¡UNA BENDITA HABITACIÓN PROPIA!

Siempre se señala que una de las grandes virtudes de las mujeres es nuestra capacidad de hacer «multitask». De afrontar en paralelo varias actividades simultáneamente: cocinar, mientras cuidamos a los niños y en altavoz atendemos una llamada; contestar un correo de trabajo, mientras nos tomamos el café y por WhatsApp coordinamos las labores de cuidado de un familiar.  Lo anterior son algunos ejemplos de las destrezas que muchas mujeres hemos aprendido, producto de la necesidad. Se espera que nos hagamos responsables por la limpieza de la casa (aun cuando a veces recibamos «ayuda»), la alimentación de la familia, el cuidado de niños y adultos mayores, cargar con la «labor emocional» de nuestros seres queridos, apoyar en nuestra comunidad, y muchas además trabajamos jornadas laborales completas. Tanto es así que, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo aplicado en Chile el 2015, las mujeres multiplicamos el tiempo y terminamos aprovechando 25 horas del día.

La pandemia ha extremado estas condiciones. El trabajo doméstico es más cuando ahora pasamos prácticamente todo el día en la casa producto del teletrabajo (¡para quienes tenemos ese privilegio!). Las tareas de cuidado son mucho más pesadas cuando el apoyo de instituciones como colegios y salas cuna desaparece o se hace más acotado. La labor emocional es tanto mayor cuando todos nos vemos enfrentados en forma crónica al estrés y ansiedad del encierro y la preocupación por la salud, además de la incertidumbre por las condiciones económicas. Y la labor de las mujeres para organizar ollas comunes y otras formas de apoyo comunitario han sido fundamentales durante esta crisis. Quizás lo que más se ha visto resentido es nuestra participación en el trabajo remunerado, bajando de 52,5% a 47,3% en un año, con muchas mujeres saliendo del mercado laboral por la imposibilidad de compatibilizar todo lo que se espera de ellas en un escenario tan adverso.

Sumemos a ello la urgencia de salir al espacio público y formar parte de procesos fundacionales y transformadores como son la redacción de la primera Constitución paritaria del mundo. Necesitamos a más mujeres en la esfera pública, aportando con sus ideas y su voz, en todos los campos del saber y del ejercicio ocupacional. Es un espacio que nos merecemos por derecho propio y es un lugar que nos hemos ganado con sangre, sudor y lágrimas.

Pero a la vez, qué difícil es encontrar nuestra voz cuando estamos abrumadas por el día a día. Virginia Woolf, hace casi un siglo ya, señalaba que las mujeres necesitan una habitación propia. Un refugio hacia donde escapar de las continuas demandas que se nos hacen. Que sea nuestro. Una burbuja que nos permita descubrir, o quizás inventar, un tiempo propio y nuestra propia voz. Un lugar desde donde pensar y pensarnos, y escribir. Hoy por hoy esto se siente cada vez más atingente y necesario. ¡Pero a la vez tan lejano!

Estamos inmersos en un tremendo proceso de cambio cultural. Y mucho se ha avanzado, sobre los hombros de mujeres gigantes, pero falta aún mucho por hacer. En la esfera pública y privada. En lo micro y lo macro. Por lo pronto, tomémonos en serio la idea de Corresponsabilidad: cuestionemos cómo estamos distribuyendo la carga de trabajo, y también los espacios y tiempos. Estos son diálogos que se deben dar tanto a nivel de las familias, como de las organizaciones.

Woolf también señala que “las obras maestras no nacen única y solitarias, ellas son el producto de muchos años de pensamiento comunitario, de pensar con todos, de manera que la experiencia de las más está detrás de esa voz única.” Escribir es un ejercicio de decantar lo colectivo, en solitario, para entregarlo nuevamente a la comunidad. El vínculo que tenemos las mujeres con nuestras comunidades es nuestra fuerza, pero también es importante crearnos un espacio propio.

