Todo parecía ir bien: se entendían, disfrutaban de cada momento juntos y hasta pudiste creer (no pensado, sino creído de corazón) que él/ella era la persona correcta, ese compañero de vida “destinado a ser”… hasta que, de pronto, todo acabó.
Esta es la historia de miles de relaciones que caducan sin aviso alguno, dejando corazones rotos y una sensación amarga de asombro y confusión. Las posibles causas son variadas: desde una simple discusión hasta un fantasma del pasado, o un evento desagradable que sobrevivió al ayer.
La mayoría de las personas asocia una ruptura amorosa con circunstancias drásticas y comunes como una aventura, personalidades opuestas o una fuerte incompatibilidad. Aunque estas son razones causales en muchos casos, también existen vínculos sentimentales que se deshacen “como por arte de magia”, como si el amor hubiera muerto de la noche a la mañana… o al menos así lo perciben los amantes.
Cuando la llama se apaga sin hacer ruido
Muchas veces, las relaciones terminan porque la pareja es incapaz de hallar un punto de encuentro para los deseos, aficiones, metas y objetivos de ambos. Nadie está obligado a permanecer en un lugar donde no se siente cómodo, o como diría Frida Kahlo: “Donde no puedas amar, no te demores“.
He aquí algunas causas comunes de ruptura sorpresiva:
- En algunas parejas, no existe la suficiente confianza para expresar cuándo algo resulta molesto o incómodo, así que los sentimientos negativos comienzan a acumularse hasta que el agua se desborda. Por desgracia, este es un problema común y surge de la equívoca creencia de que hablar sobre cómo nos sentimos (en especial cuando nos sentimos insatisfechos) empeora las cosas. Alguien que prefiere callar en lugar de hacer saber al otro lo que le molesta teme ser juzgado y finge que todo marcha bien en un intento por “cuidar” la relación. Esto es un error simple pero grave, porque la irresolución del asunto marca un ciclo infinito de insatisfacción y malestar que solo acaba cuando la relación llega a su fin.
- Otro detonante de las rupturas abruptas es la idealización del amor, que ocurre cuando nos convencemos de que la relación o el ser amado deberían ser, actuar o funcionar de una manera en concreto. Tenemos expectativas imposibles de conciliar con la realidad, y la decepción puede hacer que nos sintamos mejor si abandonamos el barco.
- Otra razón para terminar una relación abruptamente puede ser el miedo al compromiso. Si todo iba muy rápido, quizás alguien se sienta amenazado y lo más sensato (a su parecer) sea huir. Esta reacción viene acompañado de una percepción errónea de lo que es comprometerse con una persona, por ejemplo: temor a no cumplir las expectativas del otro o miedo a equivocarse.
Por último, no está de más decir que, muchas veces, uno de los miembros de la pareja sí expone lo que le genera incomodidad, pero tal vez no es escuchado. Quizás no se sienta a gusto con las decisiones o actitudes de su compañero, y al ver que nada cambia, prefiere alejarse.
¿Se pueden prevenir las rupturas sorpresivas?
Generalmente, una mala comunicación es el epítome de las causas que conducen a una pareja a separarse. De hecho, es muy común que las personas busquen asesoramiento terapéutico cuando los problemas de comunicación obstruyen por completo todos los aspectos positivos de su relación.
Si alguna vez has sentido que tu pareja y tú ya no son quienes solían ser, puede que hayan caído en el vórtice de la indiferencia y el desentendimiento, los reproches frívolos y la incomprensión. Culparse mutuamente quizás sea la primera reacción de ambos, pero no es la mejor solución a corto plazo y mucho menos el remedio para evitar desastres a futuro.
La mejor forma de evitar una ruptura sorpresiva y rescatar el amor de pareja es navegar juntos hacia un puerto de conciliación, un espacio cómodo donde puedan expresar libremente –sin miedo a ser juzgados– lo que sienten, lo que sueñan alcanzar y lo que temen. Puede que no siempre sea sencillo hallar el momento indicado para tener una conversación profunda, pero puedes crear el momento perfecto poniendo toda tu disposición y enfoque en comunicarte sin herir al otro, únicamente con la intención de alivianar cargas y fortalecer el amor.
