¿Te has dado cuenta que te sobran algunos kilitos y no sabes cómo hacer para desprenderte de ellos? Todos, en alguna ocasión, es posible que nos hayamos encontrado en esta situación. El problema viene cuando, después de hacer dieta y ejercicio físico, nuestro peso “ideal” se esfuma al poco tiempo.
Es fácil que esta situación nos lleve a un estado de desmotivación, baja autoestima… En definitiva, a no estar a gusto con uno mismo. ¿Por qué no te funciona la dieta? ¿Por qué recuperas el peso perdido? No te funciona porque hay un conflicto emocional activo. Este conflicto te impide mantener tu peso ideal. Debemos hallar qué sentido biológico tiene ese conflicto, qué me aporta y por qué lo mantengo.
¿Cuál es el sentido biológico del sobrepeso?
Nosotros acumulamos grasa en nuestro cuerpo como una solución biológica de adaptación, que nos permite sobrevivir. La grasa nos ayuda a protegernos del frío. De alguna forma, vivimos una necesidad de ser vistos (por eso me hago más grande), de reconocimiento. Otro sentido biológico es hacer reservas energéticas para momentos de carencias, siempre desde nuestra percepción, ya que para nuestro inconsciente, lo real y lo imaginario es lo mismo.
¿Qué conflicto se esconde detrás del bloqueo emocional?
Normalmente encontramos un conflicto estructural de abandono y de separación. De forma arcaica, estar solo es sinónimo de estar en peligro. La función de aumentar el peso debe ser entendida como una prevención a algo que va a ocurrir, por lo tanto debemos buscar el conflicto en el futuro.
¿Qué emoción biológica se oculta?
Las personas con sobrepeso suelen tener sentimientos de miedo y se suelen sentir desprotegidas, en muchos casos suelen ser personas con carencias afectivas e insatisfacción sexual. La comida se convierte en un paliativo de su insatisfacción, del tipo que sea. El sobrepeso también lo favorece la soledad, el aburrimiento, la tristeza, el rechazo, un sentimiento de fracaso, la sensación de impotencia y las ideas negativas. ¡Cuida tus interpretaciones y tus pensamientos! Porque creer es crear.
El exceso de grasa se almacena entre mi ser interior y el medio exterior, me indica que inconscientemente quiero aislarme en mi comunicación con el exterior. Hay un vacío entre yo y el mundo exterior. Así escondo mi inseguridad al estar expuesto, al ser vulnerable y así, quiero evitar estar herido. El alimento terrestre representa también un alimento emocional. Por lo tanto, como excesivamente para colmar un vacío interior
¿Cómo libero esa emoción biológica?
En primer lugar, hay que estar dispuestos a cuestionarnos nuestras creencias. Es el primer paso para poder cambiarlas. Eso nos ayudará a poder ver una determinada situación de otra manera. A partir de ahí es cuestión de hacer un cambio profundo de creencias. Las personas con sobrepeso suelen tener creencias muy desvalorizantes como “no soy suficiente”, “no valgo”, “necesito estar a la altura”, “tengo que luchar”… En la medida que cambiemos nuestras creencias de base, podremos ver la vida de otra manera y encontrar nuevos recursos para cada situación.
Recuerda: la causa probable del sobrepeso es el miedo, necesidad de protección, la huida de los sentimientos, la inseguridad y el rechazo de uno mismo. El nuevo modelo mental que debes adquirir es “Estoy en paz con mis sentimientos. Estoy a salvo donde estoy. Yo creo mi propia seguridad. Me amo y me apruebo”.
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Irene Morales
Coach Espiritual
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No puedo encontrar otro trabajo ya soy muy mayor, ¿Dejar de fumar? Llevo 20 años fumando, ¿Separarme? No puedo dejarlo porque no encontraré otra pareja… Estas y otras frases son típicas de personas que se autosabotean y no se creen capaces de conseguir sus objetivos. No es el destino, ni que tengas mala suerte es que no crees lo suficiente en ti mismo.
Hoy en Instituto Draco queremos que descubras qué es el autosabotaje y cómo puedes mejorar tu autoestima ¡Allá vamos!
Todas las personas han intentado en alguna ocasión generar un cambio en su vida. No obstante, es un hecho que los cambios provocan temor y que este temor a salir de nuestra zona de confort puede hacer que nosotros mismos trunquemos nuestros intentos de éxito.
¿Por qué nos autosaboteamos?
