Muchos estudios han analizado los efectos psicológicos de tener un padre/madre ausente durante la infancia. La Revista de Psiquiatria do Rio Grande do Sul (Brasil) publicó los resultados de una investigación en 2004 que refleja el impacto a mediano y largo plazo de la ausencia paterna:
“Es evidente que la ausencia del padre tiene el potencial de generar conflictos en el desarrollo psicológico del niño. En el caso clínico descrito, el bajo rendimiento del paciente en la escuela es un rasgo formativo de su vida, tanto pasada como presente. Se le ha retenido tres años en la escuela y sigue teniendo problemas. Una hipótesis que se formó fue que, al hacerlo mal en la escuela, encontró una manera de llamar la atención de su madre”.
Muchos casos conducen a muchas teorías. Una hipótesis muy difundida sugiere que la ausencia del padre en las niñas genera una sensación de inseguridad que puede terminar afectando el desenvolvimiento social en la infancia y, posteriormente, en la adultez.
Heridas profundas
Un estudio realizado por los autores del libro The Fatherless Daughter Project: Understanding Our Losses and Reclaiming Our Lives (Avery, 2016), halló que el 50% de 2,000 mujeres encuestadas de entre 15 y 80 años crecieron sin una figura paterna, ya sea por divorcio o separación (28%), ausencia emocional (26%), muerte (19%), deserción (13%), adicción (13%), abuso (12%), desconocimiento del padre (6%) o encarcelamiento (4%).
La evidencia indica que las mujeres con padres o madres ausentes experimentan niveles más bajos de bienestar, niveles más altos de depresión relacionada con la ira y dificultad emocional para establecer relaciones íntimas, así como un profundo miedo al abandono. Este último sentimiento, aunque no se considera una fobia de manera oficial, es uno de los temores más profundos y habituales entre las personas que han vivido eventos traumáticos en la infancia, como crecer en un ambiente afectado por la violencia, las drogas o la desatención.
Desde luego, una infancia con padres ausentes (y esto no implica necesariamente la orfandad o el abandono físico sino también al abandono emocional) puede marcar de por vida el corazón de una persona abriendo heridas sobre su valía como individuo, su merecimiento y su amor propio.
Tomar la decisión de perdonar y reconstruir una relación digna con un padre/madre ausente no es fácil, pero sí fundamental para elevar nuestra calidad de vida y reconciliarnos con nuestro niño interior.
Pasos para elegir el camino del bienestar
1. “No es por ti, es por mí”
El primer paso para sanar las heridas de la infancia y reconstruir la relación con nuestros padres es reconocer que no estamos haciéndole un favor a ellos, sino a nosotros mismos.
El perdón ha sido malinterpretado a lo largo de la historia. Hemos creído que es un acto de nobleza y consideración con el otro, cuando en realidad es una muestra de amor propio. Lo hacemos para que nos pese menos el corazón, para sentirnos cómodos con nuestro pasado y poder construir el futuro que soñamos.
2. “Me reconcilio con mi historia para no repetirla”
Por otro lado, cuando la ausencia de nuestros padres ha sido emocional o ha estado marcada por el abuso (físico, verbal o psicológico), tomar la decisión de perdonar y reconstruir una relación sana puede ser una forma de evitar que repitamos la historia.
Superar el abuso o el desamor de nuestros padres y avanzar sin heredar patrones de interacción negativos y conflictos a las generaciones futuras es una buena razón para hacer lo posible por llegar a un entendimiento mutuo con nuestros padres, sin importar lo difícil que pueda parecer.
Recuerda: nadie te pide que olvides lo ocurrido o que sientas amor incondicional por tu padre/madre. Lo importante es vivir el proceso de sanación.
3. “Tomo la decisión por mi propio bien, sin esperar nada a cambio”
Uno de los principales obstáculos cuando intentamos reconstruir la relación con nuestros padres puede ser la frustración al no obtener las respuestas que esperamos.
Debemos ser conscientes de que cada individuo sobre la tierra lleva su propio proceso de perdón, sanación y crecimiento; puede que nuestros padres ni siquiera sepan el daño que causó en nosotros su abandono, puede que no sientan remordimiento, que nieguen o aseguren no recordar lo ocurrido.
La negación es una respuesta psicológica común cuando no deseamos reconocer nuestros errores, e incluye negación de los hechos (“eso nunca sucedió”; “¡eres un mentiroso!”); negación de la conciencia (“Estaba ebrio” o “No me di cuenta”); negación de la responsabilidad (“Tú fuiste la culpable” o “Tu madre/padre tiene la culpa”) y negación de impacto (“Solo sucedió unas cuantas veces”, o “No exageres” ¡Supéralo!”).
Aunque obtengamos una respuesta de este tipo, elijamos el camino del bienestar expresando nuestros sentimientos sin agresión, dejando ir el rencor y sanando nuestra relación, incluso si es de forma unilateral.