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Hace unos días atrás, recibí un llamado inesperado, acerca del cual ya les comento más adelante…
Mientras realizaba mis ejercicios de elongaciones y de fortalecimiento en medio de esta ya prolongada «cuarentena», espontáneamente pero gatillado por un llamado telefónico, comencé a recordar separaciones que he tenido en mi vida, ya sea de familiares muy cercanos, algunos que fueron importantes amigos en su momento, socios comerciales, parejas que tuve en mi juventud, jefes y colaboradores…, etc.
¡En menos de un minuto logré superar la veintena! Es impresionante como pueden llegar a trabajar de rápido y eficazmente las tres puertas de la mente: subconsciente, inconsciente y el consciente.
La vida es un desarrollo en el que a veces hay saltos y luego, son inevitablemente necesarias las separaciones. En muchos casos, estas separaciones no son un real drama, incluso si sucede a menudo. Distinto es si a raíz de ello se produjo un daño mayor, que deja heridas profundas y no sólo rasguños. Claro está: ¡heridas que llegan a las entrañas o parten el corazón, necesitan cirugía! Pero por lo general son sólo rasguños que sanan relativamente rápido y no dejan cicatrices notorias, salvo para quienes tienden a exagerar o dramatizar.
Pero, por otra parte, sabemos muy bien cuán vehementes pueden llegar a ser los intentos de justificarse y maltratar a los demás en estos procesos de separación, sean de la naturaleza que fueren. Es asombroso con la frialdad que proceden algunos y a la vez insultado, hiriendo, sin poseer real necesidad de hacerlo.
Pensemos también en personas que se aferran a su trabajo hasta que se vuelve indigno, lo que es muy común en políticos, también frecuente en las empresas, sobre todo en cargos superiores. Si la separación es inevitable, muchos realizan el intento a cualquier costo para salir sin perder la cara, para sacar el último céntimo, despotricando contra los demás, generalmente por detrás y sus niveles de responsabilidad propia tienden a cero.
Cuánto más respetuoso resulta ser el final de una relación con alguien que tuve muchas discrepancias durante un buen tiempo, de tipo laboral, al recibir sorpresivamente un llamado telefónico de esa persona, en el cual aparte de preguntar por mi estado de salud, sólo quería expresar su gratitud por aquello que valoró en nuestra relación laboral. ¡Humildemente!
Si te gusta recordar con agrado, incluso entablar o renovar una relación, depende de cómo terminaste. Si se desperdicia fuerza en la guerra de trincheras y en sacar a relucir un orgullo exacerbado, también se pierde la dignidad de la conexión, así como la creación y/o renovación de confianzas. Claro, hablo de rasguños, no de heridas profundas.
Sin embargo, con la veintena de casos que recordé hoy y que incluían lesiones de todo tipo, debo concluir, que las relaciones nunca terminan sino sólo cambian su forma.
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El amor es el anhelo de salir de uno mismo” – Charles Baudelaire
Aquello del “amor” es complicado, aún más cuando la predisposición personal no permite abrirse a nuevas alternativas de vida. Muchas veces, por prudencia, es preferible dejar que pase lo que tenga que pasar en la relación, antes que fortalecerla a partir de fuertes pilares. Es más, la sociedad nos ha forjado –mediáticamente– una visión del amor, como un sentimiento profundo e inquebrantable que debe vivirse y cuidarse profundamente. Pero, ¿qué pasa cuando se mezclan las emociones con la palabra “amor” y la película toma otro rumbo totalmente distinto?
¿Qué es el amor?, ¿desde qué punto se siente y cómo debe vivirse?, ¿qué implica sentir amor? Bueno, son tantas preguntas, que terminan por cargarlo de una atmósfera muy pesada y difícil de sobrellevar. El hecho es que cada persona lo vive a su manera y experimenta situaciones distintas a partir del mismo. Puede comenzar de forma intensa, o aparecer intempestivamente, o sentirlo pero no reflejarlo, o, tal vez, nunca será necesario abordarlo. Lo que sí debe aceptarse es que siempre aparecerá un sentimiento diferente que identificará lo que se siente por la otra persona.
