Como la gran mayoría de las personas he estado organizando los regalos de Navidad, viendo qué será lo que necesitan los que me rodean; qué les gustará más. Vitrineando me he topado con tanta gente estresada, apurada, mal genio, etc, que me llevó a reflexionar acerca de lo que realmente necesitamos, como sociedad, especialmente en diciembre, que es un mes lleno de actividades, cansancio propio del fin de año y gastos…y llegué a la conclusión de que urge que tengamos más PACIENCIA.
La paciencia es definida por la RAE como “la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. Capacidad para hacer cosas pesadas o minuciosas. Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho”. Definitivamente es lo que hoy hace falta en nuestro mundo.
Ayer estábamos en un lugar de comida rápida y la persona que estaba pidiendo se demoraba en decidir si quería el combo 1 o 2. Un joven atrás se impacientó y empezó a chiflar, sí a chiflar! Y a gritar “tengo hambre, apúrate, mejor no pidas nada, etc.” Debe haber tenido unos 22 años, lo miré y le dije que eran extranjeros y sus ojos llenos de ira me contestaron “me da lo mismo de donde sea, quiero comer ya!” Obviamente, decidí no hablarle más porque el miedo se apoderó de mí, con tan poca paciencia él era capaz incluso de pegarme a mí si le decía cualquier otro comentario.
Entrando al supermercado a las 8:30 am la semana pasada por la puerta de salida ingresó una señora de unos 85 años y un señor que iba saliendo le grita “vieja pava no ves que es la salida” y un par de garabatos más. La señora se puso a tiritar, puso cara de confundida, incluso dijo perdón. De nuevo, ¿qué le faltó al caballero? Paciencia, empatía, pensar en que cualquiera se puede equivocar.
Así nos topamos todo el día con gente que anda con mala actitud, que tocan las bocinas si te demoras un segundo en avanzar con verde, que retan a los niños porque se han demorado en abrocharse los zapatos y las relaciones interpersonales cada día están más deterioradas…Es por esto que en esta navidad pido Paciencia para todos!
M e acuerdo una vez que mi hija de 2 años estaba enferma con un virus que se llama “Manos, pies y boca”, los padres que hayan tenido a algún hijo con esto me entenderán. Es muy molesto para los chiquititos y poco remedio se les puede dar, por lo que le empecé a escribir a mi pediatra para ver qué más le podía recetar para calmar el llanto y me escribió: “gotas de paciencia para la mamá” Justo era eso que se necesitaba, calma, respirar profundo, amor para la chiquitita y nuevamente, PACIENCIA! Por algo se dice que “la paciencia es la madre de todas las ciencias”
Si nosotros somos impacientes prefiero ni imaginar cómo van a ser las futuras generaciones que se están criando en el mundo de la inmediatez, de lo desechable, del “ahora ya”.
Uno ve muchas veces que los niños se ponen mal genio cuando ven televisión porque salen los comerciales y no son continuos los monitos. Entonces aparece netflix que es maravilloso, ya no tienen que esperar! 20 capítulos al hilo sin pausa…qué miedo cómo muchas veces criamos sin darnos cuenta del resultado que obtendremos a futuro.
La invitación entonces es a pedir diariamente “paciencia”. A desarrollar la tolerancia, la empatía, la tranquilidad. Cocinemos un queque para navidad en el horno con nuestros niños, (no en el microondas que ya se puede o con la caja de queque listo). Expliquémosles que se demora en “subir”, en que hay que esperar que se enfríe para poder comer, etc. Busquemos maneras de poder cada uno vivir con más armonía, siempre desde el amor y el respeto al prójimo.
El viernes me pidieron ayuda en el colegio de mi hija para ir a maquillar como Cleopatra a las niñitas de 4to básico. Obvio que fui feliz de poder aportar y además, siempre es rico estar infiltrada y poder conocerlo un poquito más.
Hace una semana mi hijo de 2 años tomó mi celular y se le ocurrió, con mucha creatividad, hacer como si fuese un barquito en el mar, hundiéndolo y sacándolo muchas veces en el WC, ups! Con harta fe lo dejé en arroz, lo sequé con secador, lo llevé al servicio técnico, sin embargo no tuvo arreglo…
Como siempre intento sacar el lado positivo de lo que me pasa, aún cuando de verdad es una sensación nueva, al borde de la abstinencia tecnológica y casi tiritona, estuve 7 días sin celular y pude comprobar lo liberador que es. Desde hace algún tiempo llevo a mis hijos a una doctora Antroposófica y ella me habla siempre de la importancia de regular el uso de pantallas (celulares, tv, computador, ipad, etc) en pos de la salud familiar, y me aplicado con el tema y lo hemos disminuido mucho, sin embargo ahora sí que tengo la convicción personal de lo diferente que es vivir conectados a la tecnología.
