Consejos para perdonar y reconstruir la relación con padres ausentes

Muchos estudios han analizado los efectos psicológicos de tener un padre/madre ausente durante la infancia. La Revista de Psiquiatria do Rio Grande do Sul (Brasil) publicó los resultados de una investigación en 2004 que refleja el impacto a mediano y largo plazo de la ausencia paterna:

“Es evidente que la ausencia del padre tiene el potencial de generar conflictos en el desarrollo psicológico del niño. En el caso clínico descrito, el bajo rendimiento del paciente en la escuela es un rasgo formativo de su vida, tanto pasada como presente. Se le ha retenido tres años en la escuela y sigue teniendo problemas. Una hipótesis que se formó fue que, al hacerlo mal en la escuela, encontró una manera de llamar la atención de su madre”. 

 

Muchos casos conducen a muchas teorías. Una hipótesis muy difundida sugiere que la ausencia del padre en las niñas genera una sensación de inseguridad que puede terminar afectando el desenvolvimiento social en la infancia y, posteriormente, en la adultez.

Heridas profundas

Un estudio realizado por los autores del libro The Fatherless Daughter Project: Understanding Our Losses and Reclaiming Our Lives (Avery, 2016), halló que el 50% de 2,000 mujeres encuestadas de entre 15 y 80 años crecieron sin una figura paterna, ya sea por divorcio o separación (28%), ausencia emocional (26%), muerte (19%), deserción (13%), adicción (13%), abuso (12%), desconocimiento del padre (6%) o encarcelamiento (4%).

La evidencia indica que las mujeres con padres o madres ausentes experimentan niveles más bajos de bienestar, niveles más altos de depresión relacionada con la ira y dificultad emocional para establecer relaciones íntimas, así como un profundo miedo al abandono. Este último sentimiento, aunque no se considera una fobia de manera oficial, es uno de los temores más profundos y habituales entre las personas que han vivido eventos traumáticos en la infancia, como crecer en un ambiente afectado por la violencia, las drogas o la desatención.

Desde luego, una infancia con padres ausentes (y esto no implica necesariamente la orfandad o el abandono físico sino también al abandono emocional) puede marcar de por vida el corazón de una persona abriendo heridas sobre su valía como individuo, su merecimiento y su amor propio. 

Tomar la decisión de perdonar y reconstruir una relación digna con un padre/madre ausente no es fácil, pero sí fundamental para elevar nuestra calidad de vida y reconciliarnos con nuestro niño interior.

 

Pasos para elegir el camino del bienestar

1. “No es por ti, es por mí”

El primer paso para sanar las heridas de la infancia y reconstruir la relación con nuestros padres es reconocer que no estamos haciéndole un favor a ellos, sino a nosotros mismos. 

El perdón ha sido malinterpretado a lo largo de la historia. Hemos creído que es un acto de nobleza y consideración con el otro, cuando en realidad es una muestra de amor propio. Lo hacemos para que nos pese menos el corazón, para sentirnos cómodos con nuestro pasado y poder construir el futuro que soñamos.

2. “Me reconcilio con mi historia para no repetirla”

Por otro lado, cuando la ausencia de nuestros padres ha sido emocional o ha estado marcada por el abuso (físico, verbal o psicológico), tomar la decisión de perdonar y reconstruir una relación sana puede ser una forma de evitar que repitamos la historia. 

Superar el abuso o el desamor de nuestros padres y avanzar sin heredar patrones de interacción negativos y conflictos a las generaciones futuras es una buena razón para hacer lo posible por llegar a un entendimiento mutuo con nuestros padres, sin importar lo difícil que pueda parecer.

Recuerda: nadie te pide que olvides lo ocurrido o que sientas amor incondicional por tu padre/madre. Lo importante es vivir el proceso de sanación.

3. “Tomo la decisión por mi propio bien, sin esperar nada a cambio”

Uno de los principales obstáculos cuando intentamos reconstruir la relación con nuestros padres puede ser la frustración al no obtener las respuestas que esperamos. 

Debemos ser conscientes de que cada individuo sobre la tierra lleva su propio proceso de perdón, sanación y crecimiento; puede que nuestros padres ni siquiera sepan el daño que causó en nosotros su abandono, puede que no sientan remordimiento, que nieguen o aseguren no recordar lo ocurrido.

