Desarrollar la comunicación telepática nos hace sentir más completos, porque estamos recuperando una parte nuestra esencial que teníamos dormida y nos hace experimentar nuestra unión con el Todo.
La puerta que nos abre a experimentar la comunicación es la confianza en nuestras capacidades y el profundo amor, respeto y admiración que sentimos por los animales. En ellos vemos representados cualidades basadas en el amor y la compasión que nos inspiran profundamente. Cualquier trabajo personal realizado en compañía de los animales se hace mucho más ligero y rápido. Su presencia nos toca el alma y nos activa el camino al despertar.
Nuestra cultura ha dado mucho valor a la parte racional, dejando las otras vías de conocimiento como secundarias o no válidas. Mediante la comunicación telepática desarrollamos la intuición, descubrimos diferentes canales sensitivos que creíamos olvidados y tomamos conciencia de nuestro ser multidimensional.
No hay que intentar racionalizar la experiencia porque no forma parte de la experiencia racional tradicional. Se trata de experimentar y sentir. Y, a través de este sentir, llegar a nuestro propio conocimiento de qué es y cómo funciona la realidad que nos rodea.
La comunicación telepática se basa en el amor y el respeto a los animales. No obstante, por muy buenas intenciones que tengamos, eso no va a certificar que siempre estemos en lo cierto en todas las comunicaciones. Ya que la interpretación racional, nuestro ego y sus patrones de pensamiento intentarán sin duda interferir en ellas.
El proceso de la comunicación requiere mucha práctica, profundización y trabajo personal. Y, por encima de todo, humildad. Debemos ser responsables y honestos con nuestro trabajo, ser conscientes de nuestros límites y reconocer que nos podemos equivocar. Esto es fundamental. Como practicantes de la comunicación telepática vamos avanzando y perfeccionando cada uno a su ritmo, dependiendo, entre otras cosas, de nuestra paz mental y emocional y nuestra implicación y compromiso con la práctica.
Nuestra práctica siempre avanzará en proporción al avance de nuestro trabajo interior. Es responsabilidad nuestra identificar nuestras sombras y sanarlas, para así poder ofrecer la mejor versión de nosotros mismos sin proyectar nuestros miedos y carencias en la comunicación. Y, sobre todo, sin juzgar.
Debemos tener en cuenta que hablar en nombre de un animal conlleva una gran responsabilidad. Con nuestras buenas intenciones o con las prisas por avanzar podemos causar un daño irreparable a un animal y/o a sus cuidadores.
La comunicación telepática es una práctica para el beneficio del animal, no para el beneficio del ser humano. Debemos tener muy claro que una comunicación no tiene como función “adiestrar” o indicar a un animal cual tiene que ser su comportamiento según su humano de compañía. La comunicación tiene como función sentir como se siente el animal, para comprender desde su punto de vista, aprender de él, escuchar lo que él tenga que decir y saber si su cuidador lo puede ayudar de alguna forma.
La comunicación se inicia si hay permiso por parte del cuidador del animal y permiso por parte del animal. El respeto significa también no interferir ni contactar con ningún animal para el cual no se nos haya solicitado o admitido nuestra intervención o presencia.
La comunicación telepática se emplea como un servicio para que humanos y animales puedan restablecer sus lazos y de esta forma tener una convivencia armoniosa y basada en el respeto mutuo.
No podemos mentir a un animal o hacerle falsas promesas si no sabemos a ciencia cierta que lo que decimos se va a cumplir.
La relación con los suegros es frecuentemente un tema de tensión en pareja, especialmente para los recién casados, que construyen hogares propios y poco a poco se vuelven menos dependientes de sus padres.
Para los suegros, el proceso de sentir que sus hijos se distancian (emocional o físicamente) de ellos puede ser doloroso. Por eso, es imprescindible ser comprensivos e intentar limar las asperezas, así como estar dispuesto a fortalecer el vínculo familiar por el bien de todos.
Nunca podrás mejorar la relación con tus suegros respondiendo a las críticas de forma negativa ni reaccionando con agresividad. Es esencial que recuerdes que el hombre o mujer que amas es quien es gracias a ellos; por eso, da siempre lo mejor de ti por apreciar los atributos positivos de tus suegros y establecer una relación tan sólida con ellos como la que tienes con tus padres.
¿Cómo mejorar la relación con tus suegros?
1. Pon límites
Incluso si la relación con los padres de tu pareja es buena, es importante que marques límites. Habla con tu pareja para que tus suegros avisen antes de ir de visita; también es bueno que planifiquen visitas cortas y llamadas telefónicas regulares.
2. Adáptate
Ser parte de una nueva familia requiere de una cierta adaptación. Deberás dedicarles tiempo y atención, y aunque puede que haya hábitos o creencias en tus suegros con las que no estás de acuerdo, es fundamental que actúes siempre con respeto para que reine la armonía en la pareja.
3. Habla con tu cónyuge y, luego, con tus suegros
Si no te gusta cómo te tratan tus suegros o te molesta que se inmiscuyan en asuntos de pareja, conversa primero con tu cónyuge y, luego, hablen juntos con sus padres.
