Originalidad, pensamiento imaginativo… todos queremos ser mas creativos y solucionar problemas, pero ¿Cómo se puede conseguir?
¿Tienes un problema y consideras que necesitas más imaginación para solucionarlo? Pues lee este artículo hasta el final porque eso está a punto de cambiar.
«Cuando doy rienda suelta a lo que soy, me convierto en lo que podría ser» – Laozi
Aquí te dejo 10 ideas que a muchas personas nos han ayudado:
1.- PREPARA TU MENTE.
Estamos rodeados de montones de ideas, para apreciarlas debemos estar “maduros”, receptivos. Cuanto mas centrados nos encontremos en el problema, mas posibilidades tiene nuestra mente de estar preparada para generar ideas.
En la década de 1940, el ingeniero suizo George de Mestral empezó a preguntarse como crear una forma óptima de cerrar la ropa el día en que la cremallera del vestido de su mujer se atascó. Meses después, descubrió frutos de cardo alpino sujetos al pelo de su perro. Resultó que los frutos tenían pequeños ganchos prendidos a los rizos del pelo del animal. Como la mente de De Mestral estaba madura para las ideas relacionadas con cierres, desarrolló el concepto de adherencia del Velcro®.
2.- CAMBIA DE ENFOQUE.
Prueba a utilizar el pensamiento lateral. Primero, enfoca el problema en forma de pregunta. Después piensa si has formulado la pregunta adecuada o si puedes replantear el problema como una pregunta distinta que tenga una respuesta posible.
Cuenta una leyenda de oficina que había una empresa cuya sede estaba ubicada en un rascacielos. Por desgracia, los ascensores eran tremendamente lentos y el personal comenzó a quejarse de la espera. Entonces el administrador del edificio encontró una brillante solución. Instaló espejos fuera de los ascensores y el problema se esfumó.
¿Qué ocurrió? En lugar de pasear de un lado a otro durante la espera, el personal se pasaba el tiempo acicalándose. Ya no hubo mas quejas relacionadas con los ascensores.
El problema de origen, la velocidad de los ascensores, nunca se resolvió. En cambio, el administrador resolvió un problema distinto, cómo mantener a las personas ocupadas durante la espera.
3.- COSA DE NIÑOS.
Si intentas encontrar un enfoque simplificado para una situación compleja, piensa en cómo se lo explicarías a un niño de forma que él lo entendiera. Descríbelo en un párrafo corto. Después, reduce ese párrafo en una frase de 10 palabras. Después en tres.
4.- EMPIEZA POR EL FINAL.
Imagina que ya lo has logrado. ¿Como has llegado hasta ahí? Cual fue el paso final? Y el anterior? Al desandar el trayecto puedes crear un plan para llegar a tu destino!
5.- BUSCANDO VÍNCULOS.
Si te encuentras ante una situación nueva que no guarda relación con nada de lo que has hecho anteriormente, esta técnica está hecha para ti.
Primero describe el problema que intentas resolver, por ejemplo “los niños no ayudan en las tareas domésticas”.
Después, conviértelo en un problema general “cómo hacer que los niños (o las personas en general) hagan algo que no quieren”.
Piensa en otras situaciones donde haya surgido ese problema general “conseguir que la gente haga algo que no le apetece” se aplica a muchas situaciones, por ejemplo, pedir a los conductores que limiten la velocidad, o que las personas en general donen sangre.
Para lograr que las personas donen sangre se puede mostrar lo beneficioso que resulta para la sociedad y para ellas mismas, del mismo modo, le puede indicar a sus hijos los beneficios de mantener su casa ordenada: mas facilidad para encontrar las cosas, mas tiempo, etc.
6.- UNA NUEVA PERSPECTIVA.
Si te encuentras con “el problema de siempre” pregúntate qué es diferente esta vez. Como decía Einstein: “Si siempre haces lo mismo, siempre conseguirás lo mismo”. Un pequeño cambio puede ayudar a romper esa pauta.
7.- TÉCNICA DEL ¿POR QUÉ?
En ocasiones nos quedamos atrapados en un problema planteado de forma errónea, esta herramienta nos ayuda a llegar al fondo del asunto. Es una técnica muy apreciada en el mundo de la empresa. Consiste en plantear la pregunta ¿por qué? sucesivamente hasta llegar a la raíz del problema. Los resultados te sorprenderán.
8.- PREGUNTAS DE GUERRILLA.
Además del ¿Por qué? ya mencionado, una manera de entender la situación y empezar a trabajar en su resolución es haciendo uso de las preguntas ¿quién? (forma parte del problema, hay mas implicados?) ¿cual? (es el problema? ¿Qué me impide actuar? ¿De qué podría prescindir? ¿Qué podría ayudarme?) ¿Dónde? (lo resolveré? ¿en qué otro lugar podría resolverlo?) ¿Cuándo? (Planeo estudiar el problema? ¿Por qué no hago algo antes o después?) ¿Cómo? (voy a abordar el problema? ¿Hay otra forma de hacerlo?)
9.- BUSCA INSPIRACIÓN.
Las personas a las que admiramos por su “Saber hacer” pueden ser una gran fuente de inspiración, pensar: “¿cómo lo habría hecho X?” puede ser una palanca para la creatividad.
Billy Wilder ha inspirado a muchos directores de cine, sin embargo, él tenía su propia fuente de inspiración, en la pared de su despacho colgaba un cartel que decía: “Cómo lo habría hecho Ernest Lubitsch?”
10.- TIENTA A LA SERENDIPIA.
La serendipia es una “casualidad favorable”, un hallazgo inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. En la historia de la ciencia son frecuentes las serendipias. Por ejemplo, Albert Einstein reconoce su existencia en algunos de sus hallazgos.
No se puede forzar su aparición, pero sí es posible aumentar su probabilidad al probar cosas nuevas.
Como comentamos, el pensamiento creativo tiene relación con las ideas, pero también es una actitud, sus elementos mas importantes son el optimismo y un enfoque libre de prejuicios.
¿Qué vas hacer para pensar de forma más creativa?
Recuerda que eres dueñ@ de tu vida. Convierte tu libertad en valor.
Sobre la autora:
Isabel Gómez, es Mentora y Coach Profesional en www.isabelgomezl.com .
Licenciada en Ciencias del Trabajo, Master en Marketing, MBA y Emprendedora vocacional.
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La creatividad y la innovación se están convirtiendo cada vez mas en una obligación para cualquier profesional que quiera sobrevivir y evolucionar en el mercado actual, sin embargo, determinadas ideas preconcebidas limitan su desarrollo. Vamos a verlas.
Empecemos por el principio: Creatividad… Innovación… ¿Qué las diferencia exactamente?
Llamamos creatividad a la capacidad de generar ideas o conexiones imaginativas sobre algo. Deben ser originales y aportar algún tipo de valor.
Por otro lado, innovación es un proceso empresarial capaz de convertir una buena idea en producto o servicio que tenga cabida y aceptación en el mercado. Requiere de una metodología de trabajo.
Es decir, innovar es hacer que una idea creativa se convierta en algo rentable y que aporte valor.
