Un Grito de Ayuda de la Naturaleza

No comparto la opinión de los pesimistas, de quienes ven enemigos y confabulaciones en todas partes, de aquellos intrínsecamente desconfiados y negativos, de los quejumbrosos, de quienes temen salir de su zona de pseudo-confort, de los que se centran en sus debilidades y arrastran culpas sin resolverlas, de aquellos que no perdonan y viven con rencores, de los que culpan al resto y no poseen autocrítica, de quienes no viven el presente y sólo en las inseguridades del futuro, de aquellos que se preocupan del “que dirán”…, de que estemos frente a una ignición intencional de proliferar el Coronavirus por parte del Hombre.

Por el contrario, pienso que es una reacción de la propia naturaleza, para que de pronto el mundo se detenga y muchos tengamos la oportunidad de comenzar a repensar nuestra vida, descubrir nuevos lados en nosotros mismos, tomar decisiones difíciles y lidiar con los miedos… Ello, independiente de los infaltables y aún numerosos irresponsables e inconscientes que abundan coludidos con su ignorancia y egoísmo. Sin embargo y por el contrario, parece ser que crecen a paso agigantado los despertares de consciencia, la compasión sincera y el sentido de cooperación y solidaridad.  Sí, estamos comenzando a presenciar muy nítidamente lo mejor y lo peor de los seres humanos y esta pandemia es el cristal que lo facilita.

De pronto, se vuelven importantes las cosas que hemos dado por sentado por mucho tiempo, entre ellos, comenzamos a extrañar la cercanía física con las personas, los contactos sociales, el privilegio de moverse libremente, los viajes, la vida sin u otras preocupaciones, la seguridad financiera donde ya existía y la “normalidad”…, aunque muchos ya vivíamos en un estado de anormalidad social destructiva. Probablemente, este efecto viral no será por sólo dos o tres semanas y su alcance real hoy es bastante impredecible.

¿Hay alguna razón por la cual todo está al revés? ¿Es un grito de ayuda de la naturaleza que necesita un descanso de nosotros? ¿Hemos perdido el valor de la vida y se trata de un recordatorio de la importancia de nuestras vidas?

En esta situación excepcional, tenemos la tremenda oportunidad de conocernos mejor y de ser un poco “mejores”, establecer prioridades de manera diferente, tratar a nuestros semejantes con respeto y amor y, en el mejor de los casos, volver a rescatar esos tiempos en los que “el otro” poseía un sitial más alto, por encima del hoy dominante Narciso, símbolo del sueño de los sentidos en el cual el Ego se sumerge y nos hipnotiza, generando fantasías y un alto centrismo en nosotros mismos. Asimismo, nuestro planeta descansa de tantos factores que lo han sobrecargado por décadas…

 

Ricardo Gevert – Adm. Industrial

www.gevert.com

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Chequeo Sexual

Siempre me he preguntado qué pasaría si las parejas que están en planes de casarse pasaran por unas charlas de sexualidad. Así como van a las charlas matrimoniales de las iglesias, puedan asistir con una psicóloga sexóloga a charlas que se enfoquen única y exclusivamente en la vida sexual de ambos.

Y no es que se me ocurra porque sí, sino que porque con el tiempo uno empieza a ver que el anhelo de toda pareja es volver a tener la vida sexual que tuvieron los primeros meses de la relación. Pero la realidad es que con el tiempo y la costumbre de estar con el otro, la novedad se va perdiendo y con ella el deseo sexual.

Y este es el primer punto crítico, que si pudiera decir un número estimado les pasa al 90% de las parejas alrededor del sexto mes de estar viviendo juntos. Los primeros meses quedan con el efecto de la luna de miel que se prolonga por un tiempo antes de que afloren problemas que muchas veces venían arrastrando hace un tiempo pero que nadie quiso mencionarlos.

Lo mejor que nos puede pasar a los terapeutas de pareja es que llegue la pareja en este punto, porque recibimos a dos personas que se aman, que no han perdido el tacto, que quieren solucionar algo pero no saben cómo hacerlo y han pedido ayuda a un tercero que pueda guiarlos. Este tipo de parejas no está más de 10 sesiones para lograr entender lo que está pasando y comenzar hacer algo para cambiar la situación. Por lo general ambos colaboran tanto en la interpretación como en la reflexión del problema y tienen sus egos relativamente controlados.

Otras veces (lamentablemente la mayoría) nos enfrentamos a parejas que llevan años en crisis, parejas que no han logrado enfrentar la situación con las herramientas que cada uno tiene. Mujeres y hombres que se defienden detrás de un poderoso ego, que cada vez parece menos penetrable, que defiende con uñas y dientes a su amo. Son parejas que llevan mucho tiempo de discusiones y peleas sin resolución, personas muy dañadas, desilusionadas, frustradas, que muchas veces están enamoradas pero el conflicto es tan potente que se rinden y ceden fácilmente a las discusiones.

Acá es donde uno como terapeuta se agarra la cabeza y nos preguntamos “¿por qué no vinieron antes?”. Porque hay que esperar a estar críticos para pedir ayuda a un tercero, sobre todo en la salud mental. A veces pasa que nos duele un diente y no hacemos nada hasta que el dolor no me deja respirar tranquila, ahí recién pido hora al dentista y es demasiado tarde, hay que sacar el diente y hacer un implante. Otras veces tenemos síntomas físicos que no son tan molestos por lo que hacemos oídos sordos, y llega el minuto en que también es demasiado tarde y nos descubren un cáncer.

No quiero ser trágica pero es la realidad a la que nos enfrentamos. Y un problema de pareja muchas veces puede ser como un cáncer que arrastramos para todas partes. Y tal como en la enfermedad, no sufre sólo quien lo padece sino que el entorno completo. Es por esto que aprender a hacernos cargos de nuestras dificultades como pareja debería ser una de nuestras prioridades. Tener la suficiente madurez y altura de mira para decir “mi amor, esto nos está superando” es lo más sano. Porque de lo contrario ocurren eventos que ponen en riesgo un compromiso mayor, y estoy hablando de las infidelidades.

Algo pasa con los seres humanos que no somos capaces de enfrentar los problemas en su momento y al hacernos los locos, no nos damos cuenta que estamos mirando para otro lado, porque no queremos ver el problema. Y mi marido o mi señora son los representantes de ese problema, por eso es que evito verlo/a y poco a poco me empiezo a desconectar de la única persona con la que debería estar más conectado. Si en este tiempo aparece un tercero, que escucha, contiene, es cercano y además atractivo físicamente, las posibilidades de ser infiel son cada vez más grandes.

Y esto es lo que a mí me gustaría evitar, no sólo como terapeuta y mujer, sino que como sociedad. Porque uno de los sufrimientos más grandes que puede atravesar una pareja (después de la muerte de un hijo) es la desilusión del matrimonio. La impotencia de que el otro nunca dijo algo, de que yo nunca lo vi venir, de que la relación aparentemente estaba bien, pero en la profundidad ocurrían desencuentros que no eran hablados, sobretodo relacionados a la sexualidad.