La negación es una respuesta psicológica común cuando no deseamos reconocer nuestros errores, e incluye negación de los hechos (“eso nunca sucedió”; “¡eres un mentiroso!”); negación de la conciencia (“Estaba ebrio” o “No me di cuenta”); negación de la responsabilidad (“Tú fuiste la culpable” o “Tu madre/padre tiene la culpa”) y negación de impacto (“Solo sucedió unas cuantas veces”, o “No exageres” ¡Supéralo!”).

Aunque obtengamos una respuesta de este tipo, elijamos el camino del bienestar expresando nuestros sentimientos sin agresión, dejando ir el rencor y sanando nuestra relación, incluso si es de forma unilateral.

4. “No toda cercanía es amor, y no toda distancia es olvido”

Reconstruir una relación saludable con nuestros padres no significa que debamos pasar más tiempo con ellos en contra de nuestra voluntad o mudarnos para vivir juntos. Reconstruir significa “volver a edificar bajo nuevas condiciones”, abrirnos a la posibilidad de que las cosas sean distintas esta vez.

La reconstrucción es un proceso que puede tomar meses y hasta años, porque es un ejercicio de sabiduría y humanidad. Hagámoslo con desprendimiento, libres de expectativas y con el objetivo final de fortalecer nuestro amor propio, de este modo, la ansiedad y el ego no podrán vencernos cuando las cosas parezcan ponerse difíciles.

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Perdonar a Nuestros Padres: El Primer Paso de la Crianza Consciente

Cuando nació mi primer hijo mi marido, que ya tenía varios años de papá, me dijo que cuando empezó a leer sobre crianza lo primero que tuvo que hacer fue trabajar en algunos asuntos pendientes con sus propios padres. Nada más real y acertado. No es posible entablar una relación saludable con nuestros hijos si arrastramos rencores con nuestros padres, porque tarde o temprano estas emociones negativas llegarán a ellos de una u otra manera o les afectará en la relación con sus abuelos inculcándoles prejuicios inconscientemente.

Muchas familias que se acercan a consultarme me cuentan que ponen distancia con sus progenitores cuando los hijos empiezan a crecer, porque se sienten monitorizados, sienten que se les critica su estilo de crianza continuamente o no quieren repetir ciclos tóxicos. Muchas veces experimentamos un pequeño (o gran) resentimiento porque tal vez nuestros padres nos criaron de una forma en la que nunca criaríamos a nuestros hijos y como todo el mundo, con sus aciertos y errores, aunque el problema es la tendencia a enfocarnos en los errores.

Pero, ¿Podemos realmente culparlos? Te invito a reflexionar. Nuestros hijos se están criando en un mundo muy distinto al de nuestra infancia y para nuestros padres esto también fue así. Creo que ellos utilizaban las herramientas que tenían a mano. La información no era tan accesible como ahora, no se obtenía con un “click” implicaba más tiempo y mucha logística. También creo que ellos seguían paradigmas sociales y seculares de la época los cuales no eran tan debatidos como ahora. Por otra parte se transformaron en padres en promedio 10 años más jóvenes que la mayoría de nosotros, eran adolescentes. No quiero imaginar haber tenido un hijo a los 18 años, momento en el cual batallaba con un trastorno de la conducta alimentaria y no estaba, emocionalmente hablando, en mi mejor momento ni con una pareja con la cual hubiera sido fácil o hubiera querido criar hijos. Ellos hicieron lo que pudieron y como pudieron, al igual que nosotros.

Te invito a pensar en cómo fue o puede haber sido la infancia de tus padres. A mi madre, por ejemplo, no la dejaron tomar clases de ballet las cuales ella amaba y la obligaron a tomar piano, ¿Puedo culparla por querer que yo sea bailarina. ¿Puedo realmente culpar a mi papá por no haber sido muy demostrativo cuando a él lo mandaron a estudiar a un internado a los diez años y sólo veía a sus padres los fines de semana y debía tratarlos de “usted”? Cortemos ciclos, seamos valientes.