Evalúen antes lo positivo y lo negativo de pedirle a tus suegros que modifiquen su comportamiento y después, si deciden hacerlo, que sea con mucho tacto.
Si eres capaz de conversar con los padres de tu pareja de forma serena, justa y comprensiva, seguramente la próxima vez tendrán más cuidado y la relación mejorará.
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4. No reacciones con agresividad
Es muy común que las suegras quieran opinar y dar consejos sobre los asuntos de la casa o la educación de los hijos. En estos casos, muchas veces la mujer se siente juzgada o criticada a pesar de que ese, casi nunca, es el objetivo de la suegra.
Si esto pasa, es importante que intentes comprenderla y evitar reacciones que puedan dar lugar a una pelea.
5. Cambia el foco de tu suegra
Una buena forma de evitar que tu suegra critique o se inmiscuya en todo, es no darle potestad sobre tu estado anímico o la toma de decisiones en el hogar. Para ello, agradece respetuosamente su consejo y cambia rápidamente de tema. Así, poco a poco entenderá que, si bien escuchas su opinión, tienes tu propia forma de hacer las cosas.
Si te llevas bien con tu suegra o conoces sus gustos, conduce la conversación a un tema que le apasione. Por ejemplo: “Me había olvidado de comentarte, he visto unas flores preciosas en Internet, creo que son ideales para tu jardín, te las mostraré.”
Los psicólogos recomiendan optar por la indiferencia cuando la situación implica comentarios hirientes intencionados. Esta estrategia da buenos resultados a largo plazo, pues la persona que intenta herir se cansa de no obtener respuesta.
6. No es necesario que sufras
Toda familia es un mundo, aunque eso no quiere decir que debas descuidar tu integridad en nombre del amor.
Si crees que te tratan injustamente o te humillan a carta abierta, habla con tu pareja. Puedes pedirle que te defienda. Si contesta que no va a intervenir, adviértele que la siguiente vez responderás al ataque.
Si esto no da resultado, habla con tu pareja nuevamente y dile que, si bien entiendes que su familia es muy importante para él / ella, no seguirás participando en reuniones familiares.
Es esencial ser flexible, mostrar comprensión y decidir juntos qué puede hacerse para mejorar la relación con tus suegros. Pueden, por ejemplo, llegar a un acuerdo para que tu pareja visite a sus padres con frecuencia y tú solo en ocasiones.
Lo importante es que te asegures de que tus suegros no se sientan rechazados y que te sientas cómodo acompañando a tu cónyuge de vez en cuando.
Con el tiempo, y adoptando estos consejos, la relación mejorará naturalmente.
¿Cómo se hace para no sentirse arrepentida de haber dejado mi carrera? Ahora con 53 me arrepiento mucho.
No es la primera vez que me hacen esa pregunta así que aquí va mi respuesta…
Arrepentirse ahora de una decisión pasada no tiene sentido. Y lo sabes. Pero todos somos humanos y saberlo no es lo mismo que aceptarlo y pasar página, ¿verdad?
1. La primera parte, entonces, es ser paciente y comprensiva contigo misma por arrepentirte y darle vueltas tanto tiempo.
Date un tiempo si quieres, pero no te pases la vida arrepintiéndote.
El pasado pasado está.
Hace poco leí un “truco” muy útil de Michael Neill (no sé cuántas veces he dicho ya que es uno de mis coaches favoritos : )
Cada vez que tiene un pensamiento negativo, que le hunde o no le aporta nada, se da noventa segundos para darle vueltas y luego a otra cosa.
Porque no puedes obligarte a no pensar, ni eliminar tus emociones; pero sí puedes controlar cuánto tiempo piensas en ello, para que no te afecte tanto.
Así que, a partir de ahora, date un tiempo para pensar en algo y luego cambias de tema. Te pones a hacer otra cosa, pones música, lo que sea.
Al principio te costará. Luego será automático, ya veras.
2. El pasado, pasado está. Agua pasada no mueve molino.
Hiciste una elección según tus circunstancias en ese momento y lo que consideraste mejor. No sabías lo que sabes ahora.
Ya está, no hay más.
Yo, por ejemplo, he pensado muchas veces que si hubiera sabido lo que me gusta bailar, me habría apuntado a baile desde muy pequeña. Quizá me habría dedicado a algo relacionado con el baile.
Pero no lo sabía.
Y a veces lo pienso, pero no puedo hacer nada por el pasado.
Lo que sí puedo hacer es bailar ahora. En casa, de fiesta, apuntarme a clases. Lo que sea. Lo que sea menos regodearme en por qué no lo he hecho antes… Antes sabía lo que sabía. Punto.
No es nada útil regodearse. La mejor opción ahora es mirar hacia delante.
Decirte a ti misma: vale, a partir de ahora, ¿qué puedo hacer? ¿y qué quiero hacer?
(Si no tienes ni idea de lo que quieres o puedes hacer, esto es para ti).
Y ponerte en marcha empezando ya. Empezar a actuar, a dar pequeños pasos desde hoy mismo.