En estos 7 días obligadamente tuve que aprender a confiar. Confiar en que los niños están bien en el colegio; confiar que mis pacientes llegarían a la hora agendada; confiar en que si quedas con una amiga en hacer algo, sí pasará; y así millones de ejemplos más. La confianza y la responsabilidad van de la mano, pues es tener la alternativa de mandar un whatsApp para excusarme que llego tarde, o si se me queda la lista del supermercado llamar a la casa para que me la dicten de nuevo. Al no tener celular uno se debe hacer cargo de que lo que hay que hacer debe ser tal y cual lo planeado.
Otra cosa que me llamó la atención fue cómo mejoró mi comunicación con la gente que me rodeaba, en mi casa, en el supermercado, etc. Uno anda más abierta a entablar conversaciones. Me senté en una sala de espera de una consulta médica y obvio que le conversé a la señora de al lado, cosa que no hacía hace mucho tiempo. A la vez, te empieza a molestar que todo el mundo esté con el celular en la mano en una comida, en la calle, jugando con los niños, etc. Igual me daba algo de envidia jajaja estuve a punto de pedirle a la señora de la plaza que me lo prestara 5 minutos porque de verdad se echa de menos! Sin embargo estoy segura que mis niños nunca habían tenido una mamá más conectada con ellos, más entretenida y presente que en esta semana.
Parte de la abstinencia de la tecnología era no poder revisar las redes sociales y algunas noches a través de un computador las miré y para mi sorpresa, no había nada interesante. La sensación fue de una total decepción. Me metí esperando entretenerme, ver lo que me había perdido y en realidad, no había nada que valiera especialmente la pena. Todo podía esperar, al final uno las revisa como un hábito inconsciente.
Algo que también me pasó, es que uno deja de ser una sabelotodo, y la sensación también es liberadora. Con la tecnología uno lo sabe todo, lo encuentra todo, lo averigua todo. Sin celular si me preguntaban si iba a llover no sabía y no podía averiguar, simplemente contestaba no sé y ya está, y la verdad es que no pasa nada. Hoy uno se siente un poco obligada a saberlo todo!
Lo último que me pasó es que volví a mirar, sí a mirar. Encontré casas en el camino que nunca había visto. Cuando llegué antes (sin celular y sin reloj un día llegué 30 minutos antes) al jardín de mi hijo me bajé del auto y miré cómo estaban jugando en el patio, lo gocé, me conecté con el presente. Incluso manejé mucho mejor, sin el celular al lado y revisando los whatsApp en los semáforos.
De hecho pensé mucho en que rico debe haber sido criar antes, como lo hicieron mis papás: conectado en el presente; viviendo el día a día tranquilos; mirando; gozando lo que está pasando ahora y no sacando fotos de lo que está pasando y contándolo por facebook o whatsApp. Criar desde el instinto y no desde los que leemos en internet. Sin comparaciones más allá de los que los rodeaban. Sin grandes aspiraciones. Vivir, vivir simples, tranquilos, hacer las cosas bien y conectados con lo que realmente importa.
Sinceramente no volvería a estar 7 días sin celular por opción, sin embargo me propuse realmente usarlo mucho menos, guardarlo cuando esté con los niños (para estar con ellos en tiempo presente y además, para que no se vuelva a ir al WC jajajaj) Para así poder convivir con mayor conciencia y armonía entre la conexión y la desconexión tecnológica.
Paula Eugenia Fischer Levancini
Coach en Programación Neurolingúística
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La frase de Albert Einstein «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo» se me viene a la cabeza cada vez que atiendo personas cansadas de que nada les resulte como lo desean y sin embargo, siguen haciendo lo mismo. Muchas veces de forma rutinaria, repiten el mismo proceso esperando conseguir un nuevo resultado, que finalmente, nunca obtienen y ahí los invade la desesperación, frustración, cansancio, desilusión y muchos otros sentimientos que sólo desalientan el espíritu.
Por ejemplo, es tan simple como hacer un mismo trayecto en auto en el que me demoro 30 minutos y pretender demorarme 15, haciendo la misma ruta. Ahí el resultado será, ir estresada por demorarme la mitad, corriendo riesgos innecesarios, realizando faltas en las normativas del tránsito, etc. Así y todo, no lograría demorarme la mitad del tiempo estimado.
