La extraña relación entre los celos y la infidelidad

Los celos y la infidelidad guardan más relación de lo que parece.

Siempre será entendible la reacción celosa de una persona que percibe que su pareja está siéndole infiel. Después de todo, la sospecha y la posesión son tan primitivas como la vida, y responden a un instinto evolutivo que busca salvaguardar nuestras relaciones familiares, alejar depredadores y garantizar que nuestras necesidades básicas (vivienda, comida y salud) serán satisfechas.

Los celos son la manifestación de la fuerza bruta de los apasionados, y como tal, si bien puede no dar resultado siempre, brinda al menos alivio a los amantes haciéndoles sentir que están “asegurando el territorio”.

Los celos estimulan patrones de conducta que escapan al sentido común, ya que lo único que importa al cerebro es garantizar la exclusividad sexual y evitar la pérdida de recursos vitales. Para ello, somos capaces de tomar decisiones y medidas que nunca antes habríamos imaginado, como violentar la privacidad de nuestra pareja, controlar sus movimientos y anular su identidad. Situaciones que se pueden evidenciar a través de las historias recopiladas en el nuevo libro de Walter Riso: “Las mayores estupideces que hacemos por amor”. 

Por supuesto, no siempre los celos corresponden a un acto de infidelidad real; de hecho, es común que la amenaza sea imaginaria, algo que se vincula especialmente con los celos patológicos y la personalidad insegura.

Curiosamente, existen también casos en que la infidelidad o atracción física hacia alguien externo a la relación desencadena sospechas hacia la propia pareja, un fenómeno que la voz popular denomina: “El que la debe, la teme”, y en el cual la ciencia ha podido profundizar recientemente.

Celos, infidelidad y proyección: cuando nuestra pareja es un espejo

En su libro Rayuela, el escritor Julio Cortázar describe a la perfección la dinámica de la proyección en las relaciones de pareja: “Fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones”. 

Aunque suene poco romántico, esta frase nos habla de cómo convertimos al otro en un reflejo de nuestros propios miedos, tendencias y deseos. En el campo de los celos y la infidelidad, un estudio publicado el año pasado por investigadores de la Universidad de Carolina del Sur (Lancaster) y la Universidad de Maryland encontró que las personas tienden a proyectar su deseo o atracción sexual por otros en su pareja, y que esta proyección suele ir de la mano de profundos sentimientos de ira y comportamiento negativo.

En otras palabras, cuando las personas experimentan el impulso de ser infieles culpan a su pareja de tener intenciones extraconyugales ocultas.

El psicólogo Robert Burriss lo explica de la siguiente forma:

Las personas se enojan con su pareja cuando sospechan que él o ella alberga el deseo de tener sexo con otra persona, y sus sospechas son más fuertes cuando ellos mismos fantasean sobre el sexo ilícito. Así que la próxima vez que te veas obsesionado por el interés de tu pareja en otras personas, podrías beneficiarte al mirarte al espejo y preguntarte si tus propias fantasías son las culpables.

La investigación también sugiere que nos proyectamos en los demás cuando carecemos de las herramientas necesarias para hacer frente a nuestros pensamientos, aceptarlos y lidiar con ellos. Desde luego, esto perjudica seriamente la calidad de nuestras relaciones.

La psicología entiende la proyección como “la sombra del Yo”, y la única forma de vencerla es correr las cortinas y dejar que entre la luz; asumir el timón de nuestras emociones y elegir un camino únicamente luego de haber evaluado las consecuencias.

La infidelidad es la principal causa de disolución en una relación de pareja, y, los celos, una causa común de deterioro afectivo y pérdida de la complicidad. La mejor forma de evitar los efectos negativos de ambas experiencias es ser completamente abiertos con nosotros mismos y con nuestra pareja, anteponer la honestidad al miedo y pensar siempre en cómo nuestras acciones pueden afectar nuestra realidad.