Pero arrastramos rencores, arrastramos arrepentimientos y dolor, quizás porque faltaron palabras por parte de ellos, quizás porque los tabúes de la época evitaron charlas que nos hubieran ahorrado problemas, quizás porque faltaron abrazos para no hacernos “blanditos” o porque sobraron críticas, retos o palabras crueles para “hacernos fuertes”. No queremos que les pase lo mismo con nuestros hijos, pero así como nosotros no somos los mismos que hace diez o veinte años, ellos tampoco. Aun así algunos aspectos negativos con los que fuimos criados están grabados en nosotros por lo que debemos ser conscientes permanentemente y tenerlos en cuenta para cortar el ciclo, por ejemplo, venir de una familia en la que se gritaba mucho por costumbre o idiosincrasia.

Tenemos que trabajar en los resentimientos y empezar por aceptar a nuestros padres como son, abandonando la idea de cambiarlos a ellos o sus opiniones. En el momento que los aceptamos y dejamos atrás esa guerra de egos todo fluye con más facilidad.

Un fin de semana con más dulces que los habituales, comer con la boca cerrada o tener que pedir permiso para hacer esto o aquello son detalles que NO modificarán la vida de nuestros hijos, quienes pasan muchísimo más tiempo con nosotros, pero crecer con abuelos presentes es una bendición y es también el regalo más grande que podemos hacerles a nuestros hijos. Elige tus batallas.

Como siempre les digo, las palabras mágicas son Perdón y Gracias. Perdonarlos, agradecerles y pedirles perdón a nuestros padres porque nosotros tampoco nacimos perfectos ni teníamos las herramientas que tenemos ahora. Esas acciones son la clave para sanar las heridas con nuestros progenitores y disfrutar su compañía, en esta nueva estampa y desde otro lugar.

Por supuesto que en familia con negligencia extrema o abusos es muchísimo más complicado perdonar, en esos casos yo recomiendo psicoanálisis, meditación y lectura (puedo recomendarte libros)

No podemos cambiar el pasado pero podemos cambiar el presente.

Ana Acosta Rodriguez, Mama Minimalista

Facebook: @mamaminimalista

Fuente: mamaminimalista.net

Ana_AcostaAna Acosta Rodriguez autora del libro “La Crianza Rebelde”

 

Disponible: Europa y USA: https://bookgoodies.com/a/B07ZM8WMXN

LATAM: https://www.editorialbrujas.com.ar/Inicio/Libro/1518

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Una historia única

El cuerpo envejece, quizás ya tengas un par de arrugas y espero que las lleves orgullosa, que no hayas cambiado nada de tu cuerpo, porque así como está, cuenta una historia, TÚ historia, detrás de esas arrugas, cicatrices, canas, lo que sea, hay una vida vivida y por vivir, sueños logrados, derrotas, alegrías y penas…SIÉNTETE ORGULLOSA, has viajado, comido, amado, reído y llorado, en fin… ¡HAS VIVIDO! Y lo sigues haciendo, no te olvides que el alma no envejece, que no tiene edad, algún día sentirás que tu cuerpo te traiciona, pero tu alma y tu corazón seguirán con la misma fuerza, aprovéchalo ahora para seguir escribiendo parte de la historia de tu vida… sorpréndete de todo lo que te rodea, todos los días, como un niño que recién empieza a conocer el mundo, no “crezcas” nunca, ríete hasta de ti misma y haz el loco de vez en cuando, sigue soñando como lo hacías a los 20 y, lo más importante, SIGUE SOÑANDO DESPIERTA.

No sé qué es de tu vida ahora, si te casaste o no, si tienes hijos, nietos… espero que como sea, estés alegre,  feliz… recuerda, la alegría viene del interior, no de lo externo y solo tú, nadie más que tú, es dueña de eso, de tu alegría, de tu libertad, apodérate de ella y no dejes que la vida pase ¡vívela! Día a día, momento a momento, te aseguro que ningún día se va a volver a repetir, por lo que debes hacer lo mejor de cada instante.

¡No dejes de sonreír! Es una cadena, y puede que nunca sepas cual es el resultado de esa sonrisa, pero si no la regalas, te aseguro que no habrá ningún resultado.

