Reflexión de Primavera

«La semana pasada escuché un nuevo episodio del único podcast que sigo y que comenzó con la anfitriona contando que su mamá siempre tuvo mascotas de todo tipo. Vivían en el campo, donde no sólo tenían perros y gatos, sino también caballos y otros animales que recogían. Por lo tanto, durante su niñez, los cuidó, los amó y también sufrió su pérdida. Con los años su mamá enfermó y durante el período cercano a su muerte, fue testigo de cómo ella creía estar rodeada de varios de esos mismos animalitos a quienes había cobijado en el pasado y que, obviamente, ya no estaban en este plano desde hace mucho. Si se acercaba para sentarse en la cama junto a ella, su mamá le advertía que a ese lado no, porque estaba Micifuz, uno de sus gatos. Y así hablaba también de sus perros y de uno de sus caballos regalones, pues al parecer los sentía o simplemente los veía a su alrededor. Sus amados animales estaban allí para confortarla en esos últimos momentos de vida terrenal. Y me pregunto, ¿quién podría poner en duda lo que la señora decía ver?

Sinceramente, desearía un cortejo similar y que, por añadidura, me estuvieran esperando al otro lado. No hay amor más puro que el de nuestros animales. Una vida en contacto estrecho con ellos, y por lo tanto con la naturaleza, es muy distinta a la de aquellas personas que no gozan de tal experiencia. Se navegan otras aguas.

En lo personal, el cuidado de mi jardín me permite observar la evolución de las plantas, especialmente en estos meses primaverales. Y además, enternecerme observando pájaros y otras criaturas. Son incontables las aventuras que uno vive gracias a ellos, como también lo son sus enseñanzas. Ver florecer rosas y madreselvas y disfrutar de la fragancia que parece envolverlo todo al alba y al atardecer, cuando disputan en intensidad el magnolio y los jazmines, es un viaje sensorial menos evidente que la sola alabanza de sus colores y formas. Por otra parte, tener de visitantes y huéspedes a chercanes, zorzales y tencas en varios nidos y casitas, asegura sinfonías y obras corales inigualables, si a la par incluyo a jilgueros y diucas. Además de la oportunidad única de ser testigo de cómo los padres entrenan a sus polluelos para su primer vuelo. Y los extraño cuando crecen y se van, siento nostalgia de esas semanas de cortejos, entre el invierno y la primavera, cuando se producen persecuciones y disputas previas al apareamiento y después el oír el incesante piar de los polluelos.

No tengo caballos ni gatos —aunque me gustaría— pero tengo mis flores, mis perros y a los pájaros, que considero casi propios, pues los cuido de lejos, regando, para asegurar la cosecha de gusanos y suculentas lombrices que las tencas llevan a sus nidos a cada minuto para tranquilizar a su prole. Y llenando de agua, religiosamente, una pequeña fuente de piedra junto a la pandereta para que puedan beber y, los más valientes, darse un baño. Tampoco uso veneno, de ningún tipo, porque pienso en ellos y no quiero perjudicarlos. Hay mucha gente en quien pensar al cuidar un jardín.

Pero mi mayor alegría es cuando ocurre un suceso inesperado, como cuando resucité a una lagartija que se había caído al agua y estaba exánime. Si mi curso de R.C.P sirvió una vez para ayudar a un señor en el supermercado, seguro me iba a servir para ella. Por si acaso, de todas formas me apresuré en llamarla Juancho, no fuera a ser que partiera al otro mundo como N.N, lo cual habría sido el colmo de la ignominia. La tomé con cuidado, la puse al sol y comencé a practicarle un masaje cardíaco. Tipo reptil, por supuesto. Y de pronto hizo efecto, abrió la boca y tomó una bocanada de aire. La puse derechita, le acerqué mi dedo y me dio un beso. Bueno, así lo sentí yo. Descansó un instante y ya más relajada, se fue.