La dinámica entre los celos y la infidelidad es compleja, y no desaparecerá de la noche a la mañana. El psicólogo y escritor Walter Riso, hace un recuento de diferentes situaciones y testimonios que hablan de cómo los celos han hecho mella en la relación; todo en su nuevo libro: “Las mayores estupideces que hacemos por amor”. Sin embargo, tenemos el poder suficiente para cambiar nuestra percepción y tomar decisiones que contribuyan a nuestro bienestar y paz mental. Recuerda siempre que las heridas del corazón pueden sanar, pero el tiempo no se recupera; decide invertirlo en una vida de gozo y entusiasmo, en lugar de maltratarlo con emociones tóxicas.

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Cómo tratar con una pareja manipuladora

Los expertos en relaciones explican cómo lidiar con un manipulador manipulativo.

Es un shock darse cuenta de que has entrado en una relación manipuladora y controladora; pues la mayoría de las relaciones no comienzan de esta manera. Al principio todo es color de rosa,  las cosas son geniales, y hay muchas promesas que se hacen con el interés de conseguir una pareja acorde a nuestros deseos.

Pasado un tiempo, te das cuenta de que tienes una relación con un manipulador.

¿Cómo saber si nuestra pareja es manipuladora?  Hay algunos signos claros de que tu pareja tiene tendencias manipuladoras y de control:

Tu pareja se comporta como el Dr. Jekyll y el Sr./Ms. Hyde

Los cambios de humor sin razones aparentes, y ser tratado como una reina/rey y al minuto siguiente enocntrarse con la persona más malvada del planeta debe ser signo suficiente para darte cuenta que tu pareja se comporta como el Dr Jekyll y Mr Hyde. Es agotador compartir una relación con una persona de estas características. Negarse a tolerar tal tratamiento te dará una buena idea de si tu relación puede capear estos cambios.

Usted es la víctima del comportamiento agresivo pasivo

¿Tu pareja deliberadamente sabotea tu felicidad y éxito? ¿Muestran celos por otras relaciones que tienes o has tenido en tu vida? ¿Intentan controlar tus acciones, actitudes, pensamientos e incluso tu ubicación física? Si eres la desafortunada víctima de cualquiera de estas situaciones, tiene un compañero manipulador. Tal vez es hora de enseñarle a esa pareja que te importa que haya una manera diferente y más sana de relacionarse contigo.

¿Estás estresado por tu relación?

Si el comportamiento, las travesuras, las palabras y las acciones de tu pareja te causan estrés y dolor emocional, estás en una relación manipuladora. Todos cometemos errores, y todos tenemos días malos, pero sentirse así cada día no es lo natural en una relación sana.

¿Qué hago ahora? ¿Cómo trato esto?

Independientemente de cuánto tiempo llevas en esta relación, la forma en que respondas a este comportamiento e intentes controlar eso determinará si eres una víctima. Si está dispuesto a aceptarlos en sus términos y no defenderte, entonces puedes esperar que el comportamiento continúe y posiblemente empeore. Muchas veces, las relaciones que comienzan como levemente manipuladoras y controladas evolucionan hacia situaciones más abusivas en las que uno o ambos cónyuges eventualmente terminan maltratados, y desilusionados acerca de las relaciones. Algo debe hacerse antes de llegar al maltrato físico.

Tácticas comunes de las parejas manipuladoras

Se asocia con esta forma de relacionarse con las personas que «nunca hacen mal». Pueden usar la distracción en conversaciones y situaciones para desviar la atención de su comportamiento indeseable. Pueden emitir amenazas directas o indirectas como un medio para controlar tu respuesta hacia ellos. Cuando estas tácticas son ineficaces, pueden recurrir a períodos de tiempo en los que deliberadamente son encantadores, atentos y engañosos en un intento de cortejarte y recuperar tus buenas gracias. Este período de luna de miel siempre termina cuando perciben que has hecho o dicho algo que es inaceptable para ellos. No caigas en su trampa, es otra de una larga lista de comportamientos diseñados para tratar de controlar tu comportamiento.

Qué puedes hacer al respecto

Quizás la decisión más importante que debes tomar es si vale la pena dedicar tiempo y esfuerzo en seguir en esta relación. Muy a menudo, si tu pareja no está dispuesto a cambiar o mirar su propio comportamiento, es una causa perdida, y  te estarás preparando para una vida de angustia y dolor si decides quedarte.