4. “No toda cercanía es amor, y no toda distancia es olvido”
Reconstruir una relación saludable con nuestros padres no significa que debamos pasar más tiempo con ellos en contra de nuestra voluntad o mudarnos para vivir juntos. Reconstruir significa “volver a edificar bajo nuevas condiciones”, abrirnos a la posibilidad de que las cosas sean distintas esta vez.
La reconstrucción es un proceso que puede tomar meses y hasta años, porque es un ejercicio de sabiduría y humanidad. Hagámoslo con desprendimiento, libres de expectativas y con el objetivo final de fortalecer nuestro amor propio, de este modo, la ansiedad y el ego no podrán vencernos cuando las cosas parezcan ponerse difíciles.
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Los padres no alcanzan a imaginar las consecuencias que dejan en sus hijos al separarse. En cifras de matrimonios celebrados, en España el 60 % de ellos se han divorciado; en Estados Unidos, Alemania e Inglaterra lo ha hecho el 50 % y las cifras continuarán elevándose con el paso del tiempo. Más allá del trasfondo –muchas veces violento– que genera una separación, en quien menos se piensa es en los hijos.
En la obra “El inesperado legado del divorcio”, publicada en el año 2000 por Judith Wallerstein, importante figura, escritora y psicóloga estadounidense, se arrojaban las siguientes cifras, que en aquel momento fueron contundentes. Las conclusiones determinadas acerca de los hijos de divorciados, fueron alarmantes. El 25 % de los niños no había terminado el preescolar o colegio, lo que hacía más crítico el desarrollo del infante. El 60 % de hijos de separados, había tenido que entrar en tratamiento psicológico debido a las secuelas del hecho. Antes de cumplir 15 años, el 50 % ya había tenido problemas con el alcohol y las drogas debido a su interferencia en el ámbito emocional.
Además, el 65 % tenía relaciones conflictivas con el padre, sumando que solo el 5 % había recibido asistencia económica importante por parte del mismo. Al cumplir los 30 años los hijos, solo casi el 30 % había podido casarse, a consecuencia de la imagen con la que crecieron. Por si fuera poco, del total de hijos (ya adultos) casados, el 50 % había decidido divorciarse y legar lo mismo a sus hijos. En estos datos, aunque la psicóloga aclaró que se denotaban variables, eran más las constantes que se evidenciaban. Nada alentador para una sociedad que cada vez creía menos en el compromiso.
¿Cómo reaccionan los niños con la separación de los padres?
La psicóloga y terapeuta familiar, Jennifer McIntosh, determinó que el 60 % de niños menores de dos años presentará “problemas de relación”. Esto, debido a la inestabilidad de hogar temporal a la que son sometidos cuando los padres rotan el cuidado y atención en el hogar. A largo plazo, los hijos presentarán “niveles alarmantes de inseguridad emocional”, además de tener incapacidad de “regular emociones fuertes”. Alternar residencias generará un desorden de las necesidades primarias que pueden afectar incluso habilidades motoras y de coordinación en el niño.
Para el doctor José Antonio García Higuera, psicólogo consultante en el Centro de Psicología Clínica y Psicoterapia de Madrid, España; se presentan diferentes efectos a nivel emocional y social en los hijos de padres divorciados. Entre ellos podemos encontrar:
- Bajo rendimiento académico.
- Dificultades a la hora de socializar con su entorno.
- Trastornos como depresión, miedo, ansiedad, etc.
- Problemas de conducta.
Además de los efectos mencionados anteriormente, dependiendo de la edad del hijo, se presentarán diferentes comportamientos a raíz de la separación:
Entre 2 y 6 años de edad:
- Creen que son culpables de la separación por no haber terminado sus alimentos o por no cumplir con sus labores escolares. Su capacidad imaginativa los lleva a tomar una responsabilidad muy imaginativa.
- Piensan que se van a quedar solos y/o los van a abandonar. En esta etapa de sus vidas, sus padres representan el universo completo y creen que si sus padres ya no están juntos, se olvidaran de el/la niño/a.
Entre 7 y 13 años, la más difícil según los psicólogos:
- Son conscientes de que existe un problema porque lo sienten pero no sabe cómo y qué hacer con esa sensación.
- Piensan que sus padres pueden volver a estar juntos y con diferentes tipos de actos, presionan a sus padres a que lo intenten. En ocasiones, estos actos genera un sentimiento de fracaso y llevan a otros problemas a los padres.
Durante la adolescencia:
- Experimentan miedo, soledad, depresión y culpa por la situación.
- Proyectan esta situación en sus propias vidas; piensan que también fracasarán en sus relaciones como sucedió con sus padres.
¿Cómo ayudar a sus hijos en el proceso de divorcio?
