Nadie da vueltas a los problemas porque considere que es una forma tóxica de pensar, al contrario, parece la forma más natural del mundo de buscar una solución.
Las personas creemos, por regla general, que si nos preocupamos lo suficiente por nuestra infelicidad, acabaremos encontrando una solución. Sólo se necesita un esfuerzo, pensar un poco cada día en ello… No obstante, investigaciones demuestran lo contrario: dar vueltas a las cosas una y otra vez, reduce nuestra capacidad de resolver problemas y es inútil para enfrentarse a las posibles dificultades emocionales. Así pues podemos afirmar que dar muchas vueltas a las cosas es el problema, no la solución.
Nuestro modo mental “hacer” puede resultar útil para analizar problemas, lo que ocurre es que abusamos de este modo mental y nos olvidamos que existen otras alternativas, otros modos de pensar, otras maneras de “ser”. La mente no sólo piensa, además puede ser consciente de que está pensando. Párate un momento e intenta experimentar esta forma de metapensamiento: observa qué tipo de pensamientos están pasando ahora mismo por tu mente, como si te sentaras a ver pasar la nubes del cielo, obsérvalos como hechos mentales, no como hecho reales; obsérvalos como hechos diferentes a ti, no eres tus pensamientos… ¿Qué tal?
Esta es la forma de experimentar el mundo directamente. El metapensamiento es más grande que pensamiento. Tu mente deja de estar nublada con tus pensamientos, sentimientos, emociones…. El ahora se convierte en un punto estratégico desde donde puedes tomar decisiones y observar, simplemente observar. Ésta es la conciencia pura. La que te permite salir de tu monólogo interior, negativo, de tus reacciones y emociones que habías experimentado hasta ahora. Te permite observar el mundo que te rodea, otra vez, pero esta vez con los ojos bien abiertos. Cuando consigues este estado de conciencia pura, una sensación de asombro y satisfacción te embarga y empieza a ser habitual en tu vida.
Como vamos comprobando, el Mindfulness nos ayuda a abrirnos a un mundo más amplio y más lleno de posibilidades, incluso nos puede llevar a descubrir caminos inesperados en este nuevo viaje. Vivirás una experiencia más plena si en las prácticas te muestras abierto a los cambios de escenario y vas revisando tus intenciones a medida que vas avanzando. Recuerda dejar de juzgarte y analizar los resultados constantemente, simplemente relájate y observa.
Resumiendo, y como indica Jon Kabat-Zinn, “Mindfulness significa prestar atención de una manera concreta: intencionadamente, en el momento presente y sin juicios”. Siempre prestamos atención a alguna cosa, pero a menudo no es aquello a lo que escogemos, sino que nuestra mente salta de una cosa a otra, incesablemente. Con la práctica, aprenderás a prestar atención:
- Intencionadamente. Entrenándote para concentrarte en el objeto que selecciones; como los dedos de un pie o como la respiración entrando y saliendo de tu cuerpo.
- En el momento presente. Preparándote para dejar de pensar en el pasado o en futuro, y centrándote en la realidad de este preciso momento.
- Sin juicios. Siendo amable contigo mismo mientras vuelves a concentrarte, tantas veces como sea necesario, desarrollando nuestra amabilidad y buen humor. Si juzgar si la experiencia que estamos teniendo es “buena o es “mala”, si no siendo tolerantes y aceptando las cosas tal y como vienen.
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Redacción Irene Morales
Psicóloga y Coach Espiritual
www.IrenePsicoBio.com
Extraido de www.institutodraco.com
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¿Qué necesito para cuidarme?
Si algo he aprendido de esta pandemia, es que la energía no es infinita y que hay que invertirla de la mejor manera. También aprendí que la vida es hoy, que el ayer ya fue y que del mañana solo sabemos que no tenemos idea de cómo ni que será.
Enfocarse en el hoy y en lo que necesitamos para estar bien nos ayuda a planificar menos y disfrutar más, a canalizar nuestras energías para cuidarnos y cuidar a los que nos rodean.
Durante esta pandemia aprendí cuestionarme cada mañana que necesitaba para estar bien. Y a no conformarme solo con encontrar la respuesta, sino que buscar y descubrir el tiempo para HACERLO.
¿Cuántas veces nos hacemos ésta pregunta? Y si nos respondemos ¿Cuántas veces realmente nos damos el tiempo de hacer eso que nos hace bien?.