Entonces como lo hacemos?
La idea es abordar lo que no hemos conseguido, no desde la frustración y la rabia, sino desde la perspectiva de que sólo es un resultado no deseado y ver qué medidas diferentes debo tomar. Mirarlo de frente, sin juicio, sin culpa, sin miedo y enfrentarlo desde cero, como si fuese la primera vez que me ocupo de él.
Además, movimiento genera movimiento, por lo que cuántas más vueltas y alternativas brindemos para lograr el resultado deseado, más posibilidades tenemos de conseguirlo.
Paula Eugenia Fischer Levancini
Coach en Programación Neurolingúística
- Primero es importante no hacer un juicio, o sea, eliminemos el feo, fome, que lata de nuestro vocabulario y sólo lo definiremos tal y cómo está: ventoso, lluvioso, nublado e incluso, puede ser más positivo, qué rico como la lluvia limpia el aire, me encanta el sonido del viento y de las hojas, etc. Ya con eso, todos tenemos una sensación más agradable de lo que estamos viendo y sintiendo.
- Segundo, aprovechar el clima para cambiar el ritmo de nuestro hogar. Estar más juntos, reunidos haciendo algo, cocinando, acurrucados viendo algo entretenido, haciendo manualidades. Sin duda, se pueden hacer actividades igual de entretenidas y que desarrollen más aún el vínculo y la creatividad. Y en el futuro, serán adultos que se acordarán con una nostalgia amorosa de esos días en los cuales se estaba en la casa, comiendo algo rico (ahí cada una elige qué hacer, hoy en internet se encuentran muchas recetas de opciones saludables y a la vez exquisitas, como sopaipillas al horno o queques integrales). Cuando yo era chica me acuerdo mucho del olor a eucaliptos que emanaba de la estufa a parafina, y pucha que es rico quedarse con esos olores y vivencias para siempre, que te llevan al recuerdo más profundo de amor y protección.
- En tercer lugar las incentivo a hacer algo distinto. Atreverse a salir al patio y a la calle, con ropa adecuada, los beneficios en los niños de saltar sobre las hojas secas; chapotear en las pozas de agua; tocar la tierra húmeda; oler el pasto mojado son muchos más, que quedarse encerrados por el miedo a que se resfríen. Y a la vuelta, un rico baño de tina y el panorama fue perfecto.
Durante los meses de marzo y abril la mayoría de los colegios abren sus procesos de admisión para el próximo año académico. Cada día escucho más papás angustiados viviéndolo. Varias familias lo describen como que ha sido un desgaste emocional (y muchas veces económico). Sin entrar a la polémica de si están bien o mal hechos estos “filtros”, quisiera compartir con aquellos que están inmersos en esta prueba, ciertos criterios y tips que nos brinda la Programación Neurolingüística para enfrentar este tipo de situaciones:
- Lograr una comunicación fluida entre los padres de qué desean y esperan de sus hijos. Así viene la forma más fácil de descartar o favorecer las opciones que tienen disponibles. No existe colegio perfecto sin embargo cada uno tiene una forma de educar determinada, y al elegir hay que saber que siempre habrá una pérdida, y eso se asume y se revisa si realmente es trascendental para nosotros como padres o si lo puede desarrollar en otra instancia, o si simplemente es algo que olvidamos. Recomiendo escribirlo, para ir revisando si realmente es lo que más anhelamos.
- Una vez con la lista en mano, ir a conocer las diferentes opciones que tenemos. Ver como son los alumnos más grandes. Imaginarse a sus hijos inmersos ahí. Hablar con profesoras, percibir el ambiente, puede ser un establecimiento cariñoso, exigente, mixto, personalizado, masivo, relajado, y así podría distinguir muchos más tipos o formas de enseñanza. Lo importante es empaparse y visualizarse como familia ahí. Estar atentos a las señales que vamos recibiendo. Además tomar la decisión desde el deseo y no desde la creencia. ¿A qué me refiero con esto? A que muchas veces nos han inculcado desde chicos algo, o lo hemos creído por algo que nos pasó y actuamos desde una frase general que nos comanda. Por ejemplo, “el colegio debe ser mixto sino no saben cómo comportase con el sexo opuesto”, eso es absolutamente algo falso, es imposible que todos actúen de la misma forma, depende de demasiados factores y de lo que a cada uno le ha tocado vivir, por lo tanto, las generalización en nada contribuyen.