Muchos niños y adolescentes sienten perder al tipo de familia que habían imaginado en algún momento. Durante o después de esa sensación, los invade el sentimiento de pena por extrañar a su progenitor y todos los momentos que pasaron juntos bajo el mismo techo.
Con el tiempo, los padres terminarán aceptando y adaptándose a la nueva situación, y entenderán que deben estar tranquilos y conformes con la decisión que ambos han tomado.
Estas son algunas formas de ayudar a su hijo a superar el disgusto provocado por el divorcio:
- Fomente la sinceridad y la comunicación: los niños necesitan saber que sus sentimientos son importantes y que ambos se los tomarán en serio.
- Legitime sus sentimientos: conocer los sentimientos y las sensaciones de su hijo le dará un parte de tranquilidad. Es importante siempre darle ánimo para que exprese todo lo que siente. También permita que el niño sepa que está bien estar contento, aliviado o emocionado sobre el futuro.
- Mantenga los detalles de la separación bajo control: procure que cuando esté hablando del tema con sus allegados, proteja su intimidad y evite que sus hijos estén presentes. Siempre maneje una relación tranquila, respetuosa y civilizada con su expareja, sobre todo cuando interactúen delante de su hijo.
- Busque ayuda: el apoyo es muy valioso durante este momento. Intente relacionarse con personas que hayan superado esta situación, busque información en internet, ayuda con su médico o terapeuta, o incluso un grupo de apoyo. El hecho de buscar ayuda para usted, le permitirá sentar un buen ejemplo para su hijo sobre cómo adaptarse de forma saludable a los cambios importantes.
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“Aún recuerdo esa vez que me gritaste que era un bueno para nada. Todavía siento el ardor en mis entrañas al escucharte decir que no era tan bueno como tú a la hora de bailar. Lo que no sabes es que, secretamente, empecé a ir a clases de baile para que te sintieras orgullosa de compartir la pista conmigo pero cuando viste que empecé a mejorar y notaste que podría ser mejor que tú, me pediste que lo dejara.
Son tantos los momentos felices que vivimos juntos antes de que “cambiaras”. Recuerdo las tardes de películas, las noches en las que hacíamos un equipo maravilloso en la cocina y de las largas charlas que se daban bajo la influencia de unas cuantas botellas de vino. Éramos el uno para el otro pero ¡no sé qué te pasó!
Tampoco olvidaré el día que te conté que quería ser escritor y soltaste una carcajada estruendosa con un tono muy burlesco sobre mi sueño. ¿Por qué tenías que minimizar mis ideales y mis metas, asegurando que eso no daba para vivir? No sé por qué aguanté tantos abusos de tu parte.
Gracias a la vida, entendí que cuando uno ama a alguien, no debe anularse a sí mismo por el bienestar del otro. “Te quiero y me quiero, te cuido y me cuido” decía el doctor Walter Riso, hablando de la autoestima como pilar importante de una relación de pareja. ¿Hay que ponerle límites al amor? Claro que sí, porque puede que haya amor pero esa persona no te convenga.“
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¿Qué no se debe hacer en una relación para ser feliz y lograr ser una pareja estable? Para ser feliz con la persona que has elegido para que esté a tu lado sólo tienes que conocerla, identificar sus puntos débiles y sus fortalezas.
¡Evita estos errores!
De acuerdo con el psicólogo John M. Grohol, fundador del blog Psych Central, es importante identificar a tiempo algunos errores que arruinan la relación de pareja como los siguientes:
- Dar por hecho las cosas. Asumir que tu pareja estará siempre a tu lado para hacer todas las cosas que quieres o simplemente como compañía, es un error. Lo mejor es reconocer todos los esfuerzos que hace cada día con algún cumplido o agradecimiento.
- Falta de comunicación. Una relación de pareja termina cuando los dos parecen dos extraños, es decir, no cruzan una palabra para expresar sus sentimientos y emociones. Es importante recordar todo aquello que hablaban en un inicio.
- Dejar de escuchar. Además de ser una falta de respeto, esto ocasiona fuertes problemas, porque no sabes qué necesita tu pareja o cómo solucionar los retos que se presentan todos los días.
- Falta de diversión. Cuando la alegría, la actitud positiva y la diversión se alejan de ustedes, es un pésimo síntoma y el indicio de que algo anda mal en la relación. Recuerda las cosas que causaban una gran sonrisa o una carcajada de sorpresa.
- Dejar de expresar los sentimientos. Dejar de decir palabras cariñosas como un “te amo†es una señal de que tienes que poner todo de tu parte para recuperar la felicidad y el interés en la relación.
- Amenazas. Si tú o tu pareja tratan de arreglar alguna situación con amenazas, debes parar y analizar la situación. Esta actitud no se presenta en una relación sana.
- Ignorar. Esta es unas de las peores acciones que puedes hacer. Una persona no se siente valorada ni amada con este tipo de actitudes. Si te molesta algo, háblalo directamente.
