cosas. Las constelaciones familiares van a la hondura para comprender la dinámica de cosas que a veces no son visibles. Una constelación es una representación de aquellos miembros de la familia o de aquellos vínculos que guardan una relación con un problema que uno tiene y con la solución que necesita. Desde esta perspectiva, lo más importante es qué hechos ha habido en el sistema familiar que no han sido aceptados, integrados, reconocidos, solucionados. Constelaciones es una herramienta que saca a la luz asuntos claves y permite abordarlos, comprenderlos, encararlos y solucionarlos, de manera que algunas dinámicas no tengan que repetirse. Trabaja mucho con los órdenes del amor.

-¿Los órdenes del amor?

-El amor se da, pero no siempre basta. Se necesita que vaya en la dirección del buen amor. Que en la familia no haya personas excluidas, un abuelo que se fue, alguien que mató a otra persona, un aborto… Hechos dolorosos que hacen que se excluya a una persona. Pero la realidad no puede ser burlada. Y los miembros que han sido excluidos, misteriosamente, vuelven, y su papel es representado por otras personas. Además de no excluir a nadie, en la familia es necesario que cada uno esté en el lugar que le corresponde. Que el hijo sea el hijo y el padre sea el padre. Que en la pareja estén el uno al lado del otro.

-¿Ante una situación traumática, qué hay que hacer?

-Hay que reconocer lo que ha pasado, llorar, hacer el proceso emocional necesario para al fnal poder aceptarla e integrarla. La clave de toda cura y de todo bienestar es la aceptación. Y la clave de todo malestar es el rechazo. Si aceptamos, estamos más libres. Si no, estamos atados y va a tener consecuencias: como una vez me ocurrió algo malo, voy a vivir siempre una vida de mierda. Hay demasiada gente atrapada en eso. El buen amor conduce a la vida, el mal amor mira al pasado y pivota sobre el pasado. Demasiados confictos no resueltos con los padres se llevan a la pareja, a los hijos.

-¿Una cosa pequeña enterrada sin haberla asumido bien puede acarrear problemas?

-Las cosas dependen de la actitud con la que se vivan. Una vez tuve una paciente que decía que cuando tenía 13 años le había pasado algo terrible. Al fnal era que había pasado un año en un internado. Tengo la sensación de que estaba promoviéndose como víctima, y que si no fuese el internado hubiese sido otra cosa. Hay heridas y heridas. He visto gente con heridas graves que salen bien y se desarrollan bien. Las cosas pequeñas… Creo que hay que retirar de los hijos la idea de que todo debería ser perfecto. Hay que asumir que la vida duele a veces, que nada es perfecto. A fn de cuentas, si dependiera de los padres, todos los hijos estaríamos muy bien.

-Pero a lo mejor no estamos dando a los niños los modelos que necesitan.

-Yo introduciría en el modelo educativo una educación para los afectos, para los sentimientos, para los vínculos. Sería algo más que educación emocional. Podemos decir que un niño tiene derecho a tener rabia, que es una emoción legítima. Y es verdad. Pero a lo mejor ese niño siente rabia porque sus padres no se sujetan bien en la vida. Y es más importante hacer que los padres se sujeten bien en la vida porque la rabia, si se cronifca, acaba siendo disfuncional. Sí que hay que permitir las emociones, pero hay que entender a dónde se dirigen. Y si se repiten mucho, hay que estar atentos, buscar cuál es su origen, cuál es su función, cuál es su sentido.

-Ahora está de moda el concepto «gente tóxica», pero más que la gente, lo tóxico serían algunas relaciones…

-Si nos ponemos a hablar en este lenguaje, que levante la mano quien no tenga toxicidad. Dicho esto, a mi no me gusta pensar en personas buenas y malas. Sí es cierto que hay personas más benefciosas y otras más problemáticas. Evitar a las personas tóxicas es un buen consejo, pero habría que preguntarse qué es lo que hace que a uno le atraigan este tipo de personas. Yendo más allá, las personas que tienen a generar relaciones turbulentas, seguramente son corazones heridos. No me parece interesante ir condenando a la gente. En un mundo que perpetúa la idea de buenos y malos, la sola idea ya es violencia. Yo no veo claro eso de decir este al cielo, este al inferno. Eso que lo haga Donald Trump, que lo hace muy bien. Este hombre vive con la idea de que hay enemigos, y si eso es así es porque la agresión está dentro de él. Habría que hacer un buen análisis psicológico de los políticos. Habría unos cuantos que saldrían muy bien parados, por su vocación de servicio, pero la política está sembrada de narcisistas y psicópatas.

 

Joan Garriga
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Entrevista a Joan Garriga en la Voz de Galicia – por Rosa Estevez (2017).

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¿Qué son las constelaciones familiares?

Las constelaciones familiares son una de las más recientes y originales aportaciones al mundo de la ayuda y la terapia. Se enmarcan dentro del ámbito de las terapias sistémicas, humanistas y fenomenológicas. Trabajan con una metodología escénica a veces difícil de explicar y de comprender. Se escenifican familias y vínculos y se observa que las personas que representan a otras personas (padres, hijos, parejas, socios, colaboradores, etcétera, del cliente, que ha planteado su problema y busca soluciones) que no conocen, son capaces de acceder y captar, sentir y experimentar sus vivencias y sentimientos más profundos, con lo cual una constelación ayuda a revelar y comprender nítidamente las dinámicas afectivas, ya sean familiares o profesionales, que determinan los problemas, y reorientarlas hacia soluciones. La hipótesis de trabajo es que no estamos solos, que en cada persona viven muchos y que nuestra conexión y lugar con las personas que queremos y nos relacionamos, influye grandemente en como nos va y nuestros guiones de vida.