Expresa lo que sientes sin miedo, dile a tu familia, amigos, pareja, a quien sea, cuánto los quieres, abrázalos, disfrútalos, porque no sabemos lo que puede traer el mañana, y por ahora, solo tienes ESTE momento… mira a tu alrededor ahora y valora todo lo que tienes, por favor, no tomes absolutamente nada por sentado.

Olvídate de los planes, de las estructuras y si no estás contenta con algo, cámbialo. No sigas a las “masas”, sigue a tu propio corazón, ahí está tu camino y si tienes alguna duda, ahí está tu respuesta ¡escúchalo!

Mírate al espejo y sonríe, eres más, mucho más que ese cuerpo que ves, has construido un camino y espero que estés orgullosa, y si no, nunca es tarde para volver a empezar; “HOY ES SIEMPRE TODAVÍA”. Arriésgate, viaja, ríe, ama, canta, haz todas esas cosas que te hacen sentir viva, sin miedos y sin límites.

Sigue siendo tú y nunca cambies por nada ni por nadie, sólo por ti, porque eres única, no hay nadie más en el mundo como tú y si alguien se enamora de ti, es por quién eres, y si tú te enamoraste de alguien, es por cómo él es, no pretendas cambiarlo, el amor no se trata de posesión, sino de apreciar a quien tienes a tu lado, aceptarlo y amarlo con sus virtudes y defectos.

Si estás con alguien, espero que sea el tipo de amor con el que soñabas, y si no, espero que sigas soñándolo, el amor no sabe de edad ni tiempo, llega cuando tiene que llegar, puede que nunca llegue incluso, pero como sea, ten fe de que siempre hay un plan perfecto para ti. El camino que haz recorrido y el que estás por recorrer te llevarán al único lugar donde debes estar. Tú confía, entrégate a la vida, sin dudas y sin peros.

Perdona a quien te haya herido, no guardes rencores ¡son venenosos! Y más importante aún, perdónate a ti misma, porque seguramente más de un error cometiste, no eres perfecta, nunca lo has sido y nunca lo serás, los errores son parte de la vida y están para enseñarnos, para hacernos crecer.

No “estés” simplemente, no dejes pasar la vida, debes ESTAR VIVA, enamorarte de la vida, sentirte viva, lo transmitirás a través de tus ojos, de tu sonrisa. Nunca dejes de creer en el mundo, en las personas, en ti… CREE siempre, pase lo que pase… y ¡no corras! recuerda detenerte de vez en cuando, apreciar el camino, te prometo que no hay apuro y muchas veces la magia está en los pequeños detalles, no los dejes pasar.

Una vez más mírate al espejo y espero que seas capaz de ver lo mismo que yo…UNA HISTORIA ÚNICA.

 

Equipo Centro Al Alma

Extraido de http://centroalalma.cl

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Fui infiel, me siento mal, ¿qué debo hacer?

En un mundo donde las relaciones entre hombres y mujeres cada vez están más convulsionadas y los vínculos cada vez más endebles, ser infiel es un hecho frecuente, que si es bien enfocado puede convertirse en una oportunidad de crecimiento y madurez en la pareja. Ser infiel y sentirse mal es un síntoma de que puedes emprender cambios para construir una relación de pareja más satisfactoria y estable.

La infidelidad en una relación tiene matices que la hacen más o menos grave. Puede tratarse de una aventura pasajera  y aun así generar culpa sobre todo si nuestra pareja permanece en desconocimiento de nuestra falta. Un examen de conciencia puede resultar positivo para recapacitar y reconocer que pueden haber aspectos de mejora en tu relación, en dicho caso puedes convertir el hecho en una oportunidad de cambio.

¡Una actitud de rectificación acompañada de acciones concretas te servirá de mucho para resarcir el daño causado!

Recomendaciones que tienen que ver contigo

Trátate con generosidad y autocompasión, una desacertada decisión circunstancial no te define como persona, ni puede terminar  con una relación de pareja estable. Así que no te fustigues.