Si identificas alguno de estos errores, es momento que actúes y salves tu relación de pareja. Trata de conectarte con la persona que más amas y hazla sentir como la más especial. Y tú, ¿cómo mantienes el interés en tu relación?
Fuente: www.bienestar.salud180.com
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Las parejas estables no se caracterizan por los reproches y las demandas, sino porque ambos saben expresar sus necesidades y escuchar las del otro.
Esto no sucede a causa de la química, sino que se debe a una actitud adulta, de respeto y amor mutuo.
Cuando sabes pedir a tu pareja, sin desencadenar una respuesta emocional negativa, ofreces a ambos la oportunidad de fortalecer su relación, lo que influye positivamente tanto en el plano sexual como en la convivencia diaria.
Naturalmente, si expresas tus emociones de forma irracional o abusiva, la conversación podría acabar en una discusión, de modo que otra característica de las parejas estables es el modo en que expresan al otro sus necesidades, preocupaciones o deseos.
¿Te expresas lo suficiente en una relación?
Es muy común que a las personas les cueste expresar sus emociones, especialmente en una relación de pareja. El ego (una forma de referirse a todos nuestros miedos y pensamientos negativos), nos dice que corremos el riesgo de perder al ser amado si nos mostramos tal y como somos.
Los deseos propios pueden parecer inapropiados y, muy frecuentemente, se presupone que la pareja se opondrá o que habrá discusiones. Incluso hay quienes piensan que amar es dar, no recibir.
Nadie quiere ser considerado egoísta y menos aún responsable de una ruptura, de manera que suprimir nuestras necesidades es la respuesta más habitual.
Ahora bien, también es posible que una persona cometa el error de expresar su mirada del mundo todo el tiempo, sin dejar lugar al otro para comunicar la suya.
Otro hábito dañino es creer que el lanzamiento de comentarios indirectos es suficiente, y que la pareja está obligada a “adivinar” el resto.
¿Quieres saber cómo expresarte efectivamente con tu pareja? Haz clic aquí
Sea uno u otro el caso, es importante que te preguntes a carta abierta si estás expresando lo suficiente en tu relación actual, y de qué forma lo estás haciendo.
Cómo expresar asertivamente tus emociones en pareja
Al mejorar la comunicación con tu pareja, será más sencillo hablar de temas difíciles o que normalmente generan conflictos entre ambos, como las necesidades y expectativas que cada uno posee.
Estos consejos te ayudarán a desarrollar un canal de expresión pacífico y constructivo.
1. Mantén una atmósfera serena
Es fundamental que ambos sean conscientes de la forma en la que se hablan. Evita ser acusador, molesto, irónico o condescendiente.
¿Cuándo hay una buena atmósfera de diálogo en pareja? Lo sabrás si la conversación transcurre con serenidad, mirándose a los ojos, tal vez haciéndose bromas en el entretiempo, y disfrutando de la existencia del otro.
2. No creas que tu pareja debe saberlo todo
Es común creer que una persona debería saber lo que su pareja necesita sin que se lo tenga que pedir, pero este es un gran error.
También lo es pensar que, si es necesario pedirlo, el resultado será menos valioso que si tu pareja lo hiciera por iniciativa propia.
Un ser humano de carne y hueso no tiene la capacidad para adivinar lo que el otro siente, piensa o desea. Necesitará oírlo de ti.
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3. Comienza de a poco
Si reconoces en ti una falta de costumbre o temor a expresar tus necesidades en pareja, comienza de a poco.
Comunica pequeñas molestias, inconformidades o deseos en lugar de pedir algo que pudiese ser difícil de creer / aceptar para ti o tu cónyuge. Luego, déjale saber a tu pareja cuánto aprecias que esté dispuesta a atender tu necesidad.
4. Mantente abierto a otras soluciones
Si bien es muy importante expresar las necesidades propias a la pareja, también lo es aceptar que no siempre lo que esperamos recibir es la única salida posible.
Tal vez el ser amado no esté preparado o en condiciones para proveer la solución esperada, sin embargo, puede que haya otro camino que genere igual satisfacción a ambos.
Ábrete a las posibilidades.
Conclusiones
La vida en pareja es un compromiso mutuo, pero esto no significa que tu pareja está obligada a satisfacerte todo el tiempo o velar por tu realización personal.
Tú también eres responsable de las emociones, pensamientos y porvenir que cultivas. De hecho, eres el único responsable auténtico.