Todos los investigadores de prestigio en lo relacionado con creatividad están de acuerdo en una misma idea: ser creativo está al alcance de todos. Sin embargo, a la hora de desarrollar la creatividad (ideas) y de convertirla en innovación (productos/servicios que aporten valor y rentabilidad) aparecen ciertas creencias arraigadas, en su mayoría erróneas y negativas que limitan el proceso.
Estas son algunas:
1.- “Hay que nacer creativo”. La creatividad se puede trabajar y mejorar en cualquier momento de la vida. Unas personas son creativas de una manera y otras de otra. El atreverse a experimentar y algunas técnicas como el coaching pueden ayudar a avanzar hacia un pensamiento mas útil y realista en este sentido.
2.- “En mi sector / empresa / servicio no se puede innovar” o “Solo las empresas grandes pueden hacerlo”. Rotundamente falso. En todas las empresas se puede innovar, es más, cada vez nos veremos más obligados a hacerlo.
Lo que sí es cierto es que hay empresas donde es más sencillo innovar: ¡las pequeñas!
No es lo mismo un emprendedor o profesional con una estructura básica que aplica inmediatamente y con agilidad cualquier idea, que una organización con una estructura rígida que antes de implementar un cambio, éste debe pasar por varios despachos y recibir idéntica cantidad de autorizaciones.
3.- “Hay que estar inspirado para crear”. No es cierto, la creatividad es el resultado de horas de trabajo.
Para llegar al invento de la bombilla tal y como la conocemos actualmente, Thomas Edison aplicó 300 teorías diferentes, hizo pruebas con cientos de materiales y realizó1000 pruebas antes de conseguir dar con la bombilla perfecta. Cuando dio a conocer al mundo el proceso que había seguido, lo expresó así: “No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos”
Es famosa la frase de Picaso al respecto: “Las musas, si vienen, es mejor que te cojan trabajando“.
4.- “Para ser creativo es mejor estar solo”, está demostrado que es en el seno de los equipos de trabajo donde se pueden producir ideas mas brillantes. El trabajo en equipo multiplica por tres los resultados individuales. Pura sinergia.
5.- “Para crear hay que ser especialmente inteligente o tener una formación superior”, cualquier persona puede tener ideas creativas. Cuanto mas ingenuo (incluso infantil) y posibilista sea el enfoque, mejor. Una mente creativa pregunta el por qué de las cosas, indaga, investiga…. sin tener en cuenta condicionamientos ni limitaciones. Mente abierta.
¿Quién nos iba a decir hace 20 unos años que un día estaríamos comunicadas por dispositivos móviles minúsculos que nos permitirían hacer fotografías, ver videos, navegar en Internet, etc.? Y todo esto además accesible para la mayor parte de las personas.
6.- “Todo está inventado”, es un pensamiento erróneo y muy extendido. Siempre hay espacio para implementar innovaciones incluso en los terrenos mas explorados.
Cuando parecía que todos los yogures del mundo estaban inventados la empresa Danone sacó al mercado un lácteo que ayudaba a reforzar las defensas y se convirtió en poco tiempo en el producto más rentable en la historia de la compañía.
En la era del CD ¿Alguien pensaba que en poco tiempo se desarrollaría una tecnología que permitiría almacenar en un pequeñísimo espacio una cantidad, impensable en otros tiempos, de información con los reproductores MP3?
En definitiva, la creatividad y por extensión la innovación, dependen fundamentalmente de la ilusión, las ganas y la actitud, desarrollados mediante un proceso que las convierta en realidad.
¿Qué harás para eliminar los obstáculos que limitan tu creatividad?
…
Sobre la autora:
Isabel Gómez, es Mentora y Coach Profesional en www.isabelgomezl.com .
Licenciada en Ciencias del Trabajo, Master en Marketing, MBA y Emprendedora vocacional.
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«Te lo digo como lo siento porque soy sincero” dice alguien tras soltar una bomba, o bien “Si te digo una cosa, no te enfadas, ¿verdad?” ¿cuantas tormentas dialécticas han empezado así?
La discrepancia es inherente a las relaciones humanas. Constantemente estamos negociando, contrastando ideas y buscando alternativas con las personas que nos relacionamos. Si nosotros tenemos una opinión formada sobre diferentes aspectos, las demás también la tienen.
Discrepar no es negativo en si mismo, al contrario, la diversidad de puntos de vista es enriquecedor en cualquier relación: familiar, profesional, de pareja… si todos fuésemos iguales y pensáramos lo mismo, nos moveríamos en un entorno irreal y aburrido.
De acuerdo pero, si tener opiniones diversas es positivo ¿por qué llegamos con tanta facilidad a la discusión acalorada y desagradable?
El conflicto surge con frecuencia por no tolerar el punto de vista del otro, si a esto añadimos una forma inadecuada de abordar estas diferencias, la discusión está servida.
Si simplemente dejamos de ponernos a la defensiva y nos mantenemos en “modo receptivo”, conseguiremos un dialogo mas fluido, enriquecedor y efectivo.
Los conflictos no se pueden prever, así que aquí te dejo 10 “ideas preventivas”, son sencillas técnicas que te ayudarán a actuar en lugar de reaccionar.
10 IDEAS PARA DISCREPAR DE FORMA CONSTRUCTIVA:
1.- ESCUCHA. Es cuestión de actitud. Antes de que empiecen a volar objetos, pregúntate ¿Qué es bueno para mi y para el otro?. Sé que en determinados momentos requiere un esfuerzo, pero respira, concéntrate y escucha lo que la otra persona tiene que decirte.
2.- ANALIZA TUS EMOCIONES. Toma distancia y escúchate a ti mismo. ¿Qué estás sintiendo? Esto te ayudará a evitar una reacción instintiva.
3.- SÉ RESPETUOSO: No des por supuesto que la otra persona está totalmente equivocada y tú sabes mas que ella. El equivocado puedes ser tú! Así fácilmente conseguirás que tu interlocutor se ponga a la defensiva e inicie una batalla contra ti.
4.- PIENSA QUE PODRÍAS ESTAR EQUIVOCADO Y TRANSMÍTELO ASÍ, esto hará que el ambiente de la conversación sea mas relajado y hará que la otra persona actúe, en la mayor parte de los casos, del mismo modo. Déjale una salida digna.
5.- MUÉSTRATE AMIGABLE Y CONCILIADOR. Conseguirás rebajar la tensión, tu interlocutor no se sentirá amenazado y podréis dialogar. Escucha y pon de manifiesto los puntos en los que estáis de acuerdo e inicia la búsqueda de otros, descubrirás que podéis llegar a mas acuerdos de los que inicialmente pensabas!
6.- PONTE EN SU LUGAR. Lo constructivo es pensar ¿Cuál es la intención del otro? ¿Realmente quiere molestarnos? Este tipo de reflexiones nos darán una visión más global de la situación.
7.- NO CONFUNDAS LA IDEA CON LA PERSONA. Evita pronunciar palabras que evidencien crítica directa o desprecio hacia la persona. Céntrate en el elemento que está en debate.
8.- LIMITATE AL TEMA. No manipules ni te salgas por la tangente sacando a colación cosas que nada tienen que ver con el tema principal.
