El concepto de colaboración familia escuela no es preciso, lo cual ha dificultado la investigación sobre el impacto que produce en los resultados para las y los estudiantes. Sin embargo, ya existe bastante evidencia de que cuando se forma una fuerte alianza entre la escuela y la familia esto puede resultar en:
Una alianza familia-escuela implica aceptar a la familia como socia. En la medida en que estos socios se reconozcan y valoren, confíen uno en el otro, trabajarán en equipo y tendrán buenos resultados.
Las y los estudiantes necesitan percibir el apoyo de la familia y la escuela al mismo tiempo para ver ganancias en sus resultados. Así, si no se sienten conectados con su escuela, el involucramiento parental no será suficiente para la mejora escolar.
Dentro de las barreras para la colaboración y participación activa de las familias con la escuela hay algunas que tienen que ver con el contexto de las familias, como la falta de tiempo, dificultades en el cuidado de los hijos o de tipo cultural. Otra gran barrera es que algunos padres y madres tienen una baja autoeficacia parental, es decir, no se sienten capaces de abordar los desafíos de la educación. Y por último hay barreras que tienen que ver directamente con la escuela, como las creencias negativas instaladas sobre las familias y una comunicación ineficaz.
Las escuelas que logran establecer alianzas potentes con sus familias muestran algunos rasgos característicos:
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Tienen un foco en construir relaciones de confianza, apreciando que prácticamente todas las familias quieren lo mejor par sus hijos e hijas.
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Consideran y respetan la diversidad contextual y sociocultural de las familias, y entienden que hay diferentes necesidades.
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Abrazan una filosofía de alianza, lo que significa que comparten la toma de decisiones y la responsabilidad por el éxito de las y los estudiantes.
Hay diversas acciones que se pueden realizar para fortalecer la colaboración familia escuela. Algunas ideas que pueden funcionar muy bien son:
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Revisar las creencias del personal de la escuela y cómo estas impactan en el trato que reciben las familias. Una relación de confianza parte de la creencia básica de que todas las familias pueden ayudar a sus hijos a mejorar en la escuela, a veces, solo necesitan la ayuda adecuada para saber cómo hacerlo.
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Aprender de las familias, creando espacios para que ellas compartan cómo apoyan a sus hijos en casa, cuáles son sus tradiciones, qué valores enseña o son importantes, qué expectativas tienen para sus hijos.
Construye la confianza con las familias de tu escuela y probablemente tendrás padres, madres o apoderados más involucrados en la educación de sus hijos e hijas.
Mas información en www.aprendizajesocioemocional.cl/
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“La educación está en crisis.” Es lo que más se escucha últimamente sobre nuestro sistema educativo. Si bien es cierto que tenemos enormes desafíos por delante, queremos compartir en este inicio de año, algunas iniciativas, estrategias y acciones que a lo largo del 2022 pudimos conocer y apreciar en las 25 comunidades educativas que estuvimos acompañando para apoyarles en la integración del aprendizaje socioemocional.
Equipos de curso. Sabemos que los profesores jefe tienen una carga bien pesada al asumir un curso. Con el objetivo de cuidar el bienestar de los equipos de trabajo, en un liceo de la comuna de Calama, se establecieron equipos responsables de cada curso. Así, no queda bajo la exclusiva responsabilidad del profesor o profesora jefe, lo que es la atención personalizada a estudiantes y familias, sino que hay cuatro personas (además de profesor o profesora jefe, un profesor de asignatura y dos asistentes de la educación). Estos pequeños equipos se brindan apoyo para realizar entrevistas individuales, reuniones de apoderados, realizar actividades en horas de orientación etc. Una idea genial, que favorece la colaboración y el bienestar de los adultos cuidadores en la comunidad.
Proyecto de Vida. En una escuela rural de la comuna de Padre las Casas asistimos a la ceremonia de cierre de la estrategia Proyecto de Vida, en la que los estudiantes que egresan (octavo básico) presentan un resumen de lo que han trabajado con un tutor o tutora durante el año, en planificar su futuro. Fue una ceremonia tremendamente emotiva donde pudimos ver que hay un acompañamiento individualizado a cada estudiante para que se conecte con sus fortalezas y un sentido o propósito, un factor clave para la resiliencia. Fue un verdadero regalo poder ser testigos de que las y los adolescentes tienen un mundo interior riquísimo lleno de sueños y esperanzas, y que cuando se les dan posibilidades de expresarlo pueden ser un gran aporte al mundo.
Inicio en calma. En la misma escuela, capacitaron a todos y todas las docentes en mindfulness, con la fundación Neyún, y hoy lo practican como escuela cada mañana. Al inicio de la jornada cada profesor o profesora en su sala debe realizar una actividad de meditación y respiración. El silencio es total, y genera un espacio de calma que la escuela ha evaluado positivamente.
Recreos entretenidos. En un liceo técnico profesional de Taltal nos comentaron de los buenos resultados que habían tenido al organizar actividades para los recreos. Durante un tiempo observaron que las y los estudiantes en los recreos estaban conectados a sus celulares o se producían muchas peleas. Decidieron invertir recursos para ponerles mesas de ping pong y tener pelotas y otros recursos para diversos juegos, pero sobre todo se comprometieron a estar presentes en los recreos. Esto mostró ser una muy buena estrategia, para no sólo evitar el aburrimiento, sino también para compartir con ellos y ellas y conocerlos más.
