ADOLESCENTES: DESCUBRIENDO SU PROPIO CAMINO

La realidad es que a medida que nuestros adolescentes crecen, se van cerrando puertas para comunicarnos con ellos. Como padres dejamos de ser referentes y pasamos a ser los que “no los entienden”, “sermonean” y “no los escuchan”. ¿Cómo vamos abriendo caminos para comunicarnos con nuestros hijos?, ¿cómo nos conectamos con aquello que los hace vibrar y motivarse?, ¿Qué pasa si eso que sueñan es muy distinto a lo que nosotros soñamos o esperamos para ellos?. La verdad es pocas veces nos hacemos estas preguntas. Además, sin darnos cuenta, eso que soñamos, se va transformando en una exigencia para ellos. Una idea o sueño intransable a lo que nuestros adolescentes deben adherir, ciegamente aunque no tenga sentido para ellos.

 

Muchas veces esos sueños nos impiden conectarnos con aquello que hace feliz a nuestros hijos, eso que los mantiene motivados y los hace ilusionarse con un futuro que se vuelve alcanzable. ¿Cuántas veces solo miramos lo que queremos para ellos desde lo que a nosotros nos hace felices? ¿cuántas veces damos por sentado que el futuro será mejor si deciden hacer aquello que les dará seguridad y estabilidad? La mayoría de las veces imponemos lo que nosotros queremos o eso que pensamos es lo mejor para nuestros hijos. La realidad es que frente a esta mirada, solo logramos que nuestros adolescentes se alejen, al no sentirse entendidos o aceptados. Cuando no logramos leer, escuchar o entender lo que los mueve y motiva en la vida e imponemos caminos trazados por nuestros sueños, estamos destinados al fracaso en nuestra tarea de guiarlos y acompañarlos. Esto los aleja, cierra las puertas de la comunicación y a la larga nos hace perderlos. Todas esas posibilidades que se podrían abrir se cierran automáticamente.

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Nuestros desafío como padres de adolescentes será entonces estar constantemente abriendo caminos de comunicación. ¿Cómo podemos lograr esto? Lo primero y fundamental es abrir nuestra mente a su mundo, y por sobre todo descubrir y aceptar a nuestro hijos en sus fortalezas y habilidades. Debemos conversar con ellos, tomarnos tiempo para conocer aquello que los mueve, qué les gusta leer, escuchar, qué hacen en su tiempo libre. Sumémonos a alguna actividad que ellos elijan, propongámosle que nos inviten a su mundo y cuando lo hagan no olvidemos aceptar esta invitación.

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Dentro del mundo adolescente, una de las cosas más difíciles es poder conversar. Ellos son escuetos, las respuestas generalmente son monosílabos y dan por sentado que todo aquello que cuenten, será recibido por sus padres de mala manera, lo que traerá un sermón, un juicio o un “consejo” no pedido. En mi experiencia clínica y como mamá, normalmente no preguntamos para que ellos reflexionen y respondan, generalmente les damos las respuestas, pautas y muchas veces nuestros juicios…..y entonces, ¡no están tan equivocados!. Al abrirse a nosotros inevitablemente se encontrarán con aquello que no quieren: respuestas, soluciones, juicios, sermones y “enseñanzas”. Todo esto solo cierra aún más esos caminos de comunicación que necesitamos abrir. La comunicación entonces tiene que ser bidireccional, deben conocer nuestro mundo y nosotros debemos aprender a preguntar y escuchar. Detenerse y escuchar. Detenerse y preguntar. Hagamos preguntas abiertas, que los lleven a pensar, a dar respuestas que no se pueden responder desde solo un sí o no.

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Si lográramos tener conversaciones profundas y poderosas con nuestros hijos adolescentes, no solamente abriremos caminos de comunicación, sino que también de confianza, aprendizaje, y por que no, de equivocación… pero siempre en conjunto con ellos. Crearemos de nuestra relación, un factor protector para sus futuras vivencias y decisiones. Démonos el tiempo de conocer a nuestros hijos, trazar su camino según lo que ellos son o sueñan ser, descubrámoslo juntos. No dejemos que nuestros propios fantasmas o exigencias hablen por nosotros, ellos están escribiendo su propia historia y tendrán la valentía de ir por ella donde sea y como sea. No dejemos que esa historia la escriban solos, acompañémoslos con una mirada abierta, comprensiva y sin juicios. Aprendamos a preguntar, escuchar y acompañar, eso es lo que nuestros hijos adolescentes necesitan de nosotros.