Una constelación es capaz también de generar movimientos emocionales, de reubicar personas en lugares distintos, de modo que podamos interiorizar una imagen o unos movimientos de solución que nos permitan caminar hacia el objetivo que tenemos o hacia lo que deseamos.

Se trata de una metodología muy visual, y ya que una imagen vale más que mis palabras, y se pueden trabajar temas muy complejos de una forma muy simple. Se accede de manera fácil a un campo inconsciente, donde se ponen en evidencia los movimientos ocultos más difíciles que existen en las vidas de las personas. Por ejemplo, cuando hay movimientos de vida o de muerte, o cuando hay sentimientos complicados y ocultos, o dinámicas de sacrificios o lealtades escondidas, potencialmente pueden salir a la luz para poderlos manejar con más conciencia y atención. Como decía Rilke, el desarrollo personal consiste en «aguzar el oído», lo que en Terapia Gestalt llamamos el darse cuenta, tener una intuición o una comprensión clara de cómo son las cosas. Lo cual permite reorientar las cosas en la dirección de un mayor bienestar, y a menudo este bienestar se logra ordenando nuestros vínculos y asumiendo el lugar que nos corresponde en ellos.

¿Qué tipo de trastornos se trabajan?

Cualquier problemática se puede abordar a través de las Constelaciones Familiares. Por ejemplo, ahora estoy llegando de Valencia, donde he desarrollado de manera novedosa un taller de Constelaciones para temas de nuevas maternidades y paternidades y asuntos de reproducción asistida. Pero podríamos decir que en el trasfondo de los problemas casi siempre encontramos tres tipos de trastornos. Un porcentaje muy alto de trastornos son trastornos de lugar, es decir cuando no estamos en el lugar que nos corresponde, por ejemplo, cuando tú, siendo hijo te elevas por encima de tu madre, en un intento heroico de ayudarla porque por ejemplo perdió a su padre cuando era pequeña, entonces has perdido tu lugar de hijo. O cuando en la pareja uno toma el rol de padre o de madre, en lugar de compañero o compañera. O por ejemplo, cuando una madre está más en sintonía con la muerte porque perdió a una hermana en la infancia, y siente el movimiento profundo de ir con la hermana, y se desubica internamente respecto a su lugar de madre y está poco sujeta en la vida. O sea que muchos de los trastornos tienen que ver con no estar en el lugar que nos corresponde, y lo que hacen las constelaciones es detectar donde están estos trastornos y generar recursos para que cada persona asuma su lugar y rol, por ejemplo que esta madre pueda interiorizar a esta hermana que murió y resistir este movimiento sutil, a veces oculto e inconsciente, de ir con su hermana a la muerte. De este modo podrá encontrar su lugar de madre y podrá hacer que la hija o el hijo puedan experimentar: “hijos, yo estoy aquí en la vida con vosotros”, y también retomar su lugar claramente al lado del marido. Resumiendo: las constelaciones trabajan mucho con esta idea de los trastornos de lugar.

En segundo lugar encontramos los trastornos de sentido, lo cual viene a ser una desconexión del sentido vital, del principio creativo de la existencia. Sería como una especie de enfermedad espiritual en la que nos desconectamos de la fuente, y de una fuerza mayor que nos trasciende. En el plano humano esta fuente está simbolizada, plasmada y expresada por los padres. Los padres plasman el principio vital que actúo a través de ellos para dar vida y por tanto simbolizan la vida. Por eso es tan importante la conexión con los padres porque a través de los padres podemos sentir la conexión con la vida, la conexión con las raíces de la existencia, y de este modo sentir la conexión con la confianza en que la vida vale la pena y el principio vital y trascendente que la sostiene. Padecemos una cierta depresión espiritual, por la fragilidad actual de las raíces, la perdida del sentido de comunidad y la desconexión de la naturaleza.

Cuando estamos en sintonía con la madre y el padre y la fuerza creativa que los junto para darnos la vida, y lo sentimos en el cuerpo y está integrado, no hay trastornos del sentido, o los trastornos que hay son mucho más leves y poco duraderos.

Un trastorno de sentido sano también nos incentiva a una aspiración a buscar mas allá de lo humano, porque buscamos el principio vital del ser, la esencia o la conciencia. Y nos estimula a aceptar e integrar la muerte.

En tercer lugar encontramos los trastornos de la necesidad o del deseo. Esto se ve más en términos gestálticos, cuando por ejemplo nos mentimos a nosotros mismos, o cuando tenemos dificultades para generar la atención suficiente para reconocer aquello que necesitamos, o bien nos cuesta generar la energía necesaria para lograrlo.

En mi libro «La Llave de la buena vida. Saber ganar y saber perder», explico que en la vida hay tres grandes errores de los que conviene no abusar. El primero es: no darle a la vida lo que tenemos. Cedemos a la cobardía y al miedo en lugar de desarrollar audacia para ser movidos por lo que nos mueve y somos y tenemos para entregar. ¿Podríamos imaginar a un Mozart que por miedo no hubiera compuesto su música? ¿Cuánto desperdicio de talentos y dones se habrá producido por cobardía? ¿Cuánto con potencial de ser se habrá quedado como potencialidad?.

El segundo es: pretender darle a la vida lo que no tenemos. Es un error de falsedad y pretensión, por estar identificados con un personaje idealizado, imaginando que a través de este personaje la vida nos irá mejor. Pero si vivimos demasiado tiempo alejados de nuestra verdad ya sea en nuestra pareja o en nuestro trabajo o en lo que sea, lo acabamos pagando, enfermando incluso. Necesitamos ser honestos y verdaderos. Atrevernos a ser lo que somos, a cada momento.