La otra noche ocurrió algo muy distinto. El aire era tibio y no había una gota de viento. La luna aún no estaba llena, recién se había asomado. Me senté afuera a oscuras, disfrutando de ese momento especial, cuando veo lo que pensé eran unos reflejos claros sobre el jardín de al lado. Para allá y para acá, cambiaban extrañamente de dirección. De pronto, en la penumbra ví algo grande que se posó sobre la reja. No podía ver bien qué era, pero dado su tamaño no le quité los ojos de encima. Y lo escuché decir: u-u-trrrrr, u-u-trrrrr. Era un tucúquere. De 50 centímetros, es el búho más grande de Chile. Se quedó allí unos segundos y voló a la chimenea, sin que sus enormes alas hicieran el menor ruido. Entonces pude distinguir claramente su barba blanca vibrando al unísono con las notas de su canto. Esperó allí arriba, muy seguro. Luego se perdió entre los pinos, para volver un minuto después a la chimenea y cantar para mí, por última vez, antes de perderse en la noche.

El mundo natural y los animales llaman a la compasión y a la empatía al mostrarnos la realidad de la vida, la cual puede ser cruel o al menos difícil, igual que para la especie humana. Así, frecuentemente nos vemos reflejados en su comportamiento. Pero con una gran diferencia: ellos son perfectos. Perfectos perros, gatos, caballos, lagartijas y tucúqueres. En cambio, ¡que lejos estamos nosotros de dicha perfección! Comenzando por nuestras contradicciones e inconsecuencias —algo inexistente en el reino animal. Un ejemplo de ello son aquellos que se oponen al rodeo por considerarlo una crueldad. Y sin embargo, están a favor del aborto a todo evento, exigiendo consiguientemente a otros lo que no son capaces de dar ellos mismos.

Para quienes hablan inglés, el podcast se llama “Dear Sugars” y es conducido por los escritores Steve Almond y Cheryl Strayed.»

Myriam O – Artista multidisciplinaria (conoce mas de ella aquí)

 

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PAS: 7 claves para vivir con alta sensibilidad

Ser una persona con alta sensibilidad en el mundo de hoy en día puede llegar a ser muy complicado. El estrés de la vida diaria, la competitividad, el ruido… demasiados estímulos que afectan en demasía a una persona PAS. Si eres una persona PAS es probable que en muchos momentos de tu vida sientas que nadie te entiende o que estás fuera de lugar.

Elaine Aron, la psicóloga americana que estudió y popularizó el término PAS alrededor del mundo, descubrió que alrededor del 15-20% de la población tenía este rasgo de personalidad. Según Aron, las variaciones en el cerebro de estas personas hacen que respondan de manera diferente a los estímulos externos.

Las personas PAS se agobian ante los ruidos fuertes y entornos de ritmo rápido, necesitan más tiempo para descomprimirse después de socializar y prosperar en entornos más tranquilos. La persona altamente sensible también suele tener una profunda afinidad por la naturaleza y los animales, encontrando consuelo en lo que la naturaleza proporciona.

Dado que el 80% de la población no es muy sensible, esto explica por qué los PAS a menudo se sienten tan aislados e incomprendidos. La gente puede decirle que es «demasiado sensible» o que necesita «endurecerse». Sin embargo, ser muy sensible es un regalo que no debe darse por sentado. Este rasgo puede permitir a las personas establecer conexiones más profundas con los demás y puede desempeñar un papel crucial en la supervivencia de situaciones difíciles debido a una mayor conciencia.

 

¿Eres una persona PAS?

Los signos de que puedes ser altamente sensible son:
– Te abruman fácilmente los estímulos fuertes, como luces brillantes, ruidos fuertes y entornos caóticos.

– Tienes emociones muy profundas y también puedes percibir fácilmente los sentimientos de los demás.

– Eres consciente de los cambios sutiles en tu entorno y, por lo general, puedes descubrir cómo hacer que otros que te rodean estén más cómodos.

– Intentas evitar películas y programas de televisión violentos.

– Te asustas fácilmente.

– Eres muy sensible a la cafeína.

– Te influyen fácilmente los estados de ánimo de otras personas.

– Tu sistema nervioso se abruma con bastante facilidad.

– Si has tenido un día ocupado, necesitas mucho tiempo a solas en una habitación tranquila para recargarte.

– Te cuesta aceptar las críticas.

– No te gusta tener que realizar múltiples tareas.

– Cuando eras un niño, la gente podría llamarte sensible o tímido.

 

Como puedes ver en la lista, estos rasgos a veces no encajan demasiado bien con el mundo moderno.

 

A continuación, os presentamos una guía de 7 tips para sobrevivir a la vida moderna y ser más feliz.