La concepción del amor se transforma cada vez más con motivo de la globalización de las revoluciones sociales y del pensamiento. Por ejemplo, un punto de partida es el machismo, ya que al concepto y las acciones que se derivan de él, cada vez se afecta más al “amor” en las relaciones. A lo largo de la historia, el preservar la imagen del hombre por encima de la mujer, ha cohibido a ambos de vivir sus sentimientos libremente. El estereotipo del hombre como fuerte, rudo, serio y el de la mujer como débil, sumisa y sentimental; son las principales características. Y ¿por qué el hombre no puede ser sentimental?, ¿por qué la mujer no puede ser recia en su comportamiento?, ¿por qué la mujer es el símbolo de la enamorada, y el hombre el símbolo del enamorador?
De esto también se desprende otro factor, y es el feminismo o el empoderamiento cultural de la mujer en la sociedad actual. Desde el manejo de la economía en el hogar, las pautas de comportamiento, el carácter dominante, entre otros. Esto le ha permitido al amor adaptarse en la sociedad como un sentimiento cada vez más abierto y menos estructurado. Los roles a no están polarizados, lo que reúne el sentimiento tiene mayores libertades y la renovación se adapta cada vez más al concepto.
La clave es identificar qué sentimiento es característico de una persona sobre otra, y esto lo hace la experiencia. Las relaciones fugaces buscan el placer fisiológico, vacían corazones y dejan a la deriva los sentimientos. Esta influencia, cargada de emociones, antes que de sensatos sentimientos, deja a la deriva aquello que representa el amor. Incluso, los especialistas lo declaran como una carga de energía negativa que rompe con la estabilidad emocional de la persona. La conducta se verá afectada, el desempeño laboral, social, familiar, entre otros, ser verán impactados a la hora de descentralizar el amor.
El problema no es el “amor”, el problema es la concepción personal que se le da al sentimiento y cómo se ve este afectado. Lo importante es abrirse a las posibilidades de llenar las expectativas, más allá de satisfacerse individualmente, sino en conjunto. Ya sea el hombre o mujer ideal, predisponerse solo afectará la evolución de la relación y, por ende, el sentimiento. No se puede culpar al amor, por la testarudez de no saber mezclar las emociones con los sentimientos.
Extraido de: Editorial Phronesis
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Read moreLas relaciones humanas son complicadas. Más aún, si se trata de relaciones de pareja. Nunca terminamos de conocer a esa persona que convive con nosotros. Aunque, vivamos con ella todos los días. Cada día, descubrimos algo nuevo. Bueno o malo. Por lo tanto, no siempre resulta color de rosa la convivencia. Puesto que existen cosas que nos molestan y que muchas veces no soportamos. Nuestra actitud, ante esta situación es de rechazo.
Justamente, este fue el caso de Becky Zerbe una mujer con 29 años de casada. La cual, un día se dio cuenta que no soportaba la convivencia con su marido y tomó la decisión de dejarlo y divorciarse. En las siguientes líneas te contamos todo sobre esta historia de vida…
Antes de ver los errores del otro, debemos ver los propios
Exactamente esto fue lo que hizo Becky. Cuando esta mujer decide abandonar a su marido, simplemente tomó a su bebé y empacó sus cosas. Su determinación de divorciarse era total. Al dejar su hogar decide ir a pasar un tiempo en casa de sus padres. Su madre, una mujer con muchos años de experiencia en lo que respecta a la vida en pareja le propuso realizar un ejercicio, antes de dar por terminado su matrimonio.
El ejercicio consistía en realizar una lista con todos los errores y actitudes negativas que tenía su esposo y que ella ya no soportaba. Al terminar con la lista, la cual fue realizada muy rápidamente y de forma sencilla. La madre le dijo a Becky: Ahora, realiza una lista de tus reacciones y actitudes ante todas esas cosas que te molestan de tu marido.
Una respuesta inimaginable…
Becky, ante cada error del marido tenía una respuesta para nada adecuada. Por ejemplo: Cuando se sonaba la nariz, ella sentía vergüenza de estar a su lado. Cuando no le daba buenos regalos, la reacción de la mujer era hacerse la mártir. Y así con cada una de las cosas que a ella le molestaban.
Entonces, resultaba que Becky también cometía errores al igual que su esposo. Y, seguramente a este le molestaban sus reacciones tanto como a ella las actitudes del otro. Su madre, en ese momento, le dijo a Becky que rompiera la lista que ella había hecho de su compañero y se quedará solo con la lista de sus reacciones ante su marido.