Y el tercer error es el de la falta de atención, la falta de darse cuenta, de no tomarse el trabajo de distinguir bien lo que sí tenemos de lo que no tenemos, lo que si somos de lo que no somos. Es decir, atención, atención, y atención. O si se prefiere, escucha interior atenta.

En definitiva las constelaciones familiares es una metodología escénica representacional, que permite en muy poco tiempo clarificar dinámicas complicadas que viven en nuestro corazón y en nuestros vínculos y reorientarlas en la dirección del bienestar y la vida y la audacia de vivir.

La parte creativa y al mismo tiempo, como decía, un tanto inexplicable por ahora, es: ¿qué hace que algunas personas que no conocen a otras, sean capaces de representarles y mostrar sus sentimientos?. Para esto yo no tengo respuesta clara. Nadie la tiene. Se aproxima la idea de los campos mórficos del biólogo inglés Rupert Sheldrake, el cual afirma que la memoria está en «campos de resonancia». También está la idea de la física cuántica que determina un universo subatómico donde todo está conectado con todo en un campo energético, o la idea de los fractales, pero ninguna de estas ideas complace todavía lo que mi hijo menor, estudiante de Física, llamaría los fundamentos adecuadamente científicos del asunto.

Pero bueno, tampoco yo me vería capaz de explicarle a mi tatarabuelo, si fuera posible, que estoy hablando por Skype con alguien de Australia. Simplemente no lo entendería. Yo creo que el futuro nos va a brindar explicaciones de cómo la información está en el campo y salta a las personas, y esto tiene mucho que ver con lo que tratáis en este número que es la intuición, porque hay fenómenos perceptivos que son inexplicables si nos reducimos a la transmisión verbal y a nuestra percepción cognitiva. Dicho esto, la falta de explicación de porque algo ocurre no invalida que ocurra y, en este caso, pueda ser útil. Y las constelaciones suelen ayudar y mucho.

Volviendo al tema de la información me gusta decir que el gran tabú de nuestra sociedad y cultura, es el tabú perceptivo. Por ejemplo, un niño pequeño o bebé vive en un campo perceptivo que es energético, osmótico, corporal y emocional; no es un campo perceptivo reducido a los parámetros de los modelos mentales. Sin embargo, a medida que crecemos la percepción se va reduciendo para encajar en aquello que está permitido y consensuado percibir. La percepción tiene algo de social. No somos libres ni siquiera en aquello que podemos percibir. Sesgamos el conocimiento. En otro sentido, estrechar el campo perceptivo nos facilita la vida, porque si lo percibiéramos todo estaríamos abrumados y sufriríamos mucho más. Miraríamos a la señora que está ahí y veríamos mucho más de lo que la cultura nos aconseja ver, probablemente veríamos toda su historia, todo su sufrimiento, toda su alegría, dónde están sus frustraciones, lo que consiguió y lo que no consiguió, todo nos saltaría a la vista y sería abrumador, entraríamos en un mundo psicótico. No obstante, hay espacios donde esta percepción está permitida que son los espacios de ayuda y los espacios terapéuticos donde esta percepción se puede incentivar y ampliar o favorecer porque trata de buscar soluciones a través de una comprensión más amplia de lo que nos pasa y sus trasfondos. Las constelaciones tienen la ventaja de que el propio campo, el propio marco, sugiere una percepción mucho más amplia por parte del cliente, y esto propicia que algunos fenómenos salgan a la luz y puedan ser encarados y resueltos.

Mucha gente se pregunta ¿Y esto basta para resolver un problema?

Como también decía Rilke, además de «aguzar el oído» (darse cuenta, comprender) se necesita «darle al martillo noche y día». Hay gente que tiene una idea un poco mágica sobre las constelaciones. Es decir: hago una constelación y mis males serán curados por arte de magia, pero en la práctica es más complejo. Se trata siempre de un proceso en el tiempo. Luego hay que picar piedra, estar atentos a lo cotidiano, seguir trabajando con ayuda terapéutica o sin ella. Tomar responsabilidad por los propios asuntos y despedirse del anhelo infantil de que alguien grande se hará cargo de nosotros. Tomar decisiones, asumir el dolor cuando nos visita, la culpa cuando la sentimos, asumir las frustraciones, abrirse a los sentimientos, es decir, un trabajo que es el trabajo real de la vida y que consiste en acompañarse a uno mismo en todo lo que la vida nos trae, tenga el color y la forma que tenga. Aunque a veces el color y la forma de lo que nos trae la vida tiene poco que ver con el color y la forma que nos gustaría que tuviera.

En el trasfondo filosófico del trabajo de constelaciones hay unas cuantas dialécticas, la dialéctica más importante es la dialéctica entre el yo personal y la vida. Siempre estamos dialogando con la Vida. A veces la vida complace al yo personal y le da lo que quiere, pero otras veces nos despedaza sin que logramos entender porqué, como por ejemplo con una muerte inesperada.

El gran proceso que está en el trabajo terapéutico en general y en las constelaciones, es como logramos con el tiempo asentir y sintonizarnos con aquello que la vida quiso, aunque fuera diferente de lo que nosotros hubiéramos querido. Ahí aparecen dos grandes tareas, que el yo se lance con todas sus fuerzas a la vida en la dirección de lo que quiere y que se arriesgue y no se reserve, y la otra gran tarea es saber sintonizarse para sentir e integrar aquello que la vida quiere aunque sea distinto de aquello que nosotros queremos. Porque siempre es lo mismo: detrás de todo problema (y este es el trasfondo filosófico del trabajo terapéutico de las constelaciones, tal como explico en mi libro «Vivir en el Alma»), siempre hay algún lugar donde la persona o la familia dijo: esto no debería de haber sucedido, este hijo no debería haber muerto, este hombre no debería haberme dejado, mi madre debería haber sido mas amorosa, y mil etcéteras. Todos los problemas toman la forma del debería haber sido, que es una oposición a lo que ha sido y es. Y todas las soluciones pasan por hacer el proceso de decir ¿y porqué no?, de abrir el corazón a lo que fue aunque fuera difícil, de abrir el corazón al sufrimiento, no porque el sufrimiento en sí mismo sea sanador, sino porque abrir el corazón si lo es. Se trata de integrar aquellas cosas que no fueron resueltas, y que encontramos en las constelaciones, como que una criatura abortada no fue mirada, o que un padre mujeriego no fue amado, o que la madre no se siente con fuerza en la vida porque ocultamente sigue el destino de un hermano que murió y hay que aceptar este hecho y darle un lugar.