No hay un motivo principal, existen muchas razones por las cuales una persona puede renunciar en su camino hacia el éxito. Normalmente, nos autosaboteamos por la opinión que tenemos de nosotros mismos, una opinión que se forma en la infancia pero que va cambiando durante toda la vida.
Cuando somos niños nos creemos todo lo que escuchamos de padres, profesores, entorno… Si esas opiniones son malas acaban afectando a la autoestima del niño. Por lo que es esencial que durante la infancia el niño reciba mensajes de apoyo y seguridad, puesto que la opinión que este se forma acerca de su capacidad durante este momento le acompañará prácticamente durante el resto de su vida.
¿Crees que te autosaboteas? Para terminar con esas conductas lo primero es ser consciente de cuáles son las creencias que tienes acerca de ti mismo y qué ideas te has repetido siempre.
Algunas de las manifestaciones más reconocibles de que una persona está autosaboteándose son:
– Poner la falta de tiempo como excusa para no realizar aquello que le gustaría pero que le da miedo.
– Anteponiendo continuamente tareas menos relevantes o con consecuencias menos temidas.
– Sustituir con conductas de recompensa inmediata para no enfrentarse al problema.
¿Cómo se puede mejorar?
– Hazlo, inténtalo aunque puedas fracasar
Sabemos que da miedo, pero tienes que intentarlo. Las personas intentamos evitar enfrentarnos a lo que nos atemoriza, la salida más sencilla es no hacer nada y quejarse por no conseguirlo.
Ahora que sabes que existe el autosaboteo lo ideal es que te pongas a prueba. Tu autoestima aumentará cuando te enfrentes a lo que te dé miedo y aunque no lo consigas estarás orgulloso de ti.
– Motívate
Escribe un diario sobre lo que quieres conseguir: los objetivos, las aspiraciones y qué pasos estás dando a diario para conseguirlo.
Busca a tu mentor: fíjate en alguien que haya conseguido lo que quieras y pregúntale qué puedes hacer para conseguirlo tú también. No sigas sus pasos construye tu propio camino, pero piensa que si él lo ha conseguido tú también puedes.
– Ir poco a poco
Las cosas no llegan en un día, hay que ir trabajando poco a poco y sin desilusionarse. Si quieres conseguir una meta grande, la mejor opción es desglosarla en pequeños objetivos más accesibles. Asimismo, estos pequeños objetivos tienen la ventaja de potenciar nuestra eficacia y cambiar nuestro autoconcepto, haciendo que las creencias negativas que tenemos acerca de nosotros mismos cambien a mejor.
– Conocer las influencias externas
Nuestro contexto social, entorno familiar y amigos pueden llegar a ejercer una gran influencia sobre nosotros, y esta no tiene el porqué de ser siempre buena. En muchas ocasiones nuestros intentos de cambio o de lograr un objetivo no llegan a verse realizados porque nuestro entorno los limita.
– Identifica tus fortalezas
Piensa en 5 logros que hayas conseguido a lo largo de tu vida: Terminar tu carrera, trabajar en el sector que querías, aprender un tercer idioma, tocar un instrumento musical, aprender a cocinar solo, lograr seducir a tu pareja… Si te cuesta encontrarlos es porque no estás siendo generoso contigo mismo, así que imagínate que ese éxito lo hubiera conseguido un amigo, ¿qué le dirías?, ¿cómo se lo reconocerías?
– Sepárate de tus miedos
Cuando el miedo aparezca, no lo ignores, no lo bloquees, no lo distraigas, haciendo como si no existiera, no, ¡deslígate de él!
¿Cómo podemos practicar esto? Cuando el miedo te invada:
Utiliza la técnica del mindfulness para que fluya y se marche. Esta técnica nos puede ayudar a reducir nuestros niveles de estrés diarios y a aprender a apreciar nuestra vida, en lugar de pasar por ella rápidamente y de puntillas.
– Perdónate a ti mismo
Para mejorar la autoestima, es fundamental aprender a perdonarnos por nuestros errores. La autocompasión está muy relacionada con el autoconcepto y consiste en tratarte con la misma empatía con la que tratarías a tu mejor amigo. Esto es, darte apoyo y ser comprensivo contigo mismo, en lugar de criticarte y juzgarte constantemente. Implica aprender a calmarte y reconfortarte para volver a intentarlo, en lugar de castigarte cada vez que cometes un error.