9.- MIDE LAS CONSECUENCIAS DE TUS PALABRAS. Puedes ejercer un daño innecesario en tu oponente o en la relación.
10.- MEJOR, UNA SOLUCIÓN SOLIDARIA DONDE LAS DOS PARTES SALGAN GANANDO o, al menos, no haya ganador y perdedor. Esto permitirá que la relación, cualquiera que sea su naturaleza, siga adelante.
FRASES – CLAVE PARA FLEXIBILIZAR LAS DISCREPANCIAS
– Las 6 palabras mas importantes “Admito que yo he estado equivocado”.
– Las 5 palabras mas importantes: “Tienes razón para pensar así”.
– Las 4 palabras mas importantes “¿Y tu que opinas?”
– Las 3 palabras mas importantes: “No pasa nada”.
– Las 2 palabras mas importantes: “Muchas gracias”.
– La más importante: “Nosotros”.
– La menos importante: ¨Yo”.
Fuente: F. Gavilán
Recuerda que eres dueñ@ de tu vida. Convierte tu libertad en valor.
Isabel Gómez, es Mentora y Coach Profesional en www.isabelgomezl.com .
Licenciada en Ciencias del Trabajo, Master en Marketing, MBA y Emprendedora vocacional.
Isabel ayuda a profesionales que se encuentran estancados o insatisfechos y desean dar un paso adelante en su carrera desarrollando sus competencias profesionales. Si deseas recibir su ayuda personalizada, solicita una sesión estratégica aquí http://www.isabelgomezl.com/trabaja-conmigo/
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Imagina que estas contando a un amigo algo que te ocurrió, mientras avanzas en el relato notas como la vista se le va a hacia el horizonte, dedica una mirada furtiva a su móvil, luego empieza a arreglarse una uña…. Está claro, no te está escuchando. ¿Te ha ocurrido alguna vez?
Muchas personas confunden escuchar con esperar su turno para hablar, en estos casos, la conversación se convierte en un cruce de monólogos sin utilidad alguna.
“Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien escuchar”.
Epicteto
Vamos a identificar los elementos que, con mayor frecuencia, dificultan la escucha y la comunicación efectiva.
6 OBSTÁCULOS QUE IMPIDEN LA ESCUCHA ACTIVA.
– ESCUCHA SELECTIVA: en cuanto alguien descubre que su interlocutor tiene opiniones diferentes a las suyas o intereses no afines, desconecta. Cualquier señal basta para descalificar el discurso del otro: diferencias culturales, políticas, otros puntos de vista…
– EL ADIVINO: el oyente predice lo que el hablante va a decir, lo interrumpe constantemente con sus conclusiones o para exponerle sus puntos de vista, porque, en el fondo, considera que no va a escuchar nada nuevo.
– EN BABIA: el que escucha mira atentamente al que habla, pero su mente esta muy muy lejos…. en el país de Babia concretamente.
– EL INTERMITENTE: cuando detecta que la exposición de su interlocutor no es tan interesante como esperaba, desconecta y escucha solo a ratos, intentando seguir el hilo argumental.
– EL INCONSTANTE: plantea preguntas a su interlocutor para animarlo a hablar, pero en cuanto empieza, lo corta para iniciar su propia disertación.
Escuchar bien es difícil, requiere un gran esfuerzo consciente y es un acto de generosidad, aunque tiene muchos beneficios, uno de ellos, que nos escuchen a nosotros. Sigue leyendo y te diré como mejorar tu nivel de escucha.
“Saber escuchar es el mejor remedio contra la soledad, la locuacidad y la laringitis”.
William George Ward
¿QUÉ HACER PARA ESCUCHAR MÁS ACTIVAMENTE?
1.- MUÉSTRATE ABIERTA AL DIÁLOGO. Una actitud abierta y el dejar a un lado tus intereses por un rato harán que tu interlocutor se sienta invitado a conectar contigo.
2.- NO TE DISTRAIGAS. No permitas que tu mente vague de un tema a otro. Concéntrate en la conversación y mantén contacto visual permanente con quien está hablando.
3.- VACÍATE DE PREJUICIOS Y CREENCIAS. Recuerda que todo el mundo tiene derecho a comunicarse y a expresar sus puntos de vista. Evita juzgar a los demás. Mantente atento al contenido y evita utilizar palabras que puedan molestar.
4.- PRACTICA LA ESCUCHA EMOCIONAL. Escucha y mira directamente a tu interlocutor, fíjate en las emociones que acompañan a las palabras ¿sonríe? ¿cómo es su respiración? ¿y su tono de voz?
5.- DA FEEDBACK. Asiente de vez en cuando y parafrasea. Repetir alguna parte de la exposición, como pie para que la persona se apoye en ella y profundice. También es útil realizar pequeños resúmenes para asegurarnos de que estamos entendiendo bien, nuestro interlocutor lo percibirá como una muestra de interés.
6.- ATENCIÓN AL LENGUAJE NO VERBAL. En ocasiones lo que tu interlocutor no dice resulta mas importante que lo que sí expresa. Mantente atento a sus silencios, cambios de entonación, expresión facial, postura corporal… ¿contradicen su discurso? La comunicación no verbal se realiza de forma inconsciente, si no está sintonizada con la verbal, pregúntate qué está pasando.
7.- EVITA INTERRUMPIR. Es muy frustrante para alguien que están expresando algo importante verse interrumpido constante por una persona que termina sus frases, cambia de tema, o emite opiniones precipitadamente. Un buen oyente debe ser paciente.
8.- NO DES CONSEJOS. Ni minimices lo que te están contado o respondas con frases hechas. Simplemente escucha, averigua la intención con la que tu interlocutor te ha contado algo y pregúntale en qué puedes ayudarlo. Tal vez necesite que simplemente lo escuches, o le gustaría tener tu opinión, o recibir alguna sugerencia. Te lo dirá.
9.- VALORA A TU INTERLOCUTOR. Con simplemente escuchar harás que tu interlocutor se sienta valorado y mejore su autoestima, a cambio está depositando en ti su confianza y, si tienes paciencia, es posible que aprendas algo o escuches alguna anécdota divertida o útil.
10.- CONCENTRACIÓN RELAJADA. Si quieres ser un buen oyente y un buen conversador, olvídate de ti mismo y céntrate en tu interlocutor. Cede el protagonismo del momento a la persona que has decido escuchar y permítete fluir con la conversación.
De estas ideas ¿Cuáles tu gustaría aplicar?
Recuerda que eres dueñ@ de tu vida. Convierte tu libertad en valor.
Isabel Gómez, es Mentora y Coach Profesional en www.isabelgomezl.com .
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Parte I – ¿Qué son las Creencias Limitantes?
¿Cuantas veces hemos escuchado “este niño es muy vago” o bien “a Ana se le dan fatal las matemáticas”? O tal vez hayas tenido una mala experiencia en una piscina y ahora no quieras ni acercarte a ellas porque asocias piscina con peligro.
Las interpretaciones sobre nuestras experiencias en el pasado pueden haberse convertido en creencias que nos limitan en la edad adulta… ¡sin haberlas verificado ni revisado en momento alguno!