1 – Duerme lo suficiente

Según la Dra. Elaine Aron, los PAS mejoran si descansan en la cama al menos 9 horas. El descanso es esencial para todos pero para las personas PAS es vital un sueño adecuado, si no duermen bien pueden encontrarse muy cansados al día siguiente. Asegúrate de priorizar el sueño y evitar el uso de móviles antes de dormir.

 

2- Cuida la alimentación

Los PAS son más sensibles al hambre y tener esa necesidad puede ser muy perjudicial para la rutina diaria. Mantén tu cuerpo feliz comiendo cada 3-4 horas con una variedad sana de comida. El sistema nervioso funcionará mejor si comes muchas vitaminas y minerales naturales.

 

3 – Reserva tiempo para ti

Las personas PAS necesitan más tranquilidad y menos ajetreo que los no PAS. Si no tienen tiempo para relajarse se vuelven más irritables.

Un horario constantemente ocupado combinado con mucha socialización puede llevarlos al límite.

Es necesario que te reserves a diario aunque sea media hora para ti, para estar tranquilo descansando y a solas. Una buena opción sería practicar Mindfulness para relajarte y alejar los pensamientos negativos.

 

4- Mantén relaciones positivas

Aléjate de las personas que se ríen o no entienden tu sensibilidad. Tu familia y amigos deben conocer tu sensibilidad y comprender que no eres una persona extraña sino que funcionas diferente. No dejes que otros te depriman y siéntete orgulloso de ser como eres.

 

5- No dejes que tu trabajo te sature

Muchos PAS evitan trabajos tradicionales como ventas o administración ya que son demasiado estimulantes para este tipo de personas. Se pueden adaptar a él y llegar lejos pero no es lo común. Los PAS destacan en los trabajos creativos o orientados al bienestar de los demás. También es muy común que trabajen por cuenta propia ya que no les gusta que los presionen demasiado porque se colapsan. Busca un trabajo que te haga feliz y no te presione demasiado.

 

6- Limita la cafeína

Para las personas PAS la cafeína no es el mejor aliado, ya que tienen un sistema nervioso más reactivo de lo normal. Si pruebas a dejar la cafeína por completo durante un par de semanas quizás descubras que te sientes más relajado y más conectado. ¡Pruébalo!

 

7- Visita la naturaleza

Las personas PAS necesitan tiempo en ambientes tranquilos y silenciosos donde poder respirar un poco de tranquilidad. ¿Hay algo mejor que la montaña o una playa desierta para pasar un fin de semana?

Es importante que escuches lo que te manifiesta tu cuerpo y sintonices con tus necesidades.

La casa también es importante. Una vivienda tranquila, decorada sin muchos estímulos será perfecta para que cuando vuelvas del exterior te relajes y entres en tu templo.

 

Ser PAS no es tarea fácil hoy en día pero conociendo tu cuerpo y cuidándote al máximo vivirás una vida plena y feliz.

Redacción Instituto Draco

www.institutodraco.com

www.facebook.com/InstitutoDraco

 

Extraido de www.institutodraco.com

 

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Un Grito de Ayuda de la Naturaleza

No comparto la opinión de los pesimistas, de quienes ven enemigos y confabulaciones en todas partes, de aquellos intrínsecamente desconfiados y negativos, de los quejumbrosos, de quienes temen salir de su zona de pseudo-confort, de los que se centran en sus debilidades y arrastran culpas sin resolverlas, de aquellos que no perdonan y viven con rencores, de los que culpan al resto y no poseen autocrítica, de quienes no viven el presente y sólo en las inseguridades del futuro, de aquellos que se preocupan del “que dirán”…, de que estemos frente a una ignición intencional de proliferar el Coronavirus por parte del Hombre.

Por el contrario, pienso que es una reacción de la propia naturaleza, para que de pronto el mundo se detenga y muchos tengamos la oportunidad de comenzar a repensar nuestra vida, descubrir nuevos lados en nosotros mismos, tomar decisiones difíciles y lidiar con los miedos… Ello, independiente de los infaltables y aún numerosos irresponsables e inconscientes que abundan coludidos con su ignorancia y egoísmo. Sin embargo y por el contrario, parece ser que crecen a paso agigantado los despertares de consciencia, la compasión sincera y el sentido de cooperación y solidaridad.  Sí, estamos comenzando a presenciar muy nítidamente lo mejor y lo peor de los seres humanos y esta pandemia es el cristal que lo facilita.