Espacio de la calma. Un colegio de Viña del Mar acondicionó un sector del patio como un espacio de calma. Pusieron cojines y plantas en un lugar más resguardado del ruido. Allí las y los estudiantes saben que pueden ir si quieren estar más tranquilos. Vimos a grupos pequeños hablando más bajito o algunos leyendo. Es genial observar que cuando las cosas se hacen bien y tienen sentido, los estudiantes responden positivamente y contribuyen a cuidar su comunidad.
Semanas socioemocionales. El mismo colegio ha planificado para el inicio del 2023 comenzar el año con dos semanas socioemocionales. Quieren que el inicio de año esté marcado por una fuerte vinculación de los profesores con los estudiantes, por eso durante las dos primeras semanas de clases todos y todas la profesoras van a realizar actividades orientadas a favorecer el conocerse como curso, la internalización de normas, aumentar el lenguaje emocional etc. Estamos seguros de que será todo un éxito.
Compartir emociones. El equipo directivo de un Liceo técnico profesional de La Calera ha instaurado como una práctica sistemática que en las reuniones con los equipos o en los consejos de profesores se deja un espacio para alguna dinámica breve que les permita compartir sus emociones. Esto ha generado un mayor sentido de equipo, ha aumentado la confianza entre docente y equipo directivo y permite que cada persona se sienta apreciada y valorada. Es una idea genial porque algo pequeño intencionado y sistemático puede generar un tremendo impacto en el bienestar de las personas.
Agradecemos a cada comunidad que nos ha abierto sus puertas para trabajar juntos, porque aprendemos mucho de ustedes. Es necesario expandir las experiencias positivas y exitosas, para empezar a construir desde lo que hay. Los sueños de nuestros niños, niñas y adolescentes dependen también de lo que hoy los adultos podemos soñar para mejorar la educación. El discurso actual tan centrado en señalar todo lo que se hace mal debe ser balanceado con imágenes de futuro positivas que guíen nuestro actuar en el presente para acercarse a ellas. Quizás nos sorprenda encontrar mucho más acuerdos como país, si ponemos sobre la mesa lo que soñamos, que cuando tratamos de identificar quién tiene la culpa de lo mal que estamos.
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🙌🏻 Un aplauso “especial diciembre” para todos esos padres y madres que hacen malabarismos este mes intentando cerrar proyectos, presupuestos, facturación y evaluaciones (como si el 31 de diciembre se acabase el mundo)
entre comidas y cenas prenavideñas, amigos invisibles, planificación y logística de regalos y además, al llegar a casa, empuñan tijeras, botones, lana y plastilina como si no hubiera un mañana.
Colegios de España, en nombre del colectivo de padres y madres estresados os pido clemencia.
🎄 Suficiente tenemos con intentar llegar a tiempo a villancicos y actuaciones. No más disfraces de turrón de suchard, reyes magos de actimel o árboles de gomaeva.
✂️ No. No lo hacen ellos. Lo hacemos nosotros con cara de susto ante el agravio comparativo con esas madres perfectas que cosen y confeccionan figuras y disfraces dignos de un desfile de alta costura.
Si este post te representa, cuando estés intentando pegar con superglu o cinta americana unas alas con perchas para un disfraz de ángel, piensa que somos muchos los damnificados de diciembre y que queda poco para darle al turrón y olvidar con champán.
Conoce más a Blanca Rodriguez AQUI
#padres #conciliacion #navidad
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Si hay algo positivo de lo que ha ocurrido durante la pandemia, son algunos cambios en la relación entre las familias y la escuela. Los padres y madres han podido ser testigos directos del compromiso y esfuerzo de las y los docentes por sus estudiantes, al poder observar las clases online o los videos que se envían a las casas. Al mismo tiempo, con el fin de conectarse con los estudiantes y comprender su entorno, docentes, asistentes de la educación y directivos, han establecido un contacto mucho más frecuente con las familias.
Así, ha sido más fácil ponerse en el lugar del otro.
Una realidad con la que tanto padres, madres y docentes pueden sentirse identificados y que sufren por igual es el estrés que ha significado la pandemia y la educación a distancia. Esto puede ser una oportunidad para fortalecer la alianza familia-escuela, a través de la mutua comprensión y la colaboración. La conexión a través de una experiencia compartida puede ayudar a derribar muchas barreras que normalmente inhiben el involucramiento parental en el aprendizaje y con la escuela. En este momento, más que nunca, la alianza escuela – familia, puede determinar la recuperación y calidad del aprendizaje.
Como fundación hemos estado durante varias semanas promoviendo estrategias para el bienestar de los docentes y las comunidades escolares, convencidos de que el bienestar de los adultos impacta directamente el bienestar de los niños, niñas y adolescentes. Esto también es aplicable a madres, padres y apoderados. ¿Cómo ayudar a las familias de la comunidad escolar a manejar el estrés en sus vidas?
Lo primero es tomar su perspectiva a la hora de diseñar planes de aprendizaje, retorno a clases, protocolos de seguridad, etc. Sabemos que esto puede implicar un gran trabajo, pero vale la pena. Cuando las personas sienten que su perspectiva ha sido escuchada en la toma de decisiones, se sienten más comprometidas a cooperar. No se trata de darle el gusto a todo el mundo, sino de comprender la diversidad de situaciones. Esto ayuda a tomar mejores decisiones y a comprender cuáles son las trabas a la participación más activa de los apoderados.
