¿Por qué es tan importante el liderazgo y los líderes en la sociedad actual?
El liderazgo es un conjunto de habilidades que sirven para conducir y acompañar a un grupo de personas, esencial para la mantención de cualquier grupo u organización. El líder no sólo es capaz de influir en su grupo, sino que también proporciona ideas innovadoras y motiva a su grupo a sacar lo mejor de sí mismos.
En el siglo pasado en nuestro país, hubo un número importante de mujeres que influyeron de manera relevante en nuestra sociedad, desde diferentes ámbitos abriendo espacios impensados.
Gabriela Mistral Premio Nobel de Literatura, Eloísa Díaz primera mujer médico, Lenka Franulic, primera periodista, Premio Nacional de Periodismo, Margot Duhalde primera piloto de Aviación, María Luisa Bombal escritora, Carla Cordua filósofa, una de las mejores exponentes del pensamiento crítico y filosófico chileno (hoy de 93 años) en fin, se me quedan varias en el camino, pero sin duda ellas abrieron una senda importante no exenta de dificultades, donde tuvieron que demostrar sus capacidades con creces para ser validadas en un ambiente muchas veces hostil.
Gracias a esas mujeres que supieron trabajar en equipo, que comunicaron y persiguieron sus sueños, hoy hay un gran número de líderes en diferentes quehaceres, con distintos sellos y estilos, influyendo en otros de manera positiva.
Contestando la pregunta del encabezado, es importante el liderazgo y el convertirse en líderes, porque siembra cambios, valoración y autoconocimiento.
Todas podemos llegar a ser líderes, sólo necesitamos aprender y experimentar.
En este video les paso mis propios tips y ejercicios para comenzar el día de una manera diferente…
Alcanzar la felicidad tiene que ver mucho con la actitud positiva que asumimos las personas frente a lo que nos sucede, sea una experiencia positiva o negativa, y con la capacidad para desarrollar más nuestras cualidades y potencialidades en vez de lamentarnos de lo que nos falta.
El otro día una amiga afirmaba preocupada que no iba a encontrar trabajo porque tiene +40 años. ¿La edad influye en la posibilidad de encontrar nuevas oportunidades laborales? Puede que si, pero, sin duda, menos que la falta de confianza en una misma y menos que decirnos el no nosotras mismas.
A partir de los 40 hay mucho que aportar, yo tengo 44 así que ¡qué os voy a contar! lo sé muy bien. La experiencia, la madurez, la responsabilidad y la estabilidad son algunos aspectos que podemos destacar. ¡Estás en el ecuador de tu carrera! ¿Qué mejor momento profesional?.
El autoconocimiento y la seguridad en ti misma es la base, después hay que ser proactivos, nadie va a ir a buscarte a tu casa, muévete, investiga, optimiza tus redes de contacto porque, nadie dice que no al talento cuando lo tiene delante.
Utiliza la edad estratégicamente con el objetivo de derribar preocupaciones que puedan existir. ¿Qué puede preocupar y cual es la ventaja?:
Muéstrate actualizada, con conocimiento de las últimas tendencias y muchas ganas de aprender, demuestra tu capacidad para adaptarte a los cambios y pon tu edad en valor. Si no te lo crees tú, nadie lo hará.
Cuando comencé mi carrera profesional, pensaba que el feedback o retroalimentación era algo que ocurría cuando tu rendimiento no era el esperado.
Como parte de mi proceso de incorporación al mundo laboral recibí bastante feedback , y aunque me sentía un poco avergonzada al recibirlo, por esa connotación negativa que le daba, lo aproveché al máximo y lo incorporé en mi día a día; ya que quería ser mejor.
Tomé cada retroalimentación muy seriamente y las incorporé en mi vida. En mi interior, había una profesional competitiva y quería ser exitosa. Trabajé duro y sin darme cuenta, alimenté el pensamiento de que llegaría el día donde nadie me diría nada y eso significaría que lo estaba haciendo todo perfecto. Ese día llegó, y asumí que sin haber llegado a los 30, ya era toda una “profesional consolidada”. Tendrían que pasar algunos años para darme cuenta de lo equivocada que estaba y agradecer que el feedback volviera a mi vida.