  • Sincerate comunicándole a la otra persona que sólo fue un encuentro pasajero,  que tienes una relación estable que deseas cuidar.
  • Evita toda comunicación  o contacto directo o por redes sociales con esa persona,  si insiste en mantener contacto, sé tajante y como medida extrema elimínale de tus contactos o bloquéale.
  • Reflexiona en torno a qué te llevo a la infidelidad. ¿Curiosidad?, ¿insatisfacción?, ¿despecho?. Identifica cuál pudo ser el detonante o factor que te llevó a ser infiel para que puedas manejar la situación.
  • Debes sincerarte  en primer lugar contigo, pues si sientes culpa es porque la infidelidad es un antivalor para ti,  de modo que debes descubrir por qué fuiste infiel, si tu pareja tiene algo que corregir es la oportunidad de buscar la manera de hacérselo  saber sin ponerte en evidencia, esto solo agravaría la situación.

Recomendaciones para con tu relación de pareja.  

  • Aumenta la comunicación con tu pareja. Conversa de eso que te molesta o causa insatisfacción. Pregúntale sobre ti,  qué cosas puedes mejorar. Esto les ayudará a fortalecer la confianza.
  • Compartan momentos gratos.  Realicen actividades placenteras juntos.
  • Rompe con la rutina, busca momentos para compartir inesperados, cultiva el erotismo y el romanticismo .

Convierte la falta en una oportunidad de crecimiento y madurez.

Aprender de la experiencia para valorar la sinceridad, reconocer el valor de la pareja, la transparencia en el manejo de la relación, implementar cambios en la comunicación será clave para superar el escollo de la infidelidad. Insistimos en no caer en el mea culpa sin cambios de actitud y comportamiento.

Lo importante del arrepentimiento es que genere cambios una vez reconocida la falta. No es necesario dar cuenta de la infidelidada a tu pareja eso sólo empeorará las cosas,  quien se atreve a confesar una infidelidad es un sincericida, pero quien se atreve a reconocerla y proponer cambios para mejorar su relación es una persona digna de volver a confiar en ella.

Si tu pareja se entera debes ofrecer certeza de tu amor para que vuelva a confiar desde el compromiso de la rectificación, pedir perdón de forma  genuina y desde el corazón.

Superar una infidelidad para ambos miembros de la pareja es difícil, pero si hay arrepentimiento verdadero, se valora lo construido y hay votos por salvar la relación,  con un compromiso de honestidad por parte de quien cometió la falta, ésta pudiera ser una oportunidad para fortalecer la relación de pareja desde el amor, el respeto y la comprensiónSalva tu relación . ¡Estás a tiempo!

 

Extraido de: Editorial Phronesis

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¿Primero yo?

“No puedes construir relaciones sanas con otro si primero no la tienes contigo misma…”

Esa frase, con más o menos palabras, intenta ser un mantra en mi vida diaria. Ahora bien, ¿cómo llego a ello? ¿Para qué me sirve? ¿Cuáles son las consecuencias de ello?

Resulta que en muy pocos ámbitos nos enseñan a valorarnos y querernos a nosotras mismas.

 

¿Cómo me preparo para una relación de pareja si y no me valido? ¿Para qué buscar en otras lo que creemos que nosotras no tenemos? ¿Por qué siento que necesito completarme con otro?

Muchas hemos aprendido que el otro es primero, mejor o más importante. Pero entonces… ¿cómo amar/validar/aprobar a otro si no lo hago conmigo primero?

¿Qué nos pasó en el trayecto entre que de bebés nos mirábamos sonriendo en el espejo, y hoy sólo lo hacemos para buscar nuestros defectos?

¿Cuándo empecé a desvalorizarme?

Tomar conciencia, comprender, perdonar, aceptar, aprender…

¿Qué barreras debes derribar para quererte? ¿Cómo mejorar mi relación conmigo misma?

Y luego de reflexionar… ¿cómo tomo acción?

Vamos pues, a algunas preguntas HACER: ¿qué actividad te gustaría retomar o comenzar? ¿Cuánto tiempo real le dedicarás a ti misma? ¿Cuándo invertirás en tu imagen exterior? ¿Qué lugar te gustaría conocer? ¿Qué libro te gustaría leer? ¿Qué día de la semana te regalarás una copa de vino sólo para ti?

Paso a paso, momento a momento, día a día.

Cuando te revalorizas, renuevas tu estima. Cuando aprendes a perdonarte, entenderte y amarte, te acercas más a vos.

Si primero eres tú, tus relaciones mejorarán. Sobre todo con la persona más importante: TÚ.

