Las lamentables noticias que se están difundiendo sobre trágicos eventos en distintas comunidades escolares del país nos pueden provocar sentimientos de horror, desesperanza y ansiedad. ¿Cómo no lamentar el suicidio de dos adolescentes? ¿O la violencia que sufren niños, niñas, adolescentes y docentes? ¿Cómo no preocuparnos por el retroceso en habilidades cognitivas y socioemocionales fundamentales para el desarrollo.
Hay mucho por hacer para la tan ansiada recuperación escolar, y una clave podría estar en la activación de emociones positivas en la escuela.
Barbara Fredrickson, una investigadora de la Universidad de Carolina del Norte, se ha dedicado a estudiar el impacto de las emociones positivas en la capacidad de resiliencia y el bienestar, con interesantes hallazgos que pueden iluminar sobre el tipo de acciones que necesitamos para recuperarnos de dos años traumáticos en el sistema escolar. A través de sus estudios, Fredrickson ha podido observar que las personas resilientes no sufren menos estrés que aquellas menos resilientes, es decir, frente a un evento negativo, el dolor, la rabia, la incertidumbre, nos golpean a todas las personas por igual. Sin embargo, algunas logran recomponerse emocionalmente y volver a funcionar óptimamente más rápido. La clave estaría en la capacidad de poder activar emociones positivas, a pesar de las emociones negativas que están sintiendo. Al hacerlo, las emociones positivas cumplen una doble función para la recuperación. Por una parte, parecen revertir los efectos de las emociones negativas, que activan nuestro sistema nervioso simpático elevando el cortisol, acelerando el corazón, disminuyendo nuestro sistema inmune entre otras reacciones, que en la medida en que se van acumulando nos pueden producir un enorme daño a nuestra salud física. Al mismo tiempo, las emociones positivas, permiten al cerebro aumentar su capacidad de concentración y aprendizaje, la flexibilidad, mejora la memoria y la creatividad, todo lo cual nos ayuda a ir construyendo recursos cognitivos y sociales que sirven para afrontar los desafíos de la vida.
Cuando hablamos de activar emociones positivas nos estamos refiriendo a un amplio repertorio de eventos psicológicos que van mucho más allá de la realización de actividades placenteras o lúdicas. Pensamos no sólo en la alegría, sino también en la calma, la compasión, el altruismo, la esperanza, la gratitud, la curiosidad, la satisfacción, etc.
Hay muchas formas de activar o propiciar emociones positivas en una escuela. Acá te dejamos algunas ideas:
– Establece prácticas de celebración creativas, donde se reflexione sobre todo los positivo que ha ocurrido en una clase, en una semana, en un semestre. Ya el hecho de volver a la presencialidad es un gran evento para celebrar.
– Establece prácticas de gratitud, que lleven a estudiantes, docentes y funcionarios, a conectarse con lo bueno que han recibido de parte de otros, y que tengan el espacio para expresarlo.
– Establece prácticas de recuperación de la calma, cuando haya estrés. Se puede hacer a través de sencillas rutinas de respiración, o asegurando un lugar físico en que habrá alguien que te puede contener. No esperar hasta que la situación se hace incontrolable, la práctica constante de la recuperación, facilita que nuestro sistema nervioso autónomo se regule con mayor flexibilidad.
– Establece prácticas de bondad. Hablamos mucho de ser generosos, del buen trato y de la empatía, pero a veces faltan oportunidades de practicar. Piensa en formas de incentivar actos de bondad pequeños pero constantes al interior de la comunidad. Ayuda mutua entre compañeros para aprender, colaboración en la mantención del cuidado de la escuela, sentido de comunidad cuando alguien lo está pasando mal, y sobre todo, conversar sobre cómo nos sentimos cuando ayudamos a otros.
– Establece prácticas de escucha. Cuando estudiantes y docentes se sienten vistos e importantes, se activa la motivación. Si tienes un rol directivo pregunta ¿qué piensas de esta decisión? ¿cómo te sientes al respecto?. Si eres docente, guarda momentos en tus clases donde los estudiantes puedan expresar si el contenido les parece entretenido o aburrido, fácil o difícil.
– Establece prácticas de movimiento y juego. Atrévete a planificar actividades de aprendizaje activo, en que las y los estudiantes tengan que moverse y/o jugar. Lo mismo con los adultos, a quienes a veces nos cuesta más conectarnos con lo lúdico.
Es importante acoger y darle un espacio justo a las emociones negativas, pero no olvidemos que para favorecer la resiliencia es igualmente importante aprender a activar nuestras emociones positivas.
Foto de Nathan Dumlao en Unsplash
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Las últimas semanas han estado llenas de noticias sobre violencia escolar, riñas juveniles, apoderados furiosos, docentes heridos, desborde, desregulación. Todo suma para conformar un cuadro caótico de este retorno a clases, después de dos años pandémicos.
Sin duda que hay múltiples explicaciones a lo que está ocurriendo, y que no todos los casos son iguales, estamos frente a una realidad compleja, que por lo tanto no tiene una solución fácil y rápida.
Pensar que el retorno a clases 2022 iba a ser como aplicar una máquina del tiempo para volver a un marzo cualquiera previo al 2019, era sin duda una ingenuidad. Después de vivir un trauma (sí, la pandemia ha sido un evento traumático para toda la humanidad) nadie queda igual. Si para los adultos la pandemia ha sido feroz, tenemos que pensar que para los niños, niñas y adolescentes, quienes aún están desarrollando y madurando sus capacidades regulatorias y quienes han tenido mucho menor poder de control sobre sus vidas, quedando a la deriva de las decisiones que los adultos toman por ellos y ellas, estos dos años probablemente han sido aún más traumáticos.
