Una pregunta frecuente que se le realiza al terapeuta al iniciar una terapia es cuánto tiempo tardaré en alcanzar los objetivos terapéuticos y cuánto tiempo pasará hasta que note cambios significativos en mi vida.
Otra pregunta frecuente es cuál es la clave para recuperar la felicidad y la autoestima. Desde mi experiencia, os puedo contar que no hay respuestas absolutas para estas preguntas, pero sí os puedo adelantar que me he dado cuenta que uno de los aspectos fundamentales para retomar a la normalidad es la disposición de ayudarse a uno mismo.
No obstante, algunas personas parecen no comprender esta idea tan elemental. Parecen insatisfechos de poder quejarse todo el día de lo mal que están las cosas, con tal de no hacer nada para resolver sus problemas. Se consideran asimismo víctimas de circunstancias injustas y esperan, pasivamente, que algo o alguien me salve. Desgraciadamente esto no sucede, o en raras ocasiones sueles pasar. Es evidente éste enfoque pasivo ante el crecimiento personal ha sido reforzado por algunos profesionales de la salud y medios de comunicación. Todos tenemos la la la cabeza la imagen de un paciente tumbado en el diván, verbalizando todo aquello que le pasa por la cabeza, mientras que el terapeuta amable escucha y asiente de vez en cuando con la cabeza. Es verdad que una relación afectuosa y comprensiva con una persona de confianza puede ayudar. Pero sin duda, las personas que tienen éxito en terapia son aquellas que se esfuerzan y trabajan durante las sesiones, pero también lo hacen en los intervalos entre sesiones para desarrollar una mayor autoestima. Las personas que tienen éxito en su crecimiento personal no echan las culpas al mundo, sino que asumen la responsabilidad personal de cambiar sus vidas. Tienen capacidad de lucha, capacidad que se ve recompensado gracias a su trabajo personal principalmente, más allá de la eficacia del terapeuta que le acompaña.
Por este motivo te quiero hacer una pregunta y me gustaría que la respondieras en este mismo instante: ¿Estás dispuesto pagar el precio de la felicidad? ¿Estás dispuesto realizar alguna actividad que te ayude a cambiar tu vida, y además invertir en tu crecimiento personal?
¿Te has limitado a leer las preguntas o las has contestado en voz alta? El objetivo es llevarte a la acción. ¿Lo estoy empezando conseguir? Que tomes parte activa en este proceso o no, será crucial para desarrollar tu autoestima, dejar atrás tus miedos, sanar tus heridas emocionales y construir una vida plena donde puedas crecer y ser feliz.
¿Te animas?
Irene Morales
Coach Espiritual
www.institutodraco.com
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Extraido de www.institutodraco.com
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Hace mucho tiempo unos mayas me enseñaron algo que he intentado practicar y que no es nada fácil.
Ellos me preguntaron ¿cuántas preguntas te haces al día?. Al ver mi cara de sorpresa era evidente que no me hacia o me hacia muy pocas. Me empecé a preguntar porque no me preguntaba y lo que apareció era obvio, me daban miedos las respuestas. Tendría que hacerme cargo de ellas y probablemente hacer cambios y tomar decisiones.
Cuando llevé este aprendizaje a talleres me di cuenta que no estaba sola en este problema y que a todos o casi todos nos pasaba lo mismo.
Cuando me refiero a preguntas, quiero decir cuantas veces en el día, te preguntas , ¿cómo estás?, o ¿ cómo está tu vida?, ¿cómo te sientes? Y tantas otras que pueden venir a tu cabeza.
Es verdad que al sistema económico que tenemos no le conviene gente pensante o que se pregunte muchas cosas, así consumimos más y somos más “dóciles” al momento de actuar. Quizás por eso hemos ido eliminando la filosofía de las aulas y de las calles, lo cual sólo me asusta y no me gusta.
Las preguntas que nos hacemos son nuestro pequeño espacio de libertad que nos permite poder elegir y sobre todo hacernos cargo de todo lo que nos está pasando.