Tomar su perspectiva o levantar su voz permite saber ¿Qué se puede esperar de las familias? ¿hasta dónde se les puede exigir? ¿entender qué necesitan en este momento para ser un buen apoyo para sus hijos?
Las barreras al involucramiento parental han sido estudiadas, y la evidencia indica que las creencias (tanto de los educadores, como de los apoderados) son la principal causa. Ideas tales como que los padres con menos educación no pueden ayudar a sus hijos, o que ciertos comportamientos de un niños o niña son indicativos de una negligencia parental (desde que vienen con las uñas largas hasta que nunca vienen preparados para sus clases), o que los padres son poco respetuosos de los profesores y no valoran su trabajo, son algunas de las creencias que alejan a las familias de la escuela. ¿Quién quiere colaborar en un lugar donde no se es valorado? A los padres, por su parte, les afecta el temor a ser criticados por la escuela, la idea de que no hay instancias para expresarse honestamente y plantear sus críticas, o que sólo los padres que defienden la escuela tienen instancias de participación, o la percepción de que los profesores tardan demasiado tiempo en informarles de situaciones de sus hijos.
Al comprender mejor la perspectiva de los padres, madres y apoderados la escuela, y en especial los docentes, pueden ajustar sus expectativas sobre las familias y comunicarlas más claramente. ¿En este momento qué es lo prioritario? ¿Cómo podemos establecer acuerdos realistas?
Una forma de ir despejando estas barreras a la colaboración es el encuentro entre padres y educadores en espacios diferentes a los que usualmente se generan, que son de mucha formalidad y verticalidad o distancia al menos. El que las cámaras o la distancia física hayan acercado los espacios familiares y los espacios escolares, y que haya una mayor empatía entre padres y profesores por los desafíos comunes que están viviendo, es una oportunidad para no dejar escapar esta mayor cercanía.
Por eso invitamos a las comunidades a generar instancias de conexión entre apoderados y con los docentes, a través de encuentros de bienestar o de contención, donde no se hable de notas, tareas, o aspectos prácticos que pueden informarse en otra instancia, sino que se faciliten espacios para el diálogo, para compartir emociones y deseos y la reflexión en torno cómo se pueden mejorar los ambientes para el óptimo desarrollo de niños, niñas y adolescentes. Esto sin duda incidirá en un mayor sentido de pertenencia a la escuela y en mejorar el bienestar en la comunidad a través del fortalecimiento de los vínculos y la colaboración.
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Los vínculos se crean entre lo que uno toma y lo que uno da. Entre las ganancias y las pérdidas.
En lo profundo del alma existe la necesidad de equilibrio. Quien recibe algo siente la necesidad de compensarlo, dando también él. Este impulso desempeña una importante función social, permitiendo el intercambio y la cohesión. Un grupo se mantiene unido por el hecho de que cada uno de sus miembros dé y tome, y que este intercambio sea equilibrado. Donde no es posible compensar el desequilibrio en una relación entre iguales, no puede darse ninguna unión duradera.
Entre padres e hijos no hay ese equilibrio. Entre maestros y alumnos el desnivel también es insalvable. Una generación da y la siguiente toma, y lo que se recibe pasa a la siguiente generación. El equilibrio no es posible entre padres e hijos porque lo más grande que recibimos de los padres es la propia vida, y eso es imposible de devolver. Esta deuda se alivia a través de lo que damos a nuestros propios hijos, o si no se tienen, lo que aportamos a la comunidad, a la sociedad o al resto de sistemas a los que pertenecemos. También los padres fueron hijos en su momento y los maestros alumnos. Ahora ellos logran llegar a la compensación traspasando a la siguiente generación aquello que ellos mismos recibieron de la anterior.
Los Órdenes del Amor entre padres e hijos comprenden que los padres den y los hijos tomen. Los padres dan a sus hijos aquello que antes tomaron de sus propios padres y aquello que, como pareja, toman el uno del otro. Los hijos, en primer lugar toman a sus padres como padres, y en segundo lugar, todo aquello que los padres les den de más. A cambio, los hijos, más tarde, pasan a otros aquello que de sus padres recibieron, sobre todo a sus propios hijos. Quien da puede dar porque antes tomó, y quien toma puede tomar porque más tarde también dará. Quien estuvo antes tiene que dar más, porque ya ha tomado más, y quien llega más tarde aún tiene que tomar más. Este orden también es válido para el dar y tomar entre hermanos: quien estuvo primero tiene que dar al posterior, y quien llega más tarde, tiene que tomar del anterior. A cambio, el hijo menor suele cuidar a los padres cuando éstos llegan a la vejez.
Hay un matiz importante entre tomar y aceptar: Tomar es recibirlo con gratitud, tal cual es, sin poner ni quitar nada. Aceptar supone recibirlo por obligación y a regañadientes, por que no queda otro remedio.
El dar y el tomar entre padres e hijos es diferente a la relación de pareja. La pareja es una relación entre iguales. Si se mantiene el equilibrio la relación funciona, pero si uno da mucho y el otro da poco, o si uno da y se niega a tomar, el equilibrio se rompe y pone en peligro la continuidad de la relación. Hay que dar en la medida en que el otro pueda tomar, y viceversa.