 

 

tatiana_Bregi2Tatiana Bregi – Coach ontológico certificada

 

 

 

 

 

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3 consejos que te ayudarán a alcanzar la felicidad, según la revista Time

Al mal tiempo buena cara es un dicho muy común. Resulta ser, además, una actitud muy verídica a la hora de afrontar los problemas que puedan suscitarse en nuestras vidas. Actualmente, existen múltiples razones para padecer de ciertas enfermedades anímicas como la ansiedad y la depresión. Los conflictos, preocupaciones y situaciones que se presentan parecieran tornarse cada vez más complicadas.

En ocasiones da la impresión de que a pesar de los avances de la ciencia y la tecnología, que se supone simplifican nuestras vidas. Cada vez tenemos más problemas. ¿Por qué? Cada día necesitamos más y cada vez resulta más complicado obtener las cosas nuevas que vamos necesitando. De esta manera, alcanzar la felicidad puede verse comprometida. Sin embargo, sí existe una poderosa clave para alcanzar el bienestar

Recordemos que un hombre es tan rico como necesidades tenga. Es decir, una persona que tiene muchas necesidades y el dinero para satisfacerlas es rico. También, lo es aquel que no necesita nada así no tenga dinero.

La revista Time ha compartido un listado de consejos sobre cómo ser más feliz. Los mismos, están basados en estudios relacionados. A continuación, Phrònesis te cuenta más sobre este interesante tema…

La influencia negativa de las redes sociales…

Mucho se ha dicho sobre la influencia negativa de las redes sociales sobre la salud mental y psicológica de las personas. El pasar mucho tiempo en estas ha dado como resultado un incremento en la ansiedad de las personas. Vivir a través de estos canales de comunicación viendo la vida supuestamente perfecta de otros genera depresión.

En las redes sociales la mayoría de las personas publica solo los aspectos positivos de su vida. Es por ello que se crea una falsa felicidad en torno al uso de estos medios de comunicación. Muchas de estas se ven en la obligación de mentir sobre sus verdaderas vidas para no quedarse atrás de los demás. Fingir a través de fotos que todo es perfecto. Al final solo puede traer consecuencias negativas. Sobre todo en los jóvenes y adolescentes.

Los problemas de autoestima son de los más comunes. El uso de filtros y programas que alteran las fotografías solo empeora la situación. A través de las redes nos mostramos al mundo como queremos ser más no como realmente somos.

En ocasiones da la impresión de que a pesar de los avances de la ciencia y la tecnología, que se supone simplifican nuestras vidas. Cada vez tenemos más problemas. ¿Por qué? Cada día necesitamos más y cada vez resulta más complicado obtener las cosas nuevas que vamos necesitando. De esta manera, alcanzar la felicidad puede verse comprometida. Sin embargo, sí existe una poderosa clave para alcanzar el bienestar

 

Consejo 1:

Es por ello que, la revista Time nos deja un primer consejo para alcanzar la felicidad plena: “Explora la vida que existe más allá de las redes sociales”. Vive la realidad a través de tus vivencias y no de las redes o medios digitales. El contacto con las personas cara a cara es necesario para poder ser nosotros mismos.

El buen uso del dinero…

El dinero no da la felicidad, aunque ayuda a obtener tranquilidad. Nadie está exento de pasar por problemas económicos. Y cuando nos encontramos envueltos en circunstancias financieras negativas, la tranquilidad se esfuma. Lamentablemente vivimos en un mundo material. En el cual el dinero es necesario. Sin embargo, está comprobado que el dinero no da una auténtica felicidad. Si este fuera el caso no sería una realidad el suicidio de famosos y artistas millonarios.

Resulta que el vacío existencial que sienten algunos no logra llenarse con dinero. Lo auténtico en la vida no tiene precio y no puede comprarse. Por eso, la importancia de hacer un buen uso del dinero. Este más allá de permitir comprar cosas materiales que ocupan espacio puede ser la llave para vivir experiencias maravillosas que alimenten el espíritu.

Consejo 2:

La revista Time, aconseja: “Utiliza el dinero para invertirlo en ti. Compra tiempo libre”. Viajar, conocer personas nuevas y descansar. Son solo algunas de las cosas que el dinero nos permite lograr. Usa el dinero para comprar experiencias y buenos momentos que te permitan de alguna manera vivir.