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Y por sobretodo si tienes niños más pequeños y estás leyendo esto: empieza hoy!!. Conversar y aprender a dialogar es vital para poder conectar con el otro. Mientras antes empecemos más fácil será en la adolescencia. No nos conformemos, sigamos intentando, conversar es conectar y conectar es crear relaciones profundas de amor y de confianza.

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

 

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¿Tu hijo de 4 años pregunta “por qué” Todo el día? Respóndele siempre

Mi hijo está en las etapas de los “¿y, por qué?”, y aunque a veces pone al limite mi paciencia y otras me deja pensando un rato la respuestas SIEMPRE le contesto.  Porque se que la razón de fondo a sus inquietudes y preguntas es que su cerebro está madurando y se está desarrollando acorde a su edad cronológica .

Cuando los niños son pequeños el cerebro que domina (por llamarlo de alguna manera) es el encargado de las emociones, de las respuestas viscerales e instintivas, entonces es muy normal que los preescolares tengan estallidos emocionales que popularmente se denominan “berrinches”.

Por el contrario, las áreas del cerebro encargadas del pensamiento lineal, la planificación, el pensamiento lógico no están del todo desarrolladas.

Durante el periodo que va de los 3 a los 5 años se produce una aceleración aguda en el desarrollo de las funciones ejecutivas del cerebro y los sistemas neuronales que las sustentan (Carlson, 2005; Garon et al., 2008).

Por este motivo es que notamos que nuestro hijo de 4 años comienza a autorregularse con bastante éxito y los estallidos emocionales son cada vez más espaciados y cortos.

Por eso si tu hijo te preguntas mil veces al día  “¿por qué?” trata siempre de contestarle ya que el cerebro se nutre de experiencias e interacción. Evita las mentiras o las exageraciones fantasiosas, tu hija seguirá preguntando hasta que su cerebro arme un mapa mental que les convenza y luego saldrán con las conclusiones más locas y geniales que hayas escuchado.

Definitivamente es una etapa única de las niñez, vívela a fondo que se termina muy rápido. Graba a tu hij@, has vídeos de sus palabras y su razonamiento lógico, cuando el sea mayor y los vea reirán juntos.

Por Ana Acosta Rodríguez, Mamá Minimalista

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Fuente: mamaminimalista.net

Ana_AcostaAna Acosta Rodriguez

Maestranda en Psicología Positiva Aplicada y experta en Mindfulness,  Inteligencia Emocional y Crianza con apego.

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Evaluación 2018

Hace muchos años que en este mes de Noviembre, he escrito que por favor me dejen vivir este mes que se nos fue. Noviembre ya es un mes que dejo de existir para dar paso a un Diciembre loco, estresante y casi sin sentido. Por eso quiero invitarlos a empezar a evaluar este año que tan rápido se nos fue como viene siendo la costumbre.

Hacer una evaluación debiera incluir un sin número de factores como los económicos, salud , y por supuesto las emocionales.

¿Cómo nos fue este año? Siempre he dicho que no hay años buenos ni malos sino que años en los que se aprende o años en los que no se aprende tanto.

Sin embargo, tengo que reconocer que este fue un año muy duro para muchísima gente y no estoy excluida de ese grupo, lamentablemente.

Conversando con alguna gente sabia a la cual escucho mucho, llegábamos a la conclusión que este año fue un año para “ver”. Este Ver fue una invitación a correr un velo de los ojos para poder mirar aquello que dolía pero nos invitaba a hacernos cargo. Es como correr el telón de un escenario y que al abrirlo aparecen escenas que nos muestran aspectos de la vida.

A algunas personas esa escena les mostró temas de salud, a otros sus propias sombras, infidelidades, miedos, autocuidado y tantas cosas que todos los seres humanos tenemos que enfrentar en muchos momentos de nuestras vidas.

Frente a esto que se “vio”, algunos decidimos hacernos cargo y vivir el dolor y la desilusión que generalmente traen los duelos y transitamos por este proceso casi todo el 2018. El resto de las personas que “vieron” y no se hicieron cargo probablemente tendrán que volver a procesar el 2019.