Lamentablemente la pandemia tiene para rato, pero ojalá saquemos de aquí lecciones a futuro. Esta crisis ha relevado lo precario de algunos de los avances que se habían logrado, ya que ‘a la hora de la verdad’ volvemos a recaer en esquemas tradicionales. Para lograr cambios sostenibles falta profundizar. Este difícil tránsito, en que “lo viejo muere y lo nuevo aún no nace”, nos invita a ser valientes y perseverantes para seguir avanzando más allá de las dificultades.

Carolina Matta Araya – Conoce más a Carolina AQUI

Socióloga MBA y Experta Hay Mujeres

Foto portada : Foto de Anastasia Shuraeva en Pexels

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La comunidad, un pilar social relevante en tiempos de crisis

Han sido tiempos difíciles. Si hace algunos años, hubiésemos tenido la posibilidad de viajar al futuro, en una máquina del tiempo, y ver lo que la humanidad le está haciendo al planeta Tierra, sin duda, seríamos más conscientes de nuestros actos, o al menos, eso podríamos esperar.

En octubre de 2019, Chile despertó y se dio cuenta de injusticias sociales, inequidades y segregación que muchos ciudadanos viven día a día.

Si miramos desde un punto de vista amplio, centrándonos en aspectos positivos, podríamos decir que la organización a nivel territorial merece todos los aplausos. El sentido de pertenencia barrial tomó protagonismo, volvieron las ollas comunes y las organizaciones locales comenzaron a formar parte de algo más grande. De una comunidad.

Cuando hablamos de comunidad, lo primero que se nos viene a la mente es unión o conexión, pero existe algo más, la cohesión social. En el Informe del Consejo Asesor para la Cohesión Social, del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, se alude al concepto en base a la propuesta de la Fundación Bertelsmann.

En este sentido, Social Cohesion Radar establece ciertos indicadores relacionados al vínculo social, al sentido de pertenencia y al foco del bien común. Esta propuesta, define a la cohesión social, como la calidad de las interacciones entre miembros de una comunidad, definida en términos geográficos y que está basada en relaciones sociales resilientes.

Con relación al párrafo anterior, se destaca la organización activa que han tenido los territorios, como, por ejemplo, las juntas de vecinos que han sido capaces de canalizar información a través de los municipios con el propósito de otorgar bienestar a su comunidad en tiempos de incertidumbre.

Cabe destacar que la importante labor de los dirigentes y líderes sociales innatos, sin importar la edad, ha contribuido a la generación de espacios de socialización democrática, actuando de forma voluntaria y en beneficio de otros para co-construir una comunidad más gentil, empática y con una visión crítica de la realidad.

Paula Luengo, psicóloga y directora del Proyecto ProCiviCo, indica que la base de la cohesión social se encuentra en los comportamientos prosociales que están relacionados con la empatía y solidaridad. Estas conductas serían capaces de construir relaciones positivas y ambientes interconectados. De acuerdo a Luengo, ninguna persona aprende a vincularse positivamente con su entorno si antes no es capaz de hacerlo con quien tiene al lado.

Hoy vivimos tiempos complejos. La crisis sanitaria mundial provocó que nuestro estilo de vida cambiara en 180 grados. Fue un golpe fuerte y de cruda realidad. Pienso que los sucesos actuales del Covid-19, nos han permitido ver más allá, conocer lo desconocido y valorar lo intangible por sobre lo material.

¿Lo bueno? Hemos tenido la oportunidad de reflexionar sobre la vida misma, utilizar otras formas de comunicación, como las plataformas digitales. Si bien ya existían, jamás pensamos que serían la única manera de socializar.

Creo que aprendimos a ser más conscientes de las emociones, a conectarnos con ellas, a tener autocontrol y a pensar en el otro. A preocuparnos verdaderamente por el otro. Entendimos el valor del presente y lo incierto del futuro. Estamos más conectados con el entorno y lo que pasa a nuestro alrededor.

Como sociedad, nos queda un largo camino por recorrer, dimos el primer paso y debemos continuar trabajando día a día para lograr una participación más activa, colaborativa, no discriminatoria, basada en la confianza y el respeto mutuo.

El propósito común debe contemplar como pilar fundamental a la comunidad. Potenciando a todos los actores que componen a la sociedad. Siempre considerando las particularidades de cada territorio y fomentando la cohesión social.