Existe otro principio importante en las constelaciones que es el de la inclusión y el derecho a la pertenencia. El alma colectivo anhela estar completa y tolera mal las exclusiones. Se evitan mejor los trastornos del lugar, cuando todos los que forman parte tienen derecho a formar parte y están reconocidos y dignificados. Bajo un principio existencial básico: la vida, y las personas (también las cercanas y queridas especialmente) tienen derecho a ser tal y como son, y no tal y como nosotros queremos que sean. Siempre hay esta dialéctica: la mente dice mi padre no tiene derecho a mi amor porque me abandonó, o porque trataba mal a mi madre, así que lo aparto de mi corazón, pero ese apartar del corazón es un movimiento de la mente no es un movimiento de la realidad. La realidad está fabricada de la manera exacta en la que está fabricada y no puede ser burlada con las maniobras de la mente. La realidad es inclusiva y se acepta a sí misma. La realidad no dice a este no lo quiero y a este lo quiero. La vida nos acoge a todos de la manera exacta en la que somos, y un sistema familiar saludable invita a las personas a ponerse en alianza con la realidad y a retirarse de estos movimientos rechazantes de la mente, de manera tal que incluso aquellos que hicieron cosas feas o difíciles tengan un buen lugar en el corazón de las familias. Ya que, como decía, el alma familiar anhela estar completa y colmada, y cuando todos pueden tener un buen lugar entonces nos experimentamos crecidos, expansivos, fuertes y liberados. Entonces no ocurre que otros tienen que representar a los excluidos a través de sacrificios y trastornos del lugar. Cuando hay excluidos alguien se sintoniza con el excluido repitiendo su patrón de vida y su destino. Estas son cosas muy misteriosas pero suceden, y que salen a la luz en las constelaciones.

Las constelaciones nos permiten solucionar problemas que a veces nos han creado sufrimiento durante décadas.

Joan Garriga
www.joangarriga.com/

www.facebook.com/joangarrigabacardi

 

Extraido de www.joangarriga.com

Entrevista a Joan Garriga  publicada en la Revista Kundalini (2016).

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Órdenes del Amor

Tres son los preceptos del amor: vínculo, orden y equilibrio

 

«Sabiduría»                                                                                                                               

El sabio asiente al mundo tal cual es sin temor ni intenciones. Se ha reconciliado con lo efímero y no busca llegar más allá de aquello que perece con la muerte. Su mirada abarca el todo porque está en sintonía y únicamente interviene donde la corriente de la vida lo exige. Sabe distinguir: ¿esto va o esto no va? Porque no tiene un propósito. La sabiduría es fruto de una larga disciplina y del ejercicio, pero quien la tiene, la tiene sin esfuerzo. La sabiduría está siempre en camino y no llega a su meta por ir buscando. Ella crece.»

Bert Hellinger 

El río de la Vida 

La vida me llega desde lejos. De generación en generación ella viene sin juzgar, como el río no juzga su cauce. Él sólo fluye a través de…. Sin embargo dicho cauce le ha dado al río las características que le hacen único hasta llegar al mar.

El cauce tampoco juzga al río, lo toma tal como viene. Es consciente del poder y grandeza de sus aguas. El cauce sabe que puede ser destruido por esa fuerza de vida si se interpone en su camino. Por eso lo contiene más no lo retiene, abriéndole camino para que llegue al mar en toda su plenitud.

Él sabe que su única misión, es darle un orden al flujo del río, dejándose animar por él y permitiendo que transporte más allá aquello que recoge.

En este dar y tomar la mirada abarca también lo posterior. En este tipo de colaboración, lo donado se expande. El cauce se ve transportado e integrado en algo más amplio, más rico y más duradero.

De igual manera, mis antepasados le dieron los matices que requería hasta llegar a mí. Gracias a ese legado, la Vida la recibo justo como la necesito. Nada que poner, nada que quitar.

Si ellos no hubieran sido quienes fueron, yo no podría ser quien soy. Los antecesores conformaron el cauce para que el río de la Vida llegase hasta mí tal como yo la necesitaba: en el momento adecuado, en el lugar adecuado y con el legado correspondiente.

Mi deber pues es tomarla tal cual me llegó y dar las gracias por ella. Convirtiéndome así en parte del cauce; permitiendo que continúe fluyendo a mis hijos y a los hijos de mis hijos.

Sin embargo, tomarla conlleva sentir el deber de recompensar por lo recibido. Supone, además, sentirme agradecido y mantenerme en silencio, en quietud.

Nada que hacer, nada que cambiar. 

Me lleva a respetar que primero es la Vida, que ella es la más grande y yo sólo el pequeño, que ella me lo da todo y yo lo recibo todo de ella (a través de papá y mamá) y que puedo disfrutarla, sin quejas.

En definitiva, que los padres son grandes, superiores y ricos y los hijos son pequeños, necesitados y pobres.

Eso me lleva a ser más humano y más humilde. Algo que me incomoda pues me siento vulnerable. Mas sé que ahora puedo continuar dando la Vida, plena, completa, tal como la recibí, a mis hijos y estos a los suyos.