El aprendizaje socioemocional, de acuerdo a la evidencia, parece ser la respuesta adecuada. Si bien durante estos dos años se ha hablado mucho, y relevado, el rol del aprendizaje socioemocional para el bienestar de las comunidades escolares y su impacto directo en el aprendizaje académico y la convivencia escolar, claramente no se han generado las estructuras ni los incentivos suficientes como para que las escuelas definitivamente le abran un espacio prioritario. Aún los equipos escolares se ven tensionados por todas las exigencias administrativas y de resultados académicos, sin saber muy bien cómo, más bien en qué minuto del día, se puede integrar el aprendizaje socioemocional. Es urgente que las autoridades, y que como país, se establezca una hoja de ruta clara hacia dónde queremos llevar el sistema educativo, que esté sustentada en la evidencia. Mientras eso no ocurra, ¿no hay nada que hacer?
Creemos que si, el ingenio humano y la creatividad siempre pueden encontrar caminos en medio de los obstáculos. Te dejamos algunas recomendaciones que podrían ayudarte a planificar el aprendizaje socioemocional en tu comunidad, y atender así a estas manifestaciones absolutamente esperables de tus estudiantes y docentes, tras dos años de trauma pandémico.
1. Parar. Por supuesto que no nos referimos a parar la escuela ni suspender las clases. Se trata de intencionar un tiempo en el cual se pueda mirar con perspectiva lo que esté ocurriendo en la escuela. En especial si observas mucho estrés, si los docentes tienen la sensación de que no les alcanza el tiempo, si ves agobio y ansiedad. Parar para respirar. No se puede correr todo el tiempo, es necesario tener momentos de recuperación. Este parar puede hacerse en jornadas de reflexión y encuentro, antes y después de cada reunión o clase. Es un parar para pensar, escuchar. Sabemos que es complejo, pero si no se hace intencionadamente la escuela seguirá corriendo a toda velocidad sin un destino claro ni muy auspicioso en el mediano plazo.
2. Soltar. Dejar ir lo que se fue. Es doloroso ver niños y niñas con tanto retroceso en sus habilidades académicas, pero estas no van a volver bajo presión. El estrés es el peor enemigo del aprendizaje porque desconecta zonas cerebrales que deben funcionar integradas, destruyendo la capacidad de memoria y retención. Trata de ver la situación como un nuevo comienzo, confía en la capacidad del cerebro de aprender toda la vida y enfócate en buscar las mejores estrategias para un aprendizaje significativo en vez de tratar de que ocurra en meses lo que no ocurrió en dos años.
3. Celebrar. ¡Estamos juntos otra vez! Este solo hecho es motivo de alegría. Hemos sobrevivido, sufrido, hay heridas y cicatrices, y también hemos desarrollado nuevas capacidades, motivaciones, propósitos. Las relaciones sociales se han transformado, porque ahora las valoramos tanto más. Cambiar el foco de atención hacia lo positivo, no significa desconocer las dificultades, pero es una estrategia de resiliencia porque sabemos que las emociones positivas revierten los efectos del estrés y nos permiten construir recursos sociales, cognitivos y hasta físicos. ¿Qué puedes apreciar en tu comunidad hoy?
Integrar el aprendizaje socioemocional en la cultura escolar no es algo fácil ni rápido, por eso, hemos diseñado una asesoría integral de acompañamiento a las comunidades escolares a llevar adelante este camino. Aquí puedes encontrar más información de este proceso y comunicarte con nosotros para tener una reunión.
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Es de esperar que este año más y más comunidades escolares retomen las clases presenciales y al mismo tiempo, puedan capitalizar todas las ganancias que se produjeron en estos últimos dos años, quizás los más desafiantes en décadas.
¿Qué ganancias son esas?
En estos dos años, trabajando con comunidades de todo el país, escuelas rurales y urbanas, liceos, colegios, etc., hemos visto que el aprendizaje socioemocional ha pasado a ser relevante, visto, priorizado como nunca antes. Tanto directivos como docentes reconocen que es fundamental para lograr mejores aprendizajes académicos y mayor bienestar, de niños, niñas, adolescentes y adultos. Se ha visibilizado el rol de la escuela más allá de lo académico.
También hay un reconocimiento generalizado de la importancia del bienestar docente y del impacto que tiene el estrés crónico en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Hemos sido testigos de la necesidad sentida de fortalecer los vínculos, y cómo muchas comunidades dicen haber mejorado el trabajo en equipo. Las duplas psicosociales y asistentes de la educación, también han mostrado que su rol de apoyo a los docentes es esencial, y que requieren ser mirados.
Más que un retorno a la normalidad, debiésemos pensar en una renovación de la vida escolar, donde el cuidado colectivo sea un eje central en la toma de decisiones. Volver al mismo estado pre pandemia significaría retroceder a un sistema con foco prioritario en lo académico y en la obtención de resultados, sin mucha consideración a la importancia del bienestar psicológico de las personas en los procesos. Hoy podemos tener un nuevo comienzo en las escuelas.
De acuerdo a la evidencia, para instalar el aprendizaje socioemocional en los procesos formativos y en el quehacer de una comunidad escolar, hay cuatro elementos o pilares que son clave (Mahoney et. al., 2021):
1° Construir una visión de largo plazo, conocida, compartida y construida con toda la comunidad.
2° Desarrollar el aprendizaje socioemocional de los adultos.
3° Integrar el aprendizaje socioemocional al currículum académico y prácticas escolares, además de tener programas explícitos para el desarrollo de competencias en los estudiantes.
4° Medir el aprendizaje socioemocional de manera continua.
Para lograr tener una perspectiva amplia y que incluya la voz de todos los actores involucrados. Fundación ama+ tiene a disposición de las comunidades un instrumento que puede guiar una reflexión inicial para la planificación. Se trata de nuestro cuestionario IASE (Indicadores de una cultura de Aprendizaje Socioemocional) escolar. Es una rúbrica que puede ser contestada por directivos, docentes, asistentes de la educación, apoderados y estudiantes; es totalmente gratuito y online, y se puede pedir un informe con los resultados. También contamos con un cuestionario IASE sostenedor, que está pensado para comunas, servicios locales de educación o sostenedores que tienen varios establecimientos.
Parar, reflexionar y planificar es algo que involucra tiempo, en especial cuando se hace de manera participativa; pero los resultados de estos procesos merecen esta dedicación. Se logrará mayor motivación, compromiso y colaboración. Si quieres cotizar una asesoría para la gestión del aprendizaje socioemocional en tu comunidad escolar, en Fundación ama+ podemos ayudarte con el proceso.