Y sí, puede que no sea fácil. Ni rápido. Y que te dé miedo. Y que dudes. Todo eso es parte de la vida.
Hay que dejar de esperar a que todo salga bien y estemos mega motivadas para hacer las cosas.
Empieza hoy mismo. Y la motivación llegará después. No falla.
Las personas con éxito (y tú decides que es éxito para ti) hacen lo que tienen que hacer, aunque no les guste, aunque les cueste, aunque no estén motivadas. Ya llegará la motivación. Porque, como siempre digo, el tiempo va a pasar hagas lo que hagas. Y dentro de un año, o tres, o diez puedes estar haciendo lo que tú quieres. O puedes seguir igual que ahora.
Depende de ti.
(Y ni se te ocurra hablarme de tu edad. He recibido esta misma queja de personas con veintitantos, treintaymuchos, cuarentaypocos, etc, etc.
No es la edad, es la mentalidad.
Ya te digo yo que si quiero hacer algo lo hago tenga 24 o tenga 73. O al menos pruebo. Y que tengo lectoras que han hecho cambios a cualquier edad. Así que esa excusa fuera
Tus años son los que son y van a seguir aumentando, así que empieza cuanto antes).
Espero que te ayude esta reflexión : )
Y si no tienes ni idea de qué quieres hacer o cómo empezar algo que quieres o ves que los miedos y las dudas te paralizan, esto te puede ayudar.
Que pases un buen día.
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La Dra. Aida Baida Gil, coach certificada y fundadora de www.coachdelaprofesional.com se dedica a ayudar a las mujeres profesionales que se sienten estancadas o insatisfechas y que están listas para avanzar profesionalmente, establecerse por su cuenta o redirigir su carrera.
Ser una persona con alta sensibilidad en el mundo de hoy en día puede llegar a ser muy complicado. El estrés de la vida diaria, la competitividad, el ruido… demasiados estímulos que afectan en demasía a una persona PAS. Si eres una persona PAS es probable que en muchos momentos de tu vida sientas que nadie te entiende o que estás fuera de lugar.
Elaine Aron, la psicóloga americana que estudió y popularizó el término PAS alrededor del mundo, descubrió que alrededor del 15-20% de la población tenía este rasgo de personalidad. Según Aron, las variaciones en el cerebro de estas personas hacen que respondan de manera diferente a los estímulos externos.
Las personas PAS se agobian ante los ruidos fuertes y entornos de ritmo rápido, necesitan más tiempo para descomprimirse después de socializar y prosperar en entornos más tranquilos. La persona altamente sensible también suele tener una profunda afinidad por la naturaleza y los animales, encontrando consuelo en lo que la naturaleza proporciona.
Dado que el 80% de la población no es muy sensible, esto explica por qué los PAS a menudo se sienten tan aislados e incomprendidos. La gente puede decirle que es «demasiado sensible» o que necesita «endurecerse». Sin embargo, ser muy sensible es un regalo que no debe darse por sentado. Este rasgo puede permitir a las personas establecer conexiones más profundas con los demás y puede desempeñar un papel crucial en la supervivencia de situaciones difíciles debido a una mayor conciencia.
¿Eres una persona PAS?
Los signos de que puedes ser altamente sensible son:
– Te abruman fácilmente los estímulos fuertes, como luces brillantes, ruidos fuertes y entornos caóticos.
– Tienes emociones muy profundas y también puedes percibir fácilmente los sentimientos de los demás.
– Eres consciente de los cambios sutiles en tu entorno y, por lo general, puedes descubrir cómo hacer que otros que te rodean estén más cómodos.
– Intentas evitar películas y programas de televisión violentos.
– Te asustas fácilmente.
– Eres muy sensible a la cafeína.
– Te influyen fácilmente los estados de ánimo de otras personas.
– Tu sistema nervioso se abruma con bastante facilidad.
– Si has tenido un día ocupado, necesitas mucho tiempo a solas en una habitación tranquila para recargarte.
– Te cuesta aceptar las críticas.
– No te gusta tener que realizar múltiples tareas.
– Cuando eras un niño, la gente podría llamarte sensible o tímido.
Como puedes ver en la lista, estos rasgos a veces no encajan demasiado bien con el mundo moderno.
A continuación, os presentamos una guía de 7 tips para sobrevivir a la vida moderna y ser más feliz.
1 – Duerme lo suficiente
Según la Dra. Elaine Aron, los PAS mejoran si descansan en la cama al menos 9 horas. El descanso es esencial para todos pero para las personas PAS es vital un sueño adecuado, si no duermen bien pueden encontrarse muy cansados al día siguiente. Asegúrate de priorizar el sueño y evitar el uso de móviles antes de dormir.
2- Cuida la alimentación
Los PAS son más sensibles al hambre y tener esa necesidad puede ser muy perjudicial para la rutina diaria. Mantén tu cuerpo feliz comiendo cada 3-4 horas con una variedad sana de comida. El sistema nervioso funcionará mejor si comes muchas vitaminas y minerales naturales.
3 – Reserva tiempo para ti
Las personas PAS necesitan más tranquilidad y menos ajetreo que los no PAS. Si no tienen tiempo para relajarse se vuelven más irritables.