Casi dos décadas después de esas primeras experiencias, me doy cuenta de lo lejos que estaba del concepto “feedback” y más lejos aún de esa “profesional consolidada”que trataba de ser. También me doy cuenta que al desaparecer el feedback en mi vida comenzaron a crecer mis puntos ciegos.
Cuando decidí volver a mirarme y a cuestionar el porqué no recibía feedback, me di cuenta que su ausencia ocurrió por una realidad muy diferente a la que yo pensé en ese momento. Organizaciones sin cultura de feedback, responsables sin competencias para entregarlo y en otros casos, tal vez no me vieron receptiva a él.
Con el tiempo, me he dado cuenta que el feedback es una oportunidad enorme de crecer y mejorar en todo lo que haces, y que cuando no está, los puntos ciegos se hacen cada vez más grandes, ya que aquello que no ves o no eres consciente, es imposible de cambiar o mejorar.
El feedback es una obligación, es vital, es parte de la vida. Si no existe en la empresa debemos exigirlo, si tienes equipo a cargo, debes entregarlo. La retroalimentación alimenta nuestra evolución profesional y personal.
Con cada feedback tendrás la oportunidad de ver con otros ojos aquello que has hecho. Posiblemente te encontrarás ante feedbacks positivos y/o negativos, ambos necesarios y complementarios. Lo más importante del feedback es lo que harás después de recibirlo. Si solo lo escuchas y pasas de hacer un cambio, o bien reflexionas y tomas aquello que te ha resonado, encontrarás la diferencia entre quedarte donde estás o evolucionar.
El contenido del feedback no es una obligación. Seguirá siendo un punto de vista de una persona externa, que al igual que nosotros, hace juicios y se equivoca. Por lo que cuando recibas feedback tú decidirás con qué te quedarás y qué dejarás pasar.
Hemos hablado del feedback en el ámbito profesional, pero este también se da en tu entorno personal. Cuando somos jóvenes nuestros padres son quienes retroalimentan nuestros comportamientos y con el paso del tiempo, amigos y/o personas cercanas son incluidos en la lista.
Retroalimentación como parte del autoconocimiento.
Si estás en una organización, lo habitual sería que la retroalimentación se entregará después de una valoración del desempeño o proyecto. En la vida cotidiana no tenemos estos procesos de valoración, por lo que muchas veces nos debemos armar de valor y preguntar de forma directa.
En los procesos de coaching, fomentamos el autoconocimiento y en algunos casos la retroalimentación completa la información que se tiene de si mismo. Una herramientas que utilizo para incorporar ese feedback y alimentar el proceso de autoconocimiento es La ventana de Johari.
Esta herramienta fue elaborada por los psicólogos cognitivos Joseph Luft y Harry Ingham. Se utiliza para recoger información de doble entrada: por una parte, cómo nos comunicamos con el entorno y por otra, cómo el entorno se comunica con nosotros. Es muy valiosa a la hora de conocernos, ya que podemos mirarnos y valorarnos a nosotros mismos y también podemos averiguar lo que piensan los demás sobre nuestros comportamientos, actitudes y pensamientos.
Es un cuadrante de doble entrada que considera 4 casillas:
I ÁREA LIBRE
Contiene toda la información de nosotros mismos que conocemos tanto nosotros como nuestro entorno. En esta área no existe nada de nosotros que no sepan los demás y se caracteriza por un intercambio de información continuo y sin barreras, entre el yo y los demás.
El área libre aumenta de tamaño en la medida que crece el nivel de confianza entre la persona y su entorno, y también en la medida en que se incrementa la cantidad de información que fluye entre nosotros y los demás, especialmente si se trata de informaciones de carácter íntimo y personal. Cuanto más grande sea el área libre, más productivas, beneficiosas y efectivas serán nuestras relaciones interpersonales. El objetivo de toda relación debe ser siempre incrementar al máximo el área libre. Así conseguiremos reducir las otras áreas.
II ÁREA CIEGA
Aquí se encuentra toda la información sobre nuestro yo que nosotros ignoramos pero que los demás sí conocen. Constituye una desventaja interpersonal para el yo, ya que gestiona y maneja menos información sobre si mismo que los demás (nuestra manera de comportarnos, nuestra forma de hablar, el estilo de relacionarnos, etc.). Por lo que se le hace casi imposible comprender los comportamientos, las decisiones o las actitudes de los otros respecto a él mismo.