El perdón es la llave que abre la puerta a la felicidad…

El perdón libera. Es más fácil y sano soltar las cargas que te atan espiritualmente. Perdonar y dejar ir es la mejor medicina para el alma. Si te quedas con el rencor y resentimiento, será casi imposible que alcances la felicidad. Aquellos que hacen uso del don de perdonar son las personas que llevan una vida más tranquila y feliz. La negatividad trae consecuencias muy serias para la salud.

El perdón es sinónimo de fuerza. Se necesita más decisión y determinación para perdonar que para guardar odio en el corazón. El odio es una barrera que causa infelicidad. Mientras cultives esa clase de sentimientos en ti jamás lograrás estar en paz y por ende nunca podrás vivir tranquilo. La felicidad significa llevar una vida equilibrada y llena de gozo. El perdón es la mejor manera de lograrlo.

Consejo 3:

Según la revista Time una de las claves para ser feliz en la vida es seguir este consejo: “No dejes que el rencor y el resentimiento ganen. Aprende a perdonar”. En este aspecto entran en juego diferentes técnicas que ayudan a lograr dicho cometido. La meditación y la oración son las más comunes.

Escrito por: Editorial Phronesis

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Lo que deberías hacer para temerle menos a la muerte (y vivir mejor la vida)

Artículo publicado originalmente en El Definido

Porque es lo único ineludible en este mundo, Mane Cárcamo plantea una manera más abierta de enfrentarse al final de la vida… pero no solo cuando estemos cerca, sino siempre.

En los últimos días, mucha gente a la que quiero ha sido visitada desde cerca por la muerte. Lo que me asombra y sucede es constatar que nosotros los mortales, los que tenemos el 100% de seguridad que algún día nos tocará partir, no podemos acostumbrarnos ni siquiera a la idea de este paso por el que todos, sin excepción alguna, transitaremos. Sin duda el desapego es difícil, las despedidas, la ausencia… son dolores que no pasan, pero (por lo que he visto) con los que sí se puede aprender a vivir, incluso a ser feliz conviviendo con ese sentimiento.

Cuando era chica la muerte era un asunto tabú. Recuerdo que si se hablaba de alguien enfermo en la sobremesa o de un accidente inesperado, un tío carraspeaba, llenaba su copa y algo nervioso decía “cambiemos de tema mejor”. Siempre me llamó la atención esa actitud tan propia de esos años. Como si por no nombrarla, la muerte no fuera a suceder. Y acá estamos, con muchos de ellos en la otra vida y conmigo pensando que el negar el tema no impidió que unos más temprano que tarde, tuvieran que partir.

El filósofo Michael de Montaigne habló sobre la muerte y nos interpeló sin anestesia a hacernos cargo de lo ineludible Quitémosle lo raro, acerquémosla a nosotros, acostumbrémonos a ella, no tengamos nada tan a menudo en la cabeza como la muerte”.

Y fíjense que comparto esta idea y la abrazo con total convencimiento. Porque incluso sanos, en la plenitud de la vida y con todo un futuro por delante, la muerte debería preocuparnos mucho más que el crédito hipotecario, la pega o la dieta para el verano. Debería preocuparnos, sin vivir con miedo ni aterrorizados, pero atentos para que ojalá nos pille preparados y vigilantes, esperándola sin asuntos pendientes.

Una amiga me contó que su mamá para una Navidad les regaló, a cada uno de sus hijos, un sitio en el cementerio. Mi primer pensamiento fue “que tétrico”, pero después de masticar mejor la idea admiré lo práctico del regalo y la sabiduría de esa mujer de despertar a sus hijos y decirles sin mucha vuelta: ojo que no sabemos ni el día ni la hora.

Entonces, ¿qué hacer frente a ella? ¿Cómo prepararnos? Acá algunas de mis sugerencias en las que obviamente aportaron amigos, a los que les haré un discurso muy lindo de agradecimiento en su funeral si mueren antes que yo.