Como una abanderada del amor, de las buenas relaciones y el buen sexo propongo que toda pareja que esté tomando la decisión de tener un hijo, casarse o convivir, pueda y se atreva a pasar por un terapeuta de pareja con manejo en sexología. Hablar de lo que nadie te habla, atreverse a preguntar y decir lo que siento respecto de la sexualidad en general, no estoy hablando sólo del sexo propiamente tal, sino que me refiero a la intimidad de una pareja.

Porque no hay nada más rico en la vida que tener una buena relación, amar y sentirse amado, excitarse, querer tener relaciones, querer dar y recibir sexo oral, querer trabajar en mi relación cada día de la vida, porque nada es para siempre. Firmar un papel, tener un hijo en común, ser socios en una empresa, nada te garantiza el amor. Como siempre digo, la pareja y la familia son la empresa más importante,  a las que le deberías dedicar tiempo de calidad y un cheque anual por lo menos.

Si vives en otra ciudad y necesitas que te recomiende un psicólogo de pareja me puedes buscar en mi Instagram @hoymetoca ahí salen todos mis datos o nos escribes por la página web de Centro Al Alma.

 

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2020: QUE TU META SEA EL OTRO

Se viene el ansiado fin de año, las vacaciones tan esperadas, la posibilidad de poner pausa para volver a tomar las energías necesarias, conectarnos con eso que queremos y las personas que nos rodean y amamos. Aparece una luz de esperanza en este ajetreado y terremoteado 2019. Una luz para poder cambiar, crecer y alcanzar todo eso que queremos para el próximo año 2020.

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Que importante es poder analizar y reflexionar en este periodo de tiempo. No podemos quedarnos ajenos a mirar y mirarnos en este año que esta por pasar. Cada uno de nosotros, sin duda, ha crecido o ha dejado cosas por hacer, en esa interminable lista de pendientes. Además, cerramos un año distinto para todos, un 2019 que en los últimos meses ha estado cargado de mensajes, de movimiento interno y de violencia extrema. Esta época nos deja un sabor amargo, una mirada de la sociedad y del mundo distinta. Al menos para mi, ha sido difícil y duro reconocer como de esta crisis salió lo más sombrío del ser humano: el juicio, la agresión, la prepotencia, el insulto, la polarización…. humanos deshumanizados. ¿Dónde quedó la oportunidad de aprendizaje, esa que nos regala cada crisis?.

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Al menos creo o quiero creer que estos meses han estado cargados de cuestionamientos, tocando a ratos el abismo de la incertidumbre, esa que nos permite conectarnos, aprender y mirar el futuro con esperanza. Este fin de año, aunque duro, nos deja la oportunidad de cuestionarnos al menos, como estamos aportando a este mundo. ¿Cuál es el granito de arena que regalo día a día? ¿Cuál es mi huella? ¿Cómo quiero sumar en esta sociedad que me necesita? ¿Qué quiero dejarle a mis hijos, amigos o pareja como aprendizaje?.

Este año más que nunca necesitamos detenernos, mirarnos a nosotros mismos para poder detenernos en el otro. Se viene una navidad distinta, en la cual por primera vez tenemos la oportunidad de volcarla a la reflexión y no a la locura de las compras para cumplir con regalos. Hoy tenemos la ocasión de dejar lo accesorio para optar por celebrar y vivir esta fecha de una manera distinta: poniendo toda nuestra energía en el vínculo y la conexión con el otro que quiero.

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La violencia descarnada de estos meses nos ha hecho a casi todos parar y reflexionar, o al menos eso espero y sueño que haya pasado. Esta crisis nos ha dado la posibilidad (si la hemos aprovechado) de mirar al del lado. De echar un vistazo a ese otro como una persona íntegra que necesita de nuestra mirada, sonrisa y saludo. Dignidad es lo que todos pedimos y eso no ocurrirá si no logramos detenernos en el otro. Porque un trato justo, digno y respetuoso, parte porque cada uno de nosotros ponga como meta al otro en su camino.

Hemos hablado mucho de la empatía en estos días y la verdad es que siento que ese es el mejor regalo que podemos darle al mundo y a nosotros mismos en esta navidad, y en este tan esperado fin de año. Que nuestra meta sea el otro, significa que por un momento puedo parar de mirarme a mí, para poder encontrarlo a él y sus necesidades. Solo así podemos soñar con ser mejores personas. Como me dijo un papá hoy en la entrega de premios de sus hijos “no me importan las notas o los resultados, solo me importa que mis hijos sean buenas personas”. ¿No debería ser lo que todos queremos para nosotros mismos y para todo aquél que nos rodea? ¿Ser buenas personas? Que esperanzador sería que todos lucháramos por esa meta. No soñemos con que nuestros hijos solo “sean felices” y tampoco esperemos solo esa “felicidad” para nosotros mismos, soñemos más alto, caminemos más profundo, intentemos ser BUENAS PERSONAS….y para construirnos en buenas personas es vital mirar, reconocer y detenerse en el otro.

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A ratos nos quedamos tan fijados en nuestras propias metas finales o en los resultados que obtuvimos, que nos olvidamos del camino recorrido. Olvidamos evaluar y mirar si en ese camino logramos ser humildes, respetuosos, cariñosos, generosos y más humanos, con nosotros mismos y con todos aquellos que me rodean en mi día a día. Ser mejores personas implica dejar de mirarnos el ombligo y entregarnos al otro, con la libertad y la certeza de que ese es el único y mejor camino.

Solo sueño que en este camino recorrido del 2019, no olvidemos revisar y mirar cómo queremos seguir nuestro próximo año, porque si queremos que este sea diferente no podemos dejar de detenernos, de mirar y reflexionar que necesitamos cambiar para llegar a eso que soñamos como personas y como sociedad.

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Mi invitación hoy, es hacer ese viaje hacia el interior para poder desde ahí, volcar nuestra mirada hacia el exterior, hacia ese otro que nos necesita, que nos mira y que espera un trato digno, respetuoso, justo y cariñoso de nosotros.

Por un 2020 distinto, por una navidad centrada en la reflexión, por un cambio en la manera de conectarnos: volquemos nuestra energía hacia el exterior, hacia el otro….hacia el AMOR.

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

 

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El pecado de sentirnos buenos

America latina entera está en un proceso que creo, no tiene retorno. Estamos invitados y mandatados a cambiar estructuras sociales que devuelvan o entreguen por primera vez, creo que eso es más exacto, la dignidad a todos y todas y esto no sea un privilegio de unos pocos.

A mi nadie me ha regalado nada en la vida, pero si tuve la posibilidad de trabajar y estudiar para llegar a ser psicóloga . De ahí en adelante, solo ha sido esfuerzo y mucho sacrificio para escuchar hacia dónde me ha llevado la vida. Obviamente me siento privilegiada, pero eso no me impide ver en mis caminatas las injusticias y el dolor de muchos por demasiados años.