REFERENCIA
Mahoney, J. L., Weissberg, R. P., Greenberg, M. T., Dusenbury, L., Jagers, R. J., Niemi, K., Schlinger, M., Schlund, J., Shriver, T. P., VanAusdal, K., & Yoder, N. (2021). Systemic social and emotional learning: Promoting educational success for all preschool to high school students. American Psychologist, 76(7), 1128–1142. https://doi.org/10.1037/amp0000701
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El bienestar psicológico tradicionalmente no ha sido un objetivo explícito y específico en los sistemas educativos. Generalmente las escuelas suelen detectar muy bien a los estudiantes que están con algún problema de salud mental, y pueden derivar y apoyar a las familias, pero en general, no parecen ser conscientes del poder que tienen en la prevención de la enfermedad si se enfocaran en fortalecer ciertas competencias, en especial el optimismo.
Así se puede desprender del primer Reporte de la Encuesta de Habilidades Socioemocionales de la OCDE., un estudio que ya comentamos en entradas anteriores. En este artículo queremos profundizar la fuerte correlación hallada entre optimismo y bienestar psicológico de las y los estudiantes. El estudio midió el bienestar psicológico con 3 indicadores: satisfacción con la vida, bienestar psicológico actual y ansiedad frente a las pruebas o exámenes, además de información recogida sobre aspectos del ambiente escolar y familiar, como incidencia de bullying, relación con los padres, entre otros. Esto se hizo en estudiantes de 10 y 15 años, de 10 ciudades de diferentes partes del mundo.
A nivel general se encontró que el bienestar psicológico disminuye en la adolescencia de manera bastante constante en todas las ciudades, y en especial en las estudiantes mujeres. También el factor socioeconómico aparece como importante, dado que en todas las ciudades y tanto a los 10 como a los 15 años, los estudiantes con mayor nivel socioeconómico tienen mayores niveles de bienestar psicológico.
Al mirar cómo las competencias socioemocionales se relacionan con el bienestar psicológico, el optimismo, resultó ser la competencia que con mayor consistencia, relacionándose con el bienestar de las y los estudiantes, tanto a los 10 como a los 15 años, así como en todas las ciudades donde se realizó el estudio.
Surge entonces la interrogante sobre cómo pueden las escuelas promover el optimismo, entendido como una competencia socioemocional que puede aprenderse.
Aunque existen diversas conceptualizaciones del optimismo a nivel académico, hay bastante consenso en aceptar que se trata de una disposición a esperar lo mejor de los eventos futuros. Esa actitud puede estar relacionada a las experiencias vividas (más éxitos que fracasos), al sentido de competencia o autoeficacia (creencia en las propias capacidades para enfrentar los eventos adversos) y a las explicaciones que nos damos de los eventos pasados. En estos tres niveles las escuelas pueden ser contextos especialmente valiosos para forjar el optimismo de sus estudiantes.
En relación a las experiencias que viven los estudiantes en la escuela, se debe poner atención a cómo se estructuran los desafíos que enfrentan niños, niñas y adolescentes. Si se quiere poner foco en el desarrollo del optimismo las escuelas deben procurar que cada estudiante tenga más experiencias de éxito que de fracaso. No significa que todos tendrán éxito en todo, el objetivo es diseñar estructuras de desafío que consideren las habilidades individuales, y que existan reales oportunidades de mejora. Muchas veces, se pasa un contenido, se hace una evaluación y se avanza al contenido siguiente. Así, a quienes les va mal en la evaluación, no tienen posibilidad de demostrar un aprendizaje o una mejora. El concepto de desafío óptimo se refiere a un desafío que implica un esfuerzo pero que es realmente alcanzable, con los apoyos adecuados y en un plazo razonable. Esto requiere de mucha creatividad en la planificación de las clases y las evaluaciones, considerando las diferencias individuales de los estudiantes.
El sentido de competencia, que también se relaciona con las experiencias de éxito y fracaso, se puede fortalecer a través de una retroalimentación formativa frecuente, específica y enfocada en las fortalezas de los estudiantes. No sirve el elogio frívolo y desconectado de la realidad, los niños y niñas son demasiado inteligentes para saber cuando un elogio es verdadero. La retroalimentación para mejorar debe darle información necesaria para que aprenda a usar sus capacidades en la solución de problemas y desafíos de clases. Y ese tipo de retroalimentación se sustenta en una total mentalidad de crecimiento de los profesores sobre los estudiantes. Esto es, la creencia férrea de que cada estudiante puede mejorar, en cualquier aspecto que se proponga y la consideración de que el aprendizaje es un proceso continuo y no algo que va a ocurrir instantáneamente.
Por último, en cuanto a las explicaciones de los eventos pasados, son relatos internos que se forjan en la infancia y la adolescencia, en gran medida desde los relatos externos que damos a los estudiantes. Las explicaciones que aumentan el optimismo son aquellas que frente a los eventos adversos, minimizan el alcance de estos y la personificación. Por ejemplo, si tuve un mal resultado en una prueba, una explicación optimista sería: “esta vez me fue mal, porque estuve distraída con otro problema y no alcancé a estudiar suficiente.” En contraste, una explicación pesimista seria: “siempre me va mal, soy pésimo estudiante.”
Es fácil darse cuenta cómo estas lógicas pueden conducir a comportamientos futuros que favorecen a la agencia en el control de los eventos. La explicación optimista deja mucho espacio de control al estudiante para hacerlo mejor la próxima vez. En cambio la explicación pesimista, profundiza una sensación de desesperanza, de incapacidad de controlar el resultado en el futuro.
En este sentido, los adultos pueden contribuir al optimismo eliminando los juicios categóricos y catastrofizantes cuando los estudiantes se equivocan o les va mal, aumentando un lenguaje muy específico y descriptivo para mostrar los errores y lo que se debe corregir, y también las fortalezas y los aciertos.