Sigue leyendo porque en este artículo encontrarás claves para entender de donde provienen y cómo sustituir estas convicciones que te impiden avanzar por otras más productivas.
¿Qué es una creencia?
Una creencia es algo que admitimos como verdadero sin haberlo verificado. Normalmente vienen del pasado, en ocasiones de la infancia y, como sería imposible verificar todo aquello que creemos, utilizamos generalizaciones. La educación que hemos recibido juega un papel determinante en relación con nuestras convicciones futuras.
Sin nuestras convicciones o creencias, la “realidad” sería como un queso gruyere, es decir, estaría llena de agujeros. Este tipo de ideas están muy enraizadas en nuestra mente, nos aportan seguridad y nos ofrecen una representación aparentemente sólida da la realidad.
Son las gafas que utilizamos para ver el mundo, si los cristales son oscuros o claros, nítidos o borrosos nos influirá, porque nuestro universo personal se basa en ese prisma. No es lo mismo ver el mundo bajo el cristal de la confianza que bajo el de la desconfianza y el temor constante, por ejemplo.
Según la antropología, en nuestro pasado remoto, las generalizaciones podían marcar la diferencia entre una larga vida o una muerte rápida. Si nuestros ancestros no hubieran identificado un león con peligro, hubieran durado poco. Sin embargo, en el siglo XXI nuestros miedos, válidos en situaciones que implicaban riesgo físico, ahora nos limitan en situaciones donde el riesgo solo es psicológico. Y nos limitan sin que lo sepamos porque actúan en un plano inferior a la conciencia, es decir, sin que nos demos cuenta.
Somos lo que creemos.
Nuestro cerebro recibe cada día una gran cantidad de información, para simplificar, tendemos a identificar cada experiencia con otras anteriores similares, con sensaciones, recuerdos… esta identificación elimina las características particulares de cada experiencia, así nos resulta mas fácil conectarla con un recuerdo.
Por ejemplo, si durante la infancia tuvimos una gran amiga americana, podríamos tender a pensar que las americanas son buenas amigas (todas en general) y cuando nos presenten a alguien de ese origen nuestra predisposición será muy positiva, eso lo detectará la otra persona y facilitará el crear una buena relación, con lo que nuestra creencia se reforzará.
El problema surge cuando relacionamos experiencias que solo tienen una parte en común y nos limitan.
Si en algún momento nos mordió un perro de raza doberman, podríamos pensar generalizando que esta raza de perro (o los perros en general) no son de fiar y extremaremos precauciones en el futuro, incluso podríamos llevar la generalización a todos los animales evitándolos, cuando la realidad es que un perro concreto y único fue quien nos mordió.
Ni que decir tiene que cuando un perro detecta nuestra incomodidad tiende a responder de forma poco amistosa.
De algún modo podemos decir que “creamos lo que creemos”. Nuestros comportamientos actúan sobre nuestras creencias y también al revés.
PARTE II: ¿Cómo eliminar creencias limitantes?
A continuación te presento un sistema de seis pasos para conseguirlo:
1.- Detección.
Una creencia no es buena o mala en sí misma. Todos convivimos innumerables convicciones, unas nos “empoderan” y otras nos limitan o crean interferencias entre nosotras y nuestros objetivos.
Se trata de detectar aquellas creencias que realmente nos impiden avanzar y deseemos cambiar.
Te habrás encontrado con algunas cuando dices cosas como “soy capaz de…” o “yo no puedo…” o bien “si fuera capaz de… podría…”.
¿Qué creencia sientes que te está limitando?
¿En qué te limita concretamente?
Divide una hoja de papel en tres columnas y anota en la primera una lista relacionando los perjuicios que te genera el pensar así.
2.- ¿Cómo se generó esa creencia?
Las creencias están basadas nuestra interpretación de hechos pasados. Intenta recordar la situación que le dio origen. Hacerlo te ayudará a darte cuenta de que sí, puede tener una base real (o tal vez no), pero no por ello debe bloquear tu presente porque se refiere a un hecho concreto.
3.- Identifica qué beneficios te aporta.
Lo creamos o no, toda creencia nos aporta algún tipo de beneficio, consciente o inconscientemente. Al principio es difícil darse cuenta de ellos, pero si profundizas los encontrarás.
Hace un par de semanas, en una sesión de coaching una clienta me comentaba que quería armonizar su vida profesional con la personal y empezamos a trabajar en los horarios de trabajo que se marcaba. Me decía que no era capaz de salir de la oficina antes de las diez de la noche si no había dejado absolutamente todos los asuntos resueltos, y eso ocurría casi a diario. Cuando empezamos a profundizar, se dio cuenta de que con esa creencia obtenía a cambio el reconocimiento de su jefe y la preocupación cariñosa de su madre y de su pareja, en realidad le encantaba recibir ese tipo de atención. Se quedó perpleja cuando asoció un extremo con el otro.
Ocurre algo curioso y es que muchas personas están de algún modo “enganchadas” a los beneficios de la creencia. Que por un lado las limita pero por otro les aporta beneficios que valoran.
Toma de nuevo la hoja de papel y anota en la segunda columna los beneficios de tal creencia.
4.- ¿Qué pasaría si esa creencia no existiera?
Imagínate sin tu creencia, siendo libre.
¿Cómo sería tu vida?
¿Qué beneficios obtendrías? Pueden ser de tipo económico, social, bienestar personal y familiar, promoción profesional…
Visualízate.
Si, por ejemplo, tienes miedo a hablar en público, imagínate ante un auditorio con personas escuchando atentamente lo que tienes que decirles.
Recréate en esa idea. ¿Cómo te hace sentir?
Por último, escribe en la tercera columna con qué nuevo escenario te encontrarías si te liberaras de la creencia.
5.- Haz balance y decide.
Ahora toca valorar, analiza cuidadosamente lo que has escrito.
¿Qué columna pesa mas para ti, la primera o la segunda?
Es importante que entiendas de forma clara la situación para poder tomar una decisión consciente. Llevas mucho tiempo “dejándote llevar” sin tomar las riendas en este asunto.
Es una decisión difícil que debe ser tomada desde la responsabilidad y el compromiso contigo mismo porque, en cualquier caso, tú decides.
6.- Primeros pasos.
Si has tomado la decisión de dejar atrás la creencia limitante piensa:
¿Cuál es el primer paso que puedes dar?
¿Por qué nuevo hábito positivo puedes sustituir la vieja creencia limitante?
Te propongo algo, haz la prueba de implementar el nuevo hábito por un tiempo, por ejemplo, un mes, y después valora los avances que has realizado en ese período.
Salir de la zona de confort siempre cuesta, pero es el único modo de avanzar. Con comodidad no hay avance.
Visualiza de vez en cuando en los beneficios que tendrás cuando dejes atrás esa vieja forma de pensar ¿Verdad que vale la pena el esfuerzo?
Las creencias son un verdadero freno en nuestras vidas tanto a nivel personal como profesional. Si necesitas ayuda adicional, pídela.
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En el ámbito del emprendimiento ocurre con excesiva frecuencia, la tasa de mortandad infantil empresarial alcanza a tres de de cada cuatro nuevos negocios que no sobreviven a los tres primeros años de vida. Aunque las causas pueden ser muy diversas y de diferente naturaleza, no está de más reflexionar sobre la persistencia a la hora de ver resultados.