1. Partir por hablar de la muerte sin tapujos. Con tu pareja, preguntarse qué pasaría si uno faltara, si tienen hijos juntos como les gustaría que crecieran, incluso (lo he hecho) conversar acerca de quien ocuparía nuestro lugar en el caso de partir. Sin mucho criterio le he dicho a mi marido cómo debería ser la mujer que elija y qué es lo que quiero que le transmita a mis cabros (una cosa es decirlo, otra que considere los que le digo). Es un rasgo controlador lo sé, pero al menos me interesa que la madrastra de mis niños cuenta con mi pre-aprobación (de lo contrario ya lo tengo amenazado con venirlos a penar).

2. Este es un cliché que llega a ser grosero, pero no puede faltar. Preocuparnos de recomponer esos vínculos que nos importan y que están quebrados, debiese ser una tarea diaria y que no dejarla para el día que sintamos que la muerte nos está rondando. Hay cosas que tal vez cuesta mucho perdonar, sanar o resolver, pero al menos podríamos esforzarnos por hacer el intento HOY de provocar una tregua o acercamiento. Llamar a ese hermano con el que estamos peleados, invitar a un café a esa amiga que fue injusta, pedir perdón a ese compañero de pega con el que nos desquitamos, disculpar a esos papás que nos sobre exigieron, son pequeños grandes gestos que pueden llevarnos a vivir mucho más en armonía y paz. Siempre me he preguntado que si mañana me atropellan y la vida se termina, ¿me podré el pijama de palo sin nada pendiente con aquellos a los que quiero y me quieren? Reflexión ULTRA repetida, pero para mí siempre necesaria.

3. Dedicar un momento del día a reflexionar sobre el sentido de nuestra existencia y lo que podemos cambiar. Sería muy bajoneante que la “doña fría” nos encontrara con la cabeza y el corazón puesto solo en la vorágine de la cotidianidad. Inmersos en la cuentas que hay que pagar, los proyectos que debemos presentar, los informes atrasados, el supermercado, las tareas infantiles, las grandes reuniones ejecutivas, etc. Todas cosas que obviamente nos quitan muchas energías del quehacer diario, pero que nos pueden impedir parar un poco, mirar nuestra vida y darle un sentido. Mi propuesta es que al menos 10 minutos al día uno debe estar en silencio y evaluar nuestro día, nuestros lazos con los demás, nuestra manera de enfrentar el trabajo y el cómo podemos ayudar a los que nos necesitan. Es una muy buena manera de ir revisando la carta de navegación y monitorear si vamos por el camino correcto. Y una excelente receta que alguien me dio para que la muerte me pille con el foco puesto en lo verdaderamente importante y no únicamente en el tag pendiente que tengo que pagar.

4. Dejar todos los días un recuerdo en otro. Una amiga me dio la idea de revisar fotos de momentos bacanes y comentarla con los que queremos, para ir grabando de generación en generación esas historias que le dan mística y un estilo particular a cada familia. Que la tradición oral de los cuentos no se pierda, porque cuando no estemos, esos recuerdos nos harán volver a estar presentes. También es bonito proponerse hacer ciertos gestos o rituales que dejen huella en los otros. Abrazar todas las noches antes de dormir a un hijo, invitar todos los primeros viernes de mes a ese abuelo que está muy solo, enseñarle una canción que nos fascine a los sobrinos, hacer un picnic en ciertas fechas importantes… en definitiva ir grabando momentos en nuestra vida y en las de los que nos rodean. En un mundo en donde todo está escrito, documentado, certificado o posteado en Facebook, cobra un nuevo valor el poder de las historias contadas alrededor de la mesa, en donde el que la va transmitiendo le va poniendo y sacando un poco de su cosecha. Personalmente me enternece cuando alguien dice “cómo decía mi abuela” o “mi papá siempre nos contó el cuento de…”. Son sutiles maneras de volver a acompañar nuestros seres queridos cuando ya hayamos aparecido en el obituario.

Esta frase que leí en @nochedeletras me encantó por su naturalidad: “La muerte y yo hemos hecho un pacto. Ni ella me persigue, ni yo le huyo a ella. Simplemente algún día nos encontraremos”.

Así es no más, queridos lectores mortales.

¿Hablas de la muerte con sus cercanos?

Magdalena Cárcamo – Periodista

Fuente: www.eldefinido.cl

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