Tendemos a postergarnos en pos de otros. No decimos, no hacemos, no pedimos ayuda o no respiramos; por cuidar, amar y hacer respirar a otros. Lo que aún no logramos captar es que cuidándonos a nosotros mismos estamos cuidando al otro. Que si no nos damos el tiempo para querernos, regalonearnos y ser compasivos con nosotros mismos, tampoco lograremos hacerlo con el otro…..aunque creamos que lo estamos haciendo.
Si no me detengo en mi, tampoco puedo detenerme en el otro. Si no me cuido a mi, no podré siquiera ser capaz de identificar que necesita el otro. Si no conecto conmigo, no podré conectar tampoco con los que me rodean.
La vida pasa rápido y muchas veces perdemos el foco de lo esencial: cuidarnos para poder cuidar, amarnos para poder amar, ser autocompasivos para poder comprender, pedir ayuda para poder dar y recibir esa misma ayuda.
La vida es movimiento, y cómo me relaciono conmigo, es cómo me relaciono con el mundo que me rodea. Si no me detengo en mi…..el mundo sigue girando muchas veces sin sentido….y entonces me impide también detenerme en ti.
¿Qué necesito hoy para estar bien? ¿Cuándo me daré el minuto para hacerlo? Cuida y conecta con el otro, cuidándote y conectando contigo primero…..quizás así sea más sencillo detenerse en el HOY.
María José Lacámara – Conoce más AQUI
joselacamara@gmail.com
Instagram: @joselacamarapsicologa
Los invitamos a conocer nuevo libro de María José Lacámara
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Cuando nació mi primer hijo mi marido, que ya tenía varios años de papá, me dijo que cuando empezó a leer sobre crianza lo primero que tuvo que hacer fue trabajar en algunos asuntos pendientes con sus propios padres. Nada más real y acertado. No es posible entablar una relación saludable con nuestros hijos si arrastramos rencores con nuestros padres, porque tarde o temprano estas emociones negativas llegarán a ellos de una u otra manera o les afectará en la relación con sus abuelos inculcándoles prejuicios inconscientemente.
Muchas familias que se acercan a consultarme me cuentan que ponen distancia con sus progenitores cuando los hijos empiezan a crecer, porque se sienten monitorizados, sienten que se les critica su estilo de crianza continuamente o no quieren repetir ciclos tóxicos. Muchas veces experimentamos un pequeño (o gran) resentimiento porque tal vez nuestros padres nos criaron de una forma en la que nunca criaríamos a nuestros hijos y como todo el mundo, con sus aciertos y errores, aunque el problema es la tendencia a enfocarnos en los errores.
Pero, ¿Podemos realmente culparlos? Te invito a reflexionar. Nuestros hijos se están criando en un mundo muy distinto al de nuestra infancia y para nuestros padres esto también fue así. Creo que ellos utilizaban las herramientas que tenían a mano. La información no era tan accesible como ahora, no se obtenía con un “click” implicaba más tiempo y mucha logística. También creo que ellos seguían paradigmas sociales y seculares de la época los cuales no eran tan debatidos como ahora. Por otra parte se transformaron en padres en promedio 10 años más jóvenes que la mayoría de nosotros, eran adolescentes. No quiero imaginar haber tenido un hijo a los 18 años, momento en el cual batallaba con un trastorno de la conducta alimentaria y no estaba, emocionalmente hablando, en mi mejor momento ni con una pareja con la cual hubiera sido fácil o hubiera querido criar hijos. Ellos hicieron lo que pudieron y como pudieron, al igual que nosotros.
Te invito a pensar en cómo fue o puede haber sido la infancia de tus padres. A mi madre, por ejemplo, no la dejaron tomar clases de ballet las cuales ella amaba y la obligaron a tomar piano, ¿Puedo culparla por querer que yo sea bailarina. ¿Puedo realmente culpar a mi papá por no haber sido muy demostrativo cuando a él lo mandaron a estudiar a un internado a los diez años y sólo veía a sus padres los fines de semana y debía tratarlos de “usted”? Cortemos ciclos, seamos valientes.