Escrito por TAMARA SILVA – UNIVERSIDAD DEL EMPRENDEDOR – SIMÓN DE CIRENE

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La importancia de las organizaciones comunitarias

Durante la pandemia, en uno de los grupos de whatsapp en los que estoy, una mañana apareció una ex colega pidiendo ayuda: Luis, el marido de la trabajadora doméstica de su casa tenía COVID, le habían indicado aislarse, por lo tanto estaba solo es su casa ubicada en un cité del barrio Franklyn. Sintiéndose mal y muy débil, de modo que no le daban las fuerzas para preparase comida. Habían intentado enviarle delivery, o un Uber, de forma de hacerle llegar comida todos los días, pero esos servicios no llegaban a ese sector. Ellos son venezolanos, por lo tanto tampoco tienen familiares o personas en quien apoyarse en Chile.

Parecía bastante poco eficiente enviarle comida desde el otro lado de Santiago, y me parecía nefasta la idea de que una persona enferma estuviese abandonada a su suerte. Sin saber mucho empecé a preguntar en las redes de fundaciones y corporaciones a través de los distintos chat, y algunas mencionaron que había ollas comunes organizadas por los mismos vecinos y que salían a repartir en bicicleta a quienes no podían retirar la comida. Al poco rato de preguntar tenía el contacto directo de Natalia, una dirigenta comunitaria del sector de Plaza Bogotá, y también el Facebook de la junta de vecinos, donde aparecía el contacto de su presidente Rodrigo. Hablé con ellos y me ofrecieron ayuda. A las 14 horas, Luis ya había recibido dos colaciones y una caja de productos de primera necesidad que le llevó la “Pollo”, líder de otra organización. Habíamos también organizado un calendario para que tuviera alimentación todos los días de la semana. Yo no conocía a ninguno de ellos.. pero ellos estuvieron dispuestos a ayudar.

No escribo esto para decir que el chileno es solidario. Lo cuento porque estoy convencida que vale la pena relevar el rol del vecindario. Vivimos encerrados, no conocemos al del lado, no existe vida de barrio. Esto es transversal a todos los sectores, pero se torna aún peor si vives en un lugar donde hay droga y vives con temor a salir, entonces no puedes generar redes. Pero en las crisis nos damos cuenta que el contar con apoyo en los territorios puede llegar a ser de vida o muerte, es una cuestión se subsistencia. ¿Cuántos de nosotros nos hemos parado a conversar con el de la casa de más allá? ¿Cuántos sabemos si hay un adulto mayor viviendo solo? ¿Cuántos tenemos el teléfono del vecino?

 

Hay mucho trabajo por hacer, y apoyar a las organizaciones de las comunidades y sus líderes es parte de ese trabajo. Ellos son quienes pueden llegar a conocer a las personas que viven en los territorios, identificar al que está solo, al que no tiene trabajo, al que sufre alguna enfermedad. Sin generar una estrecha colaboración con ellos no será posible avanzar para solucionar ésta y muchas crisis más. Aplaudo y me sorprendo una vez más por lo que están haciendo las distintas organizaciones en las comunidades, hoy puedo dar fe que son necesarias, ¡fundamentales! Por eso hay que cuidarlas y fortalecerlas, porque el tener una red de buenos vecinos puede cambiar la vida de muchos.

Foto portada de Andrea Piacquadio en Pexels

 

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Paradojas de la vida

Hoy una vez más la vida nos enseña de paradojas. En un mundo cada vez más individualista y competitivo, nace la necesidad obligada de conectarse con lo esencial. Hoy es el Universo, Dios o como quieras llamarle, es el que nos llama a frenar, a detener y a mirar hacia el interior. Y entonces nacen infinitas paradojas:

Cuando pensabas que la tecnología era un monstruo que nos estaba comiendo, te das cuenta que no es ella el monstruo sino nosotros. Dándonos ella misma (a esa que teníamos vetada) la oportunidad única de poder conectar, hacer comunidad y acercarnos con nuestros seres queridos y con el mundo. Hoy es esta herramienta que finalmente aprendimos a usar con un distanciamiento obligado, la que nos regala la posibilidad de compartir, hacer deporte, reírnos y aprender.