Siempre me ha encantado la historia del bambú japonés, ya que ilustra muy bien determinados momentos que todos tenemos en la vida en los que, por mucho que trabajemos en pos de algo, las cosas no acaban de rodar como esperamos.
En algunas de estas ocasiones abandonamos con excesiva celeridad. Trabajar arduamente sin recoger frutos puede llegar a ser frustrante, y cuando esto ocurre lo más fácil es tirar la toalla y comenzar un nuevo proyecto.
Esto no tiene que ver con aferrarse a una idea que ha demostrado su falta de viabilidad. Estamos hablando de otra cosa.
Sin embargo, en otras ocasiones no nos damos por vencidos. Y cuando eso ocurre suele llegar un momento en el que empezamos a notar que algo se mueve, que los “brotes verdes” que asomaban tímidos empiezan a aparecer y crecer de forma imparable. Es en ese instante cuando el trabajo empieza a dar sus frutos.
Para ilustrar este momento la analogía que más me gusta es la del bambú japonés, cuyo cultivo requiere grandes dosis de paciencia.
Durante sus primeros siete años de vida no veremos aparecer nada sobre la superficie de la tierra, hasta tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber sembrado unas semillas defectuosas o de haber cometido algún tipo de error.
Pero durante el séptimo año, y durante un período de sólo seis semanas, la planta de bambú empieza a crecer hasta llegar a una altura superior a los 30 metros. ¿Podemos decir entonces que el bambú tarda sólo seis semanas en crecer? No, para que eso ocurra son necesarios siete años y seis semanas.
Durante los siete primeros años de aparente inactividad, el bambú desarrolla en silencio un complejo entramado de raíces que le permitirán sostener las ramas futuras.
Este aprendizaje lo podemos trasladar a nuestra vida cotidiana y a nuestros proyectos profesionales, en los que en ocasiones buscamos soluciones rápidas, queremos éxitos inmediatos y nos olvidamos de que todo proyecto necesita un tiempo de asentamiento y crecimiento interno.
En esos momentos es bueno recordar el ciclo de maduración del bambú japonés y aceptar que mientras sigamos trabajando y no abandonemos por no “ver” inmediatamente el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo, dentro de nosotros. Estamos creciendo, madurando, y muy probablemente en un breve plazo empezarán a aparecer otros “frutos” visibles porque con frecuencia, es cierto que “el que resiste gana”.
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¿Te ha ocurrido alguna vez?…
Tienes un sueño que te encantaría hacer realidad, sin embargo, cuando piensas en llevarlo a la práctica no sabes ni por donde empezar. Te parece demasiado “grande”, complicado o abstracto.
Si es así, sigue leyendo porque en este artículo podrás encontrar técnicas desarrolladas por Edwin Locke y Gary Latham de las Universidades de Maryladn y Toronto, especializados en el estudio de los objetivos alcanzables y los mecanismos que los rodean.
Si hay algo que de verdad nos motiva en la vida y nos ayuda a seguir adelante y a superar los retos cotidianos es tener sueños, objetivos, una visión de futuro, sin embargo, no todo vale. A veces formulamos objetivos de forma incorrecta y eso conduce no sólo a no alcanzarlos sino que también nos genera frustración.
¿Qué características debe tener un objetivo bien formulado? Los estudios revelan que es más probable cumplir un objetivo si:
1.- Respeta nuestros valores. De nada sirve que nos fijemos metas que contradicen nuestros valores, a medio plazo acabaremos abandonando porque se generará un choque interno entre lo que creemos (que forma parte de nuestra identidad) y aquello que nos obligamos a hacer. Si, por ejemplo, somos personas que valoramos el cuidado de la salud y nos ponemos como meta adelgazar quince kilos en un mes, estaremos siendo incongruentes con uno de nuestros valores.
2.- Reto. Si un objetivo es demasiado sencillo, siempre y cuando tengamos los recursos necesarios (conocimientos, habilidad, salud…), acaba perdiendo el interés para nosotros y será difícil de sostener. Es mas probable que logremos una meta compleja que una excesivamente sencilla. Si, por ejemplo, nos gusta correr, es más probable que consigamos correr 15 kilómetros en tres meses que 5 en ese mismo período, siempre que, como decimos, tengamos la posibilidad real de hacerlo.
3.- Elegido por uno mismo o conscientemente aceptado. Cuando los objetivos son impuestos o no han sido plenamente entendidos e interiorizados es muy probable que acabemos tirando la toalla porque en el fondo, no son nuestros objetivos.
4.- Específico. Cuanta mayor concreción, mejor. No es lo mismo decir, “Quiero hacer un viaje romántico con mi pareja” que decir “Quiero hacer un viaje de una semana a París en el mes de mayo con mi pareja y que nos hospedemos cerca de la Torre Eiffel”.
5.- En positivo. Podemos poner metas de acercamiento (nos acercan a lo que deseamos) y de evitación (eluden lo que no deseamos). Se ha comprobado que la mente humana no reconoce bien el “no”, si te digo “cierra los ojos por un momento y NO pienses en un elefante rosa” hay muchas posibilidades de que termines pensando en un elefante rosa. Con los objetivos ocurre lo mismo, tendremos muchas más posibilidades de éxito si nos enfocamos en un objetivo formulado en positivo, por ejemplo, sustituir “no quiero tener mi escritorio desordenado” por “quiero que mi escritorio esté siempre limpio y en orden”.
6.- Por escrito. Los especialistas en fijación de objetivos (como Caroline Miller – Creating Your Best Life) enfatizan la necesidad de poner por escrito aquello que nos propongamos conseguir, ya que aumenta exponencialmente las posibilidades de alcanzarlo.
7.- Tener una persona de referencia a la que “rendir cuentas”. El saber que dentro de quince días tendremos que comentar si hemos cumplido nuestros compromisos nos hace entrar una “presión positiva” que nos conduce a la acción y nos mantiene enfocados. Esta persona, en función del tipo de objetivo, puede ser alguien de nuestro entorno o bien un coach profesional que nos acompañe y apoye, entre otras cosas, en el camino hacia lo que queremos conseguir
8.- Crear etapas. Cuando se trata de objetivos complejos, facilita el trabajo el hecho de definir diferentes etapas que nos vayan acercando progresivamente hacia el lugar donde queremos estar. Son los objetivos intermedios o de ejecución. Si nuestro objetivo es correr una media maratón (21 km) en cuatro meses, podríamos proponernos corer 5 kilómetros en un mes, 10 km en dos meses, 15 km en tres y los 21 en cuatro, por poner un ejemplo.
9.- Recibir feedback. Es importante fijar indicadores que nos informen de nuestro progreso, es fundamental conocer nuestros avances. Es mas sencilla la “evaluación continua” que el “examen final”. En el ejemplo anterior, sería fácil saber si nuestra evolución está siendo la adecuada mes a mes.
10.- Compromiso. El que veamos un objetivo como relevante y a la vez alcanzable para nosotros nos hará estar comprometidos y motivados. Nuestro compromiso y motivación serán las palancas que nos empujarán a la acción.