Pero arrastramos rencores, arrastramos arrepentimientos y dolor, quizás porque faltaron palabras por parte de ellos, quizás porque los tabúes de la época evitaron charlas que nos hubieran ahorrado problemas, quizás porque faltaron abrazos para no hacernos “blanditos” o porque sobraron críticas, retos o palabras crueles para “hacernos fuertes”. No queremos que les pase lo mismo con nuestros hijos, pero así como nosotros no somos los mismos que hace diez o veinte años, ellos tampoco. Aun así algunos aspectos negativos con los que fuimos criados están grabados en nosotros por lo que debemos ser conscientes permanentemente y tenerlos en cuenta para cortar el ciclo, por ejemplo, venir de una familia en la que se gritaba mucho por costumbre o idiosincrasia.
Tenemos que trabajar en los resentimientos y empezar por aceptar a nuestros padres como son, abandonando la idea de cambiarlos a ellos o sus opiniones. En el momento que los aceptamos y dejamos atrás esa guerra de egos todo fluye con más facilidad.
Un fin de semana con más dulces que los habituales, comer con la boca cerrada o tener que pedir permiso para hacer esto o aquello son detalles que NO modificarán la vida de nuestros hijos, quienes pasan muchísimo más tiempo con nosotros, pero crecer con abuelos presentes es una bendición y es también el regalo más grande que podemos hacerles a nuestros hijos. Elige tus batallas.
Como siempre les digo, las palabras mágicas son Perdón y Gracias. Perdonarlos, agradecerles y pedirles perdón a nuestros padres porque nosotros tampoco nacimos perfectos ni teníamos las herramientas que tenemos ahora. Esas acciones son la clave para sanar las heridas con nuestros progenitores y disfrutar su compañía, en esta nueva estampa y desde otro lugar.
Por supuesto que en familia con negligencia extrema o abusos es muchísimo más complicado perdonar, en esos casos yo recomiendo psicoanálisis, meditación y lectura (puedo recomendarte libros)
No podemos cambiar el pasado pero podemos cambiar el presente.
Ana Acosta Rodriguez, Mama Minimalista
Facebook: @mamaminimalista
Fuente: mamaminimalista.net
Disponible: Europa y USA: https://bookgoodies.com/a/B07ZM8WMXN
LATAM: https://www.editorialbrujas.com.ar/Inicio/Libro/1518
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Hoy una vez más la vida nos enseña de paradojas. En un mundo cada vez más individualista y competitivo, nace la necesidad obligada de conectarse con lo esencial. Hoy es el Universo, Dios o como quieras llamarle, es el que nos llama a frenar, a detener y a mirar hacia el interior. Y entonces nacen infinitas paradojas:
Cuando pensabas que la tecnología era un monstruo que nos estaba comiendo, te das cuenta que no es ella el monstruo sino nosotros. Dándonos ella misma (a esa que teníamos vetada) la oportunidad única de poder conectar, hacer comunidad y acercarnos con nuestros seres queridos y con el mundo. Hoy es esta herramienta que finalmente aprendimos a usar con un distanciamiento obligado, la que nos regala la posibilidad de compartir, hacer deporte, reírnos y aprender.
Cuando pensabas que el mundo iba más rápido de lo que podías soportar y pedías a gritos una pausa que no existía, el universo nos viene a mostrar que podemos cuidarnos parando, frenando nuestro hacer para enseñarnos a estar con otros…..aislados pero por primera vez conectados desde lo más profundo del corazón.
Cuando pensabas que el tiempo en familia y el hacer estaban equilibrados, vienen nuevamente a mostrarte que lo esencial está en los vínculos, en nuestra familia y que nunca es suficiente…..que el regalo de estar juntos es infinito y que por mucho que intentes equilibrar, te das cuenta de lo importante cuando paras, te conectas y lo vives.
Cuando pensabas que tenías los planes y el futuro bajo control, una vez más la vida y el universo te muestran tus límites, tu vulnerabilidad y tu fragilidad, poniéndote en pausa para que puedas nuevamente tomar perspectiva de que lo único seguro que hoy tienes es el HOY.
Cuando pensabas que te conocías, que meditabas y que tenías tu norte claro, nuevamente esta pausa obligada viene a mostrarte que conectarte con tu interior es indispensable y nunca suficiente. Te enseña una vez más que el ocio es un regalo y que tus necesidades básicas están suplidas, porque tienes un techo y una familia.
Cuando pensabas que tenerte a ti era suficiente para seguir viviendo….una vez más nos muestra la tierra que somos un colectivo y que estamos todos unidos. Que todo lo que yo decida impacta en la vida del otro, así como ese otro impacta en mi vida.