Sin embargo está apareciendo un fenómeno que me preocupa y es que frente a este estallido social, aparece al mostrarse distintas realidades, la solidaridad del ser humano y eso va desde el ámbito laboral hasta el familiar, donde hemos visto estos días como a través de la televisión aparece gente buena ayudando a adultos mayores, enfermos etc.

La bondad es una virtud escasa en estos tiempos y muy necesaria de desarrollar, pero no soluciona el problema.
Aquí no se necesita sólo gente solidaria que desde la bondad “ ayude” a los demás, se necesita un cambio de mirada y de estructura que lleve a entender y sentir que los cambios son en la base y de dos principios que hoy se gritan en todas las esquinas: justicia y dignidad.

Es una invitación a mirarnos de verdad como iguales, que recibir un sueldo justo y beneficios sociales para los que lo necesitan es justicia y no solo bondad.

Me preocupa esa exquisita sensación que produce en el alma, el sentirme bueno o buena porque “ ayudo” , sin entender que esa colaboración no es suficiente, sino hay una profunda transformación en él como nos vemos como sociedad.

El sentirnos buenos, nos coloca en un extremo frente a los llamados “malos”, y ya he dicho muchas veces lo mal que nos hace el pensamiento binario en nuestras vidas.

El sentirnos buenos, nos deja quietos, tranquilos y sin ganas de modificar cosas de fondo, el sentirnos así nos paraliza, a no querer o no poder mirar al otro como un otro, en el que si yo estoy bien, todos los que están a mi alrededor debieran estarlo conmigo por convicción y no solo por bondad. Esta última, produce en el fondo del alma una sensación de jerarquía frente al que se le da, que genera más sensación de verticalidad social.

El estado no puede descansar como lo ha hecho con la Teletón en la bondad de un pueblo.

Cuantos bingos, fiestas y completadas se hacen para hacer tratamientos que debieran ser cubiertos por el gobierno de turno y no estar solo supeditados a la ayuda solidaria de muchos, que nos hace bien, pero que no soluciona el problema.

Dentro de los desafíos a los que estamos invitados en estos tiempos es a salir de la comodidad que da la bondad y raspar nuestra alma para un convencimiento más profundo de justicia y equidad. Que lo que tengo para mi, lo debieran tener la mayoría de las personas y si la vida me coloca en lugar de carencia, espero lo mismo de los que están pasando un buen momento.

Todo lo que se da se devuelve, es un principio básico espiritual y no religioso que debiera gobernar nuestra forma de ser y actuar y que debemos tratar a los otros como nos gustaría que nos traten. Si esto hubiese estado claro, esta crisis no estaría ocurriendo.

Por eso es que la bondad puede ser condición necesaria y no suficiente para La Paz social y la dignidad de las personas.

Requiere una nueva definición de trato y de respeto que tenga a la empatía como centro.
Cuidado con creernos solo buenos, sin cambiar la mirada de fondo.

 

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Crisis de Incertidumbre ante la falta de Confianza

La desconfianza se hizo presente con fuerza en este país y con justa razón. Este llamado ha sido profundo y no creo que existan muchos desacuerdos en este sentido, se notó la unión de Chile por esta pedida transversal. Sin embargo las marchas y el caos generado nos ha llevado en corto plazo a la inestabilidad para muchos chilenos que día a día mantienen sus negocios funcionando ya sean emprendedores, microempresarios, prestadores de servicios etc. El golpe se sintió de inmediato, de forma bastante transversal.

En poco tiempo muchos chilenos cayeron en la incertidumbre total. ¿Que es la incertidumbre? Una situación de desconocimiento que se tiene acerca de lo que sucederá en el futuro. Una mezcla no fácil de abordar, una mezcla peligrosa que genera inestabilidad psicológica.

La incertidumbre es algo que siempre va a estar presente en la vida de las personas. La incertidumbre provoca emociones primarias en las personas. Cada quién en incertidumbre se conecta con sus miedos y actúa más ligado a emociones que son menos procesadas por la razón ya que apuntan a la sobrevivencia. Sálvese quien pueda y como pueda!

Ante estas situaciones aparecen las virtudes individuales, las personas más virtuosas en tiempos de incertidumbre, no dejarán de ser honestas, no prometerán cosas que no se pueden cumplir y a la vez serán capaces de manera mesurada y templada de liderar con el ejemplo y la dedicación que requiere el crear un mejor futuro para todos, en eso debiéramos estar enfocados ahora. Esa es nuestra problemática actual. ¿Quienes serán los virtuosos que nos sacan de este problema si ya dejamos de confiar en las promesas estos 30 años?

Ahora por el bien de todos nosotros como país, la invitación es a confiar en que el cambio se realizará, necesitamos hacerlo entre todos y todos debemos velar porque así sea, esa es la forma de avanzar, si la incertidumbre y la desconfianza se apoderan de nosotros, es difícil que encontremos la salida.

Nuestra mente prefiere la certeza aunque sea de noticias malas, a la incertidumbre de una posible noticia positiva.

Creo que podemos ser un ejemplo de democracia que crece, escucha y se desarrolla, creo que todos debemos aportar y sobretodo pido a los líderes empresariales, de las comunicaciones y de gobierno que hagan una reflexión profunda. También mi llamado es a todos los chilenos a revisar sus conductas y a poner de su parte para hacer un Chile justo para todos.

Nuestros jóvenes siento que no tienen el espacio para aportar como les gustaría, no los hemos escuchado ni tenemos los espacios para incorporarlos a trabajar considerando las nuevas condiciones que proponen, por eso hay muchos en sus casas sin saber como pueden aportar a este país que los necesita para construir un Chile con todos.

Cuándo uno de nosotros roba, daña. Cuándo uno evade, daña. Cuándo no me impongo porque cambiarían los beneficios del gobierno para mi, daño. Cuándo trabajo en instituciones públicas apernado 30 años sin hacer bien mi trabajo, daño. Cuando no me educo de forma permanente, leyendo, informándome, investigando, daño. Este afán del chileno de creer que es vivo y ser vivo es de choros, daña. Nos daña a todos como sociedad.

Esto ya no se trata de maquillaje y aspirinas se trata de conversaciones respecto a lo virtuosos que queremos ser como sociedad y creo que la brecha acá es enorme.

 

florencia_vargasFlorencia Vargas Schmauk

Conoce más de Florencia AQUI

Psicóloga U Andes

 

 

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CHILE DESPERTÓ: LA OPORTUNIDAD DE UNA LUZ EN LA SOMBRA

Ha sido una semana extremadamente dura de digerir, de mirar y de vivir. Cargada de emociones difíciles como la angustia, la tristeza, la rabia, la incertidumbre y el miedo. Una semana con un tinte oscuro que no conocíamos. Porque si bien conocimos y vivimos un terremoto el 27/F que nos hizo reconstruir un país en el suelo, no conocíamos como se sentía un terremoto social. Una crisis en donde lo que se destruyó, fue destruido por nosotros mismos y donde lo que hay que reconstruir hoy es mucho más profundo que casas caídas, porque hoy la reconstrucción nos incluye a nosotros como personas formando un país distinto.