III ÁREA OCULTA (privada o fachada)
Aquí debes registrar toda la información que tienes sobre ti, pero que es desconocida por el entorno, porque solemos ocultarlo. Puede que ocultemos esta información por miedo a que el resto nos haga daño, nos juzgue negativamente o nos rechace si conociera nuestros verdaderos sentimientos, percepciones y opiniones. También puede ocurrir que quisiéramos manejar maquiavélicamente nuestro entorno, y nos resulte útil esconder cierta información para así dominarlo y dirigirlo a nuestro antojo.
Esto se conoce como fachada, es una protección que desempeña una función defensiva para el yo, por lo que tiene una función vital. La pregunta que debes plantearte es qué cantidad de defensa consciente se puede tolerar antes de que la comunicación se inhiba y comiencen a deteriorarse las relaciones interpersonales.
IV ÁREA DESCONOCIDA
El área desconocida o inconsciente representa aquellos factores de nuestra personalidad de los que no somos conscientes y que tampoco son conocidos por las personas de nuestro entorno. Incluye cosas como acontecimientos de nuestro pasado, circunstancias de nuestra primera infancia, capacidades y competencias aún por descubrir, sueños y deseos olvidados, etc.
Fuente: Espacio Emociona
La ventana de Johari puede completarse de diferentes maneras. La forma más sencilla sería que hicieras una lista de actitudes, comportamientos y habilidades que ves en ti, y luego le pides a un grupo de personas cercanas que también hagan esa lista en relación a ti y que lo compartan contigo.
Todo aquello que coincide en lo que ves tú y lo que ven desde afuera, es tu cuadrante I. Aquello que solo lo has identificado tú, quedará en tu cuadrante II. Lo que han descrito los otros y que tú no eras consciente, quedará en el cuadrante III. El cuadrante IV quedará vacío.
Según la teoría, el objetivo es que predomine el cuadrante libre o «abierto» en la persona, ya que esto es sinónimo de un funcionamiento más armónico y sano, pues se muestra tal como es, se conoce a si mismo y no vive con miedo a que los demás le conozcan.
El área ciega será una nueva realidad, y podrás encontrar aspectos de mejora, ya que es todo aquello que no ves y que habla de ti. Existirán aspectos positivos que podrás incorporar en ti, o bien aspectos negativos que podrás trabajar si así lo crees necesario.
Ahora que has visto la importancia del feedback y cuentas con una herramienta para recibirlo, ¿Qué esperas?. Recuerda, la retroalimentación es una invitación a tu mejor versión.
¿Te has encontrado alguna vez en una situación en la que alguien te culpa de sus propios problemas?
La proyección o transferencia es una estrategia de defensa muy común en las personas que no se quieren hacer responsables de sus actos, culpan a otros y de esta manera alivian el estrés, la ansiedad o el rechazo al que se sienten sometidos.
Esta estrategia daña psicológicamente a las personas que lo reciben. Pueden sentir baja autoestima, sentirse desvalorizados, etc. Son personas que hablan mal de las demás personas y critican las mismas cosas que forman parte de ellos y a las que se niegan a enfrenarse.
¿Por qué usamos la proyección?
Nuestro inconsciente es el encargado de protegerte de situaciones peligrosas o “incómodas” para ti. Pero en alguna situación puede que te sientas culpable o tengas otras emociones desagradables y para evitar reconocer tu propio problema, tu inconsciente transfiere estos problemas o emociones negativas a otras personas. De esta manera encuentras un cierto alivio acerca de tus fallos cuando proyectas estas emociones negativas en los demás.
Las personas con muchas inseguridades, y problemas de autoestima son las más propensas de usar la proyección de forma continua. Si eres capaz de reconocer tus propios problemas y te haces responsable de ellos, entonces te estarás liberando de usar la proyección. Aunque es normal que en algún momento proyectemos algo en los demás sin ni siquiera darnos cuenta.
Detener la proyección no es tarea fácil pero no imposible. Minimizar esta estrategia está en tus manos. He aquí unos cuantos tips para ayudarte a lograrlo:
1-Conócete a ti mismo
Cuando sabes quién eres, y te aceptas tal como eres, con tus defectos y virtudes serás capaz de no sentirte débil ni mostrarte tal cómo eres ante los demás.