Es extraño y paradójico sentir que en estos días he logrado agradecer y apreciar las cosas simples: despertarme sin apuros, tener tiempo para leer, jugar con mis niños, hacer deporte con mi marido, hablar con mis amigas por videollamada, escuchar el viento, ver películas, escribir, cantar a todo pulmón, reírme de lo paradójico, respirar profundo y agradecer por ese respirar.
Sin duda estamos en una situación desafiante, dura y llena de incertidumbre….y la simple paradoja que me regala la vida hoy es que me siento más acompañada que nunca, que veo más generosidad y comunidad que nunca en las redes sociales, y que me siento útil y ayudando al estar en casa….¿que más se podría pedir? Cuando te das cuenta que tu mejor ayuda al mundo y a la comunidad es quedándote en TU mejor lugar….es simplemente impactante. Y donde además hoy el Universo te da la oportunidad de poder construir y crear un HOGAR lleno de vínculos y conexión en tu casa.
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María José Lacámara – Conoce más AQUI
joselacamara@gmail.com
Instagram: @joselacamarapsicologa
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En un mundo tan repleto de información, tecnología, tareas que cumplir y distracciones, nos está resultando cada vez más complicado poder gestionar nuestra atención, y como consecuencia nuestra mente y nuestra vida. Es como si lo externo nos absorbiera sin que podamos ejercer el control que nos gustaría. Es como una ola continua que nos arrastra y nos produce un estrés incontrolado que a menudo termina desembocando en ansiedad, depresión y angustia.
En el trabajo nos pasamos el día saltando de una tarea a otra, combinando el multi-tasking para ir más rápido aunque está demostrado que no funciona, corriendo de una reunión al ordenador para poder terminar lo que se va acumulando… y cuando llegamos a casa seguimos mirando y contestando los emails que entran después del horario laboral, enganchados en las redes sociales, surfeando Internet captando un montón de información irrelevante, mandando WhatsApps a amigos y grupos… En definitiva, estamos continuamente conectados con la tecnología, focalizados hacia lo externo, estresados sin permitirnos tomarnos pausas y cambiar del piloto automático a ser conscientes de lo que hacemos, para qué lo hacemos, lo que pensamos y lo que sentimos. Es como si fuéramos personajes de nuestra vida corriendo sin dirección pero cada vez más rápido, como los hámsters en la rueda.
El primer paso del cambio siempre está en la consciencia. Y después en aplicar el Mindfulness a la vida diaria–además de llevar a cabo unos minutos de meditación formal (para más información leer mi libro MINDFULNESS)–, ejercitarlo siendo consciente durante los diferentes momentos del día: cuando caminamos por los pasillos de la oficina, cuando comemos, cuando estamos realizando un informe, cuando hablamos con un cliente, cuando estamos con nuestros hijos, cuando conducimos de vuelta a casa, cuando abrimos un libro…
Por último os dejo un sencillo ejercicio de Mindfulness que os puede resultar útil y fácil de aplicar diariamente. Se llama RAIN (siglas en inglés), para no dejarnos arrastrar por los estadios emocionales ni las situaciones difíciles:
R: Reconocer. Reconoce lo que está sucediendo, simplemente percibiéndolo con calma y aceptándolo.
A: Aceptar. Permite que la vida sea tal como es, sin intentar cambiarla de inmediato y sin desear que fuera diferente de alguna manera.
I: Investigar. Observa cómo te sientes, ya sea molesto o alegre, con placer o dolor, solo percíbelo.
N: No-Identificación. Date cuenta de que las sensaciones que sientes son todas efímeras y fugaces, que pronto pasarán. No te identifiques con ellas.
Extraido de www.monicaesgueva.com
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Si todavía no estás practicando Mindfulness regularmente hoy te recordamos algunos beneficios que se obtienen ser consciente de los pensamientos y emociones, lo cual nos permite poder manejar nuestras respuestas ante las circunstancias que la vida nos presenta.
1. Ser consciente de tus pensamientos y emociones promueve el bienestar. El Mindfulness nos facilita la introspección, la apertura, la reflexión y la aceptación de uno mismo. Recientemente en el campo de la psicología, se está comprobando que el desarrollo de la atención plena se correlaciona significativamente con la satisfacción vital y el bienestar general. El Mindfulness por supuesto no es un concepto nuevo; ha existido en el budismo durante más dos mil seiscientos años. Lo que las investigaciones modernas han hecho es comprobar que esta “autoconciencia mejorada” disminuye el estrés y la ansiedad y, a su vez, reduce el riesgo de desarrollar cáncer, enfermedades relacionadas con el estrés, la depresión y fortalece el sistema inmune.