- “No existe fracaso sino malos resultados”. Esta presuposición de la PNL es increíblemente decidora a la hora de cómo uno se toma la vida, en la medida que se cambia la palabra fracaso que es tan fuerte, dura, pragmática, desde un juicio, desde la derrota. Muchas veces hay niños que ni siquiera dan la prueba pues es tanto el miedo al fracaso y la ansiedad de los papás, que el mini candidato no logra relajarse. Sobre todo a los 2, 3 o 4 años los menores son sumamente intuitivos y perciben perfectamente el estrés, por lo que conviene respirar profundamente y tranquilizarse. Esto va bien de la mano con la siguiente frase que es aún más positiva.
- “Si algo no te funciona haz algo distinto”. Si ya has ido a ciertas entrevistas (esto también aplica para la búsqueda de trabajo) y has recibido puras negativas, cambia la estrategia. Vuelve al punto uno y revisa, seguramente no estás siendo honesto con lo que deseas, recordemos que la PNL promulga atender lo que quieres sin juicio, sin pensar “quiero esto pero hago aquello porque es lo que se supone debo hacer”. Cuántas veces nos vemos entrampados sin poder avanzar y seguimos como “monos porfiados” intentándolo una y otra vez sin lograr resultados positivos. La mayoría de las veces obtenemos malos resultados ya que nos faltaba enfocarnos, decretar y ser honestos con lo que anhelamos de corazón.
- “¿Qué aprendizaje hacemos del resultado que obtuvimos?” Clave es esto para poder salir a flote, ver el vaso medio lleno, agradecer todo, siempre hay algo de aprendizaje y de bendición en todo lo que nos ocurre, “para poder ver un arcoíris antes hay que ver llover”, eso es muy cierto. Se aprende siempre, en los resultados negativos y positivos, debemos estar más atentos a las enseñanzas para poder crecer.
- Confiar. Confiar en que todo ocurre por algo. Confiar en que donde sea aceptado será la mejor opción para tu hijo o hija. Confiar en que además, existen segundas oportunidades. Si no fue el lugar idóneo, se puede cambiar y ya! Nada es de vida o muerte en este temido proceso de admisión. Aún no conozco a alguien (quizás hay, sin embargo estoy segura deben ser muy pocos) que no haya podido ser matriculado en ningún colegio.
- Y como broche de oro, establecer una comunicación amorosa con los niños. Contarles que están viendo colegios. Hablarles de los planes, motivarlos, tranquilizarlos, darles esperanza de que lo van a disfrutar. Sin presión, sí con amor, todo proceso es más amistoso si se verbaliza, se comparte y se toma con naturalidad.
¡Éxito y bendiciones para todos aquellos que están en estos procesos!
Paula Eugenia Fischer Levancini
Coach en Programación Neurolingúística
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A mi consulta me llegan muchos pacientes que son papás y están angustiados con actitudes de sus niños. La típica frase es “Juanito es muy enojón, salió a su papá”, “Matilda es ansiosa igual que su abuela”, “desde guagua que mi hijo era malo para comer y mañoso igual que sus hermanos”, etc.
Ahí de inmediato detecto el primer y gran error, buscar siempre al “culpable” de la conducta. Esto es lo peor que podemos hacer, pues cada persona es un ser único y con circunstancias individuales, por lo que dejemos un rato de investigar “de dónde sacó la actitud” y aboquémonos a trabajar en aquello que crees le hará la vida más difícil a tu hijo.
Lo segundo es la generalización, como un niño va a ser siempre mal genio, ansioso, enojón o mañoso. Empecemos a definir en qué situaciones es así y en cuales, es más bien amoroso, simpático y bueno para comer. Ahí junto con sacarle el cartel de que siempre es así, podemos ayudarle a mostrarle, verbalmente, las veces que se comporta de la otra manera, de la deseada, que es entretenido pasarlo bien, disfrutar, etc. ¿Vistes Juanito que feliz estabas compartiendo con tus amigos?
Una herramienta mágica para ayudarlos también es la técnica hipnopedia. Esta consiste en hablarle al niño durante 21 días seguidos, mientras duerme (ojalá cuando ya esté en el sueño MOR, que se logra aproximadamente 2 horas después de que se ha dormido) con un tono suave, el propósito que deseas que tu hijo logre y siempre terminar la frase, con una palabra cariñosa, con un te quiero o un te amo.