Según diversos reportes, Chile no tiene los mejores indicadores de salud mental, y las consecuencias de la pandemia podrían agravar este problema. El bienestar psicológico de nuestros NNA es algo demasiado importante y debiera ser un foco prioritario de nuestro sistema educativo.
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“La curiosidad mató al gato” Este dicho tan popular parece no tener relación con las investigaciones que están mostrando cómo la curiosidad puede potenciar el aprendizaje en la escuela y a lo largo de toda la vida.
De acuerdo al primer reporte de resultados dela Encuesta de Competencias Socioemocionales de la OCDE (SSES, en inglés), la curiosidad es la competencia que más se relaciona con el buen desempeño académico de los estudiantes, un hallazgo generalizado en estudiantes de 10 y 15 años, en todas las ciudades donde se aplicó la encuesta e independiente del nivel socioeconómico. Además la curiosidad se relaciona también con las expectativas de educación terciaria. Es decir, los estudiantes con mayor curiosidad tenían expectativas más altas sobre la continuidad de estudios. Si bien estos resultados no demuestran causalidad sino correlaciones, invitan a una profunda reflexión sobre cuánto están las escuelas enfocadas en promover la curiosidad, el amor por el aprendizaje, la apertura a nuevas experiencias, el hacer preguntas y explorar, como parte importante de sus currículums o estrategias pedagógicas.
Esto no parece ser lo usual en las escuelas y en general los sistemas educativos, no sólo en Chile, se mantienen en un formato clásico que pone al profesor como centro y fuente principal del conocimiento, que entrega respuestas elaboradas y estandarizadas y deja poco espacio para las preguntas divergentes o desafiantes o no invita a nuevos desafíos de aprendizaje a sus estudiantes.
Una niña de segundo básico había estado hablando con su mamá sobre los átomos, y justo al día siguiente la profesora de ciencias hizo una pregunta “¿Qué tiene que ver la naturaleza con la electricidad?”. La pregunta era excelente, sin embargo, la niña en cuestión levantó la mano y empezó a contar todo lo que había aprendido conversando con su mamá. La profesora un poco descolocada, le dijo: “No sea tan específica.” Claramente no era la respuesta esperada y la profesora no supo canalizar la curiosidad natural de su estudiante.
En una clase de octavo básico, sobre pueblos originarios una alumna cuenta que tiene abuelos con ascendencia de un pueblo originario pero que no recuerda el nombre y que no era mapuche.. La profesora le contesta, ¿Será Selknam? La estudiante dice que no sabe. Y la profesora continúa la clase. Otra oportunidad perdida que podría haber capitalizado invitando a la estudiante a investigar más sobre sus antepasados.
La curiosidad es una cualidad relacionada directamente con la motivación autónoma por aprender. La motivación autónoma tiene dos formas, una es la motivación que surge del placer de la actividad, o que se conoce como motivación intrínseca. En este caso el estudiante aprende porque le gusta. La otra forma es la motivación integrada, en cuyo caso el estudiante no necesariamente disfruta mucho con el aprendizaje de tal o cual materia, pero entiende su valor, le hace sentido aprender, y entonces persiste y se esfuerza. En los estudios empíricos de los investigadores de la Teoría de la Autodeterminación (E. Deci y R. Ryan), se ha visto cómo este tipo de motivación logra aprendizajes más significativos que la motivación externa, que se refiere a una motivación para obtener notas o evitar castigos, por ejemplo. Desafortunadamente los sistemas escolares, en general, no promueven la motivación autónoma. Hay bastante evidencia de que los estudiantes muestran una disminución constante año a año de su motivación intrínseca desde que entran al sistema escolar (Harter, 1981; Lepper, Corpus, y Iyengar, 2005, Gillet, Vallerand, y Lafreniere 2012).
Por ejemplo, un estudio mostró que un grupo de estudiantes cuya motivación era obtener una buena nota v/s un grupo de estudiantes motivados autónomamente por la materia, obtenían resultados levemente mejores en una prueba realizada inmediatamente después de haber terminado la unidad. Sin embargo, al aplicar otra prueba sobre la misma materia dos semanas después, el segundo grupo (motivación autónoma) mantenía sus buenas calificaciones, en cambio el primer grupo bajaba sus notas considerablemente, indicando que su aprendizaje había sido completamente superficial y sólo útil para rendir una prueba inmediata. (Grolnick y Ryan, 1987)
Lamentablemente las notas y las pruebas estandarizadas son utilizadas como fuentes de motivación tanto para los estudiantes como para las escuelas, sin embargo poco aportan a la motivación autónoma porque promueven un foco hacia la obtención de un resultado más allá del conocimiento en sí mismo (Klapp, 2015).
Lo que sabemos es que la autonomía es un gran potenciador de la motivación autónoma ( ¿suena evidente no?). La autonomía implica dejar tomar decisiones, conectar a los estudiantes con sus intereses, elevar su voz, considerar su perspectiva cuando se toman decisiones que les afectan y un currículum que esté relacionado con la vida de los estudiantes. Pero es muy difícil que docentes que tienen poca autonomía ellos mismos para realizar su trabajo puedan lograr ambientes de autonomía para sus estudiantes. En nuestra capacitación Ambientes AVC para la Motivación Escolar, desarrollamos estrategias y habilidades específicas para favorecer la autonomía.
Existe un consenso bastante generalizado de que la educación debe cambiar. Quizás los cambios aún no se producen porque no nos hemos puesto de acuerdo como país en una visión clara sobre el tipo de educación que necesitamos ni menos reflexionado en profundidad sobre los cambios que llevarían a alcanzar esa visión. De este tema queremos conversar con las comunidades en nuestro próximo encuentro gratuito, este jueves 7 de octubre a las 9 am, donde entregaremos los principales resultados del estudio sobre competencias socioemocionales de la OCDE y reflexionaremos a partir de ellos cómo mejorar nuestra educación. Inscríbete.
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La motivación escolar será un tema crucial en los próximos meses o años. En realidad siempre lo ha sido, pero hoy, enfrentados a los estragos de la pandemia en el aprendizaje, cobra especial relevancia.