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Hoy necesitamos reconstruir lazos, detenernos a reflexionar y mirar al otro. Necesitamos lograr mirarnos como los seres humanos imperfectos que somos para actuar desde el respeto y amor al otro aún en su imperfección. Necesitamos aprender y buscar mayor equidad, justicia, cariño, amor, respeto, humildad y empatía…..pero sin destruirnos entre nosotros.  Respetar la mirada distinta del otro y poder compartir lo que nos hace crecer, no lo que nos violenta. El odio genera más odio, la violencia más violencia, la intolerancia más intolerancia….y esta semana ha sido una semana cargada y desbordada de imágenes y mensajes que muestran nuestra peor cara.

Los últimos días han sido una invasión de imágenes violentas, de mensajes deshumanizados, de peleas políticas, de escuchar con ira lo que el otro piensa, de ver mensajes y audios que generan pánico, de miradas polarizadas cargadas de odio. Como en toda crisis hemos podido ver la luz y la sombra. La luz de un pueblo que se une por ser mejor, más justo, más unido y equitativo, y al mismo tiempo la sombra de ver como en la necesidad de gritarlo tan fuerte para ser escuchados, nos encontramos con una violencia extrema que sin darnos cuenta nos daña profundamente.

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¿Como podemos digerir todo esto? ¿Como podemos seguir adelante? ¿Como seguimos conviviendo con la angustia, el miedo a la incertidumbre y la frustración al no ver cambios concretos?.  ¿Por dónde empezamos?.

  1. Reconocer y aceptar nuestras emociones: No podemos negar nuestras emociones, parte de vivir la crisis como una oportunidad, viene de poder abrazar esas emociones que nos nos gusta sentir, para reconocerlas y que ellas mismas nos impulsen a hacer un cambio. No escondamos nuestros sentimientos debajo de la alfombra, mirémoslos y dejemos que nos remueva esta crisis, que solo así podremos hacernos cargo. No podemos olvidarnos que estar expuestos a un estado de alerta provoca en nosotros cambios: síntomas, cansancio extremo irritabilidad, hostilidad, rabia, pena. Tenemos que hacernos cargo de ellos si queremos realmente sanarnos, para poder sanar al otro y finalmente sanarnos como sociedad.
  2. Reflexión: démosle un sentido a esta crisis, para que realmente aprendamos de ella y sea una oportunidad de crecimiento tanto personal como grupal. No puede ser que de la sombra no nazca la luz y la union. Nuestros hijos, amigos, padres, compañeros de trabajo y nosotros mismos tenemos que comenzar a vivir con más empatía y más consciencia social. Si esto no te remueve ¿entonces que?. No sigamos esperando catástrofes para reflexionar y movernos al cambio.protesta1
  3. Empatía: logremos mirar más allá de nuestro metro cuadrado. Miremos el sufrimiento o dificultades por las que pasa todo aquél que me rodea en la vida. Solo así lograremos reflexionar y digerir todo lo que ha ocurrido. Necesitamos urgentemente que aparezca la empatía y la mirada genuina y generosa hacia el otro. La empatía sana.
  4. Actos de bondad: sueño con que no necesitáramos ser removidos para ser solidarios. Podemos ser solidarios todos los días, y sostenerlo en el tiempo, no solo porque esto hace feliz, ayuda al otro y ayuda a construir una sociedad  más altruista, sino porque también nos permite mejorar aunque sea con un granito de arena la vida de otro ser humano, esa debería ser razón suficiente. Esta comprobado que una de las cosas que más alimentan nuestro bienestar emocional es darse a otro de manera gratuita. La bondad indudablemente sana al otro, a nuestra comunidad y a nosotros mismos. No perdamos esta oportunidad en esta pasada.
  5. Mirar nuestras necesidades y pedir ayuda si lo necesito: para poder ayudar al otro necesito estar bien emocionalmente, es hoy donde necesitamos también velar por nuestro autocuidado. Si no logro cuidarme y mirar que es lo que necesito para estarlo….cuidar al otro, empatizar, reflexionar y hacer actos de bondad será imposible. Mirarnos en nuestras necesidades significa saber que es lo que me hace bien y mantenerlo: ir a la plaza con mi hija, escuchar música, no ver tanto las noticias, estar menos conectada en redes sociales para estar más conectada con el que me rodea, hacer deporte, dormir las horas que necesito, etc. Si somos capaces de mantener lo que nos hace sentir bien, seremos capaces de tener la generosidad de ver al otro y salir a su encuentro.

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De esta crisis NO podemos NO salir fortalecidos…al menos ese es mi sueño. Lo que si necesitamos tener claro, es que esto solo ocurrirá en la medida que seamos capaces de decantar y reflexionar esta avalancha de información, para que podamos abrazar el sufrimiento que esto nos ha provocado a TODOS. Solo desde ahí podremos prepararnos para una cambio más profundo y constante en el tiempo. No aprendamos a ser empáticos para luego olvidarnos, no aprendamos a valorar lo que somos para luego mirarnos en menos, no aprendamos a escucharnos para luego hacer oídos sordos a las necesidades del otro, no aprendamos a amar para después odiar de nuevo. Porque si solo aprendemos por un momento, nada de esto habrá valido la pena. Que esto cuente  y sea significativo en nuestras vidas y en la de nuestros hijos o de aquellos que nos rodean. Que todo lo que estamos viendo y viviendo logre  generar una cambio profundo y sostenido en el tiempo. Si nosotros cambiamos, entonces los que me rodean cambian y podemos soñar por un Chile mejor y más justo.  Porque finalmente eso es construir comunidad, sociedad y país. ¡Chile con más luz y paz lo hacemos todos!.

María José Lacámara – Conoce más AQUI

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Tiempos de violencia social ¿cómo afecta a nuestros hijos? ¿qué podemos hacer?

Como padres, tratar de entender y acompañar a nuestros hijos en las distintas etapas de su desarrollo es normalmente un reto, pero en situaciones de conflicto social, donde la violencia y la angustia se vuelven cotidianas, llenan las calles y se cuelan en nuestras casas, ser padres y madres es mucho más dificil y más importante. En estos momentos de alta conflictividad social, nuestros niños necesitan un apoyo especial.

El ambiente se ha cargado de tensión. Los adultos estamos llenos de ansiedad debido a la violencia, la inseguridad, la escasez, la incertidumbre… la rutina diaria se ha visto interrumpida y nos cuesta mantener la calma. Todo esto es captado por nuestros hijos que nos conocen y que, aunque quizás no entienden qué es lo que está pasando, se dan cuenta de que algo no está bien. Los niños son como esponjas, absorben lo que sucede a su alrededor y eso les afecta.