2-Deja de sentirte una víctima
Cuando juegas el papel de víctima culpabilizas a los otros de tus propios problemas. Deberás hacerte responsable de tu actos y ser consecuente con ellos.
3-Exprésate
Expresa tus sentimientos y emociones. Será más fácil si expresas tus miedos, frustraciones a las personas de tu confianza. Ellos te entenderán y para ti será una liberación.
4- Aprende de tus errores
Intenta recordar las situaciones en las que culpabilizabas a otros de tus problemas. Busca qué se repite en cada una de ellas. ¿Qué emociones proyectabas? ¿Eran siempre las mismas? ¿Con las mismas personas o con diferentes? Esto te puede dar una pista del patrón que sigues y lo puedes utilizar para mejorar tu conducta.
5-Rodéate de personas constructivas
Cuando te rodeas de las personas correctas, aquellas que te ayudan a crecer, las que están dispuestas a escuchar y a ayudarte entonces todo cambia. Aprende a comportarte como ellas, date cuenta de cómo solucionan sus conflictos sin culpar a los demás.
Admitir tus errores será un gran paso para el cambio. No seas duro contigo mismo, deja de juzgarte y avanzarás. Simplemente reconoce que eres humano y que estás en el camino hacia el cambio. Te deseamos toda la suerte del mundo.
“Un viaje de mil millas comienza con un primer paso”
Esta frase de Lao – Tse nos invita a reflexionar: que aunque el camino parezca largo y extenso el primer paso siempre fue el inicio.
¿Cuál es el primer paso que quieres dar hoy?
Si te encuentras en una encrucijada ya sea personal o profesional, el primer paso debes decidirlo en consciencia y para ello conectarlo con tu propósito. Si tu duda es en lo laboral, este sendero te llevará a las respuestas que necesitas.
Cuando pensamos en un comienzo, a veces no nos centramos en ese primer paso, pensamos en solo en la llegada a nuestra meta, o imaginamos y fantaseamos en lo que encontraremos en el camino. Sin embargo, ese primer paso, será fundamental para saber la dirección que le daremos a nuestra esa aventura.
Si lo que buscas es claridad en tus decisiones personales y profesionales, y aún no defines tu propósito, empezar por el autoconocimiento te dará herramientas para comenzar a ver la luz en tu camino y con ello seguridad en lo que comenzarás.
¿Qué es el autoconocimiento?
El autoconocimiento, en palabras simples, trata de conocerse a sí mismo. Saber quién eres y qué te representa. Pareciera fácil, sin embargo, vivimos en un mundo donde el tomar consciencia de uno mismo y saber realmente quienes somos, resulta más difícil de lo que pensamos.
Quiero compartirte una breve historia para reflexionar
“¿QUIÉN ERES?”Cuento de Anthony de MelloUna mujer estaba agonizando en la sala de un hospital. De pronto, tuvo la sensación de que era llevada al cielo y presentada ante un Tribunal.“¿Quién eres?”, dijo una Voz.“Soy la mujer del alcalde”, respondió ella.“Te he preguntado quién eres, no con quién estás casada.”“Soy la madre de cuatro hijos.”“Te he preguntado quien eres, no cuántos hijos tienes.”“Soy una maestra.”“Te he preguntado quién eres, no cuál es tu profesión.”Y así sucesivamente. Respondiera lo que respondiera, no parecía poder dar una respuesta satisfactoria a la pregunta“¿Quién eres?”“Soy cristiana”, respondió ella.“Te he preguntado quién eres, no cuál es tu religión.”“Soy una persona que iba todos los días a la iglesia y ayudaba a los pobres y necesitados.”“Te he preguntado quién eres, no lo que hacías.”Evidentemente, no consiguió pasar el examen, y fue enviada de nuevo a la tierra.Cuando se recuperó de su enfermedad, tomó la determinación de averiguar quién realmente era y su vida cobró otro sentido…
Pareciera que la respuesta a ¿Quién eres? podría resultar más complicada de lo que pensamos. Sin embargo, la respuesta está en ti, solo falta que le dediques tiempo para encontrarla.
El camino del autoconocimiento no acaba nunca, siempre estaremos descubriéndonos y explorando nuevos límites. El mundo nos invita a ello constantemente, por ejemplo: partes un nuevo proyecto, conoces a una persona nueva, te despiden de tu trabajo, o cuando decides viajar.