Redacción Instituto Draco
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Durante estas semanas se han viralizado varios videos que muestran estudiantes interrumpiendo las clases a distancia, aparecen en pijama, cortan el micrófono del profesor, haciendo ruidos molestos, hablan en paralelo con sus compañeros, dicen comentarios inapropiados sin darse cuenta que el micrófono está prendido, etc.
Sin duda que la disciplina es otro de los desafíos que la educación a distancia plantea a los docentes. ¿Estamos ante nuevos fenómenos o comportamientos, o solo se han trasladado antiguas actitudes al espacio virtual? Creo que la respuesta se inclina más hacia lo segundo, y probablemente los estudiantes que solían tener problemas de disciplina continúen con una actitud desafiante o irrespetuosa de las normas.
Hay aquí una gran oportunidad para reflexionar sobre la disciplina, revisar los reglamentos escolares y diseñar una estructura de normas que tengan más sentido y favorezcan en los estudiantes la autorregulación de sus comportamientos.
Las investigaciones en contextos escolares, de los autores de la Teoría de la Autodeterminación (Ryan y Deci) muestran que la internalización de valores y normas sociales es un proceso inherente a los seres humanos, que nos permite integrarnos a los grupos sociales relevantes. Esta internalización puede ocurrir más o menos eficazmente, dependiendo del grado de autonomía con que las personas logren incorporar las normas.
Es decir, cuando las personas integran una norma o valor social porque para ellas tiene sentido y es coherente con sus propios valores, creencias y necesidades.
Entonces los estudiantes que no cumplen las normas, claramente no las han internalizado. Pero tampoco hay una internalización adecuada cuando cumplen las normas sólo cuando los están vigilando. Imaginemos que un tercio o un cuarto de los ciudadanos no tuvieran internalizadas las normas del tránsito y sólo las cumplieran ante la presencia de un carabinero. El caos vial sería inmenso.
En algunas salas de clases se puede observar el caos que se produce cuando un alto porcentaje de los estudiantes no adhieren a las normas que se han establecido para una sana convivencia que facilite el aprendizaje. De un curso de treinta o cuarenta estudiantes si hay diez o incluso cinco que no respeten las normas, ya es un número significativo para generar un mal clima.
¿Y cómo se logra una adecuada internalización de normas, que facilite la autodisciplina?
Como Idea general está el poder ejercer una autoridad que promueve la autonomía más que el control. Para ello algunas ideas concretas que se ha visto que funcionan:
1º Las normas deben hacer sentido a quien debe cumplirlas, pero antes que nada a quien quiere hacerlas cumplir.
Lo primero que debiera hacer una autoridad, sean padres o profesores, es preguntarse ¿qué sentido tiene para ella la norma? A veces hay normas que se imponen por costumbre, otras que se exigen a los estudiantes pero la misma autoridad no las cumple. Si no somos capaces de dar razón o sentido a una norma, hay una merma en la autoridad frente a los estudiantes, y esto es especialmente notorio en la adolescencia.
2º Para entender cómo ayudar mejor a los estudiantes a internalizar normas, debemos ser capaces de tomar su perspectiva, entender lo que para ellos significa la norma. Y esto no tiene que ver con darles en el gusto, ni ser permisivos. Es una muestra de que de verdad nos importa la persona más que la norma en sí, pero además nos da luces sobre cómo ayudarle a encontrar un sentido a la norma. También permite un uso flexible de las normas, porque muchas veces los estudiantes no cumplen por un sentido de incompetencia para hacerlo. Por ejemplo, para los niños y niñas con déficit atencional es muy difícil la norma de permanecer sentados y en silencio durante un período largo de tiempo. Entonces, ¿cómo se aplica a ellos la norma? ¿Es justo exigirles eso, si no está en sus manos cumplir esa norma? ¿Podemos hacer un uso flexible de la misma, para su cumplimiento progresivo en el tiempo? Este punto requiere el poder tener un vínculo personal con los estudiantes, es decir las conversaciones uno a uno. Es difícil, si, pero a la larga el tiempo invertido en esas relaciones hará que el tiempo de clases sea mucho más efectivo, porque se ocupará en el aprendizaje y no en hacer callar o retar.