Los padres y madres tenemos muchas dudas, ¿debemos explicarles a los niños lo que pasa?, ¿cuándo y cómo debemos hablar con ellos?, está más malcriada ¿la debo consentir?, no se separa de mí ¿qué hago? …

Algunos niños o sus familiares han sido víctimas directas de la violencia mientras otros la viven indirectamente a través de los adultos que los rodean, de sus amigos, de la televisíón y de la escuela. Todos, de una u otra manera, se están viendo afectados. En estos momentos es fundamental proteger la salud emocional de nuestros hijos brindándoles el apoyo necesario para enfrentar la situación.

Los niños muestran diferentes signos en momentos de estrés. Saber reconocer y entender esos signos, esas reacciones, así como entender cómo la violencia nos está afectando a nosotros, nos ayudará a acompañar mejor a nuestros hijos en estos momentos.

¿Cómo responden normalmente los niños a situaciones de estrés?

Los niños, al igual que los adultos, muy probablemente  se sienten asustados y amenazados por la situación de violencia que se vive en el país. Eventos traumáticos puntuales o situaciones de estrés continuas trastocan nuestro mundo, dejamos de sentirnos seguros, perdemos el control sobre lo que nos puede pasar. Las reacciones de nuestros hijos se van a ver influenciadas por nuestro comportamiento. Nosotros, y los adultos cercanos a ellos, somos sus modelos, les enseñamos, a través de nuestras acciones, palabras y lenguaje no verbal, cómo interpretar la situación y cómo reaccionar ante ella.

Los niños reaccionan al trauma de distintas maneras. La intensidad de sus reacciones dependerá, entre otras cosas, del nivel de exposición a la violencia a la que estén sometidos. Mientras más cercanos hayan estado o estén a situaciones de conflicto o traumáticas, más probabilidades tienen de que se vean afectados por ellas. Si han sido víctimas o han presenciado eventos violentos su reacción será más intensa.

Por otro lado, cada niño expresa sus sentimientos de manera diferente. La mayoría de las veces se sienten confundidos con lo que está pasando y con sus propios sentimientos y reacciones. Algunos niños reaccionan alejándose sin poder hablar del asunto, otros hablan sin parar de lo que ha sucedido. Hay niños que se sienten tristes y enojados en algunos momentos y en otros, actúan como si nada hubiese sucedido. Las reacciones de los niños al trauma pueden ser inmediatas, pero también pueden aparecer mucho tiempo después.

Los niños, a distintas edades, tienen diferentes niveles de desarrollo emocional. Sus reacciones a situaciones de estrés dependerán y variarán de acuerdo a la edad. Una niña de seis años, por ejemplo, puede mostrar su temor acerca de lo que pasa negándose a ir a la escuela. Un adolescente, por su parte, puede minimizar su preocupación pero volverse irritable, pelear más con sus padres o bajar el rendimiento escolar. Familiarizarnos con las reacciones típicas de los niños y conocer y entender cómo reaccionan nuestros propios hijos ante los conflictos que estamos viviendo, nos ayudará a brindarles el apoyo y la seguridad emocional que necesitan para manejar la situación y disminuir el impacto negativo que ésta pueda tener en ellos.

de 0 a 5 años … niños y niñas en edad pre-escolar

Los niños menores de 5 años no pueden entender bien lo que está pasando a su alrededor y esto, en parte, los protege de la situación de tensión que vivimos. Sin embargo, aún los más pequeños, perciben y absorben la angustia y ansiedad que nosotros tenemos. Sienten que algo no está bien aunque no entienden qué y por qué.

Los bebés y niños en edad pre-escolar reaccionan al miedo y a la tensión que sienten en los adultos cercanos a ellos, son sensibles y responden a la separación y a la pérdida de estabilidad y de rutina en el funcionamiento normal de la familia. La rutina les da seguridad, el caos los pone nerviosos, les afecta. A esta edad, los niños dependen física y emocionalmente de las personas que los cuidamos. Sus reacciones están fuertemente influenciadas por cómo nosotros, las personas que los amamos, en quienes ellos confían y con quienes se sienten protegidos, reaccionamos ante la situación.

A veces, los niños convierten el miedo y nerviosismo que absorben de su entorno en terribles fantasías, sienten que nosotros o ellos corren peligro, tienen pesadillas donde se pierden, están heridos, los persiguen o les amenaza un monstruo. A veces, buscando una explicación, llegan a creer que lo que está pasando o pasó es culpa de ellos… “si me hubiera portado bien, si hubiera recogido los juguetes, nada de esto habría pasado”.

A estas edades, con frecuencia, los juegos de los niños recrean, una y otra vez, detalles de lo que está sucediendo. Elementos de la realidad, palabras, situaciones o imágenes aparecen en su juego. A través del juego los niños expresan sus angustias, sentimientos y emociones. A través del juego, de la dramatización de los eventos, los niños tratan de manejar y dar sentido a lo que está sucediendo, buscan tener algo de control sobre la situación. En estos momentos, el juego se convierte en su terapia. Jugar es una manera intuitiva de tratar de entender, de expresarse, de cuidarse y de sanarse. Las reacciones de los niños pequeños están fuertemente influenciadas por las reacciones de los padres (o adultos que los cuidan) ante la situación.

de 6 a 11 años … niños y niñas en edad escolar

Los niños en edad escolar, aunque todavía no entienden bien todo lo que pasa, ya perciben y saben lo que significa una amenaza para ellos y para otras personas. A esta edad todavía les cuesta entender ideas abstractas, pero son capaces de comprender explicaciones concretas, sencillas, adaptadas a su nivel.

Ahora no sólo ven lo que les pasa a ellos y a su famila sino que se dan cuenta de lo que pasa más allá de su hogar: en la escuela, en la calle, en su barrio y en el país. Son capaces de considerar puntos de vista diferentes al suyo. Como su forma de pensar sigue siendo muy concreta, les cuesta entender en profundidad situaciones traumáticas y complejas como son la violencia social y política. Si la situación actual en ocasiones es incomprensible y difícil de procesar para nosotros los adultos, para ellos lo es más. Por eso, porque entienden pero no entienden todo, porque captan pero no completamente, los niños de estas edades pueden volverse muy temerosos, confundidos y ansiosos ante lo que está pasando. Pueden sentirse muy angustiados por la amenaza real que significa el que algo le pase a él, a un ser querido o a un amigo.

Sus reacciones pueden ser impredecibles, cambiando de un estado emocional a otro, pueden pasar de ser tímidos y retraídos a ser agresivos; evitar las muestras de cariño o buscarlas, requiriendo en forma constante nuestra atención. Pueden quejarse de dolores físicos, volver a sentir miedos de cosas ya superadas o, como en el caso de los niños pequeños, comportarse como niños de menor edad. Los más jóvenes de este grupo de edad pueden, como los niños pequeños, recrear en sus juegos las situaciones traumáticas que se están viviendo y hacer dibujos de los eventos que les generan tensión.