Sin embargo, con todo lo doloroso que pudo ser en el mundo interno y externo este 2018 y de mi decreto de no querer aprender nada más del dolor, sino que sólo voy a aprender desde la alegría y del gozo, tengo que reconocer que la pelea con los enemigos internos es una pelea apasionante en la que seguramente tendré que seguir batallando con ellos por mucho tiempo .

Todo el resto de lo que debiera ser la evaluación de este año se los dejo a ustedes para que lo revisen desde la más absoluta libertad y se hagan todas las preguntas que quieran y mientras mas mejor.

Ojalá no formen parte de este enorme grupo que acabo de describir donde este año fue muy duro, sino que hayan tenido un año lleno de abundancia en todo sentido y de sabiduría para vivir lo que les tocó .

Dejemos de desear un año “sin novedades”, sino que nos traiga muchas. Que aprendamos a decir “ de lo bueno, mucho”, y nunca más de “ de lo bueno, poco”.

Ojalá pidamos que nos “sobre” y no que “ahorremos” dinero para centrarnos en la abundancia y no en el miedo para cuando falte.

Evalúen lo quieran, pero los invito a hacerlo para limpiar, soltar, perdonar, cerrar y poder empezar de nuevo.

Al final cuando llegue el nuevo año , lo único que debiéramos pedir es sabiduría. Pedirla para vivir lo malo que va a venir igual y poder agradecer lo bueno que sin duda nos inundará y que seamos capaz de verlo.

 

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¿Qué te mueve?

Esta pregunta surgió de un trabajo que hicimos con uno de mis proyectos, y desde ese entonces resuena en mí cual mantra diario. En esa oportunidad tuvimos respuestas de todo tipo, y personalmente, en mí se desató una nueva posibilidad. Hay preguntas que te pueden cambiar parte de tu vida, y esto fue lo que me pasó, sólo que hoy me doy cuenta.

Vamos por la vida buscando respuestas, recetas, motivación, palabras lindas, promesas varias y gurúes expertos en todo tipo de temáticas. Y por un tiempo, durante algunos momentos, creemos haber resuelto eso que nos duele. Confiamos en ese otro ser  que nos dice qué y cómo hacerlo. Y lo mismo con nuestras empresas: miramos modelos y buenas prácticas que funcionan, y estamos seguros que replicándolas en nuestras organizaciones, obtendremos exactamente los resultados que deseamos. ¿Te sucede? ¿Eres de mirar afuera para encontrar soluciones a tus temas?

Personalmente me pasó de sentirme estancada, desenfocada, aburrida y hasta perdida. También recuerdo haberme levantado varios días con la sensación de creer que me encontraba sola, por más que no fuera así.

Pasó mucho tiempo, y muchas experiencias antes de darme cuenta que existía una respuesta más definitiva a mi búsqueda constante por encontrarle sentido a mi hacer. Y cambié la mirada. Ya no busqué más respuestas, sino que me llené de preguntas.

Paradójicamente, una pregunta me había acercado una respuesta. ¿Qué te mueve? ¿Qué te inspira? ¿Para qué haces eso que haces? ¿Qué buscas? ¿Qué quieres encontrar? ¿Te animas a fantasear con que no hay “definitivos” en esta vida? ¿Podrías estar atento a la posibilidad de elegir decidir, enfrentando tus miedos? ¿Tu hacer impacta en el otro? ¿Crees en el servicio como posibilidad de crecimiento personal y social?

 

Y la lista sigue.  Y mientras, yo esbozo mi respuesta:

 

Me mueve inspirar, para que otros conozcan su propósito; y  hacer desde el servicio para que otros imiten,  y en ese trayecto invitar a las organizaciones y su gente a trabajar y crecer desde su visión, liderando desde el estar con y para otros.

Y en esta declaración descanso, y hago con sentido, hasta que, como dijo un sabio, la vida me vuelva a cambiar las preguntas…

Y a ti, ¿qué te mueve?

 

 

tatiana_Bregi2Tatiana Bregi – Coach ontológico certificada

 

 

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Estoy cansada (o)

Esta debe ser una de las frases que más escuchamos todos los días y quizás es la que más decimos cuando nos encontramos con alguien.

Pero lo que los quiero invitar a reflexionar es que decimos, cuando decimos “ estoy cansada(o)». O mejor dicho la pregunta que debiéramos hacernos es ¿ que es lo que nos cansa?.

Cuando he realizado esa pregunta, después de un momento de reflexión, empiezan a aparecer situaciones que sorprenden incluso al que fue preguntado.