Un horario constantemente ocupado combinado con mucha socialización puede llevarlos al límite.
Es necesario que te reserves a diario aunque sea media hora para ti, para estar tranquilo descansando y a solas. Una buena opción sería practicar Mindfulness para relajarte y alejar los pensamientos negativos.
4- Mantén relaciones positivas
Aléjate de las personas que se ríen o no entienden tu sensibilidad. Tu familia y amigos deben conocer tu sensibilidad y comprender que no eres una persona extraña sino que funcionas diferente. No dejes que otros te depriman y siéntete orgulloso de ser como eres.
5- No dejes que tu trabajo te sature
Muchos PAS evitan trabajos tradicionales como ventas o administración ya que son demasiado estimulantes para este tipo de personas. Se pueden adaptar a él y llegar lejos pero no es lo común. Los PAS destacan en los trabajos creativos o orientados al bienestar de los demás. También es muy común que trabajen por cuenta propia ya que no les gusta que los presionen demasiado porque se colapsan. Busca un trabajo que te haga feliz y no te presione demasiado.
6- Limita la cafeína
Para las personas PAS la cafeína no es el mejor aliado, ya que tienen un sistema nervioso más reactivo de lo normal. Si pruebas a dejar la cafeína por completo durante un par de semanas quizás descubras que te sientes más relajado y más conectado. ¡Pruébalo!
7- Visita la naturaleza
Las personas PAS necesitan tiempo en ambientes tranquilos y silenciosos donde poder respirar un poco de tranquilidad. ¿Hay algo mejor que la montaña o una playa desierta para pasar un fin de semana?
Es importante que escuches lo que te manifiesta tu cuerpo y sintonices con tus necesidades.
La casa también es importante. Una vivienda tranquila, decorada sin muchos estímulos será perfecta para que cuando vuelvas del exterior te relajes y entres en tu templo.
Ser PAS no es tarea fácil hoy en día pero conociendo tu cuerpo y cuidándote al máximo vivirás una vida plena y feliz.
Tanto en cursos como en alguna charla suelo contar una anécdota atribuida a Sócrates. Muchos alumnos que han asistido a mis clases la conocen muy bien porque se me antoja muy preceptiva para el buen funcionamiento de las relaciones personales. El filósofo estaba casado con Jantipa, una mujer con un temperamento especialmente bilioso. Una vez se enzarzaron en una acalorada discusión y la irascible Jantipa agarró un cubo de agua y lo arrojó con furia a la cara de Sócrates. A pesar del inesperado remojón, Sócrates tuvo la suficiente cintura para quitarle importancia al asunto: «Sabía muy bien que tras los truenos llegaría la lluvia». El relato no aclara si al escuchar estas palabras su mujer se encolerizaría todavía más y acabaría estampándole el cubo. Pero esta no es la anécdota que quiero compartir, sólo es un preámbulo para entender mejor el contexto. Casi siempre Jantipa, en vez de exponer verbalmente los motivos de su enojo, lo ritualizaba hacinándolo en un silencio malhumorado o depositándolo en algún que otro gruñido plagado de animosidad. Su silencio era como la aguja del sismógrafo que empieza a agitarse vaticinando la presencia de un terremoto. Como Sócrates ya estaba acostumbrado, cada vez que volvía a casa y veía a su esposa con el ceño fruncido y los labios apretados le interpelaba: «Habla para que te vea». Dicho de un modo técnico le sugería que por favor desplegara todas las herramientas que se articulan en el lenguaje hablado (léxico, sintaxis, gramática, semántica, prosodia, vocabulario gestual) para entablar un diálogo y evitar así la fosilización del enfado. Como sólo hablando se puede exorcizar el fantasma de la suposición, pero también es el único modo de tomar conciencia de los frecuentes puntos ciegos de nuestra propia conducta, yo agregué otro posible ruego de Sócrates a su mujer: «Háblame para que yo me vea».
El año pasado conté esta anécdota en una clase del curso de experto en Mediación de la universidad Pablo de Olavide, y días después una alumna la transcribió para publicarla en una semanal columna de prensa. Su transcripción guardaba reivindicaciones feministas. Allí relataba que en esta anécdota la mujer, como siempre, se hallaba confinada en casa y Sócrates por ahí, y que probablemente Jantipa albergaba bastantes razones para estar enfadada y no apetecerle nada departir con su marido. Aquel artículo me hizo recapitular, recodificar los significados y añadir variantes a la anécdota. De repente ya no todo orbitaba en torno a la figura arbitral de Sócrates, sino que su mujer incrementaba su protagonismo, lo que otorgaba al episodio caleidoscópicos focos de observación totalmente novedosos. El inicial «habla para que te vea» podía trocarse por una interpelación en la dirección contraria y en el requerimiento de un recurso comunicativo distinto. Jantipa podría reprocharle a Sócrates: «Pregúntame para verme». Incluso si el diálogo buscaba combatir los ángulos muertos del comportamiento, Jantipa podía tomar la iniciativa e inquirirle a su marido: «Pregúntame para que te veas».