Ver Las influencias de tus antepasados en tu vida
La igualdad en la relación de pareja, que de manera fundamental se expresa en la consumación del amor, se extiende también a otros ámbitos vitales. La relación de pareja se logra a través de una compensación continua entre dar y tomar, unida al amor.
Ejemplo:
– Un hombre le hace un regalo a su mujer porque la quiere. Nada más entregarle el regalo, él se encuentra en una posición superior. Él da, la mujer toma. Ahora bien, ya que ella tomó, también siente una obligación hacia su marido, está en deuda con él. Así intenta equilibrar el desnivel dándole algo a su vez, y dado que ella también lo ama, por precaución le dará un poco más de lo que él le dio. En consecuencia, es el marido quien siente la presión de la obligación e intenta compensar lo recibido, y dado que ama a su mujer, también él le da algo más de lo que recibió.
Así, a través de la necesidad de equilibrio unida al amor, se da un intercambio siempre creciente, un gran movimiento entre dar y tomar. Este hecho vincula a la pareja de manera aún más entrañable, por lo que entre ellos va creciendo la felicidad. Este intercambio positivo es uno de los pilares de una buena relación de pareja.
Ahora bien, en muchas parejas, también hay situaciones en las que uno de los miembros hiere al otro con su comportamiento. También aquí, la persona que sufrió la injusticia siente la necesidad de compensarla, la necesidad de vengarse. Así, este compañero también atenta contra el otro, pero muchas veces, porque se siente en su derecho, le devuelve algo más de lo negativo. De esta manera, también el primero tiene de nuevo el derecho de hacerle daño al otro, y también él, por un sentimiento de derecho, comete algo un poco más grave, y así lo negativo aumenta. Se desarrolla un intercambio intenso, pero en el lado negativo. También este intercambio vincula a la pareja, pero en detrimento de su felicidad.
Sin embargo, hay una regla muy simple para salir de este círculo vicioso: de la misma manera que en el intercambio positivo, por amor se le da al compañero algo más de lo bueno; así, en el intercambio negativo, por amor se le hace un poco menos de daño al otro. El uno siente que se ha vengado, y el otro siente que ha saldado la deuda sin sentirse agredido. De esta forma, el intercambio positivo puede reanudarse.
Tal vez podamos sentir que somos muy generosos con otras personas, y que el otro se comporta de manera egoísta y no nos da lo mismo que le damos. Si miramos bien, con tanto dar lo que hacemos es crear una deuda tan alta que el otro no puede saldar y lo más probable es que se distancie. Si seguimos mirando, también es posible que aquéllos que damos mucho, tengamos dificultad en tomar de los demás, en especial, de los padres.
También, hay quien sólo quiere tomar y nunca se siente en deuda. En ambos casos, suelen ser personas que se sienten víctimas rabiosas por algún suceso de su infancia.
En el dar por parte de los padres y en el tomar por parte de los hijos no se trata de un dar o un tomar cualquiera, sino de dar y tomar la vida. Al darles la vida a los hijos, los padres no les dan nada que a ellos les pertenezca. Junto con la vida, los padres mismos se dan a los hijos, tal como son, sin añadir ni restar nada. Y de la misma manera, los hijos, al recibir la vida de los padres, no pueden ni añadir, ni suprimir, ni rechazar nada. Los padres no sólo nos dan la vida: también nos alimentan, nos educan, nos protegen, nos cuidan, nos dan un hogar. Por tanto corresponde que lo tomemos todo, tal como lo recibimos de los padres.
Son muchas las personas que caen en la trampa de culpar a sus padres de todos sus infortunios. El principal obstáculo para que podamos tener una vida feliz es el de negarnos a aceptar lo que es. Construimos historias que se convierten en hechos verídicos para nosotros, y son estos “hechos” los que se convierten en el guión con el cual esculpimos nuestra vida.
Cuando rechazamos lo que es, nos rechazamos a nosotros mismos; cuando rechazamos lo que fue, rechazamos la vida misma. Cuando alguien se queja de que la vida no le trata bien, podemos preguntar: ¿a cuál de tus padres no respetas? La vida nos ha sido transmitida a través de nuestros padres; por tanto, todo lo que somos y esperamos ser se lo debemos a ellos, es a ellos a quienes se lo debemos todo, y cuando les negamos el lugar que les corresponde por derecho, y nos negamos el lugar que nos corresponde a nosotros como receptores de tales dones, negamos la vida, la fuente de toda vida y ese universo mágico.
Cuando rechazamos a nuestros padres, o nos sentimos superiores a ellos de algún modo, le decimos “no” literalmente a la vida que se nos ha dado y desafiamos al destino y al orden de las cosas. Hay que tomar a los padres y a la vida tal y como es. Los padres se hacen grandes cuando sus hijos les reconocen y les honran. La capacidad de recibir amplifica la grandeza y el deseo de dar.
Cuando los excluidos son integrados y reconocidos de nuevo se convierten en una fuerza protectora. Cuando aprendemos a tomar en la justa medida nos sentimos en paz en nuestras relaciones con los demás.
Recuerda, la máxima de esta ley:
“Hay que tomar a cada cual como es; y hay que dar en la medida en que el otro pueda tomar”.