Se suele hablar de objetivos SMART, acrónimo anglosajón que traducido significa Sencillo, Medible, Alcanzable, Realista, Temporizado.
¿Por qué no realizar un pequeño test para validar tus objetivos?
Respóndete a las siguientes preguntas sobre tu objetivo:
– El objetivo que te acabas de fijar ¿Cumple los diez requisitos anteriores?
– ¿Está relacionado con un valor importante para ti?
– ¿Qué obstáculos puedes encontrarte y cómo los vas a superar?
– ¿Cómo puedes aumentar tu grado de compromiso y motivación?
– ¿Qué logros intermedios definirás para medir el progreso?
– ¿A quién vas a “rendir cuentas”?
…
Recuerda que eres dueñ@ de tu vida, convierte tu libertad en valor.
Sobre la autora:
Isabel Gómez, es Mentora y Coach Profesional en Isabel Gómez www.isabelgomezl.com .
Licenciada en Ciencias del Trabajo, Master en Marketing, MBA y Emprendedora vocacional.
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El sentido de todo esto. ¿Para qué?
Nuestra vida esta llena de cosas que hacer, prisas, obligaciones… Las horas no nos dan para todo lo que queremos hacer y muchas veces nos planteamos mejorar la gestión de nuestro tiempo.
La cantidad de tiempo de la que disponemos cada día está predefinida, nos viene dada. Tenemos veinticuatro horas, ni más ni menos. No lo podemos cambiar. Lo que si podemos cambiar es cómo gestionamos las tareas. Es decir, no podemos actuar sobre el tiempo de que disponemos, pero si sobre como gestionamos nuestras actividades. Es cuestión de tareas, no de tiempo.
Para ser eficientes, necesitamos conocer primero qué sentido que tiene para nosotros lo que queremos hacer. Preguntarnos ¿para qué todo esto?. Esa pregunta nos conecta con nuestros deseos profundos y nos hace descubrir la razón y objetivo de nuestras actividades.
En ocasiones realizamos una tarea de modo correcto pero al final nos damos cuenta de que lo equivocado era la realización de la tarea en si. No hacía falta, o no era lo que queríamos realmente.
Por eso es importante preguntarse con frecuencia para qué estamos haciendo algo, cual es nuestra motivación y para qué sirve.
1.- Evita las interrupciones.
Reuniones, cafés compartidos, emails, redes sociales… todo ello puede formar parte del trabajo, pero si no lo tienes bajo control, se convertirán en tus grandes enemigos porque te impedirán cumplir con lo que tenías programado.
¿Cuáles son las horas en las que mas avanzas en tu trabajo? Probablemente a primera hora de la mañana y por la noche, ¿verdad? La principal razón es porque a esas horas el teléfono, las visitas y las reuniones no te interrumpen. Calma chicha.
¿Qué pautas seguir para evitar interrupciones? Debes definir las tuyas propias, como idea, te contaré alguna de los míos.
Cuando tengo que terminar una tarea, por ejemplo un artículo, evito las distracciones del teléfono fijo descolgándolo, y del móvil sacándole el volumen. Así tengo la certeza de que nadie me va a interrumpir por esa vía.
¿Redes sociales? Yo las utilizo como una herramienta profesional y entro dos veces al día, a última hora de la mañana y a última hora de la tarde. Suficiente para mi.
¿Email? Con dos veces al día me basta normalmente (utilizo un sistema de carpetas por prioridades que te explicaré en otro artículo) después queda cerrado. Antes de utilizar este sistema, lo mantenía abierto todo el día, eso me generaba estrés y además me hacía estar interrumpiendo constantemente la tarea que estaba desarrollando.
Cuando quiero comunicarme con alguien y el asunto y las circunstancias lo permiten, utilizo el correo electrónico en lugar de una reunión o llamada telefónica, es menos invasivo y así permito al destinatario que responda cuando mas le convenga, respetando sus propios tiempos.
Estas son algunas de mis pautas, extraidas de material sobre productividad y adaptadas a mis necesidades, pero insisto, cado uno debe encontrar las suyas propias en función de su las exigencias de su trabajo y preferencias. Una vez que las definas, cúmplelas a rajatabla.
¿Accesibilidad constante?
En mi primera etapa como directiva, solía tener la puerta de mi despacho siempre abierta, me gustaba la idea de estar accesible siempre que se me necesitara, hasta que descubrí que no era operativo, las numerosas interrupciones, en ocasiones solo para comentar algo no demasiado importante, me hacían perder la concentración de lo que estaba haciendo constantemente.
En un momento dado, decidí que durante dos horas por la mañana y dos horas por la tarde cerraría la puerta del despacho. Por supuesto, expliqué las razones en la compañía. El cambio en mi productividad fue notable.
Te sorprenderá lo que avanzas si reservas espacios de tiempo para trabajar aislada y sin interrupciones.
2.- Duerme lo necesario.
El restar horas al sueño, de modo habitual, para dedicar al trabajo, es algo que con el tiempo pasa factura, además, tu rendimiento, creatividad y actitud se resentirán al día siguiente.
Ser productivo no significa trabajar mas, si no utilizar tu creatividad para encontrar soluciones que exigen menos esfuerzo y cuando has dormido poco, esta desciende a niveles mínimos.
Lo que puede ser un apaño y solución puntual nunca debe convertirse en un hábito. Organízate mejor y duerme lo necesario.
3.- Reduce al mínimo el número de reuniones.
¿Cuánto cuesta una reunión? Veamos:
El tiempo directamente invertido en ella, el tiempo de desplazamiento, el tiempo de prepararla, cambiar el registro mental, el “coste de oportunidad” (el trabajo que dejas de realizar por asistir). ¡Y todo esto multiplicado por el número de asistentes!
El problema es que con frecuencia una reunión es precursora de la siguiente porque en ocasiones no solucionan las cuestiones que las crearon, suelen tomar como punto de partida conceptos demasiado generales e inabordables en el tiempo disponible, es muy frecuente salirse del tema, los asistentes no suelen llevarlas preparadas…
Si es posible, ¿Por qué no utilizar las nuevas tecnologías como Skype o incluso el teléfono? Cada vez mas profesionales trabajan exclusivamente de este modo con estupendos resultados.
¿Están justificadas todas las reuniones que se celebras en el día a día en tu empresa, o si trabajas por tu cuenta, las que mantienes con tus clientes, colaboradores, proveedores, etc.?
Valóralo y toma medidas.
4.- Cuida tu motivación fijado objetivos intermedios.
Si te fijas objetivos demasiado lejanos es fácil que te desanimes, pierdas la ilusión y acabes abandonando.
Cuanto menos tiempo necesites para lograr algo, mas fácil será que lo consigas. Pasar un año trabajando sin recibir feedback ni tener resultados puede ser desalentador. A todos nos gusta terminar unas cosas y empezar otras, no estar “anclados” en una tarea interminable.
En el artículo Como convertir tus sueños en objetivos alcanzables hablabamos de dividir objetivos en etapas.