Cuando pensabas que el mundo iba más rápido de lo que podías soportar y pedías a gritos una pausa que no existía, el universo nos viene a mostrar que podemos cuidarnos parando, frenando nuestro hacer para enseñarnos a estar con otros…..aislados pero por primera vez conectados desde lo más profundo del corazón.

Cuando pensabas que el tiempo en familia y el hacer estaban equilibrados, vienen nuevamente a mostrarte que lo esencial está en los vínculos, en nuestra familia y que nunca es suficiente…..que el regalo de estar juntos es infinito y que por mucho que intentes equilibrar, te das cuenta de lo importante cuando paras, te conectas y lo vives.

Cuando pensabas que tenías los planes y el futuro bajo control, una vez más la vida y el universo te muestran tus límites, tu vulnerabilidad y tu fragilidad, poniéndote en pausa para que puedas nuevamente tomar perspectiva de que lo único seguro que hoy tienes es el HOY.

Cuando pensabas que te conocías, que meditabas y que tenías tu norte claro, nuevamente esta pausa obligada viene a mostrarte que conectarte con tu interior es indispensable y nunca suficiente. Te enseña una vez más que el ocio es un regalo y que tus necesidades básicas están suplidas, porque tienes un techo y una familia.

Cuando pensabas que tenerte a ti era suficiente para seguir viviendo….una vez más nos muestra la tierra que somos un colectivo y que estamos todos unidos. Que todo lo que yo decida impacta en la vida del otro, así como ese otro impacta en mi vida.

Es extraño y paradójico sentir que en estos días he logrado agradecer y apreciar las cosas simples: despertarme sin apuros, tener tiempo para leer, jugar con mis niños, hacer deporte con mi marido, hablar con mis amigas por videollamada, escuchar el viento, ver películas, escribir, cantar a todo pulmón, reírme de lo paradójico, respirar profundo y agradecer por ese respirar.

Sin duda estamos en una situación desafiante, dura y llena de incertidumbre….y la simple paradoja que me regala la vida hoy es que me siento más acompañada que nunca, que veo más generosidad y comunidad que nunca en las redes sociales, y que me siento útil y ayudando al estar en casa….¿que más se podría pedir? Cuando te das cuenta que tu mejor ayuda al mundo y a la comunidad es quedándote en TU mejor lugar….es simplemente impactante. Y donde además hoy el Universo te da la oportunidad de poder construir y crear un HOGAR lleno de vínculos y conexión en tu casa.

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María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

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Frena la curva

Para mi todo lo que está pasando hoy es la forma que tiene Dios o el Universo de frenarnos. De frenarnos y detenernos forzadamente a reflexionar: para poder volver a lo esencial, para conectar con nuestra familia y para por fin poder darnos cuenta de ese mensaje que hoy está más claro que el agua, acá TODOS co-existimos. Lo que yo decido afecta directamente en la vida de un otro.
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Espero que hoy podamos decidir conscientemente por la vida, por cuidar a esos que si están en grupos de riesgo, por cuidarnos entre todos y ser solidarios. Ser solidarios ya sea en la manera de comprar, en salir a carretear, en no dejar a nuestros papás cuidando a nuestros hijos o en no sacar a nuestros niños a plazas públicas, cines, malls o casas de amigos. Necesitamos frenar la curva de contagio, pero por sobretodo necesitamos construirnos y cuidarnos como COMUNIDAD. Estamos TODOS juntos en esto, y lo que hoy decides o decido impacta directamente a los que nos rodean.

Esta es también una tremenda oportunidad para nuestros hijos de aprender que la vida es prestada, que todo lo que eligen implica a un otro y que existen tiempos donde no todo es inmediato y no pasa por nuestra decisión.