Si eliges tratar de trabajar en tu relación, aquí hay algunas cosas que podrías hacer para combatir su comportamiento manipulador:

1-Ten en cuenta lo que está sucediendo: toma una mirada racional a tu situación

2-Establece los límites tan pronto sea posible y con la mayor frecuencia posible: hazle saber cómo deben tratarte

3-Hacerles responsables de sus actos; haz que  observen  y reflexionen acerca de sus acciones y comportamiento

4-No aceptes excusas para un comportamiento inaceptable

5-Defiéndete y acepta las consecuencias de tu propio comportamiento

6-Obtén apoyo de otras personas a su alrededor para ayudarlo a manejar su situación objetivamente. Pueden ser amigos o familiares.

7-Actúa lo más rápido posible para dejarle claro de que estás enfocado en el cambio y trabajando en tu relación

8-Si nada de esto funciona, entonces, por supuesto, ¡sal de esa relación urgente!

Nadie merece una relación que sea estresante en su vida. Si bien en última instancia debes lidiar con las consecuencias de tus elecciones, recuerda que SÍ tienes otra opción. No tienes que quedarte si la situación se ha vuelto insoportable. Defiéndete, si crees que te mereces. Si tu vínculo es lo suficientemente fuerte como para resistir los cambios, ambos saldrán mejor del otro lado.

Redacción PowerofPositivity.com

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La importancia de mantener una autoestima saludable

En general los chilenos, independiente del diagnóstico o motivo de consulta, tienen en común dos cualidades: una baja autoestima y la facilidad para ser inseguros. Estas características pueden reforzar patologías mentales y exponer al maltrato, empeorando la calidad de vida e interfiriendo con la rutina diaria del paciente. Así lo explica la psicóloga de Centros Médicos Vidaintegra, Paulina Pérez, quien además entrega recomendaciones para mantener una autopercepción saludable.

La autoestima se define como la percepción cognitiva y emocional que el individuo tiene de sí mismo, la cual puede variar de manera positiva o negativa a lo largo del tiempo. Esto repercute en diferentes áreas de la vida del paciente, ya que “la visión de sus logros será mayor que la de sus fracasos, si es que la autoestima es alta y no se encuentra deteriorada” explica la psicóloga de Centros Médicos Vidaintegra, Paulina Pérez.

En la mayoría de los casos, los chilenos tienden a caracterizarse por una baja autoestima y facilidad para ser inseguros. Según afirma la especialista, “esto facilita el desarrollo de patologías mentales y refuerza la depresión, la ansiedad y algunos trastornos de personalidad”. En hombres y mujeres, se observan frustraciones, inseguridades y desconfianzas similares. Sin embargo, varía la temática, por ejemplo, “en hombres la inseguridad se manifiesta principalmente en la preocupación por ejercer bien su trabajo u oficio, mientras que en mujeres se manifiesta más en la inquietud por aspectos relacionales y sociales”, detalla la psicóloga.

Cuando mejora la autoimagen, se manejan las frustraciones y desviaciones de la vida con una perspectiva más positiva. “Se enfrentan las decepciones con los demás, disminuye la culpabilidad y aumentan las posibilidades de disfrutar los momentos del diario vivir”, agrega Paulina Pérez.

Autoestima deteriorada

Una persona con baja autoestima es más propensa a ser maltratada y a desconfiar de sus propias capacidades, por lo cual percibe menos sus logros. Además, mantiene con más facilidad cuadros de angustia, timidez, envidia y menos tolerancia a la frustración. La especialista afirma que estos pacientes suelen “vivir más desconformes, indecisos y pasivos. Evitan riesgos y les resulta más difícil relacionarse con la soledad”.

Por otro lado, un individuo con buena autoestima, expresa mejor sus emociones y enfrenta nuevas situaciones con menos temor. Además, suelen enfrentar mejor las adversidades y los retos de la vida, como un recurso resiliente y que ayuda a conservar el sentimiento de felicidad. “No obstante, cuando pasamos el límite de autoestima elevada con el agregado de egoísmo, se cae en patrones de narcisismo que tampoco son sanos en la convivencia”, advierte la psicóloga.