Hablar, dialogar, preguntar, negociar, pactar son verbos insertos indefectiblemente en la experiencia humana compartida. Hasta ahora no hemos encontrado una fórmula más eficaz para la opulencia comunicativa y para el arte de vivir en armonía que dialogar. El diálogo es el ecosistema en el que la palabra se despliega sobre sí misma y se enriquece con la pacífica presencia de otras palabras. Acota una territorialidad de la razón comunicativa vetada por completo a cualquier otro elemento de la comunicación. Gracias al diálogo podemos asimilar la alteridad y la divergencia canjeando argumentos. Gadamer afirma que el entendimiento mutuo nace de la fusión de horizontes, los que se trazan y expanden a medida que se va acumulando experiencia vital, pero, me permito añadir yo, esos horizontes cuajados de información y axiología sólo pueden ser absorbidos inteligiblemente por nuestro interlocutor en la estructura que facilita el diálogo. Hablando no siempre se entiende la gente, como proclama con excesivo optimismo el refranero, pero sin hablar es harto difícil que las personas podamos entendernos. La comprensión es el mayor afrodisíaco del diálogo.
En un mundo donde las relaciones entre hombres y mujeres cada vez están más convulsionadas y los vínculos cada vez más endebles, ser infiel es un hecho frecuente, que si es bien enfocado puede convertirse en una oportunidad de crecimiento y madurez en la pareja. Ser infiel y sentirse mal es un síntoma de que puedes emprender cambios para construir una relación de pareja más satisfactoria y estable.
La infidelidad en una relación tiene matices que la hacen más o menos grave. Puede tratarse de una aventura pasajera y aun así generar culpa sobre todo si nuestra pareja permanece en desconocimiento de nuestra falta. Un examen de conciencia puede resultar positivo para recapacitar y reconocer que pueden haber aspectos de mejora en tu relación, en dicho caso puedes convertir el hecho en una oportunidad de cambio.
¡Una actitud de rectificación acompañada de acciones concretas te servirá de mucho para resarcir el daño causado!
Recomendaciones que tienen que ver contigo
Trátate con generosidad y autocompasión, una desacertada decisión circunstancial no te define como persona, ni puede terminar con una relación de pareja estable. Así que no te fustigues.
Sincerate comunicándole a la otra persona que sólo fue un encuentro pasajero, que tienes una relación estable que deseas cuidar.
Evita toda comunicación o contacto directo o por redes sociales con esa persona, si insiste en mantener contacto, sé tajante y como medida extrema elimínale de tus contactos o bloquéale.
Reflexiona en torno a qué te llevo a la infidelidad. ¿Curiosidad?, ¿insatisfacción?, ¿despecho?. Identifica cuál pudo ser el detonante o factor que te llevó a ser infiel para que puedas manejar la situación.
Debes sincerarte en primer lugar contigo, pues si sientes culpa es porque la infidelidad es un antivalor para ti, de modo que debes descubrir por qué fuiste infiel, si tu pareja tiene algo que corregir es la oportunidad de buscar la manera de hacérselo saber sin ponerte en evidencia, esto solo agravaría la situación.
Recomendaciones para con tu relación de pareja.
Aumenta la comunicación con tu pareja. Conversa de eso que te molesta o causa insatisfacción. Pregúntale sobre ti, qué cosas puedes mejorar. Esto les ayudará a fortalecer la confianza.
Rompe con la rutina, busca momentos para compartir inesperados, cultiva el erotismo y el romanticismo .
Convierte la falta en una oportunidad de crecimiento y madurez.
Aprender de la experiencia para valorar la sinceridad, reconocer el valor de la pareja, la transparencia en el manejo de la relación, implementar cambios en la comunicación será clave para superar el escollo de la infidelidad. Insistimos en no caer en el mea culpa sin cambios de actitud y comportamiento.
Lo importante del arrepentimiento es que genere cambios una vez reconocida la falta. No es necesario dar cuenta de la infidelidada a tu pareja eso sólo empeorará las cosas, quien se atreve a confesar una infidelidad es un sincericida, pero quien se atreve a reconocerla y proponer cambios para mejorar su relación es una persona digna de volver a confiar en ella.
Si tu pareja se entera debes ofrecer certeza de tu amor para que vuelva a confiar desde el compromiso de la rectificación, pedir perdón de forma genuina y desde el corazón.
Superar una infidelidad para ambos miembros de la pareja es difícil, pero si hay arrepentimiento verdadero, se valora lo construido y hay votos por salvar la relación, con un compromiso de honestidad por parte de quien cometió la falta, ésta pudiera ser una oportunidad para fortalecer la relación de pareja desde el amor, el respeto y la comprensión. Salva tu relación . ¡Estás a tiempo!
Al parecer nos toca vivir tiempos caóticos y creativos, riginales e inciertos, turbulentos y esperanzados, para vivir nuestro amor en pareja. Algunos estudiosos han acuñado el concepto de “monogamia secuencial”, que viene a anunciar lo que todos ya percibimos -unos con cierto alivio, otros con más añoranza-: el funeral de “la pareja para toda la vida”.