3º Tratar de diseñar las normas con los estudiantes es una estrategia que da muy buenos resultados. Esto lo puede hacer el profesor jefe, para todo el reglamento general; pero también cada profesor puede tener sus normas en su materia. Las personas somos capaces de adaptarnos a diferentes contextos y diferentes tipos de autoridad. Al involucrarlos, las normas ya no les serán ajenas. Lo que se ha visto es que cuando hay normas acordadas con los estudiantes hay menos resistencia a cumplirlas y se asumen las consecuencias de no cumplirlas con mayor responsabilidad.
Las escuelas han cambiado para siempre. Aunque volvamos a clases presenciales, probablemente por mucho tiempo la educación a distancia tendrá que seguir funcionando en paralelo. Muchos padres no mandarán a sus niños al colegio por temor, habrá períodos de cuarentena esporádicos, habrá que hacer turnos para la asistencia a clases, etc. Entonces ya es hora de empezar a pensar ¿qué tipo de escuela se quiere ser en este contexto?
Podemos seguir tratando de hacer lo mismo pero a distancia, o podemos aprovechar la oportunidad para construir algo mejor a lo que teníamos, manteniendo todo lo positivo, sin duda, y transformando aquello que no funcionaba del todo.
de AMA Consultora Parental
Articulo extraido de www.aprendizajesocioemocional.cl
Read moreEn tiempos en los que las coordenadas sociales y religiosas no definen claramente como debemos vivir, nos sentimos más libres, y por tanto podemos escribir el guión de nuestros pasos con la pluma soberana, pero también inestable, de nuestra propia mano. Gozamos de muchas opciones pero esto también nos causa mayor inseguridad. Ante este panorama, somos muchos los que buscamos alforjas, mentores, apoyos, vislumbres y, en fin, sabiduría para encarar las angustias e incertidumbres del vivir y, con suerte, acertar en el blanco de nuestra realización personal y de una vida que nos sea digna de ser vivida. Puesto que no elegimos las cartas que nos tocan, sí podremos al menos jugarlas a nuestra creativa manera.
Es en este contexto donde encuentran espacio y sentido las terapias y enfoques profesionales de ayuda, métodos de asesoramiento filosófico o existencial capaces de reconectarnos con un centro interior, a menudo olvidado por la espesura de nuestra cotidianidad. Es decir, técnicas que satisfacen la necesidad de sentirnos centrados, congruentes, reales, dignos, respetuosos con nosotros y con los demás y con la vida, orientados y con sentido, en lugar de perdidos en la velocidad y lo volátil de la modernidad, con su sequedad afectiva. Son técnicas también eficaces a la hora de desmadejar las enredadas tramas de nuestros afectos —el nudo gordiano de nuestras vidas— para que nos volvamos más alegres, más amorosos, más humanos y más íntegros, lo que no significa volvernos más débiles. Nietzsche, que fue un gran defensor de lo dionisiaco, habló de liberarnos del estadio del camello, con su joroba llena de obligaciones impuestas por valores ajenos, ya sean sociales o familiares, para pasar al estadio del león, en el cual podemos comenzar a hablar con nuestra verdadera voz y afirmar nuestra genuina voluntad, para desembocar luego en el bienaventurado estadio de niños, en el que recuperamos por fin la inocencia y la dulzura del corazón, y nos reencontramos con el placer de cooperar —nuestro verdadero paraíso perdido—.
Entre estas técnicas, Las Constelaciones Familiares han destacado e impactado fuertemente en la cultura y la praxis de la ayuda terapéutica, en esta última década, por su misterio, intensidad y eficacia. Como abordaje se enmarca en principios sistémicos, transgeneracionales y existenciales.
Joan Garriga
www.joangarriga.com/
Extraido de www.joangarriga.com
Read moreLa nueva investigación psicoanalítica demuestra cómo las necesidades y las emociones están conectadas.
Todos nacemos con necesidades que se sienten y se expresan como emociones. Aunque todos experimentamos sentimientos de deseo, miedo, apego y desesperación, una nueva investigación demuestra cómo estos sentimientos están conectados con nuestras necesidades más básicas:
-Necesitamos involucrarnos con el mundo. Esto se siente como curiosidad.
-Necesitamos parejas sexuales Esto se siente como lujuria.
-Necesitamos escapar de situaciones peligrosas. Esto es miedo.
-Necesitamos destruir a esas personas y cosas que se interponen entre nosotros y la satisfacción. Esto es rabia.
-Necesitamos unirnos a quienes nos cuidan. La separación de aquellos que nos cuidan puede inducirnos a sentir pánico y desesperación.