Existe una visión de la motivación como un constructo unitario que varía en términos de cantidad. Así se habla de personas más o menos motivadas. Sin embargo, está surgiendo con cada vez mayor fuerza, una visión distinta, que plantea que las personas tenemos diferentes tipos de motivación, y que cada tipo de motivación está asociada con diferentes resultados de desempeño y de bienestar. Es lo que los investigadores de la Teoría de la Autodeterminación*, han ido revelando a través de sus estudios e investigaciones.
En cada sala de clases conviven estudiantes muy diversos, no sólo en términos de gustos y personalidades, sino también en tipos motivacionales. Comprender estos tipos motivacionales puede ayudar a los docentes a brindar a cada estudiante el apoyo que necesita para encender una motivación autónoma por su aprendizaje.
Desde esta perspectiva de los diversos tipos de motivación, la principal distinción es entre una motivación autónoma y una motivación heterónoma o externa. La motivación autónoma es aquella motivación por la cual un comportamiento se realiza por placer o porque tiene un sentido para quien lo realiza. Así, los estudiantes que leen un libro con gusto, o que ponen atención en clases porque entienden la importancia de la educación para su vida, o los que se portan bien en clases porque estiman a sus profesores, entre otras razones posibles, diríamos que tienen una motivación autónoma. Su percepción interna es que están realizando comportamientos con un alto grado de volición, sentido de pertenencia o dominio. En contraste una motivación externa o heterónoma, existe cuando la persona realiza un comportamiento no porque quiere o porque le hace sentido, sino porque va a obtener algo externo (una recompensa o evitar un castigo, aplausos, evitar la culpa o la vergüenza, etc.). Se habla entonces de que hay un factor ajeno al comportamiento en sí que presiona a la persona a actuar de una manera determinada. Esa presión puede ser un factor fuera de la persona, como una recompensa o castigo, o un factor más interno, como el miedo a la comparación social, el perfeccionismo, etc.
Es fácil comprender por qué la motivación autónoma se relaciona con buenos desempeños y bienestar y cómo la motivación heterónoma, aún cuando podría relacionarse con buenos desempeños, no se relaciona con bienestar. Muy por el contrario, la motivación externa tiene más correlación con la ansiedad, el aprendizaje superfluo, e indicadores de malestar emocional en estudiantes.
María Egixín, podría parecer una estudiante ideal porque siempre está muy al día con sus trabajos y pone atención en clases. Sin embargo es extremadamente competitiva, y cuando tiene una nota bajo 6,5 muestra niveles de ansiedad preocupantes. María es hija única y su madre siempre le ha exigido buenas notas y tener un título universitario. Ella piensa que si no logra entrar a la universidad de Chile o a la Católica, no tendrá éxito en la vida.
Manuel Apasionado, es también un muy buen estudiante. Muestra altos niveles de autonomía en la organización de su trabajo escolar, participa en clases, se ve involucrado. Su principal pasión es la ciencia, pero trabaja muy bien en otras materias más humanistas, porque piensa que su educación es importante. En su casa, sus padres se interesan por lo que aprende, y conversan mucho sobre su futuro explorando diversas opciones a través de las cuales podría encauzar su amor por la ciencia. Manuel se siente seguro respecto de su futuro, aún cuando todavía no tiene claro qué va a estudiar.
Dentro de las investigaciones de la Teoría de la Autodeterminación, el tipo motivacional que muestra peores resultados en términos de desempeño y de bienestar, es la amotivación. Se refiere a la ausencia de motivación para actuar, algo que se ha visto en los estudiantes que han estado desconectados de la escuela a distancia, o que se observa incluso en estudiantes presentes físicamente pero ausentes de todas maneras. La amotivación puede producirse por rebeldía en algunos casos, cuando los comportamientos que se le piden al estudiante para él o ella no tienen ningún sentido, o cuando existe una sensación de incompetencia, es decir los estudiantes piensan que no importa lo que hagan nunca van a lograr lo esperado porque no tienen las competencias necesarias.
Alejandra Niahí es una estudiante que ha estado muy desconectada de su aprendizaje durante la pandemia. Entra poco a clases y cuando lo hace, generalmente su cámara está apagada. Si le haces una pregunta, probablemente no contestará. Alejandra, durante este tiempo se ha dedicado a ayudar a sus padres con su puesto en la feria, y se ha convencido de que para ella es mejor dedicarse al trabajo que al estudio.
Andres Voicotea, tampoco ha estado muy presente en las clases online, no entrega trabajos y siempre inventa excusas insólitas para explicar por qué no está cumpliendo. Andrés, sufre de déficit atencional y piensa que no tiene capacidades para el estudio. Sus dificultades para organizarse y retener información confirman este autodiagnóstico.
¿Cómo ayudar a niños, niñas y adolescentes a desarrollar una motivación autónoma por su aprendizaje?
Lo que se ha observado es que hay ciertos ambientes que promueven más un tipo de motivación autónoma, y se caracterizan por poner como prioridad la satisfacción de 3 necesidades psicológicas básicas:
En Fundación ama+ llamamos a los ambientes de aprendizaje para la motivación, ambientes AVC, haciendo alusión a estas tres necesidades psicológicas básicas que cada estudiante tiene y que necesita alimentar para lograr aprendizajes significativos y un alto grado de bienestar. Hay varias estrategias para atender a estas necesidades. Destacamos el tomar la perspectiva de los estudiantes, ofrecer alternativas para ejercer la capacidad de tomar decisiones y tener estructuras claras que permitan tener éxito en los desafíos y que tengan sentido y una racionalidad comprensible para los estudiantes.
Nuestra capacitación Ambientes AVC para la motivación y el óptimo desarrollo, está enfocada en el desarrollo y la práctica de habilidades de los docentes para instalar ambientes que favorezcan la motivación autónoma. Puedes revisar más detalles de esta capacitación acá.