Recomendaciones para mejorar la autopercepción

Existen aspectos de la vida cotidiana que afectan en la autoestima. Por ejemplo, la frustración, el rechazo, la importancia que el paciente le entrega a la opinión ajena y la falta de tiempo libre. Por ello, la especialista de Vidaintegra entrega las siguientes recomendaciones para mantener una autoimagen sana y positiva:

  • Enfrentar los fracasos y errores: normalizar los eventos que no salen como uno quiere y no culparse. Aprender y crecer a partir de ellos.
  • Independencia: No enfocarse en la aceptación social y prestar atención a nuestros deseos, en vez de seguir el ritmo que los demás demandan.
  • Objetivos: Determinar metas alcanzables para cumplirlas paulatinamente.
  • Descanso: Considerar espacio para disfrutar y descansar. Que no todo sea el “deber”.
  • Cuidar el cuerpo: Hacer actividad física aumenta la autoestima y la fuerza mental.
  • Aprobación: Buscar la aceptación personal, no social.
  • Rechazo: Aprender a enfrentar el rechazo social y aceptar los lazos que terminan.
  • Paz interior: Buscar la paz interior a través de actividades que traen calma y relacionarse con personas que aportan un ambiente positivo, no caer en relaciones tóxicas.
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Cómo reconocer si mi hijo es el “agresor” del curso

La otra cara del bullying

El 2 de mayo se conmemora el Día Mundial Contra el Acoso Escolar, una situación que afecta a millones de estudiantes en todo el mundo y de manera progresiva a los alumnos chilenos. Además de aquellos que lamentablemente han sido víctimas de bullying, el origen del problema se encuentra en los menores que se convierten en los protagonistas de la agresión, ya sea física, psicológica o virtual. Por ello, la psicóloga infanto juvenil de Centros Médicos Vidaintegra, Karen Cristi, explica cuáles son las señales que caracterizan estas conductas y entrega recomendaciones para frenarlas.

La Superintendencia de Educación entregó cifras preocupantes: entre 5to y 3ro básico se produce el 43% de las denuncias por maltrato ocurrido en la sala de clases y el 35,8% de estos ataques se registra dentro del aula. Además, los datos publicados revelaron que los hombres son víctimas del 60% del bullying físico, mientras que el 70% de las agresiones psicológicas afectan a las mujeres.

Según la psicóloga infanto juvenil de Centros Médicos Vidaintegra, Karen Cristi, las situaciones agresivas tienden a empezar desde los 8 años y manifestarse con mayor claridad a los 10 años, cuando los niños se dan cuenta del liderazgo que pueden ejercer y se empiezan a generar grupos, ya sea de forma positiva o negativa. “La detección temprana y resolución oportuna del conflicto serán decisivas para la continuidad de un ambiente favorable para el aprendizaje y el desarrollo”, explica la especialista.

Características del agresor

Para reconocer si el menor se está transformado en el “agresor” del curso, es esencial observar primero su comportamiento en casa.“Distinguir si están manifestando un carácter agresivo, con alguna  conducta impulsiva hacia sus hermanos o reflejando escasos sentimientos de culpabilidad e indiferencia frente al dolor ajeno”,afirma la psicóloga.

Los patrones de crianza en ocasiones avalan el maltrato, ya que los adultos inculcan que el éxito se debe lograr sin considerar si alguien resulta herido en el proceso. “Los padres en ocasiones y sin darse cuenta, prefieren un hijo que agreda, en vez de uno que no se sepa defender”, destaca la profesional.Algunos delos indicios de este comportamiento son:

  • Familias donde los límites de comportamiento están poco definidos.
  • Menores que imitan conductas o actitudes.
  • Escaso reconocimiento de sus emociones.
  • Falta de empatía.
  • Percibe respeto de sus pares lo que lo lleva a mantener su conducta.
  • Resuelve los conflictos de manera agresiva.

La familia y la comunidad escolar juegan un rol fundamental en la vida del niño que está adoptando conductas agresivas o de maltrato. “Debemos privilegiar el diálogo continuo, la comunicación abierta y directa, sin juicios, y prevenir o detener situaciones de hostigamiento”,especifica Karen Cristi.