Tal vez inicialmente te pueda sonar cansador pasar una vida conociéndose, pero a modo personal, encuentro que es lo maravilloso de la vida. Cada día un descubrir, cada día una oportunidad.
¿Cómo comenzar?
Te recomiendo que para este primer paso tomes un tiempo para ti, comenzar a tomar consciencia de ti mismo, de lo que vives cada día y que puedas registrar objetivamente: tus emociones, sentimientos, reacciones, decisiones, etc. Toda esta información te ayudará a comenzar a contemplar quién eres y te llevará a comprender tu propósito de vida, y también tu propósito laboral.
Necesitarás un cuaderno/diario donde registres tus actividades y puedas indicar las emociones que te acompañaron, las reflexiones que realizaste y aquello que te movilizó a hacerlo. Lo más difícil al inicio será tomar el hábito de hacer estos registros por lo que te recomiendo, poner una alarma al medio día y realizar el primer registro, y otra por la noche para realizar el siguiente y tal vez completar el del medio día.
Con estos dos registros al día y en unas tres semanas aproximadamente tendrás información suficiente para comenzar.
Cuando decidas iniciar tu análisis, revisa e identifica por ejemplo: emociones dominantes, sentimientos, acciones, etc. Reflexiona que dice esta información de ti y hazte las siguientes preguntas:
– ¿Qué siento ahora al identificar estas emociones?
– Cuando reviso mis comportamientos y reacciones, ¿Cómo me veo?
– ¿En algunas situaciones, cambiarías algo?
– ¿Esta es la versión de ti mismo, que te hace feliz?
Si aún es complejo para ti y estás en algún proceso de acompañamiento, mentoría o coaching, comparte esta información con el profesional que te asesora. Con su ayuda podrás tomar distancia y ser más objetivo contigo mismo.
En ti tienes todas las respuestas, y el camino hacia lo que anhelas te está esperando, solo debes entregarle a tu brújula la información necesaria para dar ese primer paso hacia donde quieres ir.
Hoy les quiero hablar sobre un tema que está tomando fuerza y me alegro de ello, se trata de la Autenticidad. Surge la necesidad en una sociedad cada vez más digital, visual, donde toma protagonismo la imagen. La tecnología vino a quedarse y a seguir avanzando a pasos agigantados, jóvenes y adultos se expresan a través de ellas. Por esto, es cada vez más importante reforzar el ser auténtico como un gran poder y valor.
La autenticidad nos da identidad y lo más importante nos hace únicos,. nos aumenta la creatividad, seguridad y autoestima. Ayuda a que seamos capaces de generar conversaciones difíciles, dar nuestra opinión, la única fórmula de fortalecer “nuestro Ser Único” es partir por respetarnos, conocernos y en forma automática aprendemos a respetar a otros, logramos reconocer al otro tan único como nosotros, nos hacemos responsables y protagonistas de nuestra vida.
La imagen toma una gran fuerza, ¿sabes que recordamos un 80% lo que vemos frente a un 20% de lo que leemos? y si hoy nuestra comunicación está fluyendo en una ambiente de tecnología, que mejor que proyectar lo que realmente eres, con una imagen sana, aquella que sea coherente contigo. No existe la imagen perfecta, porque somos perfectamente imperfectos. Busca una “rareza” en tí que por miedo a no ser aceptado o a no pertenecer la has dejado oculta, compártela con el mundo porque la necesitamos. Hemos aprendido la palabra “rareza” como algo malo, pero si nos vamos a su significado es algo “extraordinario” “único” “singular” “original”. ¿Crees que los grandes creadores, gente exitosa, personas que creyeron en algo y lucharon por ello, no los tildaron de locos o raros?.
Por mientras hay ideas y sueños que rondan por tu cabeza y palpitan en tu corazón, aparece el miedo. Como dice una frase por ahí “Hazlo ¿tienes miedo? Hazlo con miedo” Te invito a un viaje de autoconocimiento que encuentres la confianza, la seguridad de creer en ti. Es bueno equivocarse, se aprende desde este espacio. Detente unos minutos, la creatividad nace en ese momento. Despierta los sentidos, todo es comunicación. No escondas tus emociones, aprende a usarlas. Se auténtico, sin miedo a ser distinto, original. Entender que todos somos distintos, no juzgar al otro por pensar y actuar diferente. Puede gustarme o no, pero lo respeto.