Si por ejemplo, tu objetivo es escribir un libro en un año, será mas sencillo si te planteas tener la estructura definida en un mes, luego un mes para desarrollar cada capítulo (de un total de diez) y un mes final para pulir detalles. El que al final del tercer mes tengas la estructura y los dos primeros capítulos te hará sentir satisfecha porque estás cumpliendo plazos y avanzas de forma adecuada. Esa satisfacción actuará como palanca sobre tu motivación.
En definitiva, define pequeños hitos que te hagan sabes que estás en el camino correcto y celébralos. Te ayudará a cargar las pilas y a mantener la moral alta.
5.- Planifica cada día qué harás la siguente jornada.
Si cada día a última hora concretas la agenda para el día siguente, empezarás cada jornada con las ideas claras y totalmente enfocada.
Es una inversión de diez minutos que resulta muy rentable.
6.- Aplazar te roba tiempo.
En algún momento todos aplazamos algo, de hecho algunas empresas han desarrollado estrategias comerciales basadas en ello, como las de paquetería urgente o las que abren el día de Navidad pensando en los que dejan la compra de regalos para el útlimo día.
Pero para muchas personas este hábito resulta muy perjudicial, ¿de dónde procede la costumbre de aplazar?
Expertos en productividad han identificado los ocho motivos con los que con frecuencia nos justificamos para postergar tareas. Algunas razones son internas (miedo al cambio, miedo al fracaso, dejarlo todo para el último momento y tendencia a adquirir demasiados compromisos) y otras son externas (tareas desagradables, tareas demasiado complicadas, flujo de tareas difuso y meta difusas).
Teniendo en cuenta esta información, ya puedes identificar tus razones. ¿Cuáles son?
Un ejercicio interesante en este sentido es hacer una lista por categorías de las tareas profesionales, las responsabilidades personales y los objetivos a largo plazo que has dejado desatendidos, las tareas a corto plazo, llamadas telefónicas, unas vacaciones, etc…
Una vez tengas las tareas en la tabla identificadas y hayas tomado consciencia, puedes organizarlas creando una lista de prioridades. A tu manera. Se trata de tener una herramienta sencilla y muy visual que te indique qué debes hacer en cada momento, así, cuando termines una tarea, sabrás qué es lo siguiente que debes hacer. Las tareas mas complejas puedes desglosarlas en otras mas pequeñas.
Un truco muy útil es adoptar la costumbre de hacer en el momento cualquier tarea que tengas pendiente y para la que necesites invertir menos de cinco minutos. No lo aplaces, hazlo ya. Si lo dejas para mañana y lo sumas a otras cosas pendiente, se convertirá en un tiempo precioso que tendrás comprometido y que podrías dedicar a otras actividades mas gratificantes para ti.
Si eres capaz de controlar esta tendencia tan habitual, habrás dado un gran paso para mejorar tu eficiencia personal.
Recuerda que eres dueñ@ de tu vida, convierte tu libertad en valor.
Sobre la autora:
Isabel Gómez, es Mentora y Coach Profesional en www.isabelgomezl.com .
Licenciada en Ciencias del Trabajo, Master en Marketing, MBA y Emprendedora vocacional.
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¿Alguna vez te ha pasado que alguien te pide algo, tal vez abusando un poco de la amistad y tu, para evitar cualquier tipo de conflicto, accedes de mala gana?
¿Cómo te sientes en ese momento? ¿Enfadado con esa persona y contigo mismo por no haber dicho “NO”?
Sigue leyendo, porque a continuación te presento algunas claves para que no vuelvas a sentirte nunca más así.
¿Para qué decir NO? La Importancia.
Decir No es, en primer lugar, una necesidad de orden práctico porque difícilmente podremos organizar nuestro día a día si accedemos a cualquier petición que se nos presente.
Por otro lado, el decir “no” es una forma de reafirmar nuestra personalidad y respetar las necesidades propias.
Cuando una persona alcanza sus objetivos, muchas veces habrá dicho “NO” a propuestas que no encajaban con sus deseos, ideales o valores.
“No es suficiente saber lo que hay que decir, también hay que saber cómo decirlo” Aristóteles.
El decir “NO” es compatible con ser querido y agradar a otras personas. Cuando nos resistimos a dar una negativa, estamos anteponiendo los deseos de otras personas a los nuestros. Esto puede provocar en nosotros frustración y llevarnos hacia la infravaloración ¿O esta actitud proviene de allí? ¿Causa o efecto?
Todos queremos agradar, y a la vez, tener en cuenta nuestras necesidades personales. ¿Cómo actuar entonces?
Estas son algunas claves:
– Tómate el tiempo que necesites para reflexionar sobre qué es lo que tú realmente quieres.
– Define tus prioridades. ¿A qué tendrías que renunciar para atender esa petición?
– Valora qué emociones te incitan a decir “SI” (miedo a… herir a alguien, crear un conflicto, decepcionar, enfrentarte a alguien, parecer egoísta…).
– Piensa en una forma correcta de decir “NO”. Tu forma correcta.
– Recuerda que si te cuesta dar una negativa, cualquier persona podrá manejar tu voluntad apelando a tus miedos.
– Ponte en valor. Si siempre aceptas las propuestas ajenas, te estás diciendo “NO” a ti misma.
¿Cómo hacerlo?
Mi recomendación es que reflexiones sobre el modo de decir NO que mejor se adapte a ti. Ahí van algunas ideas:
1.- Ten presente la regla de oro: evita dar una negativa seca (“no”), procura decir algo más. Un “no” rotundo y solitario puede generar malestar, distancia, resentimiento….
2.- Haz una clara diferenciación entre la persona y la petición. El que rechaces una petición puntual no significa que rechaces a quien te lo solicita. Déjaselo claro.
3.- Da alternativas: el decir “no, pero te propongo…” y proponer otras posibilidades suaviza la negativa y hace que el receptor se sienta comprendido.
4.- Utiliza la empatía dando una explicación que te acerque al otro “Agradezco que hayas pensado en mi, el proyecto me parece muy interesante, sin embargo, me gusta dedicar las tardes a mi familia porque….”
5.- Presta atención al tono. Evita utilizar un tono hostil o duro. Se amable y da la negativa en tono firme pero relajado.
6.- Equilibrio. La clave para unas relaciones en armonía (con nosotros mismos y con los demás) es el equilibrio.
¿Te gustaría implementar estas ideas en tu vida? ¿Cómo lo harías?
Tu tiempo y tu energía son recursos limitados, utilízalos con eficacia.
Recuerda que eres dueñ@ de tu vida, convierte tu libertad en valor.
Sobre la autora:
Isabel Gómez, es Mentora y Coach Profesional en www.isabelgomezl.com .
Licenciada en Ciencias del Trabajo, Master en Marketing, MBA y Emprendedora vocacional.
Isabel ayuda a profesionales que se encuentran estancados o insatisfechos y desean dar un paso adelante en su carrera desarrollando sus competencias profesionales. Si deseas recibir su ayuda personalizada, solicita una sesión estratégica aquí http://www.isabelgomezl.com/trabaja-conmigo/
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A todos nos gusta tener un grupo de amigos, familiares y compañeros en los que confiar, con los que compartir las alegrías y los sinsabores que se nos plantean “compartiendo, las penas duelen la mitad y las alegrías se disfrutan el doble” dicen por ahí.