Referencias:
(2020). Why Couples Should Be Talking About Their Feelings. Disponible en: https://www.verywellmind.com/what-couples-should-talk-about-everyday-4017214
(2019). Does Suppressing Feelings Help or Hurt Your Relationship? Disponible en: https://www.psychologytoday.com/us/blog/the-mindful-self-express/201912/does-suppressing-feelings-help-or-hurt-your-relationship
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Todo parecía ir bien: se entendían, disfrutaban de cada momento juntos y hasta pudiste creer (no pensado, sino creído de corazón) que él/ella era la persona correcta, ese compañero de vida “destinado a ser”… hasta que, de pronto, todo acabó.
Esta es la historia de miles de relaciones que caducan sin aviso alguno, dejando corazones rotos y una sensación amarga de asombro y confusión. Las posibles causas son variadas: desde una simple discusión hasta un fantasma del pasado, o un evento desagradable que sobrevivió al ayer.
La mayoría de las personas asocia una ruptura amorosa con circunstancias drásticas y comunes como una aventura, personalidades opuestas o una fuerte incompatibilidad. Aunque estas son razones causales en muchos casos, también existen vínculos sentimentales que se deshacen “como por arte de magia”, como si el amor hubiera muerto de la noche a la mañana… o al menos así lo perciben los amantes.
Cuando la llama se apaga sin hacer ruido
Muchas veces, las relaciones terminan porque la pareja es incapaz de hallar un punto de encuentro para los deseos, aficiones, metas y objetivos de ambos. Nadie está obligado a permanecer en un lugar donde no se siente cómodo, o como diría Frida Kahlo: “Donde no puedas amar, no te demores“.
He aquí algunas causas comunes de ruptura sorpresiva:
- En algunas parejas, no existe la suficiente confianza para expresar cuándo algo resulta molesto o incómodo, así que los sentimientos negativos comienzan a acumularse hasta que el agua se desborda. Por desgracia, este es un problema común y surge de la equívoca creencia de que hablar sobre cómo nos sentimos (en especial cuando nos sentimos insatisfechos) empeora las cosas. Alguien que prefiere callar en lugar de hacer saber al otro lo que le molesta teme ser juzgado y finge que todo marcha bien en un intento por “cuidar” la relación. Esto es un error simple pero grave, porque la irresolución del asunto marca un ciclo infinito de insatisfacción y malestar que solo acaba cuando la relación llega a su fin.
- Otro detonante de las rupturas abruptas es la idealización del amor, que ocurre cuando nos convencemos de que la relación o el ser amado deberían ser, actuar o funcionar de una manera en concreto. Tenemos expectativas imposibles de conciliar con la realidad, y la decepción puede hacer que nos sintamos mejor si abandonamos el barco.
- Otra razón para terminar una relación abruptamente puede ser el miedo al compromiso. Si todo iba muy rápido, quizás alguien se sienta amenazado y lo más sensato (a su parecer) sea huir. Esta reacción viene acompañado de una percepción errónea de lo que es comprometerse con una persona, por ejemplo: temor a no cumplir las expectativas del otro o miedo a equivocarse.
Por último, no está de más decir que, muchas veces, uno de los miembros de la pareja sí expone lo que le genera incomodidad, pero tal vez no es escuchado. Quizás no se sienta a gusto con las decisiones o actitudes de su compañero, y al ver que nada cambia, prefiere alejarse.
¿Se pueden prevenir las rupturas sorpresivas?
Generalmente, una mala comunicación es el epítome de las causas que conducen a una pareja a separarse. De hecho, es muy común que las personas busquen asesoramiento terapéutico cuando los problemas de comunicación obstruyen por completo todos los aspectos positivos de su relación.
Si alguna vez has sentido que tu pareja y tú ya no son quienes solían ser, puede que hayan caído en el vórtice de la indiferencia y el desentendimiento, los reproches frívolos y la incomprensión. Culparse mutuamente quizás sea la primera reacción de ambos, pero no es la mejor solución a corto plazo y mucho menos el remedio para evitar desastres a futuro.
La mejor forma de evitar una ruptura sorpresiva y rescatar el amor de pareja es navegar juntos hacia un puerto de conciliación, un espacio cómodo donde puedan expresar libremente –sin miedo a ser juzgados– lo que sienten, lo que sueñan alcanzar y lo que temen. Puede que no siempre sea sencillo hallar el momento indicado para tener una conversación profunda, pero puedes crear el momento perfecto poniendo toda tu disposición y enfoque en comunicarte sin herir al otro, únicamente con la intención de alivianar cargas y fortalecer el amor.
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Generalmente escuchamos a nuestros padres y a nuestros abuelos decir que en sus tiempos las relaciones se vivían diferentes, los noviazgos se formalizaban enseguida, y tanto éstos como los matrimonios eran más longevos que lo son ahora. Eso dicen nuestros antecesores, y en parte es cierto, aunque no existe una generalidad, se han dificultado las maneras de relacionarse, pero esto se debe a múltiples factores, sociales e individuales.