Aparece por ejemplo que el trabajo no me cansa, si el metro o la micro. Que mis hijos e hijas tampoco pero si me cansa no tener tiempo para mi.

Lo que quiero decir con esta invitación es que estamos llenas de frases hechas que en lo profundo no significan lo que decimos.

A veces incluso ni siquiera estamos cansados, pero estamos tan acostumbrados a decirlo que terminamos sintiéndonos así; es como la profecía autocumplida en el entendimiento de que las palabras generan realidades y qué hay que tener cuidado con ellas.

Quizás lo que más saben nuestros hijos e hijas de nosotros como papás y mamás es que estamos cansados y rápidamente ellos y ellas empiezan a repetirlo y usan esa palabra incluso para reemplazar otras como tengo pena, estoy aburrida, me siento angustiada y como nos damos poco permiso para mostrar esas partes de nosotros, decimos como si fuera una bolsa de gatos, estoy cansada para resumir un montón de emociones que no sabemos modificar.

Estamos en el último trimestre del año y hoy más que nunca se válida esa palabra, y con esto no estoy diciendo que no nos permitamos decirla y mucho menos a sentirla pero lo que pido en esta reflexión a que por lo menos sepamos lo que estamos diciendo y podamos meternos dentro de nosotros y sepamos cómo nos sentimos y sea eso lo que decimos y no otra cosa.

Es tanta la dificultad que en el mundo hispano tenemos para entender que la fortaleza pasa por la vulnerabilidad, que buscamos como palabras tipo que nos permitan seguir funcionando todo el tiempo.

Otro ejemplo es cuando decimos “estoy bien” como una respuesta automática sin tener idea de cómo estamos realmente.

Es muy probable que si aumentáramos la cantidad de preguntas diarias a nuestro mundo interno sería más fácil ser honestos y usar las palabras que sentimos y no aquellas que estamos pautados para decir y así seguir funcionando, sintiéndonos validados por todos y sin mucho espacio para el mundo interno.

Quiero desde el corazón invitarles a que se pregunten ¿estoy cansada en serio?, o lo que siento como cansancio es otra cosa que no he logrado descubrir o lo que es más grave aún es que ni siquiera me sienta tan cansada pero este acostumbrada a decirlo todos los días como una respuesta automática.

Lo que sea que te canse, intenta solucionarlo y cambiemos el lenguaje para que cambien las realidades.

Hasta el próximo mes.

Ha sido tan lindo hablar en los talleres de este concepto que a nombre de esa gente y del mío propio, pido permiso para permitirme estar mal un rato.

 

pilar_sordoEscrito por Pilar Sordo – Psicóloga

Extraído de www.pilarsordo.cl

 

 

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Aumenta las preguntas

Hace mucho tiempo unos mayas me enseñaron algo que he intentado practicar y que no es nada fácil.

Ellos me preguntaron ¿cuántas preguntas te haces al día?. Al ver mi cara de sorpresa era evidente que no me hacia o me hacia muy pocas. Me empecé a preguntar porque no me preguntaba y lo que apareció era obvio, me daban miedos las respuestas. Tendría que hacerme cargo de ellas y probablemente hacer cambios y tomar decisiones.

Cuando llevé este aprendizaje a talleres me di cuenta que no estaba sola en este problema y que a todos o casi todos nos pasaba lo mismo.

Cuando me refiero a preguntas, quiero decir cuantas veces en el día, te preguntas , ¿cómo estás?, o ¿ cómo está tu vida?, ¿cómo te sientes? Y tantas otras que pueden venir a tu cabeza.

Es verdad que al sistema económico que tenemos no le conviene gente pensante o que se pregunte muchas cosas, así consumimos más y somos más “dóciles” al momento de actuar. Quizás por eso hemos ido eliminando la filosofía de las aulas y de las calles, lo cual sólo me asusta y no me gusta.

Las preguntas que nos hacemos son nuestro pequeño espacio de libertad que nos permite poder elegir y sobre todo hacernos cargo de todo lo que nos está pasando.

Las preguntas ayudan a que no nos mintamos, a que seamos capaces de ver nuestras luces y nuestras oscuridades todo el tiempo y podamos actuar en consecuencia.

Quiero invitarte a hacerte preguntas desde que te despiertas hasta que te acuestes, no para que puedas elegir, seguramente hay muchas de ellas en que la respuesta será obvia y no podrás elegir pero el solo ejercicio de practicarlas te hará sentir distinto frente a todo, incluso frente aquello que tendrás que hacer igual o en aquellas donde la respuesta será evidente.