De pronto, se vuelven importantes las cosas que hemos dado por sentado por mucho tiempo, entre ellos, comenzamos a extrañar la cercanía física con las personas, los contactos sociales, el privilegio de moverse libremente, los viajes, la vida sin u otras preocupaciones, la seguridad financiera donde ya existía y la “normalidad”…, aunque muchos ya vivíamos en un estado de anormalidad social destructiva. Probablemente, este efecto viral no será por sólo dos o tres semanas y su alcance real hoy es bastante impredecible.

¿Hay alguna razón por la cual todo está al revés? ¿Es un grito de ayuda de la naturaleza que necesita un descanso de nosotros? ¿Hemos perdido el valor de la vida y se trata de un recordatorio de la importancia de nuestras vidas?

En esta situación excepcional, tenemos la tremenda oportunidad de conocernos mejor y de ser un poco “mejores”, establecer prioridades de manera diferente, tratar a nuestros semejantes con respeto y amor y, en el mejor de los casos, volver a rescatar esos tiempos en los que “el otro” poseía un sitial más alto, por encima del hoy dominante Narciso, símbolo del sueño de los sentidos en el cual el Ego se sumerge y nos hipnotiza, generando fantasías y un alto centrismo en nosotros mismos. Asimismo, nuestro planeta descansa de tantos factores que lo han sobrecargado por décadas…

 

Ricardo Gevert – Adm. Industrial

www.gevert.com

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Precauciones que debes tomar si vas de camping

Picaduras de insectos, caídas, insolación y contagio de virus Hanta, son algunos de los riesgos que están expuestas las personas que optan por pasar sus vacaciones al aire libre. El camping, a pesar de ser una alternativa entretenida para disfrutar durante el verano, también implica tomar una serie de precauciones que a veces uno no considera cuando arrienda un departamento. Por esta razón,  el médico general de Centros Médicos Vidaintegra, Dr. Julio Barrios, entrega recomendaciones para tener un descanso seguro y sin contratiempos.

Uno de los panoramas más usuales durante las vacaciones es ir de camping. Estar en contacto con la naturaleza, apreciar las estrellas de noche, sentarse alrededor de una fogata y quedarse conversando hasta altas horas de la noche son parte del encanto de este innovador plan estival. Pero no es igual de simple que alojar en casa o departamento, ya que al dormir y comer en zonas abiertas, nos exponemos a contagios y accidentes que pueden terminar en emergencias.

Según el Dr. Julio Barrios, médico general de Centros Médicos Vidaintegra, los problemas más comunes son la exposición solar, accidentes como caídas o golpes y también “el riesgo de contraer infecciones a raíz de  elementos que estén en el medioambiente, como deposiciones de roedores, picaduras de insectos y mordeduras de arañas”, explica.

Recomendaciones

Si vamos de camping, estaremos constantemente expuestos a la naturaleza, por lo que es importante vestir de forma adecuada para desplazarnos sin problemas, lo que significa usar ropa ligera que cubra piernas y brazos. Asimismo, hay que proteger tanto la piel como los ojos de los rayos UV, por lo que debemos aplicar protector solar cada dos horas y utilizar buenos anteojos de sol.

Para evitar accidentes o contagios, el Dr. Barrios aconseja llevar alimentación e hidratación suficiente, además de un celular cargado con batería externa completa para mantener siempre la comunicación. “Para evitar las picaduras de insectos, se pueden usar repelentes, insecticidas y también lámparas luminosas que atraen y matan los mosquitos o zancudos” afirma el especialista.

El mejor escenario para el Virus Hanta

El Hanta es el mayor riesgo al que nos exponemos al salir de camping, para evitarlo hay que seguir los siguientes pasos:

  1. Elige lugares limpios y libres de matorrales o pastizales.
  2. Evita acampar en sitios con evidente presencia de roedores.
  3. Usa carpa con piso, cierre y sin agujeros.
  4. Camina solamente por senderos habilitados.
  5. Mantén los alimentos en recipientes herméticos y una vez ocupados, lava inmediatamente los platos y utensilios de cocina.
  6. Mantén la basura en recipientes cerrados o si es necesario, entiérrela.
  7. Bebe únicamente agua potable, embotellada o hervida.
  8. Evita recolectar fruta silvestre o leña.