La modernidad y la crisis económica que aqueja a prácticamente todos los países, nos han traído modificaciones en las dinámicas familiares, y, siendo la familia el referente para el amor en todo individuo, ha visto reflejado en éste una manera distinta de ver al amor. Sumémosle a esto la particularidades por las que atravesamos cada uno de nosotros y, nuestra propia personalidad, que hace que cada quien vivamos el amor, el noviazgo y los compromisos de diferente manera.
Aunado a esto, quizá conozcamos o nos hayamos relacionado con alguien o incluso seamos una de esas personas que tienden a temer a los compromisos, que duramos poco tiempo en una relación, o que incluso, ni siquiera comencemos una, es decir, que cuando las cosas comienzan a ponerse serias con quienes salimos, simplemente salimos huyendo. Tenemos una excusa para todo eso, a veces abiertamente decimos ‘no me quiero enamorar’, ‘no tengo tiempo para el amor’, ‘no me interesa por el momento’; otras veces no lo decimos, pero actuamos alejándonos de quien nos interese y se interese por nosotros en ese momento, y lo hacemos más inconscientemente. Pero lejos de convertirse en la o el ‘inconquistable’y exista esa aparente satisfacción con la situación, es verdad que llega un momento en el cual requerimos cuestionarnos y reflexionar en ¿por qué le temo al amor? ¿por qué me cuesta comprometerme?
El temor al compromiso y al amor se encuentra íntimamente relacionado con el temor de ser vulnerado y lastimado, o un temor grande, inconsciente a perder aquello que se está a punto de obtener, a la persona, al sentimiento, a asumir el riesgo que implica el amor, con todas sus letras.
Juan David Nasio menciona que, en su carrera como analista de las relaciones humanas, se ha dado cuenta que las relaciones generalmente fracasan por dos cosas: las mujeres tendemos a ser muy soñadoras y los hombres tienden a ser muy miedosos. Entonces, siguiendo la moción de él, podríamos pensar que estamos ante la disyuntiva de pareja entre las sobre expectativas, (que probablemente en relaciones anteriores ya no han sido cubiertas) y el temor a ser lastimado (también basado en experiencias anteriores). Todos hemos fracasado alguna vez, todos nos hemos equivocado en alguna elección, y quizá también hemos resentido las rupturas de seres queridos cercanos, pero todos vemos esas experiencias de diversa manera, y he ahí, la raíz del conflicto.
Pero, ¿no hay remedio? ¿Qué podemos hacer una vez que identificamos que tememos al amor y a los compromisos? La respuesta es simple, y muchas veces la solución también lo es.
Darnos cuenta que tenemos el conflicto, es el primer paso; aunque suene trillado, es verdad que asumir lo que sentimos y porqué lo sentimos; y ese es en verdad el inicio de un cambio de actitud ante la vida; de igual manera podemos hacer conciencia de que, abrirnos hacia los otros no es un signo de debilidad, sino una prueba de amor, que a través de esta apertura podemos amar y ser amados, y que, por supuesto, merecemos gozar de las bondades que el amor nos brinda. El amor ha regido el mundo por siempre, es lo que nos mantiene vivos y que, a su vez, todos podemos formar parte de las manifestaciones de éste, reconociendo, atreviéndonos y permitiéndonos vivir un amor grande y sano.
Por: Psic. Vianey Torres
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La comunicación juega un papel fundamental en cualquier relación de pareja, ya que de ella depende la satisfacción de los amantes. Muchos de los problemas que perjudican y sabotean la permanencia de un vínculo sentimental se deben a la incapacidad para expresar nuestros sentimientos de manera asertiva, por ello, es importante que nos esmeremos en hallar la mejor vía disponible para sentirnos cómodos hablando de lo que ocurre en nuestro interior.
Al iniciar una relación, el principal objetivo suele ser compartir gustos, recuerdos, aspectos íntimos y expectativas a largo plazo, sin embargo, y aunque las intenciones sean positivas desde el inicio, la condición humana implica estar preparados para atravesar también momentos menos gratos y saber cómo afrontarlos. Es entonces cuando el arte de comunicarnos asertivamente cobra una importancia invaluable.
Es común ver a personas que no saben expresar sus sentimientos, emociones, preocupaciones o deseos sin ser ofensivos o hirientes. La frustración y la impotencia a menudo interfieren en nuestra habilidad para manifestar pensamientos sin ser imperativos, lo que conduce a situaciones violentas y desagradables a través de mensajes como “eres muy torpe”, “nunca me escuchas” o “por tu culpa”. A este tipo de enunciados se le llama “mensajes Tú”.
Un mundo de diferencia entre Tú y Yo
Los mensajes Tú se caracterizan por responsabilizar al otro de nuestros males y aniquilar su oportunidad de defenderse. Solemos utilizarlos cuando nos sentimos tremendamente enfadados, decepcionados o dolidos; es una forma de “hacer estallar” nuestra queja, no obstante, el remedio es peor que la enfermedad porque la respuesta del otro suele ser agresiva o negativa en otro aspecto, desatando sentimientos de culpa y discusiones.