Texto: Curso Constelaciones Familiares
Redacción Instituto Draco
Extraido de www.institutodraco.com
www.facebook.com/InstitutoDraco
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Los Órdenes del Amor
El primer orden del amor nos dice que, en esta red de vínculos, todos sin excepción, con independencia de si se les juzga positiva o negativamente, tienen el mismo derecho a pertenecer y a ser incluidos y dignificados, permitiendo y exigiendo que asuman su destino y sus culpas y las consecuencias de las mismas, cuando así fuera el caso. En la práctica ocurre que los sistemas familiares excluyen o apartan a algunos de sus miembros porque condenan su comportamiento, o porque su recuerdo es demasiado hiriente, vergonzoso o doloroso. A veces, hay personas que murieron pronto, o personas que se suicidaron, y esto ocasiona dolor o vergüenza en los descendientes, o bien incluso padres a los que se juzga por no haber hecho lo adecuado o por irresponsables, malos, maltratadores, abandonadores, alcohólicos, etc. En realidad, excluir es un movimiento de la mente personal que trata de protegerse de lo que le genera dolor. Pero la Mente Colectiva, el Alma común, no entiende el lenguaje de la exclusión y sigue un principio existencial que reza que “todo lo que es tiene derecho a ser tal como ha sido, y a ser reconocido de esta manera”. Cuando este principio es respetado, como fruto de cavar en el propio proceso emocional y asentir a los asuntos familiares, el pasado queda liberado y el futuro puede ser fuerte y real. Cuando hay exclusiones, la Mente Colectiva impone la consecuencia inevitable de que lo excluido será encarnado de nuevo por personas posteriores, que no tienen nada que ver con el asunto, y que muchas veces inconscientemente, sin saberlo, siguen el destino del excluido. Es el efecto de las habitaciones prohibidas que atraen inevitablemente a algunos en un intento fallido de elaborar y cerrar capítulos dolorosos de los sistemas. ¿Cuántos se hacen alcohólicos siguiendo a un padre despreciado por su alcoholismo? ¿Cuántos padecen un apego frágil a la vida cuando en el corazón de la familia se les vive como miembros que reemplazaron a alguien perdido por muerte temprana, por ejemplo, o se sienten atados a la persona que falleció, y con dificultades para tomar la vida en plenitud? ¿Cuántos sienten impulsos suicidas cuando otros, anteriores, también se quitaron la vida o bien se hicieron culpables de la muerte o la desgracia de otras personas?
El segundo orden del amor es de una simplicidad extraordinaria: las personas están mejor cuando ocupan el lugar que les corresponde y no otro, lo que, traducido a los sistemas familiares, significa que los hijos sean hijos y los padres sean padres, y que en la pareja ambos sean adultos, iguales en rango, y caminen lado a lado. Si enunciarlo es fácil, que se cumpla no lo es tanto. ¿Cuántos hijos no se ven llevados a tomar la posición invisible de padres de sus padres, especialmente cuando éstos los perdieron pronto o los rechazaron (y entonces, sin darse cuenta, buscan en los hijos lo que les falto de sus padres), y los hijos lo asumen por amor, al precio a veces de llevar mochilas y fardos que dificultan su propia vida y expansión? ¿Cuántos hijos se encuentran implicados con uno de sus padres en contra del otro, o se sienten la pareja invisible de uno de ellos, o están demasiado cerca de uno de sus progenitores y en contra del otro, o hacen malabarismos emocionales y enferman en un intento heroico de preservar un buen lugar a sus padres en su corazón? No debemos olvidar que el anhelo genuino de los hijos es aunar a ambos padres en su interior, con independencia de lo que pase o haya pasado entre ellos. Demasiados padres se comportan como pequeños y demasiados hijos se comportan como grandes y especiales, transgrediendo la regla del bienestar en las familias: cada quien en el lugar que le corresponde. Y esto significa también que los posteriores se apoyan en los anteriores y orientan su mirada hacia el futuro. Es lo que en sociedades más tribales se vive como apoyo en los ancestros, a los cuales se honra y venera.
El tercer orden del amor refiere reglas de intercambio entre el dar y el recibir, lo cual riega y sostiene la vida de todos. En lo que respecta al vínculo con los padres, por ejemplo, no podemos devolver lo mucho recibido y lo compensamos y equilibramos dando a nuestros hijos o sirviendo y cuidando a la vida con nuestros dones. El mandamiento bíblico reza: “honrarás a tu padre y a tu madre y de este modo tendrás una larga y buena vida sobre la tierra”, lo cual significa que hacemos justicia a lo recibido logrando una vida buena y, a ser posible, larga. También compensamos cuidándolos dentro de nuestras posibilidades cuando lo necesitan en el declive de su vida.
Al trabajar con los problemas de las personas, encontramos que muchas no están asentadas en lo que viene de los padres (que simbolizan la vida) y más bien se niegan a tomar lo que recibieron, para preservarse de lo negativo. Sin embargo, de este modo raramente se ponen en paz con ellos mismos y con la vida, entregándole lo que tienen para darle. Más bien se empobrecen y se escatiman, posicionándose en el victimismo o el resentimiento u otros lugares de sufrimiento. Tomar lo que viene de los padres, aunque incluya heridas dolorosas, y trabajar emocionalmente en ello parece ser una suerte de salvoconducto para el buen amor y un antídoto contra muchos males, que nos induce a tomar responsabilidad por la propia vida y la renuncia a jugar juegos psicológicos invalidantes, llenos de sufrimiento, por ejemplo con la pareja o con los hijos o en entornos profesionales.