¿Has visto la película “Los padres de ella”, en ella trabajan Ben Stiller y Robert de Niro como protagonistas, de Niro somete a una serie de pruebas a su yerno, Ben Stiller, antes de permitirle entrar en su “circulo de confianza”.
¿Qué es concretamente el “círculo de confianza”?
Imagina un árbol talado, sus anillos son la mejor manera de entenderlo. Cada árbol tiene los anillos propios de su crecimiento, son concéntricos, parten de un punto central. Ese punto central eres tú, y los anillos o círculos son los límites de cada una de las zonas.
¿Cómo funciona?
El primer círculo que nos rodea representa a nuestra familia, se podría decir que nacemos dentro de un círculo fijo, en el se encuentran: padres, abuelos, hermanos… personas con las que mantienes el mayor grado de confianza a lo largo de la vida.
A partir de ahí surgen nuevos círculos y dentro de ellos entran nuevas personas y tienden a desarrollar y a crecer, surgen con las primeras amistades infantiles.
El primer círculo permanece inalterable, sin embargo, los otros círculos son flexibles, aparecen y desaparecen, se agrandan o reducen en función de tus decisiones. Cuanto mas cerca esté el círculo del centro (de ti) mas importante y cercanas serán las personas que allí se encuentran.
Podemos crear un círculo íntimo, donde incluimos a nuestra pareja o la persona en la que depositas toda tu confianza. Este círculo es alterable e incluso puede desaparecer en algunos momentos de la vida.
El siguiente es el círculo de amistad. Los verdaderos amigos, aquellos que conoces y te conocen en profundidad.
Y el último es el círculo de los conocidos. Este es el más grande y más lejano a ti. Aquí cada día pueden entrar y salir diferentes personas, y se podría considerar que están en fase de entrenamiento para entrar en tu círculo de amistad.
Como ves, no existe un único círculo, si no diferentes anillos que representan distintos niveles de confianza e intimidad.
Bien, aclarado este punto. ¿te gustaría mejorar tus relaciones interpersonales con las personas que forman parte de tus diferentes círculos (familiar, íntimo, de amistad, incluso conocidos? ¿Cómo mejorar tu nivel de inteligencia relacional? Aquí te dejo algunas pautas.
Claves mejorar tus relaciones personales.
Aprender a desenvolverse socialmente es algo que se aprende y quienes lo han conseguido pueden haberlo hecho por diferentes razones: necesidad, imitación o porque han encontrado un espacio propio para hacerlo.
No todos somos iguales en este terreno, hay personas que se sienten cómodas en una conversación de dos, otras disfrutan más dentro de un grupo pequeño, y otras personas solo se abren cuando se encuentran ante los grupos grandes.
Aprender a sentirnos cómodos en diferentes situaciones y con personas diversas nos permite ocupar el lugar que nos corresponde social y profesionalmente. Además de nuestro desempeño, la facilidad con que nos relacionamos con otros puede determinar nuestro éxito profesional, y lo mismo ocurre en la familia y con la pareja.
Los expertos señalan que las personas que viven en un entorno social son mas felices que las que no están rodeadas por otras personas.
Estas son algunas ideas para mejorar el modo en que nos relaciones con los demás:
1.- Entra en contacto contigo mismo.
¿Qué es lo que te gustaría obtener de esta situación? Imagina que te invitan a un cumpleaños donde solo conoces a dos personas. Si, por ejemplo, te propones entablar conversación con otras dos, estarás orientado y sabrás qué hacer. Esta actitud te sacará de la pasividad y aliviará el miedo. Decide qué quieres hacer y no te dejes llevar, cuando dependes de tu entorno aparecen síntomas de estrés: el cuerpo se tensa, el corazón se acelera…
2.- Pasa de una posición pasiva a una activa.
En ocasiones nos cuesta porque hemos sido educados para actuar de forma pasiva, haciendo “lo que debemos” en cada situación, en lugar de lo que nos apetece. Cuando conocemos a alguien o nos encontramos con una nueva situación social, solemos preguntarnos ¿qué debo hacer? En lugar de ¿qué me apetece hacer? Cambia el chip.
3.- Aprende a escuchar.
Escuchar es difícil, requiere entrenamiento y mucha generosidad. Me refiero a la escucha verdadera, a estar completamente volcado y en contacto con la otra persona sin emitir juicios internos ni estar pensando en lo próximo que vas a decir.
Dar consejos refuerza el ego de quien los da, pero no suele ayudar a quien los recibe. Escuchar hace que nuestro interlocutor salga de su soledad, que sienta que lo acompañamos genuinamente. Además, ser escuchados es muy agradable e incluso terapéutico.
4.- Practica la empatía.
La empatía nos permite ponernos en lugar del otro sin dejar de ser nosotros mismos.
¿Has oído hablar de las neuronas espejo? Según el Dr. Jean Decety, de la Universidad de Chicago, experto en el estudio de la empatía, las neuronas espejo hacen que, de forma involuntaria, imitemos a nuestro interlocutor. No solo sentimos e imitamos lo que la otra persona siente cuando adopta una postura específica, sino que también podemos adivinar sus sentimientos e intenciones.
Cuando nuestro interlocutor actúa como nosotros se crea la sincronía emocional, una herramienta natural para las relaciones sociales. Alguien nos “cae bien” cuando estamos en sincronía, cuando nuestras neuronas espejo vibran al unísono, es decir cuanto mas nos podamos identificar con la otra persona y cuanta mas empatía muestre hacia nosotros mas fluirá la relación.
Te recomiendo el siguiente video sobre las neuronas espejo y la empatía:
http://www.youtube.com/watch?v=09EwTBukLyY
5.- Actúa con confianza.
¿Por qué no? Cuando actuamos con confianza somos mas libres, más auténticos, mas creativos y eso genera mas confianza.
Lo contrario de la confianza es el miedo, que hace que creemos una máscara tras la que intentamos mantenernos ocultos para evitar el peligro. No somos nosotros mismos. Volviendo a al concepto de la sincronía emocional, el miedo hace que nuestro interlocutor también esté tenso y no se sienta a gusto.
6.- Obsérvate.
De nuevo, entra contacto contigo mismo. Cuanto mas analices tus mecanismos emocionales y como influyen en los demás, más capaz serás de identificarlos en otras personas a la hora de interacturar.
Se trata de tomar las riendas y actuar de acuerdo con tus verdaderos deseos y valores, de que seas consciente de la tremenda influencia positiva que puedes ejercer sobre ti misma y sobre otras personas.
Recuerda que eres dueñ@ de tu vida, convierte tu libertad en valor.
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Sobre la autora:
Isabel Gómez, es Mentora y Coach Profesional en www.isabelgomezl.com .
Licenciada en Ciencias del Trabajo, Master en Marketing, MBA y Emprendedora vocacional.
Isabel ayuda a profesionales que se encuentran estancados o insatisfechos y desean dar un paso adelante en su carrera desarrollando sus competencias profesionales. Si deseas recibir su ayuda personalizada, solicita una sesión estratégica aquí http://www.isabelgomezl.com/trabaja-conmigo/
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