Las preguntas ayudan a que no nos mintamos, a que seamos capaces de ver nuestras luces y nuestras oscuridades todo el tiempo y podamos actuar en consecuencia.
Quiero invitarte a hacerte preguntas desde que te despiertas hasta que te acuestes, no para que puedas elegir, seguramente hay muchas de ellas en que la respuesta será obvia y no podrás elegir pero el solo ejercicio de practicarlas te hará sentir distinto frente a todo, incluso frente aquello que tendrás que hacer igual o en aquellas donde la respuesta será evidente.
El solo ejercicio te sorprenderá porque habrán muchas respuestas que las dará tu cuerpo y tus emociones sin poder controlarlas desde tu cabeza, simplemente ocurrirán.
Es como cuando tiembla o es Año Nuevo donde tu cabeza se va a personas que no imaginaste o que te ratifican que son las importantes de tu vida.
Te harás preguntas como si quieres hacer regalos de navidad en noviembre, o si tu hijo(a) necesita otro par de jeans o tal vez si es necesario o si quieres comer ese pie que sabes que te engorda. Tal vez serán más importantes como si eres no feliz, si estás en paz, si te sientes bien o orgullosa (o) de ti mismo(a).
Te advierto con cariño que el ejercicio de hacer más y más preguntas requiere de una condición y esta es la valentía, para poder aceptar las respuestas y hacerte cargo de ella. No es tarea nada fácil ni cómoda pero te aseguro que es muy satisfactorio el ejercicio de ser congruente con uno mismo y actuar desde el corazón todo el tiempo.
También da miedo empezar a practicarlo todo el día, pero es solo al principio. Pasa algo hermoso que, es que después de ver, no es nada cómodo volver a hacerte el tonto(a) haciéndote el ciego(a) de nuevo.
Parece ser un aprendizaje que no tiene retorno. Buena suerte, ojalá lo practiques con todo, yo al menos estoy en eso.
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Uno puede sentirse estresado mientras hace cola en el súper o en la oficina de correos, conduciendo en medio de un denso tráfico o por una carretera desconocida que cruza un bonito bosque, cuando se acerca una fecha importante o mientras se mantiene una conversación. ¿Te suena alguna de estas situaciones?
Además podemos experimentar una reacción de estrés anticipado, recordando este tipo de situaciones. Por más insignificantes que nos puedan parecer, todas las situaciones que valoramos como estresantes provocan una amplia variedad de síntomas, que van desde la tensión muscular hasta el dolor de cabeza, insomnio, problemas gastrointestinales, problemas en la piel… El estrés sostenido durante un largo periodo de tiempo, puede ser factor determinante para el desarrollo de enfermedades más graves, como las afecciones cardíacas, especialmente cuando nos enfrentamos al estrés con estrategias inadecuadas como el tabaquismo, el abuso de sustancias, la sobrealimentación o el exceso de trabajo.
Según el psiquiatra Víktor Frankl, “entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. Es ese espacio descansa nuestra capacidad para elegir una respuesta. Y en esa respuesta se asienta nuestra libertad y nuestro crecimiento”. Es decir, tenemos la capacidad para aprender el modo en que vamos a responder a las situaciones estresantes.
La conciencia nos proporciona la libertad de elección de nuestra respuesta. La clave está, entonces, en la conciencia. Evidentemente, reaccionar de la manera habitual en la que reacciono normalmente ante una situación similar a la que me acaba de ocurrir, es la manera más fácil de reaccionar, es la manera aprendida. Pero, ¿no te gustaría aprender nuevas maneras y deshacerte de viejos hábitos?
Es importante aprender a desconectar de nuestro piloto automático que nos empuja a viejos hábitos aprendidos, pero que no son respuestas eficientes en la mayoría de los casos. El hecho de ser plenamente consciente de los efectos del estrés en nuestra vida y el modo en que nos relacionamos con él, constituye el primer paso, paso imprescindible además, para la elección de nuevas respuestas y más adecuadas. ¿Te atreves a tomar este nuevo camino?
Irene Morales
Coach Espiritual
Extraido de www.institutodraco.com/es
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