Por ejemplo, si quieres que tu hijo no sea agresivo ni peleador con sus amiguitos, cada noche te acercas a él y mientras duerme le susurras, “mi amor, mañana jugarás feliz, te divertirás compartiendo con tus compañeros, te quiero mucho”
Sin querer muchas veces hacemos justo lo contrario. El pequeño se duerme y los padres comenzamos a “pelarlo” jejeje, esto es típico. Empezamos a decir “hoy estuvo insoportable, lo hubiese matado cuando lloraba sin parar, etc.” Por favor, eso nunca más lo hagamos!
Cuando el niño está durmiendo, las palabras van directo al inconsciente, el cual escucha 1.000 veces más que el consciente. El beneficio terapéutico es espectacular. Ayuda a equilibrar la energía emocional, espiritual y física. Con esta herramienta podemos ayudarlos a que sean niños más seguros, felices y que se sientan tremendamente amados por sus padres o cuidadores. Les dejo esta tarea para las vacaciones y verán los cambios maravillosos que se generan.
Paula Eugenia Fischer Levancini
Coach en Programación Neurolingúística
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Siguiendo con el tema que propone la PNL (Programación Neurolingüística) respecto al lenguaje que utilizamos a diario, existen otras palabras que debemos sustituir o bien, eliminar de nuestro vocabulario para lograr el cambio que deseamos.
La primera que es muy recurrente es el “pero”. Cuando la usamos nuestra mente se conecta con la última frase, es como si anulara la primera y sólo se quedara con lo que viene seguido del pero, que casi siempre, evoca algo negativo. Por ejemplo, me preguntan cómo me fue en el paseo a la playa y mi respuesta es: “bien, el día estuvo rico, nos bañamos, tomamos sol, nos reímos, conversamos mucho pero al final se puso ventoso y nos tuvimos que ir”…aún cuando fue perfecto, el hecho de terminar con lo “malo”, hace que la sensación en quién lo narra sea de que en realidad fue fome eso y el recuerdo se torna desagradable y/o negativo. Entonces cuál es la solución, una opción es conscientemente quedarse con lo agradable y pasar por alto, olvidar, dejar de dar importancia al evento único que hizo que fuese menos maravilloso el paseo. Otra opción es sustituir el pero por “sin embargo”, es mucho menos dañina para nuestra sensación, para el recuerdo que registra nuestra mente y logra el mismo objetivo, de unir dos ideas. También podríamos invertir el orden y decir primero lo negativo y luego lo positivo, así el mensaje se suaviza y nuestra mente se queda con la sensación placentera.
Otra palabra que es aconsejable eliminar es el “tratar”, fíjense que la mayoría de las veces cuando uno trata de hacer algo, finalmente no lo hace y además pone a nuestra mente en un estado de alerta de incomodidad, de que es algo que muchas veces no quiero hacer o que me cuesta. Vamos a un caso práctico: alguna vez han dicho “voy a ir a comer con mis mejores amigos y voy a tratar de pasarlo bien”, pues la respuesta es: nunca. El tratar siempre va de la mano de una obligación, de un desgano, de una imposibilidad, etc. Entonces la invitación es, en el caso de realmente querer hacer algo, en vez de referirse a que trato o que debo, digan “lo haré, “puedo”, etc., usen verbos que denoten seguridad y positivismo en que la acción será realizada.
El último tema que quisiese compartir con ustedes es que a menudo hablamos desde generalizaciones como “nunca”, “siempre”, “todos”, “nadie”, etc. Todas estas palabras son sumamente peligrosas pues se refieren a una supuesta verdad absoluta y por lo general, es falsa. Son aseveraciones que dañan tanto a quien las escucha como a quien las dice, deja anulada la esperanza de que sea, aún por una vez, distinta la realidad. En el caso de los niños estas palabras son aún peores, pues hacen que ellos carguen con una etiqueta, muchas veces de por vida, de alguna generalización que un profesor o papás le dijeron. Por ejemplo, en el caso de nuestros hijos, si les decimos a diario “nunca ordenas”, “siempre eres pesado”, ellos comienzan a forjar su “yo soy” desde ahí, y estoy segura, que nadie nunca ordena nada, ni es siempre pesado. Aquí la forma de mejorar su autoimagen y lograr que efectivamente ordene más y sea más simpático es desde el cambio de vocabulario y destacar sus logros, mostrarle lo bien que lo pasa cuando está alegre y amistoso (logrando así un refuerzo positivo); especificar cuando ha actuado mal (sin generalizaciones) o sea diciéndole “hoy ordenaste poco” o incluso preguntándole “¿para qué te comportaste así? y sobretodo, hablarle con amor. En el caso de los adultos, sucede lo mismo, cuando mis pacientes me dicen que “todos los hombres son malos” la pregunta ahí es “¿cómo todos?, ¿existirá algún hombre bueno en el mundo? Y así comenzamos a analizar que en realidad, se ha involucrado con algunos que la han dañado, sin embargo, existen ciertamente otros diferentes. El sustituir las generalizaciones por palabras más acotadas y temporales, logra que vuelva a aparecer la esperanza de que las cosas sí puedan ser mejores, de que la realidad si se mira desde el positivismo, sí se vive más feliz, que finalmente es lo que todos deseamos de corazón.