Monogamia secuencial significa que, hoy por hoy, las personas tenemos estadísticamente muchas probabilidades de tener entre dos, tres o más parejas consecutivamente a lo largo de una vida con la consiguiente complejidad de formatos familiares y de convivencia y, sobre todo, con un alto precio en estrés emocional, afectivo y vincular. Nunca como ahora habíamos enfrentado de forma masiva tantas exigencias emocionales y tránsitos dolorosos.
Tener consecutivas relaciones sentimentales traen consigo mucho amor, pero también mucho dolor.
Amarse, unirse, vincularse, crear, separarse, desprenderse, volver a empezar, son cualquier cosa menos trámites desde la frivolidad. Golpean las cuerdas que más intensamente vibran en nuestras almas, las del amor y el desamor. Ésta es la danza que nos toca danzar y el reto a menudo es titánico y a la vez humilde: lograr permanecer en el amor y en el placer de la vida, aprendiendo a transitar y remover los puentes de dolor. Aprender pues a transmutar dolor en más amor y no en más argumentos para seguirse protegiendo. Como dice Walt Whitman en su “Hojas de hierba”:
Soy el poeta el Cuerpo y soy el poeta del Alma,
los goces del cielo están conmigo
y los tormentos del infierno están conmigo.
Los primeros los multiplico e injerto en mi ser,
los últimos los traduzco a un nuevo idioma.
En cierto modo todos los terapeutas, los ayudadores, los que acompañamos los tránsitos del amor y el desamor en las personas, somos o deberíamos ser un poco poetas del Cuerpo y poetas del Alma.
Aunque tengan modos de relacionarse diferentes, hombres y mujeres aman por igual.
Son muchas las mujeres que se quejan de no ser suficientemente comprendidas por sus parejas hombres y lo gritan de una forma sonora y publicitaria como si fuera un derecho natural. Al mismo tiempo cientos de hombres se van secando calladamente porque encuentran que sus mujeres menosprecian algunos de sus intereses, deseos, costumbres y aficiones, y en lo hondo, piensan que hay algo que no va, que la mujer no se molesta en comprender que el hombre es como es.
Lo que parece claro es que, a pesar de las diferencias, hombres y mujeres aman por igual, son adultos por igual, exponen su corazón por igual, desean el bienestar, la comprensión y la confianza por igual… Aunque son diferentes desean lo mismo, pero de distinta manera: las mujeres están más dotadas de recursos emocionales y afectivos, los hombres de recursos racionales y de acción. Los brazos del amor y la entrega son múltiples y variados, y su conjunto crea una totalidad necesaria y hace que cada quién aporte su especialidad.
Sería muy atrevido decir, aunque lo digo, que los hombres aman más que las mujeres pero hacen mucha menos publicidad de ello; sería atrevido pero probablemente no completamente exacto. Ambos, hombres y mujeres, aman en igual profundidad pero en distinta manifestación. Pero al menos sirva como reivindicación del profundo amor y vínculo que sienten muchos hombres.
Lo que ayuda no es que los hombres comprendan a las mujeres o que las mujeres comprendan a los hombres. Lo que ayuda es que dejen de intentarlo… y en lugar de comprender que se rindan ante el misterio, y rendirse significa basicamente respetar lo incomprensible del otro y amarlo tal cual es sin comprenderlo, porque sí. Esto es regalo y bendición.
Además los que reclaman no suelen dar justamente lo que exigen. Son las paradojas de las relaciones humanas. Ojalá quién pida comprensión la pudiera dar sin paliativos.
Cualquier relación entre hombres y mujeres está llena de historia.
En el encuentro del amor “asciende una savia inmemorial”, versaba Rilke. En el encuentro de la pareja van muchos. En cada hombre de hoy viven cientos de hombres anteriores, padres, abuelos, bisabuelos, y muchos otros. En cada mujer, muchas otras, madres, abuelas, bisabuelas, y muchas más. Sucede que algunas madres, abuelas y otras sufrieron el yugo explotador, desconsiderado y machista de sus maridos y no pudieron ejercer la libertad de vivir su enojo y reorientarse y separarse si lo deseaban. Sucede que algunos hombres anteriores se hicieron culpables de dominación y explotación de sus mujeres. Son ecos del pasado que aún nos impregnan en nuestra realidad actual. Y sucede que hoy en día algunas mujeres están enfadadas en nombre de sus anteriores y algunos hombres están culposos y asustados en nombre de sus anteriores. Algunas mujeres vengan a sus abuelas con su enfado hacia sus parejas actuales. Algunos hombres expían las culpas de sus anteriores debilitándose y empequeñeciéndose hasta estallar con sus parejas actuales. Y la guerra entre sexos y sus luchas de poder se perpetúan. Con el resultado de violencia, fatalidad y desdicha que todos conocemos desgraciadamente.