Si se desarrollan formas saludables de satisfacer estas necesidades el resultado sería una sensación de bienestar. Cuando no se satisfacen, puede resultar en intentos de conocerlos de maneras anticuadas que funcionaron cuando éramos niños pero que ahora son defectuosos e improductivos como adultos. Esto puede llevar al sufrimiento en nuestras vidas, en nuestras relaciones tanto profesionales como personales.
La BioEmoción puede ayudar a lograr un mejor control sobre nuestras emociones, relaciones más exitosas y una vida profesional más fructífera. En otras palabras, la BioEmoción nos permite desaprender las reacciones que afectan negativamente nuestras vidas y aprender las productivas.
Las emociones insoportables son causadas por necesidades no satisfechas. Por ejemplo:
Imagina un bebe que cuando sus padres salen de la habitación, llora desesperadamente. El bebé no tiene la capacidad de saber que volverán. Todo lo que sabe es que los necesita. Esta necesidad se expresa a través de un sentimiento de amor cuando están presentes y de la sensación de desesperación cuando no están. Todavía no ha adquirido la capacidad de comprender que volverán o la capacidad de auto-calmarse. Con el tiempo, el bebé finalmente descubre que cuando sus padres abandonan la habitación siempre regresan. Pero si los padres son personas poco fiables, negligentes o le desatienden por mucho tiempo, se refuerza el temor de que no vuelvan.
A medida que este niño va creciendo y se convierte en un adolescente, y si sus padres siguen siendo poco confiables, él hace frente a este rechazo alejándose y convenciéndose de que no los necesita. Convertido en un hombre de 40 años descubre que no puede mantener una relación romántica estable y ésto lo conduce a terapia. Cada vez que comienza a sentirse dependiente de otra persona importante, experimenta un intenso pánico y se distancia a sí mismo. Este comportamiento de distanciamiento, diseñado para protegerlo de la desesperación, finalmente lo conduce a una ruptura.
En este ejemplo, la necesidad de distanciarse de una persona importante vuelve a la necesidad y el miedo de perder a sus padres. Para evitar que eso suceda, deja la relación antes de que pueda tener lugar una verdadera dependencia. Con la BioEmoción la persona desaprende la respuesta automática de la dependencia, entre otras cosas.
El desafío es desaprender esa reacción predeterminada con la mente de un adulto. La mente adulta tiene la capacidad de comprender cosas que un niño pequeño no puede comprender. Una vez la persona es consciente de las creencias, o programas limitantes que tiene, es cuando podrá pasar a la acción y tomar las medidas necesarias para eliminarlas. Aquí es donde interviene la BioEmoción que está diseñada para abordar y ayudar a las personas a aprender a tolerar y canalizar los sentimientos dolorosos a medida que surgen, y a eliminar los bloqueos que causan los síntomas o enfermedades, buscando la emoción oculta (o inconsciente ) hasta sus comienzos, donde fue originalmente aprendida. Desde ese punto es cuando se puede tomar conciencia de por qué y para qué nos suceden las cosas que nos suceden y de esta manera buscar la solución o recurso para un mayor bienestar y calidad de vida.
Texto Psychology Today
Redacción Instituto Draco
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La manera en que respiras refleja tu estado mental ¡dime cómo respiras y te diré como piensas!
Por eso puedes utilizar la respiración consciente, para entrenar tu mente y manejar los pensamientos y emociones. Porque cada pensamiento y emoción es una forma de energía. Además se ha demostrado que oxigenar el cerebro mediante un incremento del ritmo respiratorio, tiene un efecto positivo ¿Sabías que algunas células de nuestro cuerpo pueden funcionar sin oxígeno durante un tiempo? En cambio, el cerebro no puede, de ningún modo, estar sin oxígeno.
Existen muchos informes neurocientíficos como el de la Dra. Sara Lazar de la Escuela de Medicina de Harvard, que han registrado un aumento de la creatividad y mayor claridad para pensar a través de las prácticas consistentes de meditación y atención plena.
Porque producen un aumento en la cantidad de materia gris en una zona la toma de decisiones y se liberan cierto tipo de neurotransmisores que provienen de todas partes del cuerpo, y hacen que el funcionamiento del organismo sea óptimo. Es decir que los neurocientíficos de Harvard afirman que la meditación no solo reduce el estrés, también moldea el cerebro. Tu cerebro evoluciona con la meditación.