Este tiempo también los llevará a ellos descubrirse en el aburrimiento y hacerse cargo de sus procesos de aprendizaje escolar. Todo depende de el significado y el sentido que le demos a esta FRENADA forzada. Si tu le das sentido y significado, se lo dará tu hijo, tu señora, tu mamá, tus amigos y así estaremos contagiando. Y no estaremos contagiando un virus sino el significado y el sentido de vivir en COMUNIDAD. .

Esta es también una frenada que implica revisar nuestros valores, repensar en la empatía y conectar con lo esencial de lo que queremos construir para nuestras vidas. .

¡Solo espero que todos lo tomemos en serio! ¡besos y abrazos virtuales para todos!! …. ¡porque pucha que hacen falta cuando uno ya no los tiene!

Yo por mi parte estaré atendiendo vía video llamada! Sumando un granito de arena a este inmenso universo que nos DETIENE. 

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

 

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Todos Necesitamos Pertenecer

En el último tiempo mis reflexiones giran en torno al pertenecer a un grupo, una familia, un equipo de trabajo, un deporte, siempre queremos ser parte de algo, algo donde seamos aceptados, valorados y donde se pueda ser uno mismo y se puedan desplegar nuestros talentos. ¡Qué mejor sensación que esa!

Creo que sentirse parte de algo esta en la naturaleza  humana, el desarrollo del hombre y su civilización se funda en el desarrollo de su comunidad, sentirse parte es necesario y da un sentido a la vida.

Es necesario entender que sólo el tiempo te da la posibilidad de conocer a fondo el grupo donde estamos. Ser parte de algo dónde me siento cómodo es el reflejo de un grupo de personas donde compartimos intereses comunes, valores parecidos, una misión conjunta, un desafío, significa aceptar normas, reglas, deberes, derechos, dar, recibir, conocer límites, compartir, conocer personas, aceptar defectos, virtudes, sentirnos protegidos y tantas otras cosas que nos da ser parte de un grupo. Mi recomendación no es sólo ser parte, sino ser parte activa en un grupo, crear lazos, aportar, estar presente, esas son las cosas que marcan la diferencia. Estar presentes hace que crezcamos, aportemos a los demás, mejoremos de manera continua, enseñemos y nos desafiemos.

Ahora el tema está en que seamos capaces de reconocer la finalidad de la agrupación a la que pertenecemos. Cuándo el fin es bueno en sí, termina siendo bueno para todos, pero cuándo el fin atenta contra nosotros mismos o es bueno sólo para unos pocos, sería importante reflexionar al respecto. Esto no es nada fácil ya que muchas veces nos confundimos en reconocer lo que es bueno para nosotros. Como buenos seres de costumbre que somos, por un poco de afecto o protección o sentirse parte, somos capaces de dejar de ver lo que es bueno en sí y la historia así nos lo ha demostrado en diferentes ocasiones.

Elige ser parte!!! Súmate a ser parte de algo que te de un sentido a ti y a los tuyos, de algo grande, dedícale tiempo y ten paciencia, muchas veces los frutos no son inmediatos, pero llegan. Piensa lo difícil que puede ser no pertenecer a nada y lo trascendental que puede ser incluir a otros a ser parte de algo, puedes cambiar la vida de muchas personas invitándolas a que sean parte de tu mundo.

 

 

florencia_vargasFlorencia Vargas Schmauk

Conoce más de Florencia AQUI

Psicóloga U Andes

 

 

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¿Por qué las emprendedoras deberían trabajar en un coworking?

Quiero contarles mi historia. A principios del año 2010 yo llegaba a Chile después de haber estado dos años fuera del país con una Work and Holiday Visa en Nueva Zelandia. Cuando volví dimensioné lo difícil que era contar con las condiciones laborales y económicas que tenía en ese país. Guardando las proporciones culturales, sociales y políticas, entendí que no en corto plazo llegaría a igualar la oferta que allá recibía, fue entonces cuando decidí emprender. Tenía 24 años y ya fundaba mi primera empresa.

En ese momento nacía el ecosistema de emprendimiento e innovación en Chile, pero aún estaba «puertas adentro». Seguía siendo un grupo de elite que podía acceder a la información y a los beneficios, pero la buena noticia es que ya se estaban dando a conocer conceptos claves como el COWORKING.