El solo ejercicio te sorprenderá porque habrán muchas respuestas que las dará tu cuerpo y tus emociones sin poder controlarlas desde tu cabeza, simplemente ocurrirán.

Es como cuando tiembla o es Año Nuevo donde tu cabeza se va a personas que no imaginaste o que  te  ratifican  que  son  las  importantes  de  tu vida.

Te harás preguntas como si quieres hacer regalos de navidad en noviembre, o si tu hijo(a) necesita otro par de jeans o tal vez si es necesario o si quieres comer ese pie que sabes que te engorda. Tal vez serán más importantes como si eres no feliz, si estás en paz, si te sientes bien o orgullosa (o) de ti mismo(a).

Te advierto con cariño que el ejercicio de hacer más y más preguntas requiere de una condición y esta es la valentía, para poder aceptar las respuestas y hacerte cargo de ella. No es tarea nada fácil ni cómoda pero te aseguro que es muy satisfactorio el ejercicio de ser congruente con uno mismo y actuar desde el corazón todo el tiempo.

También da miedo empezar a practicarlo todo el día, pero es solo al principio. Pasa algo hermoso que, es que después de ver, no es nada cómodo volver a hacerte el tonto(a) haciéndote el ciego(a) de nuevo.

Parece ser un aprendizaje que no tiene retorno. Buena suerte, ojalá lo practiques con todo, yo al menos estoy en eso.

 

pilar_sordoEscrito por Pilar Sordo – Psicóloga

Extraído de www.pilarsordo.cl

 

 

 

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Cómo evitar que el perfeccionismo y la necesidad de reconocimiento externo te mantengan bloqueada

He hablado varias veces con clientes de mi programa PQH sobre la necesidad que a veces tenemos de reconocimiento externo y cómo muchas veces nos afecta más de lo que queremos.

Quizá te haya pasado a ti también.

Esa necesidad de que los demás reconfirmen que lo has hecho bien, que parece que si no hay un reconocimiento externo lo que has hecho no vale tanto para ti.

Que si no te felicitan o de dan un premio o te nombran, es como si no hubieras hecho nada.

¿Te suena?

Ese estar preguntándote si de verdad lo has hecho bien, la necesidad de que alguien te de una palmadita en la espalda. Cuando lo ideal sería que no lo necesitaras.

Que sí que está bien que te reconozcan los méritos, pero no que te sientas insegura o que dudes interminablemente si no te lo han confirmado varias veces, o varias personas, o varias veces varias personas.

Y, ¿qué puedes hacer al respecto, entonces?

 

Hoy quiero compartir contigo algo que a mi me ayuda mucho y que, poco a poco, podrá hacer que no dependas tanto de ese reconocimiento externo.

Porque muchas veces lo que opina la gente te detiene a la hora de cambiar de profesión, por ejemplo.

Especialmente si estás pensando en un cambio radical a otro campo que quizá no sea tan reconocido o no tenga tanto prestigio.

Entonces…

Cada vez que hagas algo importante para ti, en vez de preguntarte si lo has hecho bien (y mirar alrededor para ver la cara que ponen los demás), pregúntate en su lugar:

 

¿Ha sido importante para mí?

¿Me ha hecho feliz?

¿Ha supuesto un desafío para mí?

 

Porque eso es lo verdaderamente importante. Y si vas cambiando las preguntas que te haces interiormente, podrás cambiar tu actitud y tus actos.

Si eso no fuera suficiente y te dijeras, por ejemplo: “Sí, para mí sí pero, ¿de verdad, lo habré hecho bien?”

Piensa entonces:

 

¿Qué pensaría si no necesitara que alguien me lo confirmara?

¿Y qué haría?

 

Y lo haces.

 

Por ejemplo:

¿Qué pensaría si no necesitara que alguien me confirmara que he dado bien esta charla?  Pensaría que lo he hecho estupendamente y que me merezco celebrarlo.

¿Y qué haría? Ir a celebrarlo, sonreír de oreja a oreja y estar muy feliz.

Pues eso es lo que tienes que hacer. Así evitas que las dudas te paren y actúas como si no estuvieran ahí.

Y ahí está el quid de la cuestión, que lo haces igual, no te quedas bloqueada o te vas a casa desanimada.