Ahora, ya no necesito correr en pos de algo que parecía no tener: seguridad, paz, salud, amor, riqueza, alegría, felicidad.

En cambio, si juzgo la Vida, la tengo pero no la tomo. Me erijo cual presa que detiene al río, controlando y filtrando su flujo sólo en la cantidad que soy capaz de sentir.

Entonces me vuelvo voraz, mantengo una lucha contra eso más grande, me olvido que primero es la Vida y luego puedo ser yo. Me olvido de que el vínculo que me une a ella nunca lo podré borrar. Y me olvido de que primero necesito recibir para luego poder dar.

En esa desorientación, en ese desorden, me dedico a apresar, a coger, a tener … pues eso me hace libre por un instante. Independiente. Ahora soy yo y no debo nada a nadie. No estoy obligado a servir al que tengo a mi lado. No tengo que entregarme a esa cadena de transmisión. No tengo que devolver nada pues no lo he tomado, lo he conquistado, se lo he arrebatado al río, pudiendo hacer entonces a mi antojo.

Ahora creo ser YO el más grande, el primero y me vuelvo arrogante. Ahora puedo juzgar, criticar, atacar, luchar y defenderme, puedo coger lo que me gusta y rechazar lo que no me gusta, puedo decirle al otro qué es lo mejor para él y qué es lo que más le conviene, por que YO sé. YO tengo razón, YO digo como la vida es y como la tienes que vivir. Sin importarme los resultados, aunque éstos sean mortales. Estoy vivo y tengo lo que tengo por que YO lo he conquistado.

A hora he sobrevivido y no dependo de nadie. Y, por supuesto, no necesito dar nada a cambio, ni siquiera las gracias.

Aunque me doy cuenta que en el fondo no estoy en paz. Siempre quiero más. Nuevas conquistas, nuevas batallas, más pertenencias. Me siento vacío, sólo, insatisfecho… ¿será que lo he conquistado todo, menos a mí mismo?

Rindiéndome a eso más grande ya no necesito conquistar, poseer o tener. Puedo disfrutar, amar y compartir lo que he recibido. No me hace libre pues reconozco que dependo del vínculo con el otro y con la vida, más si me hace FELIZ.

Ahora puedo servir. He reconocido el vínculo y el orden y puedo mantener el equilibrio entre el dar y el tomar. Fortaleciendo el cauce para que el río se expanda y fluya pleno. Permitiendo que llegue a los otros, a través de mi, en todo su esplendor.

 

Fernando García 

Facilitador Constelaciones Familiares.

www.ferransalud.com

https://www.facebook.com/institutodraco

Extraido de Instituto Draco

 

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Constelaciones Familiares y los órdenes del amor

El primer orden del amor nos dice que, en la red de vínculos, todos sin excepción, con independencia de si se les juzga positiva o negativamente, tienen el mismo derecho a pertenecer y a ser incluidos y dignificados, permitiendo y exigiendo que asuman su destino y sus culpas y las consecuencias de las mismas, cuando así fuera el caso.

En la práctica ocurre que los sistemas familiares excluyen o apartan a algunos de sus miembros porque condenan su comportamiento, o porque su recuerdo es demasiado hiriente, vergonzoso o doloroso. A veces, hay personas que murieron pronto, o personas que se suicidaron, y esto ocasiona dolor o vergüenza en los descendientes, o bien incluso padres a los que se juzga por no haber hecho lo adecuado o por irresponsables, malos, maltratadores, abandonadores, alcohólicos, etcétera.

En realidad, excluir es un movimiento de la mente personal que trata de protegerse de lo que le genera dolor. Pero la Mente Colectiva, el Alma común, no entiende el lenguaje de la exclusión y sigue un principio existencial que reza que «todo lo que es tiene derecho a ser tal como ha sido, y a ser reconocido de esta manera». Cuando este principio es respetado, como fruto de cavar en el propio proceso emocional y asentir a los asuntos familiares, el pasado queda liberado y el futuro puede ser fuerte y real.

Cuando hay exclusiones, la Mente Colectiva impone la consecuencia inevitable de que lo excluido será encarnado de nuevo por personas posteriores, que no tienen nada que ver con el asunto, y que muchas veces inconscientemente, sin saberlo, siguen el destino del excluido. Es el efecto de las habitaciones prohibidas que atraen inevitablemente a algunos en un intento fallido de elaborar y cerrar capítulos dolorosos de los sistemas. ¿Cuántos se hacen alcohólicos siguiendo a un padre despreciado por su alcoholismo? ¿Cuántos padecen un apego frágil a la vida cuando en el corazón de la familia se les vive como miembros que reemplazaron a alguien perdido por muerte temprana, por ejemplo, o se sienten atados a la persona que falleció, y con dificultades para tomar la vida en plenitud? ¿Cuántos sienten impulsos suicidas cuando otros, anteriores, también se quitaron la vida o bien se hicieron culpables de la muerte o la desgracia de otras personas?

Joan Garriga
www.joangarriga.com/

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Conversando con Joan Garriga

En una calurosa mañana santiaguina de noviembre, MUNDO MUJER se reunió con el psicólogo Joan Garriga.

Joan estuvo de visita en Chile el pasado mes de noviembre, dictando un Taller sobre Salud del Cuerpo y Salud del Alma, invitado por el Círculo de Constelaciones Familiares y estuvo dispuesto a reunirse con Mundo Mujer, sus columnas son publicadas periódicamente en la web … Ver AQUI

 

Fue una mañana de conversación y aprendizaje, donde buscábamos conocer las claves de las relaciones de pareja, tratando de entender qué puede llevar a éxitos y fracasos.