* Edward Deci y Richard Ryan, son los principales autores de la Teoría de la Autodeterminación. Richard Ryan es profesor del Instituto de Psicología Positiva y Educación en la Universidad Católica de Australia. Edward Deci es profesor de Psicología en la Universidad de Rochester. www.selfdeterminationtheory.org
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La otra cara del bullying
El 2 de mayo se conmemora el Día Mundial Contra el Acoso Escolar, una situación que afecta a millones de estudiantes en todo el mundo y de manera progresiva a los alumnos chilenos. Además de aquellos que lamentablemente han sido víctimas de bullying, el origen del problema se encuentra en los menores que se convierten en los protagonistas de la agresión, ya sea física, psicológica o virtual. Por ello, la psicóloga infanto juvenil de Centros Médicos Vidaintegra, Karen Cristi, explica cuáles son las señales que caracterizan estas conductas y entrega recomendaciones para frenarlas.
La Superintendencia de Educación entregó cifras preocupantes: entre 5to y 3ro básico se produce el 43% de las denuncias por maltrato ocurrido en la sala de clases y el 35,8% de estos ataques se registra dentro del aula. Además, los datos publicados revelaron que los hombres son víctimas del 60% del bullying físico, mientras que el 70% de las agresiones psicológicas afectan a las mujeres.
Según la psicóloga infanto juvenil de Centros Médicos Vidaintegra, Karen Cristi, las situaciones agresivas tienden a empezar desde los 8 años y manifestarse con mayor claridad a los 10 años, cuando los niños se dan cuenta del liderazgo que pueden ejercer y se empiezan a generar grupos, ya sea de forma positiva o negativa. “La detección temprana y resolución oportuna del conflicto serán decisivas para la continuidad de un ambiente favorable para el aprendizaje y el desarrollo”, explica la especialista.
Características del agresor
Para reconocer si el menor se está transformado en el “agresor” del curso, es esencial observar primero su comportamiento en casa.“Distinguir si están manifestando un carácter agresivo, con alguna conducta impulsiva hacia sus hermanos o reflejando escasos sentimientos de culpabilidad e indiferencia frente al dolor ajeno”,afirma la psicóloga.
Los patrones de crianza en ocasiones avalan el maltrato, ya que los adultos inculcan que el éxito se debe lograr sin considerar si alguien resulta herido en el proceso. “Los padres en ocasiones y sin darse cuenta, prefieren un hijo que agreda, en vez de uno que no se sepa defender”, destaca la profesional.Algunos delos indicios de este comportamiento son:
- Familias donde los límites de comportamiento están poco definidos.
- Menores que imitan conductas o actitudes.
- Escaso reconocimiento de sus emociones.
- Falta de empatía.
- Percibe respeto de sus pares lo que lo lleva a mantener su conducta.
- Resuelve los conflictos de manera agresiva.
La familia y la comunidad escolar juegan un rol fundamental en la vida del niño que está adoptando conductas agresivas o de maltrato. “Debemos privilegiar el diálogo continuo, la comunicación abierta y directa, sin juicios, y prevenir o detener situaciones de hostigamiento”,especifica Karen Cristi.
También es importante enseñar desde pequeños la sana resolución de conflictos, favorecer la empatía, y brindar un ambiente familiar estable, ya que los hijos son el reflejo de las actitudes y conductas de los padres. “Además, un contexto positivo en la comunidad escolar, es primordial para una educación de calidad y para un sano crecimiento”, agrega Karen Cristi.
Las víctimas del bullying
En casos de maltratos entre alumnos también existen los observadores, aquellos niños que se trasforman en participantes pasivos de agresiones ya sean física, psicológica o virtual, ya que temen convertirse en las víctimas. Como explica la psicóloga, los menores que sufren de bullying tienen las siguientes características:
- Familias que tienden a la sobre protección y a veces a infantilizar sus conductas, dando poco espacio a la comunicación.
- Menores con baja socialización.
- No reaccionan ante la agresión por vergüenza o porque lo perciben como una situación más, es decir se conforman y no ven la vulneración de sus derechos.
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En esta oportunidad les quiero contar acerca de un técnica de estudio tan famosa como efectiva…
Cuando nos disponemos a estudiar y debemos averiguar, planificar, leer y comprender es fundamental poder hacerlo de manera eficiente y de ese modo no perder el tiempo ni las energías y sentirnos motivados con todos los conocimientos nuevos que vamos incorporando. Para eso existen variedad de técnicas y estrategias que nos ayudan a entender mientras leemos, una de esas estrategias es interactuar constantemente con el texto de estudio ya sea tomando notas, realizando autopreguntas o subrayando. Se puede subrayar con destacadores lo que lo hace aún más atractivo, no obstante no es una tarea fácil, como todo para lograr las metas, se necesitará de práctica y estudio constante y gradual.
A continuación algunos usos del código de colores:
-Utilizar un color para cada asignatura
-Utilizar un color para cada tipo de información relevante
-Utilizar un color para cada tarea o deber escolar
-Utilizar un color para cada etapa del estudio
Breve explicación para cada uso:
Utilizar un color para cada asignatura la que tendrá un color a lo largo de toda la etapa escolar, propongo:
–verde para Ciencias
–naranjo para Historia
–fucsia para Matemáticas
–amarillo para Lenguaje
–calipso para Tecnología
Utilizar un color para cada tipo de información relevante
Se refiere a que iremos destacando para cada asignatura un tipo de idea principal que debemos ser capaces de reconocer. A groso modo les puedo compartir que en Ciencias la información más importante serán conceptos y sistemas. En Historia la mayor parte de las veces serán fechas, lugares y personas. En matemáticas serán procesos y esquemas. En lenguaje serán hechos y consecuencias de estos hechos. y en el caso de tecnología serán más bien proyectos y sus etapas. Cada uno de los anteriores debemos subrayar con el color asignado (mencionados anteriormente) para poder elaborar con esas ideas destacadas un posterior esquema o resumen.
Utilizar un color para cada tarea o deber escolar
Para este uso sugiero en el calendario de actividades escolares (o planificador) destacar cada actividad con un color diferente, por lo que quedaría: control de lecturas amarillo, pruebas fucsia, quiz o control acumulativo verde, dictado naranjo y proyectos grupal o presentaciones verde y tareas con celeste. De este modo cada vez que se mira el calendario (diariamente ojalá!!) se entenderá con solo mirarlo cómo viene la semana y el mes…
Utilizar un color para cada etapa del estudio
Se refiere a ir cambiando de color para subrayar en la medida que se va avanzando en el estudio. Para la primera lectura, que es más superficial, se destacará con verde; luego en la segunda que ya es más comprensiva se destacará con fucsia, luego en la tercera donde ya se entiende más se destacará con celeste, y así sucesivamente hasta llegar a lo medular con lo cual se podrá elaborar un esquema o resumen.