 

A mí esa pregunta “de ¿qué haría si no… o si ya tuviera X?” me ayuda muchísimo a cambiar mi actitud y centrarme.

Si la usas, poco a poco te irás dando cuenta de que ya no necesitas ni preguntártelo porque te empezará a salir de forma natural.

Y eso es justo lo que queremos.

No que no necesites el reconocimiento externo (eso probablemente requerirá más trabajo o la ayuda de un psicólogo), sino que no te afecte, no te entristezca, no te agobie o te paralice. O al menos no demasiado.

 

Así que la próxima vez que te sientas así recuerda estas preguntas:

1 – ¿Ha sido importante para mi? ¿Me ha hecho feliz? ¿Ha supuesto un desafío para mí?

2 – ¿Qué sentiría si no necesitara que alguien me lo confirmara? ¿Qué pensaría? ¿Y qué haría?

 

Y lo mismo para el perfeccionismo.

Teniendo en cuenta que si eres perfeccionista lo que a ti te parece normal estará muy bien hecho, cuando veas que no eres capaz de lanzarte porque el perfeccionismo te para, pregúntate exactamente eso “¿Si no fuera perfeccionista que pensaría de esto? ¿Que haría?”

Y el 99,9% de las veces (por no decir el 100%) tú misma te dirás que la respuesta es “pensaría que está bastante bien/muy bien” y “lo haría ya mismo”.

Así que pruébalo y me dices si ves alguna diferencia. Recuerda que lleva un tiempo, es cuestión de usarlas y de ser constante.

Y, por supuesto, si tú ves que te afecta muchísimo no dudes en consultar con un psicólogo que es quién más te podrá ayudar en estos casos.

Yo solo comparto las preguntas que yo uso y me funcionan a mí esperando que te sean útiles a ti también : )

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Cine en familia: Coco, una historia sobre el amor más allá de la muerte.

Con la belleza y emotividad que caracteriza a la sociedad Disney Pixar, esta película nos da la posibilidad de hablar de temas tan complejos como la muerte, la pertenencia a la familia y la pasión en nuestras vidas. Hablar de estos temas en familia no es común, sin embargo, son estas conversaciones las que nos conectan emocionalmente en niveles sorprendentes, generando vínculos profundos que inciden positivamente a lo largo de nuestras vidas.

Esta es la historia de cuatro generaciones de una familia en México, en la que por un evento traumático del pasado la música está prohibida. Pero para Miguel, el tataranieto protagonista de esta película, la música es su pasión, un torrente que desde el comienzo anticipamos va a desbordar por algún lado. Tratando de encontrar la forma de poder desarrollar esta pasión, durante las celebración del día de los muertos, llega al mundo de éstos a encontrarse con sus antepasados y descubrir de dónde viene su amor por la música.

La muerte es una realidad ante la cual todos, grandes y chicos, nos sentimos vulnerables por la incertidumbre que conlleva. Aún para quienes son creyentes, siempre existe la pregunta sin respuesta: ¿qué hay en el más allá?

¿Y por qué es importante hablar de este tema con los hijos? Porque los niños también se hacen las preguntas fundamentales de la vida. No es necesario que demos respuesta y certezas absolutas, porque en este tema no las hay. La invitación es a reflexionar juntos, escucharlos y abrirnos en el plano de las emociones. Creo que los niños nos sorprenderán con sus respuestas. Hablar de la muerte es importante porque cuando tenemos conciencia de ella nuestra vida puede ser diferente. Valorar y cuidar más lo que tenemos, a quienes nos quieren, los amigos y nuestros talentos.

Pero hay otra arista de este tema de la muerte que es muy interesante también: ¿qué dejamos en este mundo cuando nos morimos?

Lo que podemos rescatar de esta historia es que nuestra huella es el amor, los vínculos que fuimos capaces de crear y que permanecerán en la memoria de nuestros hijos, nietos, bisnietos…y mientras más amor haya habido en nuestras vidas más generaciones serán tocadas por este.

Esta energía o realidad que es el amor que se comparte en los vínculos significativos, es también la principal fuente de felicidad. Así lo ha demostrado el estudio longitudinal más extenso en duración que se haya hecho: The Adult Development Study, por la Universidad de Harvard. Los resultados hasta ahora indican que las personas más felices son aquellas que logran desarrollar relaciones interpersonales sanas y profundas, logrando transmitir un cierto estilo, podríamos decir, de vincularse que puede impactar a varias generaciones. No se trata de que no haya conflictos ni dificultades en la vida y en nuestras relaciones. En Coco vemos estas tensiones en Miguel, quien se siente “diferente” a todos los de su prole por su deseo de ser músico. Y vemos también una familia, especialmente la abuela, con una herida abierta que se muestra en el odio a la música.