Respecto a los iguales, la regla del intercambio es mantenerlo equilibrado, para asegurar la paridad y la igualdad de rango. Damos, tomamos, compensamos, equilibramos, y estamos libres, y si seguimos juntos es usando nuestra libertad, no por sentido de deuda o de ser acreedores. Es un clásico en conflictos de pareja que suela haber desequilibrios en este intercambio de manera tal que uno se siente deudor y acreedor y ya no son capaces de mirarse a los ojos con confianza y apertura de corazón.
En resumen, ayuda en mucho a las personas y las familias que haya un orden, ordenar el amor, plasmarlo en una buena geometría de las relaciones humanas, en la que estén todos sin excepciones e igualmente dignos de respeto y de consideración, cada uno en el lugar exacto que le corresponde y nutriéndose los unos a los otros de manera tal que logren crecer en lugar de padecer. He aquí, pues, el buen amor.
Quién mejor que un poeta podría explicar ideas tan evasivas para la mente y tan certeras para el corazón. Miguel Hernández, en un fragmento del poema “Hijo de la luz y de la sombra”, escribió:
No te quiero en ti sola, te quiero en tu ascendencia
Y en cuanto de tu vientre descenderá mañana.
Porque la especie humana me han dado por herencia,
La familia del hijo será la especie humana.
Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos,
Seguiremos besándonos en el hijo profundo.
Besándonos tú y yo, se besan nuestros muertos,
Se besan los primeros pobladores del mundo.
Joan Garriga
www.joangarriga.com/
Extraido de www.joangarriga.com
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El Alma Familiar. Sexualidad y Muerte.
Esta Alma o Mente común es, según Hellinger, una fuerza que une y dirige a quienes le pertenecen, y lo hace siguiendo ciertas leyes a las que llamó Órdenes del Amor (una expresión original de San Agustín), que explicaremos a continuación, cuyo respeto y cumplimiento favorece que el nexo y el amor, generalmente presente entre los miembros del grupo o familia, fermente en su bienestar y dicha, y cuya transgresión suele acarrear sufrimientos y sacrificios que muchas veces parecen ilógicos, a juzgar por el amor que sienten los unos por los otros. Esta Alma colectiva a la que pertenecemos ha sido impactada por dones y por heridas, por vida y por muerte, por risas y por lágrimas, por avances y retrocesos. El colectivo como tal es retado a asumir e integrar todos los hechos que la existencia, regida por los dos grandes poderes del vivir que son la sexualidad y la muerte, les regala. La Sexualidad abre las puertas de la vida y la hace avanzar y prosperar, teniendo como aliados al amor, la alegría de vivir, la fortaleza, y la esperanza. Por el contrario, la Muerte cierra las puertas de la vida y nos obliga a crecer a través del dolor, que nos traen sus poderosos aliados como la enfermedad, los abortos, la autodestrucción, la violencia, las adversidades accidentales, etc. En los sistemas familiares hay hechos que duelen, debilitan, avergüenzan o lastiman, y el sistema trata de protegerse de ellos a veces con el silencio, encerrándolos en el olvido, sin advertir que los silencios son sonoros y tienen consecuencias, e impiden la fortaleza y la salud del grupo, y a menudo conllevan implicaciones y sacrificios. Se requiere integrar lo que dolió o devasto para que pierda su poder y quede como pasado. Como reza un pequeño fragmento de Yerma, de García Lorca: “Algunas cosas no cambian. Hay cosas encerradas detrás de los muros que no pueden cambiar porque nadie las oye”.
Por tanto, vivimos no sólo en nuestra mente individual sino perteneciendo a redes de vínculos, almas colectivas, cada una con su propia mente arcaica e imperiosa, que nos influyen e incluso gobiernan, aunque no las comprendamos (especialmente la familiar). En estas redes, el amor no es suficiente para asegurar el bienestar; requiere de un orden. A algunas personas les parece ilógico el sufrimiento si el amor está presente. Sin embargo, la evidencia muestra que muchas personas sufren a pesar de la presencia del amor. El amor no basta, pues se requiere Buen amor o Amor ordenado. El buen amor se reconoce porque nos conduce hacia el bienestar, la vida, el provecho y la realización. El buen amor supone que hemos avanzado emocionalmente para respetar y asentir al pasado y a los dones y las heridas de nuestros anteriores, en lugar de involucrarnos en éstas, repitiéndolas, o mostrándoles una fidelidad mal entendida a nuestros anteriores con nuestra infelicidad. Así, el buen amor logra que vayamos un poco más allá en más vida, tanto en bienestar como en felicidad.