En una relación no existe una única verdad. Esta es relativa y siempre tiene dos caras o puntos de vista. No podemos creer que tenemos en nuestras manos la verdad absoluta, porque estaríamos equivocándonos tanto o más que la otra persona a la que estamos juzgando.
La solución a todos los problemas…
Antes de juzgar o condenar a las personas debemos ponernos en los zapatos de otro. Además, de ver con objetividad los errores que nosotros también cometemos dentro de la relación. Resulta que en un matrimonio o relación de pareja la responsabilidad es compartida y las situaciones se presentan y empeoran gracias al comportamiento de ambos y no de uno solo.
Nada se gana con abordar negativamente y criticar a nuestra pareja. La verdadera solución es la comunicación. Intentar dialogar y entender el porqué de ciertas actitudes es fundamental. Sobre todo, para conocer el grado de responsabilidad que tenemos propiamente en ello. Esto, no significa que debamos echarnos la culpa de todo cuando las cosas andan mal. No. Se trata de saber en qué estamos fallando personalmente y cómo nuestras actitudes erradas están generando reacciones nocivas en la otra persona y viceversa.
Hoy en día, cuando las relaciones parecieran ser efímeras debemos apostar por el amor. Tomarnos en serio nuestro rol dentro del matrimonio y no intentar conseguir la salida fácil. Sino, la verdadera solución del problema. De esta manera, podrás dar siempre lo mejor de ti e intentar que tu pareja también lo haga. Con una buena actitud se puede superar cualquier crisis y lograr salvar la relación. Tal cual como sucedió con el matrimonio de Becky Zerbe que, a través de esta lista logró superar las adversidades y aprendió una lección de vida que nunca olvidará.
Extraido de: Editorial Phronesis
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Read moreComencemos por las reglas básicas de las que depende llevar una buena relación. Para muchos de ustedes es un conjunto de varias, sobre todo, unas más complejas que otras, pero partamos de las básicas. Ante todo, el respeto y la confianza. Qué difíciles palabras, aún más llevarlas a la realidad y convertirlas en el estandarte de toda relación.
Ahora bien, es un problema luchar contra las personalidades de cada uno, los gustos y desacuerdos. Es ahí cuando deben entrar tanto el respeto, como la confianza, para que los acuerdos trasciendan. Esto aplicado, de la mano de la constante comunicación.
¿Qué hacer cuando todo este conjunto de reglas, sumado a las que cada cual considere, falla? Pues, aunque el orgullo a veces ciegue y no lo permita, hay que ofrecer y recibir perdón. De allí parten los cambios, porque con el perdón deben venir transformaciones que demuestren resarcimiento. Entonces, el camino es reconocer, pedir perdón y, por supuesto, de errores que no se pueden volver a cometer.
“Pero… ¿Si no tengo las agallas para decírselo?” Si aún hay amor y quieres reconsiderar muchos aspectos de la relación, por eso estás acá. Entonces, ¿qué más sincero que una carta de tu puño y letra que contenga el pasado, presente y lo que será el futuro entre ustedes?
¿Cómo debes hacer esta carta?
Comienza por descargar aquello que no te gusta, que te impide continuar, que altera tu paz. Escribe eso que te molestó, que en ese momento preferiste guardarlo, pero que, ahora, es necesario él o ella lo sepa. Cómo es que pudo pasar lo que pasó, por qué sucedió, si sentiste o sientes ira, díselo.
Luego, escribe lo que esa tristeza te llevó a hacer, aunque no quisiste, pero que fuiste consciente de hacerlo. Lo que la ira generó en ti, derivó en también haber maltratado al otro y te escudaste aquella vez en una razón. Acuérdate muy bien de lo que haya pasado, para que luego tu propia conciencia no te pese.
Pasa ahora a reconocer tus propias responsabilidades, ya que también habrán recalcado en la otra persona y creado inseguridades en sí. Así como tú esperas que te entiendan, también debes arrepentirte por lo que hayas hecho o dejado de hacer. Reconoce que tú quisieras cosas distintas a las ya vividas, entendiendo la labor que cumplen ambos.
Ahora, firmemente plasma tus buenas nuevas intenciones dentro de la relación. Soluciones hay muchas, y habiendo dejado atrás el orgullo, debes imaginar actos para resarcir los cometidos en el pasado. Escribe qué deseas de ahora en más, qué esperas, y augura solo buenos deseos. Además, comprométete mayormente con una promesa, la cual sabes que no debes fallar y generará mayor confianza.