Todos pertenecemos a una familia y tenemos una historia común que nos define. ¿Qué tipo de familia tengo? ¿Cuáles son los eventos traumáticos que nos atraviesan? ¿Qué nos une o nos divide? ¿Cómo queremos seguir construyendo nuestra historia?

El viaje de Miguel al mundo de los muertos es un recorrido por las historias y personajes que dieron origen a esta familia y que le permite resignificar esos eventos dolorosos que no logra comprender en el presente. Es una linda imagen para decirnos que la memoria y el recuerdo, las historias compartidas en familia, pueden ayudarnos a entender y sobreponernos a las dificultades que hayamos tenido.

Al ver esta película estoy segura de que te conectarás con algún abuelo o abuela, con tus padres o reflexionarás en cómo quieres ser recordado por tus seres queridos.

Aquí van algunas preguntas y frases para iniciar una conversación con los hijos:

¿Qué crees qué hay más allá de la muerte?

¿Cómo te gustaría ser recordado por todos los que te quieren?

¿Qué cosas te gustan de tu familia?

¿Qué cosas no te gustan?

¿Hay algo que quieras con todo el corazón?

¿Qué crees que será un buen recuerdo para cuando seas grande?

Lo que más recuerdo de mi abuela o abuelo es…

Lo que más me gusta de mi familia es…

Cuando me muera me gustaría que me recordaras por…

Yo creo que cuando morimos vamos a….

Lo más doloroso que viví cuando era chica fue…

Mi recuerdo más feliz de la infancia es…

Recuérdame es el título de la canción principal de Coco, de un padre que le pide a su hija y a su familia que nunca olviden cuánto los amó. El amor es lo que quedará de nosotros al final, pero el amor es también lo más valioso que podemos dar a nuestros hijos para su futuro.

Alejandra Ibieta I, 

de AMA Consultora Parental

Articulo extraido de www.talleresama.cl

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10 TÉCNICAS CREATIVAS PARA SOLUCIONAR PROBLEMAS.

Originalidad, pensamiento imaginativo… todos queremos ser mas creativos y solucionar problemas, pero ¿Cómo se puede conseguir?

¿Tienes un problema y consideras que necesitas más imaginación para solucionarlo? Pues lee este artículo hasta el final porque eso está a punto de cambiar.

«Cuando doy rienda suelta a lo que soy, me convierto en lo que podría ser» – Laozi

Aquí te dejo 10 ideas que a muchas personas nos han ayudado:

1.- PREPARA TU MENTE.

Estamos rodeados de montones de ideas, para apreciarlas debemos estar “maduros”, receptivos. Cuanto mas centrados nos encontremos en el problema, mas posibilidades tiene nuestra mente de estar preparada para generar ideas.

En la década de 1940, el ingeniero suizo George de Mestral empezó a preguntarse como crear una forma óptima de cerrar la ropa el día en que la cremallera del vestido de su mujer se atascó. Meses después, descubrió frutos de cardo alpino sujetos al pelo de su perro. Resultó que los frutos tenían pequeños ganchos prendidos a los rizos del pelo del animal. Como la mente de De Mestral estaba madura para las ideas relacionadas con cierres, desarrolló el concepto de adherencia del Velcro®.

2.- CAMBIA DE ENFOQUE.

Prueba a utilizar el pensamiento lateral. Primero, enfoca el problema en forma de pregunta. Después piensa si has formulado la pregunta adecuada o si puedes replantear el problema como una pregunta distinta que tenga una respuesta posible.

Cuenta una leyenda de oficina que había una empresa cuya sede estaba ubicada en un rascacielos. Por desgracia, los ascensores eran tremendamente lentos y el personal comenzó a quejarse de la espera. Entonces el administrador del edificio encontró una brillante solución. Instaló espejos fuera de los ascensores y el problema se esfumó.

¿Qué ocurrió? En lugar de pasear de un lado a otro durante la espera, el personal se pasaba el tiempo acicalándose. Ya no hubo mas quejas relacionadas con los ascensores.