¿Qué ayuda? Que el pasado pueda quedar como pasado, dignificado con nuestra buena mirada y con el pleno respeto hacia aquello que fue vivido tal como fue y por los que lo vivieron tal como fue para ellos. Y ayuda mirar el presente con alegría y gratitud. Y nada hay más irresistible para un hombre que el genuino respeto y la sincera sonrisa de una mujer y nada más irresistible para una mujer que ser respetada como mujer y amada tal como es, incluyendo su misterio. De hecho el regalo más bello que alguien nos hace consiste en amarnos como somos y el mejor regalo que podemos hacer a alguien consiste en amarlo tal como es.
¿Vamos a por ello? Y logramos un poco más de felicidad.
“La realidad existe porque nosotros la aceptamos. Siempre que la realidad cambie, también cambiará esa aceptación.” Deepak Chopra
El ser humano busca seguridad como método de supervivencia y muchas veces nos aferramos al sufrimiento como si fuese un tesoro y no nos damos cuenta que estamos prolongando nuestro dolor. Esto sucede cuando perdemos a un familiar, cuando nos separamos de nuestra pareja, o simplemente sale alguna persona de nuestra vida. A muchos de nosotros nos impide dejar ir, un dolor, sufrimiento o persona, porque pensamos que éste dolor nos une más a la persona que queremos o hemos perdido. Nos aferramos a los recuerdos por temor a perder su amor o cariño y mientras más nos aferramos, más nos alejamos de quiénes somos realmente.
Aceptar es reconocer que no tienes que cambiar nada, que todo está bien tal cual está. Aceptar no significa autocompadecernos, ni sacrificarnos por algo o alguien. Es aceptar lo que sentimos, permitiéndonos ser conscientes de nuestras elecciones y actos. Sin sufrimiento. Recuerda que cuando el sufrimiento se prolonga en el tiempo se debe a la resistencia a la aceptación de ese sufrimiento. Es en ese momento cuando nos estaremos liberando de toda culpa y resentimiento.
En la aceptación experimentamos la comprensión, hacia nosotros mismos y hacia los demás, aceptando sus “defectos” y virtudes y sin esperar nada a cambio pues nos sentiremos abundantes y capaces de servir desinteresadamente al prójimo. Todo lo que hacemos es desde el amor y desde este sentimiento solo veremos la inocencia.
Experimentamos un cambio de percepción y desde este punto somos capaces de perdonar el pasado y sanar viejas heridas. Nos damos cuenta que cada experiencia negativa vivida encierra una lección que debemos aprender. Ya no le daremos lugar a la inseguridad, ni a los juicios, eliminamos la culpabilidad que hasta entonces nos estaba bloqueando, y nos damos cuenta que todos los sentimientos que experimentamos son nuestra responsabilidad y que la solución a todos nuestros conflictos está dentro de nosotros mismos.
Al sentirnos tan seguros, se produce un cambio en nuestras relaciones con los demás, pues sentimos que todas nuestras necesidades están cubiertas. Eliminamos la dependencia hacia el otro, no vemos sus imperfecciones utilizando el perdón con más frecuencia. Tampoco nos lamentamos por el pasado ni sentimos temor por el futuro, estamos más centrados en el momento presente disfrutando de cada momento que nos ofrece la vida.
Si crees que te resulta difícil aceptar situaciones o actitudes de alguna persona no dudes en buscar recursos que te ayuden a recuperar tu equilibrio emocional. Puedes consultar aquí
«…el amor es una cosa ideal… el matrimonio una cosa real y la confusión de lo real con lo ideal, jamás queda impune”, Goethe.
De entre todos los tipos posibles de relaciones y convivencia, la de pareja es la más compleja y difícil. En consecuencia, es la que precisa un mayor grado de empatía y disposición a aceptar al otro con sus riquezas y miserias, con sus virtudes y defectos.
La empatía en la relación de pareja y/o matrimonio, se entiende como el profundo conocimiento y aceptación del otro. Mi pareja, tal cual es, un ser de luz y también de sombra. A través de nuestra propia aceptación, nos resulta más fácil aproximarnos a la persona que es nuestra pareja.
Generalmente la empatía en la relación de pareja se hace difícil porque antes de la convivencia, obnubilados por esa etapa de enamoramiento no vemos al otro, objeto de nuestros afectos, tal cual es. Una persona con fortalezas y también con debilidades, como todo ser humano.
Todo es tan perfecto…
En nuestra inicial idea del amor, la felicidad y el compartir en una relación de pareja, solo vemos virtudes. Es probable que ambos nos estemos esforzando en mostrar nuestra mejor cara. Pero el tiempo hace de las suyas, hace mella en nuestra disposición, y el yo real emerge, ratificando el viejo adagio que dice “de la convivencia nacen las diferencias”.
Puede suceder que el tiempo funcione como hilos que entretejen la relación y la hagan más fuerte y sólida. Nace el compromiso como una carpa de campaña que ante la adversidad inevitable de las discusiones y peleas, los protege.
Puede suceder que el otoño, con sus días nublados y de poco sol, les desprenda sus ganas de amar y acompañarse, como hace con las hojas de los árboles. Y entonces la rutina traicionera socave las bases de ese compartir y la convivencia se nos hace fría y oscura.