A estas edades todavía no son suficientemente independientes para hacer algo que pueda ayudar a cambiar las cosas, sentirse más seguros y disminuir sus miedos. Se pueden llegar a sentir inútiles y culpables por ‘no hacer nada’. Todavía dependen en gran medida del apoyo físico y emocional que nosotros les proporcionamos.

de 12 a 18 años … pre adolescentes y adolescentes

Los niños y jóvenes entre 12 y 18 años de edad entienden lo que está pasando. Perciben con claridad las amenazas reales que pueden existir. El mundo de pronto se les presenta como un lugar inseguro y peligroso. Los adolescentes son unos de los más afectados, física y emocionalmente, por la violencia en el país.

Su comportamiento va a variar dependiendo del nivel de madurez. Las reacciones de muchos de ellos serán como las de los adultos, mientras que las de otros serán más parecidas a las de niños más pequeños.

En la adolescencia los jóvenes buscan independizarse, toman sus propias decisiones y se relacionan con personas fuera de su entorno familiar. Tienden a ser idealistas, muchos quieren hacer algo, involucrarse en lo que está pasando. Deseos de justicia y sentimientos de rabia los impulsan a actuar. En estos momentos de violencia política y social pueden verse involucrados en situaciones para las cuales no están preparados emocionalmente. A veces toman riesgos provocando o ignorando el peligro.

Los que han sufrido maltrato directamente, experimentado una situación de violencia, han sido heridos o detenidos, pueden tener reacciones más intensas e impulsivas. Son muchas las emociones que les invaden y no saben cómo manejar lo que les pasa.

Más que en cualquier otra etapa de su desarrollo, los niños pre-adolescentes y adolescentes tienden a ser reservados, a guardarse para ellos mismos lo que sienten y piensan. Lo que sucede en el país, a sus amigos, a su familia les afecta fuertemente pero muchos se lo callan. Esto les puede llevar a desarrollar sentimientos de tristeza, de desánimo y de apatía. Pueden aislarse de sus amigos y de su familia. También pueden tratar de aparentar que ‘todo está bien’, que ‘no les pasa nada’.

Algunos suelen involucrarse en actividades con otros, buscando dar respuesta a los problemas que están ocurriendo. Esta participación, sentir que están haciendo ‘algo’, les ayuda a manejar y canalizar sus temores y su ansiedad.

¿Qué podemos hacer? – Recomendaciones para ayudar a nuestros hijos en estos momentos

Nuestros hijos están asustados y confundidos con lo que está pasando. Nuestra tarea principal es tranquilizarlos, tratar de reestablecer en ellos un sentimiento de seguridad, que sientan que están a salvo, que están protegidos y que son queridos. Que a pesar de los peligros que puedan haber, nosotros estamos ahí con ellos para cuidarlos.

Aunque los niños, por lo general, son muy resistentes, tienen defensas naturales que les ayudan a sobrellevar momentos difíciles, en estos momentos tan violentos y de tanta angustia, necesitan un apoyo especial de nosotros sus padres.

En sociedades que han atravesado conflictos sociales aún peores que los nuestros, se ha encontrado que el factor más importantes que ayuda a proteger la salud física, mental y emocional de los niños son los padres y madres en el hogar.

Nosotros podemos ayudarles a trabajar sus emociones, a fortalecer sus defensas emocionales, podemos brindarles el apoyo y la protección necesaria para enfrentar la situación.

 

El manual ¿Qué podemos hacer? – ayudando a nuestros hijos en tiempos de violencia y conflicto social fue elaborado por Carolina de Oteyza en estrecha colaboración con el grupo de profesionales de Apoyo en Crisis.

Ilustración de la portada – Irene Pizzolante.

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​EL ARTE DE PELEAR LIMPIO: “SOY YO; NO ERES TÚ ”

Sin duda el matrimonio es un vínculo de amor profundo que es necesario alimentar todos los días. El amor para sostener este vínculo es necesario, sin embargo no suficiente. Hoy quiero compartir el conocimiento que adquirimos como pareja al asistir a un taller organizado por una agrupación de psicólogos clínicos especializados en temas de pareja llamada “Amar no Basta”. Este taller nos entregó herramientas concretas como pareja, para poder trabajar sobre el vínculo del matrimonio. Para poder profundizarlo, para cuidarlo y no dañarlo con las distintas situaciones a las que nos vemos enfrentados como matrimonio día a día. No puedo dejar de recomendarles este increíble grupo de terapeutas que está poniendo el énfasis en prevenir las crisis matrimoniales, entregando ejercicios y herramientas concretas. Para poder estar al tanto de los talleres y charlas pueden seguirlos por Facebook, Instagram o su página web http://www.amarnobasta.com.

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Podemos partir comentando datos duros acerca del matrimonio. Hoy el 50% de los divorcios se dan en los primeros siete años de matrimonio y se ha visto que con la llegada del segundo o tercer hijo las parejas experimentan una disminución en la sensación de satisfacción en conjunto con un aumento en los conflictos. Sin duda la llegada de los hijos se transforma en uno de los grandes desafíos de adaptación para la relación e inevitablemente comenzamos a pensar en otro ser humano más allá de nuestra pareja, aparecen las diferencias en la crianza e irremediablemente aparece aquello con lo que venimos cargado de nuestras historias familiares de origen. Probablemente con la llegada de los hijos además comienzan los conflictos acerca de los roles y tareas que cada uno debe cumplir en la crianza. Sobre todo durante los primeros años de crianza se torna más difícil la comunicación, aumenta el cansancio y los niños pasan a ser parte importante de los temas de conversación. Casi sin darnos cuenta la vida con hijos va consumiendo la vida de pareja, aumentando así los conflictos.

¿Por qué prevenir? ¿Qué pasa si nos ocupamos antes de que comiencen los problemas? ¿En qué aporta que podamos aprender estrategias concretas y comunicarnos mejor? Está comprobado que mantener una mala relación de pareja, no solo afecta tu salud mental sino que incluso puede afectar en una disminución en la expectativa de vida. Es por esto que sostener vínculos saludables y trabajar por ellos, promueve una mejor calidad de vida, una vida sexual más plena, un aumento de la comunicación, una mayor estabilidad de pareja y longevidad. Además de todo esto, promueve en nuestros hijos, mayores niveles de seguridad y desarrollo emocional. El que puedan vivir en un ambiente saludable, sin duda determinará sus relaciones con un otro. Si nuestros hijos tienen la vivencia de ver que sus papás se respetan, quieren, escuchan y resuelven sus conflictos, será un modelo para sus relaciones interpersonales tanto en el hoy como en el mañana. La capacidad de influir en nuestros niños se basa en lo que les reflejamos, como personas y como pareja.