El problema de origen, la velocidad de los ascensores, nunca se resolvió. En cambio, el administrador resolvió un problema distinto, cómo mantener a las personas ocupadas durante la espera.

3.- COSA DE NIÑOS.

Si intentas encontrar un enfoque simplificado para una situación compleja, piensa en cómo se lo explicarías a un niño de forma que él lo entendiera. Descríbelo en un párrafo corto. Después, reduce ese párrafo en una frase de 10 palabras. Después en tres.

4.- EMPIEZA POR EL FINAL.

Imagina que ya lo has logrado. ¿Como has llegado hasta ahí? Cual fue el paso final? Y el anterior? Al desandar el trayecto puedes crear un plan para llegar a tu destino!

5.- BUSCANDO VÍNCULOS.

Si te encuentras ante una situación nueva que no guarda relación con nada de lo que has hecho anteriormente, esta técnica está hecha para ti.

Primero describe el problema que intentas resolver, por ejemplo “los niños no ayudan en las tareas domésticas”.

Después, conviértelo en un problema general “cómo hacer que los niños (o las personas en general) hagan algo que no quieren”.

Piensa en otras situaciones donde haya surgido ese problema general “conseguir que la gente haga algo que no le apetece” se aplica a muchas situaciones, por ejemplo, pedir a los conductores que limiten la velocidad, o que las personas en general donen sangre.

Para lograr que las personas donen sangre se puede mostrar lo beneficioso que resulta para la sociedad y para ellas mismas, del mismo modo, le puede indicar a sus hijos los beneficios de mantener su casa ordenada: mas facilidad para encontrar las cosas, mas tiempo, etc.

6.- UNA NUEVA PERSPECTIVA.

Si te encuentras con “el problema de siempre” pregúntate qué es diferente esta vez. Como decía Einstein: “Si siempre haces lo mismo, siempre conseguirás lo mismo”. Un pequeño cambio puede ayudar a romper esa pauta.

7.- TÉCNICA DEL ¿POR QUÉ?

En ocasiones nos quedamos atrapados en un problema planteado de forma errónea, esta herramienta nos ayuda a llegar al fondo del asunto. Es una técnica muy apreciada en el mundo de la empresa. Consiste en plantear la pregunta ¿por qué? sucesivamente hasta llegar a la raíz del problema. Los resultados te sorprenderán.

8.- PREGUNTAS DE GUERRILLA.

Además del ¿Por qué? ya mencionado, una manera de entender la situación y empezar a trabajar en su resolución es haciendo uso de las preguntas ¿quién? (forma parte del problema, hay mas implicados?) ¿cual? (es el problema? ¿Qué me impide actuar? ¿De qué podría prescindir? ¿Qué podría ayudarme?) ¿Dónde? (lo resolveré? ¿en qué otro lugar podría resolverlo?) ¿Cuándo? (Planeo estudiar el problema? ¿Por qué no hago algo antes o después?) ¿Cómo? (voy a abordar el problema? ¿Hay otra forma de hacerlo?)

9.- BUSCA INSPIRACIÓN.

Las personas a las que admiramos por su “Saber hacer” pueden ser una gran fuente de inspiración, pensar: “¿cómo lo habría hecho X?” puede ser una palanca para la creatividad.

Billy Wilder ha inspirado a muchos directores de cine, sin embargo, él tenía su propia fuente de inspiración, en la pared de su despacho colgaba un cartel que decía: “Cómo lo habría hecho Ernest Lubitsch?”

10.- TIENTA A LA SERENDIPIA.

La serendipia es una “casualidad favorable”, un hallazgo inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. En la historia de la ciencia son frecuentes las serendipias. Por ejemplo, Albert Einstein reconoce su existencia en algunos de sus hallazgos.

No se puede forzar su aparición, pero sí es posible aumentar su probabilidad al probar cosas nuevas.

Como comentamos, el pensamiento creativo tiene relación con las ideas, pero también es una actitud, sus elementos mas importantes son el optimismo y un enfoque libre de prejuicios.

 ¿Qué vas hacer para pensar de forma más creativa?

Recuerda que eres dueñ@ de tu vida. Convierte tu libertad en valor.

Sobre la autora:

Isabel Gómez, es Mentora y Coach Profesional en www.isabelgomezl.com .

Licenciada en Ciencias del Trabajo, Master en Marketing, MBA y Emprendedora vocacional.

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