Fue ese mismo año que, tocando puertas, llegué a conocer el TOF (Telefónica Open Future), que hasta la fecha, es la hermosa casa de Start Up Chile administrada por Urban Station. Cuando por primera vez pisé ese espacio fue como volver a Nueva Zelandia. Vi un montón de extranjeros, estilo backpackers (mochileros) pero profesionales tech, con sus laptops y un ambiente muy motivador, pero en CHILE.

En ese momento entendí que se podían combinar las dos cosas que más amo en la vida: viajar y hacer mis proyectos realidad. Fue ese año que conocí los maravillosos beneficios de ser parte de una comunidad, porque trabajar en un coworking no es sólo compartir el espacio de trabajo, sino que aumentar las redes de contactos, colaborar con profesionales de otras áreas muy diferentes a las tuyas, lo cual te ayuda a aumentar tu perspectiva de la vida, generar conocimiento permanente de múltiples temas, y por supuesto y casi lo más importante generar nuevos negocios.

Estar inserto dentro de una comunidad de un coworking es como estar haciendo un estudio de mercado permanente, porque todo el tiempo se están poniendo a prueba nuevos servicios y productos. Además, se puede vivenciar «in situ» las demandas de los emprendedores, que van desde requerimientos de backoffice, a guardería de niños, y es porque la diversidad de personas que están iniciando nuevos negocios es cada vez más amplio. Ya no son sólo los emprendedores tech que están liderando Start Up, sino que hay múltiples perfiles, como seniors de 50 que están reinventándose, mujeres profesionales que han sido madres y quieren compatibilizar trabajo y familia, matrimonios que quieren comenzar con una Pyme, expertos en áreas específicas que han sido empleados toda su vida y quieren externalizar sus servicios a la compañía que trabajan y ahora escalar su negocio y conocimientos, y así suma y sigue.

Emprender en un coworking es, según mi experiencia, la mejor opción, porque te ayuda a dividir el espacio personal (tu casa) del laboral (tu trabajo), te permite tener ese segundo espacio, que es tu oficina, pero en un formato mucho más cool y agradable que las estructuras tradicionales que conocemos de trabajo, pero sí con todas las facilidades que puede tener una empresa, como centro de impresión, cafetería, recepcionista, baños, salas de reuniones privadas.

Haber conocido Urban Station, la red de coworking más grande de latinoamérica me permitió llegar a lugares inimaginables, gracias a generar una rutina de trabajo todos los días en este lugar logré nuevas amistades, que además resultaron siendo asociados a mi emprendimiento Wunder Group, Consultora de Comunicación, PR & Marketing, sino que además logré generar mi cartera de clientes.

Mis primeros ocho clientes fijos surgieron del coworking, y los 10 siguientes vinieron de referidos de mi red generada en Urban Station. Gracias a estas redes, logré participar de eventos destacados como 7 Reinas o la Feria Taconeras, y gracias a las personas que conocí en estos eventos terminé representando a Chile en giras internacionales en Silicon Valley e Israel, que son dos de los polos de emprendimiento e innovación más importantes del mundo.

Hoy soy parte del equipo de uno de los proyectos más innovadores en coworking de la Región, se trata de Urban Mujer, el primer coworking de mujeres que aterriza en Chile y que comienza en marzo su versión piloto para recoger desde la experiencia todas las necesidades reales de las mujeres, quienes según el diario El Mercurio, en su tabla de supervivencia por género publicada el 20 de febrero 2017, somos más perseverantes en nuestros emprendimientos que el género masculino. Para ser exacta 56,7 vesus 49,9%.

Cada vez somos más emprendedoras y cada día necesitamos espacios adecuados a nuestras necesidades, porque ser emprendedora en Chile sigue siendo un desafío, iniciativas como Urban Mujer las aplaudimos y nos queremos sumar.

 

Nicolle Knüst

Periodista, Licenciada en Comunicaciones.

Facilitadora en Innovación Social de la Universidad de Chile

Fuente : Contenido inédito creado para m360.cl
Foto Portada extraida de  m360.cl

 

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