La buena noticia es que podemos aprender a sostener un vínculo que sea de calidad y duradero en el tiempo. Solo necesitamos querer, poner el esfuerzo necesario y por sobretodo cultivarse como pareja. Para esto se torna vital aprender a conocérsenos profundamente y respetarnos en nuestras diferencias, además de poder desarrollar habilidades de comunicación efectivas y estrategias de enfrentamiento para nuestros conflictos. Sin duda el poder tornar nuestro ambiente en un ambiente positivo, ayudará. Poder reírnos de nosotros mismos, del otro, de nosotros como pareja, dejando que el humor forme parte de nuestro día a día, es muy importante. Poder darle vida a un ambiente donde haya música por ejemplo, tardes de deporte, paseos o noches de película, puede sumar mucho en la calidad y profundidad de nuestro vinculo de pareja.

Pero nos hemos preguntado ¿por qué discutimos?, la gran mayoría de las parejas pelea, esa es una realidad innegable. Y la verdad es que la respuesta puede ser a ratos bastante sencilla: SOMOS DIFERENTES. Partamos de la base que uno es hombre y otro es mujer, y aunque suene hasta casi tonto, por el simple hecho de ser hombre y mujer tenemos una mirada distinta de la vida y una distinta manera de enfrentar las situaciones. Cada uno tiene su propia historia de vida, su familia de origen, su biología, sus rasgos de personalidad, sus hobbies, sus minutos del día, ideología y opiniones. Es por esto que la mayoría de las veces que peleamos y que con esta pelea buscamos cambiar al otro, este cambio generalmente no se da. Y la verdad es que no es porque el otro no te quiera, no te escuche o quiera molestarte, sino que simplemente no puede ya que no está en su manera de ser.

En general las parejas tienden a pelear una y otra vez por los mismos temas. En ciertas ocasiones estas peleas pasan a temas más profundos y en otros momentos es tanto lo que hemos peleado por ellas, que ya simplemente las evitamos y nos vamos alejando silenciosamente como pareja. Entonces más importante que entender los problemas, que es lo que tendemos a hacer como respuesta natural, será poder ver como los manejamos.

Finalmente se ha visto que más que resolver los problemas, el poder regularlos hace que las parejas puedan mantenerse cercanas, con menos peleas y en un ambiente más positivo. Si logramos regular estos problemas y enfrentarlos juntos de manera constructiva, nos hará una pareja más feliz.

Una de las cosas que más me quedó marcada de este taller fue el saber, que existen problemas resolubles y no resolubles. Y que los no resolubles son el 70% de los problemas que tenemos como pareja, y por lo que tendemos a pelear una y otra vez. La realidad de esta cifra entonces, es que ese 70% de las peleas que tenemos, por más que las sigamos discutiendo, no van a cambiar. ¿Malas noticias?, la verdad es que uno podría dar vuelta la mirada y redefinir este número en nuestra cabeza, como algo bastante más aliviador. Finalmente este número nos da pie para entender y reflexionar, que más que nada debemos aprender a acomodarnos el uno al otro. Más que intentar cambiarlo, (porque simplemente eso no va a pasar) no quedan más opciones que bajar la bandera de lucha y poder ser aliados en esta batalla.

El querer cambiar a mi pareja, para que sea alguien distinto al que yo conocí, y del cual me enamore, lo hará sentirse poco querido y valorado dentro de la pareja. Uno elige al otro para ser él mismo, uno lo aprende a amar con sus defectos y virtudes, no sé qué va pasando en ese camino de ser pareja que comienzas a necesitar que el otro cambie, se acomode a lo que uno necesita o quiere de él. Comienzan las críticas y las decepciones porque lo que espero del otro, él o ella no ha sido capaz de cumplirlo. Y lo más importante aún es que por mucho que el otro esté dispuesto o quiera cambiar, el 70% de las veces le será imposible. Simplemente no es él, no está en su ADN, y no puede cambiarlo.

Finalmente cualquier cosa que te moleste demasiado del otro pasa a ser más un problema tuyo, y no del otro. Ver cómo podemos solucionar y lidiar con esos sentimientos es parte importante de lo que debo hacer para mejorar mi relación de pareja “soy yo, no eres tu”.

¿Y entonces que hacemos como pareja con ese 70%? Bueno no queda más que aprender a negociar, ceder y adaptarse. Buscar cómo ajustarse a eso que no cambia, aceptarlo, y acomodarte será la clave. Finalmente si logramos entender y sentir que no vale la pena pelear, quedas desprovisto de ese “para que” y de esa razón que te hace pelear, y encuentras una alternativa de solución mucho más positiva frente a las dificultades. Dejas de pelear por aquello que es incambiable.

Un ejercicio que podríamos hacer es pensar en qué peleas son frecuentes con mi pareja, qué es aquello por lo cual siempre discutimos sin llegar a ninguna parte. Si ya tienes una en mente, ahora puedes pensar si eso está en este 70%, si es así habrá que buscar otra manera: adaptarse, negociar, ceder o acomodarse. Finalmente las parejas que mejor se llevan, que son más felices y estables NO resuelven el 69% de sus problemas.

María José Lacámara – Conoce más AQUI

joselacamara@gmail.com

Instagram: @joselacamarapsicologa

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Cuándo decir “NO MÁS” en una relación

Síntomas que indican que no debes seguir en una relación

¿Cuándo pierde el amor su importante finalidad? Quizá esta sea una de las preguntas más difíciles de responder cuando estamos atravesando por una crisis en la relación. Determinar el momento y las circunstancias que pueden llevar a decir: “NO MÁS”, nos permitirá darle prioridad al amor propio, dejar el sufrimiento y romper ese apego que tanto daño hace.

El amor empieza a verse afectado cuando nuestra pareja no siente amor, no permite que crezcamos en nuestros ámbitos personales o profesionales y vulnera los principios que nos definen como personas. Cuando una de estas o las tres se ven perjudicadas, es preciso que empieces a analizar tu relación.

Para Walter Riso es importante definir límites que formen una relación constructiva, saludable y duradera. Ahora veremos qué hay más allá de esos límites y cómo se pueden definir:

No hay amor

“Ya no me abraza, no me besa”, “ya no se preocupa por mí”, “nunca he sentido que esto sea amor”. Como dice Walter Riso en su conferencia “Es posible amar sin sufrir, el arte de amar sin apego”: ¿por qué quedarnos con alguien que no nos ama?, ¿qué esperas entonces, si es una relación insana y perjudicial? Mendigar amor es una de las experiencias más humillantes que se pueden vivir por alguien. Estás a merced de las migajas y la limosna que el otro puede darte, alguien así, no te merece.

¡Qué mala consejera puede ser a veces la esperanza! En ocasiones, la crudeza de la realidad o la más dolorosa esperanza nos quita la carga de un futuro inconveniente”, Walter Riso.

Cuándo decir “NO MÁS” en una relación - Síntomas que indican que no debes seguir en una relación

Le molesta tu crecimiento personal

¿Por qué en una relación de pareja se sacrifican los sueños y las metas solo por “pertenecerle a alguien”? Las motivaciones, los deseos y lo que quieres ser, siempre y cuando no sea destructivo para los demás, deben llevarse a cabo por el hecho de sentirse completo en la vida. Un amor que impida el crecimiento personal del otro para que la relación funcione, no se llama amor sino esclavitud.