También es importante enseñar desde pequeños la sana resolución de conflictos, favorecer la empatía, y brindar un ambiente familiar estable, ya que los hijos son el reflejo de las actitudes y conductas de los padres. “Además, un contexto positivo en la comunidad escolar, es primordial para una educación de calidad y para un sano crecimiento”, agrega Karen Cristi.

Las víctimas del bullying

En casos de maltratos entre alumnos también existen los observadores, aquellos niños que se trasforman en participantes pasivos de agresiones ya sean física, psicológica o virtual, ya que temen convertirse en las víctimas. Como explica la psicóloga, los menores que sufren de bullying tienen las siguientes características:

  • Familias que tienden a la sobre protección y a veces a infantilizar sus conductas, dando poco espacio a la comunicación.
  • Menores con baja socialización.
  • No reaccionan ante la agresión por vergüenza o porque lo perciben como una situación más, es decir se conforman y no ven la vulneración de sus derechos.

 

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¿Es posible prevenir el bullying?

Al iniciarse el año escolar muchos padres, niños y adolescentes sienten preocupación porque significa volver a estar expuestos al maltrato y acoso escolar.

Es natural esta preocupación dadas las altas cifras de violencia escolar en Chile, tanto en los índices de percepción como en los índices de reporte de víctimas y victimarios. Según un estudio de los Ministerios del Interior y Educación, en alumnos de séptimo a cuarto medio un 44,7% declara haber sido víctima de algún tipo de violencia en el colegio. La violencia psicológica es la más común (42,6%) seguida por las agresiones físicas (29,7%). (http://www.seguridadpublica.gov.cl)

 Existen algunas confusiones, mitos e ideas equivocadas en torno al bullying o acoso escolar.

En primer lugar, aclarar que los conflictos, peleas o discusiones, así como las bromas o juegos pesados, no son bullying. En el caso de los conflictos, sin minimizarlos, son oportunidades para enseñar habilidades de resolución de conflictos, y por lo tanto prevenir escaladas de maltrato que pueden llegar a constituirse como acoso escolar. Respecto de las bromas y juegos que podrían dañar o herir a alguien, como adultos tenemos que averiguar qué sienten cada uno de los involucrados para poner límites o frenar una conducta.

El bullying es el maltrato reiterado de una persona que está en una situación de superioridad sobre otra, que no tiene la capacidad de defenderse. Esto es evidente en ciertas situaciones tales, como cuando un alumno mayor acosa a uno más chico, cuando se agrede a un alumno nuevo o cuando existe una evidente diferencia en la capacidad física. Pero hay desequilibrios de poder que no son tan evidentes, y por eso los adultos tenemos que estar atentos a las dinámicas de curso o de grupo.

Segundo, está la creencia generalizada de que tanto víctimas como victimarios son “niños con problemas”, que vienen de familias disfuncionales, que han sido víctimas de abuso en otras ocasiones o que tienen muy baja autoestima. Si bien se ha visto una correlación con estos factores, las cifras demuestran que cualquier niño puede convertirse en agresor o víctima bajo ciertas circunstancias. Muchas veces se pasan por alto situaciones de abuso porque no es creíble que tales o cuales niños sean capaces de acciones de maltrato, ya sea porque en sus casas se portan adecuadamente y de forma pacífica, o porque son considerados muy buenos alumnos, por su liderazgo, notas, etc.

Tercero, el mito que cuestiona el título de esta columna: el bullying ha existido y existirá siempre. Este creencia es probablemente la más perniciosa para prevenir el maltrato y promover la bondad, puesto que subyacen dos ideas: que las víctimas deben aprender a defenderse mejor y que lo que hacen los victimarios no es tan terrible en realidad. Muchas veces escuchamos adultos con frases como “así son los hombres”, “son típicas cosas de las niñitas”, “no hagas caso”, “si te pegan pega”, etc. Corolario de este mito que queremos desterrar. El bulliying puede tener consecuencias muy profundas en víctimas y agresores, y no sólo en ellos, también en los observadores pasivos. Está estudiada la correlación que existe entre rendimiento académico y clima escolar, porque sin duda el aprendizaje es puesto en jaque cuando los alumnos sienten temor, por la posibilidad de convertirse en víctima, o angustia, por verse obligados a consentir en acciones que van contra su conciencia.