A todos nos ha sucedido que nos encontramos en una situación irritante y acabamos diciendo cosas sin pensar de las que más adelante nos arrepentimos. Los mensajes Tú destruyen la dignidad del otro porque brotan de momentos de ira incontrolable. Si, además, usamos este tipo de lenguaje con recurrencia, no sería raro que terminemos ahuyentando a nuestra media naranja.
Para ello, existe una técnica de comunicación asertiva denominada mensajes Yo. Consiste en cambiar la manera en que formulamos palabras y frases dando prioridad al respeto y la claridad.
Los mensajes Yo nos responsabilizan de lo que decimos sin juzgar ni acorralar a nuestra pareja, ya que, como su nombre lo indica, se remiten en primera persona. Con este tipo de lenguaje estamos informando que lo que expresamos al otro es completamente nuestro: son nuestros deseos, nuestras ideas, nuestras preferencias. Así, le hacemos saber a la otra persona que no la estamos culpando por lo que sentimos, pero al mismo, también expresamos nuestro desacuerdo de manera eficaz.
Pasos a seguir para sacar provecho a los ‘mensajes Yo’
- Describir la situación, eliminando cualquier tipo de juicio que pueda ser interpretado negativamente por nuestra pareja.
- Describir cómo nos sentimos, explicando las emociones que nos genera un evento particular.
- Proponer una alternativa con el objetivo de negociar un cambio y no dar una orden.
Estos son ejemplos de mensajes Tú que a veces utilizamos en una relación y cómo podemos transformarlos en mensajes Yo para mejorar la comunicación:
1) Mensaje Tú: “Siempre llegas tarde, estoy cansado de esperarte. ¿Qué excusa vas a usar hoy?”.
Mensaje Yo: “Me incomoda que llegues tarde, esta situación me genera malestar. Me gustaría que pudieras informarme que no podrás estar a tiempo”.
2) Mensaje Tú: “¿Cuántas veces tengo que decirte que no me gusta que dejes tu ropa en el sillón? ¿Yo arreglo la casa para que tú llegues a desordenarla?”.
Mensaje Yo: “Cuando veo que pones la ropa en el sillón, siento que no valoras mi esfuerzo. Me gustaría que la colocaras en el cesto de la ropa sucia”.
¿Lo ves? Son dos formas muy distintas de expresar lo mismo, pero cultivando resultados distintos.
No es nada fácil utilizar siempre mensajes Yo, pero cuando comiences a aplicar esta técnica verás que la comunicación en pareja poco a poco irá mejorando, y te acostumbrarás a adoptar los mensajes Yo como la mejor vía posible para transmitir tus ideas y sentimientos.
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Todo aquello que tiene que ver con el amor, desde el maternal hasta el curioso hecho de que algunos logren permanecer felices por décadas con la misma pareja, o que otros sean incapaces de jamás forjar una relación duradera, es culpa de una hormona. Sí, al parecer, las cosas del amor no son tan caprichosas como aparentan.
Una hormona -y no Cupido- podría ser la responsable.
Según Gareth Leng de la Universidad de Edimburgo y experto en el cerebro, la hormona oxitocina ayuda a forjar lazos permanentes entre amantes tras la primera oleada de emoción.
La hormona actúa «cambiando las conexiones» de los miles de millones de circuitos cerebrales.
Comportamiento maternal
Al explicar cómo se enamora el cerebro, Leng señala que la oxitocina ayuda a afianzar el vínculo entre una madre y su bebé, y se produce tanto durante un parto como un orgasmo.
Lo que hace es funcionar como un «interruptor central» en el cerebro, que abre nuevos patrones de interacción entre las células nerviosas.
Pero, al explicar por qué algunos cerebros no se enamoran, Leng le da una excusa fisiológica a los tantos (y tantas) aficionados al principio de una relación y detractores del «mañana».
Y es que quienes tienen menos receptores cerebrales de los que se necesitan para recibir la oxitocina pueden tener dificultades al tratar de establecer lazos permanentes con su pareja.
En serio
Varias investigaciones han descubierto que la hormona, que es producida en grandes cantidades por el cerebro durante el parto y cuando hay actividad sexual, es importante para incitar el comportamiento maternal en los animales.
“¿Cómo una sola exposición a la oxitocina -por prolongada que sea- puede producir tales cambios de conducta?, no sabemos, pero estamos tratando de encontrar la respuesta”. Gareth Leng
Su papel crucial en la vinculación sexual fue observada por científicos estadounidenses que estudiaban las costumbres de los ratones de pradera.