El tema de la relación de pareja es claramente uno de los más importantes en la vida de toda persona, generando alegrías, frustraciones, emociones y miles de sentimientos. Cuando tenemos crisis de pareja buscamos explicaciones en lo divino y lo pagano, tratando de encontrar el secreto de la felicidad.  Después de conversar con Joan Garriga, uno entiende mejor los factores que influyen en toda relación humana y como analizar las relaciones de pareja con mayor profundidad y conocimiento.

 

“Estar bien no depende tanto de la pareja, depende de uno mismo.”

 

Esta afirmación es de Joan Garriga, psicólogo y terapeuta especialista en abordar y analizar las relaciones humanas y de pareja.

En un mundo de oportunidades pero también de incertidumbres, las relaciones de pareja parecieran ser cada vez más complejas. Es en este contexto donde Joan Garriga afirma que debemos cultivar no solo el arte de tener pareja, sino también el arte de soltarla, bajando las expectativas para ser felices.

¿Cuánto influye la relación no resuelta con los padres, con los abuelos, con ex parejas? Estas y otras preguntas son parte de los estudios y años de experiencia en talleres y terapia del especialista en el tema.

 

Joan Garriga es licenciado en Psicología por la Universidad Central de Barcelona.

Interesado por la psicoterapia de corte Humanista se formó en la misma y se especializó en Terapia Gestalt, PNL, abordaje Ericksoniano, y métodos escénicos y corporales.

Es el creador del Institut Gestalt de Barcelona, donde desarrolla su actividad como terapeuta y formador en Constelaciones Familiares, coaching sistémico, terapia Gestalt y PNL.

Se ha transformado en uno de los principales exponentes de esta terapia en España y el mundo hispanohablante.

Es autor de diversos libros, tales como «La llave de la buena vida. Saber ganar sin perderse a uno mismo y saber perder ganándose a uno mismo», «El buen amor en la Pareja. Cuando uno y uno suman más que dos», «Vivir en el alma: amar lo que es, amar lo que somos y amar a los que son» y  «¿Dónde están las monedas? Las claves del vínculo logrado entre hijos y padres».

 

  • Partamos con la pregunta del millón de dólares: Cómo se enfrenta o aborda una nueva relación después de un quiebre? ¿Qué aspectos consideras claves en esta transición?

Es una buena pregunta. En realidad las personas inteligentes aprenden de los errores. Por ello todo fracaso de pareja también puede ser de alguna forma un aprendizaje, hasta incluso un éxito personal, ya que permite afrontar asuntos pendientes que no han sido afrontados en tu vida y están latentes.

Por eso siempre digo que ante una crisis se abren espacios para abordar estos asuntos pendientes, pero no sólo con ex parejas o antiguas relaciones, sino también con otros entornos y contextos como la relación con los padres, posiciones infantiles aún no resueltas desde la infancia.

Por lo tanto, es fundamental que después de una separación debamos darnos un respiro, el cual consiste en otorgarnos un tiempo para vivir el dolor, frustración, la culpa y el malestar, el alivio, la alegría y todas las emociones que quieran visitarnos. ¡Y esto es justamente parte del juego de la vida de todos nosotros!

Y este proceso hay que mirarlo como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje para cada persona, para de esta forma estar listo para una nueva relación de pareja.

Pero los invito a hacerse la siguiente pregunta: ¿Cuántos de nosotros solo cultivamos el arte de tener siempre una pareja, pero no el arte de soltar una pareja? Esto es clave para nuestra felicidad, ya que cuando uno sufre, hay que preguntarse quién sufre dentro de uno. Y nos daremos cuenta que no sufre tanto el amor genuino de que tenemos por la otra persona, sino más bien el orgulloso que dice que a él jamás lo deberían haber dejado, o la víctima, o el narcisista, u otras identidades de una extensa galería de identidades internas forjadas en la infancia. Y este error lo repetimos siempre, tropezando con la misma piedra en reiteradas ocasiones.

Estos temas los abordo justamente en mi libro “¿Dónde están las monedas»”, donde analizo la influencia de referentes como nuestros padres en las relaciones de parejas. Sin estos temas resueltos es muy difícil ser feliz en pareja.

 

  • Entonces habría que revisar en cada uno de nosotros “el niño interno” para volver a abordar una relación de pareja futura?

Así es. Es común por ejemplo decir que mi anterior pareja era un desastre, una porquería, pero que la futura pareja va a funcionar todo bien. Lamentablemente esto generalmente no funciona: ¿Y saben la razón? Es porque uno no aprendió nada de su fracaso de pareja. Es mejor decir que la anterior pareja fue la adecuada para mí mientras funcionó, y ahí puse mi corazón, y cuando terminó la relación me dolió, pero sigo mi camino. Asumo las heridas y voy hacia un amor de mejor calidad, y si no de mejor calidad que al menos sea mas nutritivo. A veces cuando las heridas son bien transitadas y bien asumidas tienen el potencial de abrir más el corazón, bajo expectativas más reales.

¿Se han preguntado por qué tenemos tantas extrañas ilusiones en el mundo de pareja? En mi opinión se debe a que trasladamos problemas de la pareja de los abuelos y la de los padres a nuestras propias relaciones de pareja, abordando por ejemplo roles pasados que dañan la relación presente.

En definitiva, cada quién tiene que encontrar su propio modelo de pareja, pero ya con una mirada de superar estadios de relaciones familiares pasadas. Si aún están presentes en mí día a día con mi pareja, entonces no avanzamos y nos estancamos.

 

  • ¿Y cómo se aborda la fidelidad de las parejas, o más bien la infidelidad?

Y aquí entramos en tema clave en las actuales relaciones de pareja que a ratos me cuesta entender. El problema de la fidelidad es que casi siempre es pactada en la pareja, prometiéndose y jurándose ser fieles para toda la vida.