2. Puede mejorar tu memoria de trabajo. La memoria de trabajo es el sistema de memoria que almacena temporalmente la información en nuestro cerebro para su posterior recuperación y procesamiento futuro. Se han realizado muchos estudios que sugieren una fuerte interrelación entre la atención y la memoria de trabajo. Van Vugt y Jha (2011) llevaron a cabo una investigación que involucró llevar a un grupo de participantes a un retiro intensivo de mindfulness de un mes de duración. Estos participantes se compararon con un grupo de control que no recibió entrenamiento de mindfulness. Todos los participantes de ambos grupos primero realizaron una tarea de reconocimiento de memoria antes. La segunda ronda de de reconocimiento de memoria fue realizada por todos los participantes después del retiro. Los tiempos de reacción fueron mucho más rápidos para el grupo que había recibido entrenamiento de mindfulness. Estos resultados sugieren que Mindfulness produce mejoras en la calidad de la atención, particularmente en relación con la calidad de la información y los procesos de decisión, los cuales están directamente relacionados con la memoria de trabajo.
3. Aumenta el nivel de felicidad. Nuestro cerebro está dividido en 2 hemisferios: izquierdo y derecho. Se ha demostrado que nuestro cerebro tiene una gran actividad en el córtex prefrontal derecho (parte frontal del cerebro) cuando estamos deprimidos y ansiosos. Por otro lado, nuestro cerebro tiene una gran actividad en el córtex prefrontal izquierdo cuando estamos contentos y enérgicos. Parece que esta proporción de actividad de izquierda a derecha muestra nuestro nivel de felicidad a nivel cerebral. Investigaciones de Richard Davidson y Jon Kabat-Zinn muestran que solo 8 semanas de práctica de mindfulness diario de 1 hora producen un aumento significativo en la activación del lado izquierdo en el cerebro y este aumento se mantiene incluso después de 4 meses del programa de entrenamiento (Davidson , Kabat-zinn et al., 2003). En resumen, este hallazgo demuestra que la práctica del Mindfulness, incluso a corto plazo aumenta significativamente nuestro nivel de felicidad, medido incluso en términos físicos.
4. Reduce la región de estrés del cerebro. Cada vez que nos estresamos, la amígdala (centro de las emociones en el cerebro límbico) toma el control. La amígdala es una región clave que responde al estrés en nuestro cerebro y desempeña un papel importante en situaciones de ansiedad. Se sabe que la actividad alta de la amígdala se asocia con depresión y trastornos de ansiedad también (Siegle et al., 2002). La buena noticia es que la práctica de Mindfulness en realidad puede reducir el tamaño de la amígdala y aumentar nuestro umbral de reactividad ante el estrés. Investigaciones recientes muestran una conexión entre la práctica de la meditación a largo plazo y una disminución del tamaño de la amígdala (Taren et al., 2013). Los estudios muestran que podemos cambiar la forma en que reaccionamos ante situaciones estresantes y mejorar nuestro bienestar mental y físico. “Hay una conexión entre la práctica del Mindfulness a largo plazo y un tamaño reducido de la amígdala” ¿Cuánto tiempo deberíamos practicar mindfulness? Según Davidson, uno de los neurocientíficos más más relevantes en este campo de investigación, incluso 1.5 horas de práctica de Mindfulness llevan a cambios estructurales en el cerebro.
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“No sé qué quiero” “Nada me motiva” “Hago y hago y nunca estoy satisfecha” “No me alcanza el tiempo para nada”
Frases como estas son recurrentes en mis entrenamientos y consultas. La lista sigue, pero el desafío en común es el mismo: en la vorágine del día a día, somos muy pocas las personas que nos detenemos a reflexionar sin culpa, sobre el valor del tiempo y cómo rediseñar mis acciones para mejorar mi calidad de vida, y la de quienes nos rodean. Ensayemos algunas preguntas: ¿cómo juzgar qué valor le doy al uso de mi tiempo? ¿Siento pasión realmente por algo? ¿Cuántas de las cosas que hago a diario son realmente importantes para mí?
Detente. Deja de leerme. Reflexiona en silencio. Retoma en unos minutos.
¿Estás de vuelta? Sigamos entonces.
Ahora te invito a que tomes un lápiz y papel (o tu computador si eres digital) y responde estas preguntas:
- ¿Qué actividad realizas para “regalonearte”? ¿Con qué frecuencia?
- ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?
- ¿Cuál de todas las actividades que realizas sientes que te acerca a tu auténtico yo?
A esta altura del ejercicio puede que sientas enojo, porque no tienes o haces lo que quieres, también puedes sentirte frustrada, porque no estás logrando lo que te has propuesto, o desanimada, porque no tienes claridad hacia el futuro. También, es cierto, puedes estar entusiasmada, porque has logrado proyectar y estás encaminada en tu visión.
Detente. Nuevamente, deja de leerme. Reflexiona en silencio. Retoma en unos minutos.
¿Sigues aquí? Respira profundo. Inspira. Inspírate. Decide cambiar. Elige.
- ¿A qué actividad o hábito le dirás basta?
- ¿Qué nuevo hábito desearías incorporar?
- ¿Qué obligaciones se transformarán en elecciones deseadas para un fin mayor?
Como habrás observado, esta vez, son menos las palabras de mi parte. Esta vez, la decisión y el esfuerzo por darle sentido a tu hacer, es tú responsabilidad. Ojalá leerme te impulse a la transformación. Ojalá escribirte, me acerque a mí cada vez más a mi propósito de invitarte a reflexionar para qué haces lo que haces…
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El título no es mío. Así se llama un libro que acabo de comprar siguiendo esos impulsos a los que no me cuesta ceder. Las librerías siempre han sido para mí uno de esos lugares mágicos a los cuales simplemente no me puedo resistir. Había leído acerca del libro cuando recién salió a la venta. Pero ayer lo vi. Ahí estaba, sobre una gran tarima y reluciente en la vitrina diciéndome algo así como “cómprame”
Lo que estoy relatando es justamente lo opuesto al supuesto básico del libro, no acumular. En efecto Marie Kondo, la autora sostiene que nosotros acumulamos cosas materiales por la misma razón por la que comemos excesivamente. Comprar compulsivamente al igual que comer y beber en exceso son intentos de aliviar el estress. El orden, por el contrario nos ayuda a limpiarnos y nos libera, ya que con eso, no sólo mejoramos nuestro entorno y lo embellecemos, sino también ordenamos nuestra mente, ya que el desorden es la mayoría de las veces producto de nuestra propia confusión mental.
Dicho esto, prefiero pensar que esta compra a pesar de ser impulsiva responde a mi deseo de mejorar mi espacio haciéndolo más simple y armonioso. Esto parece ser siempre el deseo de las mujeres especialmente las que vivimos en familia y debemos organizar, no sólo nuestras cosas personales, sino también los espacios y los objetos en común, lo que implica muchas veces armonizar y respetar lo que nosotros consideramos un ambiente limpio y despejado con el concepto de orden de los nuestros.
Pero.. ¿Cómo lograrlo? según la autora la organización efectiva implica sólo dos acciones esenciales: eliminar cosas y decidir donde guardar el resto. Lo primero que parece fácil, en realidad no lo es tanto ya que deshacerse de cosas, implica tomar decisiones que muchas veces tocan algunos de nuestros sentimientos y emociones más profundos. De acuerdo a Kondo, poner tus cosas en orden también significa poner tu pasado en orden. El desechar lo que una vez te sirvió, sirve para liberarse del pasado y concentrarse en el aquí y en el ahora. Es en sus palabras “como reajustar tu vida y saldar tus cuentas para dar tu siguiente paso hacia adelante”. ¿Profundo, cierto? Las invito a seguir leyendo del tema. Yo al menos, estoy descubriendo cosas fascinantes sobre mí misma, mi relación con el pasado, con la persona que fui , pero también con quien soy ahora y en convivencia con los míos.
Macarena Urenda Salamanca – Comunicadora Social
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Artículo publicado originalmente en El Definido
Aunque hay cosas del pasado que se están perdiendo y deberían rescatarse, Mane Cárcamo sale a defender aquellos aspectos culturales del mundo de hoy que son muchísimo mejores que antes.
En el mundo, los medios de comunicación y las redes sociales, se puede oler una onda nostálgica que abunda con creces. Un sentimiento apesadumbrado que nos hace extrañar las formas, los productos, las tendencias y esa melancólica manera que teníamos de vivir, que nos lleva a creer que todo tiempo pasado fue mejor. No hay duda que podemos echar de menos muchas cosas de otras décadas… probablemente se jugaba más en los pasajes, se conversaba mirándonos a los ojos, los chiquillos se bajaban cuando iban a buscar a una cabra para llevarla a un carrete, los adolescentes no sentían que se jugaban la vida en la PSU y en muchos aspectos la vida era más simple.