Leng explica que «los ratones de pradera tienen una sola pareja toda la vida y ese lazo se establece durante 48 horas de intensa actividad sexual que es también la primera experiencia sexual». «Durante ese período, grandes cantidades de oxitocina son producidos en el cerebro», agrega. «Los ratones de pradera tienen receptores de oxitocina en diferentes partes del cerebro y los científicos descubrieron que si bloquean esos receptores, no se establece ese vínculo en las hembras».
Aún no está claro cómo una sola exposición a la oxitocina -por prolongada que sea- puede producir tan profundos cambios de comportamiento, pero se está investigando.
«Comprender el proceso es esencial para entender cómo las drogas pueden influenciar el genio y el comportamiento -para bien o para mal», concluye Leng.
Fuente: http://news.bbc.co.uk
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Las palabras importan más de lo que podríamos imaginar. Investigaciones previas explican cómo nuestro vocabulario habla de nuestra personalidad, y de hecho, se ha demostrado que la forma en que escribimos y nos expresamos puede revelar datos sobre nuestra identidad y carácter.
Algunos creen que las acciones están estrechamente relacionadas con lo que una persona realmente quiere comunicar, es decir, que las personas actuamos con base en nuestros deseos inconscientes. Por esto, muchos opinan que “las palabras se las lleva el viento” y que, para poder comprobarlas, debe existir una muestra que sustente lo que se ha dicho.
Un ejemplo común puede verse en las relaciones de pareja. “Rodrigo dice que ama a Carla, pero ella no siente que sea así. Él no le envía mensajes de texto ni le trae flores, por lo tanto, se pregunta: ¿cómo puede realmente amarla pero no hacer ninguna de estas cosas? Seguramente, es solo palabrería”.
Pero el lenguaje no es solo un conjunto de palabras asociadas a significados que heredamos y aprendemos social y culturalmente. En realidad, el lenguaje es, ante todo, una forma de comunicar y transmitir emociones. Es ahí donde incluso el tono y la expresión facial comunican.
Las palabras tienen un gran impacto en la mente de las personas, bien sean positivas o negativas, pueden dejar una huella difícil de borrar. No obstante, este efecto solo tendrá poder si las palabras vienen de una persona significativa para nosotros, como nuestra pareja, un familiar o un amigo.
A lo largo de la vida, es muy posible que recibamos comentarios desafortunados o incluso maliciosos. La mayoría de ellos van y vienen, y no dejan huella alguna en nosotros. Los que sí dejan marca y cicatriz son los que vienen de boca de seres queridos, es entonces cuando las palabras parecen herir mucho más que los hechos.
Cuando el arma letal está en la boca
Paul Watzlawick, un célebre psicólogo austríaco experto en comunicación y lenguaje, enunció una interesante teoría a la que llamó «desconfirmación». En ella, se refleja el poder destructor de las palabras en la comunicación humana y las formas más comunes en las que el proceso comunicativo, a veces dañino, se lleva a cabo:
- La desvalorización: en este tipo de comunicación, se hace uso de un determinado tipo de palabras que buscan disminuir el valor (o autoestima) de la persona. Se le quita importancia a todo lo que hace o dice, se usa un lenguaje que la desacredita y que le resta valor a toda su figura, a toda su esencia. Es algo realmente destructivo.
- La descalificación: en este caso, lo que se busca no es desvalorizar sino «invalidar». Se va un paso más allá y aparecen frases como «no sirves para nada», «eres la persona más torpe del mundo», «no le llegas a la suela de los zapatos a nadie».
- La desconfirmación: tipo de comunicación que puede llegar a anular por completo a una persona. Si en las anteriores definiciones quitábamos valor y humillábamos a alguien, aquí se procede a «ignorarla», lo que se traduce en una negación de sus necesidades básicas y deseos más profundos.
Muchas personas que afirman que estos golpes invisibles duelen mucho más que cualquier tipo de maltrato físico, y muchos preferirían una paliza antes que tener que soportar el duro impacto del maltrato psicológico.
Lo cierto es que, ante la interrogante de si las palabras son más dolorosas que los hechos, todo es relativo y depende de nuestra estructura emocional, es decir, de qué tan relevante es el lenguaje verbal en nuestra vida en comparación con las acciones. Desde luego, no puede negarse que el uso del lenguaje es fundamental para nuestra vida social y cultural, razón por la cual los psicólogos y psicolingüistas han estudiado ampliamente los procesos involucrados en hablar y escuchar, leer y escribir.
Otro objetivo especial ha sido comprender cómo las personas con antecedentes educativos y culturales distintos difieren en su uso del lenguaje, por ello, vale la pena tener en cuenta que todos empleamos conceptos y expresiones diferentes para comunicar nuestras ideas o sentimientos, y esto no siempre significa lo mismo para todos. De ahí la importancia de cuidar especialmente las palabras que elegimos y recordar que cada una de ellas puede conmover realmente la vida de alguien, ya sea para bien o para mal.
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