Guiándonos por la intensidad de los vínculos como destino común y por su capacidad para plasmar grandes dones o graves implicaciones, pertenecen a esta red, en la que muchos estamos en resonancia con muchos, los siguientes: El hijo, con sus hermanos, incluyendo los que no llegaron a nacer o murieron pronto; los padres y sus hermanos, incluyendo también los que no llegaron a nacer o murieron pronto; los abuelos y sus hermanos, también los bisabuelos y aun otros anteriores si tuvieron destinos muy marcados; también pertenecen aquellos que hicieron espacio para otros, por ejemplo, parejas anteriores por cuya desaparición las posteriores obtuvieron el lugar, y también aquellos que tuvieron pérdidas a costa de que otros tuvieron ganancias (como víctimas de guerra o de asesinatos), o al revés, algunos que tuvieron ganancias o hicieron daño a costa de la pérdida de otros (asesinos, dañadores, estafadores), etc.
Joan Garriga
www.joangarriga.com/
Extraido de www.joangarriga.com
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Columna: NO A LAS RECETAS sin espejo – Angelina Bacigalupo
Socialmente, y generalizando, cuando se habla de los hijos, las conversaciones suelen orientarse al comportamiento, al aprendizaje, a temas cotidianos. Con bastante menos frecuencia y la gran mayoría de las veces sólo en estrechos círculos de confianza, se habla de lo que ocurre en uno, adulto, en la relación con ellos. La infancia de nuestros hijos es una de las etapas de la vida que nos invita a mirarnos, a descubrir cuál es esa “filosofía” de parentalidad que queremos forjar día a día a través de nuestras prácticas de crianza e integran nuestra manera de acompañar, proteger y educar.
Los niños necesitan de adultos protectores que los acompañen de cerca en su desarrollo, que les ayuden a regular los estados emocionales prestándoles estrategias de regulación interna mientras desarrollan las propias, que los orienten en satisfacer sus necesidades dentro de los límites que permite el respeto a los demás.
Si pudiéramos convertirnos en observadores expertos, atentos, cercanos, pacientes, entonces podríamos descubrir quién ES nuestro hijo y permitirle ser él mismo y emprender el camino en búsqueda de su lugar en el mundo y su felicidad. Necesitamos el espejo para explorar nuestro mundo interno e identificar lo que NOS ocurre y diferenciarlo de lo que le ocurre a nuestro hijo, saber quiénes somos, lo que motiva nuestras decisiones y comportamientos, cómo nos sentimos, cómo reaccionamos frente a las situaciones que vivimos, considerando la relación con nuestros niños y la conexión con nuestro niño/a interno/a.
Tomemos nuestro espejo. Profundicemos en el conocimiento de nosotros mismos, hagámonos cargo de nuestro actuar y estaremos dando espacio para que surja un conocimiento más pleno también de nuestros hijos, ya que podremos reconocer qué es de ellos y qué es nuestro. De esta manera tendremos la oportunidad de responder sensible y atingentemente a sus necesidades emocionales, pilar fundamental en el desarrollo de un niño sano.
En los momentos de alta demanda emocional, cuando la tensión se ha hecho presente y nubla nuestra capacidad de pensar, cuando la emoción “nos ha tomado”, resulta fundamental calmarse, tomar distancia, mirarse, reflexionar, poner las responsabilidades donde van y volver a decidir con valentía qué tipo de padres queremos ser. El niño necesita de sus padres, necesita de la seguridad, cuidados y conexión que puedan ofrecerle para el buen desarrollo de su salud mental.
¿Qué relación tiene esto con la crianza?, ¿por qué es importante que nos detengamos a mirarnos en situaciones cotidianas de alimentación, sueño, manejo de situaciones conflictivas, celos y rivalidades entre hermanos, despedida al momento de llegar al jardín/colegio, tareas escolares, ordenar juguetes y un gran número de otras situaciones que se viven a diario en la relación papá/mamá-hijo/a? Porque es en los detalles donde se juega la relación. No es azar, no es casualidad, no es sólo el ambiente… el vínculo que tenemos con nuestros hijos, con cada uno en particular, ha ido siendo construido desde antes de su nacimiento y seguimos desarrollando día a día ese tipo de relación que nos habla de bienestar o de sufrimiento. Y la calidad del vínculo no se construye solamente por las características personales de uno u otro, sino por el encuentro de ambos en un contexto determinado, con una historia particular, con toda la riqueza y las debilidades personales. Las relaciones entre padres e hijos serán las más influyentes en la vida del niño, ahí se sientan las bases para las interpretaciones emocionales y cognitivas de las experiencias sociales y no sociales, para adquirir el sentido de uno mismo y de los demás, así como la construcción del andamiaje valórico que regirá sus vidas.
Los problemas simples de crianza pueden conducir a problemas graves en las relaciones interpersonales en situaciones de intimidad en el futuro de ese niño. Por eso, el espejo.
Si acompañamos a nuestros niños en esta gran tarea de construirse a sí mismos, respetamos su camino, permitimos sus caídas, comprendemos que darán un paso a la vez, ponemos el acento en sus necesidades emocionales y no en las nuestras, si identificamos nuestras dificultades en la crianza y movilizamos nuestros recursos personales para responder asertivamente a sus requerimientos, si buscamos ayuda cuando el camino se pone difícil y no sabemos cómo o no nos resulta, si nos tomamos en serio nuestro desarrollo personal… entonces estaremos siendo padres sensibles que permiten el desarrollo epigenético óptimo de los hijos. Nos habremos dado cuenta de que nuestro papel en su vida es acompañar y orientar su proceso de autorrealización, inspirar su mejor versión y celebrar la oportunidad que nos brindan de convertirnos en mejores personas.