Sin embargo, en diversas ocasiones (o muchas ocasiones!) simplemente no se cumple. ¿Por qué hay tanta infidelidad?  ¿Por qué nos metemos en relaciones de pareja pactando fidelidad si no queremos ser fieles? ¿No sería más honesto plantear eso desde un comienzo? Se hacen pactos que no se van a cumplir, y lo extraño de todo es que nadie está obligado a hacer ese tipo de pactos. Hoy en día podemos crear modelos propios de relación y pactar lo que sintamos adecuado. Si lo analizamos es muy extraño e incongruente: se promete lo que  no se cumple y a menudo duele tanto el engaño, la deslealtad como la propia infidelidad sexual.

 

  • Pero quizás hay formas de relación de parejas diversas, en las cuales se hacen acuerdos o pactos que son cómodos o cercanos pero no necesariamente tradicionales en cuanto a lo que generalmente se espera de uno al hacer pareja

Exactamente. Las relaciones de pareja se abordan de acuerdo a las expectativas que cada uno tiene de una relación. Y va a depender de los tiempos y proyectos, donde por ejemplo probablemente una pareja que está pensando en hijos o que los tiene requiere de más convivencia, de núcleo. Pero en otros momentos, una pareja estaría mucho mejor sin una convivencia intensa, sino más bien con más espacio entre ambos. Todo acá es válido, ya que depende de los contextos y proyectos de las parejas.

 

  • Abordando las relaciones de pareja desde una mirada más sistémica, donde confluyen varios factores en las relaciones, y donde se repiten las relaciones de fracasos de una generación a otra, cuáles son las claves de un “buen amor”?

Aquí hay que detenerse en el siguiente punto: El pasado tiene una energía conservadora que busca que el futuro se le parezca. Por suerte tenemos la energía del futuro que es más potente que la del pasado.

Te doy un ejemplo:

En un taller que hice, una mujer dice que deseaba soltar ya a su ex pareja, con gran agresividad y rabia. Y yo le dije que era muy vistosa su exhibición pública de desprecio hacia su ex pareja.  Al día siguiente trabajamos con los desprecios que tenían su madre y su abuela contra sus parejas, que era su padre y su abuelo. ¡Y ella asumió eso y entendió la influencia familiar pasada que es la constelación familiar y esa es la clave!

En el trabajo de constelaciones familiares se observa que hay redes muy sutiles que influyen en los individuos. El instinto más fuerte en la actualidad es pertenecer a grupos, a ser iguales o leales por ejemplo a la familia y a los padres. Incluso hay formas de sufrimientos que expresan la lealtad a nuestros anteriores ¿Dónde está la clave a mi entender? En romper ese círculo complejo, que acompaña durante la vida y hace repetir patrones de comportamiento. En ese sentido las constelaciones familiares son muy importantes y sanadoras para enfrentar el futuro.

Por eso, en definitiva el problema no es que las personas no se quieran, sino más bien la mala gestión del amor, por decirlo de alguna forma.  El amor necesita de un orden para desarrollarse, que cada quién esté en el lugar que corresponde. Que el padre sea realmente padre, la madre lo mismo, y el hijo también. ¡Cada cual en su rol!

 

  • Los abuelos dicen que antes lo que se rompía se reparaba, que no se desechaban las relaciones como ahora. Bajo esta mirada crees que en la actual sociedad, en la cual según Zygmunt Bauman, “se han debilitado los vínculos humanos, convirtiéndolos en lazos más frágiles y menos sólidos”, se desecha más fácilmente una relación?

Yo pienso que algo hay de eso. Claramente hay mayor individualismo. El “yo” es más importante que el nosotros. Antes el yo era un “yo” más colectivo, pero ahora estamos empezando a pagar el precio del individualismo. Por ejemplo, en países como Suecia mucha gente muere sola y nadie se da cuenta, y ésto es debido a la completa soledad en que vive la gente.

Y hoy en día se espera que la pareja satisfaga el “yo personal”, y no es necesariamente la función de la pareja satisfacer ese “yo”.

Más que estar preparado de tener pareja, hay que estar preparados para ser pareja. Más que una mirada del “yo”, es una mirada más del “nosotros”. Fíjate que la gente se ha vuelto tan independiente que probablemente nos olvidamos de la importancia de la comunidad. Y cabe señalar que muy probablemente al mercado le conviene que exista este individualismo, donde cada uno es un consumidor individual.

 

  • Un profesor de marketing de una importante universidad decía que el secreto de la felicidad está en bajar las expectativas. Todo el mundo busca la felicidad. Sin embargo, por diversas razones pareciera que no siempre llegamos a ella debido por ejemplo a altas expectativas que nos imaginamos y que no siempre se cumplen.

 

¿Cree usted que una de las llaves de la felicidad desde la pareja es en moderar las expectativas, o en como usted dice en sus textos en comprender y asumir que el otro puede no hacerte feliz ni tampoco infeliz, y sería más bien ¿apostar a la felicidad dentro de cada uno?

Estoy de acuerdo que habría que bajar las expectativas pensando que nuestra felicidad no depende de la pareja. La felicidad actual se confunde con complacencia, eso claramente no es felicidad. Al parecer hay muchos “niños internos” en los adultos y hay que despedirse de ese niño interno.  Por la razón de que la pareja no es asunto de niños, sino una opotunidad para despedirse de la infancia.

Y el estar bien o estar mal no depende tanto de la pareja, depende de uno mismo, eso es fundamental. La pareja no es la encargada de cubrir los problemas que tuve por ejemplo con mi padre o mi madre. Se generan en definitiva expectativas confusas.