La respiración consciente es un recurso para desactivar creencias limitantes y programar nuevos patrones emocionales y neuronales, reconociendo cuando estamos sosteniendo pensamientos y emociones que no son coherentes con nuestro bienestar, incluso los subconscientes, como el miedo, ira, ansiedad o tensión. Y tiene también un aspecto espiritual importante.
Al igual que la meditación, es considerada una técnica para expandir la mente a estados no ordinarios de consciencia desde los que puedes aumentar tu nivel de vibración energética.
En mi nuevo libro Entrena Tu Corazón, encuentras más contenidos sobre meditación, respiración consciente y evolución personal, junto a ejercicios prácticos para que pongas en acción día a día, y experimentando los resultados de entrenar tus emociones, ¡de recuperar el timón del estado de tu mente!
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No olvides escribirme para enviarme tu feedback sobre el libro.
Agustin Andrade
Autor y Comunicador
Extraido de www.institutodraco.com
Read moreParte I – ¿Qué son las Creencias Limitantes?
¿Cuantas veces hemos escuchado “este niño es muy vago” o bien “a Ana se le dan fatal las matemáticas”? O tal vez hayas tenido una mala experiencia en una piscina y ahora no quieras ni acercarte a ellas porque asocias piscina con peligro.
Las interpretaciones sobre nuestras experiencias en el pasado pueden haberse convertido en creencias que nos limitan en la edad adulta… ¡sin haberlas verificado ni revisado en momento alguno!
Sigue leyendo porque en este artículo encontrarás claves para entender de donde provienen y cómo sustituir estas convicciones que te impiden avanzar por otras más productivas.
¿Qué es una creencia?
Una creencia es algo que admitimos como verdadero sin haberlo verificado. Normalmente vienen del pasado, en ocasiones de la infancia y, como sería imposible verificar todo aquello que creemos, utilizamos generalizaciones. La educación que hemos recibido juega un papel determinante en relación con nuestras convicciones futuras.
Sin nuestras convicciones o creencias, la “realidad” sería como un queso gruyere, es decir, estaría llena de agujeros. Este tipo de ideas están muy enraizadas en nuestra mente, nos aportan seguridad y nos ofrecen una representación aparentemente sólida da la realidad.
Son las gafas que utilizamos para ver el mundo, si los cristales son oscuros o claros, nítidos o borrosos nos influirá, porque nuestro universo personal se basa en ese prisma. No es lo mismo ver el mundo bajo el cristal de la confianza que bajo el de la desconfianza y el temor constante, por ejemplo.
Según la antropología, en nuestro pasado remoto, las generalizaciones podían marcar la diferencia entre una larga vida o una muerte rápida. Si nuestros ancestros no hubieran identificado un león con peligro, hubieran durado poco. Sin embargo, en el siglo XXI nuestros miedos, válidos en situaciones que implicaban riesgo físico, ahora nos limitan en situaciones donde el riesgo solo es psicológico. Y nos limitan sin que lo sepamos porque actúan en un plano inferior a la conciencia, es decir, sin que nos demos cuenta.
Somos lo que creemos.
Nuestro cerebro recibe cada día una gran cantidad de información, para simplificar, tendemos a identificar cada experiencia con otras anteriores similares, con sensaciones, recuerdos… esta identificación elimina las características particulares de cada experiencia, así nos resulta mas fácil conectarla con un recuerdo.
Por ejemplo, si durante la infancia tuvimos una gran amiga americana, podríamos tender a pensar que las americanas son buenas amigas (todas en general) y cuando nos presenten a alguien de ese origen nuestra predisposición será muy positiva, eso lo detectará la otra persona y facilitará el crear una buena relación, con lo que nuestra creencia se reforzará.
El problema surge cuando relacionamos experiencias que solo tienen una parte en común y nos limitan.
Si en algún momento nos mordió un perro de raza doberman, podríamos pensar generalizando que esta raza de perro (o los perros en general) no son de fiar y extremaremos precauciones en el futuro, incluso podríamos llevar la generalización a todos los animales evitándolos, cuando la realidad es que un perro concreto y único fue quien nos mordió.
Ni que decir tiene que cuando un perro detecta nuestra incomodidad tiende a responder de forma poco amistosa.
De algún modo podemos decir que “creamos lo que creemos”. Nuestros comportamientos actúan sobre nuestras creencias y también al revés.
PARTE II: ¿Cómo eliminar creencias limitantes?
A continuación te presento un sistema de seis pasos para conseguirlo:
1.- Detección.