Si no sabemos cómo hacerlo mejor, estamos en el mejor momento histórico para convertirnos en los padres que nuestros hijos necesitan. Disponemos de cuantiosa evidencia, años de investigación y elaboración teórica que nos orientan en la senda de la crianza con respeto y nos brinda criterios claros para promover relaciones saludables y emocionalmente nutritivas con nuestros niños. No pierda su espejo!!
Psi. Angelina Bacigalupo O.
Psicóloga Clínica Acreditada por la CONAPC
Especialista en Psicoterapia Infanto Juvenil
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Siempre se han reído de la enorme cantidad de primos que aparecen en mi vida. ¿Cómo puedes tener tantos primos Florencia? Y claro que tengo muchos, tengo primos hermanos, primos segundo grado, tercer grado, todos se suman a mi lista de primos interminables!! Y la relación que tenemos es especial sólo por el hecho de ser familia. Con algunos más cercana con otros más lejana pero cariño por todos. ¿Ahora como se cuida y se mantiene esta relación con tantas generaciones? Cómo todo en la vida, promoviendo las relaciones cercanas, juntándose periódicamente, teniendo conversaciones, generando encuentros y fomentando el compartir.
Los primos tienen la gracia de ser de diferentes edades de diferentes comunidades escolares o de otras ciudades, lo que aporta apertura y nuevas visiones del mundo. La mayor gracia de los primos es que nos une algo mayor, La Familia, por ende la tolerancia, la integración y la aceptación se dan de manera más fácil.
La invitación es que todos los padres dediquemos tiempo en fomentar las relaciones entre primos, promoviendo juntas periódicas o reuniones familiares con primos de todas las edades.
Un especial saludo a todos mis primos y gracias a los papás que promovieron conocernos!!!!
Florencia Vargas Schmauk
Conoce más de Florencia AQUI
Psicóloga U Andes
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Bajo el eslogan “La Prevención La Hacemos Todos”, la Sociedad Chilena de Pediatría (Sochipe), en conjunto con las principales sociedades científicas del país, el gobierno y diversas autoridades, hacen un llamado para crear un consenso nacional con el fin de disminuir el consumo de alcohol y drogas en niños, niñas y adolescentes.
Se trata de una serie de trabajos que se han estado realizando en el marco del Día Internacional de la Prevención y que buscan abordar de manera integral, la prevención del consumo de sustancias peligrosas entre los menores. Así, este sábado se realizó una Jornada de Reflexión a nivel nacional, en más de 22º colegios, donde se plantearon distintas maneras de protegerlos. El objetivo es que todos se comprometan con el bienestar de los niños, niñas y adolescentes, incluyendo a las familias, el profesorado y todos los adultos responsables de su cuidado.
El presidente de la Sociedad Chilena de Pediatría (Sochipe), Dr. Humberto Soriano, enfatiza que “se necesita que todos los actores se comprometan con las futuras generaciones y juntos trabajemos a favor de una niñez y adolescencia libre de sustancias peligrosas. Es urgente que exista un consenso social y así lograr tener un entorno más sano”.
Para ello, es fundamental cuidar a nuestros niños, saber lo que están haciendo. “Hay que tener tiempo de calidad con los hijos,por lo menos una hora diaria,compartir experiencias e incentivarlos a realizar deportes u otras actividades artísticas o deportivas, tres veces a la semana, para crear un buen ambiente sano y que retrase hasta después de los 18 años el consumo de estas sustancias peligrosas”, agrega el especialista.
Consenso Social
Los adolescentes que están en un ambiente protegido no sienten la necesidad de probar o experimentar con alcohol o drogas, sostuvo el presidente de la Sochipe, quien plantea que la responsabilidad de tener jóvenes sanos es de todos. “En ese sentido debemos ver lo que realizó Islandia, quienes gracias al compromiso de las familias, los colegios y gobiernos locales, lograron disminuir drásticamente los índices. En 20 años, la embriaguez en adolescentes se redujo de un 42% a un 5%, mientras que el uso de cannabis disminuyó de un 17% a un 3%. Eso es lo que necesitamos en Chile, un consenso social de todos los actores que nos permita crear ambientes más sanos”, afirma el pediatra.
En ese mismo sentido, Selva Careaga, jefa Nacional del Área de Prevención de Senda, refuerza la idea de la responsabilidad compartida entre todos quienes cuidan y están a cargo en distintas instancias de las futuras generaciones. “Proteger la salud de niños, niñas y adolescentes, manteniéndolos alejados del consumo de drogas y alcohol, es una de las prioridades del Gobierno de Sebastián Piñera. En el desafío por proteger del consumo de drogas a nuestros menores, nadie sobra, todos somos responsables. El apoyo de la familia, los colegios y la comunidad es fundamental”, sostiene Careaga.
Con este objetivo, el pasado sábado tanto Senda como las autoridades científicas organizaron una Jornada Nacional de Reflexión, donde hubo más de ocho mil participantes a lo largo de todo Chile, donde se discutió sobre el rol parental en torno a la prevención del consumo de alcohol y drogas en menores. Además las conclusiones de esta jornada se usarán como insumo para crear la Estrategia Nacional de Drogas y Alcohol, que definirá los lineamientos del país en materia de prevención, tratamiento e integración social para los próximos años, y que el Senda construirá durante el segundo semestre.
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