Que haya existido siempre, no significa que no podamos cambiar. De hecho, los seres humanos hemos ido superando muchísimas situaciones de violencia y abusos de larga data, tales como la esclavitud, las desigualdades que afectaban a las mujeres, la discriminación a discapacitados, etc. Pero que sea posible no significa que sea fácil.

Es muy alentador que en nuestro país ya exista una ley de violencia escolar que exige a los colegios, públicos y privados:

1. Tener un encargado de Conviviencia Escolar

2. Tener reglamento interno que regule las relaciones entre los distintos actores, con medidas preventivas y pedagógicas

3. Crear protocolos de actuación ante situaciones concretas de maltrato o bullying.

4.  Definir qué acciones constituyen faltas a la buena convivencia, graduándolas según su gravedad.

5. Que esto sea conocido por toda la comunidad.

Pero esta ley nunca será suficiente si no hay una educación (a niños y adultos) en habilidades socioemocionales muy específicas, orientadas al fomento de la compasión, la asertividad y el aprecio, no sólo en los colegios, sino especialmente en nuestras familias. Aún cuando nuestros hijos no estén involucrados directamente en situaciones de maltrato y acoso escolar, ellos sí pueden hacer la diferencia si se atreven a defender a un compañero, o a pedir ayuda sin temor a las represalias y a generar un ambiente que no sólo condene la violencia sino que promueva un estilo de relacionarnos más sano y positivo.

Como padres cumplimos un rol modelador de este tipo de habilidades, que es casi insustituible, lo que nos presenta el desafío de evaluar  cómo vivimos nosotros el buen trato en los diferentes ámbitos y relaciones interpersonales. Algunas habilidades fundamentales que debemos desarrollar son: la capacidad de reconocer emociones en mí y en otros, saber escuchar activamente, hablar desde el yo, reconocer conductas de buen trato y mal trato, saber pedir ayuda, entre otras.

Algunos consejos para empezar a cambiar una cultura, desde la familia hacia el colegio:

1. Hablar de los eventos del día desde los sentimientos. No quedarse en el “¿qué hiciste?”,  “¿con quién jugaste?” O “¿Qué traes de tarea?”. Preguntar “¿cómo te sentiste?”, “¿qué te entusiasmó?”, “¿hay algo que te preocupe?”, etc.

2. Escuchar sus ideas, opiniones y sentimientos sobre el maltrato en su colegio o en la casa. Sin escandalizarse, pero tampoco minimizando.

3. Cuando hayan discusiones o peleas en la casa, tratar de intervenir para enseñar a resolver, no para parar la discusión ni para evitar el conflicto. Pedir más calma, respirar, establecer turnos para hablar y para escuchar, hacer lluvia de ideas, etc.

3. Ser muy claro en poner límite a acciones evidentemente de maltrato. No podemos aceptar golpes, insultos, sobrenombres hirientes, etc. El hecho de que seamos familia no nos da derecho a tratarnos mal.

4. Tener una mente abierta para aceptar la posibilidad de que un hijo puede ser víctima o agresor en algún momento, y eso no significa que hayas hecho algo mal. Podemos intervenir muy a tiempo, haciendo ver los daños o el dolor que provocan ciertas acciones.

Prevenir el bullying si es posible, e incluso es insuficiente, porque lo que queremos es crear comunidades de colaboración, respetuosas donde todos se sientan valiosos.

AMA ofrece un completo programa de desarrollo de habilidades socioemocionales para la promoción del buen trato a los colegios. Conéctate por el Buen Trato trabaja con alumnos, profesores, directivos y padres, desde pre kinder a cuarto medio. Abarcando a todos los estamentos podemos alinear a la comunidad y producir cambios desde las familias.

Alejandra Ibieta I, 

de AMA Consultora Parental

Articulo extraido de www.talleresama.cl

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