Una creencia no es buena o mala en sí misma. Todos convivimos innumerables convicciones, unas nos “empoderan” y otras nos limitan o crean interferencias entre nosotras y nuestros objetivos.
Se trata de detectar aquellas creencias que realmente nos impiden avanzar y deseemos cambiar.
Te habrás encontrado con algunas cuando dices cosas como “soy capaz de…” o “yo no puedo…” o bien “si fuera capaz de… podría…”.
¿Qué creencia sientes que te está limitando?
¿En qué te limita concretamente?
Divide una hoja de papel en tres columnas y anota en la primera una lista relacionando los perjuicios que te genera el pensar así.
2.- ¿Cómo se generó esa creencia?
Las creencias están basadas nuestra interpretación de hechos pasados. Intenta recordar la situación que le dio origen. Hacerlo te ayudará a darte cuenta de que sí, puede tener una base real (o tal vez no), pero no por ello debe bloquear tu presente porque se refiere a un hecho concreto.
3.- Identifica qué beneficios te aporta.
Lo creamos o no, toda creencia nos aporta algún tipo de beneficio, consciente o inconscientemente. Al principio es difícil darse cuenta de ellos, pero si profundizas los encontrarás.
Hace un par de semanas, en una sesión de coaching una clienta me comentaba que quería armonizar su vida profesional con la personal y empezamos a trabajar en los horarios de trabajo que se marcaba. Me decía que no era capaz de salir de la oficina antes de las diez de la noche si no había dejado absolutamente todos los asuntos resueltos, y eso ocurría casi a diario. Cuando empezamos a profundizar, se dio cuenta de que con esa creencia obtenía a cambio el reconocimiento de su jefe y la preocupación cariñosa de su madre y de su pareja, en realidad le encantaba recibir ese tipo de atención. Se quedó perpleja cuando asoció un extremo con el otro.
Ocurre algo curioso y es que muchas personas están de algún modo “enganchadas” a los beneficios de la creencia. Que por un lado las limita pero por otro les aporta beneficios que valoran.
Toma de nuevo la hoja de papel y anota en la segunda columna los beneficios de tal creencia.
4.- ¿Qué pasaría si esa creencia no existiera?
Imagínate sin tu creencia, siendo libre.
¿Cómo sería tu vida?
¿Qué beneficios obtendrías? Pueden ser de tipo económico, social, bienestar personal y familiar, promoción profesional…
Visualízate.
Si, por ejemplo, tienes miedo a hablar en público, imagínate ante un auditorio con personas escuchando atentamente lo que tienes que decirles.
Recréate en esa idea. ¿Cómo te hace sentir?
Por último, escribe en la tercera columna con qué nuevo escenario te encontrarías si te liberaras de la creencia.
5.- Haz balance y decide.
Ahora toca valorar, analiza cuidadosamente lo que has escrito.
¿Qué columna pesa mas para ti, la primera o la segunda?
Es importante que entiendas de forma clara la situación para poder tomar una decisión consciente. Llevas mucho tiempo “dejándote llevar” sin tomar las riendas en este asunto.
Es una decisión difícil que debe ser tomada desde la responsabilidad y el compromiso contigo mismo porque, en cualquier caso, tú decides.
6.- Primeros pasos.
Si has tomado la decisión de dejar atrás la creencia limitante piensa:
¿Cuál es el primer paso que puedes dar?
¿Por qué nuevo hábito positivo puedes sustituir la vieja creencia limitante?
Te propongo algo, haz la prueba de implementar el nuevo hábito por un tiempo, por ejemplo, un mes, y después valora los avances que has realizado en ese período.
Salir de la zona de confort siempre cuesta, pero es el único modo de avanzar. Con comodidad no hay avance.
Visualiza de vez en cuando en los beneficios que tendrás cuando dejes atrás esa vieja forma de pensar ¿Verdad que vale la pena el esfuerzo?
Las creencias son un verdadero freno en nuestras vidas tanto a nivel personal como profesional. Si necesitas ayuda adicional, pídela.
Recuerda que eres dueñ@ de tu vida. Convierte tu libertad en valor.
Isabel Gómez, es Mentora y Coach Profesional en www.isabelgomezl.com .
Licenciada en Ciencias del Trabajo, Master en Marketing, MBA y Emprendedora vocacional.