Paula Eugenia Fischer Levancini
Coach en Programación Neurolingúística
Muchas veces nos cuesta lograr cambiar alguna situación, algo en lo cual permanecemos estancados sin poder avanzar. Desde la Programación Neurolingüística (PNL) la explicación recae en cómo pensamos y hablamos sobre el hecho. Así hay ciertas palabras que nos perjudican y mientras no las reemplacemos por las correctas sólo lograremos frustración, porque estaremos lejos de conseguir lo que deseamos.
Una de las palabras prohibidas para la PNL es el NO.
Hemos reflexionado alguna vez en ¿porqué cada vez que me digo que no voy a hacer algo hago justo lo contrario? El clásico ejemplo es: no pienses en un gato, y pues bien, ¿qué hace nuestra mente? Justamente lo contrario, seguro que la imagen de un gato vino a tu cabeza…
La respuesta a esto está en que en primer lugar es que el no es una palabra abstracta y en segundo, que son tantos los no que escuchamos en nuestra vida que nuestra mente ya no la registra, por lo que la orden que sí escuchamos es justo lo que viene a continuación, así tu mente capta el mensaje contrario y lo cumple.
Esto es aún más categórico en los niños. Se dice que ellos escuchan alrededor de 80 no al día, esta es la explicación a porqué cada vez que le digo a mis hijos, ¡no saltes en el sillón! ¡no rayes la pared! ¡no corras! ¡no te pararás hasta que yo diga! ¡no llores más! Y así podría seguir enumerando miles de ejemplos, sucede justo lo contrario: los niños siguen saltando; rayaron la pared; corrieron incluso más veloz; se pararon de la silla; siguen llorando, etc.
¿Cuál es la solución?
Para comenzar a generar el cambio debemos eliminar la palabra NO de nuestro vocabulario. Tomen conciencia de la cantidad de veces que la dicen, de forma casi automática. Así la reemplazaremos por palabras como prefiero; por otro lado o de otra manera. Y si queremos que algo nos resulte o que los niños Sí nos hagan caso, debemos dar la orden inversa correcta, en positivo y directa.
Ejemplos:
- Clásico es cuando nos ponemos ponemos a dieta y pensamos, voy a ir a comer y no me voy a comer el pan ni voy a pedir postre. Pues bien, qué pasa en realidad: llegamos nos comemos el pan y nos pedimos el postre. ¿Cómo lo hacemos para poder cumplir con lo que deseamos? Debemos pensar: que rico, voy a ir a comer, me pediré una ensalada y un vaso de agua y lo disfrutaré. Hagan la prueba y verán que es mucho más fácil lograr lo que quieren.
- Un niño va corriendo y en vez de gritarle ¡no sigas!, dile para, detente, camina, la orden que quieras que obedezca.
- Les ha pasado que se despiertan con la corazonada de que algo malo les va a pasar y efectivamente pasan cosas indeseadas! Ahí la solución es en evocar imágenes de lo que queremos que nos suceda. Voy a salir, todo me saldrá bien, llegaré a tiempo a la reunión, lo pasaré bien, etc.
- Los chilenos tenemos una frase clásica cuando nos sentimos un poco congestionados o con frío: “parece que me quiero resfriar” Ojo! Esa es la orden que le estás diciendo a tu mente y ésta ya se imaginó con fiebre, con miles de remedios, sintiéndote pésimo, y efectivamente, te resfrías. La próxima vez piensa que el malestar es pasajero y que mañana amanecerás sano.
Los invito entonces a empezar a tener un lenguaje impecable, a eliminar el No y a pensar y decir lo que deseamos y les aseguro que el resultado será maravilloso.
Paula Eugenia Fischer Levancini
Coach en Programación Neurolingúística
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