Pero me anima pensar que hoy también hay numerosos aspectos de la vida que funcionan mejor, que me hacen rechazar esa visión catastrófica de la actualidad y que tiene a muchos llorando por las esquinas en vez de asumir con entusiasmo que éste es el tiempo que nos tocó protagonizar. ¿Cuáles son esas cosas? Acá mi pequeña lista que como siempre invito a engrosar.
Señores Papis
Tuve un papá excelente, apañador, cariñoso y partner, pero creo que jamás supo cuando había reunión de apoderados o acompañó a mi mamá a una ecografía (ok, debo asumir que cuando nací probablemente eran un verdadero lujo asiático inaccesible para “Los Cárcamo”). Pero en concreto antes había muchos temas parentales que eran solo “de mujeres”, en donde los hombres ni siquiera asomaban la nariz.
Hoy lo común es que los hombres asistan con sus mujeres al pediatra, les interese saber si la guagua subió de peso a o no, conozcan a la profesora jefe de sus hijos, tengan que aprenderse las nuevas regiones para estudiarlas con el cabro de segundo básico y no sacrifiquen el cuento nocturno por muy interesante que sea lo que estén informando en el noticiero. El papá trabajólico, el que no mueve un dedo en su casa, que se sienta con el diario a esperar que le sirvan el sour, está total y absolutamente pasado de moda. Y es peor aún, se ha transformado en un personaje repudiado por la sociedad, matapasiones y con graves conflictos maritales.
Ya está claro que la tarea es compartida. Las mujeres y los niños demandan a un hombre presente, que participa en la educación de sus hijos activamente (no que “ayuda”) y que además lo hace con felicidad, convicción y amor (algunos más que otros). Porque sabe que es lo que corresponde. Porque sabe que una familia necesita ante todo presencia, juegos, conversaciones banales y profundas, mucho más que un auto nuevo o un plasma más grande.
@señordiputado ¿Cuándo cumplirá su promesa de campaña?
Cuando un político se mandaba un condoro, un acierto, un chiste malo (que están tan en boga) o cualquier acción que mereciera una opinión nuestra, dicha idea quedaba solo en nuestras casas, en la sobremesa, en el alegato dominical con los amigos. Con suerte podíamos manifestar lo que pensábamos si nos publicaban una carta en El Mercurio, una hazaña más difícil que pichanga entre Giorgio Jackson y Alberto Mayol.
Pero hoy las redes sociales nos han permitido de una manera u otra dialogar con el poder. Los políticos reciben la oleada de críticas o aplausos, tienen que salir a contestar por algún comentario descriteriado, son capaces de resolver cosas cuando un tuitero le manifiesta una problemática e incluso algunos han quedado cesantes después de un posteo desafortunado. En esta época el poder ya no está en un olimpo intocable, es más, ha tenido que aprender a lidiar con una ciudadanía cada día más exigente y fiscalizadora. Es verdad que Twitter está infumable, pero convengamos en que la posibilidad de hacerle valer mi molestia al alcalde y que me responda, sí es un aporte de los tiempos modernos que hay que valorar.
¿Maldita Moda?
Alguna vez hablé en otra columna sobre modos que antes eran escandalosos y hoy son totalmente aceptados. Los tatuajes son un ejemplo concreto. Una persona tatuada antes era como un mellizo de Amy Winehouse, se asociaba de manera automática a una vida dominada por los excesos y el desorden. Los prejuicios estaban a la orden del día. Hoy el mundo ha cambiado (y aunque hay muchos que aún definen a los demás por sus formas externas), la gran mayoría ha entendido que el largo del pelo, la cantidad de aritos en la oreja, el color de la uñas o el tipo de chaqueta que usamos, no nos hace ni peores ni mejores personas. Que el hombre que se viste de manera clásica no tiene porqué ser un nerd y que la mujer que usa aritos de perla tampoco es el icono del cartuchismo mundial. Solo es un pequeño termómetro de cuán formales u originales somos. Nada más. Y eso hay que aplaudirlo… de pie.
¡Qué vivan las causas!