¿Quieres aprender a cocinar, emprender un negocio, practicar algún deporte o entrar a la orden religiosa? Si hace parte de tus necesidades básicas, no dudes en hacerlo, no lo descartes:

“Lo que te hace evolucionar es un regalo, lo que te lleva a involucionar es un estorbo”, Walter Riso.

No hay nada mejor que una pareja con la que se pueda alzar vuelo a la par y luchar codo a codo, una persona con la que puedan desarrollar juntos la naturaleza humana de mejorar, realizar y mantener el propio ser que anda en constante experimentación. Si sientes que tu relación no es así, ¿qué haces ahí?

Traicionar nuestros principios

Entre los pensadores existe un acuerdo sobre los valores en el que se promulga que el límite de lo negociable es la dignidad personal, es decir, la opción de ser valorado, respetado y honrado. La dignidad es aquello que nos hace resistir la humillación, el autocastigo y la condena injusta.

¿Cómo saber cuándo alguien afecta tu dignidad? Para alguien que se observa a sí mismo, es fácil de determinar. La dignidad se ve afectada cuando sentimos que nuestros intereses más profundos se ven maltratados. El ideal siempre será conservar el ser moral y negarse a ser un objeto. Por eso, cuando negocias tus principios y fundamentos en nombre del amor lo único que estás haciendo es dejarte de querer a ti mismo y negando tu condición personal.

En su conferencia: “Es posible amar sin sufrir, el arte de amar sin apego”, Walter Riso aborda por lo menos dos factores importantes que afectan la dignidad personal en las relaciones afectivas. No te puedes perder la ampliación de este tema, ingresa a este enlace para que puedas adquirir ese conocimiento y las herramientas ideales para vencer el apego y dar un NO definitivo a una relación insana y tóxica.

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Enamorados – En amor de a dos (*)

Todos quienes hayan tenido alguna relación duradera en su vida, ya sea convivencia o matrimonio, saben que en todas las relaciones uno pasa por etapas críticas en las que le gustaría mandar todo a la punta del cerro. Momentos en los que el miedo te invade y te haces miles de preguntas por segundo para lograr responderte si es que debes seguir con esa persona o no.

Lo cierto es que en el amor hay que saber vivir siempre con la incertidumbre, ya que nunca sabrás si existe alguien mejor. Sería ideal que existiera una especie de “test del enamoramiento” tal como el test de embarazo, donde uno pueda poner un poco de saliva y te indique si estás o no enamorada. Nos ahorraríamos un montón de problemas por el simple hecho de que un aparato marcó positivo en el test de amor.

Pero como no existe porque no se puede medir el amor, tenemos que hacer un trabajo un poco más profundo y conectarnos con nuestro ser esencial. Poder atravesar la barrera mental y conectarnos con el corazón para poder escuchar qué nos dice el cuerpo. Poder ser tú misma, sentirse bien, feliz, amada, respetada y reconocida la mayor parte del tiempo, independiente de los problemas, son algunos de las preguntas que debes hacerte a ti misma para saber si lo que sientes es amor real y del bueno.

Este es el camino consciente del cual no muchos se hacen cargo porque hay un fenómeno bien raro cuando elegimos a nuestras parejas. Resulta que al principio todo es adrenalina y oxitocina al cuadrado. Recibes un mensaje y todas las hormonas de tu cuerpo están bailando. Te llaman y tus mejillas se tornan de color rojo automáticamente. Lo ves (o vas a un lugar donde sabes que va a estar) y los niveles de endorfina en el cuerpo aumentan. Y no lo digo por decirlo, en Estados Unidos se han realizado estudios donde se ha demostrado que el período de enamoramiento (en términos biológicos, es decir mayor producción y liberación de las hormonas mencionadas) dura sólo 100 días (3 meses y medio aproximadamente).

Luego todo va volviendo a la normalidad lentamente hasta que llega un período de estancamiento donde vienen las primeras peleas, porque lo que antes no nos molestaba (porque nuestro cuerpo estaba invadido de amor) ahora nos molesta. Acá por lo general vienen los primeros enfrentamientos y se activan los patrones relacionales en torno a las discusiones: cómo discutimos, cómo nos comunicamos, cómo escuchamos, subimos el tono, gritamos, nos insultamos, etc.

Y acá comienza la prueba de fuego para todas las parejas porque sin saberlo se activan nuestros mecanismos de defensa que hemos ido incorporando a lo largo de nuestras vidas y todas las alternativas son posibles. Evitar el conflicto, reprimirlo, disociarnos (desde mi punto de vista creo que acá entra la infidelidad), proyectarlo en el otro, racionalizarlo, etc.

Poder ir superando estas crisis desde el amor, la conversación, la paciencia (PAZ y CIENCIA), respetar los tiempos y entender que el otro procesa de distinta manera, permitirle su espacio y exigir el tuyo, poder decantar, no hablar con rabia, no herir para alimentar el ego, sino que habitar un espacio de vulnerabilidad donde abro mi corazón y desde ahí acepto mis errores y puedo plantear mi molestia con dulzura. Suena utópico, sí. Pero se puede. Para mí acá reside la clave de todas las parejas, aprender a pelear bonito para crecer y brillar luego de cada tormenta.

Si esto no te nace, si sientes que haces o te hacen más daño del amor que te entregan, si no logras conectar, si dejas de ser tú y te ves convertida en una persona que no te gusta ser, creo que hay que hacerse nuevamente las preguntas.

Es tan delgada la línea entre comodidad, enamoramiento, calentura y obsesión que cuesta diferenciar en cual de esos 4 estados uno se encuentra. Si ese es tu caso, no dudes en conversar con tus amigas o pedir hora a un terapeuta. Tenemos que abrirnos a la cultura de la terapia, entender que no hay que esperar a estar mal, herida, decepcionada o deprimida para pedir ayuda de un profesional. A veces puedes ir unas cuantas sesiones si estas confundida y luego seguir caminando sola. O ir con tu pareja cuando sientan que no logran llegar a acuerdo respecto de un tema en particular, no significa que están mal como pareja, simplemente decidieron exponerse ante otro que actúa como traductor del síntoma de la pareja y el malestar de cada uno.

No es fácil estar en pareja. No es fácil atravesar crisis. No es fácil diferenciar cuando una relación te hace daño. No, no es fácil y es por esto mismo que debemos perderle el miedo a la terapia, y abrirnos a la posibilidad de que un tercero nos ayude a entender en el lugar en el que estamos y los caminos que tenemos por delante.

 

(*) Juego de palabras original de Alfonso Casas

Michelle_PollmannMichelle Pollmann Román

Directora de Centro Al Alma

Psicóloga Clínica
Postítulo Psicoterapia Psicoanalítica
Terapeuta de Pareja
Sexóloga en formación

 

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