Claudia Pastene Gorigoitía
Mamá de tres hijos.
Psicopedagoga, Profesora Básica y Terapeuta Floral
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Al iniciarse el año escolar muchos padres, niños y adolescentes sienten preocupación porque significa volver a estar expuestos al maltrato y acoso escolar.
Es natural esta preocupación dadas las altas cifras de violencia escolar en Chile, tanto en los índices de percepción como en los índices de reporte de víctimas y victimarios. Según un estudio de los Ministerios del Interior y Educación, en alumnos de séptimo a cuarto medio un 44,7% declara haber sido víctima de algún tipo de violencia en el colegio. La violencia psicológica es la más común (42,6%) seguida por las agresiones físicas (29,7%). (http://www.seguridadpublica.gov.cl)
Existen algunas confusiones, mitos e ideas equivocadas en torno al bullying o acoso escolar.
En primer lugar, aclarar que los conflictos, peleas o discusiones, así como las bromas o juegos pesados, no son bullying. En el caso de los conflictos, sin minimizarlos, son oportunidades para enseñar habilidades de resolución de conflictos, y por lo tanto prevenir escaladas de maltrato que pueden llegar a constituirse como acoso escolar. Respecto de las bromas y juegos que podrían dañar o herir a alguien, como adultos tenemos que averiguar qué sienten cada uno de los involucrados para poner límites o frenar una conducta.
El bullying es el maltrato reiterado de una persona que está en una situación de superioridad sobre otra, que no tiene la capacidad de defenderse. Esto es evidente en ciertas situaciones tales, como cuando un alumno mayor acosa a uno más chico, cuando se agrede a un alumno nuevo o cuando existe una evidente diferencia en la capacidad física. Pero hay desequilibrios de poder que no son tan evidentes, y por eso los adultos tenemos que estar atentos a las dinámicas de curso o de grupo.
Segundo, está la creencia generalizada de que tanto víctimas como victimarios son “niños con problemas”, que vienen de familias disfuncionales, que han sido víctimas de abuso en otras ocasiones o que tienen muy baja autoestima. Si bien se ha visto una correlación con estos factores, las cifras demuestran que cualquier niño puede convertirse en agresor o víctima bajo ciertas circunstancias. Muchas veces se pasan por alto situaciones de abuso porque no es creíble que tales o cuales niños sean capaces de acciones de maltrato, ya sea porque en sus casas se portan adecuadamente y de forma pacífica, o porque son considerados muy buenos alumnos, por su liderazgo, notas, etc.
Tercero, el mito que cuestiona el título de esta columna: el bullying ha existido y existirá siempre. Este creencia es probablemente la más perniciosa para prevenir el maltrato y promover la bondad, puesto que subyacen dos ideas: que las víctimas deben aprender a defenderse mejor y que lo que hacen los victimarios no es tan terrible en realidad. Muchas veces escuchamos adultos con frases como “así son los hombres”, “son típicas cosas de las niñitas”, “no hagas caso”, “si te pegan pega”, etc. Corolario de este mito que queremos desterrar. El bulliying puede tener consecuencias muy profundas en víctimas y agresores, y no sólo en ellos, también en los observadores pasivos. Está estudiada la correlación que existe entre rendimiento académico y clima escolar, porque sin duda el aprendizaje es puesto en jaque cuando los alumnos sienten temor, por la posibilidad de convertirse en víctima, o angustia, por verse obligados a consentir en acciones que van contra su conciencia.
Que haya existido siempre, no significa que no podamos cambiar. De hecho, los seres humanos hemos ido superando muchísimas situaciones de violencia y abusos de larga data, tales como la esclavitud, las desigualdades que afectaban a las mujeres, la discriminación a discapacitados, etc. Pero que sea posible no significa que sea fácil.
Es muy alentador que en nuestro país ya exista una ley de violencia escolar que exige a los colegios, públicos y privados:
1. Tener un encargado de Conviviencia Escolar
2. Tener reglamento interno que regule las relaciones entre los distintos actores, con medidas preventivas y pedagógicas
3. Crear protocolos de actuación ante situaciones concretas de maltrato o bullying.
4. Definir qué acciones constituyen faltas a la buena convivencia, graduándolas según su gravedad.
5. Que esto sea conocido por toda la comunidad.
Pero esta ley nunca será suficiente si no hay una educación (a niños y adultos) en habilidades socioemocionales muy específicas, orientadas al fomento de la compasión, la asertividad y el aprecio, no sólo en los colegios, sino especialmente en nuestras familias. Aún cuando nuestros hijos no estén involucrados directamente en situaciones de maltrato y acoso escolar, ellos sí pueden hacer la diferencia si se atreven a defender a un compañero, o a pedir ayuda sin temor a las represalias y a generar un ambiente que no sólo condene la violencia sino que promueva un estilo de relacionarnos más sano y positivo.
Como padres cumplimos un rol modelador de este tipo de habilidades, que es casi insustituible, lo que nos presenta el desafío de evaluar cómo vivimos nosotros el buen trato en los diferentes ámbitos y relaciones interpersonales. Algunas habilidades fundamentales que debemos desarrollar son: la capacidad de reconocer emociones en mí y en otros, saber escuchar activamente, hablar desde el yo, reconocer conductas de buen trato y mal trato, saber pedir ayuda, entre otras.
Algunos consejos para empezar a cambiar una cultura, desde la familia hacia el colegio:
1. Hablar de los eventos del día desde los sentimientos. No quedarse en el “¿qué hiciste?”, “¿con quién jugaste?” O “¿Qué traes de tarea?”. Preguntar “¿cómo te sentiste?”, “¿qué te entusiasmó?”, “¿hay algo que te preocupe?”, etc.