El internet y las redes sociales en muchos casos nos han distanciado del otro, pero también han potenciado las más variadas causas (que podemos compartir o no). Hay quienes defienden a los inmigrantes, promueven la donación de órganos, se agrupan con quienes desean proteger los derechos de los animales, otros que luchan por leyes que permitan a los padres de niños enfermos acompañarlos en sus tratamientos, miles que buscan la igualdad salarial entre hombres y mujeres, la libertad religiosa, el respeto al medio ambiente y muchas otras banderas que se alzan con pasión y trabajo permanente. A veces me agota la gente mono-causal, esos que solo hablan de un tema ya sea en sus redes sociales, en la vida, que cruzan sus alegría y tristezas según el éxito o fracaso de la causa que han abrazado. Pero después me pongo positiva y pienso que es bacán que haya tanta gente pensando en alguien que no sean ellos mismos. Podemos discutir el fondo, la forma, los estilos, pero al menos celebro que en un mundo en donde muchas veces el individualismo parece una verdadera pandemia, existan muchas personas dedicando su tiempo y energía a hacer del mundo un lugar más feliz, justo y empático con el que los rodea.
Me invito y los invito a animarse con los nuevos tiempos, hay mucha gente haciendo y pensando cosas valiosas allá afuera. El desafío está en saber descubrirlos.
¿Qué más agregarías a esta lista?
Magdalena Cárcamo – Periodista
Fuente: www.eldefinido.cl
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Mi hija está haciendo un diplomado de fitoterapia (el uso de las plantas o extractos medicinales para usos terapéuticos) y en él le enseñaron algo que me hizo pensar.
Se planteaba, odiando yo un poco las tipologías, que habían dos maneras de enfrentar la vida o estados emocionales que nos hacen mucho daño.
Una de ellas tiene que ver con el estar pegados en el pasado sin ser capaz de aprender del dolor, lo cual traído hacia el presente genera melancolía en las personas que lo experimentan. De ahí incluso se podría derivar la depresión y otros cuadros que nos muestran nuestra dificultad para soltar y liberarnos de lo que ya pasó.
Otra forma que está exactamente en el otro polo, es la gente que vive proyectada hacia el futuro y en lo que tiene que hacer, lo cual inevitablemente lleva a la formación de angustia dentro de nosotros. Siempre cuando anticipamos, vamos a anticipar en negativo y eso siempre provocará tensión y miedo que se expresará como panza apretada, respiración cortita y mucho suspiro.
Al escuchar ambas visiones, lo primero que me pasó fue preguntarme a cuál de los dos grupos pertenecía yo, que seguramente es lo que usted está haciendo ahora. Yo descubrí que tengo cierta tendencia a ser más anticipadora y por lo tanto a la angustia aunque me dió gusto descubrir que he crecido mucho y no estoy pegada en ninguna de las dos. Intento vivir conectada al presente solamente y me funciona.
La mayoría de las personas, sin embargo oscilan entre uno y otro polo dependiendo de lo que están viviendo y la solución para no caer en ambos polos es la conexión con el presente.
Este acto que debiera ser tan natural y sano, es muy difícil de lograr porque la vida nos lleva permanentemente hacia atrás o hacia adelante.
La respiración es la primera forma y más fácil para regresar a lo inmediato que por lo demás es inevitable, y que me trae a todo lo presente que es donde no hay pasado y tampoco futuro y por lo tanto no hay angustia.
Un segundo ejercicio para volver a trabajar el presente, es preguntarse ¿dónde estoy y que estoy haciendo? Esa simple pregunta me trae a lo de ahora con mucha fuerza y desde ahí puedo conectarme conmigo y centrarme en mi, para seguir haciendo mis actividades diarias.
El pasado ya pasó, y el futuro no ha llegado y aunque suene fácil decirlo, la única energía que me permite avanzar es la de ahora y eso me ayuda a sanar y aprender de lo vivido y a trabajar desde la voluntad por un futuro pleno y feliz.
Quizás es bueno jugar a ver qué tendencia tenemos, o si oscilamos entre ambos para no ser felices, pero quizás lo más importante de este aprendizaje es lo importante que es conectarse con el “ahora” y desde ahí sanar y avanzar.
En el mundo que vivimos todo está centrado en ayer y mañana, y el hoy que es lo único que de verdad tenemos, pasa como un ser invisible que no percibimos.
Ojalá podamos trabajar en el donde estoy y que estoy haciendo y aprendamos a tomar conciencia de la respiración que es la mejor conexión de que estamos vivos.
Un abrazo y hasta la próxima.
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