El ser tú, no significa pasar a llevar. La persona auténtica sabe quien ser en cada momento, no tiene que convencer a nadie de lo que es.
Cuando lo sientes, lo piensas y actúas. Mente + Corazón + Cuerpo = COHERENCIA
Cuando hace mucho tiempo empecé a estudiar el tema de la seducción, no pensé cuánto cambiaría y para bien nuestra manera de mirarla.
Mi gatillante para empezar a meterme en este tema fueron muchos pacientes de cáncer de mi fundación que me decían todo el tiempo que se habían salido del ámbito seductor por la calvicie y las heridas propias de este tratamiento. Lo mismo me pasó con gente quemada o discapacitada.
En ese momento, y con mucha rabia, pensaba porque hemos como sociedad excluído a muchísima gente de este tema por los parámetros mediáticos y publicitarios de la belleza, donde lo central es pensar que la seducción pasaría solo por el cuerpo y no por cualquiera, sino por aquellos en los que estúpidamente hemos programado nuestras cabezas para llamarlos bellos.
Creo que al hablar de este tema tenemos que entender que la seducción es un proceso interno primero, yo me tengo que seducir en primera instancia a mí mismo o a mi misma.
Para hacer este acto de auto-seducción, tengo que conocerme, aceptarme y quererme. Este es el proceso necesario para desarrollar una autoestima básica que permita que me cuide, y que desde ahí salga hacia afuera a seducir, pero entendiendo que la seducción no pasa por el cuerpo, sino que tiene que ver con mis características de funcionamiento en el mundo. Está más cerca de mi sentido del humor, de la sonrisa, de mi inteligencia, de mi capacidad de esfuerzo y perseverancia con mis sueños que con mis medidas anatómicas o mis músculos circulantes.
Además creo que es importante reflexionar que yo no seduzco igual ahora a mis 53 años, a como lo hacía a los 30 o a los 20 años. Este espacio va cambiando así como cambia mi vida, mis seguridades o inseguridades y voy reduciendo miedos, atributo que solo mejora con el paso del calendario.
Evidentemente la adolescencia es un proceso por ejemplo donde la seducción pasa por el cuerpo, por mostrar, y desde ahí relacionarse con el otro porque con eso se configura identidad, pero con el paso de los años este camino se va metiendo dentro del alma y uno va entendiendo que seducir tiene que ver con el encantar desde lo interno y no desde el exterior.
Otra asociación errada de este concepto, que es en nuestro inconsciente, esta palabra está asociada a lo sexual o a lo erótico, quizás es lo primero que ustedes pensaron al ver este título, pero esto no es así. Todos tenemos que ser seductores siempre. El diario tiene que seducir desde la información que entrega para ser leído, una madre tiene que seducir a sus hijos para que le hagan caso, yo tengo que seducir a la gente cuando le doy una charla, un feriante tiene que seducir a sus clientes para que le compren etc.
Todos tenemos que trabajar la seducción y esto siempre pasa por el autoconocimiento para ver desde qué lugar dentro mío saldrá este acto de cautivar.
En una sociedad tan hedonista ( que busca el placer en todo) y tan erotizada se nos ha convencido que se seduce al otro desde lo sexual y desde lo corporal y eso nos ha hecho mucho daño, no solo porque hace sufrir a mucha gente que se siente fuera del circuito en forma injusta y discriminatoria, sino por que nos reduce la posibilidad de entender que este concepto es hermoso y nos llama a todos y todas a desarrollarlo.
Un buen ejercicio para desarrollar o empezar este camino es en la investigación de “Lecciones de Seducción”, es sentarse frente a nuestra ropa o nuestro closet. Es importante para esto no hacer juicios, ni retarse, solo observar.
Observaremos colores, a lo mejor sólo negro, en el caso de las mujeres podrán ver solo pantalones o faldas dependiendo de la evaluación que tengo de mi cuerpo. En una de esas veo mucha ropa o estilo de ropa que pertenecieron a otra época de mi vida y que ya no uso, tallas que no corresponden y tanta otra información que solo registra el cómo somos y cómo nos sentimos con nosotros mismos (as) y cómo desde esa revisión salimos al mundo a encantar a los otros.