Isabel ayuda a profesionales que se encuentran estancados o insatisfechos y desean dar un paso adelante en su carrera desarrollando sus competencias profesionales. Si deseas recibir su ayuda personalizada, solicita una sesión estratégica aquí http://www.isabelgomezl.com/trabaja-conmigo/
Read moreNuestro cerebro fue ajustado para cierto nivel de experiencia, la que creemos posible para nosotros. Esto ocurre desde niños, incluso sin que nos demos cuenta, y también sostenemos limitaciones y esquemas inconscientes que heredamos del entorno familiar.
Por eso es fundamental mantenernos alertas y presentes cuando observamos que estamos sosteniendo una actitud limitante, un patrón negativo, excusas, fantasías asociadas al miedo; y volvamos a enfocar la atención hacia lo que realmente queremos.
Las creencias primarias revelan la manera como respondemos a las primeras experiencias de vida, y se vuelven una regla para lo que nos ocurre después. No aparecen por casualidad: están basados en premisas y deducciones que en el momento nos parecen lógicas; incluso necesitamos creerlo para confirmar quienes somos o cómo son las cosas, ya que a nuestra mente le gusta tener razón. Es decir que las creencias se refuerzan, y una vez que hemos llegado a una conclusión sobre nosotros mismos tendemos a buscar evidencias que nos ¨confirmen¨ que es así, y a descartar cualquier idea que vaya en contra.
De la misma forma si creemos una idea que es coherente con nuestro Bienestar, tendremos una experiencia positiva que también se refuerza.
Estar alerta a los pensamientos, es un entrenamiento mental. Estando alerta, podemos tomar consciencia de lo que a veces nos decimos muy sutilmente, de los pensamientos detrás de pensamientos, de la historia que se esconde detrás de la historia, ¡esa ilusión que hay debajo de la punta del iceberg! Al darnos cuenta de cómo las creencias dirigen nuestras experiencias, tanto personales como colectivas, podemos comenzar a elegir qué ideas conscientemente sostenemos ya que la mente precisa de creencias, y de acuerdo a la percepción que tenemos sobre toda cosa y persona, es el tipo de relación que sostenemos con ella.
Generalmente cuando experimentamos un conflicto en cualquier aspecto de nuestra vida, esto es producto de la oposición entre un deseo consciente y una creencia o regla subconsciente. Deseamos una cosa o realizar algo, pero inconscientemente creemos lo contrario, o sostenemos una regla con la que nos privamos de ello.
Es como cuando una empresa contrata un nuevo CEO, que trae ideas diferentes y recursos para la evolución de la organización, y los operarios que llevan muchos años haciendo las cosas de la vieja forma, están ¨seguros¨ de que esa la única manera de hacer las cosas. Creen tener razón, por más que no alcancen los objetivos propuestos y el fallo esté a la vista en los resultados. Y se resisten al cambio, a aplicar la estrategia del nuevo CEO porque ¨hace años que vienen trabajando así, ya están grandes para cambiar¨.
Es simple. Cuando nos sentimos ¨atascados¨, hay una idea limitante para desactivar. Para hacerlo podemos empezar por preguntarnos:
¿Qué pienso acerca de esta situación?
¿Cómo me siento al pensar en esta situación?
¿Qué emoción/es se presentan?
¿Qué ¨recompensas¨ obtengo de mantener esta situación tal como está?
¿En qué ganaría si elijo tomar responsabilidad del cambio?
¿Qué puedo hacer hoy, dónde estoy y con los recursos que tengo para dar el primer paso?
Experimentar la prosperidad que merecemos, no sólo se trata de pensar en positivo, sino de creer en un nivel emocional profundo, es decir, tener certeza. En este sentido si esperamos no cometer errores, ya estamos en el primer error. Si estamos atentos esos errores pueden convertirse en valiosas lecciones de aprendizaje que nos llevan a dar un salto en nuestra evolución personal. No miremos a las equivocaciones como algo a evitar, sino más bien como oportunidades, en las que cuanto más aprendamos y más rápido lo hagamos, más simple será entonces encontrar la manera acertada de hacerlo. Muchas veces, las mejores cosas, suceden cuando persistimos, y trascendemos los primeros obstáculos.
Según la forma en que percibimos una situación, es decir el enfoque que le damos, la vemos como un problema, o como una lección de riqueza.
Del nuevo libro Entrena Tu Corazón.
Agustin Andrade
Autor y Comunicador
www.agustinandrade.com
Articulo extraido de www.InstitutoDraco.com
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