Si detectas presencia de roedores muertos, cúbrete la nariz y la boca con una mascarilla y antes de tomarlos, protege tus manos con guantes desechables o bolsas plásticas lavados con agua y cloro. Luego, ubícalos en doble bolsa plástica y entiérralos.

En caso de que hayas estado en contacto con el ratón de cola larga, con sus heces u orina, debes acudir al servicio de urgencias y ahí se verá si presentas signos sospechosos. “Como el Hanta es una enfermedad pulmonar, se manifiesta como una patología pulmonar, es decir, con tos y decaimiento”, agrega el doctor.

 

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Naturaleza y cultura

En la costa: queltehues y conejos comparten el prado. La luz del sol se refleja en las hojas del pequeño bosque de liquidámbares cerca del ventanal. Aire. Buen genio, felicidad. Y aquí en Santiago, de vuelta, veo por la ventana de mi oficina las paredes y ventanas de los edificios cercanos. Escucho bocinas, a veces una alarma.

¿Cuántas enfermedades se gestan en Santiago que afuera no se presentarían? ¿Qué rol juegan nuestras actitudes, nuestras ideas, nuestras acciones, en el debilitamiento de nuestra vitalidad? ¿Qué mundo hemos recibido, de qué mundo participamos, qué mundo creamos para quienes nos siguen? ¿Cómo vivir de tal modo que todo esto que nos concierne se traduzca en más salud para nosotros y para quienes nos rodean? ¿Siendo más generosos, reverentes, humildes, creativos, asertivos con los dones que la naturaleza nos dio?

Hago un alto en el camino y pregunto cosas fundamentales. Total, es nuestro trabajo. Por cada persona que se presenta en nuestra oficina con una enfermedad (una depresión, una angustia, un cáncer) volvemos a cuestionar el escenario en que aparece esta o aquella desgracia. Y hay de todo, por cierto, estilos de vida cuestionables, tensión continua a través de las décadas, mitos y anhelos irracionales, dependencias, sufrimiento a todas luces pero reprimido de la conciencia, sometimiento a las condiciones dadas, oscuridad en el corazón, falta de sentido, falta de luz.

Unos 120 años atrás vivió el joven poeta Rilke con unos pintores y escultores en una comunidad cercana a Bremen en el norte de Alemania. Le impresionaron estos artistas – algunos de los cuales abandonaron puestos altos y privilegiados en la academia del arte para convertirse en cesantes e ingresar en el ámbito duro de un clima frío, ventoso, de otoños e inviernos pesados y oscuros – le impresionaron su dedicación a una verdad que sobrepasaba su oficio y su resolución a buscar y expresar verdad al margen de los cánones de la cultura en que se habían desarrollado sus vidas. Con claridad ingenua y valiente destacó Rilke la diferencia entre llevar una vida inmersa en la naturaleza y sujeta a sus leyes, una vida con sentido existencial, y una vida sujeta a las tensiones asociadas a prestigio, jerarquías y privilegios basados en ideas y conceptos culturales según la moda del momento.

5000 años atrás los proto-indoeuropeos en las estepas del sur de Rusia iban a morir en el combate para conquistar la supuesta gloria imperecedera, al igual que más tarde los ejércitos del país que quieras nombrar. Hay variaciones modernas al tema: quiero ser la madre más sacrificada, el gerente más productivo, la persona más solidaria, la pianista perfecta, etc.

Somos libres. Podemos elegir cómo llevar nuestras vidas. Podemos buscar la aniquilación de nuestra vitalidad para bien de alguna idea, de algún valor, o en forma más humilde y realista podemos cuidar y nutrir nuestra vitalidad para bien de nuestra salud, nuestra creatividad, nuestro pensar y para bien del mundo que nos rodea.

¿Reverenciar y agradecer el hecho de estar vivos? ¿O gastar nuestra preciosa vitalidad para demostrar que el otro está equivocado y que merece el desprecio de todos quienes pensamos «bien»? ¿Respirar y ser feliz? ¿O desconfiar, temer, odiar?

Queltehues y conejos no tienen tanta libertad como nosotros, pero sus vidas son una referencia válida para quienes así lo elegimos.

Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.

www.persona.cl

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