El invierno hace de las suyas si nos encuentra desprotegidos, si andamos sin el abrigo que nos da el amor y la comprensión. Nos extraviamos de la relación y todo se vuelve viento gélido. El frío se le queda a vivir en sus vidas. ¡Cuidado! El amor de tu vida puede pasar a ser tu ex.
El enamoramiento no basta…
Cuando nos embarga la expectativa, la decepción y el aburrimiento… si no tenemos un plan para que nuestra relación perdure y pase del enamoramiento al amor con compromiso, un amor maduro, sobreviene el desamor y a veces la rabia y el rencor.
¿Qué sucede? ¿Por qué tantos conflictos? ¿En qué momento del camino se extravía el amor? ¿Qué podemos hacer para tener una sana convivencia desde el respeto, la valoración mutua y el amor maduro, transparente y honesto? ¿Es posible recuperar el amor?
Las diferencias de carácter afloran porque cada uno tiene su personalidad, criterio, forma de evaluar y juzgar las cosas. Resulta casi imposible convivir sin discrepar y sin discutir. Necesitan adaptarse, y negociar, pero sobre todo tolerar.
¿Si yo también tengo aspectos que mi pareja debe tolerar, por qué no empezar yo a tolerar los suyos? Sin empatía, esa capacidad de comprensión del otro sería muy difícil de alcanzar.
La empatía debemos aplicarla en la comunicación, que al fin de cuentas significa estar en comunión con el otro. Para ello es necesario que se relacionen desde el respeto, la consideración y la comprensión. Buscar primero entender al otro, escucharlo y después buscar ser entendido es la clave para una comunicación empática y asertiva.
En una relación sana de pareja los dos hacen esfuerzos por el mutuo entendimiento. Nadie anula ni chantajea, ni descalifica al otro; lo acepta tal y como es porque sabe que no puede cambiarlo. Porque antes de juzgar al otro se juzga a sí mismo y reconoce que no es perfecto. También tiene oportunidades de mejorar nuestras debilidades.
Me mira con ojos que parecen huecos, los labios se le abren un poco, parece no respirar. Acaba de entender. Sospecho que ha sufrido en la mente algo así como un terremoto.
Es el momento de ver lo que antes no se veía, de reconocer algo nuevo como más cierto que las creencias que hasta ahora recién se asumían eternas y seguras. Es el momento en que un edificio se cae, el momento en que un edificio de empeños, de buena voluntad, de cariño y cuidados, se viene abajo. Nada que hacer. Confusión e incredulidad envuelven la mirada.
Años asumiendo crédulamente algo que no era verdad, esfuerzos diarios depositados en el altar de una ingenuidad fuera de lugar. El sentido del trabajo. La lealtad en la relación de pareja. O más hondo: la salud. El gran despertar. El caminar indeciso en medio de un día inmenso, de un día más grande que todo lo que uno conoce. Y cuando te empiezas a recuperar sabes que esto es una verdad sin vuelta, sin atrás, sin otra oportunidad, sin más enmiendas. Que lo que te queda es sin adornos, sin muletillas, sin cuentos. Que ahora es de veras.
Un lugar nuevo.
Es el lugar en el cual se desarrolla nuestra asistencia, el trabajo en el CDP, atenciones de psicoterapia, de consultoría, de talleres. Como este taller que acaba de finalizar, cuatro días dedicados a esclarecer supuestos, verdades del corazón, sufrimientos reprimidos y acarreados desde la infancia, temores ante la negligencia y a veces la maldad de adultos y de gente que se las da de algo que no corresponde. Días de aceptar otra mirada, una mirada más profunda, comprometida y cercana. Y de un crecer hacia lo desconocido.
Horas de compartir lo simple y grande del corazón, de crear lazos de solidaridad, de caminar junto a la persona que está al lado, de evaluar y comparar lo que es más importante de lo que es secundario, de botar lo que ha sido un error, de recoger lo que merece ser recogido. Horas de lágrimas aquí, de sonrisas cada vez más seguras allá. Un tejido de verdades que emergen a medida que pasa el tiempo.
Se desarrolla una confianza basada en la biología y no en construcciones culturales, y un saber que no es necesario temer a cada paso que damos. El nacimiento de ganas por hacer esto simple, de hacer esto simple bello, de hacer esto simple bueno. Las ganas de proyectar hacia afuera – sin razones ni ideas – lo que está guardado en la intimidad: la bondad, la humildad, la flexibilidad, la empatía, la compasión, los entusiasmos del alma.
Y el ver el gran contraste entre la semana pasada y ahora. ¿Cuándo estás con más riesgo a enfermar, a no recuperarte, cuando eres como días atrás o cuando eres como ahora? Risas, miradas seguras, más risas.
El empoderamiento del alma, de la vida propia. La vitalidad recuperada. Como en los mejores momentos de días juveniles. El gran sentir de la niñez: la apertura del corazón. Y días preciosos por delante.
Ahora de veras.
Jens Bücher – Ingeniero Comercial, Fellow, American Institute of Stress y miembro del Colegio de Ingenieros – Chile, dirige el Centro de Desarrollo de la Persona Bücher y Middleton Ltda.