Haz el acto más sincero de amor…
Por último, pide perdón; no hay acto más sincero que reparar por medio de esta palabra. Estarás demostrando que quieres cambiar y sientes lo sucedido. También, demuestra ese sentimiento que siempre ha estado en ti, pero que el orgullo ha querido ocultar. Vuelve a decir “te amo” y parte de ahora en adelante desde esas palabras. Dile cuánto vale esa persona para ti y los valores que le caracterizan en su papel en la sociedad y la relación.
¿Quieres tener una relación más auténtica y profunda con tu pareja?
¿Sientes que es momento de llevar tu vida emocional a nuevas alturas?
Todas las semanas converso con parejas que quieren tener una relación más amorosa,
sana, íntima y profunda. Sin embargo cuando llevan un buen tiempo juntos, cada uno
empieza a dar por sentado que su pareja los elegirá ¨siempre¨ y se ponen perezosos para
considerar las necesidades emocionales del otro, proponer experiencias de disfrute y
placer, y comunicarse para entenderse. Básicamente dejan de hacer de todas esas cosas
hermosas que hacían por la otra persona cuando la conocieron y querían conquistarlo o
conquistarla; y esperan que la pasión, la atracción, y el amor regresen en algún momento.
Es imposible que tu relación sea cada vez más profunda y apasionada, si te habitúas a
dar lo mínimo indispensable y esperar que sea la otra persona quien haga cambios.
Cuando esto sucede, las cosas se ponen ¨picantes¨, dejas de valorar el poder de la
ternura y la conexión que generan las expresiones de amor sencillas de todos los días.
Como todas las relaciones de este mundo, las relaciones de pareja tienen ciclos. Y como
todas las cosas de la naturaleza, están regidas por principios que debemos conocer,
respetar y poner en práctica, para que funcionen. Te invito a descubrir Los 4 Principios del
Amor, para seguir conquistando a tu pareja. Con la práctica de estos principios mis
clientes de mentoring de Evolución Personal están creando relaciones extraordinarias.
1. ENCIENDE Y NUTRE LA PASIÓN
Planea citas juntos y prepara un clímax para el encuentro íntimo, jugando, pensando en lo
que le gusta y sorpresas. Así podrás sostener la chispa encendida y el deseo de
encontrarse, sentirse y darse atención.
2. EXPRESA GRATITUD POR TODO LO QUE SUMA LA PRESENCIA DE TU PAREJA
Dile que disfrutas que esté a tu lado, que te sientes una persona afortunada de tenerlo o
tenerla contigo. Suelo decirle a mi pareja: ¨Soy un hombre muy afortunado por tenerte¨,
¨Gracias por llegar a mi vida¨, ¨Gracias por compartir tus gustos, deseos, y lo que te pasa
conmigo¨, ¨Es hermoso hacer el amor juntos¨, ¨Gracias por abrirme tu corazón¨, ¨
Necesitas algo… ¿Qué puedo hacer por ti?¨.
3. COMPROMÉTETE A ESCUCHAR Y ENTENDER A TU PAREJA
Escucha lo que tu pareja tiene para decirte, y procura entender primero. Y para que te
entiendan, habla abiertamente de tus pensamientos y sentimientos. Trabaja por encontrar
soluciones en las que ambos ganen y la relación crezca.
4. COMPRENDE LOS CICLOS DE LAS RELACIONES
El cambio es inevitable, importante y sucede rápidamente. Debes actualizarte sobre las
necesidades y deseos de tu pareja para satisfacerlas profundamente. Da lo mejor de ti en
cada etapa, de maneras originales y únicas. Todos somos seres únicos, y tenemos
maneras únicas de amar, nadie puede hacerlo de la misma forma.
Pon en acción estos principios con tu pareja, y comienza a crear relaciones más
auténticas y profundas. En las relaciones nuestra función es dar, no luchar por conseguir.
Cuando damos, nos alegramos del bienestar que generamos en la otra persona, sentimos
que estamos recibiendo; y de la misma manera nuestra pareja nos regresa lo que damos,
a su manera y con reciprocidad.
Agustin Andrade
Autor y Comunicador
www.agustinandrade.com
Extraido de www.institutodraco.com
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