2. Escuchar sus ideas, opiniones y sentimientos sobre el maltrato en su colegio o en la casa. Sin escandalizarse, pero tampoco minimizando.
3. Cuando hayan discusiones o peleas en la casa, tratar de intervenir para enseñar a resolver, no para parar la discusión ni para evitar el conflicto. Pedir más calma, respirar, establecer turnos para hablar y para escuchar, hacer lluvia de ideas, etc.
3. Ser muy claro en poner límite a acciones evidentemente de maltrato. No podemos aceptar golpes, insultos, sobrenombres hirientes, etc. El hecho de que seamos familia no nos da derecho a tratarnos mal.
4. Tener una mente abierta para aceptar la posibilidad de que un hijo puede ser víctima o agresor en algún momento, y eso no significa que hayas hecho algo mal. Podemos intervenir muy a tiempo, haciendo ver los daños o el dolor que provocan ciertas acciones.
Prevenir el bullying si es posible, e incluso es insuficiente, porque lo que queremos es crear comunidades de colaboración, respetuosas donde todos se sientan valiosos.
AMA ofrece un completo programa de desarrollo de habilidades socioemocionales para la promoción del buen trato a los colegios. Conéctate por el Buen Trato trabaja con alumnos, profesores, directivos y padres, desde pre kinder a cuarto medio. Abarcando a todos los estamentos podemos alinear a la comunidad y producir cambios desde las familias.
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9 consejos para enfrentar la vuelta a clases
Estudiar, levantarse temprano, hacer tareas y usar uniforme. Para algunos niños y adolescentes, el término de las vacaciones representa un proceso difícil que en ocasiones puede generar rechazo y angustia en el escolar. A días de empezar las clases, la psicóloga de Centros Médicos Vidaintegra, Paulina Pérez, se refiere a los factores de riesgo que pueden derivar en estas conductas y entrega recomendaciones para cambiar la actitud del menor frente al colegio.
Es normal que un niño no quiera volver al colegio después de tres meses de vacaciones y descanso, en especial considerando que cada año se suman responsabilidades mientras avanzan de curso y se desarrollan como adolescentes. No obstante, en algunos casos el rechazo que genera el ingreso a clases empieza a producir angustia en el menor, lo cual puede comprometer su desarrollo social, desempeño académico e incluso su salud mental.
Para cambiar la percepción negativa del colegio que tienen algunos estudiantes y amenizar la entrada a clases, la psicóloga de Centros Médicos Vidaintegra, Paulina Pérez, recomienda identificar la causa que desmotiva al escolar e integrarse como padres en el proceso educativo. “La actitud de los papás es lo primero que hay que observar. Si ellos son muy autoritarios, se quejan constantemente y no participan de sus actividades, podrían favorecer que el niño o adolescente adquiera la misma actitud”, señala la especialista.
Cómo disfrutar del colegio
Hay que tener en cuenta que el colegio es una parte esencial de la vida de los escolares, ya que pasan la mayor parte de su día en esta labor, mientras están en pleno desarrollo emocional, cognitivo, intelectual, motor y social. “Para que disfruten de este proceso, es importante que sepan que a pesar de que se terminaron las vacaciones, no perderán sus espacios de descanso y recreación” afirma la psicóloga.
Para lograr una imagen positiva del colegio, Paulina entrega las siguientes recomendaciones:
- Prestar atención a la causa que perturba su motivación y ayudarlo tanto a nivel de los padres como de los profesores.
- Reforzar los logros y la autoestima del adolescente.
- Buscar un colegio considerando sus habilidades, gustos y tradiciones familiares.
- Realizar las tareas en casa de forma divertida, aprovechando de compartir y comentar anécdotas reales para que vayan visualizando lo interesante de ciertas materias.
- No exigir perfección en el rendimiento académico y considerar que algunosramos no son de su preferencia.
- Conversar sobre las actividades que realizan durante el recreo para saber si son de su gusto o no.
- Invitar a sus compañeros a la casa para mejorar el vínculo con ellos.
- No dejar que las tareas en casa consuman toda la tarde, se deben considerar momentos de descanso, recreación y juego.
- Tomar un buen desayuno y priorizar colaciones saludables para favorecer su energía y concentración.
Cuando las conductas de rechazo ante el colegio se trasforman en pataletas, “es importante como padres mantener la calma, no obedecer al menor durante el episodio, esperar que se calme, luego escucharlo y llegar a un acuerdo con aquello que deseaba y agradecerle que ya no esté haciendo pataleta”, aclara la especialista.
Señales de alerta
En algunos casos, el menor puede estar pasando un mal momento en el colegio sin comunicar la situación a los padres. Así, el rechazo es más profundo pero no necesariamente evidente. Para identificar una situación como ésta, se debe poner atención a cualquier cambio en el niño desde el inicio de clases. “Algunos síntomas son el bajo rendimiento escolar, irritabilidad, desconcentración, aislamiento, no desea hablar del colegio, baja autoestima, angustia en las horas previas y posterior a la jornada escolar”, dice la psicóloga.
De hecho, alrededor de los 12 años el adolescente tiende a desmotivarse y puede estar más cansado y rechazar algunas asignaturas que no son de su agrado. “Acá es importante buscar estimulación ya sea en lo social, pulir sus habilidades, premiarlos con algún taller que ellos deseen, felicitarlos ante cada logro, apoyarlos, identificar sus metas, dejarlos descansar en las tardes o fines de semana, no darles mucha tarea en casa, entre otros”, explica la especialista.
¿Cambio de colegio?
El cambio de colegio debe ser una decisión pensada en familia y también con la opinión del escolar. Si hay un problema dentro de la institución y se agotaron los intentos de solución sin lograr resultados favorables, es tiempo de un cambio.
Es importante que haya coherencia entre el colegio y los hábitos de vida familiares para que el escolar se identifique mejor con su escuela. “Por ejemplo, no colocar a un niño de una familia no exigente en un colegio muy exigente, o si le gusta el deporte, privilegiar un colegio que fomente esa área”, asegura la psicóloga.
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