Seguramente algunos esperaban que al hablar de este tema yo diera tips de cómo seducen los chilenos y chilenas pero creo que para llegar a eso primero hay que cambiar el sentido de esta palabra que algunos, los menos, ayuda y a otros les genera mucho ruido interno y a veces dolor por no sentirse dentro de los cánones patriarcales de belleza que todavía, aunque menos, existen.
En general los chilenos y chilenas seducimos desde la preocupación por el otro, por el encanto y por el sentido del humor. Hemos ido entendiendo que lo importante es cómo nos sentimos por dentro y que desde ahí sale hacia afuera lo que queremos entregar. Hoy seducimos desde la salud más que desde la belleza (definida por el marketing), para encontrarnos con una belleza personal y creo que la clave es trabajar por encontrar un “ estilo propio” que me lleve a construir una identidad que cambia a cada rato con las cosas de la vida pero que me debe llevar a construir esta maravillosa libertad de ser quien soy en lo más profundo de esta frase.
Los invito y las invito a seducirse a ustedes, a quererse, a darse tiempo, a mimarse, a descubrirse todos los días, lo que pase con lo de afuera será una consecuencia de este trabajo interno.
¿Se han dado cuenta que cuando uno le cuenta a otros que está estresada el único consejo que te dan es que te regales tiempo para hacer algo que te guste o relaje (y la mayoría de las veces te dan como ejemplo ir a la peluquería o tomarse un café con una amiga)?
Si bien salir de la rutina y hacer algo que nos gusta hace bien, es solo una solución parche. Porque nos genera calma en el momento, pero al llegar a casa nos esperan las mismas cosas que nos tenían estresadas al salir. Y las pilas que cargaste, tarde o temprano se vuelven a desgastar.
Si lo vemos desde este prisma, la solución no está en hacer una actividad pasajera, sino en nuestro interior. Un cambio en nuestro estilo de vida. Especialmente en la forma en que enfrentamos los estresores y desafíos del día a día.
A mi parecer, la clave está en el autocuidado y amor propio. Si nos queremos, sabremos buscar la forma de satisfacer nuestras necesidades. Sabremos cuándo postergarnos y cuando ponernos como prioridad. Sabremos ponernos límites. Y lo más importante, sabremos ser compasivas con nosotras mismas. Nuestra voz interna nos acompaña en todo momento y depende de nosotras que nos hable y contenga como lo haría nuestra mejor amiga, o que nos devalué y agobie como lo haría nuestra peor enemiga.
A continuación te voy a dar cinco consejos para que practiques el autocuidado y la autocompasión:
Sé descriptiva y usa adjetivos neutros cuando te hables a ti misma de ti misma: No es lo mismo decir «soy agresiva», que «siento la rabia muy intensa y a veces me cuesta mantener el control». El primero ataca y merma nuestra autoestima, mientras que el segundo nos invita y motiva al cambio y al crecimiento.
Cuando te equivocas, no es lo mismo decirte «eres la peor madre del mundo», que «te equivocaste, no estuvo bien cómo actuaste, tranquilízate y pide perdón».
Juzgarse y autodevaluarse no sirve de nada. Mírate con cariño y compasión, trata de entender de dónde vienen tus dificultades y qué podrías hacer para manejarlas mejor.
Aprende a manejar la culpa: Todas las emociones son postitivas en tanto tienen un propósito adaptativo: comunicarte lo que te pasa y qué necesitas. La culpa tiene la importante misión de mostrarte que te equivocaste, ayudarte a aprender del error y motivarte a reparar cuando es necesario.
Al igual que todas las otras emociones, una vez que cumple con la misión para la cual fue creada, debes dejarla ir. Quedarte pegada criticándote a ti misma no sirve de nada. Cuando haces eso la culpa se vuelve patológica. No hay aprendizaje ni reparación.
Esfuérzate por estar consciente de tus sensaciones, emociones y necesidades: El cuerpo es el primero en darse cuenta que algo nos pasa. Por lo mismo, es muy importante prestarle atención cuando nos habla y tratar de decifrar qué es lo que nos quiere decir. Te doy un ejemplo. Yo me doy cuenta que me estoy empezando a estresar cuando empiezo a respirar profundo, o que me siento pasada a llevar cuando se me aprieta el estómago. Al darme cuenta de esto, me pregunto qué me pasa y qué necesito.