Además recordemos que la pareja no va a durar siempre, por lo que apostar a la felicidad es no esperar nada y disfrutarlo todo. No es resignación ni siquiera conformidad. Es aceptación y entrega a la vida. Y eso es fundamental para un buen amor.

 

Decálogo Joan Garriga:

  1. Sin ti no podría vivir / Sin ti también me iría bien
  1. Te quiero por ti mismo / Te quiero por ti mismo… bueno a pesar de ti mismo
  1. Hazme feliz / Siento el deseo espontáneo de que seas feliz
  1. Quiero una pareja / Mejor me preparo para ser pareja
  1. Te lo doy todo / Mejor dame lo que me mantiene en el mismo rango que tú
  1. Dámelo todo / Dame lo que tienes y eres y yo puedo compensar para mantener en mí Dignidad
  1. Ojalá sea intenso y emocional / Ojalá sea fácil
  1. Lucho por el poder / Cooperamos
  1. Yo pienso, tú sientes y ante lo difícil sálvese quien pueda / Reímos y lloramos juntos y juntos nos abrimos a la alegría y el dolor
  1. Que sea para siempre / Que dure lo que dure
  1. Primero los padres o los hijos y luego tú / Primero nosotros, antes que nuestras familias de origen y que nuestros hijos en común
  1. Te conozco / Cada día te veo y te reconozco de nuevo

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Entrevista realizada por Carolina Mancini – Periodista

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La relación de pareja y las constelaciones familiares

 

Cuando una pareja se encuentra por primera vez y se sienten atraídos, creen que sólo son él y ella, no toman en cuenta que detrás de cada uno de ellos está el padre y la madre, más atrás los abuelos, los bisabuelos etc., ambos son como los vértices de una pirámide invertida, también se encuentran los hermanos en la misma línea horizontal.

Cada uno de los integrantes de una pareja trae consigo toda la información genética de su familia que es mucho más que el color de ojos y la forma de la nariz, heredamos también  las experiencias positivas y negativas que ellos grabaron en su ADN, compartimos con ellos el “alma familiar”, como le llama Bert Hellinger, creador de las Constelaciones Familiares.

En esta información que compartimos con nuestra familia está lo fácil y lo difícil.

Cuando dos deciden formar una pareja no son solo 2 personas, son dos sistemas los que se unen y ambos entran en una comunidad de destino.

Hay casos en que uno de los integrantes de la pareja quiere separar al otro de su familia y eso genera grandes dificultades pues señala que no lo toma tal como es, que no lo respeta, quiere que el o la otra dejen de ser lo que son o cómo son, para ser como ellos/as quieren que sea.

Muchos piensan que al encontrar una pareja se logró un objetivo y se sientan a descansar, no se dan cuenta que este encuentro es realmente el comienzo de algo muy importante en el destino de ambos y que hay que trabajar para lograr un destino más rico y más pleno.

En esta unión de los dos sistemas hay tres palabras que para Bert Hellinger son de gran importancia: “SI” , “Por Favor” y “Gracias”

Muchas veces deseamos que los demás perciban, piensen y actúen como yo, lo que es muy difícil, por lo que comienzo a crear la fantasía de  poder cambiarlos, si no lo logro, me frustro, me enojo y comienzan las dificultades.

Bert Hellinger, creador de  Constelaciones Familiares,  señala en uno de sus libros: “…la relación de pareja sólo se logra cuando el hombre respeta a la mujer tal como es, exactamente como es, y que la mujer respeta al hombre tal como es, exactamente como es.”  Y yo me pregunto si he elegido a una pareja, a un igual ¿qué pasó con mi elección que no lo respeto? ¿lo veo como un igual o como alguien inferior?

Al elegir una pareja además de la atracción que es lo primero que nos lleva a contactarla, está el sustrato de valores y proyecto de vida que posee, los que si coinciden con los nuestros nos lleva a proyectar esa unión hacia el futuro. En el camino de la vida las personas realizamos cambios ya sea por experiencias vividas o por caminos de crecimiento personal, si éstos no modifican los cimientos, la pareja se mantiene diciendo periódicamente:  “SI, TE TOMO COMO ERES”

Hellinger continúa diciendo: “El asentimiento: Yo te amo  así como eres… así como eres, eres buena para mi…..esto le da seguridad a la pareja……Entonces agrega algo más: me alegra ver a tu madre, tal como es y me alegra ver a tu padre, tal como es…. La pareja se siente mucho más segura si sus padres son reconocidos y amados, tal como son.”

Tomar a la otra persona tal como es, es tomarla con sus fortalezas y fragilidades, tal como tú deseas que  te tome, tal como eres. Es respetar al otro  como quieres que te respeten a ti.

En lo cotidiano es natural tener diferentes puntos de vista los que se pueden compartir y discutir en forma positiva existiendo en esa comunicación el respeto mutuo y la apertura personal a estar equivocado, a reconocer el error o a buscar una solución diferente a la original de c/u. Esta forma de convivencia refleja que ambos están en el mismo nivel,  ninguno es superior al otro, ni pretende controlarlo.

Hay un factor importante a tener en cuenta:  el hombre es diferente a la mujer, son complementarios pero no iguales,  sus cerebros funcionan de manera diferente especialmente en lo emocional, lo que en una relación de pareja  es bastante crucial. ¡Cuántas veces escuchamos decir “mi pareja no me comprende”, “yo no sé por qué reacciona de esta manera”!

Hellinger señala  “El crecimiento significa: yo asumo en mi interior algo que hasta ahora me era ajeno y que me desafía a renunciar  a mi superioridad. Ambos lo hacen mutuamente, el hombre y la mujer. Con eso crecen.”  Crecen como personas y como pareja.

 

Eliana Zlatar Z.

Consteladora Familiar Sistémica – Practitioner en PNL

www.comprendiendo.cl

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