Dale importancia a tus necesidades: Además de estar atenta a tus sensaciones, emociones y necesidades, es importante que te preocupes de <<atenderte>> de manera oportuna. Es como cuando vas manejando y se prende el aviso de que queda poca bencina. Si no le haces caso, tarde o temprano te quedas en pana.
Pregúntate qué hay detrás de tus autoexigencias: No sirve bajar nuestros niveles de exigencia si no trabajamos la fuente que los sube. Si eres muy crítica contigo misma, quizás sería bueno que te preguntes porqué eres así. ¿Será que sustentas tu valor como madre en el éxito y por tanto al equivocarte te sientes la peor madre del mundo? ¿Será que detrás de esta autoexigencia hay pensamientos irracionales como «tengo que ser perfecta» o «si me equivoco voy a dañar a mi hijo»? ¿Será que eres dura contigo misma porque te falta trabajar el amor propio? (Cardemil, 2019).
Para terminar, recuerda que el autocuidado y el amor propio es algo que se trabaja todos los días. Y de ahora en adelante, cuando te sientas agobiada, la solución no está en ir a hacerte las uñas, sino en ser tu mejor amiga.
Autora de <<Apego Seguro: cómo relacionarte con tu hijo a partir de los dos años >> y <<Separarse con niños pequeños: cómo seguir nutriendo tras la ruptura>>
En este camino de autoconocimiento, autoaceptación y evolución espiritual me ha tocado sanar a mi niña interior como parte del proceso, por lo que para conseguirlo tuve que cuestionar y perdonar a mis propios padres, comprender que ellos hicieron lo mejor que pudieron con las herramientas que tenían y también entender las trabas y las necesidades emocionales no cubiertas que transitaron en su infancia.
En medio de mi introspección me hicieron la pregunta: ¿qué le pediría esa niñita a sus papás que le digan que nunca le dijeron? y la única palabra que vino a mi mente fuePERDÓN. Mis padres fueron y son padres espectaculares, amorosos y presentes pero no son perfectos y muchas veces se han equivocado y me han herido, sin embargo no recuerdo que nunca me hayan dicho “lo siento, me equivoqué”.
A lo largo de mi capacitación en crianza consciente aprendí lo importante que es pedirle perdón a nuestros hijos cuando nos equivocamos. Es muy común que los papás estén dando órdenes o directivas pero es muy poco visto que un padre o una madre le pida disculpas a su hijo, quizás porque no estamos acostumbrados a hacerlo ya que nuestros padres no lo hicieron con nosotros o tal vez porque pensamos que nos desacredita o nos resta autoridad. Lo paradójico es que por más que los papás no se disculpen con sus hijos si que les exigen que ellos pidan perdón a otros niños, y eso es una ambigüedad, un mensaje confuso.
La pregunta que varios padres me hacen es: ¿Cuándo debemos pedir disculpas? Esto es más simple de lo que parece, deberíamos hacerlo cada vez que actuamos de una forma en la que no nos gustaría que actuaran nuestros hijos. Por eso el mindfulness aquí es muy importante ya que practicar continuamente la apertura de conciencia nos permite estar alerta y percatarnos cuando estamos equivocándonos.
Es importante que reconozcamos cómo se siente el niño o el adolescente al que hemos herido y que pongamos en palabras lo que sucedió, incluyendo los motivos por los que reaccionamos mal: “veo que estás muy asustado, me doy cuenta que te grite muy feo porque no me contestabas cuando te llamaba. Te pido una disculpa, he dormido muy poco anoche y mi cuerpo está muy cansado, descargue mi tensión contigo y eso no es justo, gritar no es la solución, me equivoqué”.
Debemos también evitar echarle la culpa a los niños de alguna forma para justificarnos “te grite porque tu gritaste primero”. No! recuerda que nosotros somos los adultos y deberíamos tener nuestras emociones bajo control y nunca compararnos con las de un niño que recién está saliendo al mundo o un adolescente que está atravesando una crisis importante de identidad.
Pedirle perdón o disculpas a nuestros hijos cuando nos equivocamos lejos de desautorizarnos va generando en ellos respeto hacia nosotros, pero no un respeto a base del miedo sino uno que se forja al vivenciar que sus progenitores son lo suficientemente maduros y humildes como para reconocer sus equivocaciones, su humanidad. Con el ejemplo se educa.